La explosión demográfica según Paul Kennedy MARIANO CASTAÑEIRA Paul Kennedy en su Libro Preparing for the Twenty First Century (Preparándose para el Siglo Veintiuno), en su Capítulo 2 analiza lo que él llama la "Explosión Demográfica" que está afectando al mundo. Señala que el 95% del crecimiento de la población mundial desde hoy hasta el año 2025 va a ser absorbida por los países en desarrollo. Además éstos están como las economías agrarias de Europa en el siglo diecinueve y dieciocho cuando las tasas de mortalidad comenzaron a descender y las de longevidad, consecuentemente, a aumentar. Algunas de las cifras citadas son elocuentes. Mientras África tenía la mitad de la población de Europa en 1950, ya están a la par, y de acuerdo a proyecciones que cita, será tres veces mas grande en el 2025. Esta, dice, era la problemática en la era Preindustrial de Malthus en Inglaterra y Francia. Túnez, por ejemplo, experimentó la caída en la tasa de mortalidad infantil de 210, cada 1000 nacimientos, a 99 en los últimos 30 años, mientras su población se duplicó. Paradójicamente este fenómeno está ocurriendo en toda África gracias al mundo desarrollado y sus avances en el campo de la medicina y la alimentación, pero, argumenta el autor, los recursos del continente negro son escasos y decrecientes. Este panorama, explica Kennedy, se agrava si observamos la tendencia de la población agraria de los países en desarrollo por emigrar del campo a la ciudad. Las cifras son elocuentes: en 1985 en esos países el 32% de sus poblaciones eran urbanas mientras, que en el 2035 será del 57%. Las grandes ciudades se transformarán en megápolis. México tendrá 24,4 millones de habitantes, San Pablo 23,6 y Calcuta 16. El autor observa que las grandes ciudades siempre fueron centros de riqueza y no como las del mundo en desarrollo donde se observa gran pobreza y colapso social. Esto es parcialmente cierto, como dice Kennedy más adelante, ya que en la Inglaterra agraria preindustrial, por ejemplo, la desamortización de la tierra y el movimiento de demarcación de las mismas (enclosure movement) creó una inmigración masiva hacia las ciudades con sus nefastas consecuencias sociales. Problemas estos que vino a solucionar la "revolución industrial", cuando generó empleo en cantidad con la aparición de las fábricas de producción masiva y el comercio de ultra-mar. El lector estará sin duda en conocimiento de que este fenómeno no sólo dio por tierra con las previsiones pesimistas de Malthus, sino que también desautoriza la interpretación de Karl Marx sobre la explotación en la sociedad capitalista, ya que este sistema vino a resolver los problemas de desocupación, hacinamiento y miseria urbana que produjo la destrucción de la sociedad agraria medieval. Se explica que si estas tendencias se consolidan, el mundo en desarrollo necesitará crear 40 millones de nuevos puestos de trabajo por año en el año 2025. Luego agrega 39 una observación optimista: la urbanización y el crecimiento económico llevan a una reducción en la tasa de crecimiento poblacional con lo cual el gran problema y desafió para el mundo se plantea para los próximos 30 a 40 años. El flagelo del SIDA, según el autor, basado en estudios de la Organización Mundial de la Salud y otros, cobrará entre 90 y 100 millones de víctimas para el año 2000. Esto podría cambiar la tendencia del crecimiento poblacional en África, Asia y América Latina con los efectos negativos en la población productiva, ya que el SIDA suele afectar más a los adultos productivos de más nivel educativo. Sin duda la respuesta a este enfoque malthusiano, donde la naturaleza a través de las guerras, hambrunas y pestes se encargarían de resolver el problema poblacional, la da el desarrollo económico. Ya estamos viendo en Asia el fabuloso crecimiento de economías tales como la de Japón, Taiwan, Corea, Singapur y la capacidad de países con escasos recursos para alimentar a sus cuantiosas poblaciones. Estos países son el ejemplo, según el autor, de la caída de las tasas de crecimiento poblacionales como efecto del mejoramiento económico. Corea, en el período que va desde 1965 a 1990, experimentó una caída del 4,5% al 2% en esta tasa, mientras Singapur muestra para el mismo período un descenso del 3,5% al 1,7%. Esta parece ser la solución, señala el autor: crecimiento, desarrollo y comercio como se ve en los tigres asiáticos. Pero no sin problemas por la degradación del medio ambiente que produce la industrialización, que, si bien no es grande en estos pequeños países, se pregunta Kennedy. ¿Qué pasaría si China con sus 1.200 millones de habitantes llegara al consumo de Japón o los EE.UU.? No hay acuerdo, dice, entre los estudiosos del tema de la población y el crecimiento económico; algunos ven una correlación negativa entre el crecimiento demográfico y el económico; mientras que otros como Julian Simon, creen que el problema del crecimiento poblacional a través de la inventiva y creatividad del hombre se irá resolviendo. 40 Sin embargo, puntualiza el autor, la gran mayoría de los analistas está de acuerdo en una cosa: que con niveles de crecimiento poblacional entre el 7% de Nigeria y el 8% de Ruanda, no se puede absorber el daño que causan los niveles actuales de consumo al medio ambiente a través de la explotación indiscriminada de los recursos naturales y el recalentamiento del planeta. Lo curioso, señala, es que en esto no hay fronteras y que el crecimiento de los países en desarrollo, afecta al ecosistema y a los países desarrollados, incluyendo el fenómeno de la emigración desde los países "periféricos" a los "centrales". Esta última línea de argumentación, explica Kennedy, es la que ha servido de base a organizaciones como Greenpeace, el Fondo para la Población de Naciones Unidas y el Wordwatch Institute, a promover campañas de control de la natalidad como solución al problema. Esta posición es atacada por los optimistas que defienden la creatividad y la inventiva humana, que según ellos, producen un aumento de los recursos. Esta polémica, dice Kennedy, la resolverá el paso del tiempo, pero de una cosa está seguro y es de que si los optimistas están equivocados sería mejor empezar ya a cambiar los hábitos de la población. El próximo punto que analiza el escritor es el del impacto del crecimiento poblacional en la seguridad Nacional, para esto bastan dos ejemplos, el de la importancia relativa de los grupos étnicos como los musulmanes, dentro de la vieja Unión Soviética o el crecimiento de la población "latina" en los EE.UU. A esto hay que agregar el problema de los países desarrollados que cada día pueden reclutar menos jóvenes para sus fuerzas armadas debido a la caída de su crecimiento poblacional lo que los coloca, en una guerra convencional (si es que vuelven a producirse), en inferioridad de condiciones frente a los países en desarrollo. El mundo, dice, se está encogiendo en su población y la razón más importante es la entrada de la mujer en el mercado de trabajo y su acceso a la educación superior. Los problemas de naciones desarrolladas en este aspecto son diferentes a las subdesarrolladas. Las primeras, tienen que mantener una población cada vez más vieja y las segundas, una cada vez más joven. Esto trae aparejado problemas de asignación de recursos como los programas de pensión para los ancianos, medicina preventiva para los jóvenes, introducción de la automatización, etc. Todo esto plantea para Kennedy un dilema. También describe el problema racial en estos términos: cada pueblo ve su raza como lo más importante y esto lleva a países desarrollados a fomentar la natalidad, con excepciones como EE.UU., donde la inmigración y la alta tasa de natalidad de las minorías ha resuelto este problema y creado otro como es el resentimiento hacia los grupos étnicos con gran fertilidad (base católicos). Europa especialmente, y los países desarrollados, enfrentan hoy varios desafíos. Primero, cómo alimentar con recursos escasos una población inmigrante que crece. Segundo, cómo reservar los conceptos tradicionales de límites y soberanías frente a una población de diferentes orígenes y razas. Tercero, qué pasará con la forma de vida, hábitos culturales, normas religiosas y homogeneidad cultural ante la llegada de gentes con otras culturas. Cuarto, la inmigración ilegal crea problemas de salud (SIDA, cólera, viruela) y también de seguridad social (Caso EE.UU.). Paradójicamente, señala el autor, entre 1846 y 1930 Europa "exportó" 50 millones de personas al mundo en desarrollo y hoy sufre las consecuencias de su ejemplo inmigra-torio. Sin embargo, ve algunas ventajas en el esquema actual, ya que la emigración hacia los países desarrollados reduce la presión demográfica y de empleo en las economías en desarrollo, mientras resuelve el problema de la tasa negativa de crecimiento poblacional y del envejecimiento de la población económicamente activa en los países desarrollados. La nota negativa, sigue Kennedy, es que esta inmigración está causando tensiones raciales contra los inmigrantes, y que todo indica que esta tendencia se acrecentará en el siglo veintiuno. Los matrimonios de países ricos están dejando espacios vacíos, al no tener hijos, que están siendo llenados por inmigrantes de alta fertilidad. En 1950, explica el autor, los países desarrollados tenían 1/5 de la población mundial, en el 2025 tendrán 1/10. Los países ricos para esa época serán considerados "pequeños". Finalmente se pregunta si las poblaciones hoy en crecimiento, podrán desarrollarse y crecer como los países ricos, cuando no fueron como éstos, nutridos por los supuestos científicos racionales y liberales del iluminismo. Hoy los países desarrollados con 5/6 de la riqueza se pueden considerar sitiados por el mundo en desarrollo que busca el confort y el trabajo. No querría dejar de hacer un breve comentario final. El hombre, como hombre, no puede con su egoísmos, a menos que abrace un motivo o creencia trascendental en la vida y que lo haga superar sus propias apetencias y tendencias primarias. Me refiero a la actitud de los qué tienen poder en los pueblos y hacen lo imposible por perpetuarlo, esto se observa en las ciudades, en los estados y, hoy más que nunca, en el mundo entero. No es casual que ocurra lo que observa Kennedy, que los pueblos ricos sean los que más rechazan la inmigración y los que menos hijos tienen: básicamente es una visión egoísta que justamente el liberalismo y el iluminismo fomentan implícitamente. Por último, quisiera enfatizar la necesidad por resolver los problemas que la "explosión demográfica" produce, es decir, no enfocar el tema exclusivamente en la natalidad, ya que es Dios quien nos insta a unirnos y reproducirnos, sino dedicar nuestros esfuerzos, como lo indica la Doctrina Social de la Iglesia, a mejorar el mundo en que vivimos y trabajar por su prosperidad. 41