UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL Segunda Encuesta sobre Delito, Sensación de Inseguridad y Sistema Penal en la Ciudad de Santa Fe Primer Informe Experiencias de Victimización, Sensación de Inseguridad y Comportamientos de Autoprotección en la Ciudad de Santa Fe Máximo Sozzo y Augusto Montero Abril 2013 1 Introducción La Segunda Encuesta sobre Delito, Sensación de Inseguridad y Sistema Penal en la Ciudad de Santa Fe ha sido diseñada y llevada adelante conjuntamente por el Programa Delito y Sociedad y el Observatorio Social de la Universidad Nacional del Litoral a partir de un convenio oportunamente firmado entre esta casa de estudios y el Gobierno de la Ciudad de Santa Fe. Esta es una iniciativa que tiene por objetivo replicar un trabajo similar desarrollado conjuntamente por los mismos actores públicos durante los años 2008 y 2009, que permitió elaborar un diagnóstico inicial sobre estos problemas en la ciudad.1 Este primer informe presenta y analiza los datos empíricos producidos con respecto a las experiencias de victimización que los residentes de la Ciudad de Santa Fe han atravesado durante el año 2011. También abarca la exploración de la actividad de denuncia de las mismas ante las instituciones estatales competentes así como de la sensación de inseguridad –tanto en el plano abstracto como concreto, tanto en el plano perceptivo como emotivo- y de los comportamientos de autoprotección y evitamiento. Este primer informe se completará con la presentación de un segundo informe acerca de las experiencias de contacto de los ciudadanos con el servicio policial y las actitudes y opiniones sobre el funcionamiento de la institución policial y con un tercer informe acerca de las opiniones y visiones de los ciudadanos sobre la justicia penal y sobre las propuestas de estrategias e intervenciones para el control del delito. El segundo y tercer informes serán presentados durante el primer semestre del 2013. Las llamadas “estadísticas de victimización” son aquellas informaciones cuantificadas sobre comportamientos efectivamente producidos en la vida social, presuntamente delictuosos, generadas a partir de encuestas realizadas en domicilios particulares a ciudadanos –por lo general mayores de 15 o 16 años- sobre sus propias experiencias de victimización y las de su grupo conviviente en un cierto período de tiempo –últimos 12, 18 o 24 meses, por lo general. A diferencia de las “estadísticas oficiales” estas fuentes estadísticas de conocimiento de la criminalidad parten de la actividad de definición y – en un sentido más bien metafórico- registración por parte de agentes no-estatales, los ciudadanos. Es por ello que no son “oficiales”, aun cuando las produzcan en la mayor parte de los casos instituciones estatales. Paralelamente a su difusión internacional desde la década de 1970 en adelante, las encuestas de victimización se fueron perfeccionando como herramientas para producir información cuantificada sobre la cifra negra de la criminalidad, a partir de la indagación de si las experiencias de victimización fueron denunciadas o no a un organismo público, tratando de ilustrar de mejor manera que las estadísticas oficiales la “criminalidad real”. Podríamos llamar a esto su “promesa fundacional”. Pero también, simultáneamente, se han ido desarrollando otras áreas de producción de conocimiento a partir de esta misma fuente, más allá de lo que podríamos denominar la “extensión de la criminalidad”. En primer lugar, lo que se refiere a la “naturaleza de la victimización”, en donde se pretende producir información sobre un cúmulo de aspectos relativos a cada experiencia de victimización registrada a través de este instrumento: lugar, momento, características del ofensor (sexo, edad, etc.), efectos materiales y emocionales, etc. En segundo lugar, lo que se refiere al “riesgo de victimización”, el cálculo de la probabilidad de ser víctima de un tipo de hecho de acuerdo a determinados rasgos individuales o sociales (sexo, edad, nivel económico-social, nivel de instrucción, zona 1 Sozzo, Máximo y Montero, Augusto: Delito, sensación de inseguridad y sistema penal. Experiencias y opiniones en la ciudad de Santa Fe, UNL Ediciones, Santa Fe, 2010. 2 en la que se habita, etc.). En tercer lugar, lo que se refiere a las sensibilidades colectivas frente a la criminalidad –miedo al delito, ansiedad social con respecto al delito, etc.- que rápidamente pasó a constituir internacionalmente uno de los ejes de este tipo de estudios, amplificando en cierta medida el problema de la criminalidad como faz “objetiva” de la denominada “inseguridad” con una faz “subjetiva”, igualmente importante dado su impacto en la calidad de vida de los residentes, la “sensación de inseguridad”. En cuarto lugar, lo que se refiere a los comportamientos de autoprotección –hacer algo para estar y sentirse más seguro- o de evitamiento –dejar de hacer algo para estar y sentirse más seguro- de los residentes frente al tema del delito. En quinto y último lugar las experiencias, actitudes y opiniones frente a las diversas acciones destinadas a controlar la criminalidad llevadas adelante por los organismos públicos competentes, como la policía, la justicia penal, las prisiones, etc. De esta forma, la riqueza de esta fuente estadística se ha ampliado ostensiblemente, poniendo en jaque su identificación estrecha con la noción de victimización y abriendo nuevas rutas tanto para la tarea de conocer como para su utilización en las políticas públicas en la materia. Las encuestas de victimización nacieron como una forma de enfrentar el problema de la “cifra negra de la criminalidad” con respecto a las “estadísticas oficiales”, presentándose como una estrategia alternativa para pintar el cuadro de la criminalidad real, develando las áreas de criminalidad sumergida. En cierta medida ésta es, como decíamos, su “promesa fundacional”. Sin embargo, más allá de las posiciones apologéticas iniciales, contemporáneamente en el debate criminológico internacional esta promesa se analiza más críticamente, develando los alcances de las estadísticas de victimización y, por ende, sus limitaciones. Las encuestas de victimización no exploran a través de las preguntas que se realizan sobre experiencias personales –del entrevistado o de un miembro de su familia conviviente- los mismos tipos de delitos de los que informan las estadísticas oficiales. Esto se debe a que la taxonomía legal no es tomada al pie de la letra en los cuestionarios que se emplean en aquéllas, como sí sucede tanto en las estadísticas policiales como judiciales. Las estadísticas de victimización emplean definiciones fenomenológicas que buscan identificar problemas específicos en el mundo del delito que tienen condiciones y características diversas. Se podría decir que las estadísticas de victimización informan sobre formas de la criminalidad que no aparecen adecuadamente desagregadas en las estadísticas policiales y judiciales pero también viceversa, que las estadísticas judiciales y policiales informan sobre formas de criminalidad que no aparecen en las estadísticas de victimización. Así como las estadísticas oficiales pueden considerarse más exitosas produciendo información sobre ciertas formas de criminalidad y no sobre otras -como, por ejemplo, los “delitos de cuello blanco” o “delitos de los poderosos”-, también sucede lo mismo con las encuestas de victimización, como se lo reconoce habitualmente en la literatura especializada. Formas de la criminalidad como los denominados “delitos sin víctima”, los homicidios, los delitos que tienen como víctimas a los menores de 15 o 16 años directamente no son indagados a partir de las encuestas de victimización. En otros casos sí se introducen preguntas en los cuestionarios, pero no por ello se obtienen resultados fiables. Esto sucede en el caso de las ofensas sexuales, ya que muchas veces las experiencias de victimización de este tipo se producen en el ambiente doméstico y la situación de entrevista se da en ese marco, lo que junto a la gravedad del hecho, genera como efecto una falta de predisposición a hablar acerca del mismo. Y también en la corrupción, ya que el entrevistado comúnmente asocia esta forma de criminalidad solamente con hechos que lo tienen como víctima directa e inmediata -como la solicitud 3 de una “coima” por parte de un funcionario policial- y no con aquellos que lo afectan indirecta y mediatamente. Por otro lado, otra limitación de las encuestas de victimización, especialmente aquellas de carácter nacional reside en que han producido, generalmente, información cuantificada acerca de la distribución del riesgo de ser víctima de delitos que no ha captado el fenómeno de la concentración de dicho riesgo en determinados sectores sociales y en determinadas áreas urbanas. En buena medida las encuestas de victimización locales han corregido estos defectos pero, sin embargo, pueden seguir produciéndose, aun cuando el universo de referencia no sea todo un país y se trate sólo de una ciudad. Esto se encuentra estrechamente vinculado al diseño y tamaño de la muestra empleada. También es necesario clarificar los alcances de estas encuestas para informar sobre la sensación de inseguridad frente a la criminalidad, sus características y distribución social y geográfica. Evidentemente, la encuesta como herramienta de la investigación empírica no resulta de las más aptas para penetrar en un objeto social tan complejo como las sensibilidades colectivas, de allí que sus alcances sean considerados en el debate criminológico y sociológico contemporáneos, con una cierta cautela interpretativa, alentando por otro lado la interacción con fuentes de conocimiento no cuantificadas. Pero, por otro lado, en muchas encuestas la indagación de la sensación de inseguridad está restringida a unas pocas preguntas de carácter esquemático que inducen respuestas en un sentido específico, de forma tal que no permite introducir una exploración más rica de su complejidad. Por último, la indagación a través de la herramienta de la encuesta de las actitudes y opiniones con respecto a las instituciones del sistema penal y su funcionamiento también presenta sus limitaciones, aunque estas no estén tan marcadas en la exploración de las experiencias de contacto con las mismas por parte de los ciudadanos. Los encuestados pueden presentar posiciones contradictorias frente a diferentes maneras de preguntar acerca de un mismo problema. Así, se ha demostrado que los niveles de “punitividad” de los ciudadanos dependen fuertemente de la manera en que se plantean los interrogantes y el grado de información que se le brinda a los respondientes. En síntesis, podríamos decir que si bien las encuestas de victimización son extremadamente útiles para producir estimaciones sobre la cifra negra de la criminalidad con respecto a las estadísticas oficiales, ellas mismas presentan sólo otra imagen de la “criminalidad aparente”, más que un cuadro definitivo de la “criminalidad real”, pues también articulan luces y sombras, dejando áreas intocadas de “criminalidad sumergida”. Esto no va en detrimento de su importancia sino que introduce, frente a las posiciones apologéticas, una mirada más acorde con la complejidad del objeto a conocer, en tanto construcción social y política. Por otro lado, es preciso reforzar la importancia fundamental del uso de esta fuente estadística de conocimiento para iluminar la sensación de inseguridad frente a la criminalidad, los comportamientos de autoprotección y evitamiento y las experiencias, opiniones y actitudes sobre el sistema penal y las iniciativas gubernamentales en materia de política criminal, todos elementos centrales para la comprensión de la cuestión criminal en nuestro presente. La Encuesta sobre Delito, Sensación de Inseguridad y Sistema Penal en la ciudad de Santa Fe, en su segunda edición, continúa siendo una de las pocas encuestas de este tipo, de carácter local, que es realizada en nuestro país a partir de una alianza entre un gobierno municipal y una universidad pública. En esta edición se mantuvo en lo esencial el diseño metodológico y técnico de la primera edición, que incorpora las experiencias e innovaciones realizadas en otros contextos dentro de nuestro país y fuera 4 del mismo. Se introdujeron algunos ajustes y ampliaciones, especialmente a los fines de mejorar la capacidad de conocer las actitudes y opiniones con respecto al sistema penal pero también las experiencias de victimización y la sensación de inseguridad, manteniendo en todos los casos las posibilidades de comparación con los resultados del estudio anterior. En el diseño muestral se consideraron diversas variables preliminares contextuales. En primer lugar, la división de la ciudad en fracciones y radios censales, vecinales y distritos municipales. Se buscó lograr una estimación adecuada de la proporción de población victimizada por cada distrito municipal. También se consideró la representación muestral de cuotas de población por sexo e intervalos de edad y vecinal. Se adoptó un plan de muestreo en dos etapas. En la primera etapa se utilizó un diseño por conglomerados geográficos consistente con la distribución de la ciudad en Distritos y Vecinales. En la segunda etapa se realizó una selección al azar simple de puntos de muestreo. Luego en cada punto de muestreo se establecieron cuotas por sexo y tramos de edad. A efectos de proceder al cálculo del tamaño muestral, se realizaron las siguientes hipótesis y se adoptaron estimaciones a priori: un nivel de confianza en el intervalo de estimación de la proporción de victimización del 90%, que implicará que 9 de cada 10 muestras seleccionadas al azar con el diseño establecido previamente, contendrán al verdadero valor de esa proporción y un error de estimación a priori –antes de realizar el relevamiento de datos– de ± 3,5% para cada Distrito Municipal. En cuanto al trabajo de relevamiento en el terreno, en cada distrito y en cada vecinal se sortearon puntos de inicio del muestreo coincidentes con manzanas, del manzanero de la ciudad. Se eligió la esquina Suroeste de la manzana y se trazó un recorrido lineal hacia el norte de 4 cuadras de longitud en cada caso (siempre dentro de la misma vecinal). En ese recorrido se censaron todos los hogares, procediendo a realizar hasta 3 revisitas en caso de no encontrarse a los integrantes del hogar, en distintos horarios del día y días de la semana. La cantidad de casos totales encuestados fue de 2763 (entre 304 y 367 en cada uno de los ocho distritos municipales). Las personas indagadas fueron residentes en la ciudad de Santa Fe mayores de 15 años. El trabajo de campo se realizó durante los meses de junio, julio y agosto de 2012, a través de entrevistas cara a cara. El cuestionario empleado es semiestructurado y contó con 245 preguntas divididas en tres grandes partes. La primera parte se refirió a los tipos de experiencias de victimización por las que los entrevistados atravesaron, la valoración de la gravedad de las mismas, la realización o no de una denuncia y, en su caso, los motivos de dicha realización o abstención. La segunda parte se refirió a la sensación de inseguridad, tanto en un plano abstracto como concreto, tanto en un plano cognitivo como emotivo y se incluyó también la temática de los comportamientos de autoprotección y evitamiento. La tercera parte se refirió a las experiencias, opiniones y actitudes acerca de las diversas instituciones del sistema penal (policía, administración de justicia, prisiones), así como con respecto al “deber ser” en materia de estrategias de control del delito. En este primer informe se presentan los principales resultados referidos a las dos primeras partes del cuestionario, dejando la tercera parte para los dos informes siguientes. Estos resultados se presentan para la totalidad de la ciudad de Santa Fe así como también para los diferentes Distritos Municipales. También se presentan otros cruces significativos que implican explorar variables relacionadas con el respondiente (edad, sexo, nivel socioeconómico) así como vínculos entre las propias experiencias, percepciones, emociones y comportamientos. 5 Capítulo 1. Experiencias de Victimización y Actividad de Denuncia Índice de victimización El 28,2% de los residentes de la Ciudad de Santa Fe ha sufrido durante el año 2011 al menos un evento de los tipos de experiencias de victimización a las que se refiere específicamente la Encuesta, a saber: robo/hurto en vivienda; robo de vehículo automotor; robo de objeto de vehículo automotor; vandalismo sobre vehículo automotor; vandalismo sobre vivienda; robo de motocicleta, bicicleta o ciclomotor; hurto personal; robo con violencia, agresión física o abuso sexual. Se trata de un índice levemente inferior al registrado para el año 2007 que fue de 30,2%. Es preciso tener en cuenta, como veremos, que la gama de delitos sobre los que se indagó en la primera edición era un tanto más acotada, ya que no incluía a los abusos sexuales y al vandalismo sobre vivienda. De todas maneras, no se registraron experiencias en Santa Fe con respecto al primero de estos delitos durante el 2011 a través de la Encuesta. En cambio, el vandalismo sobre vivienda sí tuvo cierta presencia -2,4%. Es decir que si calculáramos el índice de victimización con relación a las mismas categorías de delitos que en la primera edición, el descenso podría ser un poco más marcado.2 La Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe también desarrollaron un estudio sobre la ciudad de Santa Fe, destinado a medir las experiencias de victimización durante el año 2006. Se entrevistó a 525 residentes mayores de 15 años en diciembre de 2006. El índice de victimización fue de 30,8%, semejante al relevado en nuestro estudio para el año 2007 y un tanto superior al registrado para 2011. Pero aquí se incluyeron experiencias de victimización que no han sido objeto particular de indagación en nuestra encuesta a saber: las amenazas (2,9%), la corrupción (2,7%), la violencia familiar (2%), el fraude (0,5%) y otros (1,8%) –lo que daría un total estimativo de 9,9%. Esto implicaría un cierto descenso en un hipotético índice de victimización que sería comparable con los generados en nuestros estudios pero que resulta difícil de precisar, porque es probable que los hogares que registraron estas experiencias de victimización no incluidas en nuestra indagación hayan también sufrido alguna de las sí incluidas y no poseemos la información desagregada para poder producir un cálculo al respecto. Gráfico 1 2 Las personas que fueron víctimas de vandalismo sobre vivienda en 2011 podrían haber sido también víctimas de otro tipo de delitos en ese mismo año del catálogo de los que sí fueron indagados en la primera edición. De allí que este porcentaje de descenso puede no ser tan significativo como aparece a simple vista. 6 Indice de victimización - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 50% 45% 40% 35% 30% 30,2% 28,2% 25% 20% 15% 10% 5% 0% 2007 2011 Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Los índices de victimización de la ciudad de Santa Fe son medianamente altos al compararlos con los de ciertas jurisdicciones de nuestro país. La Dirección Nacional de Política Criminal del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación ha realizado desde 1997 a 2007, inclusive, en forma periódica encuestas de victimización en diferentes jurisdicciones del país. Las dos jurisdicciones que más atención han recibido por parte de esta oficina gubernamental han sido la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, para las cuales se cuenta con información anual para todo el período. En la primera jurisdicción el índice ha oscilado entre 1997 y 2003 entre 37,5% y 40%, mientras en la segunda lo ha hecho en ese período entre 30% y 44,1%. Sin embargo, estos niveles han descendido en los últimas dos encuestas realizadas y procesadas: en Ciudad de Buenos Aires el índice de victimización ha sido en 2005 de 29,4% y en 2007 de 24,8% y en Gran Buenos Aires ha sido en 2005 de 33% y en 2007 de 29,4%. Como vemos, los niveles de 2007 eran inferiores a los de la ciudad de Santa Fe en el caso de la CABA y semejantes en el caso del GBA. Ahora bien, en nuestra encuesta no se incluye la corrupción, experiencia de victimización que sí se incluyó en aquellas desarrolladas por la Dirección Nacional de Política Criminal. Por otro lado, en esos estudios se utiliza una única categoría en la que se agrupan las lesiones y las amenazas, que desde el punto de vista jurídico pertenecen a dos tipos de delitos claramente diferenciados: “delitos contra las personas” las primeras y “delitos contra la libertad” las segundas, lo que a su vez podría traer aparejado un engrosamiento del nivel de experiencias registradas. Por tanto, la diferencia que se observa para el año 2007 podría ser aún mayor. Lamentablemente no tenemos datos más recientes con los que comparar los resultados del 2011 referidos a la ciudad de Santa Fe.3 3 Con respecto a la ciudad de Buenos Aires se cuenta también con el estudio realizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Universidad de San Andrés dirigido a medir los niveles de victimización durante el año 2006, que se construyó a partir de 23958 encuestas relevadas entre febrero y mayo del 2007. El índice de victimización de la ciudad de Buenos Aires para el 2006 fue, de acuerdo a esta 7 Por otro lado, la DNPC ha realizado encuestas semejantes en la ciudad de Rosario sólo en los años 1997, 1999, 2000 y 2002, en las que el índice ha oscilado entre 43,2% y 50,7%. Con respecto a esta misma jurisdicción, se cuenta con un estudio del Gobierno de la Provincia de Santa Fe y la Fundación Equal, destinado a medir las experiencias de victimización durante el año 2006. Se entrevistó a 825 residentes mayores de 15 años entre noviembre y diciembre de 2006. Llama poderosamente la atención que el trabajo de campo se haya hecho en el mismo año que se pretendía medir. El índice de victimización generado por este estudio fue de 43,3%, 13 y 15 puntos porcentuales más alto que los registrados para 2007 y 2011 en la ciudad de Santa Fe de acuerdo a nuestros estudios. Pero también aquí se incluyen experiencias de victimización que no han sido objeto particular de indagación en nuestra encuesta; a saber: las amenazas (2,5%), la corrupción (1,9%), la violencia familiar –como categoría diferenciada- (1,7%), el fraude (0,2%) y otros (1,6%) –lo que daría un total estimativo de 7,9%. Esto implicaría un cierto descenso en el hipotético índice de victimización que sería comparable con el generado en nuestro estudio, pero que resulta difícil de precisar porque es probable que las personas que registraron estas experiencias de victimización no incluidas en nuestra indagación hayan también sufrido alguna de las sí incluidas y en este caso tampoco poseemos la información desagregada para poder producir un cálculo al respecto. Por último, el Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe realizaron un estudio destinado a medir los niveles de victimización del año 2009 que abarcaba la ciudad de Rosario y el Gran Rosario, entrevistando 1502 residentes mayores de 15 años entre abril y mayo de 2010. A diferencia de los otros estudios mencionados, este incorporaba el Gran Rosario (400 entrevistas). El índice de victimización producido por este estudio fue de 34,1% sensiblemente más alto que el registrado en nuestro estudio para el 2011 en al ciudad de Santa Fe- utilizando el mismo catalogo de tipos de delitos que los estudios de la DNPC, por lo que son aplicables para la realización de una comparación las observaciones que hicimos más arriba con respecto a ellos. En todo caso, la ciudad del sur provincial parece presentar niveles de victimización más altos que los de la ciudad de Santa Fe. Distribución Espacial de las Experiencias de Victimización. Las experiencias de victimización no están distribuidas equitativamente en la ciudad. Diferentes áreas urbanas poseen diferentes volúmenes. Estas áreas urbanas en nuestro estudio han sido definidas de acuerdo a la división geográfica de la ciudad en Distritos Municipales. A estos fines, como decíamos en la Introducción, en cada uno de los Distritos se ha procedido a realizar la encuesta con una muestra representativa de la población residente. Los mayores niveles de población victimizada en el 2011 se encuentran en el norte de la ciudad, especialmente en el Distritos Noreste que supera el umbral del 40%. Se destaca también en este sentido el Distrito Noroeste. Le siguen luego, con porcentajes similares, el Distrito Norte, el Oeste y el Este. Sobresalen los menores niveles de victimización registrados en los Distritos de la Costa y Sudoeste. encuesta, de 24,7%, similar al registrado para el 2007 por la DNPC. Ahora bien, es preciso tener en cuenta, por un lado, que en esta encuesta no se indaga específicamente el robo de motocicletas, ciclomotores y bicicletas –experiencia de victimización que, como veremos, es bastante frecuente en la ciudad de Santa Fe- y, por el otro, sí se indagan los “intentos de robo de auto” (4,3%) y el “secuestro” (0,4%)– que no son abordados específicamente en nuestro estudio sobre la ciudad de Santa Fe. Estas diferencias hacen difícil la comparación entre ambos índices. 8 Como se observa, la distribución espacial de los niveles de victimización en la ciudad cambió fuertemente con respecto a aquella registrada en el año 2007. Si bien el Distrito de la Costa sigue siendo la zona urbana con menor nivel de victimización, han cambiado drásticamente aquellas que presentan los mayores volúmenes, ya que en el 2007 eran los Distritos Este y Oeste. La comparación con los datos obtenidos en la primera edición de la encuesta también indica que, con relación al año 2007, en 2011 hubo aumentos significativos de los niveles de victimización en los Distritos Noreste (11,2 puntos porcentuales) y Noroeste (8,1 puntos porcentuales). En cambio, en el Distrito Norte se registró un índice prácticamente idéntico. En los Distritos Sudoeste y Este se pueden observar importantes descensos (de 9,6 y 7,7 puntos porcentuales respectivamente) y en los Distritos Centro, Oeste y de la Costa la misma tendencia aparece menos marcada (5,3, 3,7 y 3 puntos porcentuales, respectivamente). Por último, como resulta evidente los volúmenes de experiencias de victimización varían significativamente entre las diversas zonas urbanas. Hay algunas que poseen unos niveles muy altos, mayores al de la ciudad: 12 y 6 puntos porcentuales en los Distrito Noreste y Noroeste, respectivamente. En comparación con los resultados del estudio realizado sobre el año 2007, se observa una mayor distancia entre los distritos que presentan el mayor y menor nivel de victimización: hay una brecha de 21,5 puntos porcentuales entre el Distrito Noreste y el Distrito de la Costa, mientras la distancia entre el Distrito Este y el Distrito de la Costa en 2007 era de 13,8 puntos porcentuales. Este crecimiento de la distancia es altamente preocupante pues parece evidenciar una distribución menos equitativa de las experiencias de victimización a través del espacio de la ciudad. Gráfico 2 Indice de victimización por distrito municipal - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 45% 40,5% 40% 35% 30% 35,8% 34,3% 30,7% 30,6% 29,3% 33,0% 30,9% 29,3% 29,3% 28,1% 26,2% 25% 21,3% 24,0% 22,0% 19,0% 20% 2007 2011 15% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 9 Es preciso señalar que la distribución espacial de las personas victimizadas se realiza en función de los lugares de residencia de los encuestados y no en torno a los lugares en los que se ha producido en concreto la experiencia de victimización. Ambos lugares pueden diferir en muchas de las experiencias de victimización analizadas en esta encuesta. Esta última cuestión es de alguna manera indagada, en términos generales, a través de una de las preguntas de nuestro cuestionario. Así se observa que el 68,7% de las experiencias de victimización producidas en el año 2011 y registradas por nuestro estudio en la ciudad de Santa Fe se produjeron en el mismo barrio en que habita la persona encuestada, pero casi una de cada cuatro de las mismas se ha producido en otros lugares o barrios de la ciudad. Esto no quiere decir, necesariamente, que se trate de otro Distrito Municipal pues los mismos abarcan diversos barrios. Si comparamos estos datos con los del año 2007, observamos que se han mantenido constantes (era de 65,4%). Gráfico 3 Lugar donde se produjo la experiencia de victimización - Ciudad de Santa Fe Año 2011 No recuerda / No contesta 0,5% Sin Datos 6,0% En otro país 0,0% En otra provincia 0,5% En otro lugar de la provincia 0,9% En otro barrio / lugar de la ciudad 23,3% En su barrio 0% 68,7% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En el panorama criminológico contemporáneo se ha pretendido explicar la distribución espacial de la criminalidad desde diferentes perspectivas teóricas. En estudios de esta índole muchas veces se ha producido información empírica que parece sustentar la idea de que el delito común –sobre todo aquellas formas que afectan a la propiedad, como las que indaga fundamentalmente nuestra encuesta- se produce más frecuentemente en las zonas de la ciudad en los que existen mayor cantidad de oportunidades y objetos para que se den este tipo de hechos –una noción general que sustentan la teoría de las actividades rutinarias, de la elección racional y del anclaje situacional de la actividad delictiva. Pero también se ha generado información empírica para sostener, en un sentido inverso, que el delito común se produce más frecuentemente en las zonas de la ciudad en que hay mayores niveles de privaciones y falta de oportunidades económicas y sociales para los residentes, enfatizando que muchas veces ofensores y ofendidos en este tipo de actividad delictiva comparten una posición en la estructura social, leyendo este fenómeno como fundamentalmente “intraclase” e “intraetnia” –una noción general 10 sustentada por ciertas variantes de la criminología crítica (como el “realismo de izquierda”), la teoría de la desorganización social y la teoría de la anomia, estas últimas en sus diversos formatos contemporáneos. Como ya hemos dicho, este estudio presenta una distribución espacial de las personas victimizadas más que de las experiencias de victimización y ofrece evidencia que ambas resultan sólo parcialmente coincidentes. Por otro lado, no tenemos muchos indicadores económicos y sociales pertinentes actualizados de carácter desagregado por distrito municipal. Si tomamos en cuenta el indicador de los hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas nacido del Censo de Hogares del 2001 -con su evidente desactualización, pero no está aun disponible la información nacida del Censo de Hogares 2010- como una herramienta para observar cómo están distribuidas las privaciones materiales en el territorio de la ciudad de Santa Fe por Distritos Municipales, tenemos un cuadro en el que se observa que entre las zonas con mayor nivel de privación material, hay algunas en las que se producen los niveles de victimización más bajos, como el Distrito de la Costa (17,8% de hogares con NBI, el segundo más alto), pero también los niveles de victimización más elevados como el Distrito Noroeste (25% de hogares con NBI, el más alto). Sobre esta base empírica endeble no parece posible construir afirmaciones concluyentes en torno a las opciones teóricas antes mencionadas, volviéndose indispensable profundizar este tipo de exploración a partir de información actualizada sobre indicadores económicos y sociales y su distribución espacial en la ciudad. Distribución Social de las Experiencias de Victimización Del mismo modo que las experiencias de victimización no están distribuidas equitativamente en la ciudad, tampoco lo están entre los diversos grupos sociales. Nuestro estudio permite acercarnos a la distribución social de las experiencias de victimización a partir de diferentes variables que articulan distintas divisiones en grupos sociales de la población de residentes de la ciudad. a. En primer lugar, tenemos la referencia al sexo, que ha sido uno de los criterios muestrales de nuestro estudio. Durante el año 2011 los niveles de victimización de varones y mujeres fueron semejantes -27,8% y 28,5%, respectivamente. Se mantiene constante lo observado para el año 2007 en la primera encuesta realizada en la ciudad de Santa Fe -29,9% y 30,6% respectivamente. A diferencia de esto, en el estudio realizado para medir el año 2006 por la Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe antes mencionado se observaba en la ciudad de Santa Fe una sorprendente disparidad, con un nivel de victimización más alto entre mujeres -36,1%- que entre varones -25,6%. En la ciudad de Rosario en ese mismo año no se observaba una disparidad tan marcada -44% y 42,3% respectivamente. En cambio, del mismo modo que en el primer estudio mencionado, en la encuesta realizada en Rosario y Gran Rosario destinado a medir el año 2009 por el ILSED y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe se observa un mayor nivel de victimización de las mujeres 36,3%- por sobre los varones -31,6%. Gráfico 4 11 Índice de victimización entre varones y mujeres - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 50% 45% 40% 35% 30% 29,9% 27,8% 30,6% 28,5% 2007 25% 2011 20% 15% 10% 5% 0% Varones Mujeres Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral b. En segundo lugar, es posible analizar la distribución de las experiencias de victimización entre diversos grupos de edad que componen la población de la ciudad de Santa Fe. En el año 2011 a medida que aumenta la edad disminuye el nivel de victimización. El grupo entre 15 y 29 años experimentó un índice de victimización de 34,6%, mientras que el grupo de más de 60 años experimentó un índice de 19,4%. En el año 2007 la distribución era semejante con la salvedad que el nivel de victimización del grupo de entre 30 y 44 años era semejante al del grupo más joven -34,2% y 33,3% respectivamente-, mientras en el 2011 fue casi cinco puntos porcentuales menor. Por último, se observa que en todos los grupos etarios el nivel de victimización ha bajado entre 2007 y 2011, con la excepción del grupo más joven. Esta distribución de ciertas formas de victimización de acuerdo a la edad resulta semejante a aquella que se observa frecuentemente en estudios de esta índole en otros contextos culturales que presentan una tendencia a una concentración relativa de las experiencias de victimización entre los más jóvenes. Se han presentado frecuentemente como razones plausibles de esta diferenciación, por un lado, la mayor cantidad de comportamientos de autoprotección y evitamiento llevados adelante por los adultos – especialmente, los adultos mayores- y por el otro, el menor uso de los espacios públicos por parte de estos últimos, que suelen constituir los ámbitos físicos en los que se produce una parte importante del tipo de experiencias de victimización relevadas por este tipo de estudios. Las evidencias más recientes en el país no son coincidentes respecto de la existencia de esta concentración de la victimización entre los más jóvenes. En el estudio realizado por la Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe destinado a medir las experiencias de victimización sufridas en el año 2006, se observa en el caso de la ciudad de Rosario que el grupo etario con mayor volumen de victimización es aquel comprendido entre los 50 y los 65 años, seguido por aquel entre los 30 y los 49 años. En cambio, en el caso de la ciudad de Santa Fe, sorprendentemente, el grupo etario con 12 mayor nivel de victimización sería aquel de 65 años y más, seguido por el comprendido entre los 16 y los 29 años -con un 35,7%, este último dato más cercano al relevado en nuestro estudio. En cambio el estudio realizado sobre Rosario y Gran Rosario por el ILSED y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe para medir el año 2009 muestra una distribución entre grupos etarios de los niveles de victimización semejante a la de nuestros estudios, que desciende a medida que aumenta la edad: el grupo entre 16 y 29 años tuvo un índice de 41,6% mientras aquel de más de 65 años presentó un índice del 22,9%. Gráfico 5 Indice de victimización por grupo etario - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 50% 45% 40% 35% 30% 33,3% 34,6% 34,1% 30,0% 30,5% 25,3% 25% 21,4% 19,4% 20% 2007 2011 15% 10% 5% 0% Entre 15 y 29 años Entre 30 y 44 años Entre 45 y 59 años 60 años y mas Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral c. En nuestro estudio se han relevado ciertas variables referidas a la situación económica y social de los entrevistados que permiten indagar si existe algún tipo de constante en la distribución de las experiencias de victimización de acuerdo a que los individuos se encuentren en posiciones de ventaja o desventaja social y económica. Se trata de variables que sólo permiten una aproximación inicial a esta cuestión: nivel de instrucción, nivel de ingresos mensuales del grupo familiar y autopercepción de pertenencia a una clase social. Por un lado, es posible analizar la distribución de la victimización por el nivel de instrucción de las personas ofendidas. El nivel de instrucción no puede asumirse como un indicador automático del nivel económico y social, pero es posible suponer que a medida que el nivel de instrucción sea más alto hay más probabilidades de que el nivel de ingresos también lo sea, aunque es perfectamente posible que esto no suceda en un caso particular. En esta dirección, entre quienes declararon tener el nivel de instrucción más bajo –Sin Estudios/Escuela Primaria Incompleta- el 47,6% se autodefinió como de clase media baja -23,8%- o clase baja -23,8%. El porcentaje de esta autopercepción disminuye a medida que aumenta el nivel de instrucción. Entre quienes tiene estudios terciarios o universitarios completos, el nivel de instrucción superior, sólo el 19% se considera de clase media baja -17,3%- o clase baja -1,7%. Lo mismo se observa en la 13 relación entre nivel de instrucción y nivel de ingresos del hogar declarado por el respondiente. Así, entre quienes tienen el nivel de instrucción inferior el 36,9% afirmó tener un nivel de ingresos familiar inferior a los 2000 pesos mensuales y sólo el 3,2% afirmó tener un nivel de ingresos mayor a 5000 pesos mensuales –el 46, 9% de este grupo no respondió la pregunta sobre nivel de ingresos. En cambio, entre quienes tienen el nivel de instrucción superior sólo el 3,9% afirmó tener un nivel de ingresos familiar inferior a 2000 pesos, mientras el 29,2% afirmó tener un nivel de ingresos mayor a 5000 pesos –en este caso, el 51,8% no respondió la pregunta sobre nivel de ingresos. En este sentido, se trata de una variable que permite acercarse en cierto modo a la distribución de la victimización por nivel económico y social. En el año 2011 el grupo con el nivel de instrucción más bajo –“sin estudios/primaria incompleta”- fue el que tuvo el nivel de victimización más bajo -16,3%. Lo mismo sucedía en el 2007. El grupo por nivel de instrucción que presenta el mayor índice de victimización es el que agrupa a quienes han completado la escuela secundaria – incluyendo a los que han desarrollado estudios terciarios o universitarios incompletos-, 32,7%. En el año 2007 este grupo también presentaba los niveles más altos de victimización junto con los de nivel de instrucción terciario o universitario completo. En este sentido parece existir una constante a lo largo del tiempo, de mayor nivel de victimización en los sectores más aventajados desde el punto de vista del nivel de instrucción y, por ende, en el plano económico y social. Por otro lado, se observa que los niveles de victimización descendieron en todos los grupos sociales según nivel de instrucción entre 2007 y 2011, con la excepción de quienes tienen escuela secundaria completa. Se destaca el porcentaje de disminución de los grupos con niveles de instrucción superior e inferior. Gráfico 6 14 Indice de victimización por nivel de instrucción - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 40% 35% 33,1% 32,7% 30% 28,3% 33,6% 28,3% 25,0% 25% 2007 22,8% 2011 20% 16,3% 15% 10% 5% 0% Sin Estudios/Primaria Incompleta Primaria Secundaria Completa/Secundaria Completa/Universitario Incompleta o Terciario Incompleta Universitario o Terciario Completo Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Por otro lado, es posible analizar la distribución de las experiencias de victimización teniendo en cuenta como los respondientes se califican a sí mismos en cuanto a su ubicación en la estructura social. Evidentemente, en esta autocalificación se juega una perspectiva subjetiva. Y esto ha incidido en que se produzca una predominancia entre los encuestados de quienes se piensan como parte de la clase media –el 59,6% del total. Esto le ha dado a este indicador menor capacidad de reflejar las diferencias sociales que el indicador precedentemente analizado. Entre quienes se consideran a sí mismos de clase media, clase media alta o clase alta el índice de victimización fue de un 28,4%, idéntico al de quienes se identificaron como de clase baja o media baja, 28,3%. Este dato empírico parece ir en una dirección opuesta al que revela la distribución de la victimización por niveles de instrucción.4 Gráfico 7 4 Este indicador no fue incluido en nuestro estudio referido al año 2007. 15 Indice de victimización por autopercepción de clase - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 30% 28,4% 28,3% Clase alta, media alta, media Clase baja, media baja 25% 20% 15% 10% 5% 0% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Por último, es posible analizar la distribución de las experiencias de victimización teniendo en cuenta el nivel de ingresos mensuales en el hogar que los respondientes han reconocido en la encuesta.5 Este interesante elemento tiene la limitación de que el 45% de los encuestados en la ciudad eligieron no responder esta pregunta, por lo que la información que se presenta a continuación se construyó sobre una muestra más limitada, pero igualmente representativa del universo de la ciudad. Grupos que declararon tener niveles de ingresos mensuales diferentes –menos de 2000 pesos, entre 2000 pesos y 5000 pesos y más de 10000 pesos- tuvieron en el 2011 niveles de victimización semejantes: 27,3%, 28,5% y 28,8%. Se destaca el mayor nivel de victimización de quienes dijeron tener entre 5000 y 10000 pesos de ingresos mensuales -33,6%. Esta distribución no hace posible generar una afirmación concluyente acerca de las diferencias entre niveles económico-sociales en cuanto a los volúmenes de victimización. Gráfico 8 5 Este indicador no fue incluido en nuestro estudio referido al año 2007. 16 Indice de victimización por nivel de ingreso - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 40% 33,6% 35% 30% 27,3% 28,8% 28,5% 25% 20% 15% 10% 5% 0% Hasta $2000 Más de $2000 y menos de $5000 Más de $5000 y menos de $10000 Más de $10000 Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Mientras en otros contextos culturales se presentan imágenes de concentración de la mayor parte de los delitos registrados a través de las encuestas de victimización entre los sectores sociales menos privilegiados, en el caso de nuestra investigación sobre la ciudad de Santa Fe las evidencias empíricas disponibles no parecen inclinarse en esa dirección. Incluso, la variable nivel de instrucción parece marcar –a lo largo del tiempouna tendencia inversa. En los estudios recientes en nuestro país las evidencias son contrastantes. En la encuesta realizada por la Fundación Equal para el Gobierno de la Provincia de Santa Fe destinado a medir las experiencias de victimización sufridas en el año 2006 se construyó un índice de nivel socioeconómico, aun cuando no se aclara en el informe respectivo la composición del mismo. Se observa en el caso de la ciudad de Rosario porcentajes de victimización similares de acuerdo a los tres niveles socioeconómicos delimitados (alto, medio, bajo), con un cierto desbalance mínimo en el nivel “medio”: 41,7%; 44,9%, 43,1%, respectivamente. Para la ciudad de Santa Fe, la misma fuente, en cambio, presenta un panorama sorprendentemente diferente, pues se detecta un 66,7% de victimización en el nivel socioeconómico “bajo”, mientras solo se registra un 29,4% en el nivel medio y un 30,8% en el nivel alto. Esta distribución contrasta con las indicaciones que emergen de nuestros estudios. En la encuesta realizada por el Gobierno de la Provincia de Santa Fe y el ILSED destinado a medir el 2009 en Rosario y Gran Rosario también se construyó un índice de nivel socioeconómico –tampoco esta fuente produce ninguna aclaración en el informe respectivo acerca de cómo se ha definido el mismo. Los resultados muestran un mayor nivel de victimización entre quienes tienen el menor nivel socioeconómico, un 43%, mientras los otros dos segmentos tienen niveles significativamente más bajos -30,8% y 29,4%. En el estudio realizado por la Universidad de San Andrés y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires destinado a medir las experiencias de victimización durante el año 2006 se observa una distribución inversa a la presentada en el estudio anterior. El nivel socioeconómico “alto” posee un mayor porcentaje de victimización, 33,9% y luego va 17 descendiendo el índice a medida que se desciende el nivel socioeconómico –“medio” (26,2%) y “bajo” (19,5%). En todo caso, estas divergencias observadas en los resultados de los diferentes estudios recientes al respecto reclaman una profundización y afinamiento de las herramientas de indagación para el futuro inmediato, tanto con respecto a la ciudad de Santa Fe como con respecto al resto de las jurisdicciones de nuestro país en torno a esta cuestión crucial. Victimización Repetida y Multivictimización Muchas veces se identifica el número de delitos que suceden en un lugar y en un tiempo dado con el número de personas victimizadas y esto resulta un error, pues el primero es siempre superior al segundo ya que determinadas personas en un determinado período de tiempo sufren más de un delito. Esta temática particular ha cobrado en los últimos años gran relevancia en el debate internacional sobre las encuestas de victimización, formulándose dos conceptos para tratar de dar sentido a este fenómeno: la “victimización repetida” –una misma persona que sufre más de una experiencia de victimización del mismo tipo en el período indagado a través de la encuesta- y la “multivictimización” –una misma persona u hogar que sufre más de una experiencia de victimización de diferentes tipos en el período indagado a través de la encuesta. Algunos estudios empíricos han revelado que estos fenómenos tiene una magnitud muy importante, corroborando que las experiencias de victimización no se encuentran distribuidas en forma equitativa en el cuerpo social. Si la magnitud de estos fenómenos resulta importante se deriva de allí una interesante consecuencia: la experiencia de victimización pasada en determinados casos, puede transformarse en un predictor, en sí mismo, de experiencias de victimización futuras. Victimización repetida En nuestro estudio sobre la Ciudad de Santa Fe el 22,8% de las personas entrevistadas que declararon haber sufrido algún tipo de experiencia de victimización durante 2011 pasaron por dos o más eventos de la misma clase durante ese período. Esta proporción es prácticamente igual a la registrada en 2007 -23,1%- y revela la importante extensión del fenómeno de la “victimización repetida”6. Es decir que se puede esperar que poco más de una de cada cinco personas que sufren una experiencia de victimización vuelvan a experimentar un evento de idéntico tipo en el marco de un año. El índice de victimización repetida para la totalidad de la ciudad de Santa Fe durante el 2011 fue de 6,4%, apenas inferior al de 2007 en que fue de 7%. Gráfico 9 6 Es preciso aclarar que en el presente estudio la repetición de experiencias de un mismo tipo se indaga exclusivamente a partir de un interrogante acerca de la cantidad de veces que le sucedió ese tipo de hecho en el mismo año que no está luego sometido a ninguna profundización ulterior ya que se aplica un módulo completo de preguntas sólo sobre la última experiencia de victimización sufrida. 18 Comparación entre índices de victimización repetida - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 14% 12% 10% 8% 7,0% 6,4% 2007 2011 6% 4% 2% 0% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Como los niveles de victimización, en general, también es posible indagar la distribución espacial y social de la victimización repetida. Este fenómeno como la victimización en general y acompañándola, también se distribuye de manera muy desigual en el territorio urbano. El índice de victimización repetida en el Distrito Noreste es muy elevado, 12,2% prácticamente el doble del de la ciudad. Este distrito no sólo aparece como aquel que tiene mayor proporción de personas victimizadas sino que muchas de las mismas lo han sido más de una vez en el mismo tipo de delito de los indagados por nuestra encuesta. En segundo lugar se ubica, con un índice más alto que el general, el Distrito Noroeste con un 8,6%. Y en tercer lugar, también con un nivel de victimización repetida superior al general, el Distrito Norte con un 7,3%. Se trata también de los distritos que presentan mayores niveles de victimización. Los distritos Este, Sudoeste y Oeste cuentan con índices similares al de la ciudad. En los Distritos de la Costa y Centro los índices de victimización repetida son mucho más contenidos que los de la ciudad. El Distrito Noreste presenta un índice de victimización repetida que es más de cuatro veces superior al del Distrito de la Costa. De la comparación de estos índices con los obtenidos para el año 2007 se observa un descenso, más o menos leve, de este fenómeno en la mayoría de los distritos municipales. El declive más importante se dio en el Distrito de la Costa. Las únicas excepciones se encuentran en el Distrito Noreste (aumento de más de tres puntos y medio) y el Distrito Noroeste (incremento de poco más de tres puntos). También resulta significativo el hecho de que en 2007 el índice de victimización repetida más elevado – que también se encontraba en el Distrito Noreste- no llegaba a doblar al registrado en el área urbana en que era más contenido –el Distrito de la Costa. Gráfico 10 19 Indice de victimización repetida por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 14% 12,2% 12% 10% 8,6% 8% 6% 8,5% 8,6% 7,3% 8,0% 7,7% 7,3% 5,9% 6,4% 5,4% 2007 6,0% 5,2% 4% 2011 5,0% 3,3% 2,7% 2% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Ahora bien, en lo que hace a la distribución del fenómeno de la victimización repetida entre los diversos grupos sociales, en primer lugar, podemos observar que, en lo que se refiere a los varones y las mujeres residentes en la ciudad de Santa Fe los niveles son idénticos -6,5% y 6,4% respectivamente. Esto es similar a lo que ocurre con la victimización, en general. A su vez, marca una cierta diferencia con respecto a los resultados de 2007 que presentaban un nivel un poco inferior en los varones que en las mujeres -6,4% y 7,5%, respectivamente. En las mujeres se destaca un descenso significativo en el nivel de la victimización repetida. En lo que se refiere a los grupos etarios, se destaca que los niveles de victimización repetida durante el año 2011 disminuyen a medida que aumenta la edad de los residentes, al igual que la victimización, en general. Aquellos residentes entre 15 y 29 años presentan un índice de 7,5%, los que tienen entre 30 y 44 años uno de 7,1%, mientras que entre los que tienen entre 45 y 59 años es de 6,5% y entre aquellos que tienen más de 60 años es de 3,8%. Esta distribución es muy diferente a la observada en el 2007 en que se daba una escala ascendente de los niveles de victimización repetida a medida que crecía la edad en los primeros tres grupos etarios. En todos los grupos etarios el nivel de la victimización repetida desciende entre 2007 y 2011, con la excepción de aquellos que tienen entre 15 y 29 años en donde se observa una cierta estabilidad. En lo que se refiere a los grupos por nivel de instrucción, en el 2011 aquellas personas que no tienen estudios o tienen la escuela primaria incompleta presentaron un índice de victmización repetida muy bajo de 3,1%. Quienes terminaron la escuela primaria o tienen la escuela secundaria incompleta tienen un nivel mucho más alto –más del doblede 6,7%. Los dos grupos con mayor nivel de instrucción -Secundaria Completa/Terciaria o Universitaria Incompleta y Terciaria/Universitaria completatienen índices semejantes, 6,9% y 6,1%, respectivamente. Estos resultados coinciden 20 con los registrados para el 2007 y con la distribución de la victimización, en general, en el 2011. En todos los grupos por nivel de instrucción la victimización repetida entre 2007 y 2011 desciende, destacándose la reducción entre quienes no tienen estudios o tienen escuela primaria incompleta. En un sentido diverso, en lo que se refiere a la distribución por nivel de ingresos, el índice de victimización repetida en 2011 es similar en los primeros tres grupos estructurados de acuerdo a este criterio. Así entre quienes tienen ingresos familiares menores a 2000 pesos mensuales el índice es de 6,7%; entre quienes ganan entre 2000 y 5000 pesos es de 6,6% y entre quienes ganan entre 5000 y 10000 pesos es de 6,7%. Solo entre quienes ganan más de 10000 pesos es un tanto menor, 5,4%. Esta distribución no coincide plenamente con la de la victimización en general. Sin embargo, esto no se reproduce en la distribución de la victimización repetida por la autopercepción de la posición en la estructura social: aquellos que se consideran de clase media, media-alta o alta tienen un índice substancialmente inferior -5,8%- a aquellos que se consideran de clase media-baja o baja -7,9%. Esta distribución no coincide plenamente con la de la victimización en general. Multivictimización En el año 2011 del total de personas que han sido victimizadas en la ciudad de Santa Fe, el 17,3% lo han sido en más de un tipo de delito. Esta proporción resulta inferior a la registrada en 2007, que fue del 23,4%. Es decir que se puede esperar que poco menos de uno de cada cinco residentes en Santa Fe que han sufrido una experiencia de victimización vuelvan a sufrir un evento delictivo de otro tipo de los contemplados en la encuesta en el transcurso del año. El promedio de experiencias de victimización de distinto tipo sufridas por cada persona victimizada en la ciudad de Santa Fe, lo que se denomina la “ratio de multivictimización” ha sido de 1,21. Esto implica que el 4,9% de los residentes de la ciudad de Santa Fe han experimentado durante el año 2011 el fenómeno de la “multivictimización”. Se observa entonces un fuerte descenso con respecto al año 2007, cuando este índice era de 7,1%. Gráfico 11 Comparación entre índices de multivictimización - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 12% 10% 8% 7,1% 6% 4,9% 4% 2% 0% 2007 2011 21 Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Como en el caso de la victimización repetida, también es posible indagar la distribución espacial y social de la multivictimización. El área urbana que cuenta con el mayor índice de multivictimización es el Distrito Noreste, más del doble que el de la ciudad. Le siguen el Distrito Norte y el Noroeste, con índices superiores al general. Luego se ubica el Distrito Oeste –con un índice apenas inferior al registrado para la ciudad- y cierran –con niveles más contenidos- los Distritos Oeste, Sudoeste, de la Costa y Centro. Una vez más parece importante destacar la gran diferencia que existe entre el Distrito Noreste y buena parte de los distritos restantes, llegando a triplicar ampliamente el nivel de multivictimización del Distrito Centro y cuadruplicar el del Distrito de la Costa. Como se observa, esta distribución espacial tiene mucho en común con aquella de la victimización repetida y de la victimización en general. El único distrito municipal en que se verifica un aumento con respecto a los índices de 2007 –de casi tres puntos y medio- es el Noreste. En los otros territorios nos encontramos con descensos de distinta intensidad. En el Distrito Este llega a superar los cinco puntos y en el Distrito Centro alcanza los cuatro puntos y medio. Aquí también se ha expandido la brecha existente entre el distrito con mayor y menor índice de victimización. En 2007 el índice de multivictimización en el Distrito Este era 2,2 veces superior al registrado en el Distrito de la Costa. El índice en el Distrito Noreste es ahora 4,5 veces mayor al del Distrito de la Costa. Gráfico 12 Indice de multivictimización por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 14% 12,2% 12% 10% 9,1% 8,6% 8% 6% 7,3% 7,3% 7,1% 7,6% 5,9% 7,5% 6,4% 6,6% 2007 6,0% 2011 5,2% 4,1% 4% 3,3% 2,7% 2% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 22 Ahora bien, en lo que hace a la distribución del fenómeno de la multivictimización entre los diversos grupos sociales, en primer lugar, podemos observar que, en lo que se refiere a los varones y las mujeres residentes en la ciudad de Santa Fe los niveles son semejantes -4,9% y 4,8% respectivamente-, como sucede con la victimización en general. Esto marca una diferencia significativa con respecto a los resultados de 2007 que presentaban un mayor nivel de multivictimización de los varones en relación a las mujeres -7,7% y 6,4% respectivamente. También se destaca que el nivel de multivictimización bajó entre 2007 y 2011 tanto entre varones como entre mujeres en forma significativa. En lo que se refiere a los grupos etarios, se destaca el mayor nivel de multivictimización de aquellos residentes entre 30 y 44 años -7,1%-, mientras que aquellos de entre 15 y 29 años y 45 y 59 años presentan niveles apenas superiores al general de la población 5,3% y 5%, respectivamente- y los de mayor edad presentan niveles mucho más bajos 1,2%. Esta distribución no coincide con la de la victimización en general, excepto en lo que se refiere al menor nivel del grupo de mayor edad. Se evidencia una fuerte diferencia con respecto a la distribución de la multivictimización entre los grupos etarios observada en el 2007 que disminuía a medida que aumentaba la edad -8,6%, 7,5%, 6,9% y 4,7%, respectivamente. Sin embargo, se mantiene constante el menor nivel de multivictimización en el grupo de mayor edad. También es importante señalar que el nivel de multivictimización bajó entre 2007 y 2011 en todos los grupos etarios, aunque en forma poco significativa en aquellos entre 30 y 44 años. En lo que se refiere a los grupos por nivel de instrucción, en el 2011 aquellas personas que no tienen estudios o tienen la escuela primaria incompleta presentaron un índice de multivictmización muy bajo de 1,25%. Quienes terminaron la escuela primaria o tienen la escuela secundaria incompleta tienen un nivel más alto, de 4,3%. Los dos grupos con mayor nivel de instrucción -Secundaria Completa/Terciaria o Universitaria Incompleta y Terciaria/Universitaria completa- tienen los índices más elevados, 5,8% y 5,1%, respectivamente. Esta distribución coincide con la de la victimización en general. En el 2007 el grupo de menor nivel de instrucción también tenía el índice de multivictimización más bajo -5,8%-, pero el resto de los grupos tenían índices similares -7,1%, 7% y 7,9%. También se destaca que el nivel de multivictimización bajó sustantivamente entre 2007 y 2011 en todos los grupos por nivel de instrucción. En un sentido coincidente, en lo que se refiere a la distribución por nivel de ingresos, el índice de multivictimización en 2011 es mayor a medida que aumenta el mismo. Asi entre quienes tienen ingresos familiares menores a 2000 pesos mensuales el índice es de 3,2%; entre quienes ganan entre 2000 y 5000 pesos es de 6%, entre quienes ganan entre 5000 y 10000 pesos es de 7,3% y entre quienes ganan más de 10000 pesos es de 8,2%. Esta distribución no coincide completamente con la evidenciada en la victimización en general. Por otro lado, esto no se reproduce en la distribución de la multivictimización por la autopercepción de la posición en la estructura social: aquellos que se consideran de clase media, media-alta o alta tienen un índice un poco inferior -4,5%- a aquellos que se consideran de clase media-baja o baja -5,5%. Tipos de Experiencias de Victimización Como decíamos, las encuestas de victimización no producen información sobre todos los tipos de hechos que la ley penal considera delitos ocurridos en un tiempo y un lugar dados pues existen algunas modalidades que deliberadamente se dejan de lado en el mismo diseño de los cuestionarios y otras que pueden haber sido incluidas en ciertas encuestas pero que, sin embargo, presentan niveles de registración, en esta fuente de 23 conocimiento, que han sido evaluados en la literatura como infrarrepresentativos de la extensión de esas formas de delito en la vida social como la corrupción o las ofensas sexuales. En el caso de la Segunda Encuesta sobre Delito, Sensación de Inseguridad y Sistema Penal en la Ciudad de Santa Fe la indagación empírica se ha limitado a ciertas formas de delito que típicamente se incluyen en la mayor parte de los estudios de esta índole, tanto en las experiencias realizadas en nuestro país como en otros contextos nacionales. Estos tipos no han sido definidos en el cuestionario utilizando los conceptos propios de la ley penal sino que se han construido definiciones descriptivas de estos eventos que en algunos casos no coinciden precisamente con una categoría legal, algo que se estila en los estudios de esta índole para asegurar la comprensión por parte del encuestado. La mayor parte de las mismas puede englobarse dentro de la categoría jurídica de “delitos contra la propiedad”, con excepción de las “agresiones físicas” que son jurídicamente un tipo de “delito contra las personas” y los “abusos sexuales” que son jurídicamente un tipo de “delito contra la integridad sexual”. En la Ciudad de Santa Fe durante el año 2011 las experiencias de victimización más frecuentemente sufridas por los residentes han sido el “robo con violencia” y el “hurto o robo en vivienda”, ambos experimentados por el 7% de los residentes. Es posible observar algunos cambios significativos con relación al cuadro que arrojaba la primera edición de la encuesta. Se registraron aumentos leves en dos tipos de delitos: el robo con violencia (era de 5,6%) y los hurtos personales (era de 4,2%). En la mayoría de los casos se observan descensos, aunque poco significativos: el hurto o robo en vivienda pasó de 8,1% a 7%; el robo de vehículos de 14% a 0,5%; el robo de objeto de vehículos de 5,4% a 3,5%; el vandalismo sobre vehículo automotor de 3,1% a 2,2%; y las agresiones físicas de 1,6% a 1,5%. El descenso más marcado se dio en el caso de los robos de motocicleta, ciclomotor o bicicleta, que era la experiencia de victimización con la tasa más alta -era de 9,2% y bajó a 4%7. Como decíamos, es posible observar que en la mayor parte de las experiencias de victimización se ha producido un leve descenso. La caída más significativa se produjo en un tipo que, por lo general, no es considerado como muy grave por las instituciones de control del delito, como es el “robo de motocicletas/ciclomotores/bicicletas”. El 7 En el estudio realizado por la Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe para la ciudad de Santa Fe destinado a medir las experiencias de victimización en el año 2006 se observan índices menores a los registrados en nuestro estudio del 2011 en el robo de motocicicletas, ciclomotores y bicicletas (2,3%), en el robo en vivienda (5,2%), en el robo de objetos de vehículos (0,9%) e incluso en el robo con violencia –sumando lo que aparece allí como robo con violencia y robo con armas- (4,1%). Resulta importante para valorar la magnitud de estos porcentajes ponerlos en comparación con los registrados por estudios de este tipo en jurisdicciones vecinas. En cuanto a la ciudad de Rosario el estudio del Gobierno de la Provincia de Santa Fe y la Fundación Equal, destinado a medir las experiencias de victimización durante el año 2006 registró en todos los tipos porcentajes más bajos que en nuestro estudio con respecto a la ciudad de Santa Fe, con la excepción del “robo en vivienda” (9,7%). El “robo con violencia” posee un nivel más bajo, de 4,1% pero que sin embargo se complementa con la presencia de otra categoría que en nuestro estudio se encuentra incluida en el mismo, que es el “robo con armas”, que registra un 3,9%. Si sumamos ambos la categoría equivalente a la empleada en nuestro estudio registraría un nivel del 8%, un tanto superior al relevado para la ciudad de Santa Fe en 2011. En el estudio realizado para medir el año 2009 en Rosario y Gran Rosario por el ILSED y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe, el “robo con violencia” presentaba un volumen mayor al relevado para 2011 en la ciudad de Santa Fe (9,7%). Lo mismo ocurre con el “robo de objeto en vehículos” (6,4%) y con el “vandalismo sobre vehículo” (4,7%). Es idéntico el nivel de “robo de vehículos” (0,5%) y muy similar el de “hurto” (5,3%) y “robo de bicicletas/ciclomotor/motocicleta” (4,7%). En cambio se observa un índice mucho más bajo en el “hurto en vivienda” (3,4%) pero que es preciso integrar con un “índice de tentativa de hurto en vivienda” de 5,1%, llegando a un nivel mayor al observado en la ciudad de Santa Fe para el 2011. 24 desglose de estos casos permite observar que el robo de motocicletas aumentó de 0,9% en 2007 a 1,4% en 2011 y el robo de bicicletas bajó de 7,3% en 2007 a 2,6% en 2011. No se registraron en este último año casos de robos de ciclomotor -el índice era de 0,3% para 2007. Es decir que el declive más pronunciado se registró en el robo de bicicletas que, podríamos suponer, es el menos grave de los tres. Por otro lado, es importante señalar que se ha registrado un aumento en una de las experiencias de victimización que más concita la ansiedad social con respecto al delito común en las ciudades medianas y grandes actuales, el “robo con violencia”. Gráfico 13 Indice de victimización por tipo de experiencia de victimización - Ciudad de Santa Fe - Años 2007 y 2011 Vandalismo sobre vivienda 0,0% 2,4% 1,6% 1,5% Agresiones físicas 4,2% Hurtos personales 5,6% 5,6% Robo con violencia 7,5% Vandalismo sobre vehículo automotor 3,1% 2007 2,2% Robo de objetos de vehículo 2011 5,4% 3,5% Robo de moto/ciclomotor/bicicleta 9,2% 4,0% 1,4% Robo de vehículos 0,5% 8,1% Hurto/Robo de vivienda 7,0% 0% 1% 2% 3% 4% 5% 6% 7% 8% 9% 10% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Distribución espacial de los tipos de experiencias de victimización Es posible indagar la distribución espacial de estos diversos tipos de victimización en cada Distrito Municipal. De este modo, el Distrito Noreste, que es aquel que cuenta con el índice de victimización más alto de la ciudad, presenta un volumen de hurto/robo en vivienda sensiblemente mayor al general. También encontramos una proporción muy alta de robos con violencia, superando la barrera del 10%. El robo de objetos de vehículos es la tercera experiencia en importancia en este distrito, con una cantidad que 25 por poco triplica a la de la ciudad. Las tasas de hurtos personales y de robo de motocicleta, ciclomotor o bicicleta son también más altas que las de la ciudad. Gráfico 14 Índice de victimización por tipo de experiencia - Distrito Noreste - Ciudad de Santa Fe Año 2011 3,9% Vandalismo sobre vivienda Abusos sexuales 0,0% 0,6% Agresiones físicas 7,6% Hurtos personales 10,5% Robo con violencia 3,0% Vandalismo sobre vehículo automotor 9,2% Robo de objetos de vehículo 6,2% Robo de moto/ciclomotor/bicicleta Robo de vehículos 0,0% 11,2% Hurto/Robo de vivienda 0% 2% 4% 6% 8% 10% 12% 14% 16% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Procediendo en forma descendente de acuerdo a los niveles generales de victimización registrados en el relevamiento, en el Distrito Noroeste la experiencia de victimización con un nivel más alto es el robo con violencia, con el porcentaje más elevado de la ciudad. También el hurto/robo en vivienda y el robo de motocicleta, ciclomotor o bicicleta presentan porcentajes superiores, con diferentes niveles de distancia, a los de la ciudad. Gráfico 15 26 Indice de victimización por tipo de experiencia - Distrito Noroeste Ciudad de Santa Fe - Año 2011 2,6% Vandalismo sobre vivienda Abusos sexuales 0,0% 2,6% Agresiones físicas Hurtos personales 3,4% Robo con violencia Vandalismo sobre vehículo automotor Robo de objetos de vehículo 10,8% 1,1% 2,0% 8,8% Robo de moto/ciclomotor/bicicleta Robo de vehículos 1,1% Hurto/Robo de vivienda 0% 9,7% 2% 4% 6% 8% 10% 12% 14% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En el Distrito Norte, en tanto, las experiencias de victimización registradas con mayor frecuencia son el hurto/robo en vivienda -un punto porcentual más alto que el de la ciudad- y los hurtos personales -tasa bastante más elevada que la referida a toda la ciudad. Luego se ubica el robo con violencia, con un índice similar al general. Gráfico 16 27 Indice de victim ización por tipo de experiencia - Distrito Norte - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 3,10% Vandalismo sobre vivienda Abusos sexuales 0,00% Agresiones físicas 2,20% 8,10% Hurtos personales 7,50% Robo con violencia Vandalismo sobre vehículo automotor 2,50% Robo de objetos de vehículo 3,10% 3,90% Robo de moto/ciclomotor/bicicleta Robo de vehículos 0,80% Hurto/Robo de vivienda 8,10% 0% 2% 4% 6% 8% 10% 12% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En cuanto al Distrito Oeste, el tipo de victimización predominante es el robo con violencia, con una tasa de victimización similar a la de la ciudad. Luego se ubica el robo de objetos de vehículos, con un índice que casi duplica el general para este tipo de delitos. Y en tercer lugar se ubican los hurtos con un volumen similar a los de la ciudad. Gráfico 17 28 Indice de victimización por tipo de experiencia - Distrito Oeste - 2011 Vandalismos sobre vivienda Abusos sexuales 1,4% 0,0% 1,7% Agresiones físicas 5,3% Hurtos personales 7,8% Robo con violencia Vandalismos sobre vehículo automotor 3,9% Robo de objetos de vehículo 6,4% Robo de moto/ciclomotor/biclicleta 3,6% 0,3% Robo de vehículos 4,5% Hurto/robo de vivienda 0% 1% 2% 3% 4% 5% 6% 7% 8% 9% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En el Distrito Este la experiencia más frecuente es el hurto/robo en vivienda, con una proporción idéntica a la de la ciudad. En segundo lugar encontramos a los hurtos personales, con un índice levemente superior al general. Luego se ubica, con una tasa apenas más baja que la general, el robo con violencia. Gráfico 18 29 Indice de victimización por tipo de experiencia - Distrito Este – Año 2011 Vandalismos sobre vivienda 2,9% 0,0% Abusos sexuales 1,5% Agresiones físicas 6,1% Hurtos personales 5,0% Robo con violencia Vandalismos sobre vehículo automotor 3,2% Robo de objetos de vehículo 2,6% Robo de moto/ciclomotor/biclicleta Robo de vehículos 2,9% 0,9% 7,0% Hurto/robo de vivienda 0% 1% 2% 3% 4% 5% 6% 7% 8% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral El hurto y el hurto/robo en vivienda, con proporciones similares, son las experiencias de victimización más importantes en el Distrito Sudoeste, la primera levemente superior al nivel general de la ciudad y la segunda levemente inferior con respecto a dicho porcentaje. El robo con violencia aparece aquí como el tercer tipo de experiencia de victimización más frecuente, con un nivel muy inferior al la ciudad –casi la mitad. Gráfico 19 30 Indice de victimización por tipo de experiencia - Distrito Sudoeste - Año 2011 Vandalismos sobre vivienda Abusos sexuales 1,4% 0,0% Agresiones físicas 1,1% 6,3% Hurtos personales Robo con violencia 4,0% Vandalismos sobre vehículo automotor 1,4% Robo de objetos de vehículo 2,0% Robo de moto/ciclomotor/biclicleta Robo de vehículos 2,6% 0,0% Hurto/robo de vivienda 0% 6,6% 1% 2% 3% 4% 5% 6% 7% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En el Distrito Centro es importante señalar la significativa diferencia que existe entre el tipo de experiencia de victimización más frecuente, que es el robo con violencia y el resto. Esto está evidentemente conectado a la afluencia de personas en la vía pública que se produce cotidianamente en esta zona de la ciudad, en la que se concentra una parte importante de la actividad comercial y laboral. En segundo lugar, y por las mismas razones, se encuentra el hurto personal, con un nivel levemente superior al nivel general de la ciudad. Ninguno de los otros tipos de victimización supera el índice del 3%. Así, el hurto/robo en vivienda tiene un nivel menor a la mitad del general de la ciudad. Gráfico 20 31 Indice de victimización por tipo de experiencia - Distrito Centro - Año 2011 Vandalismos sobre vivienda Abusos sexuales 1,9% 0,0% Agresiones físicas 0,8% 6,0% Hurtos personales Robo con violencia 9,3% Vandalismos sobre vehículo automotor 2,2% Robo de objetos de vehículo 2,2% Robo de moto/ciclomotor/biclicleta 0,0% Robo de vehículos 0,8% Hurto/robo de vivienda 0% 3,0% 2% 4% 6% 8% 10% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Finalmente, en el Distrito de la Costa las tres experiencias más frecuentes son el hurto/robo en vivienda -apenas más contenido que en la ciudad en general- el robo con violencia -dos puntos porcentuales y medio menor que el general- y el robo de motocicleta, ciclomotor o bicicleta -prácticamente idéntico al de la ciudad en su conjunto. Gráfico 21 32 Indice de victimización por tipo de experiencia - Distrito de la Costa - Año 2011 Vandalismos sobre vivienda Abusos sexuales 2,1% 0,0% 1,2% Agresiones físicas Hurtos personales 2,4% 5,0% Robo con violencia Vandalismos sobre vehículo automotor 0,3% Robo de objetos de vehículo 1,5% Robo de moto/ciclomotor/biclicleta 0,0% Robo de vehículos 0,0% 6,8% Hurto/robo de vivienda 0% 1% 2% 3% 4% 5% 6% 7% 8% 9% 10% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Robo con violencia A continuación vamos a indagar en detalle la distribución espacial y social de las experiencias de victimización más frecuentes en la ciudad de Santa Fe en el 2011, comenzando con el robo con violencia. Como decíamos el robo con violencia es el tipo de experiencia de victimización mas difundido en la ciudad. Las áreas urbanas en las que tiene las proporciones más altas son los Distrito Noreste y Noroeste en que supera el umbral del 10%. Se destaca el alto nivel que presenta en el Distrito Centro en donde supera ampliamente el de la ciudad pese a que el área urbana tiene un índice de victimización general menor al de la ciudad. En los Distritos Norte y Oeste los niveles de robo con violencia son similares a los generales para la ciudad. Presentan niveles mas bajos los Distritos Sudoeste, Este y de la Costa Gráfico 22 33 Victimización por robo con violencia según distrito municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 12% 10,8% 10,5% 10% 9,3% 7,8% 7,5% 8% 6% 5,0% 5,0% 4,0% 4% 2% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral La distribución de los robos con violencia por el sexo del ofendido resulta muy significativa pues es mucho mayor el volumen entre mujeres -8,5%- que entre varones 6,1%. Esto contrasta con lo que sucedía con la victimización, en general. También encontramos un fenómeno de concentración de los robos con violencia en determinados grupos etarios. De este modo, quienes tienen entre 15 y 29 años presentan un nivel de victimización de 10,8%. El grupo etario que le sigue –entre 30 y 44 añospresenta un volumen menor de 7,8%. Del mismo modo sucede con los otros dos grupos etarios: 5,7% entre quienes tienen entre 45 y 59 años y 3,8% entre quienes tienen más de 60 años. Como vemos, la distribución entre los grupos etarios del robo con violencia sigue el patrón identificado para la victimización, en general. En cuanto a la distribución por nivel de instrucción –como un indicador aproximado del nivel económico y social del encuestado- se observan los volúmenes más altos de robo con violencia entre los grupos que tienen los niveles de instrucción más elevados: 9,1% entre quienes tienen Escuela Secundaria Completa o Terciario/Universitario Incompleto y 8,3% entre quienes tienen Terciario/Universitario Completo. Desciende el nivel de victimización en forma importante en la medida en que se baja en el nivel de instrucción: 6% entre quienes tienen Escuela Primaria Completa o Escuela Secundaria Incompleta y 3,1% entre quienes no tienen estudios o Escuela Primaria Incompleta. Esta distribución es semejante a la de la victimización en general. En cuanto a la distribución por la autopercepción de clase del encuestado, como sucede con la victimización en general, no se registran diferencias significativas en los niveles de robo con violencia entre quienes se piensan como de clase media, clase media alta o clase alta -7,5%- y quienes se piensan como de clase media baja o clase baja -7,1%. En cuanto a los ingresos mensuales del hogar los dos grupos con niveles más bajos –menos de 2000 pesos y entre 2000 y 5000 pesos- presentan un volumen de robos con violencia similar, 7,7% y 7,1%. El tercer grupo de ingresos mas alto tiene un índice un tanto 34 menor, 6,7%, mientras el grupo con nivel de ingresos más altos –más de 10000 pesospresenta un volumen de 8,2%. Como se observa, se da una distribución diferente a la registrada en la victimización en general. Estos tres indicadores no demuestran un claro panorama acerca de la distribución del robo con violencia entre los diversos grupos sociales por nivel socioeconómico. Y en todo caso, parece haber una tenue tendencia a que este tipo de experiencia de victimización se concentre entre quienes más tienen –de acuerdo a lo que podría suponerse por el nivel de instrucción y el nivel de ingresos. Hurto/Robo en vivienda. Como decíamos el hurto/robo en vivienda es el segundo tipo de experiencia de victimización más difundido en la ciudad. Las áreas urbanas en las que tiene las proporciones más altas son los Distrito Noreste –el único en que supera el umbral del 10%- y Noroeste -9,7%. Le sigue el Distrito Norte con un nivel superior al de la ciudad -8,1%. En los Distritos Sudoeste, Este y De la Costa los niveles son similares a los generales para la ciudad. Presentan niveles mucho más bajos los Distritos Oeste y Centro. Gráfico 23 Victimización por Hurto/Robo en vivienda según distrito municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 12% 10% 11,2% 9,7% 8,1% 8% 7,0% 6,8% 6,6% 6% 4,5% 4% 3,0% 2% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 35 La distribución del hurto/robo en vivienda por sexo resulta un tanto más equitativa que en el caso de robo con violencia -7,5% entre varones y 6,6% entre mujeres. También a diferencia del robo con violencia, el robo/hurto en vivienda no disminuye a medida que aumenta la edad. Así el grupo etario que presenta el volumen más alto es aquel de entre 45 y 59 años -8%- seguido del de entre 15 y 29 años -7,2%- y con volúmenes similares los otros dos grupos etarios -6,2% entre quienes tienen entre 30 y 44 años y 6,4% entre quienes tienen más de 60 años. En lo que se refiere a la distribución por nivel de instrucción tampoco se reproduce exactamente el patrón de distribución del robo con violencia. El grupo con Escuela Primaria Completa o Secundaria Incompleta tiene el volumen de hurto/robo en vivienda más alto -7,5%. Los dos grupos con mayor nivel de instrucción –Escuela Secundaria Completa o Terciario/Universitario Incompleto y Terciario/Universitario Completo- tienen niveles inferiores y semejantes -6,8% y 6,2% respectivamente. La constante es el bajo nivel relativo de victimización de este tipo de hecho en el grupo con menor nivel de instrucción -5,6%. En lo que se refiere a la autopercepción de clase existe una cierta diferencia en los niveles de hurto/robo en vivienda entre quienes se consideran de clase media, media alta y alta -6,6%- y quienes se consideran de clase media baja y clase baja -7,8%. En cuanto a la distribución por nivel de ingresos mensuales del hogar se ratifica aun más este cuadro ya que los grupos que tienen menores niveles de ingresos –menos de 2000 pesos y entre 2000 y 5000 pesos- tiene los más altos volúmenes de robo/hurto en vivienda 7,7% y 7,1% respectivamente. A medida que aumentan los ingresos, desciende el volumen de este tipo de experiencia de victimización -6,2% entre quienes ganan entre 5000 y 10000 pesos y 5,4% entre quienes ganan más de 10000 pesos. A diferencia de lo que sucedía con el robo con violencia, estos tres indicadores del nivel económico y social de los residentes parecen coincidir en que los hogares de posiciones más desventajadas en la estructura social padecen más frecuentemente este tipo de experiencia de victimización, salvo el dato de que las personas con el nivel de instrucción más bajo presentan el menor índice de victimización. Hurto personal El hurto personal es el tercer tipo de experiencia de victimización mas difundido en la ciudad. El área urbana en la que existe mayor volumen de esta experiencia de victimización es el Distrito Norte -8,1%- que junto con el Distrito Noreste -7,6%presentan niveles claramente superiores al de la ciudad. Mientras tanto los Distritos Este, Sudoeste y Centro presentan niveles apenas superiores al general y el Distrito Oeste presenta un volumen idéntico al mismo. Por último, se destaca que el Distrito Noroeste, el segundo con mayor nivel de victimización de la ciudad, presenta un volumen de hurtos muy contenido, 3,4%. Gráfico 24 36 Victimización por Hurto personal según distrito municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 9% 8,1% 8% 7,6% 7% 6,1% 6,3% 6% 6,0% 5,3% 5% 4% 3,4% 3% 2,4% 2% 1% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Como sucedía con el robo con violencia, se observa que las mujeres son más víctimas de hurtos -6,1%- que los varones -4,9%. Esta semejanza puede estar vinculada a que se trata de dos formas delictivas que se desenvuelven predominantemente en espacios públicos y que suponen la interacción directa entre ofensor y ofendido. También encontramos un fenómeno de concentración de los hurtos entre determinados grupos etarios. De este modo, quienes tienen entre 15 y 29 años presentan un nivel de victimización de 7,8%. El grupo etario que le sigue –entre 30 y 44 años- presenta un volumen menor de 5,6%. Del mismo modo sucede con los otros dos grupos etarios: 3,9% entre quienes tienen entre 45 y 59 años y 4,2% entre quienes tienen más de 60 años. Como vemos, la distribución entre los grupos etarios del hurto sigue el patrón identificado para el robo con violencia, con una prevalencia entre los más jóvenes. De nuevo, puede sostenerse que esto se debe a las características comunes de ambos tipos de delitos. En cuanto a la distribución por nivel de instrucción –como un indicador aproximado del nivel económico y social del encuestado- se observan los volúmenes más altos de hurto personal entre los grupos que tienen los niveles de instrucción más altos: 6,8% entre quienes tienen Escuela Secundaria Completa o Terciario/Universitario Incompleto y 6,6% entre quienes tienen Terciario/Universitario Completo. Desciende el nivel de victimización en forma importante en la medida en que baja el nivel de instrucción: 4,4% entre quienes tienen Escuela Primaria Completa o Escuela Secundaria Incompleta 37 y 3,1% entre quienes no tienen estudios o Escuela primaria Incompleta. Se presenta el mismo patrón de distribución que el robo con violencia, probablemente por la razón antes señalada. En cuanto a la distribución por la autopercepción de clase del encuestado se registra una mínima diferencia en los niveles de hurto personal entre quienes se piensan como de clase media, clase media alta o clase alta -5,9%- y quienes se piensan como de clase media baja o clase baja -4,9%. Esta diferencia parece ir en el mismo sentido de la que planteaba la distribución por nivel de instrucción, a diferencia de lo que sucedía en el robo con violencia. En cuanto al nivel de ingresos mensuales del hogar el grupo más desventajado –menos de 2000 pesos- presenta un índice de hurto personal de 3,7%. El nivel de victimización crece en los dos grupos de ingresos siguientes –entre 2000 y 5000 pesos y entre 5000 y 10000 pesos mensuales- 6,1% y 7,3%. Pero el grupo con nivel de ingresos más altos – más de 10000 pesos- presenta un volumen mucho menor de 1,3%. Se trata de una distribución diferente a la que se observaba en el robo con violencia. Estos tres indicadores parecen mostrar que los hurtos tienden a concentrarse más entre quienes tienen posiciones aventajadas en la estructura social, con la excepción del grupo de mayor nivel de ingresos. Robo de Motocicletas, Ciclomotores y Bicicletas La cuarta forma de victimización más frecuente entre las relevadas en nuestro estudio en el 2011 en la ciudad de Santa Fe fue el robo de motocicletas, ciclomotores y bicicletas. Como dijimos más arriba, este tipo de delito estuvo compuesto, a su vez por un 1,4% de robo de motocicletas y un 2,6% de robo de bicicletas. A diferencia de los tres tipos de experiencias precedentes, en esta forma resulta crucial para su distribución espacial y social la posesión o no del objeto que constituye el blanco de la misma. El área urbana en la que existe mayor volumen de esta experiencia de victimización es el Distrito Noroeste -8,8%- que duplica el nivel de este tipo en la ciudad. Le sigue con un nivel también superior al de la ciudad el Distrito Noreste con 6,2%. Luego, los Distritos Norte y Oeste tienen niveles similares, mientras los Distritos Este y Sudoeste tienen niveles inferiores a los de la ciudad. Se destaca la ausencia de este tipo de experiencia de victimización en los Distritos Centro y de la Costa. Gráfico 25 38 Victimización por Robo de motocicletas, ciclomotores y bicicletas según distrito municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 10% 9% 8,8% 8% 7% 6,2% 6% 5% 3,9% 4% 3,6% 2,9% 3% 2,6% 2% 1% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste 0,0% 0,0% Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Como sucedía con el hurto/robo en vivienda, se observa entre las mujeres y los varones niveles de victimización semejantes en el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta 3,8% y 4,2% respectivamente. En lo que se refiere a los grupos etarios, el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta presenta un mayor volumen entre quienes tienen entre 30 y 44 años -5,4%-, sustantivamente más alto que el nivel general de la ciudad. Quienes tienen entre 15 y 29 años y entre 45 y 59 años presentan niveles de victimización semejantes -4,4% y 4,1%. Quienes son mayores de 60 años presentan niveles decididamente menores -1,6%. En este punto se presenta un cuadro en parte similar al de la distribución de los robos con violencia y los hurtos personales. En cuanto a la distribución por nivel de instrucción –como un indicador aproximado del nivel económico y social del encuestado- se observan los volúmenes más altos del robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta entre los grupos que tienen los niveles de instrucción intermedios: 5% entre quienes tienen Escuela Primaria Completa o Escuela Secundaria Incompleta y 4,2% entre quienes tienen Escuela Secundaria Completa o Terciario/Universitario Incompleto. Es más bajo el nivel entre quienes no tienen estudios o tienen Escuela Primaria Incompleta -3,1%. Y definitivamente inferior entre quienes tienen Terciario/Universitario Completo -1,3%. Como vemos aquí no se reproduce el patrón que se veía en los robos con violencia y los hurtos personales, en los 39 que descendía el nivel de victimización en forma importante en la medida en que bajaba el nivel de instrucción. Esto podría deberse a la distribución desigual a lo largo de la estructura social del uso de estos vehículos. En cuanto a la distribución por la autopercepción de clase del encuestado se registra una diferencia significativa en los niveles de robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta entre quienes se piensan como de clase media, clase media alta o clase alta -3,2%- y quienes se piensan como de clase media baja o clase baja -5,5%. Esta diferencia parece ir en un sentido similar al que planteaba la distribución por nivel de instrucción. Y resulta inversa a la que se observaba en el robo con violencia y el hurto personal. En cuanto al nivel de ingresos mensuales del hogar el grupo más desventajado –menos de 2000 pesos- presenta un volumen de robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta del 7,2%. El nivel de victimización desciende a medida que aumenta el nivel de ingresos: 5,1% entre quienes ganan entre 2000 y 5000 pesos y 2,7% entre quienes ganan entre 5000 y 10000 pesos y más de 10000 pesos mensuales. Esta diferencia ratifica la observada a partir de la autopercepción de clase del encuestado. Esta distribución resulta diversa a la que se observaba en el robo con violencia y el hurto personal. Estos tres indicadores parecen mostrar que los robos de motocicleta/ciclomotor/bicicleta tienden a concentrarse más entre quienes tienen posiciones desventajadas en la estructura social, a diferencia de lo que ocurría en los hurtos –y tal vez, con los robos con violencia- y como acontecía con el robo/hurto en vivienda. Valoración del Impacto de las Experiencias de Victimización Es posible construir valoraciones analíticas, desde el punto de vista del observador, sobre la gravedad de los diferentes tipos de experiencias de victimización abordadas, teniendo en cuenta diversos criterios: el tipo de blanco del evento delictivo (vivienda, vehículo, persona); si ha existido o no interacción directa entre ofensor y ofendido; si esa interacción directa ha estado mediada o no por el ejercicio de la violencia contra las personas, etc. También es posible recurrir a indicadores “objetivos” de la gravedad de estas experiencias de victimización a través de la exploración de algunos elementos de la naturaleza de la victimización, lo que se ha realizado en diversos estudios en distintos contextos nacionales. Sin embargo, más allá de estos dos ejercicios, en este tipo de estudios empíricos se suelen indagar también indicadores “subjetivos” del impacto que las experiencias de victimización generan en aquellos que las han sufrido, tanto en su aspecto material como emotivo. En nuestra encuesta esto se ha realizado muy esquemáticamente a través de una pregunta destinada a medir la segunda faceta de este impacto –la emotiva- mediante un juicio global acerca de la gravedad de la experiencia de victimización sufrida. La mayor parte de las personas victimizadas ha optado por calificar el hecho vivido en 2011 como “serio”. Por su parte, uno de cada cuatro ciudadanos victimizados dijeron que se había tratado de un hecho “muy serio”. La proporción de personas que eligieron una calificación de “no muy serio” o “nada serio” no llegó al 20%. Con respecto a las experiencias de victimización sufridas en el 2007, se observa un incremento en el porcentaje de personas que definieron su experiencia en torno a las opciones que implican atribuirle una mayor gravedad: la opción “muy serio” fue elegida por el 19,7% y la opción “serio” por el 41,8%. Sin embargo, es importante señalar que en la edición anterior de la encuesta la opción “serio” representaba una elección de mediana gravedad, ya que las valoraciones alternativas eran solamente “muy serio” o “no muy serio”. De todas maneras, parece posible afirmar que, en 40 general, las personas que pasaron por una experiencia de victimización en 2011 asignaron una mayor gravedad a ese hecho que aquellas que lo hicieron en 2007. Gráfico 26 Valoración de la Gravedad de las Experiencias de Victimización Ciudad de Sante Fe - 2011 0,80% 8,20% 24,70% 2,70% Muy serio Serio 16,80% No muy serio Nada serio Sin Datos No sabe / No contesta 46,70% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Entre los diversos distritos municipales encontramos muchas diferencias en cuanto a la valoración de la gravedad de las experiencias de victimización por las que los residentes han atravesado. El Distrito Municipal en el que se registraron más frecuentemente las valoraciones de mayor gravedad con respecto a las experiencias de victimización sufridas es el Distrito Sudoeste. Allí el 43,8% eligió la opción “muy serio”. Le sigue el Distrito Norte con un porcentaje de 29,1% y el Distrito Centro con un porcentaje de 26,8%. En las antípodas, el Distrito Municipal en el que se registraron más frecuentemente las valoraciones de menor gravedad con respecto a las experiencias de victimización sufridas es el Distrito Este -28,3% escogió “no muy serio” o nada serio”seguido por el Distrito de la Costa -26,5%. La distribución desigual de estas valoraciones en el espacio de la ciudad no acompaña la distribución general de los niveles de victimización. Gráfico 27 41 Valoración de la gravedad de las experiencias de victimización por distrito municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 0,0% 5,1% 5,1% Distrito de la Costa 21,5% 51,9% 16,5% 3,1% 3,1% 2,1% Distrito Centro 12,4% 52,6% 26,8% Distrito Suroeste 0,0% 2,2% 2,2% 10,1% 41,6% 43,8% 0,0% 5,5% 0,9% Distrito Este 16,4% 55,5% 21,8% 0,8% 7,2% 4,8% Distrito Oeste 17,6% 52,0% 17,6% 0,0% 3,1% Distrito Noreste 7,5% 25,2% 44,0% 20,1% 0,7% 11,3% 2,1% Distrito Norte 15,6% 45,4% 24,8% 2,0% 17,6% 2,0% Distrito Noroeste 12,8% 36,5% 29,1% 0% Muy serio 10% Serio 20% No muy serio 30% 40% Nada serio Sin Datos 50% 60% No sabe / No contesta 42 Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Ahora bien, esta valoración global de las experiencias de victimización puede desagregarse entre los diversos tipos de eventos indagados a través de nuestro estudio. De esta forma se observa que el tipo de evento delictual en el que el impacto es considerado mayor entre los residentes de la Ciudad de Santa Fe es el robo en vivienda en el que 41,2% de los ofendidos coinciden en la calificación del hecho como “muy serio”. Le sigue el robo con violencia, en el que uno de cada tres víctimas lo calificaron como “muy serio” -34,1%. En tercer lugar se ubica el robo de motocicleta/bicicleta/ciclomotor que fue calificado por el 22,4% de las victimas como “muy serio”. Estos tres tipos de experiencias de victimización se encuentran, como vimos, entre los eventos más frecuentes en la ciudad de Santa Fe dentro de los analizados en nuestro estudio. Los tipos de experiencias en los que mayor cantidad de victimas eligieron las opciones “nada serio” y “no muy serio” fueron el vandalismo sobre automotor -38,5%-, sobre vivienda -32,6%- y el robo de objeto de vehículo 25,9%. Se trata de tipos de experiencias de victimización, como vimos, de baja frecuencia en la ciudad de Santa Fe. Gráfico 28 43 Valoración de la gravedad de las experiencias de victimización por tipo de experiencia - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 1,4% Vandalismo sobre Vivienda 4,5% 9,9% 28,1% 39,9% 16,2% 2,3% 14,7% 11,7% 2,3% Agresiones 47,5% 21,6% 1,9% 3,7% 2,4% Hurtos Personales 0,7% 0,7% Robo con Violencia 14,8% 18,3% 58,9% 9,2% 6,9% 48,3% 34,1% 0,0% 7,4% 4,7% Vandalismo sobre automotor 33,8% 44,9% 9,2% 0,0% Robo de objetos de vehículos 3,5% 12,5% 22,4% 48,3% 13,3% 2,1% 8,0% 2,0% 12,4% Robo de motocicletas/ ciclomotores/ bicicletas 53,0% 22,4% 0,0% 0,0% Robo de vehículos 32,1% 5,3% 43,5% 19,1% 0,5% 2,7% 2,3% Hurto/Robo en Vivienda 0% Muy serio Serio 12,5% 10% No muy serio 20% 40,9% 41,2% 30% Nada serio 40% Sin Datos 50% 60% 70% No sabe / No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Una cuestión importante es indagar si estas valoraciones subjetivas acerca de la gravedad de las experiencias de victimización están vinculadas o no a ciertas características de las personas ofendidas. En lo que se refiere al género, se observa que la valoración de las experiencias de victimización varía levemente entre varones y mujeres, pues estas últimas tienden más que los primeros a elegir las alternativas “muy serio” y “serio”. Algo semejante, aunque con menor intensidad, se observaba ya en los resultados sobre este punto para el 2007. 8 8 Se podría pensar que esta diferencia nace de la mayor vulnerabilidad social de las mujeres en función de su posición desfavorable en las relaciones sociales y políticas. También es posible conjeturar que sea el 44 Gráfico 29 Valoración de la gravedad de las experiencias de victimización por sexo Ciudad de Santa Fe - Año 2011 60% 48,9% 50% 43,9% 40% 30% 26,7% 22,1% 21,3% 20% 13,3% 7,6% 10% 3,9% 8,7% 1,9% 1,2% 0,6% 0% Masculino Muy serio Serio No muy serio Femenino Nada serio Sin Datos No sabe / No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En lo que se refiere a la edad, se observa que a medida que la edad crece, aumentan las valoraciones de las experiencias de victimización como “muy serias”. En forma coincidente, entre el grupo más joven y el resto de los grupos etarios se presenta una diferencia en las valoraciones de dichas experiencias como “no muy serias” que es más alta en el primero que en el resto. Un cuadro similar se observaba en estos resultados para el año 2007. Parecería que entre los más jóvenes hay una tendencia a visualizar en forma menos dramática las experiencias de victimización y a la inversa, entre los mayores existe una tendencia mayor a considerarlas eventos graves. 9 Gráfico 30 resultado de la mayor incidencia entre las mujeres de delitos que implican contacto cara a cara entre ofensor y ofendido –robo con violencia y hurto personal. 9 Se podría vincular también, como en el caso de la diferencia entre varones y mujeres, esta distribución a la mayor o menor vulnerabilidad social de los distintos grupos etarios. Las personas de mayor edad pese a ser menos víctimas que los otros grupos etarios de tipos de delito como el robo con violencia o el hurto personal, tienen sin embargo las valoraciones de mayor gravedad. 45 Valoración de la gravedad de las experiencias de victimización por grupo etario - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 0,8% 4,2% 2,5% 60 años y más 13,6% 49,2% 29,7% 1,0% 9,6% 3,5% Entre 45 y 59 años 10,6% 47,0% 28,3% 0,7% 9,3% 2,2% Entre 30 y 44 años 15,4% 44,4% 28,0% 0,8% 7,9% 2,8% Entre 15 y 29 años 22,4% 47,6% 18,4% 0% Muy serio Serio 10% No muy serio 20% 30% Nada serio 40% Sin Datos 50% 60% No sabe / No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En cuanto al nivel de instrucción, las valoraciones “muy serio” son levemente más elevadas entre las personas victimizadas con los niveles de instrucción más alto y más bajo. Las personas con secundaria completa son aquellas que tienen las valoraciones menos dramáticas –porcentajes más bajo de “muy serio” y más alto de “no muy serio”. Las valoraciones medianas tienden a ser semejantes en todos los grupos por nivel de instrucción. Un cuadro muy semejante emergía en este punto de los resultados referidos al 2007. 10 10 En el caso de quienes tienen menor nivel de instrucción se podría conjeturar que la mayor presencia de valoraciones de mayor gravedad esta ligada a lo que estas formas de delito –fundamentalmente contra la propiedad- representan en sus posiciones desventajadas desde el punto de vista económico y social. En el caso de quienes tienen mayor nivel de instrucción se puede pensar la mayor presencia de valoraciones de 46 Gráfico 31 Valoración de la gravedad de las experiencias de victimización por nivel de instrucción - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 0,0% 8,5% 1,2% Universitario o Terciario Completo 12,1% 51,5% 26,7% 0,7% 7,3% Secundaria Completa/Universitario o Terciario Incompleta 3,0% 17,8% 47,0% 24,2% 1,3% 10,0% Primaria Completa/Secundaria Incompleta 2,9% 18,6% 43,4% 23,8% 3,6% 3,6% 7,1% Sin Estudios/Primaria Incompleta 10,7% 46,4% 28,6% 0% Muy serio Serio 10% No muy serio 20% Nada serio 30% Sin Datos 40% 50% 60% No sabe / No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En forma coincidente con la distribución precedente, quienes tienen mayor y menor nivel de ingresos escogieron en porcentajes semejantes las opciones que expresan mayor gravedad con respecto a la experiencia de victimización sufrida, aun cuando se da una diferencia muy significativa en el volumen que eligió la opción “muy serio” que mayor gravedad relacionada con la alta incidencia en este grupo social de tipos de delito que suelen generar estos juicios subjetivos acerca de su impacto como el robo con violencia. 47 tiene mas fuerza entre las personas de menor nivel de ingreso que entre las personas de mayor nivel de ingreso. Aquellos que tienen niveles de ingresos mayores a 5000 pesos pero menores de 10000 pesos son los que eligieron más frecuentemente las opciones “no muy serio” y “nada serio”. 11No se presentan diferencias significativas en cambio, en las valoraciones de las experiencias de victimización sufridas de acuerdo a la autopercepción de pertenencia a una clase social. Gráfico 32 Valoración de la gravedad de las experiencias de victimización por nivel de ingreso - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 0,0% 10,0% más de $10000 0,0% 16,7% 60,0% 13,3% 0,0% 10,9% 2,9% más de $5000 y menos de $10000 20,3% 44,2% 21,7% 0,9% 12,9% 2,2% más de $2000 y menos de $5000 16,0% 43,1% 24,9% 1,6% 9,0% 4,1% hasta $2000 12,3% 50,0% 23,0% 0% Muy serio Serio 10% 20% No muy serio 30% Nada serio 40% Sin Datos 50% 60% 70% No sabe / No contesta Actividad de Denuncia 11 También aquí se pueden realizar las mismas conjeturas que con respecto a la distribución precedente señaladas en la nota anterior. 48 Como decíamos, la “promesa fundacional” de las encuestas de victimización ha sido brindar un acercamiento a la “criminalidad real” capaz de sobrepasar las limitaciones de las “estadísticas oficiales”, ilustrando espacios de “criminalidad sumergida”, la “cifra negra”. Esta promesa se vincula específicamente a la introducción de un campo de indagación en los estudios de esta índole acerca de si las experiencias de victimización que han atravesado los individuos entrevistados han sido o no denunciadas a una institución pública competente y, en su caso, los motivos que han justificado la denuncia o no denuncia del hecho. En la Ciudad de Santa Fe sólo el 36,9% de los entrevistados que sufrieron una experiencia de victimización durante el año 2011, dentro del catálogo de las relevadas en nuestra encuesta, ha denunciado la misma a una institución pública competente – fundamentalmente a la policía. Pero es preciso enfatizar que existe un porcentaje significativo de encuestados en las que no se cuenta con datos acerca de este tema 7,5%. No se puede asumir que se trata de casos de no denuncia. Los porcentajes obtenidos para este año son prácticamente idénticos a los que relevamos para el año 2007 en nuestro estudio precedente -37,5%. En ese entonces, 36,2% de los ciudadanos dijeron haber hecho la denuncia a la policía, 0,3% a la fiscalía, 0,1% a un organismo judicial, 0,9% a otro organismo y el 55,8% de los entrevistados que habían pasado por una experiencia de victimización resolvió no formular la denuncia por ese hecho. Se destacaba también el porcentaje de “Sin Datos”, que era de 6,6%. Gráfico 33 Realización de denuncia de las experiencias de victimización Ciudad de Santa Fe - Año 2011 60% 55,6% 50% 40% 36,4% 30% 20% 0,1% 0,1% Sí a otro organismo público Sí. a un organismo judicial Sí. a otro organismo Sí a la policía Sin Datos 0,1% 0% No denunció el hecho 0,2% Sí a la fiscalía 7,5% 10% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Se trata de un índice de denuncia mayor que el que se evidencia en los estudios realizados en nuestro país sobre otras jurisdicciones. En la Ciudad de Buenos Aires en el 2005 y 2007, de acuerdo al estudio de la DNPC, el porcentaje de denuncia alcanzó el 26,4% y 24,8%, respectivamente, mientras que en el Gran Buenos Aires, para idénticos años, este índice fue del 29,6% y 29,9%. En el estudio realizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Universidad de San Andrés destinado a medir los niveles de victimización en el año 2006 en la Ciudad de Buenos Aires el índice de denuncia fue, 49 sin embargo, más alto que en estos otros estudios, alcanzando un nivel más cercano al que encontramos en nuestro trabajo para la ciudad de Santa Fe, 33,6%. Por otro lado, en el escenario provincial, el estudio realizado por la Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe en el año 2006 en la ciudad de Rosario reveló un índice de denuncia de 29,9%. En el estudio realizado para medir el año 2009 por el ILSED y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe en la ciudad de Rosario y el Gran Rosario el nivel de denuncia alcanzó el 29,1%. Ambos niveles de denuncia son sensiblemente menores a los observados en 2007 y 2011 en nuestros estudios. 12 Ahora bien, más allá de este nivel un tanto más alto en términos comparativos, más de seis de cada diez de los eventos delictivos a los que hace referencia nuestra encuesta en la Ciudad de Santa Fe no llegan a conocimiento de las instituciones públicas competentes y, por ende, no son registrados en las “estadísticas oficiales”, lo que evidencia la importante magnitud de la “cifra negra” en nuestra ciudad. Tipos de experiencias de victimización y actividad de denuncia De acuerdo a la investigación empírica desarrollada en otros contextos, la actividad de denuncia varía de acuerdo a las diferentes experiencias de victimización, por lo que no en todos los tipos de eventos delictuales se encuentran los mismos volúmenes de “cifra negra” con respecto a las “estadísticas oficiales”. Esto también sucede en la ciudad de Santa Fe con respecto a las experiencias de victimización producidas en el 2011. En tres de los tipos de delitos la tasa de denuncia se encuentra en torno a la mitad de los casos, muy por encima de la registrada, en general, para todas las experiencias de victimización. El robo/hurto en vivienda, el robo de vehículos y el robo de motocicleta, ciclomotor o bicicleta presentan las tasas más altas, con el 51%, el 50% y el 48,6% respectivamente. Más atrás se encuentra, con una tasa similar a aquella general, el robo con violencia, con 37,2%. En el resto de las experiencias de victimización encontramos tasas menores. Las tasas más bajas de denuncia se registran en el vandalismo sobre vivienda (21,2%) y sobre vehículo automotor (18,0%). Como vemos, en gran medida, la actividad de denuncia en estos diversos tipos de experiencias acompaña la valoración de la gravedad que realiza la victima de lo que ha vivido tal como lo vimos en el apartado precedente. 13 La tasa de denuncia del robo de vehículos para los casos registrados en el año 2007 era del 87,5%. La baja tan pronunciada para el año 2011 puede deberse al escaso número de casos con el que trabajamos, sumado a algún problema de registración –no tenemos datos al respecto en el 37,5% del total. El porcentaje de denuncia de las experiencias de robo en vivienda aumentó levemente ya que era de 47%. En cambio, la tasa de denuncia en el caso del robo con violencia descendió marcadamente, pues también era de 47%. La proporción de denuncia en el caso de las agresiones físicas cayó abruptamente ya que era de 45%. Gráfico 34 12 Ahora bien, en el estudio de la Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe sobre al ciudad de Santa Fe en el 2006 se registra, en cambio, un sorprendentemente alto nivel de denuncia: 50%. Más allá de las debilidades de ese estudio a las que ya se hizo referencia, parece al menos corroborar que los niveles de denuncia en este escenario son mas altos que en otros centros urbanos. 13 Podría pensarse que el alto nivel de denuncia en el hurto/robo en vivienda, el robo de vehículos y el robo de motociletas/ciclomotores/bicicletas se relaciona con la difusión en la ciudad de la contratación de seguros sobre este tipo de hechos delictivos. 50 Tasa de denuncia por tipo de hecho delictivo - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 51,0% Hurto/robo de vivienda 50,0% Robo de vehículos Robo de moto/ciclomotor/biclicleta 48,6% Robo de objetos de vehículo 29,6% Vandalismos sobre vehículo automotor 18,0% 37,2% Robo con violencia 32,0% Hurtos personales 23,5% Agresiones físicas Abusos sexuales 0,0% Vandalismos sobre vivienda 21,2% 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Distribución espacial de la actividad de denuncia La actividad de denuncia varía significativamente en los diversos espacios urbanos en los que los eventos delictivos se han producido o en los que residen las víctimas. En el caso de la Ciudad de Santa Fe, se observa que los índices de denuncia varían fuertemente de una zona urbana a otra, teniendo siempre en cuenta la variable “lugar de residencia” de la persona ofendida. En las zonas con niveles más altos de victimización encontramos niveles de denuncia medianamente elevados, como el 37,8% del Distrito Noroeste, pero también niveles bajos, como en el caso del Distrito Norte que presenta el porcentaje más bajo entre todos los distritos municipales. Lo mismo sucede con aquellas zonas que presentan niveles de victimización más contenidos: en el Distrito de la Costa el porcentaje de denuncia de las experiencias de victimización es el más alto de todos los distritos municipales, 54,4%, mientras en el Distrito Centro es uno de los más bajos, con un 31,9%. Es interesante observar que en el año 2007 los tres distritos con mayores niveles de denuncia eran también el Sudoeste, el de la Costa y el Noroeste, aunque con índices diferentes: 45,4%, 44,8%, y 40,3%. En cuanto a las variaciones en este índice, en el segundo de estos territorios se registra un importante incremento y en los otros dos una cierta estabilidad. También aparece un aumento en el Distrito Noreste (de más de seis 51 puntos). Por otro lado, se ven declives más o menos significativos en el Distrito Centro (más de siete puntos y medio) y en el Distrito Norte (seis puntos).14 Gráfico 35 14 En el Distrito Noreste se destaca el elevado índice de denuncia en el delito de agresiones físicas (50%), y también es alta la tasa para el caso del robo de objeto de vehículos (39,3%). En el robo en vivienda es prácticamente idéntica a la de la ciudad (50%) y en el resto de los delitos presenta niveles más bajos a los generales (8,3% en el vandalismo sobre vivienda, 25% en el robo con violencia, 26% en los hurtos y 36,8% en el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta). En el Distrito Noroeste se registraron índices elevados de denuncia en el hurto/robo en vivienda (61,8%) y en el vandalismo sobre vivienda (44,4%). El nivel de denuncia para el robo de vehículos es idéntico al general (50%), y para los robos con violencia es apenas más bajo (34,2%). Para el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta es un tanto menor al registrado para la ciudad (41,9%). La tasa de de denuncia de robo de objetos de vehículos es bastante menor al general (14,3%). También son muy bajos los índices de denuncia para los hurtos (8,3%) y las agresiones físicas (11,1%). En el Distrito Norte, en tanto, las tasas de denuncia en el caso de vandalismo sobre automotor y sobre vivienda son más elevadas que las generales de la ciudad (33,3% y 27,3%, respectivamente). Para el robo con violencia es apenas más alta (40,7%) y con relación a los hurtos personales es prácticamente idéntica que las generales (31%). En los casos de robo en vivienda, robo de vehículos y robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta las tasas son bastante más bajas que las generales (34,5%, 33,3% y 35,7%, respectivamente). En el Distrito Oeste encontramos valores altos en los índices de denuncia del vandalismo sobre vivienda (40%) y las agresiones físicas (33,3%). En el resto de los casos los porcentajes son similares a los generales, con pequeñas variaciones (35,7% en el robo con violencia, 31,6% en los hurtos, 14,3% en el vandalismo sobre vehículo automotor, 34,8% en el robo de objetos de vehículos, 50% en el robo de vehículos y 46,2% en el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta). El Distrito Este se caracteriza por tener tasas relativamente elevadas de denuncia en los casos de hurto/robo en vivienda (62,5%), robo de vehículo (66,7%), hurtos (47,6%) y agresiones físicas (40%). Para el vandalismo sobre vehículo automotor y el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta encontramos niveles próximos a los generales (18,2% y 50%, respectivamente). Y en los casos de robo de objetos de vehículos y robo con violencia son contenidos (22,2% y 23,5%, respectivamente). En el Distrito Centro son altos los índices de denuncia para los casos de robo de vehículo (66,7%), robo de objeto de vehículo (37,5%) y vandalismo sobre vehículo automotor (25%). Resultan similares a los generales de la ciudad en los robos con violencia (35,3%) y los hurtos/robos en vivienda (54,5%). Y son relativamente bajos en el caso de los hurtos personales (22,7%). Las tasas de denuncia en el Distrito Sudoeste son elevadas con respecto a las generales para el robo con violencia (50%), las agresiones (50%), el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta (66,7%) y el robo de objetos de vehículos (57,1%). Son próximas a los niveles de la ciudad para el vandalismo sobre vivienda (20%), los hurtos (36,4%) y el vandalismo sobre vehículo automotor (20%). Y es contenida en el caso del hurto/robo en vivienda (43,5%). Finalmente, en el Distrito de la Costa se registraron tasas de denuncia elevadas para el vandalismo sobre vivienda (42,9%), el robo con violencia (70,6%), las agresiones (50%), los robos de objetos de vehículos (60%) y los robos de motocicleta/ciclomotor/bicicleta (78,6%). El índice de denuncia en el caso de hurto/robo en vivienda es muy similar al general (52,5%). 52 Actividad de denuncia por distrito municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 60% 54,4% 50% 40% 43,8% 37,8% 29,8% 30% 31,4% 35,2% 37,1% Distrito Oeste Distrito Este 31,9% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Como vimos, los niveles de denuncia de la actividad delictiva en las distintas áreas urbanas de la ciudad de Santa Fe no dependen directamente de los niveles de victimización registrados en cada una de ellas. Tampoco parecen depender de los tipos de experiencias de victimización prevalentes en cada zona, pues se observan áreas en las que están fuertemente difundidos los eventos delictivos que, en general, presentan mayores niveles de denuncia –robo/hurto en vivienda y robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta- y, sin embargo, registran bajos niveles de denuncia como los Distritos Noreste y Norte. Esto parece habilitar la idea de que la vinculación crucial para comprender la distribución espacial de la actividad de denuncia radica en los niveles de desconfianza pública en la institución policial, algo sobre lo que volveremos en el Segundo Informe. Distribución social de la actividad de denuncia Las características de las personas ofendidas pueden incidir en la propensión a denunciar la experiencia de victimización sufrida a las instituciones estatales competentes, tal como lo ha demostrado la investigación empírica en otros contextos culturales. En la Ciudad de Santa Fe se observa que las mujeres victimizadas en el 2011 son más propensas a denunciar los hechos delictivos que los varones victimizados. Exactamente lo opuesto de lo que se constataba en el 2007. 15 15 Podría leerse esta diferencia hallada en nuestro estudio como un indicador de la mayor desconfianza de las mujeres con respecto a los varones en las instituciones estatales pertinentes, especialmente la policía. Pero la falta de denuncia puede deberse, como veremos más adelante a otras razones. Volveremos sobre el problema de la desconfianza pública en la institución policial en el Segundo Informe. Por su parte, en el estudio de la Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe en el 2006 para medir los 53 Gráfico 36 Actividad de denuncia por sexo - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 45% 39,1% 40% 35% 34,0% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% Masculino Femenino Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En lo que se refiere a la tasa de denuncia de acuerdo a la edad del ofendido, observamos que el nivel de denuncia aumenta levemente al incrementarse la edad de la población victimizada en la ciudad de Santa Fe en el 2011, algo similar a lo que se registraba en el 2007, siendo el grupo etario que más denuncia aquel de 60 años o más, que supera la barrera del 40%. 16 Gráfico 37 niveles de victimización en la ciudad de Rosario se observa lo mismo -27,2% para los varones y 32,7% para las mujeres. En el estudio realizado sobre el Gran Rosario por el ILSED y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe para medir el 2009 también se da esta diferencia entre varones -27,5%- y mujeres 30,6% En cambio, en el estudio sobre el año 2006 realizado por la Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe sobre la Ciudad de Santa Fe se observa, con la salvedad antes señalada de los niveles extraordinariamente altos de denuncia relevados, una sorprendente mayor tendencia a denunciar entre los varones (64,5%) que entre las mujeres (39,2%). 16 Como ya dijimos, volveremos sobre la valencia de esta diferencia en términos de desconfianza pública en la institución policial en el Segundo Informe. Por su parte, sn la Ciudad de Rosario el estudio realizado por Fundación Equal y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe en el 2006 muestran una diferencia similar. En cambio, el estudio de la Fundación Equal y del Gobierno de la Provincia de Santa Fe en la ciudad de Santa Fe para el 2006 presenta índices de denuncia más altos en los grupos etarios entre 30 y 49 y de más de 65 años. Por último, en el estudio realizado sobre el Gran Rosario por el ILSED y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe para medir el 2009 hay una tendencia creciente a la denuncia a medida que se aumenta la edad, aunque los grupos etarios no son los mismos que en nuestro estudio -24,5 para quienes tienen entre 16 y 29 años, 32% para quienes tienen entre 30 y 49 años, 33% para quienes tienen entre 50 y 65 años y 34,6% para quienes tienen mas de 65 años. 54 Actividad de denuncia por grupo etario - Ciudad de Santa Fe Año 2011 50% 45% 42,4% 38,4% 40% 36,4% 34,3% 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% Entre 15 y 29 años Entre 30 y 44 años Entre 45 y 59 años 60 años y mas Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Se observa en la ciudad de Santa Fe que las personas que tienen mayor propensión a denunciar las experiencias de victimización sufridas en el 2011 son aquellas que poseen el nivel de instrucción más bajo. Aunque también presenta volúmenes muy altos el grupo con el nivel de instrucción más alto. Este cuadro se observaba ya en los resultados de nuestro estudio referido al 2007. Gráfico 38 Actividad de denuncia por nivel de instrucción - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 60% 50% 50,0% 45,5% 38,3% 40% 33,7% 30% 20% 10% 0% Sin Estudios/Primaria Incompleta Primaria Completa/Secundaria Incompleta Secundaria Universitario o Terciario Completa/Universitario o Completo Terciario Incompleta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 55 El grupo social por nivel de ingresos familiares que mayor tasa de denuncia de las experiencias de victimización sufridas presenta es el de más rico –los que ganan más de 10000 pesos- con 53%. Le sigue el grupo social más pobre –menos de 2000 pesos mensuales- con una tasa de denuncia de 42,6%. Este indicador parece ratificar la distribución de la tasa de denuncia por nivel de instrucción. Quienes están en lo alto y quienes están en lo bajo de la estructura social parecen ser quienes más denuncian sus experiencias de victimización. Gráfico 39 60% Actividad de denuncia por nivel de ingreso - Ciudad de Santa Fe Año 2011 53,3% 50% 42,6% 39,1% 40% 30,2% 30% 20% 10% 0% hasta $2000 más de $2000 y más de $5000 y menos de $5000 menos de $10000 más de $10000 Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En cuanto a la autopercepción de clase, la actividad de denuncia resulta levemente superior entre quienes se visualizan como de clase media, media-alta o alta que entre quienes se consideran de clase media-baja o baja. Esta distribución sólo parcialmente coincide con las dos anteriormente presentadas. 17 Gráfico 40 17 Como ya dijimos, volveremos sobre la valencia de estas diferencias en términos de desconfianza pública en la institución policial en el Segundo Informe. En forma parcialmente coincidente con los resultados de nuestro estudio, la encuesta realizada por la Fundación Equal y el GPSF sobre la ciudad de Rosario en el 2006 presenta una mayor proporción de denuncias entre los ofendidos de “nivel socioeconómico alto” (50%), seguidos por aquellos de nivel “bajo” (31%), cerrando luego aquellos de nivel “medio” (27%), En cambio en el estudio realizado por las mismas instituciones sobre la ciudad de Santa Fe en el 2006, a diferencia de los resultados de nuestro estudio, a medida que crece el nivel socioeconómico crece el volumen de experiencias de victimización denunciadas. En el estudio realizado sobre el Gran Rosario por el ILSED y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe para medir el 2009 se da un resultado semejante al de nuestro estudio: 34,9% entre aquellos de nivel “alto”; 26,9% entre aquellos de nivel “bajo” y 24,8% entre aquellos de nivel “medio”. 56 Actividad de denuncia por autopercepción de clase - Ciudad de Santa Fe Año 2011 45% 40% 38% 35,1% 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% Clase alta, media alta, media Clase baja, media baja Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Valoración de la gravedad de la experiencia de victimización y actividad de denuncia Un elemento que puede afectar la propensión a denunciar o no una experiencia de victimización por la que se ha atravesado es el impacto material y emotivo que ha generado en el ofendido. En el caso de nuestra indagación, es posible observar cómo la valoración “subjetiva” de dicho impacto está vinculada a la actividad de denuncia. Evidentemente, las personas tienden a denunciar en mayor medida cuando consideran que la experiencia de victimización por la que han pasado es “muy seria”. En el 2011 esto ha sucedido en el 55,1% de los casos. En el mismo sentido y en las antípodas, tienden a denunciar en menor medida cuando consideran que la experiencia de victimización por la que han pasado es “no muy seria” o “nada seria” -15,1% y 19,2%, respectivamente. Este último dato empírico parece confirmar lo observado más arriba en el sentido de que una parte, al menos, de la no denuncia de las experiencias de victimización está ligada a que las mismas no son consideradas graves por los mismos ofendidos. Se trata de un cuadro que reproduce lo observado en 2007. Gráfico 41 57 Actividad de denuncia por valoración de la gravedad de la experiencia de victimización - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 60% 55,1% 50% 41,6% 40% 30% 19,2% 20% 15,1% 10% 0% Muy Serio Serio No Muy Serio Nada Serio Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Motivos para denunciar y para no denunciar las experiencias de victimización En términos generales, el nivel de no denuncia de las experiencias de victimización ha sido interpretado en los estudios de esta índole como un indicador global de la desconfianza por parte de los ciudadanos en las instituciones estatales encargadas del control del delito y en especial, en la institución policial, que aparece ante los ciudadanos como el actor clave en lo que se refiere a la recepción de denuncias ante la comisión de actos delictivos. No en vano es ante ella que se realizaron la mayor parte de las denuncias registradas en la Ciudad de Santa Fe de acuerdo a nuestro estudio. En este sentido, el mayor nivel de denuncia de las experiencias de victimización en la Ciudad de Santa Fe con respecto a la Ciudad de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires o la ciudad de Rosario podría ser interpretado como un indicador de que los niveles de desconfianza pública de la institución policial en este centro urbano son comparativamente menores. Sin perjuicio de que pueda comprenderse este tipo de datos empíricos, globalmente, en esta dirección, también es necesario señalar que la no denuncia puede estar vinculada a otros motivos que no son asociables a la expresión de una actitud de desconfianza pública.18 En el caso de la ciudad de Santa Fe, se les preguntó a los entrevistados que sufrieron experiencias de victimización pero no realizaron denuncia alguna las razones por las que no lo hicieron. Los porcentajes que se relacionan a la desconfianza en la institución policial son muy altos: casi la mitad de los respondientes señalaron como razón que “la policía no hubiera hecho nada”. Se trata de una proporción prácticamente idéntica a la obtenida para el año 2007 sobre este punto. Ahora bien, hay otros motivos que se brindan para explicar la no denuncia que traducen una valoración acerca de la escasa gravedad del evento experimentado: el segundo motivo más escogido –también con un 18 En particular, como ya dijimos, esta cuestión de los niveles de desconfianza o confianza pública en las instituciones estatales encargadas del control del delito será abordada más profundamente en el Segundo Informe de la Encuesta sobre Delito, Sensación de Inseguridad y Sistema Penal en la Ciudad de Santa Fe. 58 porcentaje casi igual al de 2007- fue: “la pérdida fue de escasa importancia”. El resto de las opciones registraron proporciones mucho más bajas.19 Gráfico 42 Motivos para no denunciar las experiencias de victimización - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 1,5% No recuerda / No co ntesta 3,2% Sin Dato s 11,6% Otras razo nes 2,3% Co no cía al auto r 3,0% Lo reso lví yo mismo /lo reso lvió mi familia El o fenso r fue un po licía 0,0% 0,9% La po licía desaco nsejó / desalentó la denuncia P o rque no tenía seguro /el seguro no cubría este evento 0,0% 3,2% P o r miedo / temo r a represalias de lo s ladro nes 0,9% P o r miedo /temo r/disgusto a relacio narse co n la po licía La po licía y la justicia no po drían haber hecho nada / po r falta de pruebas 2,3% La justicia no hubiera hecho nada 1,9% 45,9% La po licía no hubiera hecho nada P o r el co sto eco nó mico /pérdida ho ras de trabajo / co sto de denuncia 4,7% 18,4% La pérdida fue de escasa impo rtancia/ no hubo pérdida 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 19 El peso de los motivos principales de la no denuncia varía significativamente entre los diferentes tipos de delitos. De este modo, en lo que se refiere al motivo “la policía no hubiera hecho nada” –clave como referencia a la desconfianza pública en la policía-, se observa una fuerte proporción en el caso de la no denuncia de los robos de bicicletas, motocicletas y ciclomotor (62,5%), de los hurtos (56,7%) y del vandalismo sobre automotor (50,9%). En el caso del motivo, “la pérdida fue de escasa importancia” sucede lo mismo. Esta razón fue escogida en el 25,9% de los casos de no denuncia de los actos de vandalismo sobre vivienda, en el 22,7% de los casos de no denuncia de los actos de vandalismo sobre automotor y en el 22,3% de los casos de no denuncia de los robos con violencia. 59 Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Por otro lado, a quienes realizaron la denuncia de la experiencia de victimización sufrida se le preguntó cuales fueron los motivos por los que lo hicieron. El motivo más frecuentemente elegido fue pragmático, es decir, tuvo que ver con reparar la pérdida – fundamentalmente en el caso de eventos que tuvieron como blanco la propiedad-: “para recuperar los bienes”-38,2%. Sucedía lo mismo con respecto a las experiencias de victimización denunciadas en 2007 pero en una proporción mayor -50%. Los motivos que apelan a un “deber ser” ligado a la obligación de denunciar los delitos cometidos, son mencionados sólo por un quinto de la totalidad de los denunciantes –“los delitos deben denunciarse”. Se trata de una proporción semejante a la observada en el estudio referido al 2007. Gráfico 43 Motivos para denunciar las experiencias de victimización - Ciudad de Santa Fe Año 2011 No sabe / No contesta Sin Datos 3,4% 0,6% 10,6% Otras razones Para recibir una compensación de los autores Para recibir ayuda Para que no ocurriera de nuevo Quería que detuvieran / castigaran al autor 0,3% 3,4% 6,6% 5,1% 8,3% Fue un delito serio 19,7% Los delitos deben denunciarse Porque tenía seguro de lo que me robaron / dañaron 3,7% Para recuperar los bienes / objetos 38,3% 0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40% 45% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Satisfacción e insatisfacción con el tratamiento de la denuncia En nuestro estudio hemos introducido un interrogante específico dirigido a las personas que denunciaron efectivamente las experiencias de victimización sufridas durante el 2011 en la ciudad de Santa Fe destinado a producir información empírica acerca del grado de satisfacción de estos ciudadanos con el tratamiento de sus denuncias por parte de las instituciones estatales competentes -especialmente, la institución policial. Un poco más de la mitad de los denunciantes se mostraron muy insatisfechos o insatisfechos con el tratamiento de su denuncia. Es decir que el arco de las opiniones de los denunciantes acerca del funcionamiento de las instituciones estatales competentes en 60 el trabajo sobre la denuncia realizada está claramente partido en dos, con sectores igualmente importantes que se inclinan en una dirección positiva y negativa. Lo mismo ocurría en los resultados referidos al año 2007, aunque con una levemente inferior inclinación negativa. Gráfico 44 Nivel de satisfacción con el tratamiento de la denuncia - Ciudad de Santa Fe - Año 2011 45% 38,3% 40% 34,9% 35% 30% 25% 20% 16,9% 15% 10% 8,3% 5% 1,7% 0% Muy satisfecho Satisfecho Insatisfecho Muy Insatisfecho Sin Datos Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral A modo de cierre En este Capítulo 1 hemos reconstruido las imágenes fundamentales acerca de las experiencias de victimización y la actividad de denuncia de las mismas en la Ciudad de Santa Fe durante el año 2011 nacidas de la Segunda Encuesta sobre Delito, Sensación de Inseguridad y Sistema Penal. Tal como lo señalamos en varias ocasiones, la producción de información empírica sobre estos campos temáticos constituyó la promesa fundacional del tipo de estudios empíricos que hemos desarrollado. Esta promesa fundacional, como lo planteamos en la Introducción, debe ser evaluada cautelosamente en la actualidad, lo que no le quita importancia a esta forma de indagación empírica sobre ciertas formas de la criminalidad en las ciudades contemporáneas, sino que implica aceptar sus alcances y límites. Poco menos de tres de cada diez residentes de la ciudad de Santa Fe han experimentado al menos una experiencia de victimización en el 2011de las registradas específicamente a través de nuestro estudio. Se ha dado un descenso leve –dos puntos porcentuales- con respecto a este índice en 2007. Este nivel de victimización no parece ser más alto que el revelado recientemente en otras jurisdicciones de nuestro país por indagaciones semejantes de diversa fuente, salvo excepcionalmente, a pesar de los problemas, como aclaramos, que suponen estas comparaciones. Pero en todo caso indica el alto nivel de difusión en nuestra ciudad de las formas de delito especialmente indagadas, que no constituyen en absoluto la totalidad de la “criminalidad real” sino sólo una “punta del iceberg” –basta pensar en los “delitos de los poderosos” o los homicidios dolosos. 61 Ahora bien, las experiencias de victimización no están distribuidas equitativamente en lo social, sino que diversos sectores diferenciados en función de distintos criterios concentran mayor volumen de las formas particulares de delito indagadas en nuestro estudio. Se destaca en este sentido que a medida que aumenta la edad disminuye el nivel de victimización, como sucedía en el 2007. A la inversa, pero de igual modo que sucedía en el estudio anterior, se observa una cierta equivalencia en el índice de victimización entre varones y mujeres. En lo que se refiere a las posiciones económicas y sociales de los respondientes, a medida que aumenta el nivel de instrucción aumenta el nivel de victimización en el 2011, como sucedía en el 2007. En un sentido parcialmente coincidente, también presentan mayores índices de victimización los dos grupos de mayores niveles de ingresos mensuales. En cambio, los índices de victimización son equivalentes en función de la autopercepción de pertenencia a una clase social En la misma dirección resulta muy relevante señalar cómo estas experiencias de victimización acontecidas en el 2011 se concentran espacialmente en la ciudad de Santa Fe –siempre partiendo del lugar de residencia de la persona victimizada, más que del lugar de realización del evento que, como dijimos, pueden no coincidir. Se destacan en este sentido los Distritos Noreste y Noroeste. En ambos se han registrado incrementos importantes del índice de victimización con respecto al 2007. El tercer distrito de mayor índice de victimización, el Distrito Norte, mantiene el nivel del 2007. A la inversa, por su bajo índice de victimización, sobresalen los Distritos Sudoeste y de la Costa. El Distrito Sudoeste presenta un descenso muy marcado con respecto al índice de 2007, año en el que era uno de los que exhibía niveles más altos. El Distrito de la Costa muestra un descenso moderado, ratificando los niveles más contenidos de la ciudad que ya mostraba también en 2007. La concentración de las experiencias de victimización en la ciudad de Santa Fe tiene a su vez otra dimensión muy importante: la extensión de la “victimización repetida” – haber sufrido al menos dos veces el mismo tipo de delito durante el año- y de la “multivictimización” –haber sufrido al menos dos eventos delictivos de diverso tipo durante el año. Estos fenómenos afectan al 6,4% y al 4,8%, respectivamente, de la población de la ciudad de Santa Fe. Estos niveles se disparan en el área urbana con mayor índice de victimización, el Distrito Noreste en donde se registra un 12,2% y un 10,5%, respectivamente. A su vez, en este distrito se ha registrado un incremento muy significativo de la victimización repetida y de la multivictimización con respecto a lo que acontecía en 2007. Esto contrasta con lo acontecido en los demás distritos municipales, en donde en algunos casos se registran descensos muy importantes, con la excepción de la victimización repetida en el Distrito Norte. Dentro de las experiencias de victimización abordadas en nuestro estudio las más frecuentes en la ciudad de Santa Fe durante el 2011 han sido –en orden decreciente-: el robo con violencia, el hurto/robo en vivienda, el hurto personal y el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta. En la mayoría de los tipos se observan descensos con respecto a las tasas de 2007. Los descensos más marcados se dieron en el robo de automotores -63%-, en el robo de motocicleta, ciclomotor o bicicleta -56%- y en el robo de objeto de vehículos -34%. Sin embargo, se registraron aumentos significativos en dos tipos de delitos: el robo con violencia –del 33%- y los hurtos personales –del 34%. 62 El robo con violencia concita un fuerte grado de ansiedad social. Tiene altos niveles en los Distritos Noreste, Norte y Centro. Es experimentado más por las mujeres que por los varones. También se concentra entre quienes tienen entre 15 y 29 años, disminuyendo a medida que aumenta la edad. Y entre quienes tienen mayores niveles de instrucción. Hay también un mayor nivel de esta experiencia de victimización en el grupo de mayor nivel de ingreso mensual. La gravedad de estas diversas experiencias de victimización es difícil de definir en términos objetivos. Seguramente no todos los delitos registrados en nuestro estudio son muy graves desde el punto de vista emotivo y material. De hecho, de acuerdo a la perspectiva subjetiva de quienes los han sufrido, existe una quinta parte de los mismos que han sido calificados explícitamente de “no muy serio” o “nada serio”, una proporción semejante a la que se registraba en 2007. Ahora bien, dicha calificación está atravesada de influencias que van más allá de la materialidad del evento y que están ligadas a las características individuales y sociales del ofendido. De este modo, las mujeres suelen calificar mas gravemente las experiencias de victimización sufridas que los varones y los mayores de 60 años hacen lo propio en comparación con los menores de 30 años. Las valoraciones de mayor gravedad, por ende, no están distribuidas equitativamente, como hemos tenido ocasión de observar, en la ciudad de Santa Fe. Los tipos de experiencias de victimización en los que se registran más frecuentemente valoraciones de mayor gravedad son el robo en vivienda -4 de cada 10 víctimas los calificaron de “muy serio”- y el robo con violencia –lo hicieron 3 de cada 10 víctimas. En el primer caso, solo el 14,8% lo consideró “no muy serio” o “nada serio” y en el segundo solo el 7,6%. Se trata además de los dos tipos de victimización más frecuentes en la ciudad. Como señalamos en la Introducción, parte de la promesa fundacional de este tipo de indagación empírica consistió en revelar la “cifra negra” de la criminalidad, aquella que las “estadísticas oficiales” dejaban “sumergida” por diversas razones. En el caso de nuestro estudio sobre la ciudad de Santa Fe, hemos observado que más de 6 de cada 10 experiencias de victimización sufridas no son denunciadas por los residentes a las instituciones estatales competentes –especialmente a la policía. Es decir que al menos con respecto al restringido grupo de experiencias de victimización al que ese estudio se refiere, el volumen de la cifra negra es extraordinario y, por ende, la utilidad de las estadísticas oficiales sobre la criminalidad muy marginal. Este nivel de cifra negra es similar al registrado en 2007. Ahora bien, la falta de denuncia de las experiencias de victimización sufridas en la ciudad de Santa Fe en el 2011 está fuertemente ligada, como lo hemos observado, a la difusión de una fuerte actitud de desconfianza publica en las instituciones estatales competentes –especialmente, la policía. Más de 4 de cada 10 víctimas que no denuncian lo hacen por este motivo Pero una parte –casi un cuarto- de la no denuncia se debe, más bien, a la falta de gravedad del evento que se ha experimentado. Esto ratifica que una parte del universo de las experiencias de victimización registradas en la ciudad de Santa Fe en el 2011 por nuestro estudio no son consideradas muy serias por quienes las han sufrido. Se trata de proporciones semejante a las registradas en 2007. También la actividad de denuncia de las experiencias de victimización parece depender del tipo de evento delictivo. Es más alta la proporción en el caso del robo de vehículo, el robo en vivienda y el robo de motocicleta/ciclomotor/bicicleta, en los que se produce en 63 la mitad de los casos. En el robo con violencia la tasa de denuncia es similar a la general. Las tasas más bajas se registran en el vandalismo sobre vivienda y sobre vehículo automotor –alrededor de 2 de cada 10 casos. Con respecto a 2007 cayó significativamente la tasa de denuncia en el robo de automotores y en el robo con violencia. Como la victimización, también la actividad de denuncia tiende a concentrarse espacialmente en la ciudad de Santa Fe. Se destacan con las mayores tasas de denuncia los distritos con menor nivel de victimización: Sudoeste y de la Costa. Pero el distrito Noroeste tiene un alto nivel de victimización y también de denuncia. Este cuadro reproduce lo observado con respecto al 2007, aunque se da una cierta estabilidad en sus volúmenes en estos distritos con excepción del De la Costa que registra un importante incremento. También como la victimización, la actividad de denuncia tiende a ser mayor en ciertos grupos sociales en el 2011. Las mujeres denuncian más que los varones y a medida que se incrementa la edad aumenta la denuncia. Los que tienen el menor y mayor nivel de instrucción también denuncian más frecuentemente. Esto también se observaba con respecto a los resultados referidos al 2007. Estos resultados claves de este estudio sobre la ciudad de Santa Fe, desde nuestra perspectiva, constituyen otros tantos puntos firmes a partir de los cuales es posible pensar en nuevas vías de indagación empírica, tanto desde el punto de vista de la investigación cuantitativa como desde el punto de vista potencialmente más imaginativo y fructífero de la investigación cualitativa, sobre este escenario o sobre otros contextos comparables. 64 Capítulo 2. Sensación de inseguridad En la actualidad es posible detectar cierto consenso en el campo criminológico acerca de las principales herramientas conceptuales para mensurar y describir con la necesaria sutileza teórica a las distintas manifestaciones de la sensación de inseguridad frente al delito. Este acuerdo se originó en torno a una propuesta muy temprana de distinción analítica realizada en Estados Unidos a comienzos de los años 1970. Por un lado, nos encontramos con el plano de la “sensación de inseguridad en abstracto”, la preocupación social con relación al delito, definida como la atención hacia la criminalidad como un problema social entre otras cuestiones. El individuo es considerado desde este punto de vista como portador de evaluaciones acerca del estado de la vida pública y de orientaciones normativas al respecto. Lo que caracteriza a este plano de la sensación de inseguridad es que no tiene una conexión inmediata con la situación vital de la persona. Por otro lado, como una manifestación diferente se identifica el plano de la “sensación de inseguridad en concreto”, un miedo personal, entendido como una aprensión de carácter más subjetivo, un sentimiento de amenaza frente a la probabilidad de ser víctima de un delito. El individuo es interpelado desde este punto de vista como portador de una experiencia privada. A su vez, a partir de esta división general se han propuesto distintas diferenciaciones conceptuales más precisas que distinguen facetas de la sensación de inseguridad frente al delito. Una distinción útil que se puede rescatar es la que diferencia la presencia de componentes cognitivos, afectivos y comportamentales en las actitudes frente al delito. El componente cognitivo apunta a las percepciones y creencias de los ciudadanos acerca de la criminalidad. Abarca, entre otras cosas, sus percepciones sobre su vulnerabilidad personal y sobre la probabilidad de ser victimizado. Este elemento se aproxima al que en otros trabajos es llamado “evaluaciones o percepciones de riesgo”. El componente afectivo implica una reacción emocional: el miedo al delito, los sentimientos negativos ante ciertas situaciones cotidianas, la desconfianza, etc. El componente comportamental, finalmente, es un elemento de acción frente al problema de la criminalidad. Se incluye en este último a las acciones para evitar victimizaciones, las diversas medidas de protección adoptadas, etc. Creemos que es posible utilizar esta diferenciación para pensar la sensación de inseguridad, especialmente en lo que hace a los elementos afectivo y cognitivo. Abordaremos específicamente la cuestión comportamental en el tercer capítulo de este informe. Ahora bien, es importante destacar que tanto entre el plano abstracto y el concreto de la sensación de inseguridad frente al delito como entre los componentes afectivos y cognitivos pueden no registrarse correlaciones coherentes. Esto quiere decir que podría suceder que quienes presentan un alto nivel de preocupación en abstracto sobre el delito manifiesten un bajo nivel de preocupación en concreto y viceversa. Los diversos aspectos de la sensación de inseguridad tienen dinámicas diferenciales en tiempos y lugares específicos y responden a la diferente incidencia de distintas variables individuales y sociales. En general, las indagaciones empíricas han registrado panoramas contradictorios en las sensibilidades colectivas con respecto al delito –entre los planos abstracto y concreto, entre el componente perceptivo y emotivo, entre los distintos grados de intensidad emotiva, etc. Y más aun entre dichas sensibilidades colectivas y la realización de comportamientos de autoprotección y evitamiento, las actitudes ante las políticas e instituciones de control del delito, las opiniones sobre la gravedad de los delitos, etc. La sensación de inseguridad no constituye una entidad homogénea y en su complejidad se observa su evidente carácter de construcción social y política. Sin embargo este 65 reconocimiento del proceso de construcción social y política de la sensación de inseguridad no le quita “realidad”, no la hace una ilusión ni rebaja su peso en la determinación de la calidad de vida de los ciudadanos, pero sí otorga complejidad a la búsqueda de estrategias para su conocimiento. Sensación de inseguridad “en abstracto” Esta primera sección sobre sensación de inseguridad está orientada a explorar las percepciones y creencias de los residentes de Santa Fe con respecto al delito que se ubican en un marco general y amplio, desenraizadas de su experiencia de vida cotidiana y que se construyen tomando como referencia lo público. 1. Preocupaciones sociales y delito común o callejero En primer lugar, intentamos analizar en qué medida el problema del delito se encuentra presente, en términos generales, entre las inquietudes de los ciudadanos. Para esto, se consultó a los entrevistados cuáles son a su criterio las cuestiones más preocupantes en la actualidad en la ciudad de Santa Fe, dándoles a elegir hasta tres opciones dentro de un elenco de problemas sociales sucintamente identificados. Poco más de cuatro de cada diez entrevistados señalaron entre sus principales inquietudes al consumo de drogas ilegales y una proporción un poco menor a la desocupación. En tercer lugar entre las preocupaciones ciudadanas se encuentra el delito callejero o común, señalado por más de tres de cada diez personas encuestadas. La cuarta preocupación más frecuentemente señalada es la pobreza, con una proporción casi diez puntos porcentuales menor a la anterior. Un poco más atrás se encuentran la crisis de gobernabilidad y la degradación de las instituciones públicas y la desigualdad social. La otra preocupación mencionada por más del 10% de la muestra tiene que ver con la violencia y la corrupción policiales. En general, el panorama de las preocupaciones sociales no sufrió transformaciones radicales entre 2008 y 2012. Sin embargo, se pueden apuntar algunos desplazamientos significativos. Los cuatro núcleos de preocupación principales siguen siendo los mismos, aunque el consumo de drogas ilegales se separó algunos puntos de la desocupación como tema prioritario -los porcentajes en el estudio anterior eran de 47,5% y 47,6% respectivamente. Si consideramos además que el 8,4% de los ciudadanos señaló ahora al tráfico de drogas ilegales –que no estaba incluido como opción en la edición previa de la encuesta- entre los mayores problemas de la sociedad actual, observamos que los temas asociados con estas drogas están en el centro de las inquietudes sociales de los santafesinos. Por otra parte, el delito común o callejero es la opción que más creció entre 2008 y 2012: pasó de ser mencionado por el 26,4% de los ciudadanos encuestados a ser elegido por el 31,4%. Se despegó así de la pobreza, que descendió de ser elegida por el 27,3% de los respondientes en 2008 al 22,7% en 2012. Algo similar sucedió con la desocupación que descendió nueve puntos porcentuales. La preocupación por la gobernabilidad y la degradación institucional mantuvo su lugar con un porcentaje apenas inferior al registrado en la edición anterior. Finalmente, la desigualdad social superó en el puesto siguiente a la violencia y la corrupción policiales -habían sido elegidas por el 8,9% y el 13,4% de los encuestados respectivamente. Gráfico 45 66 Problemas sociales más preocupantes - Ciudad de Santa Fe - 2012 45% Crisis de gobernabilidad y degradación de las instituciones públicas Desocupación 42,6% 40% Delito callejero o común 38,5% Consumo de drogas ilegales Bajos salarios 35% Inflación / Aumento del costo de la vida Crisis de los principios y valores morales 31,4% HIV – SIDA 30% Malestar de los jóvenes Contaminación ambiental Ineficiencia de los servicios públicos 25% Pobreza 22,7% Crisis de la familia 20% Falta de vivienda Desigualdad social Violencia y corrupción policiales 15% 14,0% Corrupción política 10% 9,1% 4,7% Tráfico de drogas ilegales 8,4% 8,5% 6,8% 5% Consumo de alcohol 11,1% 10,3% Violencia Domestica 6,6% 3,9% Circulación y tenencia de armas de fuego 5,5% 4,2% 4,2% 3,5% 2,4% 0,5% 1,3% 0% Otras 3,6% 3,1% 0,1% No contesta Sin Datos Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En el marco de un panorama general de respuestas muy similares entre varones y mujeres, estas últimas apuntaron en mayor medida al delito callejero o común como problema social -33%, frente a un 29,1% de los varones20. No aparecen diferencias sustantivas entre los diferentes grupos etarios acerca del delito callejero como problema social. La edad del respondiente no es determinante en sus valoraciones al respecto21. Por otro lado, parece interesante señalar algunos desplazamientos. Las personas de menor edad parecen focalizarse más sobre temáticas 20 Esta brecha entre mujeres y varones también aparecía en el año 2008, aunque en ambos casos las proporciones de respuestas eran más contenidas -27,9% y 24,5% respectivamente. 21 Se observa una acumulación de menciones a este problema levemente mayor entre los entrevistados más jóvenes, que mencionan al delito callejero o común en un 33,5% de los casos. Este grupo también presentaba una mayor preocupación sobre este tema en 2008. Sin embargo, la presencia de este problema se incrementa levemente en esta franja (en el estudio anterior el delito fue incluido por el 29,6% de los entrevistados), mientras que entre los respondientes que están entre los 45 y 59 años ese incremento fue muy superior: el porcentaje de menciones al delito pasó del 20,5% en 2008 al 30,4% en 2012. 67 específicamente sociales que sobre las políticas o morales: mencionaron en una medida bastante más alta que a nivel general a la pobreza como principal problema social (30%) y en proporciones más contenidas a la crisis de gobernabilidad y degradación de las instituciones públicas (11,2%) y a la crisis de los principios y valores morales (5,7%). Por contraste, los ciudadanos de entre 45 y 59 años se inclinan más por asuntos políticos: mencionaron en una menor medida que a nivel de la ciudad a la pobreza (18,4%) y en una mayor proporción a la crisis de gobernabilidad y degradación de las instituciones públicas (19,2%). Los entrevistados mayores de 60 años se inclinaron menos por problemas de índole más claramente socioeconómica como la pobreza (17,5%, doce puntos porcentuales y medio menos que en la franja etaria de entre 15 y 29 años) o la desigualdad social (7,2%) y apuntaron en una medida un tanto más alta que a nivel general a la crisis de la familia (9,3%) así como al consumo de drogas ilegales (44,9%). Finalmente, las personas de entre 30 y 44 años apuntaron en una medida unos puntos por encima que el resto a la desocupación (40,2%). Por otro lado, los tres problemas más seleccionados a nivel general son también los que generan mayor nivel de preocupación en cada uno de los niveles de instrucción. El delito callejero o común tiene menos presencia en el panorama de las ansiedades públicas de los ciudadanos que se ubican en los extremos del nivel de instrucción: 27,5% entre las personas sin estudios o con primaria incompleta y 25,1% entre quienes tienen estudios universitarios o terciarios completos. En los otros dos grupos esa proporción no difiere significativamente de la obtenida para la ciudad22. A este dato es posible agregar que entre los entrevistados con mayor nivel de instrucción también ocupa un lugar menos importante el consumo de drogas ilegales: 35,5%, al tope de las preocupaciones pero con un porcentaje igual que el de la desocupación. Entre los principales problemas públicos para los respondientes de esta franja avanzan con relación al valor general: la desigualdad social, 18,2%; crisis de gobernabilidad y degradación institucional, 20,8%; inflación, 10,3%; crisis de los principios y valores morales, 15,6%, crisis de la familia, 10,7%. Resulta significativo el contraste con las opciones de los respondientes con menor nivel de instrucción. En este caso, son inferiores al valor general las proporciones obtenidas por la desigualdad social (3,8%), la crisis de gobernabilidad y la degradación de las instituciones públicas (8,8%), la crisis de los principios y valores morales (4,4%) o de la familia (3,1%). También la preocupación por la corrupción política es más contenida que en el caso del valor general (4,4%). El único desplazamiento más o menos significativo hacia una mayor presencia de un problema social entre las personas con menos nivel de instrucción formal tiene que ver con el malestar en los jóvenes -opción que alcanza, de todas maneras, una proporción contenida, 6,9%. Los respondientes con escolaridad primaria completa y secundaria incompleta, por su parte, se volcaron en mayor medida que el resto por los dos problemas más elegidos en la ciudad: el consumo de drogas ilegales (llega casi a la mitad de la muestra en ese grupo, 47,3%) y, en menor medida, la desocupación (40,6%). En esta franja recibieron menos adhesiones la crisis de gobernabilidad y degradación institucional (9,5%), la crisis de principios y valores morales (4,3%) y la desigualdad social (6,9%). Las respuestas de los entrevistados que 22 Es de 34% entre los respondientes con primaria completa y secundaria incompleta y de 32,2% entre quienes tienen secundaria completa y terciaria o universitaria incompleta. En nuestro estudio anterior la opción “criminalidad” también se encontraba más contenida entre los ciudadanos con menor nivel de instrucción formal -con un porcentaje más bajo que el actual, 20,5%. Los restantes grupos presentaban proporciones similares, en todos los casos más contenidas que las registradas para 2012: 25,7%, 28,7% y 26% a medida en que se incrementaba el grado de instrucción alcanzado. 68 poseen escuela secundaria completa y terciaria o universitaria incompleta no se apartan significativamente de las generales. En los dos grupos de menores ingresos los tres principales problemas se presentan en el mismo orden que ocupan a nivel de la ciudad. Sin embargo, entre los ciudadanos que dicen tener ingresos familiares entre $5000 y $10000 el problema que genera más preocupación pasa a ser la desocupación (38,8%), desplazando en el primer lugar al consumo de drogas ilegales (37%). Entre quienes reciben más de $10000 mensuales, en tanto, los dos principales problemas, al mismo nivel, son el delito callejero o común 28,8%, dos puntos porcentuales y medio por debajo del valor general- y el consumo de drogas ilegales -28,8%, casi catorce puntos inferior al porcentaje obtenido para la ciudad-, seguidos por la desocupación -27,4%, once puntos por debajo del valor general. Más allá de estas modificaciones en la escala, no aparecen variaciones significativas en las proporciones de ciudadanos que seleccionan al delito como principal problema social en los distintos estratos de ingresos. Por otra parte, los respondientes con ingresos familiares menores a $2000 señalan en una menor medida que a nivel de la ciudad a la desigualdad social (4,8%), la crisis de gobernabilidad y la degradación de las instituciones públicas (8%), a la crisis de los principios y valores morales (4%) o a la violencia y a la corrupción policiales (6,8%). Hasta aquí, el panorama es similar al que se presenta en el menor nivel de instrucción. Se agrega ahora una mayor preocupación que la obtenida en un plano general por la desocupación (42,3%), la pobreza (26,8%) y el malestar en los jóvenes (7%). En el caso de quienes dicen tener ingresos de entre $2000 y $5000, en tanto, se observan variaciones en sentido ascendente con respecto a la ciudad en la preocupación por el consumo de drogas ilegales -45,6%, tres puntos porcentuales por encima del valor general- y la violencia y la corrupción policiales -13,4%. En este grupo, es más contenida la proporción de personas que menciona a la pobreza -18%. Los respondientes cuyos ingresos familiares van entre $5000 y $10000, por su parte, presentan preocupaciones mayores a las generales de la ciudad con respecto a la pobreza (26,3%), la crisis de principios y valores morales (13,1%), la desigualdad social (14,7%) y la violencia y la corrupción policiales (14,4%) y más contenidas en relación con el consumo de drogas ilegales (37%). Llaman la atención los desplazamientos con respecto a los valores generales en las respuestas de los ciudadanos que dijeron tener ingresos familiares de más de $10000. Además de los ya señalados, la pobreza obtiene una proporción más de seis puntos superior a la obtenida para la ciudad. Muy cerca se ubica la crisis de los principios y valores morales -26%, casi diecisiete puntos porcentuales por encima del valor general y también entre los problemas sociales más importantes de acuerdo con este grupo-. La desigualdad social recibió asimismo un porcentaje de adhesiones más abultado que el general (23,3%). Finalmente, tienen una mayor presencia la violencia y corrupción policiales (16,4%), la ineficiencia de los servicios públicos (11%), la crisis de la familia (12,3%), la crisis de gobernabilidad y degradación de las instituciones públicas (19,2%), la inflación (11%) y la corrupción política (12,3%). Las personas que se autodefinen como de clase media o superior mencionan en una medida levemente más elevada al delito callejero o común como un problema social preocupante en la ciudad -32,6%, frente a 29,7% entre quienes se consideran como de clase baja o media baja. De todas formas, el delito ocupa el tercer lugar en la escala en ambos grupos sociales. El problema más mencionado en ambos es el consumo de drogas ilegales, que tiene sin embargo una mayor presencia entre los entrevistados de clase baja o media baja -45,6%, frente a 40,8% entre los encuestados de clase media o superior. La desocupación ocupa el segundo lugar en ambas escalas, pero también tiene mayor nivel de adhesión en las respuestas provenientes de ciudadanos que se perciben 69 de clase baja o media baja -41,4%, frente a 36% en el otro grupo. Además, dentro de un panorama sin grandes variaciones entre las dos franjas de población, se puede destacar que la desigualdad social es más mencionada entre los respondientes de clase media o superior -13,3%, frente a 8% entre los ciudadanos de clase baja o media baja. Los ciudadanos que han pasado por una experiencia de victimización durante el año 2011 mencionan en una proporción levemente superior que el resto de la población al delito como un problema social preocupante : 34%, frente a 30,4% respectivamente23. Es interesante que el único desplazamiento relevante entre los panoramas de asuntos que generan inquietud en uno y otro grupo tiene que ver con la violencia y la corrupción policiales, mencionado por el 12,9% de los respondientes que pasaron por una experiencia de victimización y el 9,3% de quienes no fueron victimizados. Veamos ahora cómo se ordena este panorama en cada uno de los Distritos Municipales. El principal problema social para los habitantes del Distrito Noreste es la desocupación: 42,4%, proporción casi cuatro puntos superior a la general. En este espacio urbano los ciudadanos se inclinaron menos que a nivel de la ciudad por señalar como preocupante al consumo de drogas ilegales (36,8%). El resto de los porcentajes son muy similares a los registrados para todo el territorio urbano24. En el Distrito Noroeste las cuatro principales opciones son las mismas que a nivel ciudad, pero se observan algunas diferencias. Como en el caso anterior, la desocupación es la principal preocupación de los ciudadanos: fue apuntada por el 48,6% de los respondientes, más de diez puntos porcentuales superior al valor para la ciudad. En un nivel similar se encuentra el consumo de drogas ilegales, con un 48,3% apuntalado por un 9,4% de respondientes que señaló el tráfico de este tipo de drogas. El tercer problema social más importante es aquí la pobreza: 28%, cinco puntos más que en la ciudad, aunque la desigualdad social es señalada solamente por el 4,6%. En cuarto lugar se ubica el delito callejero o común: 23,1%, más de ocho puntos porcentuales menos que en la ciudad y más de doce puntos porcentuales por debajo de lo registrado en los distritos en los que resulta más mencionado25. En el Distrito Norte se observan pocas variaciones significativas con respecto a los datos recolectados para toda la ciudad. Es posible señalar que aquí también el consumo de drogas ilegales aparece en una proporción bastante mayor a la de la totalidad de la ciudad (49,2%)26. En el Distrito Oeste se observan algunas diferencias con relación a los datos agregados para la ciudad. Se puede subrayar como interesante que las respuestas que apuntan a la pobreza resultan, comparativamente, bastante contenidas: 16,5%, más de seis puntos porcentuales por debajo del valor general. En menor proporción sucede algo similar con la desocupación (35,5%) y el consumo de drogas ilegales (39,1%). Por contraste, reciben aquí más adhesiones la violencia y la corrupción policiales (14%) y la crisis de principios y valores morales (13,1%)27. 23 En 2008 la relación entre las opiniones de quienes habían sido victimizados y quienes no era muy similar, aunque los porcentajes que obtenía la opción “criminalidad” eran inferiores -28,4% y 25,5%, respectivamente. 24 El delito callejero como problema social (32,6%) tiene una presencia un tanto mayor que en 2008, -el porcentaje de personas que señaló a la criminalidad en ese entonces fue del 28,8%, casi cuatro puntos porcentuales inferior al actual. 25 Esta proporción es casi cinco puntos inferior a la que registró la criminalidad en el año 2008. 26 El porcentaje de ciudadanos que señalaron al delito común (31,8%) resulta superior al obtenido en 2008 por más de cinco puntos porcentuales y medio. 27 El delito común fue seleccionado en este territorio por una proporción de ciudadanos casi tres puntos y medio superior a la de 2008 (31,8%). 70 Los tres problemas sociales más preocupantes en el Distrito Este de la ciudad obtienen proporciones de respuestas muy similares entre sí: consumo de drogas ilegales (38,6%, cuatro puntos porcentuales inferior al valor general), desocupación (35,4%, tres puntos por debajo del valor general) y delito común (35,4%, cuatro puntos superior al porcentaje obtenido para la ciudad)28. Se observan también variaciones en sentido ascendente en la crisis de gobernabilidad y degradación de las instituciones públicas (19,3%), de los principios y valores morales (12,9%) y de la familia (9,9%). Los ciudadanos del Distrito Sudoeste, por su parte, colocan al delito callejero o común como la segunda de sus principales preocupaciones, mencionada por el 35,7% de los encuestados, casi cuatro puntos porcentuales y medio más que en la ciudad en general29. Queda apenas por detrás la desocupación, con 34,3% -más de cuatro puntos porcentuales menos que en la ciudad. Se mantiene al mismo tiempo como el problema más preocupante el consumo de drogas ilegales -39,5%, tres puntos por debajo del valor general. Se separan en sentido descendente en este distrito de los datos obtenidos para la ciudad la crisis de gobernabilidad y degradación de las instituciones públicas (10,4%) y la violencia y la corrupción policiales (6,1%). En el Distrito Centro, en tanto, las tres principales preocupaciones registran niveles más contenidos que en la ciudad. El 34,1% de los ciudadanos apuntó al consumo de drogas ilegales -ocho puntos porcentuales y medio menos que en la ciudad-, el 31,9% a la desocupación -poco más de seis puntos y medio menos que en la ciudad- y el 29,7% al delito -apenas un punto y medio menos que en la ciudad30. También es relativamente baja la preocupación por el tráfico de drogas ilegales (5,2%). Más allá de estas opciones, la desigualdad social -con un 19,3%- obtuvo un porcentaje más de ocho puntos mayor al de la ciudad. También crece la preocupación por la crisis de gobernabilidad y degradación de las instituciones públicas (18,3%) y la crisis de los principios y valores morales (15,3%). Por último, podemos destacar que este es el único distrito de la ciudad en el que la inflación y la corrupción política como problemas sociales superan la línea del 10% -con 10,6% y 12%, respectivamente. Finalmente, en el Distrito de la Costa encontramos una significativa proporción de menciones al consumo de drogas ilegales -54,9%, más de doce puntos superior al valor general. La desocupación también registra un porcentaje importante -41,8%, más de tres puntos superior al valor general-, mientras que el delito callejero o común se ubica tercero con una proporción similar a la obtenida para toda la ciudad (31,2%)31. La crisis de principios y valores morales recibe aquí adhesiones relativamente contenidas (5%). Gráfico 46 28 Se observa en este dato un impresionante aumento de diez puntos porcentuales con respecto a 2008. En este caso se registra un aumento también muy importante, de casi ocho puntos porcentuales, con relación a 2008. 30 En este distrito la proporción en 2008 era idéntica a la actual. 31 Esta área urbana presentaba en 2008 los valores más contenidos de la ciudad con respecto a la criminalidad. Desde ese momento este indicador creció de manera notable, más de once puntos y medio. 29 71 Delito callejero o común entre las principales preocupaciones por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 40% 35,4% 35% 31,8% 32,6% 31,8% Distrito Noreste Distrito Oeste 35,7% 29,7% 30% 25% 31,2% 23,1% 20% 15% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa 2. Valoración general acerca del problema de la inseguridad frente al delito En otro momento, se pidió a los entrevistados que realizaran una valoración general acerca del problema de la inseguridad frente al delito en la ciudad de Santa Fe. El 95,1% de ellos lo definió como “muy grave” o “grave”. Esta proporción es prácticamente idéntica a la registrada en la edición anterior de la encuesta en 2008, aunque se observa un descenso de las respuestas “muy grave” (era del 53,6%) y un aumento del porcentaje de respondientes que la define como “grave” (era del 41,2%). Gráfico 47 72 Valoración sobre el problema de inseguridad - Ciudad de Santa Fe 2012 0,1% 0,4% 0,6% 3,8% Muy grave Grave Poco grave 48,1% 47,0% Nada grave Sin Datos No sabe/No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Si bien tanto las respuestas de las mujeres como las de los varones sobre este punto muestran altos niveles de inseguridad, las valoraciones de las mujeres contienen un mayor grado de alarma, observable en la proporción de respondientes de sexo femenino que calificaron a la situación como “muy grave”, un 51,2%, frente a un 43,8% de esas respuestas entre los de sexo masculino32. Se observan algunas diferencias en las proporciones de respuestas “muy grave” obtenidas en los distintos grupos etarios. En el grupo que presenta mayor grado de ansiedad –el de los ciudadanos que tienen entre 45 y 59 años, 53,9%33- se registra un porcentaje de esas respuestas casi diez puntos superior al del grupo que muestra menor nivel –el de entre 15 y 29 años, con 44,1%. Entre quienes tienen más de 30 y menos de 44 años la proporción es de 48,8% y entre los mayores de 60 años de 46,9%. No aparecen desplazamientos de acuerdo con el nivel educativo alcanzado por el respondiente34. En relación con la incidencia en las respuestas del nivel de ingresos del encuestado, se observa que las valoraciones del problema como “muy grave” descienden a medida en que se incrementa el nivel de ingresos. El porcentaje de esa respuesta es de 48,8% entre quienes cobran hasta $2000, 48,2% entre quienes reciben más de $2000 y menos de $5000, de 44,3% entre quienes dicen tener ingresos entre $5000 y $10000 y 42,5% entre quienes superan los $10000. Algo similar ocurre en relación con la autopercepción social del entrevistado. Las valoraciones más negativas acerca de la situación de la inseguridad se concentran entre 32 En este caso también se mantiene la distancia que existía en 2008 entre las respuestas “muy grave” de mujeres y varones, aunque con proporciones que en ambos casos han descendido desde entonces (eran de 57,9% y 48,6%, respectivamente). 33 En 2008 este grupo de edad también presentó niveles mayores de sensación de inseguridad de acuerdo con este indicador, aunque el porcentaje de respuestas “muy grave” era un poco más elevado (57,4%). 34 Se produjo con respecto al año 2008 un movimiento interesante. En ese entonces, la proporción de respuestas “muy grave” se incrementaba a medida en que avanzaba el grado de instrucción formal, desde 46% entre las personas sin estudios o con primaria incompleta hasta el 58,2% entre quienes tenían estudios universitarios o terciarios completos. Estas proporciones se han aproximado, ya que las respuestas “muy grave” descendieron entre este último grupo casi diez puntos porcentuales (48,4%), mientras que se incrementaron tres puntos y medio entre los ciudadanos con menor nivel de instrucción formal (llegaron al 49,4%). 73 quienes se consideran de clase media o media baja -51,3% de respuestas “muy grave”, frente a un 46,8% entre las personas que dicen ser de clase media o superior. El hecho de haber pasado por una experiencia de victimización durante el año 2011 tiene incidencia en la sensación de inseguridad “en abstracto” también de acuerdo con este indicador. Las respuestas “muy grave” alcanzan el 54,7% entre quienes fueron víctimas de delitos en 2011, y ese porcentaje es de 45,4% en el resto de la población35. Este indicador muestra una mayor concentración de preocupación en el Distrito Sudoeste -las respuestas “muy grave” trepan al 56,2%, más de ocho puntos porcentuales por encima del nivel general-, seguido por el Noroeste (51,4%) y el Norte (49%). Las proporciones más contenidas se registraron en los Distritos Centro (44,4%) y de la Costa (44,2%). 36 Gráfico 48 Valoración “muy grave” sobre el problema de la inseguridad por Distrito Municipal – Ciudad de Santa Fe - Año 2011 60% 56,2% 51,4% 50% 49,4% 47,0% 46,4% 45,3% Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este 44,4% 44,2% Distrito Centro Distrito de la Costa 40% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Suroeste 35 En 2008 las proporciones eran 62% entre quienes habían sido victimizados y 50% entre quienes no habían pasado por una experiencia de victimización. Es decir que se observan descensos de poco más de siete puntos porcentuales en el primer grupo y de poco más de cuatro puntos porcentuales y medio en el segundo. 36 Si cotejamos esta información con los datos recogidos en el año 2008, se observa que en casi todos los distritos municipales se han registrado descensos, con excepción de dos de ellos: el Distrito de la Costa, que contaba con el porcentaje más bajo en 2008 (40,1%) y el Distrito Sudoeste, en el que se mantuvo estable con un leve ascenso -era de 55,7%. En algunos casos los declives son bastante abruptos, como en el Distrito Oeste -era de 58,2%, casi doce puntos porcentuales mayor a la actualidad-, el Distrito Noreste era de 57,1%, poco más de diez puntos porcentuales mayor- o el Distrito Centro -era de 54,4%, casi diez puntos porcentuales más que en 2012. 74 Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 3. Percepción acerca de la evolución reciente del delito en la ciudad Otro indicador de la sensación de inseguridad “en abstracto” está dado por los juicios relativos a la evolución del volumen de delito. Se reconoce que las personas responden a este interrogante, en parte, como resultado de la interiorización de ciertos mensajes difundidos en los intercambios de la vida cotidiana y en los medios de comunicación y, en parte, como proyección del propio sentimiento de inseguridad y del descontento vinculado con la situación actual. La mitad de los encuestados sostuvieron que el delito aumentó “mucho” en el último año en Santa Fe. Si sumamos a esa proporción la de ciudadanos que consideran que se incrementó “poco”, observamos que más de siete de cada diez encuestados piensan que hubo un aumento. Prácticamente dos de cada diez, por su parte, aseguraron que se mantuvo igual y solamente el 5,2% dijeron que hubo una disminución. Estos datos son similares a los obtenidos para el año 2008. Se registró un leve descenso entre quienes dijeron que el delito aumentó –no se diferenciaba en esa ocasión entre mucho y poco, eran el 76,2%- y un débil ascenso en el porcentaje de personas que sostuvieron que el delito se mantuvo igual -era del 15,7%. Gráfico 49 Percepciones acerca de la evolución del delito en el último año Ciudad de Santa Fe - Año 2012 4,2% 0,3% 2,5% 2,7% 17,5% Ha disminuido mucho Ha disminuido poco Se ha mantenido igual Ha aumentado poco Ha aumentado mucho 49,7% Sin Datos 23,2% No sabe/No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En este caso, como en los analizados anteriormente, las mujeres presentan percepciones más negativas que los varones. Un 53,3% de las encuestadas afirma que el delito ha aumentado mucho, respuesta que alcanza al 44,7% entre los hombres. Estos últimos, por su parte, responden en un mayor porcentaje que el delito se ha mantenido igual 23%, frente al 13,5% de las mujeres37. 37 Además, un 67,6% de los varones considera que el delito ha aumentado (ya sea mucho o poco), dato que llega al 76,7% en el caso de las mujeres. En el año 2008 la relación era similar, aunque los porcentajes eran un poco más elevados -71,1% y 80,5%, respectivamente. 75 Los ciudadanos que tienen entre 45 y 59 años manifiestan opiniones más alarmadas que el resto. El 55,6% de los respondientes en este grupo consideró que el delito “ha aumentado mucho” en la ciudad. Esa proporción resulta más de trece puntos porcentuales superior a la registrada entre los entrevistados más jóvenes (42,3%). En el grupo de ciudadanos de mayor edad es de 49,7% y en el de entre 30 y 44 años de 53,6%38. No se registran diferencias relevantes de acuerdo con el nivel educativo del respondiente39. A diferencia de lo observado en el indicador anterior, en este caso las personas que tienen ingresos de hasta $2000 muestran un menor nivel de inseguridad que el resto. Las respuestas “ha aumentado mucho” alcanzan en ese grupo el 46,5%. En los tres restantes rondan el 50%. No aparecen desplazamientos relevantes de acuerdo con la autopercepción de clase del entrevistado -las respuestas “ha aumentado mucho” son del 49,8% entre quienes dicen ser de clase media o superior y del 48,7% entre quienes se definen como de clase media o media baja.40 Nuevamente, quienes experimentaron un hecho delictivo durante el año 2011 expresan un sentimiento de inseguridad más difundido. El 54,1% de los entrevistados de este grupo opinaron que el delito ha aumentado mucho en la ciudad en el último año, una proporción superior por más de seis puntos porcentuales a la registrada entre quienes no fueron victimizados (47,9%). De acuerdo con este indicador, los mayores registros de sensación de inseguridad se encuentran en el Distrito Sudoeste y en el Distrito Norte, con proporciones que superan a la de la ciudad en poco más de ocho y casi siete puntos porcentuales, respectivamente. La proporción más contenida se encuentra en el Distrito Noroeste.41 Gráfico 50 38 Si sumamos las respuestas “ha aumentado mucho” y “ha aumentado poco” las personas de entre 30 y 44 años se presentan casi tan alarmadas como las que se encuentran entre los 45 y 59 años -76,8% y 77,1%, respectivamente. Los ciudadanos menores de 30 años poseen las valoraciones menos negativas -el 67,5% piensa que el delito aumentó, ya sea mucho o poco. El grupo de ciudadanos de entre 45 y 59 años era también el más inseguro de acuerdo con este indicador en 2008, aunque la proporción de respuestas “ha aumentado” era un poco mayor (80,2%). 39 Hay un ascenso muy leve en el porcentaje que resulta de la acumulación de respuestas “ha aumentado mucho” y “ha aumentado poco” a medida en que se incrementa el nivel de instrucción . Entre las personas sin estudios o con escolaridad primaria incompleta esa proporción es de 71,9%, y entre quienes tienen estudios universitarios o terciarios completos es de 74,1%. En el año 2008 tampoco aparecieron variantes significativas de acuerdo con el nivel de instrucción. 40 Sin embargo, en línea de alguna manera con lo registrado con respecto al nivel de ingresos –y en contraste nuevamente con lo observado en el indicador precedente- si sumamos los porcentajes de las respuestas que apuntan a un aumento se visualizan percepciones más alarmadas entre quienes se consideran más acomodados (74,4%, frente a 70,6% en el otro grupo). 41 Si se suman las respuestas “ha aumentado mucho” y “ha aumentado poco” podemos construir un dato que nos permita una comparación con lo registrado en 2008 para cada Distrito Municipal. Solamente en dos de los distritos municipales se observan incrementos en la sensación de inseguridad, en ambos casos muy débiles. Se trata de los distritos Sudoeste y de la Costa -en ambos casos con incrementos de poco más de dos puntos porcentuales y medio con respecto al dato obtenido en nuestro estudio anterior. En el resto de los distritos hubo caídas de distinta intensidad: las más importantes se registraron en el Distrito Noroeste -casi once puntos porcentuales menos de estas respuestas- y el Distrito Noreste -con una baja de poco más de ocho puntos y medio-paradójicamente, los dos territorios con mayores índices de victimización. Hubo descensos menos significativos en los Distritos Centro -oco más de cinco puntos porcentuales- Norte -más de dos puntos y medio-, Oeste -un punto porcentual y medio- y Este -menos de medio punto porcentual-. 76 Percepciones acerca de que el delito ha aumentado mucho en el último año por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 70% 57,9% 60% 56,4% 48,4% 50% 46,9% 47,1% Distrito Oeste Distrito Este 49,9% 48,1% Distrito Centro Distrito de la Costa 42,3% 40% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Suroeste Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 4. Percepción acerca de la evolución futura del delito en la ciudad Por otro lado, se pidió a los encuestados su opinión acerca de lo que sucederá con el delito en los próximos años en la ciudad de Santa Fe. Esta percepción resulta aún más abstracta que la indagada en la pregunta precedente pues hace referencia ya no al pasado sino al futuro. Uno de cada tres encuestados considera que el delito aumentará mucho en el futuro inmediato y poco más de un cuarto de ellos opina que aumentará, aunque no en gran medida. En definitiva, más de seis de cada diez entrevistados presentan visiones negativas. Por otro lado, poco más del 20% sostiene que seguirá igual y sólo el 6% dice que disminuirá. El panorama es similar al recogido durante el año 2008. La proporción de personas que dicen que el delito aumentará es apenas superior al de aquella ocasión –la encuesta precedente no distinguía entre mucho y poco, era el 60,3%. Se registra un leve aumento entre quienes piensan que el problema seguirá igual -era de 17,7%- y un descenso, un poco más importante, en el porcentaje de respondientes que sostienen que el delito disminuirá -era del 12,4%. Es posible observar que el porcentaje de personas que dicen que el delito aumentará es diez puntos porcentuales inferior al de los ciudadanos que piensan que el delito aumentó. Es decir que, al igual que en la versión anterior de la encuesta, la visión hacia el futuro de la evolución de la criminalidad es menos negativa entre los ciudadanos que la mirada acerca el pasado de la misma. Gráfico 51 77 Evaluación acerca de la evolución del delito en los próximos años Ciudad de Santa Fe - Año 2012 11,1% 0,3% 0,3% Aumentará mucho 5,8% 35,8% Aumentará un poco Seguirá igual Disminuirá un poco 20,4% Disminuirá mucho Sin Datos No sabe/No contesta 26,3% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Si tomamos las respuestas “aumentará mucho” prácticamente no hay diferencias entre mujeres y varones -36,3% y 35,1%, respectivamente-. La brecha es apenas mayor si acumulamos las respuestas “aumentará mucho” y “aumentará un poco”. En este caso el porcentaje alcanza al 63,6% entre las mujeres y 60% entre los varones. Es posible observar que, si bien las mujeres presentan también aquí percepciones más negativas, la distancia entre sus valoraciones y las de los varones no es tan amplia como en el caso de los dos indicadores anteriores. Es decir que las valoraciones de las personas de sexo femenino son bastante más críticas que las de sexo masculino en lo que hace al estado de situación o a su evolución desde el pasado, pero las perspectivas de los respondientes de ambos sexos hacia el futuro se encuentran más próximas42. Este indicador muestra también como en los datos precedentes, al grupo de entre 45 y 59 años como el que presenta mayores niveles de sensación de inseguridad -40,1% de respuestas “aumentará mucho”. Se le agrega aquí la franja etaria de entre 30 y 44 años (39,6%). Esos valores son casi diez puntos porcentuales superiores a los registrados en el caso de las personas de entre 15 y 29 años (30,4%). Entre los mayores de 60 años el valor es intermedio (34,6%).43 Se observa una leve diferencia entre los respondientes que han alcanzado niveles distintos de instrucción formal. Las personas con mayor grado de instrucción presentan una sensación de inseguridad levemente superior: las respuestas que apuntan a un gran aumento del delito alcanzan un 38,1% entre los ciudadanos con educación terciaria o universitaria completa, y ese porcentaje es de 34,4% entre los entrevistados sin estudios o con escolaridad primaria incompleta. Los dos grupos restantes se encuentran en valores intermedios -34,9% entre las personas con primaria completa y 35,8% entre quienes tienen completa la escuela secundaria44. Se nota una cierta diferencia de acuerdo al nivel de ingresos declarado en la entrevista por el respondiente. La opción “aumentará mucho” alcanza una proporción un tanto más 42 En el año 2008 no aparecieron diferencias significativas de acuerdo al género de los entrevistados. Si se acumulan las respuestas que apuntan a un incremento del delito, el grupo de entre 45 y 59 años se despega por unos puntos porcentuales del de entre 30 y 44 años -67,1% y 64,6%, respectivamente. Esa proporción es de 58% entre los mayores de 60 años y de 59,3% entre los menores de 30. No se registran diferencias significativas con respecto a 2008. 44 En el año 2008 no surgieron variantes importantes de acuerdo al nivel de instrucción de los ciudadanos. 43 78 contenida en el grupo de menores ingresos -35%, frente a 38,7%, 36,1% y 37% a medida en que se avanza en sentido ascendente en el nivel de los ingresos familiares. No hay grandes variantes con relación al lugar de la pirámide social en la que se considere situado el respondiente. Las respuestas “aumentará mucho” son apenas mayores entre los entrevistados de clase baja o media baja, 36,1%, contra 35,4% en el otro grupo. Una vez más, los ciudadanos que fueron victimizados durante 2011 presentan miradas más negativas sobre la situación. El 39,5% de ellos considera que el delito aumentará mucho en el próximo año, y ese porcentaje es de 34,3% entre quienes no pasaron por experiencias de victimización45. Las proporciones más importantes de respuestas que remiten a una mayor ansiedad se registraron en los Distritos Norte (44,7%) y Noreste (42,8%) –en ambos casos en torno a los diez puntos porcentuales más que el valor obtenido para la ciudad. El porcentaje más bajo se registró en el Distrito Este (26%).46 Gráfico 52 45 Las proporciones de quienes dicen que aumentará –mucho o poco- son de 67,4% entre los ciudadanos que fueron victimizados y 60% entre los que no lo fueron. En 2008 habían sido de 63,4% y 59%. Se observa entonces un incremento del pesimismo entre las personas victimizadas y una estabilidad con una leve baja entre las personas que no pasaron por experiencias de victimización. 46 Para elaborar una comparación con respecto a los datos obtenidos en 2008 –como con respecto al indicador precedente- es necesario sumar las respuestas “aumentará mucho” y “aumentará un poco”, para lograr un dato equivalente al obtenido en la primera edición de la encuesta, en la que la única opción era “aumentará”. De acuerdo con este indicador, se registraron aumentos de distinta intensidad en cuatro distritos municipales: el Distrito de la Costa -62%, más de diez puntos porcentuales superior a 2008, cuando tenía el nivel más bajo de la ciudad-; Distrito Noreste -70,8%, casi siete puntos más que en la edición anterior-; Distrito Norte -67%, poco más de seis puntos mayor a 2008- y Distrito Oeste -62,9%, con un incremento de casi cinco puntos porcentuales con respecto a 2008-. En el resto de los distritos municipales de la ciudad se observan descensos: de casi seis puntos en el Distrito Noroeste (57,7%), de cinco puntos en el Distrito Este (57%), de poco más de tres puntos en el Distrito Sudoeste (60,8%) y de dos puntos en el Distrito Centro (59,7%). 79 Percepciones acerca de que el delito aumentará mucho en los próximos años en la ciudad por Distrito Municipal – Ciudad de Santa Fe - Año 2012 50% 44,7% 45% 42,8% 40% 35% 36,8% 35,5% 34,0% 36,2% 30,8% 30% 26,0% 25% 20% 15% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 5. Observaciones principales En definitiva, a partir de estos cuatro indicadores pueden observarse algunos desarrollos que han tenido lugar en las preocupaciones generales acerca del delito en la ciudad de Santa Fe entre los años 2008 y 2012. En principio, la sensación de inseguridad “en abstracto” mantiene su importante presencia en las sensibilidades colectivas, e incluso algunos datos sugieren que ha aumentado. Así, en el marco de un cierto retroceso de las preocupaciones asociadas con la situación social como la desocupación o la pobreza, el delito callejero ganó terreno entre los problemas que concitan más ansiedad entre los santafesinos. A este dato se suma la persistencia del consumo de drogas ilegales como principal núcleo de atención pública. Por otro lado, si bien hay levisimos corrimientos en sentido positivo en las percepciones de los ciudadanos sobre la situación general de la inseguridad en la ciudad -descenso en las opciones “muy grave”- y sobre la evolución desde el pasado -declive en la proporción de respondientes que señalan que el delito aumentó-, las respuestas vinculadas con la sensación de inseguridad continúan siendo una importante mayoría de acuerdo con estos dos indicadores. Finalmente, también se registra un retroceso de las expectativas optimistas acerca del futuro, reflejado en la baja del porcentaje de respondientes que apunta que el volumen de delito disminuirá en la ciudad, que ya era minoritaria en el año 2008. En relación con la incidencia de las variables sociales y espaciales en la distribución de este plano de la sensación de inseguridad, es posible realizar algunas puntualizaciones. Está claro que el delito ocupa un lugar más importante entre las preocupaciones de las mujeres que entre las de los varones: las entrevistadas incluyen más al delito común o callejero como problema social, definen a la situación como más grave y perciben un 80 aumento más marcado en el último año. De esta manera, se mantiene una diferencia significativa que ya había aparecido en nuestro estudio para el año 2008. Con respecto a la edad, el panorama más crítico se encuentra en los ciudadanos situados entre los 45 y los 59 años. Si bien no introducen en mayor medida que el resto al delito común o callejero entre los problemas sociales más preocupantes, concentran las miradas más negativas sobre la situación de la inseguridad y también acerca de la evolución del volumen de criminalidad en la ciudad desde el pasado y hacia el futuro. Estos elementos ya aparecían de igual modo en 2008. Además, en aquel entonces los miembros de este grupo habían mencionado a la criminalidad como uno de los asuntos públicos que les generaban ansiedad en menor medida que los demás, y este año lo hacen en un valor similar al general de la ciudad, revelando un incremento mayor de la presencia del delito común o callejero como problema social en este grupo etario que en los demás. No se observan desplazamientos concluyentes en la sensación de inseguridad “en abstracto” en cuanto a los indicadores relacionados con la situación socioeconómica de los entrevistados -nivel de instrucción, nivel de ingresos y autopercepción de la pertenencia a una clase social. En cambio, es posible observar que este plano de la sensación de inseguridad se incrementa claramente, de acuerdo con todos los indicadores analizados, entre las personas que pasaron recientemente por experiencias de victimización, repitiendo un panorama que había aparecido en la primera edición de la encuesta. En cuanto a la distribución espacial, los niveles más importantes de esta faceta de las preocupaciones sociales con respecto al delito parecen concentrarse en el Distrito Sudoeste de la ciudad de Santa Fe. Se trata del espacio urbano en el que, pese a registrar un índice de victimización comparativamente moderado, el delito callejero o común es presentado en una mayor proporción como un problema social preocupante y es el territorio en el que las valoraciones negativas acerca de la gravedad y de la evolución del delito en los últimos años se encuentran más difundidas. El único dato que no respalda esta afirmación es el vinculado con el aumento del delito en los próximos años para la ciudad47. Sensación de inseguridad “en concreto” Como decíamos, se ha intentado también reconstruir las percepciones y sentimientos de los residentes que expresan una sensación de inseguridad frente al delito en espacios más concretos, que están más fuertemente ligados a sus experiencias de vida cotidiana como el barrio o el hogar. En los estudios producidos en diversos contextos, en general, las expresiones de inseguridad y miedo tienden a redimensionarse cuando se hace referencia puntual a estos espacios concretos, reduciéndose los niveles de alarma social. Hemos aquí, como señalábamos precedentemente, diferenciado un componente perceptivo de un componente emotivo que presentaremos a continuación separadamente. I. Percepciones 47 También se observa cierta difusión de la sensación de inseguridad en abstracto en el distrito Norte – registra proporciones elevadas de residentes que consideran que el delito ha aumentado mucho en el último año y aumentará mucho en los próximos años en la ciudad-, Noroeste –presenta un alto porcentaje de ciudadanos que evalúan a la situación de la inseguridad en la ciudad como muy grave-, Este –elevada proporción de encuestados que incluye al delito entre los principales problemas sociales- y Noreste –alto porcentaje de ciudadanos que considera que el delito aumentará en el futuro. 81 En primer lugar, abordaremos las percepciones y creencias con respecto al delito que se expresan en un plano concreto pero que reflejan un cierto ejercicio de cálculo y reflexión. 1. Percepción acerca de la evolución reciente del delito en el barrio Por un lado, se consultó a los entrevistados acerca de sus percepciones sobre la evolución del delito en el último año en su barrio. Las proporciones variaron significativamente con respecto a aquellas referidas a la ciudad en general, a las que hicimos referencia en el apartado anterior. La mayoría de las personas piensa que en su barrio el delito aumentó en el último año, pero esta respuesta es escogida por la mitad de los encuestados, mientras para la ciudad el porcentaje supera el 70%. La proporción de ciudadanos que consideran que el delito ha aumentado mucho resulta significativa – uno de cada tres respondientes- pero también es menor a la registrada cuando indagamos sobre la situación en la ciudad. Finalmente, casi cuatro de cada diez ciudadanos piensan que el delito se mantuvo igual en sus barrios y el 7% sostiene incluso que ha disminuido. El panorama vuelve a ser aquí similar al del año 2008, con un levísimo desplazamiento general hacia la presencia de una mayor sensación de inseguridad para 2012. Para aquel año, la proporción de quienes dijeron que aumentó –en esa edición no se distinguía entre mucho y poco- era apenas menor (47,5%) y lo mismo sucede con el porcentaje de personas que afirmaron que se mantuvo igual (era 37,3%). Gráfico 53 Percepción acerca de la evolución del delito en el último año en el propio barrio - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 3,8% 0,2% 1,4% 5,6% Ha disminuido mucho Ha disminuido poco 32,2% Se ha mantenido igual 39,3% Ha aumentado poco Ha aumentado mucho Sin Datos No sabe/No contesta 17,6% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En lo que hace a este indicador, tanto los varones como las mujeres entrevistados presentan percepciones menos alarmadas con relación a la evolución del delito en sus propios barrios si las comparamos con sus miradas sobre la ciudad. Por otro lado, las mujeres consideran en una mayor medida que los varones que el delito ha aumentado 82 mucho en sus propios barrios -34,6% y 28,9%, respectivamente. Además, los varones respondieron en un porcentaje más elevado que el nivel de delitos se mantuvo igual 43,6%, contra 34,6% de las mujeres48. Los grupos de edad que presentan una mayor sensación de inseguridad de acuerdo con este indicador son los que abarcan a los ciudadanos de entre 45 y 59 años -37,3% de respuestas “ha aumentado mucho”- y de entre 30 y 44 años -36%. Esa proporción desciende en las dos franjas restantes -26,7% entre los menores de 30 años y 32,2% entre los mayores de 60. Por otra parte, la franja de ciudadanos con mayor grado de instrucción presenta niveles más altos de percepción de inseguridad de acuerdo con este indicador. Un 36,6% de los entrevistados en esa franja considera que el delito aumentó mucho en sus barrios. Ese porcentaje resulta más contenido en los otros grupos: 31,9% entre quienes no completaron la escolaridad primaria o no tienen estudios, 29,1% entre quienes no terminaron la secundaria y 33,2% entre quienes no culminaron sus estudios terciarios o universitarios49. Los ciudadanos con mayores niveles de ingresos presentan un grado más alto de percepción de inseguridad de acuerdo a este indicador. La opción “ha aumentado mucho” fue seleccionada por el 41,1% en la franja que dice recibir más de $10000 mensuales, frente al 30,3%, 30,9% y 32,5% de los restantes grupos de ingresos en sentido descendente50. Sin embargo, lo contrario ocurre en el caso de la ubicación autopercibida de los respondientes en la escala social. Aquí, la mayor percepción de inseguridad se observa entre los entrevistados que se dicen de clase baja o media baja, 34,2% de respuestas “ha aumentado mucho”, frente al 30,7% en el otro grupo.51 Cuatro de cada diez de los ciudadanos que dijeron haber sido victimizados durante el año 2011 consideraron que el delito aumentó mucho en sus barrios. Esta respuesta revela una percepción de inseguridad más difundida que entre quienes no fueron víctimas. En este caso, el porcentaje es del 29%52. En cuanto a la distribución de las percepciones acerca de la evolución del delito en el último año en el barrio en cada uno de los distritos municipales, se puede observar que el Distrito Sudoeste presenta una proporción de respuestas “ha aumentado mucho” 48 Si acumulamos las respuestas “ha aumentado mucho” y “ha aumentado poco” obtenemos proporciones prácticamente idénticas a las obtenidas en 2008, con leves ascensos: 53,1% para las mujeres -había sido 51,1%- y 45,1% entre los varones -fue de 43,2%. 49 Esta brecha se extiende algunos puntos porcentuales si se suman las respuestas “ha aumentado mucho” y “ha aumentado poco”. Un 56,3% de los entrevistados con título universitario considera que el delito aumentó en sus barrios. Esa proporción es de 48,2% entre quienes no completaron la primaria, 47% entre quienes no terminaron la secundaria y 49,8% entre quienes no culminaron sus estudios terciarios o universitarios. En 2008 no habían aparecido diferencias relevantes. 50 Si sumamos las respuestas que apuntan al aumento -independientemente de si es calificado como “mucho” o “poco”- los resultados muestran un descenso de la sensación de inseguridad a medida en que disminuye el nivel de ingresos: 56,2%, 48,6%, 46,3% y 45,8%. 51 Si sumamos las respuestas que apuntan al aumento -independientemente de si es calificado como “mucho” o “poco”- los resultados muestran un cierto emparejamiento: 49,1% entre quienes se perciben de clase media, media alta o alta y un 50,7% entre quienes se perciben de clase media baja o baja. 52 La acumulación de las opciones que remiten al aumento en este caso da por resultado un 57,6% entre las personas que fueron víctimas de delitos y un 46,7% entre las que no lo fueron. Esos datos eran en 2008 52,8% y 45,2%, respectivamente. Es decir que hubo desde la edición anterior de la encuesta un importante incremento en el malestar de quienes fueron victimizados y una cierta estabilidad entre quienes no lo fueron. 83 significativamente alta, catorce puntos y medio superior al dato general. Luego, encontramos un grupo de distritos que presenta datos similares al de la ciudad -Norte, Este, Centro y Oeste. Y con porcentajes más contenidos encontramos a los distritos Noroeste, Noreste y de la Costa, zonas urbanas con niveles de victimización disímiles: altos en los dos primeros casos, bajo en el segundo. 53 Gráfico 54 Percepciones acerca de que el delito ha aumentado mucho en el último año en el propio barrio por Distrito Municipal - Año 2012 50% 45% 40% 35% 30% 46,7% 30,7% 34,9% 27,7% 32,7% 32,7% 27,0% 24,0% 25% 20% 15% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 2. Percepción acerca de la evolución futura del delito en el barrio Por otro lado, también introdujimos una pregunta acerca de la evolución futura de la criminalidad en el propio barrio y no ya de la ciudad en general. Como sucedió con los resultados de la pregunta anteriormente analizada, se registraron también aquí algunas diferencias relevantes. La proporción de encuestados que consideran que el delito aumentará mucho, si bien es significativa, resulta más de doce puntos porcentuales inferior a la registrada con respecto a la ciudad y es superada por el porcentaje de ciudadanos que consideran que el delito aumentará un poco en sus barrios. La suma de 53 Para intentar una comparación con los datos de 2008 es necesario aquí también sumar las respuestas “ha aumentado mucho” y “ha aumentado poco”, para lograr un equivalente a la opción “ha aumentado” que formaba parte del cuestionario anterior. A diferencia de lo que sucedía en las referencias alarmistas a la evolución del delito en la ciudad, no encontramos aquí una tendencia al descenso entre 2008 y 2012 en la mayor parte de los Distritos Municipales. Esto podría deberse a que este dato ya era, en general, más contenido en 2008. En seis distritos se registran incrementos, algunos de ellos muy marcados. En el Distrito de la Costa, que presentaba proporciones de respuestas “ha aumentado” muy contenidas, hubo un aumento de doce puntos porcentuales para 2012. También ha habido incrementos en el Distrito Norte 50,3%, más de siete puntos porcentuales superior al dato de 2008-, en el Distrito Sudoeste -60,5%, más de seis puntos superior a 2008, en que ya era una proporción elevada-, en el Distrito Este -55,2%, más de cinco puntos más que en 2008- y en el Distrito Noreste -46,4%, cuatro puntos más que en 2008. En el Distrito Noroeste, en tanto, la proporción se mantuvo estable -44%, menos de medio punto porcentual superior a la anterior-. Finalmente, se registraron también dos significativos descensos: en el Distrito Centro -51,8%, casi ocho puntos porcentuales menor al valor de 2008, momento en que era el más alto de la ciudad- y el Distrito Oeste -46,9%, poco más de seis puntos menos que en 2008. 84 ambas respuestas, aunque continúa siendo alta (49,8%), obtiene doce puntos porcentuales menos que en el caso de la pregunta referida a la ciudad. Por otra parte, el porcentaje de quienes piensan que la situación no cambiará aumenta en una proporción similar, llegando a un tercio de la población. La proporción de quienes contestaron que disminuirá es muy parecida en ambos planos de referencia. En 2008 el cuadro que describimos era muy semejante. El porcentaje de ciudadanos que dijeron que aumentará era prácticamente idéntico (49,6%). La opción “seguirá igual”, si bien continúa siendo la segunda más elegida, registró un crecimiento (era de 26,7%). Finalmente, se detecta un descenso bastante significativo en la proporción de respondientes que piensan que el delito disminuirá en sus barrios (era del 12,4%), lo cual revela un retroceso de un optimismo que ya presentaba niveles muy contenidos. Gráfico 55 Evaluaciones acerca de la evolución del delito en los próxim os años en el propio barrio - Ciudad de Santa Fe - 2012 10,9% 0,7% 0,3% 22,9% 5,4% Aumentará mucho Aumentará un poco Seguirá igual Disminuirá un poco Disminuirá mucho 33,0% 26,9% Sin Datos No sabe/No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Las perspectivas de mujeres y varones sobre la evolución del delito en el propio barrio en el futuro, al igual que lo observado con respecto a la ciudad, son similares -22,6% y 23,4% de respuestas “aumentará mucho”, respectivamente54. El grupo etario de entre 45 y 59 años presenta el porcentaje más alto de respuestas “aumentará mucho” (27,6%), seguido por el que se encuentra entre los 30 y los 44 años (24,1%). Es decir que, de manera similar a lo registrado en el indicador anterior, los dos grupos de edad intermedios concentran aquí los mayores niveles de percepción de inseguridad. Por su parte, las personas de menos de 30 años y las mayores de 60 presentan porcentajes más contenidos de ese tipo de respuesta (19,3% y 22%, respectivamente)55. Los mayores niveles de percepción de inseguridad de acuerdo con este indicador se concentran en los dos extremos de la escala de instrucción formal. Entre los 54 Las proporciones también son muy similares si tomamos las dos respuestas que remiten al aumento del delito: 49,1% entre los varones y 50,3% entre las mujeres. En 2008, estas últimas presentaron una perspectiva un tanto más pesimista que los varones (51,8% contra 47%, respectivamente). 55 Si sumamos las respuestas que apuntan al aumento del delito encontramos que el 54,1% de los respondientes de entre 45 y 59 años y el 53% de los de entre 30 y 44 años consideran que el delito aumentará, y esos porcentajes son más reducidos entre las personas de menos de 30 años (46,9%) y las mayores de 60 (45,6%). En nuestro estudio anterior registramos a las perspectivas más críticas concentradas en el grupo conformado por los entrevistados más jóvenes (el 50,8% sostuvo entonces que el delito aumentaría en el barrio). 85 respondientes sin estudios o con escolaridad primaria incompleta las respuestas “aumentará mucho” alcanzan el 26,9%, y ese porcentaje es de 25,1% entre quienes cuentan con título terciario o universitario. En los dos grupos restantes resulta apenas mayor al 22%56. Con respecto al nivel de ingresos, la franja de ciudadanos que dicen superar los $10000 muestra una percepción de inseguridad bastante más significativa. El 31,5% contestó que en su barrio el delito “aumentará mucho” en los próximos años. Esa proporción es de 19% entre quienes cobran entre $5000 y $10000; 22% entre quienes cobran $2000 y $5000 y 20,8% en el grupo de menores ingresos57. Un panorama contrastante se observa si miramos la distribución de respuestas “aumentará mucho” de acuerdo con la ubicación que el entrevistado percibe que tiene en la escala social. En este caso, las percepciones más críticas se ubican entre los ciudadanos que se consideran de clase baja o media baja: 25,3% de estas respuestas, contra 21,3% entre los entrevistados que dicen ser de clase media o superior. La percepción de inseguridad se incrementa entre quienes fueron víctimas de delitos en el año 2011. El 26,2% entre estos ciudadanos considera que el delito aumentará y esa proporción es del 21,7% entre los respondientes que no pasaron por experiencias de victimización en ese período58. Si observamos la distribución territorial de las percepciones más alarmadas de acuerdo con este indicador, las mayores proporciones de respuestas “aumentará mucho” se concentran en los Distritos Norte, Sudoeste y Noroeste, con porcentajes bastante más importantes a los obtenidos a nivel de la ciudad. La percepción más contenida se encuentra en el Distrito de la Costa, en el que este tipo de respuesta recibió diez puntos porcentuales menos de adhesión que a nivel de la ciudad –se trata de la zona de la ciudad con menor nivel de victimización. Para intentar una comparación con los valores registrados en 2008 es necesario también aquí sumar las opciones “aumentará mucho” y “aumentará un poco” para cada distrito municipal. De acuerdo con esta operación, se registraron incrementos leves en los Distritos Sudoeste (ya tenía la tasa más alta de la ciudad en 2008 y aumentó tres puntos porcentuales y medio para llegar a 60,5%), Norte (53,6%, tres puntos de incremento), Oeste (52,3%, más de dos puntos superior a 2008) y de la Costa (dos puntos más que en 2008, para llegar a lo que es un todavía contenido 38,3%). El Distrito en el que se observa un mayor declive es el Noroeste (48,5%, menos de cinco puntos menos que en 2008). También se visualizan tendencias en este sentido en los Distritos Noreste (50,7%, casi cuatro puntos menos que en 2008) y Este (48,6%, un punto menos). En el Distrito Centro la proporción se mantiene estable (45,7%). 56 La suma de las dos opciones que apuntan a un incremento del delito da, entre quienes cuentan con estudios universitarios o terciarios completos, un porcentaje apenas mayor que en los demás grupos (51,9%, cuando en el resto de los grupos ronda el 50%). Este dato se ha modificado con respecto a lo registrado en 2008. En ese momento había una tendencia que iba en el mismo sentido, pero la distancia entre el grupo de mayor instrucción formal y el de menor instrucción formal era más marcada: las respuestas “aumentará” fueron del 53,1% y el 42,9%, respectivamente. Es decir que hubo una aproximación determinada por un leve descenso de la percepción de inseguridad en la franja de mayor instrucción y un aumento bastante significativo en la franja de menor instrucción formal. 57 Si sumamos las respuestas “aumentará mucho” y “aumentará un poco”, la sensación de inseguridad disminuye a medida en que baja el nivel de ingresos: 53,4% en el grupo de mayores ingresos; 48,7% en los dos intermedios y 45,6% en la franja que cobra menos de $2000. 58 En 2008 el 55,1% de los ciudadanos que habían sido victimizados dijeron que creían que el delito aumentaría, y esa proporción era de 47,3% entre los no victimizados. Para 2012, los resultados acumulados dan 55,2% y 47,7%, proporciones prácticamente idénticas. 86 Gráfico 56 Percepciones acerca de que el delito aumentará mucho en el propio barrio en los próximos años por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - 2012 35% 30% 29,9% 28,5% 27,4% 25% 22,4% 23,5% 20% 22,3% 16,1% 15% 12,8% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 3. Evaluación del nivel de seguridad en el propio barrio Más adelante, se consultó a los entrevistados su opinión acerca del nivel de seguridad frente al delito que existe en su propio barrio. Uno de cada diez encuestados definió a su barrio como “nada seguro” y poco más de cuatro de cada diez ciudadanos respondieron que viven en un barrio “poco seguro”. El resto de la población –prácticamente la mitadconsidera que es bastante seguro o muy seguro. El cuadro es prácticamente idéntico al descripto en el año 2008, con un ligero corrimiento hacia una menor percepción de inseguridad. La proporción de ciudadanos que dijeron que sus barrios son poco seguros o nada seguros descendió levemente de 54,9% a 52,8%. Y la de quienes evaluaron a sus barrios como muy seguros o bastante seguros pasó de 42,1% en 2008 a 46% en 2012. Gráfico 57 87 Evaluaciones acerca del nivel de seguridad en el propio barrio Ciudad de Santa Fe - 2012 1,0% 0,1% 10,2% 5,0% Muy seguro Bastante seguro Poco seguro 41,0% Nada seguro Sin Datos 42,6% No sabe/No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Las mujeres evalúan a sus barrios como poco o nada seguros en mayor medida que los varones (55,9% y 48,6%, respectivamente) Por otro lado, entre los respondientes del sexo masculino tienen más peso las valoraciones del barrio como “bastante seguro” (44,7%, frente a 38,3% entre las mujeres). 59. El grupo de personas de mayor edad presenta niveles más contenidos de percepción de inseguridad de acuerdo con este dato. Un 44,4% contestaron que sus barrios son poco o nada seguros –es preciso recordar que se trata del grupo etario que más frecuentemente declaró que no sale de sus casas. No existen diferencias significativas entre el resto de las franjas etarias. La proporción más elevada de ese tipo de respuestas se encuentra entre los respondientes de entre 30 y 44 años: 56,6%, casi cuatro puntos porcentuales por encima del valor general y más de doce puntos más elevada que entre los ciudadanos mayores de 60 años. Por otro lado, la percepción de inseguridad disminuye a medida en que el nivel de instrucción del respondiente avanza. Entre los entrevistados sin estudios o con escolaridad primaria incompleta, el 59,4% evalúa a su barrio como poco o nada seguro. Esa proporción es del 57,4% entre quienes tienen primaria completa y/o secundaria incompleta, del 50,3% entre quienes poseen secundaria completa y/o universitario o terciario incompleto y del 46,3% entre quienes cuentan con estudios universitarios o terciarios completos.60 De modo coincidente, la percepción de inseguridad en el barrio disminuye a medida en que aumenta el nivel de ingresos familiares declarado en la entrevista por el encuestado: las respuestas “poco seguro/nada seguro” son del 59,1% entre los respondientes que dicen ganar hasta $2000; 55,4% entre quienes cobran entre $2000 y $5000; 46,4% en el grupo de entre $5000 y $10000 y 41,1% entre los entrevistados que dijeron ganar más de $10000 por mes. La misma tendencia se observa con claridad en relación con la autoconsideración de la situación social del entrevistado. El 60,1% de los ciudadanos que dijeron ser de clase baja o media baja definieron a sus barrios como poco o nada seguros. Esa proporción es 59 La diferencia entre varones y mujeres se amplió desde el año 2008, dado que si bien la proporción de entrevistadas que respondieron que su barrio es poco o nada seguro en aquel entonces era similar (56,4%), se observa un descenso en el porcentaje de esas respuestas entre los varones (era de 53%). 60 Este dato resulta similar al obtenido en 2008. 88 del 48% entre los entrevistados que dijeron ser de clase media o superior. Es decir, que estos tres datos ratifican que la percepción de inseguridad en el propio barrio disminuye a medida que aumenta el nivel socioeconómico. Por otro lado, existe una significativa brecha entre las definiciones de las personas que fueron víctimas de delitos en 2011 y las que no lo fueron. Un 62% de las primeras consideran que sus barrios son poco o nada seguros, proporción que alcanza al 49,2% entre las segundas61. Si tomamos en cuenta la suma de las respuestas negativas -“poco seguro” o “nada seguro”- para cada distrito municipal se observan grandes variaciones en la percepción de inseguridad en el territorio de la ciudad, algo que ya aparecía en el año 2008. Las mayores proporciones de respuestas en este sentido se concentran en los distritos Noroeste y Sudoeste con valores que superan en veinte y diecisiete puntos porcentuales, respectivamente, al general de la ciudad, pese al contraste entre los respectivos niveles de victimización que presentan. En los distritos Centro y de la Costa, en cambio, las proporciones resultan significativamente más contenidas que las de la ciudad – coincidiendo con sus bajos niveles de victimización. La brecha en la percepción de inseguridad entre el Distrito Noroeste y el Distrito Centro, de acuerdo con este indicador, es de casi cuarenta puntos porcentuales. Con respecto al año 2008 se han producido variaciones significativas tanto en sentido ascendente como descendente en distintos distritos municipales. En los distritos Noroeste y Norte se registran aumentos de poco más de ocho puntos porcentuales con respecto a lo observado en nuestro estudio anterior. También hubo un aumento, aunque mucho menor, de poco más de tres puntos porcentuales, en el Distrito Este. En los Distritos de la Costa y Este, por contraste, se observan pronunciadas bajas -de once y poco más de diez puntos porcentuales, respectivamente. Y también aparecen bajas bastante marcadas en los Distritos Noreste y Centro (en ambos casos de más de ocho puntos). Finalmente, en el Distrito Sudoeste hubo una baja de más de tres puntos; pese a ello continúa siendo uno de los distritos con mayor nivel de percepción de inseguridad de acuerdo con este indicador. Gráfico 58 61 Las proporciones registradas en 2008 eran muy similares: 61,9% y 51,8%, respectivamente. 89 Evaluaciones del propio barrio como poco o nada seguro por Distrito Municipal – Ciudad de Santa Fe - Año 2012 80% 72,8% 69,8% 70% 60,3% 60% 52,5% 47,7% 50% 43,1% 40,0% 40% 35,1% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Suroeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 4. Comparación del nivel de seguridad entre el propio barrio y otros barrios de la ciudad. Esta sensación de inseguridad con respecto al propio barrio tiende a redimensionarse cuando se pide al entrevistado que compare la situación del mismo con la de otras áreas de la ciudad. Más de la mitad de los ciudadanos entrevistados señalaron que en sus barrios el problema de la inseguridad es menos grave que en otras zonas de la ciudad 55,2% si sumamos las opciones que van en este sentido. Poco menos de un tercio de los respondientes, en tanto, respondió que no existen diferencias entre su barrio y otras zonas de la ciudad. Y uno de cada diez contestó que en su barrio la situación es más grave que en otros. Con respecto al año 2008 se registraron algunos desplazamientos bastante importantes que apuntan, como en el indicador anterior, a un cierto retroceso en la percepción de inseguridad. La proporción de quienes contestaron que el problema es menos grave en sus barrios aumentó más o menos significativamente -era de 47,1%. El porcentaje de ciudadanos que respondieron que es igualmente grave creció casi tres puntos porcentuales -era 29,1%. Resulta llamativo el marcado descenso entre los respondientes que señalaron que el problema es más grave en sus barrios –más de doce puntos porcentuales, era de 19,1%. Gráfico 59 90 Comparación del propio barrio con otros barrios de la ciudad de Santa Fe en las evaluaciones a cerca del nivel seguridad - Ciudad de Santa Fe - 2012 2,6% 0,3% 2,3% 4,5% 10,6% Mucho más grave Más grave 31,8% Igualmente grave Menos grave Mucho menos grave Sin Datos 44,6% No sabe/No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Las mujeres contestaron en una proporción un tanto más importante que los varones que en sus barrios el problema es menos grave o mucho menos grave (56,8%, y 53,1%, respectivamente). En sentido similar, los respondientes de sexo masculino definieron en mayor medida al problema en sus propios barrios como más grave o mucho más grave (12,7%, frente a 8% entre las mujeres). Es decir que este redimensionamiento de la percepción de inseguridad mencionado tiene una presencia algo más significativa entre las mujeres que entre los varones. 62 Los entrevistados mayores de 60 años señalaron en menor medida que el resto que el problema es más grave o mucho más grave en sus barrios que en otros (7,3%) y, coherentemente, en una proporción más elevada que es menos grave o mucho menos grave (59,4%). De manera que estas personas, que en líneas generales tienen visiones menos negativas acerca de la ciudad y del propio barrio, además evalúan a las zonas en las que viven como menos o mucho menos problemáticas que otras63. Los ciudadanos de entre 45 y 59 años responden, en cambio, en porcentajes relativamente altos que el problema en sus barrios es mucho más grave o más grave que en otros (11,1%) 64 o que es igualmente grave (34,4%)65 y en una proporción relativamente contenida que el problema en sus barrios es menos grave o mucho menos grave que en otros (51,3%)66. Por otro lado, las percepciones más alarmadas se encuentran, de acuerdo con este indicador, entre los ciudadanos con menor nivel de instrucción. Esto se observa en primer lugar, en la proporción más elevada de respondientes en este grupo que consideran que el problema es mucho más grave o más grave en sus barrios que en otros: 14,4%, contra 11,2% entre los ciudadanos con primaria completa/secundaria incompleta, 9% entre quienes cuentan con secundaria completa/universitario o terciario 62 Algo idéntico ocurría en 2008. Se observa un cambio muy significativo con respecto a lo registrado en el año 2008. En ese momento, los mayores de 60 años consideraban en una mayor proporción que en el resto de los grupos etarios que en su barrio el problema es más grave (20,5%) y en una menor proporción que el problema es menos grave (46%). 64 Contra 11,2% entre los menores de 30 años y 9,8% en la franja etaria de entre 30 y 44 años. 65 Contra 30,8% entre los menores de 30 años, 34% en la franja etaria de entre 30 y 44 años y 28% entre los mayores de 60 años. 66 Esa proporción es de 55,9% en los menores de 30 años y 54,3% en la franja etaria de entre 30 y 44 años. 63 91 incompleto y 8,2% entre quienes completaron estudios terciarios o universitarios. Pero además, el porcentaje de respondientes que evalúan la situación en sus barrios como menos grave que en otros es sustantivamente más bajo: 41,2%, frente a 54% en el caso de los ciudadanos con primaria completa/secundaria incompleta, 57,5% entre quienes cuentan con secundaria completa/universitario o terciario incompleto y 57,2% entre quienes completaron estudios terciarios o universitarios.67 En el mismo sentido, en el grupo con menores ingresos los entrevistados manifestaron una mayor percepción de inseguridad que el resto. Las respuestas que apuntan a que el problema es menos grave o mucho menos grave en el propio barrio son más contenidas en este grupo y la proporción se incrementa a medida en que aumenta el nivel de ingresos: 47,8%, 58,3%, 61,5% y 68,5%. Por otro lado, y en la misma dirección, en este grupo es un tanto mayor el porcentaje de quienes dicen que el problema es más grave o mucho más grave: 11%, frente a 7,4%, 7,6% y 9,6% en las tres restantes franjas de ingresos. El panorama es semejante de acuerdo con la autoconsideración de la situación social del entrevistado. Quienes se ubican en la clase media o media alta consideran en mayor medida que la situación en sus propios barrios es menos grave o mucho menos grave: 57,9%, frente al 50,8% entre los respondientes de clase baja o media baja. En este último grupo es mayor la proporción de ciudadanos que consideran que el problema es igualmente grave: 35,6%, contra 29,8% en el otro grupo. Es decir que, como sucedía en el indicador anterior, estos tres datos ratifican que la percepción de inseguridad en el propio barrio, en comparación con las otras áreas de la ciudad, disminuye a medida que aumenta el nivel socioeconómico. Por su parte, las personas que fueron victimizadas durante 2011 muestran una mirada más alarmada que el resto de acuerdo con este dato, ya que consideran en menor medida que la situación en sus barrios es menos grave que en otros: 51,4%, frente a 56,7% entre quienes no pasaron por una experiencia de victimización durante el año 2011. En cuanto a la distribución de percepción de inseguridad en el territorio urbano de acuerdo con este indicador, las respuestas “mucho más grave” y “más grave” –que a nivel general de la ciudad acumulan el 10%- presentan mayores proporciones en los distritos Noreste y Noroeste –en ambos casos, las zonas con los mayores niveles de victimización- seguidos por el Distrito Sudoeste. En el Distrito Este se registró un porcentaje de este tipo de respuestas menor a la mitad del observado en la ciudad y cuatro veces menor al del Distrito Noreste. De la comparación con las respuestas recolectadas en el año 2008 surgen algunos elementos interesantes. Es importante destacar que en la primera edición de la encuesta solamente existía la opción “más grave”, que cotejamos aquí con la suma de las respuestas “mucho más grave” y “más grave”. El único distrito en el que se registró un aumento en la percepción de inseguridad de acuerdo con este indicador, y fue muy leve, es en el Noreste -de casi tres puntos porcentuales. En el resto de los distritos se observan descensos, algunos de ellos verdaderamente sorprendentes, como en el caso del Distrito Este -que registra una proporción casi veintitrés puntos porcentuales menor que en 67 En el año 2008 observamos también esta brecha entre las percepciones de la situación en el propio barrio como menos grave que en otros, que se dirigía en el mismo sentido. Un 48,9% de las personas con título terciario o universitario respondieron entonces que la situación era menos grave (proporción más de ocho puntos porcentuales menor a la registrada para 2012). En cambio, entre los ciudadanos con menor nivel de instrucción formal ese porcentaje fue de 38,4% (proporción también inferior a la actual, pero solamente por poco más de dos puntos porcentuales). 92 2008. Otra baja significativa, de casi quince puntos, aparece en el Distrito Centro. Con una caída un tanto menor siguen luego el Distrito Oeste -más de nueve puntos porcentuales menos que en 2008-, el de la Costa -más de siete puntos- y el Noroeste (más de cinco puntos menos que en 2008. Gráfico 60 Comparación del problema del delito en el propio barrio con relación a otros barrios de la ciudad por Distrito Municipal - Respuestas "mucho más grave" "más grave" - Ciudad de Santa Fe - 2012 18% 16,5% 16% 14% 13,5% 12,3% 12% 9,8% 10% 9,5% 8,5% 8% 6,5% 6% 4,1% 4% 2% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 5. Riesgos probables Otro abordaje acerca de la sensación de inseguridad en concreto en su componente perceptivo se intentó solicitando a los entrevistados que evaluaran los riesgos que consideran más probables que se transformen en realidad en sus vidas cotidianas dentro de una lista preestablecida. Más de la mitad de los ciudadanos encuestados consideraron que ser víctima de un delito es el evento negativo que más probabilidades tienen de atravesar. Esta proporción es mucho más alta que las referidas a otros riesgos como sufrir un accidente de tránsito o padecer una enfermedad. Este dato expresa un importante nivel de sensación de inseguridad “en concreto” anclado principalmente en elementos cognitivos o perceptivos. El esquema que describimos aquí es muy similar al que recogimos en el año 2008. La proporción de ciudadanos que señala como riesgo más probable a la eventualidad de ser victimizado es apenas inferior -era de 53,5%. La brecha con los eventos negativos que le siguen se amplió, ya que el porcentaje de respondientes que apuntó que es probable sufrir un accidente de tránsito descendió llamativamente de forma bastante significativa -era de 22,9%-, dejando el segundo lugar a padecer una enfermedad -en 2008 este evento obtuvo un porcentaje prácticamente idéntico, 17%. Gráfico 61 93 Riesgos más probables en la percepción de los ciudadanos - Ciudad de Santa Fe Año 2012 Perder su vivienda 60% Padecer una enfermedad Sufrir un accidente 51,2% laboral 50% Ser víctima de un delito Sufrir un accidente de tránsito 40% Perder su trabajo No poder pagar el alquiler Tener problemas de pareja o familiares Quedarse solo 30% 20% 16,6% Ser reprimido por la policía Ninguno 16,2% 10,7% 10% 4,3% 10,0% 5,3% 3,4% 3,5% 1,5% 1,3% 1,2% Otros No sabe / No contesta 1,6% 0,8% 0% Sin Datos Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral El hecho de ser víctima de un delito es considerado mucho más probable entre las mujeres que entre los varones. Un 57% de las respondientes apuntó a esa posibilidad, porcentaje que es del 43,3% entre los entrevistados de sexo masculino68. Estos últimos señalaron la opción “ninguno” en una mayor proporción que las mujeres (14,1% y 8,2%, respectivamente). El pasaje por una experiencia de victimización es evaluado como evento negativo más probable por todos los grupos etarios. Sin embargo, la proporción en que es seleccionado entre los mayores de 60 años es más baja que en el resto: 45,5%, frente a 52% entre los menores de 30 años, 53% entre quienes están entre los 30 y los 44 y 53,3% entre quienes se encuentran entre los 45 y los 59 años. La eventualidad de ser víctima de un delito es considerada un hecho probable en una mayor proporción entre los dos grupos con mayor nivel de instrucción: 56,7% de los respondientes con secundaria completa/terciaria o universitaria incompleta y 54,8% de los entrevistados con estudios terciarios o universitarios completos. Los porcentajes son substantivamente más contenidos en los dos grupos con menor grado de escolaridad formal alcanzado: 45,6% entre quienes no tienen estudios o no terminaron la escuela primaria y 44,3% entre quienes no terminaron la escuela secundaria. Es decir que hay 68 Aquí se ampliaron las distancias entre varones y mujeres con respecto al año 2008. Entre estas últimas se registró un descenso leve de las respuestas que apuntan a la probabilidad de ser víctima de un delito – era de 55,9%- mientras que entre los varones se observa un declive más importante –la proporción era de 50,6%. 94 una distancia entre uno y otro agrupamiento que está en torno a los diez puntos porcentuales. 69 En relación con el nivel de ingresos se registran diferencias significativas en la proporción de ciudadanos que seleccionan al delito entre los hechos negativos que es más probable que les sucedan. Esa proporción crece notablemente a medida en que se incrementa el nivel de ingresos. Es de 42,5% entre quienes cobran menos de $2000, 48,1% y 56,3% en los dos grupos intermedios y alcanza el 60,3% entre los ciudadanos que dijeron tener ingresos familiares por más de $10000. Algo similar sucede con relación al lugar que los entrevistados dicen ocupar en la estructura social. En ambos grupos el hecho de ser víctima de un delito es considerado como el riesgo más probable, pero la proporción que alcanza esa opción es de 54,3% entre los ciudadanos que dicen ser de clase media o superior y 47,3% entre los de clase baja o media baja. Es decir que, como sucedía en los dos indicadores anteriores, estos tres datos ratifican que la percepción de inseguridad en el plano concreto, disminuye a medida que aumenta el nivel socioeconómico. También con respecto a este indicador las personas victimizadas en 2011 mostraron un mayor nivel de percepción de inseguridad. El delito es mencionado como hecho probable en ese grupo por el 57,4% de los respondientes, una proporción sustantivamente más elevada que entre quienes no pasaron por experiencias de victimización (48,7%).70 En líneas generales, la distribución espacial de este cálculo de probabilidades de los principales riesgos en la propia vida no presenta grandes variaciones. En todas las áreas urbanas ser víctima de un delito es el riesgo más temido. Es elegido por una mayor proporción de residentes que en la ciudad en general en el Distrito Este y Noreste. En niveles semejantes a los de la ciudad en los Distritos Norte, Oeste y Centro –y apenas inferior, Sudoeste. Se destaca los más bajos niveles que se presentan en el Distrito Noroeste y de la Costa –pese a sus opuestos niveles de victimización. Gráfico 62 69 En 2008 observamos una diferencia en un sentido similar. El 59,3% de los ciudadanos con estudios terciarios o universitarios y el 46,4% de quienes no tenían estudios o contaban con escolaridad primaria incompleta mencionaron al hecho de ser victimizados como el riesgo más probable. 70 En 2008 también fue más elevada la proporción de ciudadanos victimizados que consideraron más probable a la eventualidad de ser víctimas de delitos que de otros hechos negativos. 95 Delito considerado como hecho probable entre otros eventos por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - 2012 70% 60% 52,0% 50% 58,2% 55,3% 52,0% 50,4% 51,8% 46,0% 44,2% 40% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa 6. Probabilidad de ser víctima de un delito en los próximos 30 días Por último, con relación a este mismo componente perceptivo y en un plano concreto, se indagó sobre la evaluación que hacen los residentes de la ciudad de Santa Fe acerca de la probabilidad que tienen de ser víctimas de un delito cualquiera en un período de 30 días. Más de la mitad de los entrevistados (51,9%) evaluaron que resulta muy probable o bastante probable la eventualidad de ser victimizados en los próximos 30 días. Esta proporción resulta más baja a la registrada en el año 2008 (55,8%). Además, en la primera edición de la encuesta el 19,4% de los ciudadanos consideraron que ser victimizados era “muy probable”, opción que obtuvo seis puntos porcentuales menos esta vez. Sin embargo, en sentido contrario, también es posible observar una baja en el porcentaje de respondientes que evalúa que pasar por una experiencia de victimización en los próximos 30 días es poco probable o nada probable -era 34,2%. Se destaca el declive en la proporción de quienes dijeron que ser víctimas de delitos en los próximos 30 días es “nada probable” -era de 13,5%, bajó más de siete puntos porcentuales y medio. También verificamos un incremento importante en el porcentaje de entrevistados que no responden a esta pregunta o bien dicen que no saben qué contestar -era de 9,5%. Gráfico 63 96 Valoraciones acerca de la probabilidad de ser víctima de delito en los próximos 30 días - Ciudad de Santa Fe - 2012 16,3% 13,0% 1,1% Muy probable 5,9% Bastante probable Poco probable Nada probable Sin Datos 38,9% No sabe/No contesta 24,9% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Las mujeres manifiestan una percepción de inseguridad un poco más elevada que los varones de acuerdo con este indicador. Entre las primeras, el 53,7% definió a la posibilidad de ser víctima de un delito como muy probable o bastante probable, frente a un 49,2% de los respondientes de sexo masculino. El 33,4% de los varones, en tanto, señaló que se trata de una eventualidad poco o nada probable, proporción que es de 28,8% entre las mujeres71. Los niveles más elevados de percepción de inseguridad según este dato se encuentran en la franja de edad que va desde los 45 a los 59 años -55,6% de respuestas muy probable/bastante probable. Le sigue el grupo de entre los 30 y los 44 años (52,1%) y más atrás los ciudadanos más jóvenes (50,7%) y los de mayor edad (49,3%)72. No existen variantes significativas entre los ciudadanos con distinto nivel de instrucción. Se observa un tenue incremento de la percepción de inseguridad a medida en que aumenta el grado de escolaridad, entre el 49,4% de respuestas muy o bastante probable entre los ciudadanos sin estudios al 52,4% entre quienes cuentan con título terciario o universitario73. Sin embargo, la mayor proporción de respuestas “muy probable” o “bastante probable” se registra en los dos grupos que tienen los ingresos más bajos -52,3% entre quienes cobran menos de $2000 y 54,5% entre quienes cobran entre $2000 y $5000. Ese porcentaje es mucho más contenido entre quienes cobran más de $10000 (42,5%) y 71 En el año 2008 no aparecieron diferencias significativas en las respuestas de acuerdo con el sexo del respondiente. 72 En la edición anterior de la encuesta el grupo de más de 60 años también había revelado los niveles más contenidos de esta percepción de inseguridad -48,8% de respuestas muy probable/bastante probable, proporción similar a la registrada para el año 2012. La franja etaria más alarmada era la de entre 30 y 44 años -59,4% de ese tipo de respuestas, más de siete puntos porcentuales superior al obtenido en la medición actual. 73 Sin embargo, en el primero de esos grupos las respuestas “muy probable” alcanzan el 17,5%, frente al 12%, 13,8% y 11,1% en los tres restantes grupos. 97 resulta intermedio entre quienes declaran en la entrevista ingresos familiares de entre $5000 y $10000. Y algo similar sucede en el caso de la situación social autopercibida de los entrevistados. Quienes se definen como de clase baja o media baja presentan un mayor nivel de percepción de inseguridad. Consideran que es muy probable o bastante probable pasar por una experiencia de victimización en mayor medida que quienes se consideran de clase alta o superior: 54,9% y 50,4%, respectivamente. Además, la diferencia más significativa se encuentra en las respuestas “muy probable” -17% y 10,5% . Los respondientes que pasaron por una experiencia de victimización en 2011 evalúan como más probable que el resto a la posibilidad de ser víctimas de un delito en los próximos 30 días. La suma de respuestas “muy probable” y “bastante probable” da 58,6%, frente a un 49,1% de quienes no fueron victimizados. La distancia en las respuestas “muy probable” entre un grupo y otro es de ocho puntos porcentuales. 74 Los mayores niveles de percepción de inseguridad de acuerdo con este indicador – agregando las respuestas “muy probable” y “bastante probable”- se encuentran en los Distritos Norte y Sudoeste de la ciudad de Santa Fe, con valores que son aproximadamente diez puntos porcentuales superiores a los observados en la ciudad. También es alto el porcentaje de este tipo de respuesta en el Distrito Noroeste. Las proporciones más contenidas aparecen en los distritos Noreste -ocho puntos y medio menor al valor obtenido para la ciudad- y de la Costa -más de quince puntos y medio por debajo del porcentaje general-, curiosamente las zonas con mayor y menor nivel de victimización. En comparación con los resultados del año 2008 se observa una tendencia a la baja en casi todos los distritos municipales a excepción de los distritos Sudoeste y Norte, que presentan subas leves de poco más de tres y poco más de dos puntos porcentuales, respectivamente. Los descensos son más pronunciados en el Distrito Noreste -más de once puntos-, el Centro -más de diez puntos- y el de la Costa -más de nueve puntos. En el Distrito Noroeste se observa una baja más moderada, de poco más de cuatro puntos y en el Este y el Oeste el declive es todavía menor -poco más de tres y dos puntos porcentuales, respectivamente. Gráfico 64 74 Se observan descensos en ambas proporciones con respecto a 2008. En el primer grupo, de cuatro puntos porcentuales y medio, y en el segundo, de tres puntos porcentuales y medio. pero se mantiene la distancia. 98 Valoraciones acerca de la probabilidad de ser víctima de un delito en los próximos 30 días por Distrito Municipal - Respuestas "muy probable"/"bastante probable" - Ciudad de Santa Fe - 2012 70% 60% 63,1% 61,1% 58,0% 54,5% 49,4% 50% 47,2% 43,4% 36,2% 40% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 7. Observaciones principales Tomados globalmente, estos indicadores del componente perceptivo de la sensación de inseguridad en concreto a nivel de la ciudad de Santa Fe muestran ciertos desplazamientos, aunque no demasiado significativos, con respecto al año 2008. Pueden marcarse ciertas tendencias que van en sentidos opuestos, con movimientos positivos quizás un poco más marcados que los negativos. Entre los primeros encontramos un movimiento leve en las percepciones de los ciudadanos hacia considerar a los propios barrios como menos inseguros y también a definir a las situaciones particulares de sus áreas de residencia como menos graves de las que suponen en otras zonas de la ciudad. En la misma dirección, se registra que los ciudadanos consideran un poco menos probable a la eventualidad de ser victimizados entre otros riesgos y también hay un retroceso en el porcentaje de entrevistados que evalúa como muy probable o bastante probable a la posibilidad de ser víctima de un delito en los próximos 30 días. En conjunto, estos datos parecen revelar la presencia de una percepción de inseguridad un poco menor. Por contraste, hay un ligero aumento de la percepción de inseguridad si consideramos lo que los ciudadanos dijeron sobre la evolución del delito en sus barrios en el último año. Asimismo, como sucedía en referencia a la ciudad, retroceden también en este plano las miradas optimistas acerca del futuro de la criminalidad en el propio barrio. Además, también descendió el porcentaje de ciudadanos que consideran como poco probable o nada probable a la posibilidad de ser víctima de un delito en los próximos 30 días. En todo caso, en función de estos datos contrastantes es difícil construir una conclusión terminante acerca de la evolución de la percepción de inseguridad. También en este plano de la sensación de inseguridad, ligado a las percepciones y evaluaciones sobre la situación en ámbitos más próximos y concretos, las mujeres presentan un mayor grado de inquietud que los varones. De este modo, consideran en una proporción más significativa que el delito ha aumentado en sus barrios, definen en 99 mayor porcentaje a sus barrios como poco o nada seguros, evalúan al delito como un evento más probable entre otros riesgos y también piensan en mayor medida que los varones que es probable que resulten victimizadas en los próximos 30 días. Se mantiene entonces una diferencia que ya era clara en el año 2008. En cuanto a la distribución de la percepción de inseguridad en los grupos etarios, los ciudadanos de edad intermedia –los comprendidos entre los 30 y los 59 años- muestran un grado más elevado. Así, tanto en la franja que va desde los 45 a los 59 años –que también presentaban un panorama crítico en el plano “abstracto” de la sensación de inseguridad- como en la que abarca entre los 30 y los 44 años, son más los respondientes que piensan que el delito ha aumentado mucho en sus barrios y que aumentará en el futuro. En el segundo de estos grupos, además, se evalúa en mayor medida que sus barrios son poco o nada seguros y en el primero consideran en una proporción superior que el problema del delito es más grave en sus barrios que en otros espacios urbanos. Entre quienes se encuentran entre los 45 y los 59 años también se define en mayor medida como muy probable o bastante probable a la posibilidad de ser victimizados en los próximos 30 días. En el grupo de entre 30 y 44 años esta última proporción también resulta significativa. En relación con la incidencia del nivel de instrucción las posiciones más alarmadas se encuentran en los dos extremos de la escala. Sin embargo, no se trata de que para cada indicador las posiciones críticas adquieran una presencia más difundida entre estos dos conjuntos de ciudadanos, sino que uno u otro grupo muestran su percepción de inseguridad en torno a preguntas diferentes. En efecto, las personas con título universitario o terciario completo consideran en mayor medida que el resto que el delito ha aumentado mucho en sus barrios y también que aumentará mucho en el futuro. Además, la proporción de personas en esa situación que evalúan a la eventualidad de ser victimizados como un hecho negativo probable entre otros es relativamente alta y ese mismo grupo concentra el mayor porcentaje de ciudadanos –aunque con una diferencia leve- que consideran que es muy probable o bastante probable ser víctimas de un delito en los próximos 30 días. No obstante, cuando se trata de evaluar la situación actual del barrio, las consideraciones más negativas se encuentran entre los ciudadanos que no poseen escolaridad formal o bien que no han concluido sus estudios primarios. Estos piensan en mayor medida que sus barrios son poco seguros o nada seguros y también que, comparativamente, su situación es peor a la del resto de la ciudad. Comparten, finalmente, con los encuestados que tienen título universitario o terciario una mirada negativa acerca de la evolución futura de la criminalidad en sus propios barrios. Algo similar sucede con la distribución de las respuestas entre los grupos de ingresos. Los mayores niveles de percepción de inseguridad se concentran en la franja de ciudadanos de mayores ingresos y en la de menores ingresos, pero en torno a indicadores diferentes. Aquí también, como sucedía con el grado de instrucción, los respondientes que dijeron tener ingresos por más de $10000 sostienen en mayor medida que el delito aumentó mucho en sus barrios y que aumentará mucho en el futuro. Y también consideran más probable a la posibilidad de ser víctimas de un delito entre otros hechos negativos. Sin embargo, las personas que dijeron tener ingresos familiares por menos de $2000 evalúan en mayor proporción a sus barrios como poco seguros o nada seguros y piensan que su situación es más grave que en otras zonas de la ciudad. A diferencia de lo registrado en relación con el nivel de instrucción, los ciudadanos con menos ingresos evaluaron también como más probable al hecho de ser victimizados en los próximos 30 días. En el año 2008 encontramos un panorama semejante al actual. Parece ser que los grupos más desaventajados desde el punto de vista socioeconómico, aquellos con menor nivel 100 de instrucción, los que dicen tener menor nivel de ingresos –en 2012- o los desempleados –categoría usada en 2008- revelan principalmente una mayor percepción de inseguridad en la valoración “estática” del entorno en el que viven. Los grupos con mayor instrucción o mejores ingresos –en 2012- o aquellos que contaban con empleo por cuenta propia o en relación de dependencia –en 2008- presentan valoraciones más negativas acerca de la evolución de la criminalidad desde el pasado o hacia el futuro y también cálculos de probabilidades que resultan más pesimistas –es decir, una dimensión más bien “dinámica”. Con respecto a la percepción de inseguridad de acuerdo a la autopercepción de pertenencia a una clase social del entrevistado, las personas que dicen ser de clase baja o media baja definen a sus barrios como más inseguros y consideran que presentan situaciones más críticas que las del resto de la ciudad. Además, presentan una mirada más pesimista acerca de la evolución del delito en sus barrios ya sea desde el pasado o hacia el futuro. Sin embargo, en las dos preguntas que implican un cálculo de probabilidades los ciudadanos que se definen como de clase media o superior se muestran más inseguros. Consideran más probable a la eventualidad de ser victimizados entre otros eventos negativos -en este punto, consistentemente con lo registrado en los casos de nivel de instrucción y de ingresos- y también piensan que es más probable el hecho de pasar por una experiencia de victimización en los próximos 30 días. En este componente perceptivo de la sensación de inseguridad en concreto resulta muy claro también que haber sido víctima de un delito el año anterior a la encuesta tiene un impacto negativo muy importante, que puede observarse en cada uno de los indicadores utilizados75. Esta situación se mantiene idéntica con respecto a 2008. Finalmente, con respecto a la distribución espacial de la percepción de inseguridad encontramos que, de acuerdo con todos los indicadores, existen brechas mayores entre los distritos de la ciudad que presentan los niveles más altos y más bajos de malestar, que las observadas con respecto a la sensación de inseguridad “en abstracto”. Es decir que las miradas negativas sobre la ciudad –el plano “abstracto”- están distribuidas espacialmente de manera más pareja, pero cuando nos referimos a los escenarios más próximos a las experiencias vitales de los respondientes aparecen importantes variaciones en las proporciones obtenidas en distritos diferentes. Estas variaciones, siempre de acuerdo con esta aproximación preliminar, no parecen estar asociadas con los niveles de victimización registrados a través de nuestro estudio. Así, también en este plano el Sudoeste –que tiene un índice de victimización relativamente bajo- es uno de los distritos que presenta niveles de sensación de inseguridad más elevados de acuerdo con casi todos los indicadores que utilizamos76. Se destacan también el Distrito Norte77 75 Las valoraciones más críticas de las personas que han sido victimizadas con respecto a lo que pasa en sus barrios pueden conjugarse con el hecho de que prácticamente siete de cada diez de las personas que dijeron haber sido victimizadas en 2011 en Santa Fe pasaron por esas experiencias en sus propias zonas de residencia. Se trata del 23,6% del total de ciudadanos entrevistados. 76 Las posiciones de los ciudadanos de este distrito se encuentran entre las más críticas en las preguntas acerca de la evolución del delito en el pasado y hacia el futuro, en la evaluación de la situación del barrio y la comparación con otras zonas de la ciudad y en el cálculo de probabilidades de ser víctima de un delito en los próximos 30 días. Se trata del espacio urbano que también concentraba una mayor percepción de inseguridad en el año 2008. 77 Los indicadores más críticos en términos relativos en esta área son los referidos a la evolución de la criminalidad en el barrio hacia el futuro y al cálculo de probabilidades de ser victimizado en los próximos 30 días. 101 –que ocupa un lugar intermedio en la ciudad según su tasa de victimización- y el Noroeste78 –que presenta un índice de victimización relativamente elevado. II. Emociones En este caso, pretendemos aproximarnos a las diversas formas en que los ciudadanos se sienten con respecto al problema del delito y no ya a sus percepciones y creencias. 1. Riesgos temidos En primer lugar, de la misma manera en que se solicitó a los entrevistados que evaluaran qué tipo de riesgo dentro de una lista amplia era el que más probablemente podía ocurrir en su propia vida, se pidió a los residentes que establecieran cuál de todos ellos –dentro del mismo catálogo- les generaba mayor temor. La mitad de los encuestados apuntó como su principal temor el ser víctima de un delito. La distancia con las opciones que le siguen resulta muy significativa: poco más de tres de cada diez señalaron que temen padecer una enfermedad y poco más de dos de cada diez sufrir un accidente de tránsito. Ser víctima de un delito es el riesgo considerado más probable en el plano perceptivo y más temido en el plano emotivo. Los eventos negativos que le siguen -enfermedad y accidente de tránsito- son considerados prácticamente igual de probables, aunque el primero genera más temor que el segundo. El porcentaje de ciudadanos que señaló que teme ser víctima de un delito sufrió un desplazamiento en sentido descendente con respecto a la medición de 2008 -era de 55,1%. En cuanto a las opciones que le siguen, se verificó un leve incremento en la proporción de personas que dijeron que temen padecer una enfermedad -era de 27,9%- y una baja bastante pronunciada de quienes dijeron que temen sufrir un accidente de tránsito -era la segunda opción, con 28,8%. Gráfico 65 78 En este caso, son críticas las evaluaciones acerca del futuro del delito en el barrio, es elevada la proporción de respondientes que consideran que sus barrios son poco o nada seguros y que la situación es peor que en otros barrios de la ciudad y también que es muy probable o bastante probable ser victimizado en los próximos 30 días. 102 Riesgos más temidos por los ciudadanos - Ciudad de Santa Fe - 2012 60% Perder su vivienda Padecer una enfermedad 49,7% 50% Sufrir un accidente laboral Ser víctima de un delito Sufrir un accidente de tránsito 40% Perder su trabajo 31,4% No poder pagar el alquiler 30% Tener problemas de pareja o familiares Quedarse solo 21,4% 20% Ser reprimido por la policía 15,3% 13,9% No teme a nada 12,2% 10% 6,0% 7,2% 2,5% 4,3% 2,6% Otros 6,6% No sabe / No contesta 2,5% 0,6% 0% Sin Datos Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En cuanto a la influencia de las características del respondiente, las mujeres incluyen en una proporción significativamente más elevada que los varones al hecho de ser víctima de un delito como sus principales temores -55,2% y 42,4%, respectivamente79. Asimismo, el 15,9% de los respondientes de sexo masculino dijo no temer a nada y esa proporción es de 9,5% entre las personas de sexo femenino. La posibilidad de pasar por un delito es el evento más temido por los ciudadanos de todas las edades, sin diferencias significativas en las proporciones –quienes se encuentran entre los 30 y los 44 años seleccionan esa opción en una proporción apenas más elevada que el resto, 51,2%80. De forma similar a lo registrado en relación con la probabilidad de ser víctima de un delito entre otros eventos negativos, encontramos aquí que la sensación de inseguridad de acuerdo con este indicador tiene una presencia más importante entre los ciudadanos con mayor nivel de instrucción formal. La victimización como evento más temido es elegido por el 51,8% entre los ciudadanos con nivel universitario o terciario completo, 54,2% entre quienes cuentan con escuela secundaria completa, 45,3% entre quienes 79 Con relación al año 2008 la brecha entre las respuestas de mujeres y varones se amplió, fundamentalmente debido a que se registra un descenso más marcado en las menciones al delito como riesgo más temido entre estos últimos -era de 50,8%- que entre las primeras -era 58,5%. 80 En 2008 el valor más importante también se registró en esta última franja etaria, con una proporción un tanto más elevada (57,1%). 103 tienen escuela primaria completa y 39,4% entre quienes no completaron la escolaridad primaria. Quienes no poseen título primario son los ciudadanos que manifestaron más no temer a nada (19,4%).81 En todos los grupos de ingresos la posibilidad de ser víctima de un delito resulta el evento más temido, pero las proporciones que recibe esta opción varían ampliamente. Entre quienes tienen ingresos por más de $10000 alcanza al 57,5% -casi ocho puntos por encima del valor general- y desciende paulatinamente a medida en que disminuye el nivel de ingresos: 50,8%, 49,2% y 44,5% -en este último caso, el de ciudadanos que ganan menos de $2000, más de cinco puntos porcentuales por debajo del porcentaje de la ciudad. En el mismo sentido, ser víctima de un delito es el riesgo más temido en una mayor proporción entre quienes se definen como de clase media o superior: 51,4%, contra 46,7% en el otro grupo. El delito tiene más presencia como un hecho que genera temor entre los entrevistados que pasaron por experiencias de victimización durante el año 2011. Fue mencionado por el 53,3% de esas personas, frente al 48,3% de quienes no fueron víctimas de delitos82. Por otro lado, la respuesta “no teme a nada” fue más elegida por los ciudadanos que no fueron victimizados: 13,6%, frente a 8,8% de quienes sí lo fueron. En cuanto a la distribución espacial de los principales temores de los ciudadanos en Santa Fe es posible observar que en todos los distritos municipales el riesgo más temido es el de ser víctima de un delito. En la mayor parte de los casos las proporciones de respuestas son muy similares a las generales, excepto en los distritos municipales Noreste y de la Costa –que ocupan los lugares extremos en cuanto a los índices de victimización-, en los que es un poco más baja -46,7% y 45,1%, respectivamente-83 y en el Distrito Municipal Centro, en el que es un tanto más alta (54,8%)84 85. Gráfico 66 81 En nuestro primer estudio el panorama era semejante, aunque el grupo que concentraba las mayores menciones al delito era el de quienes poseían estudios universitarios o terciarios completos (61,3%). Entre las personas sin estudios o con primaria incompleta la proporción era de 49,1%. Se observa que en estos dos casos los porcentajes registrados para 2012 son diez puntos porcentuales más bajos que los de 2008. 82 En la edición anterior de la encuesta ambos porcentajes eran más contenidos, y la brecha entre ellos un poco mayor: el delito fue mencionado por el 59,5% de los ciudadanos que fueron victimizados y por el 53,2% de los que no lo fueron. 83 En el distrito Noreste se concentraba el mayor nivel de temor de acuerdo a este indicador en el año 2008. La proporción de respondientes que incluyeron al delito entre los eventos más temidos descendió desde entonces casi dieciséis puntos porcentuales y medio. El distrito de la Costa presentaba ya en 2008 los niveles más contenidos. Desde entonces se registró un incremento leve, de poco más de un punto porcentual y medio. 84 En 2008 el Centro era el segundo distrito que presentaba más ansiedad de acuerdo con este indicador, detrás del Noreste. En la actualidad muestra los valores más críticos de la ciudad, si bien se observa un descenso bastante pronunciado –de poco más de siete puntos porcentuales- en la proporción de menciones al delito como evento más temido. 85 En el Distrito Noroeste la proporción de personas que mencionaron al delito entre sus principales temores fue en 2008 de 53,8%, más de cinco puntos porcentuales superior a la actual. En el Distrito Norte se observa un declive muy leve en la presencia del delito como evento temido, de poco más de un punto porcentual. En el Distrito Oeste el porcentaje de ciudadanos que incluye el delito es cuatro puntos porcentuales inferior al de 2008. En el Distrito Este se observa un importante descenso, de más de diez puntos y medio, en la proporción de ciudadanos que mencionaron al delito entre los eventos más temidos con respecto a 2008. En el Distrito Sudoeste la proporción de entrevistados que mencionaron al delito es apenas inferior que en 2008 -casi un punto porcentual y medio. 104 Ser víctima de un delito como uno de los principales temores de los ciudadanos por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 60% 54,8% 52,2% 50% 49,7% 48,6% 48,5% 51,3% 45,1% 46,7% 40% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 2. Sensación de inseguridad en el hogar de noche Para profundizar el análisis sobre el componente emotivo de la sensación de inseguridad en concreto en la ciudad de Santa Fe se formuló una pregunta que tuvo como espacio de referencia el propio hogar y la experiencia personal, siguiendo en gran medida los precedentes internacionales al respecto. Se consultó a los residentes cómo se sienten con relación al tema del delito cuando están solos o solas en sus casas por la noche. Casi cuatro de cada diez ciudadanos (38,3%) dijeron sentirse poco o nada seguros en esa situación. Seis de cada diez (60,6%), en cambio, manifestaron sentirse muy seguros o bastante seguros. De acuerdo con este indicador se verifica un descenso de la sensación de inseguridad con respecto a lo registrado en el año 2008. La proporción de quienes dijeron sentirse muy seguros en sus hogares subió más de siete puntos porcentuales -era de 11,6%- y la de quienes manifestaron sentirse bastante seguros descendió apenas -era de 43,5%. La suma de ambas respuestas daba 55,1%. También se registraron leves bajas en las opciones “poco seguro” -era de 31%- o “nada seguro” -era de 12%. Sumadas, estas dos respuestas acumulaban 43%. Gráfico 67 105 Valoración de la sensación de seguridad en el hogar por las noches Ciudad de Santa Fe - Año 2012 0,9% 0,2% 9,4% 19,3% Muy seguro Bastante seguro Poco seguro Nada seguro 28,9% Sin Datos No sabe/No contesta 41,3% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Las mujeres presentan niveles de sensación de inseguridad en el hogar por las noches significativamente más elevados que los varones. Las proporciones de respuestas poco o nada seguro son del 44,2% y del 30,3%, respectivamente86. Si bien las diferencias registradas no resultan muy significativas, de acuerdo con este dato las dos franjas de respondientes más jóvenes se sienten más inseguros en sus casas por las noches. Quienes se definen como poco o nada seguros son el 40,2% en la franja de entre 30 y 44 años y 39,1% entre los menores de 30 años. Esa proporción es de 36,7% en la porción de ciudadanos más adultos y de 36,3% entre quienes tienen entre 45 y 59 años87. En este caso, a diferencia del indicador anterior, el temor desciende a medida en que se incrementa el nivel de instrucción del entrevistado. Las respuestas “poco seguro” y “nada seguro” son del 45,6% entre quienes no completaron la escolaridad primaria, 41,8% entre quienes tienen primaria completa y/o secundaria incompleta, 36,1% entre quienes tienen secundaria completa y estudios universitarios o terciarios incompletos y 33,2% entre los ciudadanos que tienen título universitario o terciario88. Algo similar sucede con la distribución del miedo de acuerdo a este indicador, entre los grupos sociales por nivel de ingresos. La inseguridad en el hogar desciende con el incremento de los ingresos del respondiente. El 48,8% de quienes dicen tener ingresos familiares por menos de $2000 responden que se sienten poco o nada seguros en estas situaciones. Esa proporción es de 42,7% entre los ciudadanos que dicen cobrar entre $2000 y $5000, 33% entre quienes aseguran que sus ingresos se encuentran entre los $5000 y los $10000 y 28,8% entre los entrevistados que dicen ganar más de $10000 mensuales. 86 Con respecto al año 2008 se observan declives semejantes en las proporciones de respuestas poco/nada seguro de varones y mujeres -eran de 34,8% para los primeros y 49,8% para las segundas. 87 En 2008, este indicador marcaba también, aunque con una escala más clara, que la sensación de inseguridad disminuía a medida que aumentaba la edad. Las mayores diferencias se registraron entonces entre la franja de edad más adulta, menos insegura, y la más joven, más insegura. 88 El panorama era muy semejante en 2008. Los porcentajes de respuestas eran muy parecidos: iban entre el 33% y el 46,9%. 106 En igual sentido se dirigen los datos de acuerdo con la percepción que el entrevistado tiene de su lugar en la estructura social. El 34,4% de quienes dicen ser de clase media o superior se sienten poco o nada seguros en esa situación. Ese porcentaje es significativamente mayor entre quienes se perciben como de clase baja o media baja (45,1%). El hecho de haber sido víctima de un delito durante 2011 incide sobre la sensación de inseguridad en el hogar. El 43,8% de los ciudadanos victimizados dijeron sentirse poco o nada seguros, y esa proporción fue de 36,1% entre quienes no fueron víctimas de delitos89. Los distritos municipales con mayor nivel de sensación de inseguridad de acuerdo con este indicador son el Distrito Noroeste y el Distrito Sudoeste. Las proporciones más contenidas aparecen en los Distritos Centro y de la Costa, que presentan porcentajes inferiores por veinte puntos a los registrados en el primero de los distritos mencionados. 90 Gráfico 68 Sensación de inseguridad en el hogar por la noche por Distrito Municipal Respuestas "poco"/ "nada seguro" - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 60% 51,6% 50% 45,8% 41,4% 40% 35,2% 36,9% 33,9% 31,9% 30,5% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa 89 Las proporciones en 2008 fueron de 47% y 41,3%, respectivamente. Es decir que en ambos casos se observan declives, de poco más de tres puntos porcentuales entre los ciudadanos victimizados y de poco más de cinco entre los no victimizados. 90 El Distrito Noroeste es la única área de la ciudad en el que los valores de las respuestas que remiten a un mayor temor (poco o nada seguro) aumentaron con respecto al año 2008 –seis puntos porcentuales. En el resto de los distritos se registraron descensos. El más marcado se observa en el Distrito Noreste, en el que la proporción de estas respuestas bajó más de diecisiete puntos con relación a 2008, momento en el que era la mayor de la ciudad. Otro declive importante se dio en el Distrito Este, en el que las respuestas poco o nada seguro bajaron casi diez puntos porcentuales para ubicarse entre las más contenidas de la ciudad. En el Distrito Oeste, en tanto, la baja fue de casi seis puntos, en el de la Costa de casi cinco y en el Sudoeste y Centro de prácticamente tres puntos porcentuales. La baja menos aguda –se trata prácticamente de una situación de estabilidad- se observa en el Distrito Norte -poco más de un punto porcentual menos que en 2008. 107 Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 3. Sensación de inseguridad en el barrio de noche Además, en oposición a la pregunta anterior se solicitó a los encuestados que expresaran cómo se sienten por la noche caminando en las calles de la zona en que residen. En este caso, casi seis de cada diez ciudadanos dijeron sentirse poco o nada seguros y solamente un 28,9% manifestaron que se sienten muy seguros o bastante seguros. Más de uno de cada diez entrevistados, en tanto, dijeron que no salen de sus casas por la noche. El panorama descripto es muy parecido al obtenido en nuestro estudio referido a la ciudad de Santa Fe en 2008. Los porcentajes totales eran casi idénticos: el 27,9% de los respondientes dijeron sentirse muy o bastante seguros y el 56,6% poco o nada seguros. Sin embargo, puede observarse un leve corrimiento hacia una menor sensación de inseguridad, dado que aumentó de manera bastante significativa la proporción de quienes dijeron sentirse poco seguros -era del 30,4%- y descendió la de quienes dijeron sentirse “nada seguros” -era 26,2%. Además, la proporción de quienes manifestaron sentirse muy seguros aumentó casi tres puntos porcentuales. Y también se observa un leve descenso entre quienes dicen no salir de sus casas -eran el 14,7%. Gráfico 69 Valoraciones acerca de la sensación de seguridad en la calle por la noche en la zona en la que habita - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 0,8% 0,3% 12,6% 7,7% Muy seguro Bastante seguro 21,2% Poco seguro Nada seguro 20,8% No sale nunca Sin Datos No sabe/No contesta 36,6% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Aquí también, las respuestas de las mujeres muestran una mayor sensación de inseguridad que los varones -60,3% y 53,5% de respuestas poco o nada seguro, respectivamente. Por otro lado, un elevado porcentaje de mujeres contestó que no salen nunca de sus casas: 17,5%, contra 5,9% de los varones.91 91 En comparación con el año 2008, se observa un leve aumento en la proporción de respuestas poco o nada seguro entre las mujeres -era de 57,6%- y un descenso también mínimo entre los varones -era 55,3%. Las proporciones de respuesta “nunca sale” bajaron levemente desde 2008 tanto para las mujeres era 19,8%- como para los varones -era de 8,5%. 108 La observación de las variaciones de este indicador en los diferentes grupos de edad muestra algunos elementos interesantes. La población más adulta concentra una menor proporción de respuestas que refieren a niveles más altos de inseguridad: las opciones “poco seguro” / “nada seguro” son seleccionadas por el 49,1% de los ciudadanos mayores de 60 años, frente al 58,3% de los menores de 30, el 61,9% de las personas que tienen entre 30 y 44 años y el 58,6% en el grupo que abarca entre los 45 y los 59 años. Sin embargo, uno de cada cuatro respondientes de la franja etaria más adulta (25,3%) declara que no sale de sus casas por las noches. Y esa proporción desciende con la edad: es de 13%, 8,8% y 7% en el resto de los grupos etarios.92 Los dos grupos con mayor nivel de instrucción presentan proporciones un poco más importantes de respuestas que muestran temor. Así, las opciones “poco seguro” y “nada seguro” alcanzan al 59,1% de los respondientes con estudios terciarios o universitarios completos y 58,8% entre quienes cuentan con secundaria completa y universitaria o terciaria incompleta. En los dos grupos restantes es apenas superior al 55%. Sin embargo, en la franja con menor nivel de instrucción formal un 20% de los respondientes manifestó que no sale nunca. Esa proporción es de 14,3% entre quienes cuentan con escolaridad primaria completa, de 10,4% entre los ciudadanos que terminaron la secundaria y de 11,8% en la franja con mayor instrucción formal93. No aparecen diferencias drásticas con respecto a este tema de acuerdo con el nivel de ingresos familiares declarado por los ciudadanos en la encuesta. Las dos franjas de respondientes con mayores ingresos presentan niveles apenas mayores de sensación de inseguridad. Las respuestas “poco” o “nada seguro” alcanzan el 59,3% entre quienes tienen ingresos entre $5000 y $10000 y 58,9% entre quienes tienen ingresos por más de $10000. Esas proporciones rondan el 56% en los dos grupos de menores ingresos. Sin embargo, el porcentaje de respuestas “no sale nunca” desciende a medida en que el nivel de ingresos aumenta: 14%, 13,6%, 10,7% y 4,1% en los cuatro grupos en que se dividió a nuestros entrevistados. En el mismo sentido se dirigen las respuestas de acuerdo con la autopercepción de pertenencia a una clase social. Las respuestas “poco/nada seguro” son apenas más importantes entre los respondientes de clase media o superior -57,8%, frente a 56,6% en la otra franja. Sin embargo, aquí también los ciudadanos de clase baja o media baja contestan en una mayor proporción que no salen nunca de sus casas -14,6%, contra 11,9% en el otro grupo. Los ciudadanos que dijeron haber pasado por una experiencia de victimización en 2011 se sienten más inseguros en las calles de sus barrios por las noches: un 64,7% contestó que se siente poco o nada seguro, frente a 54,6% entre quienes no fueron víctimas 92 En la primera edición de la encuesta las respuestas referidas a una mayor sensación de inseguridad descendían con el aumento de la edad: 60,7% para quienes tenían entre 30 y 44 años; 55,2% entre 45 y 59; 46,9% en los mayores de 60. Pero también sucedía que a medida en que la edad aumentaba se incrementaba significativamente el porcentaje de quienes contestaban que no salen de sus casas por las noches: 6,3% entre los más jóvenes; 10% entre 30 y 44; 13,5% entre 45 y 59 y 31,5% entre los mayores de 60. Es posible observar que la proporción de personas mayores de 60 años que no salen de sus casas ha descendido desde el año 2008. 93 La proporción de respuestas “poco o nada seguro” en el año 2008 era más baja entre los respondientes sin estudios o con escolaridad primaria incompleta -47,8%, frente a 56%, 59,4% y 56,8% en los tres grupos de instrucción restantes. Como vemos, se presenta una leve diferenciaa con respecto a la distribución actual. El porcentaje de ciudadanos que contestó que nunca salían era de 30,8% entre quienes poseían el menor grado de instrucción formal -se registró un descenso de diez puntos en ese dato. En los tres grupos restantes era de 16%, 9,7% y 13,6%, a medida en que asciende el nivel educativo. Es decir que aquí no hubo desplazamientos significativos. 109 durante ese período. Estos últimos, sin embargo, respondieron en una medida un tanto superior que nunca salen de sus casas -13,5%, frente a 10,4% en el otro grupo94. En lo que se refiere a la distribución espacial, el Distrito Norte de la ciudad de Santa Fe concentra los mayores porcentajes de respuestas “poco seguro” o “nada seguro” a esta cuestión, con lo cual es el que presenta un nivel de sensación de inseguridad más importante -quince puntos porcentuales más que la ciudad. Sin embargo, es significativo señalar que también cuenta con la menor proporción de personas que apuntan que nunca salen de sus casas, con un valor que es más de siete puntos porcentuales más bajo que el de la ciudad y que es cuatro veces menor al del Distrito Oeste y tres veces menor que los de los Distritos Noreste y Sudoeste. Es decir que los ciudadanos de este distrito presentan una mayor sensación de inseguridad en la calle pero también salen más de sus casas. Los distritos Noroeste, Este, Sudoeste y Centro muestran porcentajes similares al de toda la ciudad, aunque la proporción de respondientes que dijeron no salir nunca de sus casas es menor en el Distrito Centro que en el resto. Los distritos Noreste y, especialmente, de la Costa, tienen los niveles de sensación de inseguridad más bajos de todo el territorio urbano, aunque en el primero de los casos el porcentaje de ciudadanos que dicen no salir nunca de sus casas es un poco mayor al valor general. Es interesante señalar que son los dos distritos con situaciones más disímiles en términos del índice de victimización. 95 Gráfico 70 94 En 2008, la sensación de inseguridad entre quienes fueron víctimas de delitos fue idéntica -64,7% dijeron sentirse poco o nada seguros caminando en sus barrios por las noches-, mientras que en el caso de quienes no fueron victimizados resultó apenas inferior (53%). También había diferencias en las proporciones de respuestas “nunca sale” entre los dos grupos: 16,1% en el primero -bajó más de tres puntos porcentuales y medio- y 11,4% en el segundo -descendió un punto. 95 La comparación con los datos de 2008 arroja algunas observaciones interesantes. En el Distrito Norte subieron casi veinte puntos las respuestas asociadas con la sensación de inseguridad, pero descendió diez puntos el porcentaje de entrevistados que dijeron no salir nunca de sus casas. El declive más importante de respuestas “poco seguro” o “nada seguro” se ve en el Distrito Noreste, que es el territorio que presenta también un mayor aumento -más de cinco puntos porcentuales- de personas que dicen no salir de sus casas nunca. En los distritos Oeste, Este, Sudoeste y Centro no hay variaciones significativas en ninguna de las dos variables. Finalmente, en el Distrito de la Costa se registra un descenso importante de la sensación de inseguridad -casi nueve puntos menos de respuestas “poco o nada seguro”-, mientras que el porcentaje de quienes dicen no salir nunca se mantiene estable, con un leve descenso de casi dos puntos porcentuales. 110 Sensación de inseguridad en la calle en la zona en la que habita por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 90% 80% 20,1% 5,0% 13,2% 15,6% 11,7% 7,9% 70% 15,5% 60% 12,5% 50% 40% 30% 72,4% 61,2% 57,9% 60,6% 62,0% 61,5% 43,8% 20% 37,1% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Poco/nada seguro Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa No sale nunca Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 4. Sensación de inseguridad en el barrio de día Estas proporciones varían ampliamente cuando la misma pregunta se realiza refiriéndose no a la noche sino al día, rompiendo con la asociación de sentido común de ese momento con situaciones de amenaza. En horas en las que hay luz solar, casi siete de cada diez ciudadanos (68,5%) se sienten muy seguros o bastante seguros caminando solos por la zona en la que habitan. De todas maneras, es relevante que casi tres de cada diez encuestados (29,1%) hayan manifestado que se sienten poco o nada seguros en las calles de sus barrios de día. Cómo se observa se invierten estas proporciones con respecto al indicador anterior. En relación con este dato se verifica un desplazamiento bastante significativo hacia una mayor sensación de inseguridad con respecto a los resultados del año 2008. En ese año, el 75,2% de los respondientes dijeron sentirse muy seguros (29,4%) o bastante seguros (45,8%), una proporción casi siete puntos porcentuales mayor a la actual. La caída más importante, además, se observa entre las respuestas “muy seguro”. Por otro lado, los ciudadanos que apuntaban sentirse poco seguros eran el 17,1% -casi seis puntos porcentuales menos que en la actualidad- y quienes decían sentirse nada seguros eran el 5,7% -proporción un tanto menor a la registrada este año. En total, las respuestas “poco seguro” o “nada seguro” alcanzaban el 22,8%, una proporción casi siete puntos porcentuales menor a la registrada para 2012. Gráfico 71 111 Valoraciones acerca de la sensación de seguridad en la calle de día en la zona en la que habita - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 0,7% 0,2% 1,4% 6,3% 25,0% Muy seguro Bastante seguro Poco seguro 22,8% Nada seguro No sale nunca Sin Datos No sabe/No contesta 43,5% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Las mujeres manifestaron, de acuerdo con este indicador, una mayor sensación de inseguridad que los varones. Las opciones poco seguro o nada seguro alcanzaron el 34,4% entre las primeras y 22% entre los segundos96. El grupo etario en el que la sensación de inseguridad está más difundida de acuerdo con este indicador es el que comprende a las personas de entre 30 y 44 años -33,5% de respuestas “poco/nada seguro”. Esa proporción es más contenida entre la población más joven (24,3%) e intermedia en los dos grupos restantes -31,1% en la franja de entre 45 y 59 años y 29,1% entre los mayores de 60 años. El porcentaje de ciudadanos que dice no salir nunca de su casa es un tanto más elevado en esta última franja -4,4%97. Existe una importante diferencia en el sentimiento de inseguridad de acuerdo a este indicador manifestado por las personas con menor nivel de instrucción formal. El 41,9% de los ciudadanos sin estudios o con escolaridad primaria incompleta contestaron que se sienten poco o nada seguros. Esa proporción es sustantivamente menor en los tres grupos restantes: 28,4% entre quienes tienen primaria completa y secundaria incompleta, 28,5% entre quienes poseen secundaria completa y universitaria o terciaria incompleta y 27,6% entre quienes tienen título universitario o terciario98. 96 En ambos casos se registra un incremento en el grado de temor con respecto a 2008. En ese año, un 27,5% de las mujeres y un 17,2% de los varones dijeron sentirse poco o nada seguros -casi siete y cinco puntos porcentuales menos que en 2012, respectivamente. 97 En 2008 era la población más adulta la que presentaba la proporción más contenida de respuestas poco o nada seguro, 20,5%, porcentaje que creció de manera bastante significativa desde entonces. Además, creció levemente la proporción de personas que no salen de sus casas en esa franja etaria -era de 2,2%. Al igual que este año, la mayor tasa de respuestas poco/nada seguros se encontraba en la franja de ciudadanos de entre los 30 y los 44 años -24%, sustantivamente menor a la registrada para 2012. 98 En nuestro estudio anterior, las personas con mayor nivel de instrucción también presentaban menor grado de inseguridad que los tres grupos restantes de acuerdo con este indicador, aunque la diferencia era más marcada. Se registró un marcado incremento desde 2008 en la sensación de inseguridad entre las personas sin estudios o con escolaridad primaria incompleta. 112 Algo similar sucede cuando observamos las variaciones en las respuestas de acuerdo con el nivel de ingresos del entrevistado. La proporción de la suma de las opciones “poco seguro” o “nada seguro” desciende con el incremento del volumen de ingresos. Alcanza el 32,1% entre quienes dicen cobrar menos de $2000, 29,8% en el grupo cuyos ingresos se encuentran entre $2000 y $5000, 26,6% entre quienes tienen ingresos familiares por más de $5000 y menos de $10000 y 19,1% en la franja de quienes dijeron recibir más de $10000 por mes. Este panorama se confirma con la observación de las respuestas de acuerdo con la situación social autopercibida del entrevistado. Las respuestas “poco seguro” o “nada seguro” alcanzan el 26,7% entre los respondientes de clase media o superior y 33,4% entre los de clase baja o media baja. Aquí también los ciudadanos que fueron víctimas de un delito en el año 2011 revelaron una mayor sensación de inseguridad. El 33% en ese grupo dijo sentirse poco o nada seguro, frente al 27,6% entre quienes no pasaron por experiencias de victimización en ese período99. En cuanto a la distribución espacial de las respuestas poco o nada seguro, se observa que hay tres distritos municipales que se encuentran bastante separados del resto con respecto a este tema: el Noroeste, el Sudoeste y el Norte. Luego se ubica el Distrito Oeste, con un porcentaje casi cuatro puntos mayor al obtenido para la ciudad. Los valores más contenidos aparecen, también aquí, en los distritos Centro y de la Costa. Llama la atención la importante distancia entre los niveles de sensación de inseguridad registrados en los distintos territorios: la proporción de respuestas “poco” y “nada seguro” es tres veces mayor en el Distrito Noroeste que en el Centro. 100 Gráfico 72 99 En el año 2008 los dos porcentajes eran más contenidos, y la diferencia entre ambos resultó un poco mayor. El 27,9% de los entrevistados que habían sido victimizados y el 20,6% de quienes no lo habían sido dijeron sentirse poco o nada seguros en esa situación. 100 De la comparación con el año 2008 emergen algunos puntos que es interesante señalar. A diferencia de lo que sucedía con otros indicadores –y en obvia coincidencia con lo registrado a nivel general- en la mayor parte de los distritos municipales se observa un aumento de la sensación de inseguridad. El incremento más importante se ve en el Distrito Norte -más de catorce puntos porcentuales-. También hubo aumentos significativos en el Distrito Noreste -se encontraba entre los porcentajes más bajos de la ciudad y aumentó casi once puntos- y el Distrito Noroeste -ya estaba entre los más altos y aumentó diez puntos-. Los distritos Sudoeste, Oeste y Este presentan alzas menos pronunciadas -de casi siete, casi seis y poco más de cuatro puntos porcentuales. Las únicas excepciones a esta situación se encuentran en el Distrito Centro -presenta una baja pronunciada, de siete puntos- y el Distrito de la Costa -que contaba con el porcentaje más contenido y se mantuvo estable, con un aumento de casi un punto) 113 Sensación de inseguridad en la calle de día en la zona en la que habita por Distrito Municipal - Respuestas poco/nada seguro - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 40% 37,1% 36,3% 36,0% 35% 32,9% 30% 27,0% 27,7% 25% 20% 15% 12,1% 13,1% Distrito Centro Distrito de la Costa 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral 5. Observaciones Principales Para cerrar el análisis del componente emotivo de la sensación de inseguridad en concreto podemos señalar un conjunto de tendencias que aparecen a partir de la observación de estos indicadores con respecto a los obtenidos en el año 2008 a nivel de la ciudad de Santa Fe. Se trata de tres tendencias contradictorias que varían de acuerdo a cuál sea el ámbito y la situación en que se ubica el entrevistado. En primer lugar, se registra una cierta disminución del sentimiento se inseguridad. De este modo, los santafesinos dijeron en una menor proporción que en 2008 que se sienten inseguros por las noches en sus casas. En el mismo sentido, se registra una disminución del señalamiento del delito como evento negativo mas temido por parte de los ciudadanos. En segundo lugar, parece haber una cierta estabilidad en lo que se refiere a la sensación de inseguridad de los residentes en las calles de su barrio por las noches. Por último, ha habido un incremento en los niveles de temor que los ciudadanos experimentan en las calles de los barrios en los que habitan durante el día. Las mujeres, también en este caso, revelan niveles más significativos de sentimiento de inseguridad que los varones. Esto se visualiza en todos los indicadores analizados y marca una continuidad con relación a lo que observamos para el año 2008. Los respondientes de entre 30 y 44 años, por su parte, se muestran con respecto a este componente emotivo más inseguros que el resto. Mencionan en una medida levemente superior que los ciudadanos de otras edades al delito como evento más temido y dicen sentir más temor que los demás tanto en sus casas por las noches como en sus barrios ya sea de día o de noche. Los dos grupos que se encuentran en los extremos de la escala de nivel de instrucción concentran los mayores volúmenes de sensación de inseguridad. Las personas con estudios terciarios o universitarios completos incluyen en una proporción relativamente alta al delito entre los eventos a los que más temen y se sienten más inseguros en las 114 calles de sus barrios por las noches. El primero de estos datos –a diferencia del segundo- se mantiene con respecto a la primera edición de la encuesta. Los ciudadanos que no han completado estudios primarios o sin estudios, en tanto, dicen sentirse más inseguros que el resto en sus hogares por las noches y en las zonas en las que viven de día. Además, son los respondientes que más optan por no salir de sus casas cuando está oscuro. En 2008 presentaron un panorama idéntico. La división de los entrevistados de acuerdo con sus ingresos familiares otorga un cuadro similar al del nivel de instrucción. Quienes dicen tener ingresos por más de $10000 presentan en mayor medida al delito como evento negativo que les genera temor y tienen un porcentaje relativamente alto de sensación de inseguridad en las calles por las noches. Los ciudadanos cuyos ingresos familiares no superan los $2000 se sienten más inseguros en sus hogares por las noches y en las calles de sus barrios de día y también salen menos de sus casas cuando está oscuro que el resto de los ciudadanos. Este esquema parece confirmarse con la observación de las respuestas distribuidas de acuerdo con la autopercepción de pertenencia a una clase social del encuestado. Aquellos que dijeron ser de clase media o superior mencionaron en mayor medida al delito entre los hechos que les producen más temor y revelaron un sentimiento de inseguridad un poco mayor en las calles de sus barrios a la noche. Las personas que se consideran de clase baja o media baja presentan mayores temores en sus casas por las noches y en las zonas públicas en las que habitan de día. Por las noches, dijeron que dejan sus hogares en menor proporción que el resto. Una vez más, como en los otros plano y componente de la sensación de inseguridad, haber sido víctima de un delito durante el año 2011 parece una variable clave en la producción de temor. Esta concentración se visualiza en todos los indicadores analizados. Se repite aquí el cuadro que obtuvimos para el año 2008. Con respecto a la distribución espacial, se destacan por su concentración de altos niveles de indicadores emotivos de sensación de inseguridad los tres distritos municipales en los que la situación también era crítica en relación con los componentes perceptivos: el Noroeste -con mayores niveles de sensación de inseguridad en el hogar y en las calles de día-, el Sudoeste -con el delito mencionado como principal temor en una proporción relativamente alta, elevado porcentaje de sensación de inseguridad en el hogar y en las calles de día- y el Norte -que presenta valores altos en el caso del delito como temor principal y en lo que hace a la difusión del temor en las calles, tanto por las noches como cuando hay luz solar. De manera similar a lo registrado con relación al componente perceptivo de la sensación de inseguridad, se observan aquí –en especial en lo que hace a la difusión del miedo en el hogar o en las calles- significativas brechas en los valores obtenidos en los diferentes distritos municipales. A modo de cierre Es posible intentar un análisis a partir de una mirada global sobre los distintos planos y componentes de las sensibilidades colectivas asociadas con el delito en la ciudad de Santa Fe y su evolución con respecto al año 2008 y sobre la incidencia de las diversas variables sociales y económicas utilizadas en nuestro estudio en su distribución. En lo que hace al plano “abstracto” de la sensación de inseguridad y al componente perceptivo del plano concreto no se registraron diferencias significativas con respecto a los resultados obtenidos en la primera edición de nuestro estudio. En el caso del plano abstracto, más apartado de las vidas cotidianas de los respondientes, el indicador que se mueve más claramente lo hace hacia el señalamiento de una mayor sensación de inseguridad. El delito como problema social y político prioritario para los santafesinos 115 avanzó al mismo tiempo en que perdieron intensidad la desocupación y la pobreza. Además, el principal asunto público apuntado por los respondientes continúa siendo el consumo de drogas ilegales. Sin embargo, es importante advertir que el delito callejero o común sigue estando por detrás de la desocupación entre las prioridades de los santafesinos. En relación con el componente perceptivo, el derrotero desde 2008 ha sido más contradictorio. Los entrevistados piensan en mayor medida que antes que la situación está peor en sus barrios y son menos optimistas acerca de lo que sucederá en los mismos en el futuro. Pero, por otro lado, son menos los que definen a sus lugares de residencia como poco o nada seguros y consideran que en sus barrios el delito no está tan difundido como en otras áreas de la ciudad. El aspecto emotivo de las sensibilidades colectivas referidas al delito ha variado de maneras interesantes desde 2008. Los ciudadanos entrevistados se sienten más seguros en sus casas de noche y más inseguros en el espacio público de día que antes. Es decir que parecen haber retrocedido en el imaginario social los temores generados por la eventualidad de un robo o un ataque en el hogar mientras sus ocupantes se encuentran en él. No obstante, las calles, incluso las del territorio familiar del propio barrio, son visualizadas como más riesgosas, aún siendo de día. Por otro lado, hemos visto cómo la sensación de inseguridad, en todos sus planos y componentes, afecta más a las mujeres que a los varones. Esta es una tendencia que se mantiene desde el año 2008. En referencia a la edad, la sensación de inseguridad, en todos sus planos y componentes, es mayor en los grupos intermedios de la escala. En efecto, los ciudadanos más inseguros son aquellos que se encuentran entre los 30 y los 59 años. En el plano abstracto, las principales preocupaciones acerca del delito como problema público se concentran entre quienes tienen entre 45 y 59 años. En el caso del componente perceptivo de la sensación de inseguridad en concreto, a este grupo etario se suman aquellos que se ubican entre los 30 y los 44 años. Y son los ciudadanos de este último grupo quienes se muestran más alarmados en relación con el componente emotivo de la sensación de inseguridad. Por su parte, las percepciones y emociones más negativas con relación al delito, en un plano concreto, se sitúan en los dos grupos que ocupan las posiciones extremas en cuanto a su nivel socioeconomico. Los ciudadanos menos desaventajados -aquellos con título terciario o universitario, los que dijeron tener ingresos familiares por más de $10000, quienes se consideran de clase media o superior- en general son más pesimistas con respecto a la evolución del delito en sus barrios y con el cálculo de probabilidades de pasar por una experiencia de victimización. También incluyen en mayor medida al delito entre sus temores y se sienten más inseguros en las calles por las noches. Los más desaventajados socialmente -quienes no tienen estudios o tienen escolaridad primaria incompleta, los que dijeron tener ingresos familiares por menos de $2000 y los que se definen como de clase baja o media baja- tienden en una mayor medida a estructurar miradas negativas acerca de la gravedad de la situación del delito en el barrio. Asimismo, sienten más miedo en las calles de día y salen menos de sus casas por las noches. Por otro lado, de manera similar a lo registrado para el año 2008, el hecho de haber sido víctima de un delito en 2011 tiene un significativo impacto negativo la sensación de inseguridad, en todos sus planos y componentes. 116 Finalmente, hemos observado cómo la sensación de inseguridad se distribuye en el territorio de la ciudad de manera desigual. En líneas generales, la situación más negativa se presenta en el Distrito Sudoeste, tanto en el plano abstracto como concreto y tanto en el componente cognitivo como emotivo de la sensación de inseguridad. También aparece una concentración de indicadores críticos –en especial con respecto al plano concreto de las sensibilidades colectivas- en los distritos Norte y Noroeste. 117 Capítulo 3. Comportamientos de autoprotección y evitamiento La victimización y la sensación de inseguridad frente al delito pueden afectar los comportamientos y hábitos personales e incidir en la estructuración de actitudes securitarias que redundan en limitaciones al propio estilo de vida. Las personas comienzan a hacer algo o dejan de hacer algo que antes realizaban para evitar ser víctimas de delitos. Si bien la realización de estos comportamientos de autoprotección y evitamiento puede estar vinculada a la sensación de inseguridad que experimentan o a las experiencias de victimización por las que los individuos han atravesado efectivamente, también puede nacer de la influencia de otros procesos más complejos y generales que atraviesan la vida social contemporánea. Por ejemplo, la instalación de una alarma contra robos y hurtos en una vivienda puede estar ligada a experiencias de victimización o a la sensación de inseguridad vividas por el propietario de la misma, pero también a la influencia de la publicidad de dicho producto en el marco del mercado, a la difusión social de la idea de que las viviendas con determinado estatus económico necesitan contar con un equipamiento básico dentro del cual se incluye este tipo de alarma, etc. Es decir que la difusión de comportamientos de autoprotección y evitamiento no puede tomarse como un simple reflejo de la extensión de la victimización o de la sensación de inseguridad. Además, resulta importante señalar que la adopción de estos comportamientos no está relacionada de manera lineal con la producción de una menor sensación de inseguridad frente al delito. Más bien, en muchos casos estos comportamientos terminan por agudizar o bien ayudan a cristalizar la ansiedad y la angustia. Los miedos nos impulsan a emprender medidas defensivas que, en definitiva, terminan por dar un aura de inmediatez, tangibilidad y credibilidad a las amenazas reales o imaginarias de las que los miedos presumiblemente emanan. En todo caso, constituye otra área de indagación tan relevante como la victimización y la sensación de inseguridad que ha sido objeto de análisis en el marco de la Segunda Encuesta Sobre Delito, Sensación de Inseguridad y Sistema Penal en la Ciudad de Santa Fe. Valoraciones de distintos comportamientos de autoprotección Por un lado, se pidió a los ciudadanos su valoración acerca de un conjunto de acciones específicas que los individuos pueden tomar frente al problema de la inseguridad. Las medidas evaluadas más positivamente fueron las de poner rejas o cerraduras especiales en las viviendas. En ambos casos prácticamente ocho de cada diez encuestados las calificaron de muy positivas o positivas. También recibieron altas proporciones de consideraciones positivas: “no dejar la casa sola”, “instalar una alarma electrónica”, “participar junto con sus vecinos de una alarma comunitaria” y “tener un perro guardián”. En cambio, “pagar seguridad privada”, “asociarse a la cooperadora policial”, “mudarse a un barrio cerrado” y “tener armas de fuego” recibieron pocas valoraciones positivas por parte de los ciudadanos que respondieron a la encuesta. Estos resultados son muy similares a los del año 2008. En ese caso también se registraron dos grupos de medidas claramente diferenciados en cuanto a sus valoraciones positivas. Las proporciones de las tres medidas valoradas más positivamente eran muy similares. El porcentaje de valoraciones positivas que recibió la acción de participar de una alarma comunitaria, si bien continúa siendo alto, descendió (era de 72,8%), posiblemente debido a que esta medida no es impulsada por el gobierno provincial desde el año 2008. En cuanto a las acciones valoradas poco positivamente, se registró un importante descenso de la proporción de ciudadanos que consideran 118 positivamente al hecho de contratar seguridad privada (era de 38,5%), así como asociarse a una cooperadora policial (era 33,7%). En el caso de la tenencia de armas de fuego, se observa un descenso más leve (era 22,8%). Gráfico 73 Valoraciones positivas de medidas de autoprotección por parte de los ciudadanos - Ciudad de Santa Fe - 2012 90% Poner rejas 81,2% 80% 70% 77,5% 73,4% Poner cerraduras especiales 68,1% 67,1% 63,8% No dejar la casa sola 60% Instalar alarma electrónica 50% Tener perro guardián 40% Participar de una alarma comunitaria 30% 20% 29,1% 25,3% 19,0% 18,8% 10% 0% Contratar seguridad privada Asociarse a una cooperadora policial Mudarse a un barrio cerrado Tener armas de fuego Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En cuanto a las medidas valoradas más negativamente, el primer lugar en la ciudad es ocupado por tener armas de fuego en el hogar: más de seis de cada diez ciudadanos la consideraron una acción negativa o muy negativa. Mudarse a un barrio cerrado, por su parte, fue valorado negativamente o muy negativamente por poco menos de la mitad de los encuestados, mientras que cuatro de cada diez de ellos consideraron negativo o muy negativo al hecho de contratar una empresa de seguridad privada. Por otro lado, más de uno de cada tres respondientes valoró negativamente al hecho de asociarse a una cooperadora policial. Se trata de las mismas cuatro medidas que habían sido apuntadas críticamente en la edición anterior de la encuesta. En general, las proporciones son similares, a excepción de un leve aumento en las evaluaciones negativas frente al hecho de contratar seguridad privada (eran de 34,7%). Gráfico 74 119 Valoraciones negativas de medidas de autoprotección por parte de los ciudadanos - Ciudad de Santa Fe - 2012 70% Tener armas de fuego 63,2% Mudarse a un barrio cerrado 60% Contratar seguridad privada 50% 45,8% Asociarse a una cooperadora policial 39,9% Participar de una alarma comunitaria 40% 35,7% Tener perro guardián 30% Instalar alarma electrónica 20% No dejar la casa sola 11,5% 10% 11,0% 10,3% 7,4% 7,0% 5,7% Poner cerraduras especiales Poner rejas 0% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En general, no aparecen diferencias significativas en la escala de valoraciones positivas y negativas de varones y mujeres. Los varones valoran más positivamente y menos negativamente que las mujeres a la acción de tener armas de fuego en la casa101. En sentido inverso, las mujeres valoran más positivamente la organización de alarmas comunitarias102. Las tres acciones valoradas más positivamente se ubican en el mismo orden en los tres grupos de mayor edad. Entre los más jóvenes, la instalación de alarma electrónica desplaza en el tercer lugar a la medida de no dejar la casa sola. Las tres evaluadas más negativamente son las mismas para todos los grupos etarios. Los respondientes más jóvenes valoran más positivamente y menos negativamente que el resto al hecho de tener armas de fuego en la casa (23,1% y 59,7%, respectivamente) 103. Y también evalúan más positivamente a las medidas de instalar una alarma electrónica (72,1%), irse a vivir a un barrio cerrado (23,6%) y pagar seguridad privada (34%). Las evaluaciones positivas de esta última acción son más contenidas en el grupo de mayor edad (14,7%). En la franja de entre 30 y 44 años, en tanto, se valora menos positivamente y más negativamente al hecho de asociarse a la cooperadora policial 101 Las respuestas “muy positiva” y “positiva” son del 24,7% entre los varones y 14,4% entre las mujeres. En 2008, esas proporciones eran de 26,2% y 19,8%, lo cual revela un descenso leve entre los varones y uno un poco más marcado entre las mujeres. Las valoraciones “negativa” y “muy negativa” son de 57,8% y 67,2%, respectivamente. 102 Las respuestas “muy positiva” y “positiva” son del 66,5% entre las mujeres y 60,3% entre los varones. Las valoraciones “negativa” y “muy negativa”, de 10,2% y 12,5%, respectivamente. 103 Algo similar había aparecido en nuestro estudio del año 2008. 120 (21,6% y 39% respectivamente). La idea de organizar una alarma comunitaria con los vecinos recibe más adhesiones positivas en el grupo de entre 45 y 59 años (67,1%). Las tres medidas que reciben valoraciones más positivas son las mismas en las tres franjas con menor nivel de escolaridad formal. Entre quienes cuentan con título universitario, en cambio, la instalación de alarma electrónica se ubica en tercer lugar, relegando a la acción de no dejar la casa sola. En cuanto a la escala de valoraciones negativas, las dos medidas más elegidas son las mismas en todos los grupos de instrucción. Entre quienes no tienen estudios o no completaron la escolaridad primaria ocupa el tercer lugar entre las adhesiones críticas el hecho de asociarse a una cooperadora policial, desplazando a contratar seguridad privada, que es tercero en el resto de los grupos. Por otro lado, existen algunas diferencias en las valoraciones de estas medidas por parte de los ciudadanos de acuerdo con su nivel de instrucción. Tener armas de fuego en la casa, por ejemplo, recibe una atención más crítica por parte de los ciudadanos con mayor grado de escolaridad formal. Las valoraciones positivas de esta acción alcanzan en ese grupo el 14,1%, más de cuatro puntos porcentuales y medio menos que la proporción general. En el otro extremo de la escala de instrucción formal, esa medida es valorada negativamente por el 59,4% de los ciudadanos, proporción que si bien es elevada, es casi cuatro puntos porcentuales menor a la general104. Por otro lado, el hecho de asociarse a un cooperadora policial recibe más valoraciones negativas en los dos grupos con menor nivel de instrucción formal (43,1% entre quienes no cuentan con escolaridad primaria completa y 40,5% entre quienes tienen primaria completa y secundaria incompleta). Además, las valoraciones positivas en el primero de esos grupos son más contenidas que en la ciudad (19,4%)105. Irse a vivir a un barrio cerrado, en tanto, recibe más adhesiones positivas en el grupo con mayor nivel de instrucción formal (29,7%, proporción superior a la de la ciudad por más de diez puntos porcentuales). Esa proporción es solamente de 13,8% en la franja de ciudadanos con menor nivel de instrucción (en este último caso, más de cinco puntos por debajo del valor general). Esta medida, además, es valorada comparativamente en términos más negativos por los respondientes de este último grupo (50,1%) y también por quienes cuentan con primaria completa o secundaria incompleta (49,5%). La acción de tener un perro guardián recibe menos valoraciones positivas entre quienes no tienen estudios o no completaron la escuela primaria (63,1%) y entre quienes poseen título universitario o terciario (58,2%). Los ciudadanos con escuela primaria completa y secundaria incompleta se manifestaron más positivamente con respecto a ella (70,8%). La instalación de una alarma electrónica, por su parte, recibe valoraciones muy críticas (en relación con los valores generales) por parte de los ciudadanos sin estudios o con escolaridad primaria incompleta. El 20,7% considera que se trata de una medida negativa o muy negativa (más de diez puntos porcentuales superior a la proporción obtenida para la ciudad) y solamente el 50,6% la evalúa como positiva o muy positiva (casi dieciocho puntos menor al valor general). En sentido contrario, los entrevistados con mayor nivel de instrucción la valoraron más positivamente que el resto (73,7%). La participación en una alarma comunitaria recibe valoraciones más críticas entre los ciudadanos con menor grado de escolaridad formal. Los respondientes que dijeron no tener estudios o tener la primaria incompleta evaluaron positivamente a esta medida en 104 En el año 2008 observamos posiciones similares: tener armas de fuego en el hogar recibió más valoraciones negativas entre las personas con mayor nivel de instrucción. 105 Este dato también se observaba en nuestro estudio anterior. Su presencia y su persistencia podrían estar vinculadas a la mayor desconfianza pública que las personas desfavorecidas socialmente tienen en a la institución policial. 121 un porcentaje menor al obtenido para la ciudad (55,7%) y lo hicieron negativamente en un mayor porcentaje (16,9%). En este mismo grupo también recibió menos adhesiones positivas la contratación de seguridad privada (25,6%). Entre las personas que poseen escuela primaria completa y secundaria incompleta esa medida fue evaluada negativamente en una proporción más importante (44,3%). En cambio, las valoraciones negativas son un poco menores a las generales entre los respondientes con título terciario o universitario (35,2%)106. Finalmente, los entrevistados con nivel de instrucción más bajo muestran un menor grado de acuerdo con las medidas de poner rejas en sus viviendas y colocar cerraduras especiales. En ambos casos, las valoraciones positivas son más bajas a la media (78,1% y 73,2%, respectivamente) y las negativas más elevadas (9,4% y 10,1%, respectivamente). Las tres medidas valoradas más positivamente en los dos grupos de menores ingresos se ordenan igual que en la escala general. Entre quienes tienen ingresos familiares por entre $5000 y $10000 la instalación de una alarma electrónica desplaza en el tercer lugar al hecho de no dejar la casa sola. En el grupo de mayores ingresos la incorporación de una alarma en el hogar es la medida más positivamente valorada, seguida por la instalación de rejas y de cerraduras especiales en puertas y ventanas. El orden de valoración de medidas negativas es idéntico en los distintos grupos de ingresos. El grupo con mayor nivel de ingresos presenta una mirada menos positiva (15,1%) y más negativa (76,7%, más de trece puntos superior al valor general) acerca de tener armas de fuego en la casa. Lo contrario sucede con el hecho de asociarse a una cooperadora policial: recibe una proporción de adhesiones mayor a la de la ciudad (32,8%) y, concordantemente, un menor porcentaje de valoraciones negativas (27,4%). Esta última medida también es considerada en forma relativamente positiva por quienes cobran entre $2000 y $5000 (29,9%). La acción de mudarse a un barrio cerrado recibe más consideraciones positivas en el grupo de mayores ingresos (23,3%) y entre quienes declaran ingresos por entre $2000 y $5000 (23%). La acción de tener un perro guardián, en tanto, recibe más valoraciones positivas entre los grupos de entre $2000 y $5000 (71%) y el de más de $10000 (72,6%). La instalación de una alarma electrónica, por su parte, es observada menos positivamente por el grupo de ciudadanos con menores ingresos (62,6%). Las proporciones de evaluaciones positivas de la medida se incrementan a medida que aumenta el nivel de ingresos (69,9%, 77,1% y 86,3%, en este último caso casi veinte puntos porcentuales por sobre el valor general). El hecho de no dejar la casa sola recibe mayores proporciones de evaluaciones negativas entre quienes ganan más de $5000 y menos de $10000 (10,7%). La organización con los vecinos de una alarma comunitaria, en tanto, es valorada menos positivamente por el grupo de menores ingresos (60,6%) y más positivamente por las dos franjas de mayores ingresos (72,4% entre quienes reciben entre $5000 y $10000 y 76,7% entre el grupo de más de $10000). La contratación de seguridad privada para el barrio recibe menos valoraciones positivas (25,1%) por parte de los ciudadanos con menor nivel de ingresos. Entre los ciudadanos que tienen ingresos de entre $2000 y $5000 y los que reciben más de $10000 esta medida recibe mayor proporción de valoraciones positivas (33,3% y 41,1%, respectivamente, en este último caso doce puntos porcentuales por sobre el valor general). La colocación de rejas en la vivienda recibe un porcentaje más importante de valoraciones negativas entre los respondientes con mayores ingresos (11%). No hay 106 Las valoraciones más negativas de las medidas de contratar seguridad privada o instalar alarmas electrónicas ya tenían en 2008 más presencia entre los ciudadanos con menor nivel de instrucción. A este dato se suma en 2012 una valoración más negativa del hecho de mudarse a un barrio privado. 122 diferencias significativas en las respuestas en lo que hace a la instalación de cerraduras especiales en las viviendas. La escala de las tres medidas que reciben más valoraciones positivas y negativas no varía de acuerdo con la clase social en la que se ubique a sí mismo el respondiente. Más allá de esto, se observan algunas diferencias interesantes. Hay un conjunto de medidas que son valoradas más positivamente y menos negativamente por los ciudadanos de clase media, media alta o alta que por los de clase baja o media baja. Esto sucede con el hecho de asociarse a una cooperadora policial (28,7% contra 20,2% de valoraciones positivas y 32,8% contra 40,9% de valoraciones negativas), irse a vivir a un barrio cerrado (21,4% contra 15,1% de valoraciones positivas y 43,9% contra 49,8% de valoraciones negativas), instalar una alarma electrónica (73% contra 60% de valoraciones positivas y 8,6% contra 12,8% de valoraciones negativas), organizar una alarma comunitaria (66,8% contra 59,8% de valoraciones positivas y 9,8% contra 12,2% de valoraciones negativas) y pagar seguridad privada para el barrio (33,4% contra 22% de valoraciones positivas y 36,5% contra 45,7% de valoraciones negativas). Por otro lado, resulta interesante que la diferencia más significativa entre las posiciones de quienes fueron victimizados en 2011 y las de quienes no lo fueron, en un marco general de opiniones muy similares, se registre en el caso de asociarse a una cooperadora policial. Los entrevistados victimizados en 2011 presentaron valoraciones más críticas acerca de esta acción: el 37,6% la evaluó negativamente (casi dos puntos porcentuales por encima del valor general) y el 22,2% lo hizo positivamente (más de tres puntos por debajo del valor general y casi cuatro puntos y medio inferior a la valoración de quienes no fueron víctimas de delitos en 2011). En todas las otras medidas –a excepción de irse a vivir a un barrio cerrado- las valoraciones positivas de los respondientes que fueron victimizados presentan porcentajes un poco más elevados107. Una observación de la distribución territorial de las valoraciones positivas y negativas de las medidas de autoprotección en la ciudad de Santa Fe arroja algunos datos significativos. Los ciudadanos del Distrito Noreste valoran menos positivamente y más negativamente que el resto a la instalación de cerraduras especiales (en el primer caso, casi siete puntos por debajo del valor general y en el segundo, poco más de seis por encima de ese dato). Por otro lado, se manifiestan más negativamente en términos comparativos con relación a la medida de mudarse a un barrio cerrado (casi nueve puntos porcentuales por encima de los registros obtenidos para la ciudad), tener armas de fuego (tres puntos y medio), perro guardián (casi cuatro puntos) o no dejar la casa sola (casi tres puntos y medio). En cambio valoran más positivamente a la participación en una alarma comunitaria (casi cuatro puntos). Llama la atención lo que sucede con respecto a la contratación de seguridad privada: recibe casi cinco puntos porcentuales más que la ciudad de adhesiones positivas y también cuatro puntos más de valoraciones negativas. En el Distrito Noroeste los ciudadanos valoran de manera más positiva y menos negativa que en el total de la ciudad a la posesión de armas de fuego (las adhesiones positivas se encuentran más de diez puntos por sobre las de la ciudad, llegando a tres de cada diez respondientes en esa área, y las negativas casi ocho puntos por debajo). Lo contrario sucede con la instalación de una alarma electrónica (seis puntos porcentuales y medio menos de valoraciones positivas, tres y medio más de valoraciones negativas) o contratar seguridad privada (siete puntos y medio menos de valoraciones positivas, ocho y medio más de negativas). En tanto, son valoradas más negativamente la asociación a 107 En 2008 no emergieron desplazamientos significativos entre las personas que habían sido víctimas de delitos. 123 una cooperadora policial (casi cinco puntos), la participación en una alarma comunitaria (casi tres puntos y medio) o la mudanza a un barrio cerrado (tres puntos y medio). El hecho de no dejar la casa sola, por su parte, recibe tanto una proporción mayor de adhesiones positivas (cuatro puntos y medio) como de negativas (ocho puntos). En el Distrito Norte se valora menos positivamente (ocho puntos porcentuales por debajo de la ciudad) y más negativamente (tres puntos y medio) a la acción de no dejar la casa sola. Además reciben menos adhesiones positivas el hecho de asociarse a una cooperadora policial (seis puntos), instalar una alarma electrónica (seis puntos), participar de una alarma comunitaria con vecinos (cinco puntos y medio) o instalar rejas (tres puntos). Por otra parte, reciben menos valoraciones críticas el mudarse a un barrio cerrado (cuatro puntos y medio) y contratar seguridad privada (cuatro puntos). Los habitantes del Distrito Oeste también valoran más negativamente a las acciones de conseguir un arma de fuego (en una proporción cinco puntos superior a la general), mudarse a un barrio cerrado (cinco puntos y medio), contratar seguridad privada (cuatro puntos) o instalar una alarma electrónica (tres puntos). En sentido contrario, valoran más positivamente en comparación con la ciudad al hecho de tener un perro guardián (más de ocho puntos y medio de diferencia con la proporción obtenida para todo el territorio urbano) o participar de una alarma comunitaria (tres puntos). Hay cuatro medidas que en el Distrito Este reciben más adhesiones positivas y menos negativas que en la ciudad: la instalación de alarmas electrónicas (diez puntos porcentuales más de valoraciones positivas y tres puntos y medio menos de negativas), la participación en alarmas comunitarias (cinco puntos por encima y casi tres puntos y medio por debajo, respectivamente), la incorporación de rejas (ocho puntos y medio por encima en el caso de las valoraciones positivas y tres por debajo en el caso de las negativas) y de cerraduras especiales (más de nueve puntos y medio por encima y casi cuatro por debajo, respectivamente). Además, es considerada más negativa la tenencia de armas de fuego (cinco puntos y medio), y más positivas el hecho de no dejar la casa sola o de contratar seguridad privada (en ambos casos, seis puntos porcentuales). En el Distrito Centro se registran desplazamientos significativos. El hecho de adquirir un arma de fuego es valorado menos positivamente (seis puntos y medio por debajo del valor registrado para la ciudad) y más negativamente (poco más de cuatro puntos por encima de ese valor). Lo contrario sucede con mudarse a un barrio cerrado -valorado más positivamente (poco más de seis puntos) y menos negativamente (catorce puntos y medio)-, contratar seguridad privada -tres puntos porcentuales más positivamente y casi catorce puntos menos negativamente que en la ciudad- e instalar una alarma electrónica -cuatro puntos más positivamente y casi seis menos negativamente. Asimismo, recibe menos adhesiones negativas que a nivel de la ciudad asociarse a una cooperadora policial (trece puntos porcentuales) y participar de una alarma comunitaria (casi cinco puntos porcentuales). Finalmente, incorporar al hogar un perro guardián e instalar rejas son acciones valoradas menos positivamente (doce y cinco puntos, respectivamente). Dos de las medidas valoradas negativamente en los distritos Noreste y Oeste –mudarse a un barrio cerrado y contratar seguridad privada- reciben también mayor proporción de adhesiones críticas en el Distrito Sudoeste (casi seis puntos porcentuales y casi cuatro puntos más que los valores de la ciudad). Pero la acción que recibe una atención más negativa es la de asociarse a una cooperadora policial (casi diez puntos y medio más que la obtenida para Santa Fe). Además, son evaluadas menos positivamente la participación en una alarma comunitaria (cuatro puntos y medio) y menos negativamente la posesión de armas de fuego (casi cuatro puntos). Finalmente, la colocación de rejas y el hecho de no dejar sola la casa son valoradas más positivamente (en torno a los tres puntos y medio por encima de los valores generales). 124 Los valores en el Distrito de la Costa son muy similares a los obtenidos para la ciudad. Se puede señalar que la posesión de un arma de fuego es valorada más positivamente (22,9%) y la colocación de rejas un tanto menos positivamente (76,3%). Adopción efectiva de medidas de autoprotección frente al robo en vivienda Por otro lado, más allá de esta instancia valorativa, se buscó explorar cuáles fueron las acciones desarrolladas efectivamente por los ciudadanos para protegerse contra eventuales robos en sus hogares. Es necesario aclarar que resulta difícil establecer si estas medidas son expresión de una preocupación real o se trata de comportamientos inducidos por otros factores –como la publicidad. De todas formas, se trata de acciones que, de distintas maneras, transformaron la vida cotidiana de los ciudadanos que las llevaron adelante. Más de la mitad de los entrevistados señalaron que tienen rejas o trabas especiales en puertas y ventanas. Una proporción importante de ellos, aunque mucho más baja, apuntó que posee un perro guardián. Sin embargo, resulta significativo que casi un cuarto de los encuestados contestaron que no tomaron ninguna medida de protección frente a la posibilidad de un robo. El porcentaje de ciudadanos que respondieron que poseen un arma de fuego es extremadamente bajo. Podemos hacer algunos señalamientos interesantes en comparación a los datos recolectados en 2008. En primer lugar, descendió la proporción de respondientes que manifestaron no adoptar ninguna medida de autoprotección (era de 27,4%). Por otro lado, aumentó de manera bastante significativa el porcentaje de ciudadanos que dijeron poseer rejas o trabas especiales en puertas y ventanas (era 44,3%). Asimismo, se observa un incremento leve en el porcentaje de encuestados que dijeron haber instalado cerraduras especiales (era 13,7%). En sentido contrario, bajó la proporción de entrevistados que manifestaron tener un perro guardián (era del 34,8%) y también descendió levemente el porcentaje de respondientes que dijeron contar con un arma de fuego en casa (era de 4,5%). Gráfico 75 125 Medidas de autoprotección por parte de los ciudadanos efectivamente adoptadas para evitar el robo en vivienda - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 60% Alarma 50% Alarma comunitaria con los vecinos Cerraduras especiales en las puertas Rejas/trabas especiales en puertas y ventanas Perro guardián 40% Muralla o cerco altos 50,9% Vigilante o guardia de seguridad Puerta blindada 30,1% 30% Iluminación automática 23,6% 20% 15,9% No tiene ninguna de esas protecciones Otra 10,6% 10% No sabe / No contesta 3,5% 0% Caja de seguridad para objetos de valor Arma de fuego 3,1% 3,0% 1,8% 1,1%0,3% 0,3% 3,3% 1,7% 0,6% Sin Datos Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral No aparecen matices significativos entre las respuestas de mujeres y varones108. Estos últimos –en línea con la información registrada acerca de las valoraciones- manifiestan en una mayor proporción que tienen un arma de fuego en sus casas (5,4%, frente a 1,3% entre las mujeres). Las mujeres, en tanto, dijeron en un porcentaje más alto tener instaladas cerraduras especiales en las puertas (17,7%, contra 13,3% entre los varones). Las tres medidas más adoptadas son las mismas, y en el mismo orden, en todos los grupos etarios. La franja de respondientes más jóvenes respondió en una proporción mayor a la de la ciudad que no cuenta con ninguna protección (30,3%)109. En el otro extremo se encuentran los miembros del grupo de mayor edad (17,1%). Los más jóvenes también contestaron en un porcentaje más bajo que instalaron alarmas electrónicas (7%) y que colocaron rejas o trabas especiales en puertas y ventanas (43,4%). Los ciudadanos de entre 30 y 44 años y los mayores de 60 años, en cambio, adoptaron esta última medida en proporciones mayores a la registrada para la ciudad (56,2% y 56,5%, respectivamente). Los entrevistados de entre 45 y 59 años, en tanto, señalaron en menor proporción que instalaron cerraduras especiales (12,8%). En los tres grupos con menor nivel de instrucción las tres medidas más adoptadas son las mismas que en un plano general, y en el mismo orden. Entre quienes poseen título terciario o universitario, sin embargo, la instalación de una alarma electrónica desplaza del tercer lugar a la colocación de cerraduras especiales en las puertas. Por otro lado, existen diferencias significativas en las proporciones en que se adoptan estas medidas en 108 109 En 2008 tampoco se observaron diferencias importantes. Este dato también apareció en 2008, con un porcentaje prácticamente idéntico (30,8%). 126 las distintas franjas de instrucción formal. En los dos grupos que se encuentran más abajo en la escala son sustantivamente menores los porcentajes de ciudadanos que dicen haber instalado una alarma electrónica: 1,3% entre quienes no completaron la escolaridad primaria o no tienen estudios –más de nueve puntos por debajo del valor general- y 3,7% entre quienes completaron estudios primarios y no completaron estudios secundarios –casi siete puntos porcentuales por debajo del valor general. Y lo mismo sucede con la colocación de rejas o trabas especiales en puertas y ventanas. En el primero de estos dos grupos el porcentaje es de 44,4% y en el segundo de 44,3%, en ambos casos en torno a los seis puntos y medio por debajo del valor general. Entre quienes no tienen estudios o solamente completaron la escolaridad primaria también es baja la proporción de quienes dicen haber instalado cerraduras especiales en las puertas (9,4%, seis puntos y medio por debajo del valor general). En sentido contrario, entre quienes cuentan con primaria completa y secundaria incompleta el porcentaje de ciudadanos que dicen tener un perro guardián es levemente superior al obtenido para la ciudad (33,3%, tres puntos por encima del valor general). Por otro lado, en estas dos franjas de instrucción son más elevados los porcentajes de quienes dijeron no contar con ninguna de esas protecciones (33,1% y 29,9%, respectivamente, nueve puntos porcentuales y medio y casi seis puntos y medio por encima de los valores generales). Entre quienes poseen escolaridad secundaria completa y terciaria o universitaria incompleta los valores son similares a los generales, aunque el porcentaje de ciudadanos que dijeron haber instalado rejas y trabas especiales resultó un tanto mayor al de la ciudad (54,3%) y el de quienes dijeron no contar con ninguna protección es un poco menor (20,2%). Por contraste con los dos primeros grupos, entre los ciudadanos con título terciario o universitario son mayores a las de la ciudad las proporciones de quienes dicen haber instalado una alarma electrónica (24,2%, más de trece puntos porcentuales y medio por encima del valor general y más de dieciocho veces la proporción obtenida en el grupo de menor instrucción), cerraduras especiales en las puertas (20,6%, más de cuatro puntos y medio por sobre el porcentaje general y el doble del registrado en el grupo con menor nivel de instrucción formal) y rejas y trabas especiales en puertas y ventanas (59,7%, casi nueve puntos porcentuales superior al valor general y quince puntos superior al registrado en el grupo con menos instrucción formal). Por otro lado, estos ciudadanos responden en una medida un tanto menor que el resto que tienen un perro guardián (24,8%). Finalmente, la proporción de quienes comentan no tener ninguna protección es más de nueve puntos inferior a la general (14,3%)110. En los tres grupos de menores ingresos las tres medidas más difundidas son las mismas que en la ciudad, ordenadas de idéntica forma. Entre quienes dicen ganar más de $10000 mensuales, en cambio, la segunda acción más adoptada es la instalación de alarmas electrónicas y la tercera la incorporación al hogar de un perro guardián. Aparecen además algunas otras diferencias interesantes en las respuestas de los entrevistados con distintos niveles de ingresos, que van en la misma dirección a las observadas con respecto al grado de instrucción formal. En primer lugar, la proporción de ciudadanos que dicen no tener ninguna protección resulta significativamente mayor en el grupo de ingresos más bajos (38%, casi catorce puntos porcentuales y medio por 110 En 2008 encontramos un panorama similar sobre este punto. Todas las medidas –a excepción, como en 2012, de la incorporación de un perro guardián- tenían más presencia entre los encuestados que tenían un mayor nivel de instrucción formal. Con respecto a la respuesta que indica que no se ha desarrollado ninguna de estas medidas sucedía también algo similar a lo registrado actualmente. Sin embargo, en este último caso la proporción de respuestas obtenidas entre las personas sin estudios o con escolaridad primaria incompleta era bastante superior a la actual (42%). 127 encima del valor general) y disminuye a medida en que los ingresos aumentan (25,4% en el grupo de ciudadanos que dicen ganar entre $2000 y $5000; 18,3% en el grupo de quienes dicen ganar entre $5000 y $10000 y 6,8% -casi diecisiete puntos por debajo del valor general- entre quienes tienen ingresos mayores de $10000). Por otro lado, en los dos grupos de menores ingresos se encuentra mucho menos difundida la instalación de alarmas electrónicas: 2,5% entre quienes dicen tener ingresos por menos de $2000 y 5,7% entre quienes dicen tenerlos por entre $2000 y $5000 –más de ocho puntos porcentuales y cinco puntos porcentuales por debajo del nivel general, respectivamente. Esa medida alcanza los 17,4% entre quienes tienen ingresos por entre $5000 y $10000 y el 32,9% entre quienes dicen tener ingresos mensuales por más de $10000 –se trata de la segunda medida más difundida en este grupo, más de veintidós puntos por encima del porcentaje registrado para la ciudad. Entre los ciudadanos más desaventajados desde este punto de vista, además, tienen menos difusión la instalación de cerraduras especiales en las puertas (10,8%) y de rejas y trabas especiales en puertas y ventanas (35,8%, más de quince puntos por debajo del valor general). Entre quienes tienen ingresos por entre $2000 y $5000, en tanto, la única acción que se destaca con respecto al porcentaje registrado para la ciudad es la de contar con un perro guardián (34%). Entre los ciudadanos que cobran entre $5000 y $10000, además de la ya mencionada instalación de alarmas electrónicas, reciben adhesiones comparativamente significativas la instalación de cerraduras especiales en las puertas (22%) y de rejas y trabas especiales en puertas y ventanas (59,3%). El grupo de mayores ingresos, finalmente, más allá también de la aludida acción de instalar alarmas, se destaca en comparación con los porcentajes registrados para la ciudad en cuanto a la instalación de rejas y trabas especiales en puertas y ventanas (57,5%) y de cerraduras especiales en las puertas (30,1%, el más abultado de la ciudad pese a ser la cuarta en la escala de medidas adoptadas por este grupo). El orden de las tres medidas más adoptadas es idéntico de acuerdo a la autopercepción de la situación social del entrevistado. Sin embargo, se observan diferencias significativas en las proporciones registradas en las distintas opciones, que confirman el panorama observado con relación al nivel de instrucción y de ingresos. Quienes dicen ser de clase baja o media baja contestan en una mayor proporción que no cuentan con ninguna protección (27,9%, frente a 20,4% entre quienes dicen ser de clase media, media alta o alta). La única medida más adoptada por los ciudadanos que se ubican en la parte inferior de la pirámide social es la incorporación de un perro guardián (33,5%, casi tres puntos y medio superior al valor obtenido para la ciudad). Las personas que dicen ser de clase media, media alta o alta, en cambio, aseguraron en mayor medida haber instalado una alarma electrónica (13,9%, frente a 4,9% en el otro grupo social), cerraduras especiales en las puertas (18,7% frente a 12%) o rejas/trabas especiales en puertas y ventanas (54,8% frente a 46,1% en el otro grupo). No existen diferencias relevantes en las respuestas de las personas que fueron víctimas de delitos en 2011. En líneas generales, manifiestan una leve tendencia hacia una mayor adopción de las medidas incluidas en el menú de opciones –con la excepción de la contratación de un vigilante o guardia de seguridad o de iluminación automática, en que registran proporciones levemente inferiores en el marco de porcentajes insignificantes. La única medida que tiene una difusión un poco más significativa que a nivel de la ciudad es la de incorporar a la vivienda un perro guardián (más de cuatro puntos porcentuales superior al valor general). Por su parte, el 24,5% de los entrevistados que no pasaron por una experiencia de victimización en 2011 dijeron no tener ninguna protección. Ese porcentaje es más contenido entre las personas que fueron victimizadas (21,3%). 128 En cuanto a la distribución territorial de estas acciones de autoprotección, los vecinos del Distrito Noreste manifestaron en una medida más baja que la general que utilizan cerraduras especiales en las puertas (cuatro puntos porcentuales por debajo del valor de la ciudad) y en proporciones más elevadas que tienen un perro guardián (37,2%, siete puntos porcentuales por encima del valor registrado para la ciudad) o que cuentan con una muralla o un cerco elevados (6,3%). Además, señalaron en una menor medida que no cuentan con ninguna protección (19,7%). En el Distrito Noroeste los encuestados dijeron utilizar en menor medida que en la totalidad de la ciudad a las alarmas electrónicas (más de siete puntos porcentuales y medio menos) y a las rejas y trabas especiales en puertas y ventanas (casi cinco puntos menos). La posesión de armas de fuego, que es valorada de manera positiva con relación al resto de la ciudad, no es efectivamente desarrollada en este territorio en una medida mayor que en los demás. Asimismo, los respondientes dijeron en una proporción más elevada que tienen un perro guardián en sus hogares (42,9%, casi trece puntos porcentuales por encima del valor general). En el Distrito Norte también está menos difundida que en el conjunto de la ciudad la instalación de alarmas electrónicas (esta medida obtiene 5,6% de adhesión, porcentaje cinco puntos inferior al general). Por contraste, es un poco mayor la proporción registrada por la instalación de rejas o trabas especiales en puertas y ventanas (53,9%). El panorama en el Distrito Oeste no presenta diferencias con respecto a los valores generales. Los habitantes del Distrito Este señalaron en porcentajes superiores a los generales que tienen instaladas alarmas electrónicas (19,6%, casi nueve puntos por encima del valor de la ciudad), rejas y trabas especiales en puertas y ventanas (62,3%, casi once puntos y medio más elevado que el de la ciudad) y cerraduras especiales en las puertas (21,1% más de cinco puntos más alto que el de la ciudad). También apuntaron en una medida inferior al valor general que no tienen ninguna protección (11,7%, casi doce puntos porcentuales menos que a nivel de la ciudad). En el Distrito Centro el porcentaje de los vecinos que dijeron tener instalada una alarma electrónica es más de doce puntos superior al de la ciudad (22,9%). Esta proporción es casi ocho veces más elevada que la obtenida para el Distrito Noroeste. Por el contrario, es mucho menor al valor general el referido a la adopción de un perro guardián (12,8%, diecisiete puntos porcentuales por debajo del de la ciudad). El Distrito Sudoeste se destaca porque la proporción de ciudadanos que manifestaron no tener ninguna protección es superior a la general por cinco puntos porcentuales y medio (29,1%). Asimismo, manifestaron en menor medida que a nivel de la ciudad que poseen alarma electrónica (4,3%, casi seis puntos y medio por debajo del valor de la ciudad) y cerraduras especiales en las puertas (11,8%, poco más de cuatro puntos por debajo del valor obtenido para la ciudad). Finalmente, los vecinos del Distrito de la Costa manifestaron en proporciones más contenidas que las de la ciudad tener instalada una alarma electrónica (3,9%, más de seis puntos porcentuales y medio por debajo del valor general) o rejas y/o trabas especiales en puertas y ventanas (casi catorce puntos porcentuales por debajo del valor general). También es significativamente más alto que a nivel de la ciudad –más de doce puntos porcentuales- el porcentaje de respondientes que dijeron no tener ninguna de las protecciones mencionadas. Gráfico 76 129 Ciudadanos que no adoptan ninguna protección contra robo en el hogar por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - 2012 40% 35,9% 35% 30% 29,1% 26,3% 25% 21,2% 20% 23,5% 21,3% 19,7% 15% 11,7% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Adquisición de un arma de fuego para autoprotección Por otra parte, se intentó abordar específicamente distintos comportamientos de autoprotección o de evitamiento desarrollados por parte de los ciudadanos frente a la sensación de inseguridad. Se consultó puntualmente a los ciudadanos acerca de si, como consecuencia de lo que ellos perciben que está sucediendo con el delito, compraron o adquirieron un arma de fuego para defensa personal. La proporción de quienes contestaron afirmativamente fue de 4,8% y aunque contenida, resulta significativa –y un tanto superior al porcentaje que surgió de la pregunta anteriormente analizada. De todas formas, se registra un leve descenso con respecto al porcentaje de ciudadanos que respondieron positivamente a esta respuesta en 2008 (6,6%). 130 Ciudadanos que adquirieron un arma para protegerse - Ciudad de Santa Fe 2012 1% 0,40% 4,80% Sí No Sin Datos No sabe/No contesta 93,80% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Aquí también es posible observar diferencias, similares a las presentadas más arriba, en las respuestas de los varones y de las mujeres con relación a la tenencia de armas de fuego. La opción afirmativa fue seleccionada por un 7,8% de los varones y un 2,6% de las mujeres111. Los ciudadanos de entre 30 y 44 años contestaron que cuentan con un arma en una proporción mayor a la registrada en los restantes grupos etarios (6,1%)112. Por otro lado, se observa un leve aumento en la proporción de respuestas positivas a medida en que se incrementa el grado de instrucción formal alcanzado por el respondiente (son de 0,6% entre los encuestados sin estudios o con primaria incompleta, 4,1% entre quienes tienen primaria completa y secundaria incompleta, 5,7% entre los ciudadanos con secundaria completa y terciaria o universitaria incompleta y 5,8% entre quienes cuentan con título terciario o universitario)113. Es decir que, el grupo en que se encuentran los respondientes con mayor nivel de instrucción formal presenta las posiciones más negativas con respecto a esta práctica, pero también es la franja de población en la que más se la desarrolla. El porcentaje de respuestas afirmativas se incrementa a medida en que aumenta el nivel de ingresos del entrevistado: 3% entre quienes cobran menos de $2000; 5%, 6,1% y 6,8% en los tres grupos restantes en sentido ascendente del volumen de ingresos. Aquí también, el grupo en el que se concentra la mayor proporción de opiniones negativas es el mismo en el que la medida más se lleva adelante. Confirmando lo observado con relación al nivel de instrucción o de ingresos, este comportamiento tiene más presencia entre quienes se definen como de clase media, 111 Con respecto a 2008 la proporción de personas que dice haber adquirido o conseguido un arma de fuego descendió tanto entre los varones (era 9,6%) como entre las mujeres (era 4%). 112 Algo similar a lo registrado en 2008, aunque el porcentaje era un poco mayor (8,8%). 113 En proporciones más contenidas, este dato aparecía de manera similar para 2008. Las respuestas afirmativas fueron de 4,9% entre los ciudadanos con primaria incompleta y 10,2% entre quienes tenían título terciario o universitario. 131 media alta o alta (5,4%) que entre quienes se consideran como de clase baja o media baja (4%). Los ciudadanos que pasaron por una experiencia de victimización en el año 2011 adoptaron esta medida en una proporción un tanto superior (6,2% de respuestas afirmativas, frente a un 4,3% entre quienes no fueron victimizados). El porcentaje de hogares en los que existen armas de fuego es en el Distrito Noroeste la más alta de la ciudad (7,4%). Recordemos que se trata del territorio urbano en el que esta medida es valorada más positivamente –aunque esto no se reflejara en las respuestas a la pregunta anterior. La proporción de respuestas afirmativas también es relativamente elevada en el Distrito Este (6,1%). Los valores más contenidos se encuentran en el Distrito Centro (2,2%). Gráfico 77 Adquisición de arma para protección por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - 2012 8% 7,4% 7% 6,1% 6% 5,3% 5% 5,8% 4,9% 3,9% 4% 3,0% 3% 2,2% 2% 1% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Adopción efectiva de comportamientos de evitamiento de personas y/o lugares Por otra parte, se preguntó a los residentes de la ciudad de Santa Fe si, estando oscuro en la zona donde viven, evitaron por razones de seguridad algunas calles o áreas o si se mantuvieron alejados de ciertas personas. Una proporción muy significativa de los encuestados –que alcanza a casi dos de cada tres de ellos- contestó positivamente –y, entre estos, más de la mitad dijo que lo hace frecuentemente. Se registra aquí un desplazamiento bastante importante con respecto al año 2008. El porcentaje de ciudadanos que había respondido afirmativamente era de 56,4% -siete puntos y medio inferior a la actual114-, mientras que casi uno de cada tres ciudadanos 114 En 2008 los entrevistados solamente podían elegir entre las opciones “lo hizo” o “no lo hizo”, por lo que para esta comparación se acumulan los porcentajes registrados por las opciones “sí, lo hizo frecuentemente” y “sí, lo hizo alguna vez”. 132 (32,2%) manifestó en aquel entonces que no modificaba sus comportamientos por miedo al delito –esta proporción descendió, entonces, ocho puntos porcentuales115. Gráfico 78 Comportamiento de evitamiento de lugares y personas efectivamente adoptado - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 2,4% 0,9% 6,1% Si lo hizo frecuentemente 1,3% Si lo hizo alguna vez 34,3% No lo hizo No sabe/No recuerda 25,2% No sale nunca Sin Datos No sabe/No contesta 29,7% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Encontramos algunas diferencias significativas entre las respuestas de las mujeres y las de los varones que muestran que este comportamiento tiene una mayor presencia entre las personas de sexo femenino. La opción que alude a la adopción de esta medida frecuentemente fue seleccionada por el 39,6% de las mujeres y por el 27,2% de los varones. El 32,1% de estos últimos, por su parte, dijeron que no evitaron a personas y lugares por miedo al delito. Por otra parte, el porcentaje de respondientes de sexo femenino que manifestaron no salir nunca fue de 8,6% y esa proporción fue de 2,7% entre los de sexo masculino116. Las proporciones de ciudadanos que manifestaron que desarrollan este comportamiento con frecuencia son mayores entre las dos franjas etarias de menor edad: 38,8% entre quienes tienen entre 30 y 44 años y 37% en los menores de 30 años, contra 33,7% entre quienes están entre los 45 y los 59 años y el 25,5% en los mayores de 60 años. Sin embargo, en estos dos últimos grupos los porcentajes de respondientes que nunca salen resultan sustantivamente mayores: 17,3% entre los mayores de 60 años y 6,6% entre 115 Esta mayor difusión de los comportamientos de evitamiento de lugares y personas podría encontrarse en la base del leve desplazamiento hacia una menor sensación de inseguridad en las calles por las noches registrado en nuestra encuesta. 116 La suma de las respuestas “sí, lo hizo frecuentemente” y “sí, lo hizo alguna vez” muestra que este comportamiento tiene ahora una mayor difusión que la que tenía al momento de nuestro primer estudio tanto entre las mujeres (las respuestas afirmativas eran 58,6%) como entre los varones (53,8%). Sin embargo, se observa una baja en ambos casos entre quienes aseguran que nunca salen (eran de 11,6% y 4,8%, respectivamente). 133 quienes se encuentran entre los 45 y los 59 años, frente al 1,3% entre los encuestados más jóvenes y el 2,6% en la restante franja de edad117. De acuerdo con este indicador, los ciudadanos con mayor nivel de instrucción desarrollaron este comportamiento en una medida un poco más importante. Las respuestas que indican que esta acción se llevó a cabo con frecuencia son del 37,4% entre quienes cuentan con secundaria completa y 37,3% entre quienes tienen título terciario o universitario. En cambio, son del 28,8% entre las personas sin estudios o con escolaridad primaria incompleta y del 30,3% entre quienes tienen primaria completa y secundaria incompleta. Es importante destacar, de todas formas, que el porcentaje de selección de la opción “nunca sale” es mayor entre las personas sin estudios o con escolaridad primaria incompleta (14,4%, sustantivamente más elevado que el de quienes cuentan con secundaria completa -3,8%- y más del doble de lo registrado en los dos grupos restantes -7,1% de quienes tienen primaria completa y 6,6% de quienes poseen título terciario o universitario)118. En cuanto a los grupos de ingresos, el panorama es similar. La presencia de este comportamiento aumenta a medida en que se incrementa el nivel de ingresos del encuestado. Las respuestas que apuntan a un desarrollo frecuente del evitamiento de personas y lugares son del 33,5% en la franja de menores ingresos, 36,2% y 37,6% en los dos grupos intermedios y 38,4% entre quienes declaran ingresos por más de $10000. Sin embargo, aquí también las proporciones de ciudadanos que dicen no salir de sus casas desciende a medida en que aumenta el nivel de ingresos: es de 6% entre quienes cobran hasta $2000, 5% entre quienes declaran ingresos entre $2000 y $5000, 3,7% entre quienes dicen recibir entre $5000 y $10000 y 1,4% entre aquellos ciudadanos que se encuentran entre quienes tienen ingresos familiares por más de $10000. De manera consistente, las respuestas “frecuentemente” son más importantes entre quienes se consideran de clase baja o media baja (37,8%) que entre las personas que dicen ser de clase media, media alta o alta (32,7%). En este caso prácticamente no hay diferencias en los porcentajes de ciudadanos que dicen no salir nunca de sus casas (6,8% y 6,1%, respectivamente). Este comportamiento tiene un grado de difusión sustantivamente mayor entre las personas que pasaron por una experiencia de victimización durante 2011. El 43,2% de los respondientes en ese grupo contestaron que evitan lugares o personas por las noches con frecuencia, proporción que es del 30,9% entre quienes no fueron victimizados119. Entre estos últimos, sin embargo, es más elevado el porcentaje de ciudadanos que dijeron no salir nunca (7%, contra 4% entre las personas que fueron víctimas de delitos). En relación con la distribución territorial de la adopción de este tipo de comportamientos, el distrito en el que están más difundidos es el Oeste, con un valor 117 La encuesta de 2008 mostró un cuadro similar con respecto a la población más adulta. El 34% dijo no desarrollar estos comportamientos –proporción diez puntos superior a la actual, lo cual indica una mayor presencia de acciones de evitamiento aún en esta franja etaria- y el 20% dijo no salir. 118 El cuadro registrado para 2008 era similar. No obstante, en el grupo con menor nivel de instrucción se registra un importante aumento en las respuestas afirmativas: en 2012, la suma de las opciones positivas (“lo hizo”, ya sea frecuentemente o alguna vez) da un porcentaje diez puntos superior al obtenido en la primera edición de la encuesta. Este desplazamiento fue acompañado de un descenso leve, de tres puntos porcentuales, en la proporción de respondientes de ese grupo que apunta que nunca sale. 119 Si acumulamos las respuestas afirmativas las proporciones llegan al 60,7% entre quienes no pasaron por experiencias de victimización y 72,6% entre quienes sí pasaron. Se trata de porcentajes sustantivamente más elevados que los registrados en 2008 (53,2% y 63,9%, respectivamente). 134 más de diez puntos superior al general. En el Distrito de la Costa, en cambio, son adoptados frecuentemente solamente por dos de cada diez ciudadanos120. Gráfico 79 Comportamiento de evitamiento de lugares y personas efectivamente adoptado por Distrito Municipal - Respuestas "frecuentemente" - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 50% 45,0% 45% 40% 40,0% 37,8% 36,6% 35% 34,3% 31,0% 28,3% 30% 25% 20,2% 20% 15% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Ciudadanos que cierran con llave la puerta de su casa por las noches Asimismo, se intentó saber si el encuestado cierra la puerta de su casa con llave cuando está solo de noche. Nueve de cada diez entrevistados contestaron que lo hacen siempre. Estos datos son muy similares a los obtenidos en 2008. En ese momento, un 2,8% de los entrevistados manifestaron que no tomaban nunca esta medida de autoprotección y un 88,4% dijeron que lo hacían siempre. Se observan entonces desplazamientos muy leves hacia una mayor presencia de este tipo de comportamiento. Gráfico 80 120 Para construir una comparación con el año 2008 es necesario sumar los porcentajes registrados por las respuestas “sí, lo hizo frecuentemente” y “sí, lo hizo alguna vez”. Si hacemos ese ejercicio, observamos que en todos los distritos municipales de la ciudad, excepto en el Centro, se registraron aumentos, que van diecisiete puntos porcentuales en el Distrito de la Costa a los dos puntos en el Distrito Este. El incremento superó los diez puntos también en los distritos Norte, Oeste, Noroeste y Sudoeste. En el Distrito Centro se registró una leve baja de casi un punto porcentual. Sin embargo, es significativo apuntar que, en general, se observan bajas en los porcentajes de respuestas “nunca sale” en los Distritos Noroeste y Sudoeste (seis puntos porcentuales en cada uno), de la Costa (casi cinco puntos y medio), Oeste (poco más de tres puntos) y Este (poco más de dos puntos). En el Distrito Centro, en cambio, esa proporción aumentó casi dos puntos porcentuales. 135 Ciudadanos que cierran con llave la puerta del hogar de noche - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 1,0% 3,0% 1,2% 1,8% 6,3% Nunca Raramente Frecuentemente Siempre Sin Datos No sabe/No contesta 89,4% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Las mujeres respondieron en mayor medida que los varones que siempre cierran con llaves las puertas de sus hogares por las noches (92,1% contra 85,7%)121. Por otro lado, esta práctica tiene una presencia que asciende levemente a medida en que aumenta la franja etaria a la que pertenece el entrevistado (85,9% entre los más jóvenes, 90,7%, 90,8% y 91,8% en los restantes grupos de edad)122. En cuanto a la incidencia del nivel de instrucción, los ciudadanos que cuentan con título secundario o bien terciario o universitario responden afirmativamente en una proporción apenas superior. Los porcentajes de quienes cierran siempre la puerta de sus casas por las noches son del 90,8% en las dos franjas de población con mayor grado de escolaridad formal, del 87,9% entre quienes cuentan con escolaridad primaria completa y secundaria incompleta y del 86,9% entre las personas sin estudios o que no tienen completa la escuela primaria. En sentido similar, la presencia de este comportamiento se incrementa a medida en que aumentan los ingresos del respondiente. Las respuestas “siempre” alcanzan el 93,2% entre quienes cobran más de $10000 y el 91,1%, 89% y 86,5% en los tres restantes grupos de ingresos en sentido descendente. Confirmando esta tendencia, también resulta levemente más elevado el porcentaje de personas de clase media, media alta o alta que apuntan desarrollar este comportamiento siempre (90,8%, frente a 87,8% entre los ciudadanos que dicen ser de clase baja o media baja). Por otra parte, esta acción tiene una mayor presencia entre los entrevistados que fueron victimizados en el año 2011. En ese grupo, el 92,3% apunta que siempre desarrolla este comportamiento. Entre quienes no fueron victimizados esa respuesta es del 88,3%123. 121 Esta diferencia era un tanto más acotada en 2008: las respuestas “siempre” fueron de 90,1% y 86,4%, respectivamente. 122 En 2008 no se observaron diferencias relevantes en los distintos grupos etarios. 123 En la edición anterior de la encuesta no se registraron diferencias sobre este punto. 136 En relación con la distribución territorial de este tipo de comportamiento, observamos que tiene una importante presencia en todos los distritos municipales de la ciudad. Sin embargo, existen algunas diferencias interesantes. El distrito en el que está más difundido es el Oeste, con un porcentaje de respuestas seis puntos superior al de la ciudad. En el otro extremo se encuentra el Distrito de la Costa, en el que la proporción de hogares en los que se registró este tipo de comportamientos es más de once puntos inferior al valor general. Es decir que, entre el primero y el segundo de estos territorios encontramos una significativa brecha de más de diecisiete puntos porcentuales124. Gráfico 81 Ciudadanos que cierran siempre con llave la puerta de sus casas de noche por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 100% 90% 86,3% 91,3% 88,5% 95,5% 93,0% 91,1% 90,7% 78,3% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Ciudadanos que cierran con llave la puerta de su casa durante el día Más adelante en la encuesta se formuló exactamente la misma pregunta pero apuntando a otro momento de la jornada, cuando no es de noche. En este caso, la proporción de quienes contestan que siempre cierran la puerta de su casa con llave es casi dieciocho puntos porcentuales menor que lo que acontece de noche. De todas formas parece significativo señalar aquí que, como en el caso de la pregunta anterior pero con una diferencia más amplia, los santafesinos dijeron desarrollar más este comportamiento de lo que lo hicieron en el año 2008. En aquel entonces, la respuesta “siempre” fue del 63,8% (casi ocho puntos porcentuales menor a la actual) y 124 Estos dos distritos también ocupaban los extremos en el año 2008. Para 2012, en ambos se registraron incrementos en la presencia de este comportamiento, de poco más de tres puntos porcentuales en el Distrito Oeste y de tres puntos y medio en el Distrito de la Costa. También hubo aumentos leves en los distritos Este (cuatro puntos), Sudoeste, Noreste y Centro (poco más de un punto porcentual en cada uno de ellos). Por otro lado, se observan descensos poco significativos en el Distrito Noroeste (dos puntos) y el Distrito Norte (casi un punto porcentual). 137 la respuesta “nunca” fue de 20,9% (doce puntos porcentuales y medio mayor a igual respuesta en el año 2012). Gráfico 82 Ciudadanos que cierran con llave la puerta del hogar de día - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 1,3% 0,4% 8,4% 6,6% Nunca 11,7% Raramente Frecuentemente Siempre Sin Datos No sabe/ No contesta 71,7% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En este caso, al igual que en el precedente, las mujeres contestaron en una mayor proporción que los varones que cierran la puerta con llave siempre (76,4% y 65,2%, respectivamente)125. Esta medida tiene menor difusión entre los entrevistados más jóvenes: un 64,3% de ellos contesta que “siempre” cierra la puerta de su casa con llave de día. En el otro extremo se ubica la franja de mayor edad (entre ellos, el 77,8% lo hace siempre)126. Por otro lado, de manera similar a lo registrado cuando esta pregunta se dirige a la noche, los ciudadanos con mayor nivel de instrucción tienden a desarrollar en una medida más importante este comportamiento. En grado decreciente de escolaridad formal alcanzado, las proporciones de respuesta “siempre” para esta pregunta fueron del 79,7%, 75,3%, 65,1% y 65,6%. Algo semejante sucede con las variaciones en el volumen de ingresos del respondiente. En la franja de ciudadanos que dicen tener ingresos familiares por más de $10000, el 79,5% desarrollan “siempre” ese comportamiento. Esa proporción es de 76,5% entre quienes cobran entre $5000 y $10000; 71,4% entre quienes se encuentran entre los $2000 y $5000 y 61% en el grupo de menores ingresos. El panorama se ordena de la misma manera de acuerdo con la autopercepción de la situación social del entrevistado. Las respuestas “siempre” son de 75,1% entre quienes 125 Aquí también se observa que la diferencia entre las respuestas de las mujeres y las de los varones se amplió con respecto al año 2008: eran de 66,3% y 60,8%, respectivamente. 126 Lo mismo sucedía para el año 2008. 138 dicen ser de clase media o superior y de 67,4% entre quienes se definen como de clase baja o media baja. Aquí también, los ciudadanos que pasaron por experiencias de victimización en el año 2011 manifestaron en mayor medida que siempre desarrollan este comportamiento (74,2% de respuestas “siempre”, frente a 70,7% entre quienes no fueron victimizados)127. Este tipo de comportamiento –analizado a través de las respuestas “siempre”- tiene mayor presencia en los distritos Este y Centro de la ciudad de Santa Fe. Poco más atrás se ubica el Distrito Oeste. Los porcentajes más contenidos se registraron, aquí también, en el Distrito de la Costa128. Gráfico 83 Ciudadanos que cierran siempre con llave la puerta del hogar de día por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 90% 79,9% 80% 70% 82,5% 82,3% 74,9% 72,3% 67,4% 65,1% 60% 46,9% 50% 40% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Planificación de recorridos en función de la posibilidad de ser víctima de un delito Por otra parte, uno de cada cuatro encuestados señaló que siempre planea específicamente el recorrido a realizar a pie o en algún medio de transporte cuando sale de su casa o regresa a ella teniendo en cuenta el riesgo de ser víctima de un delito. Y una proporción similar manifiesta que nunca lo hace. 127 Tampoco se observaron aquí desplazamientos relevantes para el año 2008. Si comparamos estas respuestas con las obtenidas para el año 2008, se observa una mayor difusión de esta medida en todos los distritos municipales excepto en el Centro, en el que la proporción ya era elevada en 2008 y se observa un descenso muy leve. Los incrementos más importantes en la proporción de hogares en los que siempre se cierra la puerta con llave de día se dieron en los distritos Sudoeste (diecinueve puntos porcentuales), de la Costa (más de trece puntos y medio) y Oeste (casi doce puntos). Los aumentos fueron un poco menores en el Distrito Este (más de siete puntos y medio), Noroeste (más de seis puntos) y Norte (cinco puntos y medio). En el Distrito Noreste se registró un incremento leve de poco más de un punto. 128 139 Encontramos aquí algunas diferencias interesantes con relación a los datos obtenidos en 2008. El porcentaje de personas que señalan que nunca desarrollan este comportamiento descendió abruptamente (era de 39,4%), indicando una mayor presencia de consideraciones referidas al delito en la estructuración de las vidas cotidianas de los ciudadanos. Sin embargo, también bajó, aunque de manera no tan pronunciada, la proporción de quienes optaron por la respuesta “siempre” (era de 33,4%). En cambio, se registraron incrementos importantes en los casos de quienes contestaron que lo hacen frecuentemente (eran el 13,9%) y raramente (eran el 10,4%). Gráfico 84 Planificación de trayecto en función de la posibilidad de ser víctima de un delito - Ciudad de Santa Fe - 2012 3,3% 0,8% 25,0% 26,6% Nunca Raramente Frecuentemente Siempre Sin Datos No sabe/ No contesta 20,4% 23,9% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Este comportamiento también se encuentra más difundido entre las mujeres que entre los varones. El porcentaje de respondientes de sexo masculino que señala que siempre planifica sus recorridos en función de la posibilidad de ser victimizado es de 21,5%, frente al 30,3% entre las mujeres. Las proporciones de personas que apuntan que nunca lo hacen, en tanto, son del 30,4% y del 21%, respectivamente129. Los respondientes de entre 30 y 44 años contestaron en mayor proporción que el resto que siempre desarrollan esta medida (29,1%). El porcentaje más acotado de esas respuestas se registró entre la población más adulta (24,7%)130. Por otro lado, se observa un mayor porcentaje de difusión de este comportamiento entre los ciudadanos que tienen escolaridad secundaria completa. La proporción de respuestas “siempre” alcanza en ese grupo el 28,9%. El porcentaje más contenido se encuentra 129 En 2008 la diferencia se observaba fundamentalmente en las respuestas “nunca”, cuyas proporciones eran, además, sustantivamente más elevadas que las registradas en 2008 (43,2% y 36,3%, respectivamente). 130 Llama la atención la elevada tasa de personas en este último grupo que selecciona la opción “no sabe/ no contesta” (7%). Este grupo había registrado en 2008 la mayor proporción de respuestas “siempre”, con un 36%. 140 entre los respondientes sin estudios o con escolaridad primaria incompleta (23,8%), pero la diferencia entre este grupo y las dos franjas de instrucción restantes resulta poco significativa (24,8% entre quienes tienen escuela primaria completa y 25,7% entre los ciudadanos que poseen título terciario o universitario). Este comportamiento posee un mayor desarrollo en el grupo de ciudadanos que posee ingresos familiares por entre $2000 y $5000 (31,7% de respuestas “siempre”) y menor presencia en la franja de mayores ingresos (24,7%). En los dos restantes las proporciones son intermedias (27,3% en el grupo de menos ingresos y 28,1% en el de ingresos por entre $5000 y $10000). No se registran diferencias significativas de acuerdo al lugar en el que el entrevistado se ubica en la escala social. Este comportamiento tiene una presencia apenas superior entre los ciudadanos que dicen ser de clase baja o media baja, que respondieron que lo desarrollan siempre en un 27,7% (frente a 26,4% en el otro grupo) y que nunca lo hacen en un 23,8% (frente a 25,9% entre quienes se definen como de clase media o superior). La acción de planificar el trayecto en función de la posibilidad de ser víctima de un delito está más difundida entre quienes fueron victimizados durante el año 2011. Las respuestas “siempre” fueron seleccionadas por el 31,7% de los ciudadanos que pasaron por experiencias de victimización durante el año 2011. Esa proporción es de 24,6% entre los ciudadanos que no fueron víctimas de delitos en ese período. Si observamos la distribución territorial de los ciudadanos que señalaron que siempre planifican sus recorridos teniendo en cuenta la posibilidad de ser victimizados llama la atención la disparidad de la presencia de este comportamiento. Los dos distritos con mayores porcentajes de respuestas son el Noroeste y el Oeste, con valores superiores al general por aproximadamente diez puntos. La brecha entre el primero de estos y el Distrito de la Costa –que una vez más registra los porcentajes más bajos- es de veinte puntos porcentuales. Pero también es llamativa la diferencia entre ambos territorios y otros distritos como el Este, el Sudoeste o el Centro, cuyos porcentajes se son un poco más bajos que el de la ciudad131. Gráfico 85 131 A diferencia de lo que acontece con otras medidas de autoprotección y evitamiento, en el caso de la planificación de recorridos se visualiza un retroceso de las respuestas “siempre” en todos los distritos municipales de la ciudad con relación al año 2008. La brecha es mayor en el Distrito Sudoeste (once puntos porcentuales menos en 2012 que en 2008), en el Oeste (nueve puntos), en el Norte (más de ocho puntos y medio), en el Este (casi ocho puntos) y en el Centro (más de siete puntos). 141 Planificación de trayecto en función de la posibilidad de ser víctima de un delito por Distrito Municipal - Respuesta "siempre" - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 45% 40% 38,3% 35,2% 35% 31,0% 30% 26,0% 25% 21,6% 21,9% 21,0% 20% 16,9% 15% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Ciudadanos que dejan prendidas las luces de sus casas cuando salen de noche Por otro lado, más de la mitad de los residentes de Santa Fe, por motivos de seguridad, dejan siempre prendidas al menos algunas luces de su casa cuando salen de noche. Aquí se registra una modificación con respecto a los datos de 2008 que parece ir en sentido contrario a la mayor parte de las observadas hasta el momento. El porcentaje de ciudadanos que manifiestan desarrollar este comportamiento siempre se redujo sustantivamente (era 72,2%). No obstante, la proporción de respondientes que apuntaron que nunca desarrollan este comportamiento es muy similar a la obtenida hace cuatro años (era 13,2%). En cambio, se incrementaron las respuestas “raramente” (eran el 4%) y “frecuentemente” (eran el 6,7%). Gráfico 86 142 Ciudadanos que dejan prendidas las luces de sus casas cuando salen de noche - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 3,1% 0,5% 12,3% 9,6% Nunca Raramente Frecuentemente Siempre Sin Datos 56,1% 18,4% No sabe/No contesta Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Las mujeres contestaron en una mayor proporción que los varones que siempre dejan las luces prendidas por protección cuando salen de sus casas por las noches (59,4% contra 51,7%)132. Esta medida tiene una presencia un tanto menos significativa entre los ciudadanos más jóvenes (el 53,2% respondió “siempre”). No aparecen diferencias importantes entre los restantes grupos etarios133. No se registran desplazamientos relevantes de acuerdo con el nivel de instrucción del respondiente. Por su parte, este comportamiento tiene más desarrollo en los dos grupos con mayores ingresos. Las respuestas “siempre” son de 64,4% entre quienes tienen ingresos familiares por más de $10000 y 65,7% en el caso de tener ingresos por entre $5000 y $10000. En los dos grupos restantes las proporciones son de 60,4% entre quienes tienen ingresos familiares por entre $2000 y $5000 y 56,5% entre quienes los tienen por menos de $2000. Una tendencia contraria se observa de acuerdo a la autopercepción de la situación social de los entrevistados. Los ciudadanos que dicen ser de clase baja o media baja respondieron que siempre dejan las luces prendidas en un 58,7%, y ese valor es de 55,3% entre quienes se definen como de clase media, media alta o alta. Esta acción presenta una difusión significativamente mayor entre el grupo de personas que dijeron haber pasado por una experiencia de victimización en el año 2011. Entre ellos, el 63,8% dijeron que siempre dejan las luces prendidas cuando salen de sus casas por las noches; esa proporción es diez puntos inferior (53,1%) entre los ciudadanos que no fueron victimizados134. La acción de dejar prendidas las luces del hogar al momento de ausentarse de noche está más difundida en el Distrito Noroeste (en una proporción más de diez puntos superior a 132 En 2008 no se registraron variaciones significativas de acuerdo al sexo del encuestado. En 2008 este comportamiento tenía una mayor difusión entre los entrevistados que se encontraban en la franja de entre 30 y 44 años. 134 En la edición anterior de la encuesta no aparecieron diferencias significativas sobre este punto. 133 143 la general). Los distritos Centro y de la Costa presentan los porcentajes más contenidos –en torno a los veinte puntos por debajo de los registrados en el Noroeste135. Gráfico 87 Ciudadanos que siempre dejan prendidas las luces de sus casas cuando salen de noche por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 80% 70% 67,7% 63,1% 58,6% 60% 53,6% 56,1% 55,9% 50% 47,7% 46,6% Distrito Centro Distrito de la Costa 40% 30% 20% 10% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Cambio de domicilio por miedo al delito En otro tramo de la entrevista, se consultó a los ciudadanos si pensaron cambiar de domicilio luego de haber sido víctimas de un delito o por considerar que se encuentran en riesgo de serlo. Poco más de una de cada diez personas respondieron que sí. Esta posición revela un importante malestar, reflejado en la voluntad de abandonar el lugar de residencia para obtener una mayor sensación de seguridad frente al delito. Inmediatamente se les preguntó a estas personas si efectivamente habían cambiado de domicilio por miedo al delito. La proporción de respuestas afirmativas fue del 16,6% esto es, menos del 2% del total de la muestra. Este tema había sido indagado con una sola pregunta en la edición anterior de la encuesta, que se dirigía solamente a saber si los respondientes habían decidido cambiar de domicilio. La respuesta afirmativa había alcanzado al 15%, poco más de tres puntos superior a la registrada en 2012. Gráfico 88 135 En todos los distritos municipales de la ciudad se observan importantes descensos con respecto a los datos de 2008. En el Distrito de la Costa las respuestas “siempre” descendieron más de veintiséis puntos porcentuales y medio, el mayor declive de la ciudad. En el Norte y en el Sudoeste la caída estuvo en el orden de los veinte puntos porcentuales. La baja más contenida aparece en el Distrito Noroeste, con siete puntos y medio. 144 Decisión de cambio de domicilio como consecuencia de ser víctima de delito o por considerar que se encuentran en riesgo de sufrirlo - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 0,3% 0,3% 11,7% Si No Sin Datos No sabe/No contesta 87,2% Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral En este caso, la diferencia registrada entre las proporciones de respuestas afirmativas de mujeres y varones no resulta significativa (12,8% y 10,2%, respectivamente). Las personas mayores de 60 años contestaron afirmativamente a esta consulta en una proporción bastante más contenida que el resto (6,5%). Las respuestas fueron parejas en los restantes grupos etarios. El porcentaje más elevado apareció entre los ciudadanos de entre 30 y 44 años (14,2%)136. Las respuestas afirmativas decrecen a medida que aumenta el nivel de instrucción. Alcanzan el 13,8% en la franja de ciudadanos sin estudios o con escolaridad primaria completa, 13,3% y 11,7% en los dos grupos intermedios y de 7,7% entre los respondientes con estudios terciarios o universitarios completos137. La mayor proporción de personas que decidieron cambiar de domicilio por miedo al delito se encuentra en el grupo de menores ingresos (15,8%). El grupo de ingresos en el que la respuesta es más contenida es el que comprende a los ciudadanos cuyas familias reciben entre $5000 y $10000 (8,9%). Las respuestas afirmativas son de 13,8% en la franja de respondientes que dijeron tener ingresos familiares por entre $2000 y $5000 y de 13,7% en el grupo de mayores ingresos. Por otro lado, aparecen diferencias significativas en lo que hace a la situación social autopercibida del entrevistado. Prácticamente dos de cada diez (18,5%) ciudadanos de clase baja o media baja respondieron afirmativamente a esta pregunta, y esa proporción es mucho menor entre los respondientes que dicen ser de clase media, media alta o alta (8,5%). 136 En 2008 la tasa de respuesta positiva había alcanzado al 19,1% en ese grupo. En el año 2008 el panorama era muy similar, con proporciones en todos los casos más elevadas: 18,8% entre los respondientes sin estudios o con escolaridad primaria incompleta, 17,3% entre los ciudadanos con escuela primaria completa, 13,8% entre quienes contaban con escolaridad secundaria completa y 8,8% entre quienes tenían estudios universitarios o terciarios completos. 137 145 El porcentaje de personas que resolvieron cambiar de domicilio por miedo al delito resulta sustantivamente superior entre los ciudadanos que fueron victimizados en 2011 (es de 16,9%, frente a 9,7% entre quienes no fueron victimizados en ese período)138. Las manifestaciones de esta voluntad de cambiar de domicilio a causa del problema del delito se encuentran distribuidas de manera desigual en el territorio urbano. En el Distrito Sudoeste esta actitud se encuentra en dos de cada diez hogares, una proporción muy significativa, que dobla a los valores generales. Este sector del territorio urbano también concentraba la mayor proporción de respuestas en 2008. En los Distritos Este y Centro encontramos los porcentajes más bajos139. Gráfico 89 Ciudadanos que decidieron cambiar de domicilio por haber sido víctimas de un delito o por el riesgo de serlo por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe Año 2012 25% 20,7% 20% 15,9% 15% 14,0% 12,6% 11,0% 10% 8,2% 6,3% 4,7% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral Adopción efectiva de comportamientos de evitamiento Finalmente, se preguntó a los ciudadanos acerca de las acciones que debieron dejar de hacer por temor a ser víctimas de delitos. Más de cuatro de cada diez ciudadanos respondieron que ya no dejan las puertas de sus casas abiertas, mientras que casi un cuarto de ellos dijeron que dejaron por miedo al delito de estar fuera de su casa por la 138 Se verifican descensos con respecto al año 2008 en los dos grupos, pero este declive es superior entre quienes no fueron víctimas de delitos (era de 13,7%) que entre quienes sí lo fueron (era de 18,2%). 139 El único distrito de la ciudad en la que se registró un aumento muy leve con respecto a los valores de 2008 es el Centro. En el resto de los territorios los porcentajes de respuestas afirmativas retrocedieron en proporciones variadas. El declive más importante se dio en los distritos Noroeste (más de ocho puntos porcentuales) y Oeste (casi cinco puntos y medio). 146 noche. Por otra parte, el 16,3% de los encuestados manifestaron que no suspendieron ninguna actividad por temor a ser victimizados. Los dos comportamientos de evitamiento más señalados en este estudio son los mismos que fueran apuntados en 2008, con porcentajes apenas superiores a los registrados en ese momento (en la primera edición de este estudio, dejar las puertas de sus casas sin llave fue mencionado por 41,7% de los entrevistados y estar fuera de su casa de noche por el 35,8%). También se verifica un leve descenso (de poco más de un punto porcentual) entre los respondientes que dijeron que no han adoptado comportamientos de evitamiento. Gráfico 90 Adopción efectiva de comportamientos de evitamiento - Ciudad de Santa Fe - Año 2012 45% 42,6% 37,4% 40% 35% 30% 25% 20% 15,9% 16,3% 12,8% 15% 16,3% 10,7% 8,9% 10% 6,1% 7,3% 5% 1,4% os D at a Si n st co /N o be sa N o es pu N ad a, nt e m te ne tie no os aj er rc U sa or os át ic au t rj oy a s om /r ch no U sa a rl po ni bu s óm el To m ar el oj e s hi jo s a d ta li b er or D ar le m ay de s er ta pu D ej ar la s su si n óv il om la ut ab er ta pu la D ej ar ll a ve sa ca su de ie rta sa ca e Sa lir d Sa lir s ol o po de rl a su no ca ch e sa 0% Las dos opciones más elegidas por las mujeres son las mismas a las predominantes en la ciudad, aunque salir de casa por la noche ocupa el primer lugar, desplazando a dejar abierta la puerta de su casa. Entre los varones, las dos más elegidas son las mismas que para la ciudad. Más allá de esto, es posible señalar algunas importantes diferencias en las proporciones de respuestas en mujeres y varones, que marcan en general una mayor difusión de este tipo de comportamientos entre las primeras. La proporción de respondientes de sexo femenino que dijeron que ya no salen solas de sus casas es de 17,3%, contra 6,7% entre los de sexo masculino. En el caso de salir de casa por la noche, las proporciones son de 45,2% y 26,8% respectivamente. Algo similar sucede con la acción de tomar el ómnibus por la noche, que ya no es desarrollada por el 19,2% de las mujeres y el 11,4% de los varones. Y también con dar más libertad a sus hijos, medida mencionada por el 18,4% de las mujeres y el 13,3% de los varones. Las proporciones de personas que dijeron que no han dejado de hacer nada porque no sienten temor son de 11,4% y 22,9% respectivamente. La única opción que va en 147 sentido contrario es la de dejar las puertas del automóvil sin llave, comportamiento evitado por el 14,7% de los varones y el 7,9% de las mujeres140. Con respecto a la edad también pueden apuntarse observaciones interesantes. Las dos opciones que reciben más adhesiones son las mismas en todos los grupos etarios. Sin embargo, el tercer lugar en las dos franjas de edad intermedias es ocupado por dar mayor libertad a sus hijos, en el grupo de edad más joven en el tercer lugar se ubica tomar el ómnibus por las noches y en el de edad más adulta salir solos de sus casas. Los porcentajes de respondientes que dicen que no dejan abiertas las puertas de sus casas por miedo a ser victimizados son más bajas en los dos grupos de menor edad, en especial entre quienes están entre los 15 y los 29 años (37,9%). Las personas de entre 30 y 44 años responden menos que el resto que no salen de noche (33,2%). Los miembros de este grupo señalan en una proporción muy superior al resto que el miedo al delito les impide dar mayor libertad a sus hijos (32,1%). Ese porcentaje es de 19,9% en la franja de entre los 45 y los 59 años, todavía superior a la general, y solamente de 9,4% entre los más jóvenes y 3% entre los más adultos. Entre los menores de 30 años es mayor el porcentaje de personas que apunta que el miedo al delito le impide tomar el ómnibus por la noche (21,1%). El porcentaje en esta respuesta es más contenido al de la ciudad entre los mayores de 60 años (10,8%). Estos últimos mencionan en mayor medida que el resto que se ven impedidos de salir de sus casas solos (15,9%) o por las noches (45,3%). El porcentaje de respondientes que señala que no siente miedo al delito y que por lo tanto no se ve impedido de realizar ninguno de estos comportamientos es mayor entre los más jóvenes (18,6%). Y resulta inferior en el grupo de entre 30 y 44 años, lo cual indica una mayor presencia de prácticas de evitamiento en sus vidas cotidianas (12,8%, frente a 15,8% entre quienes se encuentran entre los 45 y los 59 años y 17,5% entre los mayores de 60 años). En los dos grupos con mayor nivel de instrucción las dos opciones que reciben más adhesiones son las mismas que en el plano general. Entre quienes tienen escolaridad secundaria completa en tercer lugar se ubica tomar el ómnibus por la noche, y ese puesto es ocupado por dar mayor libertad a sus hijos entre quienes poseen título universitario. En las dos franjas con menor escolaridad formal, salir de casa por la noche desplaza al segundo lugar a dejar la puerta abierta de sus casas. Entre quienes no tienen estudios o cuentan con escolaridad primaria incompleta el tercer puesto es ocupado por salir solos de sus casas, y entre quienes tienen la escuela primaria completa por tomar el ómnibus por las noches. Por otro lado, los encuestados que contestaron que el delito no ha modificado sus comportamientos porque no sienten temor son más importantes en los dos grupos con menor nivel de instrucción (20,6% entre quienes no tienen estudios o solamente tienen escuela primaria incompleta, 19,4% entre los ciudadanos que tienen escuela primaria completa o secundaria incompleta, 14,1% en el grupo de respondientes con secundaria completa o terciaria o universitaria incompleta y 13,3% en la franja que cuenta con título terciario o universitario). Las dos franjas de respondientes con menor nivel de instrucción apuntaron además en una medida más contenida que las restantes que consideran que no pueden dejar sin llaves las puertas de sus casas (36,9% en el caso de los respondientes sin escolaridad primaria completa y 35,8% en el de quienes tienen primaria completa) o bien de sus automóviles (2,5% y 4,8%, respectivamente). También son más bajas las proporciones de quienes manifiestan que evitan usar joyas o reloj 140 El panorama que obtuvimos en 2008 fue similar. Los porcentajes de quienes dijeron que no dejaron de hacer nada porque no sienten temor fueron entonces de 21,6% entre los varones –poco más de un punto inferior a la actual- y de 13,8% entre las mujeres –más de dos puntos superior a la actual. Es decir que la brecha entre varones y mujeres con relación a este tema se ha ampliado: los varones dicen en mayor medida que en 2008 que no sienten temor, y las mujeres lo hacen en menor medida. 148 (5,6% y 6,8%, respectivamente) o cajeros automáticos (1,9% y 4,7%). Entre los respondientes sin estudios, además, es menor el porcentaje de quienes dicen que el miedo al delito les impide dar más libertad a sus hijos (9,4%). Por contraste, los entrevistados de ese mismo grupo respondieron en mayor medida que a nivel de la ciudad que ya no salen solos de sus casas (18,1%) o que no salen de sus casas de noche (44,4%). En los dos grupos con mayor nivel de instrucción es más importante el porcentaje de ciudadanos que dice que se ve impedido de dejar las puertas del automóvil sin llave (14,7% entre quienes tienen secundaria completa y 17,3% entre quienes tienen título terciario o universitario). Finalmente, en el grupo con mayor nivel de instrucción tienen más presencia que en la ciudad en general los ciudadanos que comentan que no dejan las puertas de sus casas abiertas (48,8%), que no pueden darle más libertad a sus hijos (20,3%) o que no usan cajeros automáticos (13,1%). En sentido contrario, son menos los que dicen que ya no salen solos de sus casas por las noches (35,1%). El comportamiento más seleccionado en los dos grupos con menores niveles de ingresos –a diferencia de lo que ocurre en general para la ciudad- es el de salir de casa por la noche (43,5% entre quienes tienen ingresos familiares por menos de $2000 y 42,7% entre quienes se encuentran en la franja de entre $2000 y $5000). En los dos grupos restantes ocupa el segundo lugar (30,9% entre quienes declaran ingresos por entre $5000 y $10000 y 27,4% entre los ciudadanos con ingresos familiares mayores de $10000). En estos dos últimos grupos la acción más elegida es la de dejar abierta la puerta de casa (57,5% entre quienes reciben más de $10000 y 46,2% entre quienes reciben entre $5000 y $10000). Esa acción, en cambio, es la segunda en los otros dos grupos (34,3% en la franja de menores ingresos y 42,4% en la franja de entre $2000 y $5000). Por otra parte, los ciudadanos que tienen ingresos familiares por menos de $2000 apuntan en mayor medida que el resto de los grupos que no han dejado de hacer nada por temor al delito (19,3%). Y ese porcentaje es más contenido en el grupo de mayores ingresos (12,3%). También se registran diferencias entre los grupos de mayores y menores ingresos en relación con la acción de dejar las puertas del automóvil sin llaves. Esta medida es menos señalada entre los ciudadanos que tienen ingresos por menos de $2000 (3,3%) y entre $2000 y $5000 (8,7%) y, a la inversa, recibe más adhesiones entre quienes ganan entre $5000 y $10000 (18,7%) y más de $10000 (34,2%, veintitrés puntos porcentuales y medio sobre el valor general). En estos dos últimos grupos, además, son mayores las proporciones de respondientes que apuntan que el miedo al delito les impide dar mayor libertad a sus hijos (21,7% y 20,5%, respectivamente). No aparecen diferencias relevantes de acuerdo con la situación social autopercibida del respondiente. Las acciones más elegidas son las mismas entre las personas que se consideran de clase media, media alta o alta y las que se definen como de clase baja o media baja y las proporciones de las opciones en todos los casos son muy similares. El hecho de haber sido víctima de un delito durante el año calendario anterior a la encuesta impacta en la presencia de estas acciones de evitamiento entre los ciudadanos. Las personas que no pasaron por experiencias de victimización señalan en mayor medida que no dejaron de hacer nada por temor al delito (18%, contra 11,8% entre quienes fueron victimizados)141. Los dos comportamientos en que los valores de las personas victimizadas se apartan más significativamente de los valores generales son los de dar mayor libertad a sus hijos (19,5%) y tomar el ómnibus por las noches (20%). Los ciudadanos que respondieron en menor proporción que no dejaron de hacer nada por miedo al delito, y por lo tanto muestran una mayor penetración del delito en sus 141 El porcentaje obtenido entre quienes no fueron victimizados es idéntico al registrado para 2008. Entre los ciudadanos que fueron víctimas descendió desde entonces (era de 14%). 149 vidas cotidianas de acuerdo con este indicador, se encuentran en los distritos Este (más de cinco puntos porcentuales y medio inferior al valor general) y Centro (cinco puntos porcentuales inferior al valor general). La situación contraria –mayores porcentajes de estas respuestas, que muestra una menor influencia del delito en las vidas cotidianas de los respondientes- se observa en el Distrito de la Costa (casi ocho puntos porcentuales por sobre los valores generales). En el Distrito Noreste se registran proporciones superiores a las de la ciudad de residentes que dicen que no dejan las puertas del automóvil sin llave (casi tres puntos y medio) o que no pueden dar más libertad a sus hijos (más de tres puntos porcentuales). En sentido contrario, son menores los porcentajes de los que manifestaron que ya no salen de sus casas por la noche (seis puntos), no dejan abiertas las puertas de sus casas (tres puntos), no toman el ómnibus por las noches (tres puntos) o no usan cajeros automáticos (casi tres puntos y medio). Hay dos comportamientos de evitamiento cuya presencia en el territorio del Distrito Noroeste es superior a la observada en la ciudad: dar mayor libertad a sus hijos (con una proporción más de nueve puntos porcentuales y medio por encima del valor general) o salir de sus casas por las noches (casi cinco puntos y medio). En sentido contrario, son menos los respondientes que ya no dejan sin llave las puertas de sus casas (más de cuatro puntos y medio) o las de sus automóviles (poco más de seis puntos porcentuales). Estas dos últimas acciones también están menos difundidas en el Distrito Norte que en el total de la ciudad (siete puntos porcentuales en el caso de cerrar las puertas de las viviendas y poco más de tres en el de los automóviles). Por contraste, son más los ciudadanos que apuntan que han dejado de tomar el ómnibus por las noches por temor a ser victimizados (un porcentaje seis puntos y medio superior al de la ciudad). En el Distrito Oeste, en tanto, la proporción de entrevistados que responden que dan menos libertades a sus hijos es inferior al de la ciudad (casi cuatro puntos porcentuales y medio). Las acciones más desarrolladas en el Distrito Este son las de evitar dejar la puerta de los hogares o de los automóviles sin llaves (porcentajes doce puntos porcentuales y más de seis puntos porcentuales y medio superiores a los de la ciudad), usar joyas o reloj (seis puntos) y utilizar cajeros automáticos (tres puntos porcentuales). En el Distrito Sudoeste la proporción de ciudadanos que apunta que no sale de casa por las noches es seis puntos porcentuales y medio más elevada que la obtenida para la ciudad. En sentido contrario, son más contenidos los porcentajes de respondientes que comentan que ya no usan hoyas o reloj (tres puntos porcentuales y medio) o cajeros automáticos (más de cinco puntos porcentuales). De manera similar a lo registrado para el Distrito Este, en el Distrito Centro tienen mayor difusión la adopción de los comportamientos dirigidos a no dejar abiertas las puertas de las casas (más de diez puntos porcentuales por encima del valor para la ciudad) o del automóvil (más de cuatro puntos porcentuales). Lo mismo sucede con el uso de cajeros automáticos (cinco puntos porcentuales y medio). En sentido contrario, son menos que a nivel de la ciudad los residentes que no les dan mayor libertad a sus hijos por miedo al delito (casi cinco puntos porcentuales y medio por debajo del valor registrado para la ciudad), no salen de sus casas por las noches (casi tres puntos y medio), no salen solos (más de tres puntos porcentuales) o no toman el ómnibus por la noche (casi tres puntos porcentuales y medio). En el Distrito de la Costa, finalmente, la mayor parte de los comportamientos de evitamiento tienen menos presencia que en el total de la ciudad. Esto se ve especialmente en las respuestas que aluden a no dejar abiertas las puertas de sus casas o a no salir solos de sus casas (ambas opciones más de seis puntos porcentuales y medio 150 por debajo del valor general), no usar joyas o reloj (en torno a los seis porcentuales por debajo del valor para la ciudad) o no dejar abiertas las puertas del automóvil (casi tres puntos porcentuales y medio por debajo del porcentaje general). Gráfico 91 Ciudadanos que no dejaron de hacer nada por miedo al delito por Distrito Municipal - Ciudad de Santa Fe - 2012 25% 23,1% 19,1% 20% 15% 14,9% 19,0% 16,7% 15,4% 11,2% 10,5% 10% 5% 0% Distrito Noroeste Distrito Norte Distrito Noreste Distrito Oeste Distrito Este Distrito Sudoeste Distrito Centro Distrito de la Costa Fuente: Observatorio Social y Programa Delito y Sociedad, Universidad Nacional del Litoral A modo de cierre La mayor parte de los comportamientos de autoprotección y evitamiento analizados en nuestro estudio tienen una difusión más importante en el año 2012 de la que tenían en 2008. Así, vemos que en 2012 hay una menor proporción de respondientes que señalan que no toman ninguna medida frente a la posibilidad de un robo en sus viviendas; un mayor despliegue de comportamientos de evitamiento de personas y lugares por temor a pasar por una experiencia de victimización; proporciones más elevadas de encuestados que cierran con llave sus hogares tanto de noche como de día, una reducción de los ciudadanos que nunca planifican sus recorridos urbanos teniendo en cuenta la posibilidad de ser victimizados y una leve baja en el porcentaje de ciudadanos que dicen no desarrollar comportamientos de evitamiento debido a que no sienten temor al delito. Por otro lado, también se verifica un descenso con relación a 2008 a tres de los indicadores con los que trabajamos. Se redujo la proporción de encuestados que dice haber decidido una mudanza por cuestiones vinculadas con la inseguridad, hay un declive muy leve entre quienes dicen tener un arma de fuego para protegerse y disminuyó el porcentaje de entrevistados que dejan siempre prendidas las luces de sus hogares por protección cuanto salen por las noches. En lo que hace a la incidencia de variables sociales y espaciales en el despliegue de comportamientos de autoprotección y evitamiento encontramos, en primer lugar, que la organización de las acciones cotidianas teniendo en cuenta al problema del delito tiene 151 una mayor presencia entre las mujeres que entre los varones. Aquellas han evitado en mayor medida a personas y lugares para evitar ser victimizadas –y han salido menos de sus casas-, han respondido en mayor proporción que cierran las puertas con llave tanto de noche como de día, que planifican siempre sus recorridos para evitar ser víctimas de delitos, que dejan las luces prendidas de sus casas cuando salen por las noches y que han decidido cambiar de domicilio por miedo al delito. Y también han dicho en menor medida que no dejaron de hacer nada por el temor a pasar por una experiencia de victimización. La única excepción tiene que ver con el hecho de conseguir un arma de fuego para protegerse, que tiene más desarrollo entre los varones. Este panorama ha variado con respecto a 2008. En aquel entonces no encontramos diferencias importantes en la difusión de comportamientos de autoprotección y evitamiento entre varones y mujeres. En referencia a la edad, se observa una cierta tendencia hacia una mayor presencia de estas acciones entre los entrevistados de entre 30 y 44 años. Las personas de esa edad dijeron en proporciones más importantes que consiguieron armas de fuego para defenderse de la eventualidad de un delito, que evitan en mayor medida personas y lugares por temor al delito, que siempre planifican sus trayectos para reducir las probabilidades de ser víctimas y, levemente, que desean cambiar sus domicilios por miedo al delito. En el mismo sentido, manifestaron en una proporción más contenida que no dejaron de hacer nada por temor a ser victimizados. Algunos de los comportamientos también se encuentran difundidos entre los respondientes mayores de 60 años. En este caso, señalaron en una medida mayor al resto que cierran las puertas de sus casas con llave, ya sea por las noches o durante el día, apuntaron en menor proporción que no cuentan con ninguna protección frente al robo en vivienda y también que salen menos de sus casas. La estructuración de comportamientos que buscan incrementar la propia seguridad frente al delito, por otro lado, tiene una mayor difusión en los grupos con un nivel de instrucción más elevado. Así, quienes poseen título universitario o terciario dijeron en una medida más contenida que no adoptaron medidas para protegerse del robo en vivienda, en mayor proporción que consiguieron un arma de fuego frente a la eventualidad de ser victimizados, en un porcentaje relativamente alto que evitaron personas y lugares para no ser victimizados y en proporciones más significativas que cierran las puertas de sus casas tanto de noche como de día. Asimismo, son menos comparativamente en ese grupo quienes aseguraron que no dejaron de hacer nada por temor al delito. También encontramos desarrollos significativos de estas acciones entre quienes cuentan con título secundario o con estudios universitarios o terciarios incompletos. En esta franja de instrucción los ciudadanos apuntaron en una proporción elevada que han evitado personas y lugares por miedo al delito, que cierran las puertas de sus casas con llave por las noches y que planifican los trayectos teniendo en mente la posibilidad de pasar por una experiencia de victimización. Las personas sin estudios, en el otro extremo de la escala de instrucción formal, apuntaron en mayor medida que nunca salen de sus casas, y también que pretenden cambiar sus domicilios debido al temor que les genera la eventualidad de ser víctimas de un delito. Algo similar sucede en la distribución de acuerdo con el volumen de ingresos. Los ciudadanos que tienen ingresos familiares por más de $10000 apuntaron en una medida más importante que el resto que tienen un arma de fuego para protegerse, que desarrollaron comportamientos de evitamiento de personas y lugares para no se ser victimizados, que cierran las puertas de sus casas tanto de noche como de día y en una proporción relativamente significativa que dejan las luces de sus casas prendidas por protección. Además, señalaron en menor proporción que no cuentan con protecciones 152 en sus hogares frente a un eventual robo en vivienda y que no dejaron de hacer nada por miedo al delito. Los ciudadanos que dijeron contar con ingresos entre $2000 y $5000, en tanto, aseguraron en un porcentaje más importante que el resto que planifican sus trayectos teniendo en cuenta la posibilidad de ser víctimas de delitos y que dejan las luces de sus casas prendidas por protección. El grupo más desaventajado desde este punto de vista, los entrevistados que manifestaron tener ingresos mensuales por menos de $2000, salen menos de sus casas y también señalaron en mayor proporción que quieren cambiar de domicilio por miedo al delito. Este panorama no se confirma plenamente si observamos las respuestas en relación con la autopercepción de clase del entrevistado. Hay una serie de comportamientos que están más difundidos entre quienes dicen ser de clase media, media alta y alta que también tienen más presencia entre los ciudadanos con mayor nivel de instrucción y mayores ingresos. Por ejemplo, la incorporación de un arma de fuego al hogar o la práctica de cerrar con llave las puertas de sus casas de día o de noche. También es más bajo en este grupo el porcentaje de respondientes que dijeron no contar con ninguna protección frente a la posibilidad de un robo en vivienda. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede con el nivel de instrucción o de ingresos, quienes dijeron ser de clase baja o media baja desarrollaron más comportamientos de evitamiento de personas y de lugares, planificaron en una medida un tanto superior los recorridos para no ser victimizados, dejaron en un porcentaje mayor las luces prendidas de sus casas cuando salen por las noches y decidieron en una proporción más importante cambiar de domicilio para evitar ser víctimas de delitos. Por otro lado, se observa claramente la importancia de haber pasado por una experiencia de victimización para la modificación de los comportamientos y las rutinas que hacen a la cotidianeidad. De acuerdo con todos los indicadores que utilizamos, las acciones de autoprotección y evitamiento tienen más presencia entre los ciudadanos que fueron víctimas de delitos en el año 2011. En 2008 esta incidencia se había reflejado solamente en algunos comportamientos, pero no en todos. En relación con la distribución espacial de estos comportamientos, encontramos concentraciones significativas en algunos distritos de la ciudad. En el Este por ejemplo, son menos comparativamente los ciudadanos que no han incorporado protecciones para evitar el robo en vivienda, es relativamente importante la proporción de ciudadanos que cuentan con un arma de fuego, es elevado comparativamente el porcentaje de entrevistados que cierran siempre las puertas de sus casas de día y es contenida la proporción de respondientes que dijeron que no dejaron de hacer nada por miedo al delito. También existen desarrollos importantes en el Distrito Oeste: son más los entrevistados que dijeron que siempre evitan a personas y lugares por temor al delito y resultan significativas las proporciones de respondientes que cierran las puertas de sus casas con llave, ya sea de noche y de día. Asimismo, tiene difusión la acción de planificar los recorridos en función de la posibilidad de ser víctima y la medida de dejar las luces prendidas en los hogares cuando no hay nadie. En el Distrito Noroeste, en tanto, el porcentaje de ciudadanos que posee un arma de fuego es el más elevado de la ciudad y son altas las proporciones de quienes planifican los trayectos teniendo en cuenta la posibilidad de ser victimizados y la de quienes dejan prendidas las luces de sus casas por protección. Finalmente, en el Distrito Centro es más contenido el porcentaje de respondientes que dice que no ha dejado de hacer nada por miedo al delito, y en el Sudoeste es sorprendentemente elevada la proporción de residentes que ha decidido mudarse por haber sido víctima de un delito o por miedo de que eso suceda. 153