CINE FORO “Un feliz acontecimiento”1 Tomás Godoy Barrio 2 Este cine foro es un ejercicio de psicoanálisis aplicado, el cual es una modalidad del uso de esta disciplina, cuyo pionero fue Sigmund Freud, al realizarlo sobre la vida y obra de importantes personajes de las artes plásticas y literarias, como Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel , Dostoievski y otros. Esto obliga a un análisis en profundidad de esta obra, procurando expresarme en términos entendibles por todos los presentes, sino lo logro, agradezco sus preguntas en el tiempo estipulado para tal fin. Esta bella película, de excelente producción, dirección, profunda y densa trama, además de impecables actuaciones, en pocas palabras es una obra de Oscares. Nos muestra las vicisitudes del proceso evolutivo de una joven pareja, desde la soltería plena de rasgos de la adolescencia, hacia el vínculo genital, amoroso y reproductivo que configura la familia. Su desarrollo me brinda múltiples ejemplos para mostrarles distintos conceptos de la teoría psicoanalítica, pero antes, quiero hacer notar que en los inicios de esta obra, Bárbara, cuando informa a Nicolás del embarazo, cita a Sigmund Freud: “Sabías que para Freud los bolsos son vagina”. Me da la impresión que esto no queda ahí, percibo que además de un excelente asesoramiento obstétrico y pediátrico, en toda la trama, hay una influencia del saber psicoanalítico. La densidad psicológica profunda de esta obra, obliga en aras del tiempo, a tocar algunos puntos, otros, si son de su interés los espero en sus intervenciones y preguntas. Este, como todo proceso evolutivo de la psique, atraviesa momentos de progresión y de regresión con riesgos de detenimiento o de ruptura. Estos momentos son determinados por las características de la personalidad de las partes, las cuales devienen de factores constitucionales de origen genético, hereditarios y de las experiencias en la vida, particularmente las de la infancia, además del entorno social y cultural en que se desarrolló el individuo. Estamos hablando de las series complementarias, factores que influyen en la determinación de la salud mental o de la psicopatología. Durante el embarazo, el parto y la lactancia, ocurre de forma natural en la pareja una regresión a vivencias y experiencias de las respectivas infancias, ahora inconscientes. En esta regresión se repiten, los patrones de sus relaciones con los padres y hermanos, principalmente con la madre, la regresión también se manifiesta en la interrelación de la pareja, y de ésta con el feto, luego bebe. La relación con la madre, de la pareja y con el feto bebe, son los tres puntos que desarrollare en este cine foro. RELACION CON LA MADRE: En la visita a la madre, de forma muy ansiosa, Bárbara se propone ocultarle el embarazo, ¿Por qué no mostrárselo con alegría, orgullo y esperanza, como es lo natural? El 1 Cine foro presentado en las Jornadas La Familia Contemporánea. Alternativas y nuevas configuraciones, de la ASOPVEP, en la Universidad Metropolitana. Noviembre 2013 2 Psiquiatra-Psicoanalista. Miembro Titular ASOVEP. Psicoanalista con función didáctica en el I.V.P- encuentro fue frío, sin contacto físico, ni besos ni abrazos, las sonrisas parecen de “fotos de carnet” y una actitud de parte de Bárbara, desconfiada, perseguida, en pocas palabras, paranoide. Su saludo fue: ¿Qué pasa?, ¿Qué me estas mirando? La respuesta de la madre fue una inquisitiva y penetrante mirada a su vientre, de “ecosonograma” y como era de esperarse la preñez fue detectada, por la inducción paranoide provocadora de Bárbara y la reacción escoptofilica, curiosa de la madre, mostrándose la realidad que el embarazo se ve primero en la cara y senos, que en el vientre. Esta fue la primera observación de la hermana, como más adelante en la trama la observa el tutor de la tesis doctoral y termina diciéndole ¿Qué ocultas?, y cita a la metamorfosis en la obra de Kafka. La abstinencia de Bárbara frente a los hábitos tóxicos fue para la madre una pista del embarazo ocultado, y digo una pista, porque este encuentro fue una investigación detectivesca, valga el eufemismo, en realidad fue un enfrentamiento entre perseguido y persecutor, con el mayor tinte paranoico. Desde el punto de vista de la teoría psicoanalítica de Melanie Klein, eminente psicoanalista de niños del pasado siglo, seguidora de Sigmund Freud, que lleno de aportes sus teorías, la relación entre esta madre y la hija está en el primer estado mental del bebe, la posición esquizoparanoide. Por cuestiones de tiempo y de objetivos de esta labor, no puedo entrar en detalles exactos de esta posición mental, pero ideas sobre la misma quedan al observar esta relación madre-hija, plena de desconfianza, agresiones, envidia, odio y temores retaliativos. En la posición esquizo paranoide, uno de los fenómenos psicológicos es la identificación proyectiva, la cual veremos en acción en distintas partes de esta trama y se trata de una fantasía inconsciente en que ciertas partes del yo, que producen angustia, culpa o sentimientos displacenteros, son escindidas, segregadas y proyectadas, relocalizándolas en otro. Allí se sienten presentes, pero ajenas al yo, al sí mismo, contenidas, a veces amenazantes y en algunos casos esperando que sean modificadas por el otro, para luego ser reintroyectadas. Estas proyecciones pueden movilizar elementos inconscientes del otro, provocando sentimientos y actuaciones, como veremos más adelante en esta trama. Bárbara al sentirse descubierta, trata conscientemente de reafirmar su mentira, fuma y toma, en lo inconsciente está amenazando a la madre de abortar, si continua en lo que ella siente como una peligrosa persecución, tal como hacen muchos animales al ser atrapados por el depredador, con la esperanza biológica de que sobrevivan los hijos, pero en el caso de Bárbara, exponente del homo sapiens y su evolución, es para que la madre padezca una culpa eterna. Nicolás, inconscientemente percibe la amenaza, se sobresalta y trata de detenerla en la ingesta del vino. La madre, bien lejos de sentir la culpa enfermiza o de la sana, la culpa reparadora, la que induce a hacerlo bien, en tono muy simplista y despreocupado, descalifica los efectos tóxicos de las drogas sobre el feto y dice que ella consumió de todo y sus dos hijas son sanas. Bárbara la culpa de su precoz uso del tabaco, la respuesta de la madre fue una agresiva descarga de descalificaciones de sus atractivos en la adolescencia, un ataque a su femineidad y la sentencia de que nunca sería una buena madre, evidente identificación proyectiva de características propias, que penetran la mente de Bárbara y la hacen dudar, con visos de convicción, de la ausencia en ella del instinto maternal. Este es un ejemplo de lo que antes cité, de cómo las identificaciones proyectivas movilizan elementos en el inconsciente del otro. Bárbara tratando de concluir esta visita-enfrentamiento, dice a la madre: “por saber lo que me ibas a decir mantuve la boca cerrada”, conscientemente era una prevención justificada, por que como dice el dicho popular, “en boca cerrada no entran moscas”, en este caso, léase, identificaciones proyectivas en la mente de Bárbara. El motivo inconsciente del ocultamiento, es otro, al existir esta historia de pésima relación con la madre, en donde es de esperarse que, ésta nunca a lo largo de la infancia y de la adolescencia, a través de cantos, cuentos, juegos con muñecas y sanos relatos de intimidades, le otorgara el don, la autorización, el permiso de ser madre. Esto llevo a Bárbara inconscientemente, a robarle un bebe de los contenidos en su vientre, esta fantasía es muy común en niñas y niños. Tal fantasía o teoría infantil, como otras, están conscientes, son pensadas, en la mente del niño, hasta que por vía de la represión son olvidadas, pero quedan presentes y vigentes en el inconsciente, y por supuesto que el robo de un bebe hay que ocultarlo para evitar el castigo y así trato de hacerlo Bárbara. El robo es un impulso natural del hombre y por eso, está prohibido en el séptimo mandamiento bíblico. En un momento de esta visita-enfrentamiento, Bárbara culpa a Nicolás por no haber informado a su madre sobre el embarazo, esto es una identificación proyectiva de su culpa por el robo y ocultamiento del mismo y a la vez un reclamo, por haber frustrado su deseo de retar en la suegra a la madre rival que se lo desaprueba. En resumen, fue un encuentro pleno de mutua agresividad, expresión del pasado infantil de Bárbara, ahora inconsciente, en gran parte, que por vía de la transferencia, veremos cómo se repetirá en sus encuentros con otras figuras que ella identifica inconscientemente como maternas, me refiero a la obstetra ecosonografista, la comadrona y la suegra, ya algo respecto a ésta última he adelantado. Iniciemos el estudio de estos fenómenos transferenciales con la intérprete del ecosonograma, la obstetra le da buenas noticias a Bárbara y a la vez prohibiciones de adicciones y ciertos alimentos, esto hace que la vivencie como la madre frustradora de placeres orales, ya que como veremos más adelante, su madre le negó mezquinamente el pecho. La profesional le da una excelente orientación, no dejarse llevar por consejos de otras mujeres, inclusive madre y suegra, con experiencias de embarazos. Eso se debe a que como hemos visto en nuestras pacientes, dichos consejos, terminan por angustiar y confundir a la primigesta. En mi opinión, más allá de lo expuesto, creo que Bárbara proyecto transferencialmente en la ecosonografista el miedo paranoico de la capacidad de su madre de invadirla y mirar adentro de ella. Bárbara, con dominante tono, obliga a la profesional a ocultar el sexo del feto, como un representante del embarazo que no pudo ocultar a la madre. Posteriormente, en otra visita, como protesta inconsciente a la imposición de Bárbara, la obstetra tuvo un lapsus, un olvido y devela el sexo. Nicolás, mientras tanto, está sanamente fascinado con el latir ecosonográfico del corazón de su hijo feto. La relación de Bárbara con la comadrona, ahora llamadas con toda razón, asistentes obstétricas, cuya función en la práctica y en lo emocional es cooperar con la mujer en trabajo de parto y representar a la madre en dicho trance, fue de franco rechazo, desde el primer contacto en las sesiones de preparación psicoprofilactica para el parto. Esta profesional calo a fondo a Bárbara y le dijo que era “una mujer agresiva”. Bárbara durante las dolorosas contracciones, piensa con tono de queja: “Nadie me advirtió ni siquiera mi madre”. No reconoce que su agresivo y omnipotente rencor hacia la madre hizo que rechazara su presencia en el parto y antes de esto, no acepto la asistencia psicoprofilactica de la comadrona. Al final de esta relación, la comadrona, que antes fue una regañona, hace el papel que debió haber hecho la madre de Bárbara, al incitarla amorosamente a abandonar el hospital y enfrentar su maternidad, superando su depresión post-parto, siempre presente en el puerperio en menor o mayor grado, que puede llegar a ser de gravedad, llegando a presentar ideas psicóticas, de atacar y matar al neonato. He aquí, una prueba más de la inconsciente ambivalencia materna, amor-odio hacia el bebe, ahora consciente por el tanático derrumbe psicótico de la represión, una expresión del instinto de muerte. El origen de la depresión post parto, en el terreno bioquímico, tiene que ver con el desequilibrio hormonal y de neurotransmisores en mayor o menor grado, en lo psicológico se debe a: el feto y la madre durante el embarazo forman un solo ser, es el único momento de la vida donde existe una autentica unión, al ocurrir el parto ambas partes sufren una brusca separación, que resulta emocionalmente traumática para el neonato (trauma del nacimiento) y un duelo por la pérdida de la unión para la madre, al que se suma el pasado duelo inconsciente por la separación, cuando fue parida. Esta unión, luego se siente recuperada momentáneamente en el acto de lactar y en el coito. La suegra aparece, en la escena en que Nicolás bromea con ella por teléfono, respecto al posible nombre y apellido de la niña que resultaba oírse como “anormal”. Bárbara se muestra impaciente, disgustada y para completar su prejuiciosa y transferencial aversión, el comentario de la suegra-madre-rival, de que tenía también “un útero perfecto” como ella, en términos coloquiales “puso la torta”. Reaparece la suegra, cuando Bárbara le dice a Nicolás “me estoy cansando. No aguanto más. Me ahogo”. Él se siente responsable del hecho y llama a la madre en búsqueda de auxilio en la crianza de su hija. La señora se presenta con un error vía telefónica, inconsciente o muy consciente, llamando a la niña Marta, como la tía materna y no Lea como fue el nombre que eligió Bárbara. La suegra, luego de observar la lactancia Bárbara-Lea, expreso correcciones menores o no existentes. Bárbara, por su crianza, en donde no recibió lactancia materna, creía que tenía poca leche, como el pecho materno y que la beba quedaba con hambre, como ella frente a la carencia del disfrute erótico del pecho. La suegra se lo refuerza negativamente, al decirle que le dé tetero, además agrega, “mañana traeré la bomba para el pene”, lapsus lingues que pretende corregir diciendo: “quiero decir mi saca leche”, este lapsus lo analizaré posteriormente. Luego se define como la súper “Mama Carabobo”, que lacto a Nicolás hasta los 5 años. Por cierto, es una lactancia muy prolongada, hasta muelas ha debido de tener el niño. En la parte consciente de la mente de esta señora, ha podido ser por ignorancia o una actividad masturbatoria o ambas, que pudo dejar graves fijaciones en el niño. Al respecto en un momento de la trama, Bárbara acusa a Nicolás de ser “un hijito de mama”, a mí no me lo pareció al ver su evolución como marido y padre y al ser capaz de despedir a la madre, cuando vio que dificultaba la lactancia y su relación de pareja. El análisis de este lapsus, revela en general, para todos los hombres, un emergente inconsciente, que escapa a la censura y muestra la fantasía infantil de la fusión del pene con el pecho, en el fantaseado permanente coito de los padres, escena primaria, más adelante veremos otras expresiones de esta fantasía infantil. En lo particular, para esta señora los cinco años de lactancia, inconscientemente representaban la posesión de un potente pene que daba mucha leche y que además ella masturbaba con el tira leche. Este deseo de posesión fálica, compensaba en ella sentimientos inconscientes de castración, primitiva e incierta comprensión de lo femenino que tiene la niña y que trata de proyectar identificativamente en Bárbara. Independientemente de los paranoides prejuicios de Bárbara, que transfirió a la suegra, ésta no ayudo a reparar su mala relación con la madre, como si lo hizo la comadrona. En Bárbara, la capacidad de entrega, de abnegación, contención y elaboración de las angustias del bebe, para luego devolvérselas de forma menos conmocional y traumáticas, función maternal por excelencia en el desarrollo mental del hijo, que W. Bion, distinguido psicoanalista del pasado siglo, llamo Función Reverie, no tiene amplios límites, seguramente porque esta función no fue de mayor grado en su madre, respecto a ella-bebe. Dicha función es básica en la práctica psicoanalítica. En los inicios de la lactancia, hay una bella escena, en donde Bárbara siente en la expresión facial y movimientos de su beba, la necesidad del pecho, intenta evadirla llamando a la enfermera, pero decide enfrentar la petición. Busca la prueba de su intuición al introducir el dedo en la boca de Lea, ésta chupa y ella la lleva al pecho placida y amorosamente. En estas imágenes, a través de expresiones no verbales y la intensidad del deseo de la niña, que se hace sentir en Bárbara, se produce una sana, natural identificación proyectiva (W. Bion), instrumento comunicacional único entre la madre y el hijo, en las primeras etapas de su relación. En el curso del proceso, Bárbara, no pudo tolerar las exigencias de la lactancia temprana y los obstáculos que ésta provocó para su desarrollo, en el momento, como profesional de la Filosofía. Un ejemplo de mayor capacidad reverie es el que le mostro la vecina, madre de varios hijos con la que dejo a Lea una noche para su cuidado. Esta limitación, para el momento, de su capacidad de contención y asistencia de la beba, provocó un conflicto con una instancia de su mente, que juzga, valora, critica y castiga o aplaude, estamos hablando del superyó. Esto lleva a Bárbara a un estado depresivo, expresado entre otros síntomas, por su triste estado de ánimo, su pesimismo, llanto fácil e intensa irritabilidad y protestas continuas, Nicolás se lo señala cuando le dice: “¿Qué pasa, ya no eres tú misma?”. Todo esto la empuja hacia la regresión, a etapas anteriores de su existir, como la adolescencia y juventud temprana, en términos coloquiales, “al bonche y la rumba”, evidentes defensas maníacas ante el dolor depresivo. Es de hacer notar, que esta depresión, poco o nada tiene que ver con la que presentó en el post parto, que fue de leve intensidad, además, ya Lea tiene nueve meses. La evidente regresión, más la patológica embriaguez alcohólica, hace que Nicolás considere que Bárbara había “tocado fondo”, condición que ella había impuesto omnipotentemente para pedir auxilio a su madre, Nicolás la llamo y el agresivo y paranoide rencor de Bárbara, sumado a las críticas maternas por su borrachera, hacen del encuentro un desencuentro. Luego de una dolorosa discusión de la pareja, ella dice, “necesito tiempo para mi” y él se lo autoriza, reservándose el cuidado de Lea, así cumple una de sus funciones paternas como es la de ser protector. Bárbara deja leche para congelar, utilizando el antiquísimo saca leche de la suegra, queriendo así inconscientemente mantener su presencia en Lea y Nicolás. Después, corre hacia la casa materna, apartando el rencor y la omnipotencia, en búsqueda de más de lo que fue poco en su momento. Este encuentro, lejos de ser paranoide como el anterior, fue con una tierna y amorosa sonrisa de Bárbara, respondida por la madre con un cariñoso y apretado abrazo, la vez anterior no se habían tocado ni las manos. Bárbara se reencuentra con su habitación y gavetas de la adolescencia y primera juventud, una vez, frente al espejo, nota una cana en su pelo, la arranca, pero la realidad le dice que el tiempo ha pasado. Luego de un dialogo con la madre, bajo el efecto del té de drogas, en donde las partes expresaron dolorosos desaciertos, conflictos y amarguras del pasado y como diríamos en términos coloquiales, la madre, “no sale muy bien parada”. Ésta, luego de un silencio, expresa algo reparador de lo malo recibido por Bárbara y le dice: “Yo amé mucho a tu padre. Lo más bello que hice con él fue haber tenido hijos”, el perdón, excelencia del alma, del desarrollo psíquico, aparece en la cara de Bárbara expresado a través de una tierna sonrisa. Este perdón se extendió a la relación con el padre abandonador, influida por la dolorosa actitud conciliadora y conducta paternal de Nicolás, reconciliación a la que antes se negó cuando el padre le envió la cámara para conocer a su nieta, y que luego se asomó en el video enviado a él, en donde había elementos amorosos y otros fueron sarcasmos rencorosos por su conducta conyugal y abandono de ella. La reconciliación se fortalece frente a un email del padre donde alaba la belleza de la nieta como igual a la de su hija, ahora madre. Este fue recibido con una tierna expresión del rostro de Bárbara y no podemos dejar de notar que en la foto adjunta del cariñoso padre abrazando a su niña a los tres o cuatro años, momento del abandono, su parecido con Nicolás, si le quitamos los lentes, es notable y posiblemente de ahí proviene, entre otros factores, el enamoramiento de Bárbara, a través de la vidriera de la casa de videos. Su amiga desde la adolescencia, la impulsa a una mayor regresión, al vestuario de los 17 años y asistir así ataviada a la discoteca, allí aparece el ginecólogo, seductor y “masturbador terapéutico”. El ambiente del lugar y la actitud seductora del ginecólogo, hace que Bárbara vomite sobre los genitales de él, lo que parece sentir dentro de sí como “veneno” para su desarrollo como madre y pareja. Una prueba de esta expresión del inconsciente, es que en la escena no se evidencia ningún síntoma de que Bárbara este gravemente intoxicada por el alcohol, en términos coloquiales, borracha. Regresa a la casa de la madre, ésta se encuentra dormida, la acomoda como si fuera una beba, se acuesta junto a ella y la madre se acurruca en su espalda, allí se reestablece, se repara el vínculo amoroso madre-hija. Al despertar aparecen en su mente imágenes fantaseadas de Lea y Nicolás, cumpliendo admirablemente funciones maternas, como en la realidad lo hizo. Debería agradecerle a la suegra la excelente introyección que de la figura materna hizo Nicolás. Su meditar, frecuente e intenso pensar, al respecto de lo que vivía en ese momento, hace que Bárbara, ya con una figura materna y paterna reparadas en su mundo interno, y sus pechos segregando leche de forma espontánea, al imaginar a Lea. Es evidente que ha ocurrido una importante progresión, en el proceso que al principio describí, para poder ser la madre de su amada hija y mujer de su enamorado hombre, como ella dice, abriendo los brazos al cielo, “un suceso feliz”. Es en este momento que el título de la película en castellano, “Un feliz acontecimiento”, toma autentico sentido, antes tuvo muchos matices trágicos. Por haber sido capaz de sentir pesar, que quiere decir en una de sus acepciones gramaticales (DRAE): “examinar con atención o considerar con prudencia las razones de una cosa para hacer juicio de ella”. En otras palabras pensar, sentir autentica constricción y amorosa consideración por el otro, esto dio paso al perdón y la reparación de la relación con sus padres y con el sí mismo. Es un gran avance psicológico sentir el pesar y no odio, rencor, culpa, ni depresión enfermiza, esto le hace posible vincularse de forma intensa y sana con su hija y pareja. Desde el punto de vista teórico de Melanie Klein, analista antes citada, Bárbara ha llegado a tocar la Posición depresiva, en donde el término depresiva no implica patología, sino un gran avance mental, desde la Posición esquizo-paranoide, llegando a sentir agradecimiento por lo bueno recibido, independientemente de lo que no lo fue. RELACION CON EL FETO: Al inicio de la proyección, ya avanzado los textos que nominan a los protagonistas, se escucha un jadeo que sugiere un coito y da paso al brusco despertar de Bárbara en avanzada preñez. Su despertar parece la salida de una pesadilla, me impresiono como si hubiera tenido un sueño que repetía un acontecer traumático, su embarazo, y presa de evidente angustia, piensa “todo empezó aquí”. El discurrir de la trama le da razón a su afirmación. El compañero de trabajo de Nicolás, un misógino y “fóbico reproductivo”, le dice a Bárbara, aludiendo a la imagen ecosonográfica del feto, “no estas espantada teniendo eso adentro”, esto hace que Bárbara en su pensamiento evoque: “me asuste, me sentí poseída, habitada por algo, un alíen, un extraño estaba controlando mi cuerpo, una entidad que con sus gustos me dominaba”. En escena posterior, asemeja al feto con una tenia, una larga lombriz solitaria, que devora su interior. Lo anterior es un claro ejemplo de la inconsciente ambivalencia materna, de toda embarazada frente al feto en mayor o menor grado, principalmente en los primeros meses de gestación. Esto la lleva a tratar de expulsarlo con los vómitos y reincorporarlo con los antojos. Me explico, una fantasía infantil, ahora inconsciente en Bárbara, es que los bebés entran por la boca, estos pensamientos del niño se refuerzan al observar que todo lo que llena la pancita entra por la boca y si ven el beso en la boca de los enamorados, con “más razón” lo creen. Por lo anterior, el vómito, además de tener razones bioquímicas, toma en lo inconsciente el significado de una protesta y expulsión del feto. En casos de extremo rechazo al embarazo, aparece la hiperémesis gravídica, que pone en riesgo la vida de la madre e hijo, y que los antiguos obstetras resolvían con el aborto provocado, hasta que se dieron cuenta que simulando el aborto desaparecía el síntoma, en corto plazo se le decía la verdad a la gestante y proseguía el embarazo normalmente, prueba de que este padecer es de origen psicosomático. El antojo, en este caso, no tomó en lo manifiesto, en lo consciente, la forma oral, por la boca, como ocurre generalmente, sino una forma falsamente genital, el hambre incontenible de coito, para reincorporar al feto expulsado en la fantasía por los vómitos. La racionalización de Bárbara, respecto a la explicación que daba al aumento de su libido por efectos del alto nivel de las hormonas en el embarazo, no es cierta, ya que los niveles libidinales son variables en las gestantes, sin mostrar relación estadística con momentos del embarazo. Además de la ambivalencia materna, hay una intensa identificación de la madre con el feto, esto queda expresado en el sueño de Bárbara del cuarto cerrado, no estaba Nicolás, ella estaba sola, esto simboliza el útero materno, inundado por el líquido amniótico. En este sueño Bárbara realiza el deseo de regresar al paradisiaco vientre materno y a la vez está presente la angustia de muerte que dicha regresión implica. Estas contradicciones son frecuentes en las fantasías inconscientes. El resto diurno, la experiencia del día anterior que movilizo el deseo y la fantasía inconsciente, ya existente, fue que asistió a un acuario, a la vida en el agua, como en el útero materno. Otra expresión de la profunda identificación de la madre con el feto-bebe, es la natural regresión postparto, que facilita la intercomunicación con el recién nacido y que determina la inmediata presencia y asistencia de su madre, a la hija-madre-bebe y a su nieto. Esto no ocurrió en el caso de Bárbara, la madre aparecía en la computadora y en libros enviados, tuvo que arreglárselas sola, no es fácil para una “niña” iniciar la crianza de otra. Frente a la inhibición de Nicolás, a su disfunción sexual, que luego explicaré, aparece un objeto sustituto, el Snoopy vibrador, que resultó muy exitoso porque su uso masturbatorio estimulo los movimientos fetales, que dieron fe de vida de éste y aliviaron las angustias abortivas de Bárbara. Respecto a la inhibición genital de Nicolás, se explica porque hizo una identificación proyectiva sobre el feto, de la envidia, los celos, el odio, la rabia y deseos de atacar que él sentía en su infancia al fantasear, al pensar sobre el coito de los padres, la antes citada escena primaria, de la que se sentía excluido. El fenómeno se ve claro, cuando Nicolás durante el intento de coito frustrado le dice a Bárbara: “! Lo siento!, parece que nos mirara”. Este había sido su deseo escoptofilico, voyeurista, ver a los padres en coito, ahora proyectado sobre el feto. Nicolás siente inconscientemente que si realiza el coito, va a provocar en el feto el displacer y los agresivos impulsos que él sentía en su infancia. El resultado es la culpa y temores paranoides de ser atacado por el feto, al que condensa la imago del molesto y furioso padre castrador, la solución encontrada fue la inhibición. La escoptofilia, el querer ver y saber sobre la sexualidad de los padres, resulta ser el origen de la epistemofilia, que hace extensivo este deseo a toda la curiosidad, capacidad de investigación y hambre de saber, que caracteriza al homo sapiens. Muchos trastornos del aprendizaje tienen que ver con conflictos en el área psicológica descrita. La disfunción sexual que presenta Nicolás, puede aparecer tanto en hombres como en mujeres, ellas pueden padecer frigidez durante el embarazo o después de él, como en su momento ocurrió en Bárbara: “mi cuerpo se había vuelto insensible, todo lo que sentía era una especie de vergüenza”. Esta disfunción sexual, puede ser transitoria o extenderse en el tiempo, en este caso, debe ser tratada psicológicamente. La fantasía del pene-pecho, que antes expliqué, dio una “solución” regresiva a través del fellatio a la inhibición de Nicolás y la frustración sexual de la pareja. Bárbara no estaba del todo satisfecha y revela la situación con un tono de queja a la obstetra, al preguntarle si el semen es nutritivo para el feto, la obstetra le contestó, traduciéndolo a términos coloquiales venezolanos: “bueno, es el cilantro, pero no tanto”. LA LACTANCIA: La mujer que alimenta a su hijo está reviviendo inconscientemente su propia lactancia. Si esta fue feliz, gozara en repetir la misma experiencia satisfactoria con su propio niño. Si fue muy conflictual y angustiosa, puede ocurrir que viejos recuerdos, al resurgir de su inconsciente obstaculicen la lactancia y hasta la impidan del todo, desapareciendo la secreción láctea. Pero puede ocurrir también lo contrario: que la mujer logre sobreponerse a sus viejos conflictos y encuentre en la lactancia un medio adecuado para superar y reparar frustraciones pasadas, olvidando así antiguos resentimientos y reivindicaciones, al identificarse con su hijo satisfecho y con una madre buena. Como veremos más adelante, a Bárbara se le negó la lactancia materna y de aquí devienen muchas de sus dificultades para la misma. Está marcada influencia de lo psicológico sobre la lactancia se debe a la compleja relación de la corteza cerebral, a través del hipotálamo, con la hipófisis y su secreción de hormonas estimulantes de la glándula mamaria y otras glándulas. Un ejemplo, muchas madres al oír el llanto hambriento del bebe, sus pechos eyectan leche sin el estímulo bucal del niño, lo que ocurre es, que al oír el llanto, función de un área de la corteza cerebral, ésta estimula al hipotálamo y éste a la hipófisis, la cual segrega entonces oxitocina, hormona que entre otros fenómenos fisiológicos, produce las contracciones del útero durante el parto y de los acinos de la glándula mamaria. Lo vimos en Bárbara, cuando lejos de ella, imaginaba a Lea y Nicolás alimentándola. Conflictos psicológicos con la lactancia, que se desarrollan en parte de la corteza cerebral, pueden perturbar o llegar a inhibir la función de este eje neuro-endocrino, que además es el productor de la prolactina, hormona que como su nombre indica es inductora de la producción láctea. En uno de los encuentros con la madre, se revela que Bárbara no recibió lactancia natural y la opinión materna respecto a la misma, estaba cargada de peligros estéticos, descalificaciones y sarcasmo, además agregó: “lo intente tres semanas, dolía tanto que seguí puteando”. De aquí, el rechazo de Bárbara a una posible lactancia mixta (pecho y tetero) de Lea, como sugirió la suegra y el temor paranoide o no, de que ésta lo hacía a escondidas, esto la lleva al Club de la leche, que resulta ser un conjunto de fanáticas de la lactancia y de allí sale más confundida que antes. LA PAREJA: De Nicolás puedo decir, que es llamativo que fuera él quien en plena luna de miel en La Habana, pide el hijo, ya que generalmente es la mujer la que por razones biológicas y psicológicas, es la primera en expresar este deseo. En mi opinión, esto habla bien de sus potenciales eróticos, de Eros, de su instinto de vida, y esta petición es el deseo de darle cuerpo y alma con persistencia en el tiempo, a todo el amoroso disfrute de la relación de pareja en ese momento. La reproducción, el hijo, ya tenía un espacio en la mente de Nicolás, sin embargo, no parece haber estado presente en la mente de Bárbara y tuvo que encontrar su espacio a lo largo de la trama. Prueba de lo confuso que estaba en la mente de Bárbara, la creación de un hijo, fue su respuesta a la clara proposición de Nicolás: “Hagámoslo por deseo, por amor, por locura”, el deseo y el amor son claros motivos, pero hay un componente confuso, la locura. Durante el embarazo, Nicolás fue solidario hasta con las paranoides inquietudes de Bárbara al ocultar el embarazo y tolero la irritabilidad y temores depresivos de ella, en el curso del mismo. Durante el parto, Nicolás sufrió una reacción vaso- vagal, el desmayo por una baja de la tensión arterial, al ver la episiotomía, que en sí es impresionante, pero creo que a esto se agregó, una gran angustia por ver realizados sus deseos de ataques infantiles, ahora inconscientes, a los genitales de la madre, porque ella le daba disfrute con ellos a otro, el padre, y no a él. Además, era una confirmación de su fantasía infantil de que las hembras no tenían pene, porque se lo había cortado el padre, además del terror a la castración por su rivalidad con el mismo. A lo largo de la trama, vemos como Nicolás va venciendo sus resistencias al cambio y fue accediendo al rol paterno, papá tiene dos P, pero este rol tiene tres P: proveedor, protector y paradigma ético. También pudimos observar como tolero, protesto y resolvió, el síndrome del tercero excluido, debido a las demandas de la lactante y a la relación simbiótica madre-hija, que es natural en esta etapa, además la disminución de la libido y capacidad orgásmica de Bárbara, por causas biológicas y psicológicas. Respecto a las biológicas, el aumento de la prolactina, colabora con los niveles alterados de estrógeno y progesterona, para inhibir la ovulación y así evitar un nuevo embarazo que interrumpiría la lactancia, que en tiempos remotos de la especie y actualmente en las clases pobres, llevarían en alto porcentaje a la muerte del niño por desnutrición, además estos niveles hormonales pueden disminuir el deseo sexual, lo que colabora con la protección de la lactancia. Una de las causas psicológicas de este acontecer, además de la que explique en torno a la escena primaria, es la presencia inconsciente de una fantasía que aparece en la infancia más remota, cuando “soy de mamá y mamá es mía”, sin haber reconocido aún al padre como objeto de amor y rival. Esta situación forma parte de la etapa simbiótica, antes mencionada y como consecuencia la madre debe ser asexual, no compartida con el otro. Esta misma fantasía está en la base del culto a la Virgen Maria, símbolo máximo de la maternidad por siglos para el mundo occidental. En otras partes del planeta, esta fantasía también tiene su expresión en lo mitológico y en lo cultural, llegando a muchas sociedades primitivas al tabú del coito durante la lactancia. Recordemos que Bárbara en la etapa de antojos pseudo genitales, le decía a su amiga:” los hombres me ven como una virgen”. Por fin Nicolás, luego de atenuadas y mayores protestas por la exclusión que venía padeciendo, durante las vacaciones reconciliatorias en la playa de Varadero, con sana violencia coital, logra retener a la hembra, quien intenta abandonarlo ante el reclamo celoso y hasta envidioso de su beba, que oye o intuye más de lo que nos imaginamos. Recuerden que Nicolás, en un coito interrumpido por el llanto, dijo:” Lea vino con un detector sexual”. Esta sensibilidad está presente en todos los niños, su origen es genético e influye en el desarrollo psíquico. Por eso a los bebés hay que apartarlos del lecho conyugal, dentro del límite del amparo, lo antes posible. A esto se resistía Bárbara, y Nicolás lo hacía de forma amorosa con Lea. Durante el parto, Nicolás rehusó las tijeras ofrecidas por el obstetra para cortar el cordón umbilical, separar a la madre de la hija, y tolero la natural etapa simbiótica, pero llego el momento y con la retención que hizo de Bárbara en el coito molestado por el llanto de Lea, Nicolás marca su lugar en el triángulo de vida, el Complejo de Edipo, al que no se le había permitido su acceso. A través de las vicisitudes elaborativas de este complejo, junto a otros factores, se genera el núcleo de la personalidad y el desarrollo de la misma, resultando así el mayor o menor grado de salud mental del individuo. Muchas gracias por su atención tomasgodoy@cantv.net