Greg Louganis - Mundo Deportivo

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Greg Louganis
Posee todoslos récordsde
puntuacióny es el únicoconsiete
“dieces”en dosgrandestorneos
Un mal saltoen el trampolín
de Seúl-88
estuvoa puntode costarlela vida
Retiradoen 1988,ahoradedicasuvida
al teatroy al cine,susotras pasiones;0]
násticos, analizados concienzuda
mente, y ¿qué decir de la imagen
que exportaba?: pelo castaño, en
sortijado y peinado hacia atrás,
con unas atrevidas canas que em
pezaban a peinar sus sienes, sonri
sa de chico bueno americano, pres
to para los anuncios de dentríficos
y un cuerpo en el que ningún
músculo sobresalía más de lo re
querido, y cuyo permanente bron
ceado causaba envidia a más de
uno.
Greg se graduó hace unos años
en teatro y danza por la Universi
dad de California-li-vine y supo
aplicar todas esas enseñanzas en
los saltos de trampolín y platafor
ma.
Louganis nació hace 30 años en
California, fruto de las relaciones
de unos adolescentes, samoano él y
sueca ella, que lo dieron en adopción. A los 9 meses, Peter y Francis
Louganis se hicieron cargo del pequeño, que pasó a vivir enla confortable casa de este operador de
una compañía naviera de San Diego, a quien Greg considera como
su verdadero padre.
De pequeño sufrió una dislexia y
empezó a refugiarse cada vez más
en la piscina de su casa y concretamente en el pequeño trampolín so
bre el que hacía todo tipo de piruetas. Fue a los 9 años cuando inició
sus clases de saltos, ante el temor
materno de que en uno de ellos se
rompiese la cabeza. A los 12, decidió concentrarse en los saltos, dejando de lado la gimnasiay la danza que practicaba. Un año después
pasó a formar parte del equipo júnior de EE.UU., y fue entonces
cuando conoció al mítico doctor
Sammy Lee, doble campeón ohmpico de plataforma en Londres-48
y Helsinki-52.
Las orientaciones de Lee tuvie-.
rán sus frutos. Louganis fue quinto
en el Campeonato de EE.UU. de
1975 y al año siguiente, medalla de
plata olímpica en Montreal-76 por
detrás de Klaus Dibiasi.
Un día después de poner el cora
zón en un puño a los innumerables
compatriotas que el seguían a to
das partes, Louganis, el 20 de sep
tiembre en Seul-88, se transformó
de nuevo en un inverosímil trape
cista y retuvo sus títulos en tram
polín y palanca, tras una dura lu
cha ante los únicos especialistas
del mundo que, en aquel momen
to, eran capaces de retarle: los chi
nos de Pekín.
Greg Louganis, cuando comen
zó la final de trampolín, parecía un
monje en la piscina, con su tonsura
el occipitalen—trespuntos de sutu
ra—y su expresión beatífica en el
rostro. Veinticuatro horas antes,
había rozado la muerte al golpearse la cabeza contra el trampolín,
después de medir mal la distancia
entre su musculoso cuerpo y la ba
lanceante tabla. Cuando fue a eje
cutar su noveno intento, un silen
cio sepulcral se hizo en los graderíos. Era el mismo que la víspera le
costado
había un poco de su sangre
y había puesto en peligro su triun
fo. Era el mismo doble mortal y
medio con que había soñado toda
la noche. Entonces, como siempre
majestuoso, ejecutó la suerte y consiguió un salto excelente que le reportó 76,50 puntos. El público estalló en aplausos y él, el artista,
emergió del agua sonriente y salvo.
Elcaliforniano de 28 años com
pletó su magistral “performance”
con dos de los saltos más difíciles
del programa, los que reservaba
tradicionalmente para dar la esto
cada final: un mortal y medio inte
rior, con tres tirabuzones, con el
que logró 88,11 puntos (la mejor
de lanota
competición), y un triste
mortal y medio (coeficiente de di
ficultad 3,5) que le valió 71,10
puntos.
Como hemos dicho, Louganis
empezó su periplo olímpico en
Montreal-86 cuando con sólo 16
años logró la medalla de plata en la
plataforma de 10 metros. Su ver
dugo no fue otro que el veterano
italiano Klaus Dibiasi —su ídolo
desde la niñez—que ha había sido
campeón olímpico en México-68y
Munich-72.
Fue el primersaltadorquealcan
zó el doblete en dos Olimpiadas
consecutivas, un éxito que sólo
puede ostentar, hasta ahora, su
compatriota, la maravillosa y gua
pa Patricia McCormick (cuya hija
de 28 años ganó la plata en Los An
geles y el bronce en Seúl), doble
campeona en los Juegos de Helsin
ki-52 y Melbourne-56.
Metido actualmente en-negocios
teatrales y cinematográficos, Lou
ganis, el especialista más completo
que ha dado el mundo en su disci
plina, no debió olvidar, en el mo
mento de su espectacular acciden
te, la tragedia, que él vivió en direc
to, sucedida en la piscina de
Edmonton (Canadá), durante la
Universidada de 1983. Allí, el pro
metedor saltador soviético Sergei
Salibashvili se golpeó la cabeza
contra la dura y fría piedra de lapa
lanca y cayó al agua cubierto de
sangre. Trasladado urgentemente
a un hospital, murió una semana
después sin haber recobrado el co
nocimiento.
Louganis, que posteriormente
hubo de realizar ese “salto de la
muerte”, un triple mortal y medio
hacia atrás, suele recordar ese mo
mento como uno de los más amar
gos de su vida.
Con la calidad, precisión, ele
gancia, concentración, coordina
ción y espectacularidad de sus sal
tos, Louganis ha resultado el mejor
artista de los saltos desde que fue
ron declarados disciplina olímpica
en 1904.;1]
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