1 LA RESPONSABILIDAD DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS POR LOS DAÑOS CAUSADOS A TERCEROS EN EL EJERCICIO DE SUS FUNCIONES O EN OCASIÓN DE ESE EJERCICIO. 1. La Constitución de 1830 nada estableció sobre el punto. Tampoco su reforma en 1917. Fue en la Constitución de 1934 que se incorporó el art. 24 que estableció: “Será civilmente responsable cualquier funcionario que, en, ejercicio de la función pública que le estuviera confiada, y con incumplimiento de los deberes que el cargo le impone, cause perjuicio a tercero. Responderán subsidiariamente el Estado, los Municipios, los Entes Autónomos o servicios descentralizados o el órgano público de que dependa el funcionario, quienes serán parte necesaria en los juicios que se promuevan al efecto, y tendrán el derecho de repetir contra aquel lo que hubieren pagado en caso de condenación”. 2. En la reforma constitucional de 1951 se sustituyó ese texto por los siguientes artículos que no pueden interpretarse aisladamente, sino en conjunto, de acuerdo a lo dispuesto en el art. 20 del Código Civil. “Artículo 24.- El Estado, los Gobiernos Departamentales, los Entes Autónomos, los Servicios Descentralizados y, en 1 2 general, todo órgano del Estado, serán civilmente responsables del daño causado a terceros, en la ejecución de los servicios públicos, confiados a su gestión o dirección. “Artículo 25.- Cuando el daño haya sido causado por sus funcionarios, en el ejercicio de sus funciones o en ocasión de ese ejercicio, en caso de haber obrado con culpa grave o dolo, el órgano público correspondiente podrá repetir contra ellos, lo que hubiere pagado en reparación. “Disposición transitoria letra T: Los juicios en trámite iniciados contra los funcionarios y el órgano del Estado de que dependen, de acuerdo al artículo 24 de la Constitución vigente, proseguirán en adelante exclusivamente contra el órgano del Estado demandado, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 25 de la presente Constitución”. I Los antecedentes parlamentarios 1. El informe en mayoría de la Comisión Especial de Reforma Constitucional de la Cámara de Representantes dice: “El primer artículo modificado de la Constitución, es el citado 24, en 2 3 el cual se invierte la responsabilidad por el hecho del funcionario, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 25. “En la actualidad, la responsabilidad directa es del funcionario, respondiendo subsidiariamente el Estado. En el proyecto a estudio, en cambio, quien responde directamente es el Estado y subsidiariamente, en el caso de dolo y culpa grave, el funcionario, reuniéndose otros elementos que más adelante comentaremos”. 2, En la Cámara de Senadores las disposiciones transcriptas no sufrieron modificaciones, salvo el art. 25 en el cual se sustituyó “deberá” por “podrá”. II 1. En mi trabajo “La responsabilidad de la Administración y de los funcionarios en la Constitución Uruguaya”, publicado en la Revista de Derecho Público y Privado, en 1952, hice un exhaustivo estudio de los antecedentes parlamentarios y sostuve que “El funcionario sólo es civilmente responsable frente a la Administración. Esta es una de las innovaciones fundamentales de la reforma de 1951 en este tema. Aunque no surge claramente del texto aprobado, está en el espíritu y en la finalidad de la reforma, así como en la historia 3 4 fidedigna de la ley constitucional, “que en primera instancia se elimina al funcionario y también que se debe demandar directamente al Estado en todos los casos” (Constancia del Dr. Malet). “De manera que, la primera premisa del nuevo régimen consiste en que los funcionarios no pueden ser responsabilizados por los particulares por los daños que causen en el desempeño de sus funciones administrativas. “Es el sistema inverso al establecido en la Constitución de 1934 en la que el funcionario era directamente responsable de los daños que causare en el ejercicio de sus funciones, siempre que hubiera incumplimiento de los deberes del cargo. “La segunda característica del régimen consiste que el órgano público de que depende el funcionario podrá repetir contra el mismo, lo que hubiere pagado en reparación, cuando éste hubiere causado el daño, obrando con dolo o culpa grave”. 2. Sayagués Laso, en el tomo I de su “Tratado de Derecho Administrativo”, parágrafo 455, expresó -en forma concordante con lo expuesto- lo siguiente: “El texto constitucional es claro en cuanto a que la responsabilidad patrimonial frente a terceros recae sobre la administración, no siendo posible accionar contra el funcionario. Además este es el único punto sobre el cual puden invocarse los antecedentes parlamentarios, que son 4 5 claros y explícitos en ese sentido a través de las distintas fórmulas consideradas. Más aún, fue la razón determinante de la reforma” 3. La jurisprudencia inmediata posterior a la vigencia de la Constitución de 1952, en aplicación de la disposición transitoria letra T), entendió que las normas sustitutivas del art. 24 de la Constitución de 1934 “han consagrado con efecto retroactivo la responsabilidad civil directa de los organismos estatales frente a sus dependientes o a los particulares cuando en la gestión del servicio a su cargo, les hubiesen ocasionado perjuicios o daño”, (Juzgado Letrado Nacional de Hacienda y de lo Contencioso Administrativo de Primer turno, tesis que fuera recibida por el Tribunal de Apelaciones de Primer Turno). III 1. Casi medio siglo después que pacíficamente se ha sostenido que los funcionarios no pueden ser demandados por los terceros que hayan sufrido un daño causado por el ejercicio o en ocasión del ejercicio de sus funciones, se han emitido opiniones y algunas discordias1, en sentido contrario, basándose 1 Sentencia de la Suprema Corte de Justicia Nº 216/2006, discordias citando la opinión del Dr. Risso Ferrand. Véanse los estudios realizados por la Dras. Makarena Fernández Cedrés y Graciela Soler 5 6 fundamentalmente en la opinión del Dr. Justino Jiménez de Aréchaga, expuesta en el tomo I de “La Constitución Nacional”. Según él: “la autoridad de nuestras Cartas Fundamentales a partir de la del 30, no proviene de las Asambleas Constituyentes que se encargaron de formular las reformas, sino de actos plebiscitarios de ratificación. La Constituyente del 34, como los organismos que elaboraron las reformas del 42, fueron simples órganos encargados de proyectar las enmiendas constitucionales. Quien confirió autoridad a los nuevos textos fue, en los tres casos, el Cuerpo de los ciudadanos en un referéndum de ratificación. Lo que se plebiscitó no fue, por cierto, las actas o los debates que prepararon la formulación de esas disposiciones. Lo que se plebiscitó y se conoció fue, exclusivamente, el texto de las reformas. El pueblo debió manifestarse sobre ese texto. No cabria pretender que una disposición contenida en él, pudiera ser válidamente interpretada, atribuyéndole menor o mayor extensión que la que resulta del texto, por el mérito de las reservas o de las declaraciones que respecto del mismo se contengan en las actas de las Constituyentes”. titulados respectivamente “Relación entre la responsabilidad del Estado y del funcionario” y “Novedades jurisprudenciales y legislativas sobre las relaciones entre al responsabilidad del Estado y la del funcionario”, publicadas en “Transformaciones actuales del Derecho Administrativo”, F.C.U., 2010, pag.51 a 69titulados respectivamente “Relación entre la responsabilidad del Estado y del funcionario” y “Novedades jurisprudenciales y legislativas sobre las relaciones entre al responsabilidad del Estado y la del funcionario”, publicadas en “Transformaciones actuales del Derecho Administrativo”, F.C.U., 2010, pag.51 a 69. 6 7 2. En el citado trabajo de 1953 en el que fundamenté mi interpretación de la Constitución, me permití agregar a la opinión del ilustre Maestro, lo siguiente: “Dicho esto, es necesario agregar que los procedimientos utilizados en nuestro país para reformar la Constitución, suponen el acuerdo de la voluntad de dos órganos: el Poder Legislativo, en el caso de las Leyes Constitucionales, o la Asamblea Constituyente, y el Cuerpo Electoral. Por tanto, si un texto no es suficientemente claro, de tal modo que sobre el mismo se emitan diversas opiniones, el intérprete debe preferir aquélla que coincida con las manifestaciones del Constituyente, si, además, la misma armoniza con las restantes disposiciones constitucionales y es acorde con la finalidad del instituto que regula”. 3. Nuestro Código Civil, desde 1868, en el art. 17 establece: “Cuando el sentido de la ley es claro no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu. Pero bien se puede, para interpretar una expresión obscura de la ley, recurrir a su intención o espíritu, claramente manifestados en ella misma o en la historia fidedigna de su sanción”. En el caso se dan las dos condiciones: su intención está claramente manifestada en la Disposición Transitoria letra T y en la historia fidedigna de su sanción. El hecho de que las leyes de reforma constitucional hayan sido plebiscitadas, conforme al art. 331 literal D) de la 7 8 Constitución, no puede impedir que para interpretar una expresión obscura, o cuando el sentido de la ley no sea claro, se recurra a la historia fidedigna de su sanción para descubrir su intención o espíritu (finalidad) claramente manifestados. No sólo por tratarse de una ley, como las demás, es de aplicación la norma del Título Preliminar “De las leyes” del Código Civil, sino porque éste reproduce un principio general de derecho, que hunde sus raíces en el Digesto (ley 12, título I, libro 9 y ley 9, título IV, libro 10) y en el proyecto de Título Preliminar (art. 5º) del Código Francés, según notas de Tristán Narvaja. La Comisión Codificadora de 1867 sostuvo que “El Título Preliminar comprende esas máximas de derecho que, consagrada por los pueblos civilizados, son como los prolegómenos de todos los Códigos modernos…”. 4. Se ha hecho caudal también respecto a que en el texto constitucional vigente, a partir de 1997, se suprimió la disposición transitoria letra T), que en la Constitución de 1967 pasó ser letra L), donde en lugar de referirse al artículo 24 de la C. de 1934, menciona “el artículo 24 de la Constitución aprobada en el plebiscito de ratificación de 29 de noviembre de 1942”. A mi juicio, esta disposición ya no tenía sentido, por cuanto se refería a los juicios en trámite existentes al 25 de enero de 1952, iniciados al amparo del art. 24 de la Constitución de 1934, 8 9 lo que era imposible que estuvieran en trámite cuarenta y cinco años después. En el libro “Las disposiciones transitorias y especiales en las constituciones del Uruguay”, cuya autoría compartimos con Héctor Gros Espiell (ed. De la Plaza, dic. 1999, pag. 75) decíamos:” La disposición transitoria letra L) se refiere a los juicios que estaban en trámite al entrar en vigencia la Constitución de 1952, siendo absurdo que se haya mantenido en 1966”, obviamente porque dicho mandato ya se habría cumplido. 5- En la actualidad la jurisprudencia mantiene la tesis tradicional. En sentencia del T.A.C. 6º Turno, Nº 2, de 12/2/2010, publicada en “La Justicia Uruguaya”, tomo 143, c. 16167, se dice en el Considerando III: “Respecto a la responsabilidad del Estado, la Sala ha sostenido en múltiples pronunciamientos que debe partirse de la premisa mayoritariamente aceptada por doctrina y jurisprudencia, que postula que el art. 24 de la Constitución de la República no determina cuándo surge la responsabilidad de la Administración, ni consagra un criterio objetivo de atribución, limitándose a establecer el principio general de la responsabilidad directa de los entes estatales -y no de los funcionarios- frente a los terceros damnificados; esto es, quién responde y no en qué supuestos o condiciones se responde (cf. Sayagués Laso, E.: 9 10 Tratado de Derecho Administrativo, t. I, 8º ed. puesta al día por Daniel Hugo Martins, 2002, Nº 456 p.644)”. La SCJ en sentencia Nº 2434 de 30/12/2010 declaró la falta de legitimación pasiva de los funcionarios públicos. Ver nota de Natalia Veloso quien sostiene que debe hacerse lugar a la excepción previa porque es definible al comienzo del proceso, basta que el actor haya reconocido la calidad de funcionario público (ANUARIO DE DERECHO ADMINISTRATIVO, tomo XVII, p. 85). En el mismo sentido ver Sentencia de la Suprema Corte de Justicia comentada en “Transformaciones actuales del D.A.”, F.C.U., 2010, p. 63. 6. También la doctrina y la legislación actuales mantienen la tesis tradicional. En la reciente tesis del profesor Ricardo Santana Rodríguez sobre “Responsabilidad Civil de los funcionarios públicos” (FCU., abril de 2011) se sostiene: “Consideramos que la Constitución vigente consagró la responsabilidad directa del Estado, sin perjuicio del derecho de repetición contra el funcionario público”, señalando que “diversas normas legales han reafirmado este principio. En efecto, el art. 748 de la ley 16736 dispone que los miembros de directorios de sociedades anónimas que representen al Estado, a un Ente Autónomo o a un Servicio Descentralizado, serán reputados funcionarios públicos a los 10 11 efectos de la responsabilidad civil o tributaria resultante del ejercicio de sus cargos, aplicándoseles al efecto lo establecido en los artículos 24 y 25 de la Constitución”. “El Estado, Ente Autónomo o Servicio Descentralizado que en su caso representen, “será responsable” frente a la sociedad anónima, a los accionistas y ante los terceros, incluida la administración tributaria, por las obligaciones que derivasen de la gestión o de los actos de sus representantes en el Directorio de la sociedad anónima, y éstos “solamente responderán en caso de haber obrado con culpa grave o dolo”. “La ley 18182 en su artículo único, prescribe que los miembros de los órganos de contralor interno que representen a los Entes Autónomos o Servicios Descentralizados del dominio industrial o comercial del Estado en los emprendimientos o asociaciones con entidades públicas o privadas, nacionales o extranjeras, a que refiere el art. 7 de la ley 17292, serán reputados funcionarios públicos y están alcanzados a los efectos de la responsabilidad civil o tributaria resultante del ejercicio de sus cargos, por lo dispuesto en los artículos 24 y 25 de la Constitución. “El Ente Autónomo o Servicio Descentralizado que los haya designado “será responsable” frente a la persona jurídica titular de 11 12 la asociación o emprendimiento, sus accionistas, socios y terceros, incluida la administración tributaria, por “las obligaciones que derivasen de su gestión o de sus actos”. “La ley 18401 relativa a la Carta Orgánica del Banco Central del Uruguay en su art. 13 estableció que los funcionarios de dicho organismo que desempeñan tareas de regulación y control no pueden ser demandados por terceros en relación a los cometidos y poderes jurídicos asignados legalmente, teniendo legitimación pasiva en todos los casos el Banco Central del Uruguay, sin perjuicio de la facultad de repetir contra los funcionarios que hubiesen actuado con culpa grave o dolo (artículoos 24 y 25 de la Constitución de la República). Dicha disposición será aplicable a los miembros del Directorio en lo pertinente”. . 12