MÁS MADERA, MENOS CO2 Investigaciones recientes sugieren que el uso de productos de madera puede suponer un importante almacén de carbono y por tanto colaborar en la mitigación del cambio climático. Sin embargo, el Protocolo de Kioto no tiene en cuenta esto en los criterios de la contabilidad del carbono. ¿Hasta qué punto usar productos de madera puede suponer un ahorro de emisiones de CO2? Desde el sector forestal se considera que la madera es un bien cuyo comportamiento ambiental, teniendo en cuenta todo el ciclo de vida, se puede considerar superior a otros materiales: necesita menor gasto energético en su producción, es natural y por tanto no es tóxico, es biodegradable, es reciclable, es un excelente aislante y además fija CO2 en su crecimiento. Este dióxido de carbono que ha fijado el árbol se mantiene almacenado en los productos de la madera durante toda su vida útil, y además pueden ser reutilizados y reciclados, en cuyo caso las cifras de ahorro de emisiones son bastante significativas. Por otro lado, sustituir otro tipo de materiales, como el PVC, por madera supone ahorrar la energía que se gastaría en producir estos materiales. Pero ¿cuánto carbono se encuentra almacenado en la madera? El 50% de la materia seca de la madera es carbono. Esto se traduce en que un metro cúbico de madera mantiene secuestrado alrededor de una tonelada de CO2 ya que una tonelada de madera contiene 1,64 toneladas de CO2. Sin embargo, toda esta capacidad de almacenamiento no queda reflejada en la contabilidad de CO2. Según el IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático), todo el carbono almacenado en los productos de la madera se libera a lo largo del mismo año de corta, asumiendo erróneamente un balance cero. Ya se están considerando diferentes metodologías que incluyan estos productos en la contabilidad global, de cara a la próxima reunión de Copenhage, a finales de 2009. ¿Son tan importantes los productos de madera? ¿Tanto podrían aportar a la contabilidad global? ¿Realmente va a cambiar algo si los podemos contabilizar o no? Los investigadores de Cesefor (Fundación Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria de Castilla y León), Iñigo Lizarralde y Miguel Broto, tienen un "sí" rotundo como respuesta a estas preguntas. Según sus investigaciones, la fabricación de los materiales de construcción produce emisiones, pero, ¿sabemos cuánto? Nos sorprenden con los siguientes ejemplos: "En una vivienda tipo de 100 m2 se estima que se emiten unas 40 toneladas de CO2 para su fabricación, pero si vamos sustituyendo los diferentes materiales por madera, vemos que el balance va cambiando. Si las ventanas fueran de madera en vez de de PVC, se ahorrarían más de dos toneladas; si lo que sustituimos es aluminio, más de cinco toneladas de CO2. Cambiando el forjado de hormigón por madera, ahorramos unas 28 toneladas; si el suelo fuera de madera en vez de de gres, otras cuatro toneladas. Si sustituimos los muros y tabiques de ladrillo por unos de madera, dejamos de emitir 24 toneladas de CO2 más", explican. Esto hace un total de ahorro en una vivienda de unas 60 toneladas de CO2. "Cantidad suficiente para absorber todas las emisiones de una familia de tres miembros que utilicen un coche durante 20 años", añaden estos expertos. Otro ejemplo claro que dan estos investigadores son los postes de electricidad. Hace muchos años eran de madera pero se pasó a construirlos de hormigón o acero. Si revirtiéramos esa tendencia y sustituyéramos todos los postes actuales por nuevos de madera en toda España, estaríamos ahorrando más de seis millones de toneladas de CO2. ¿Se acuerdan del apagón simbólico de cinco minutos contra el cambio climático? Con sustituir 100 postes de hormigón armado por otros de madera, estaríamos ahorrando lo mismo que lo que se consiguió en todo el país en esos cinco minutos. En cuanto a los polémicos "quitamiedos" que ya se fabrican con madera, cada kilómetro de carretera en el que sustituyen a los actuales quitamiedos, supondría un balance positivo de unas 70 toneladas de CO2", cuentan Lizarralde y Broto. Desde organizaciones ecologistas como Greenpeace, recomiendan igualmente el consumo de productos de la madera como un mecanismo para mitigar cambio climático, madera que debe ser de origen sostenible, lo que llaman la "buena madera" que provenga de bosques gestionados de madera responsable y que además contribuyan al desarrollo económico de zonas rurales y a la calidad de vida de poblaciones que viven en y alrededor de los bosques. Para orientar a los consumidores sobre los productos de la madera, Greenpeace publicó hace un año una interesante guía, dónde han seleccionado más de 30 especies comunes en el mercado español agrupadas en cuatro grupos, según los diferentes riesgos que se derivan de su grado de amenaza, de su procedencia, etc. Entre las más recomendadas clasifican las maderas con sello FSC, la madera reciclada y el corcho. Desde Cesefor informan de que además del FSC, existen otros sellos de gestión forestal sostenible como el sello PEFC. Y como dicen sus investigadores, la ecuación es muy simple: "Más madera = menos CO2".