Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL Historia socio-económica Argentina Unidad 3 - 1880-1930 "Orden y Progreso" La consolidación del modelo agroexportador primario. El mercado interno. El proceso inmigratorio: composición y lugares de origen. La “Estancia Mixta”, el frigorífico. El PAN y la crisis de 1890. La Unión Cívica: revoluciones de 1893 y 1905. Quiebra del PAN y salida electoral: la Reforma de 1912. El movimiento obrero argentino: sus orígenes y evolución. Las dos primeras presidencias radicales. La consolidación del modelo agroexportador primario A partir de 1890 se suscitaría otra crisis de carácter tanto económico como sociopolítico. Sobre ella volveremos en lo sucesivo. Tal crisis afectó significativamente la producción local, hiriendo de muerte al ciclo del lanar. De la Pampa Húmeda, y particularmente la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe, se expulsaría al lanar hacia áreas marginales recientemente incorporadas como la Patagonia, en la cual prospera la cría del ovino en la actualidad. El nuevo “ciclo” –al que en gran medida sigue estando atado el esquema productivo argentino en la actualidad- se había establecido, desde luego, en función de la modificación de la demanda internacional. En este momento, en plena Segunda Revolución Industrial, se había producido un sensible mejoramiento en el nivel de vida de las clases trabajadoras de los países desarrollados (Europa, EEUU). La demanda había dejado de ser de productos para abastecer la industria textil –como la lana-; en este momento se requería carne y cereales: el aumento del consumo de carne era indicio de la elevación del nivel de vida del proletariado industrial. Esto daría origen a un nuevo tipo de explotación que exigía los conocimientos (agrícolas) de los inmigrantes: la estancia mixta. | Historia socio-económica Argentina 1/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL La “Estancia” En el capítulo anterior habíamos observado como se había desarrollado la polémica historiográfica acerca de la “cuestión agraria” pampeana, con diversos autores (Oddone, Pucciarelli) que sostenían la superioridad de la agricultura sobre la ganadería, actividad principal de la clase terrateniente local. En realidad, para la clase terrateniente –que reunía poder a la vez político, económico y social- ambas actividades eran complementarias. A partir de la década de 1860, se observa el incremento en la producción de ganado vacuno refinado (Shorthorn, Hereford, Angus) en la cual la importación de reproductores incidió en la calidad del vacuno argentino, entonces relegado a un segundo plano por el incremento en la demanda de lanares. La demanda entonces era de carne: debido al gran número de lanares, a partir de 1873 se recomendó la incorporación de razas ovinas que fuesen eficientes productoras de carne a la vez que de lanas (Lincoln). En esta época precisamente, se había generado la tecnología que permitía la exportación de carne: habiéndose prohibido la exportación de ganado en pie a Gran Bretaña por causa de una epizootia ocurrida en la década de 1880, la incorporación del frigorífico, subsanó este problema. En 1882 llega a Buenos Aires el vapor le Frigorifique, que poseía la tecnología del “congelado”: a partir de ésta fue posible exportar al exterior la carne de cordero congelada. Pronto se establecieron en el país frigoríficos que poseían esta tecnología –en su mayor parte de capitales británicospero se hizo evidente a corto plazo de que no era suficiente para abastecer la demanda. Con posterioridad a la crisis de 1890, comenzaron a establecerse frigoríficos de otras características: se trataba de la tecnología del enfriado (“Chilled Beef”); que permitía la exportación de carnes sin necesidad de congelarlas (método Julián-Carré), sin la pérdida consiguiente del sabor natural de la carne propia del proceso del congelado (método Tellier). Esto permitió la exportación de carne vacuna, prácticamente imposible de acuerdo con la tecnología anterior. En virtud de esta demanda la unidad de producción de la Pampa Húmeda –la “estancia” – de igual manera sufrió transformaciones; sin embargo, la constante de aumento de los beneficios al menor costo posible siguió siendo evidente en el manejo empresarial de los terratenientes. La nueva explotación, a diferencia de la del lanar, exigía un notable costo de inversión, identificado ante todo con las pasturas, que debían ser sembradas, para el engorde del ganado vacuno(1). Para esta actividad, evidentemente complementaria de la agricultura, se requeríafuerza de trabajo, que debería ser provista por el inmigrante: “…La tierra – apuntan los Anales de la Sociedad Rural Argentina(2)- se divide en potreros alambrados de 1.600 a 2.000 hectáreas, y enseguida se subdivide en lotes amojonados y numerados de 200 hectáreas, sin alambrado intermedio. Estos lotes se arriendan a chacareros italianos con elementos y recursos propios, a razón de $ 4.- m/n. la hectárea, por el término de tres años, con la obligación de dejar el terreno sembrado con alfalfa al finalizar | Historia socio-económica Argentina 2/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL el contrato, siendo a cuenta del establecimiento proporcionar la semilla de alfalfa…” El párrafo con anterioridad transcripto resulta significativo, habiendo llamado la atención de muchos investigadores(3), puesto que le asigna un papel fundamental al inmigrante: éste, desde luego tenía interés en la producción agraria, siendo el único motivo para la misma del terrateniente la alfalfa para engordar el ganado. No obstante, el terrateniente también tendría su participación en la producción agraria, aunque el costo de la misma, como se desprende del documento citado debería recaer sobre el chacarero, reducido al papel de simple arrendatario. De este modo, se presenta un nuevo tipo de explotación, que combinaba la agricultura con la ganadería: la estancia mixta. Ésta constituirá el fundamento del modelo exportador primario en la Argentina, y tendrá como principal destinatario al mercado británico, ávido de consumir carne argentina, que tenía un costo sensiblemente inferior al de los otros mercados (Australia, EEUU), por efecto de las citadas rentas diferenciales. El chacarero, según autores como Pucciarelli, y a pesar de ver vista su posición reducida a la de simple arrendatario, constituirá la avanzada de un empresariado en ciernes que deberá discutir precios con las empresas acopiadoras, vinculadas con el mercado internacional, que fijaban el precio de los granos. Estas empresas acopiadoras, se tratarán de verdaderas empresas multinacionales, existentes incluso en la actualidad, y dedicadas al mismo rubro: la adquisición de granos al productor(4). No obstante tener algunas de tales compañías, capitales nacionales, detrás de ellas se escondían sucursales de poderosos intereses comerciales europeos. Los acopiadores –conocidos como los “Cuatro Grandes” (“The Big Four”) -, Bunge & Born, Dreyfus, Weil Brothers, Huni & Wormser(5), serán quienes se apropien de la mayor cantidad del capital producido por la agricultura en la Argentina. La estancia mixta desarrollará una actividad estrechamente vinculada a la del frigorífico: pero, no todas las explotaciones eran aptas para el mercado de exportación. Existía –y de hecho existe en la actualidad- una marcada diferencia entre los campos del sur de la provincia de Buenos Aires (como los recientemente incorporados a raíz de la Conquista del Desierto), y los del norte de la provincia de Buenos Aires y el sur de la de Santa Fe, que poseían pasturas muchos mejores. Se establecía, de este modo, una diferencia entre los intereses de los propietarios de los campos del sur de la provincia y los del norte, considerados respectivamente como área de cría y área de invernada.(6). En general, existía un flujo continuo de hacienda entre un área y la otra: se calcula que un animal aumentaba cinco veces de peso una vez transferido del área de cría a la de invernada. Los productores del área de invernada (“invernadores”), de este modo, eran los vinculados con el frigorífico, y por lo tanto, los principales apropiadores de la renta diferencial.(7) De esta manera, se estableció una competencia de carácter político entre los propietarios del sur y norte de la provincia que en líneas generales, se extendería hasta la crisis de 1930. Siendo el principal destinatario de la carne enfriada argentina el Reino Unido, por el contrario, ésta se procesaba en frigoríficos de capitales mayormente norteamericanos, y, la mayor parte de las veces, en transporte de ese origen, originando tensiones entre ambos inversionistas H[WUDQMHURV | Historia socio-económica Argentina 3/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL (1) Por el contrario, el ganado lanar se nutría de pastos comunes, dejando desierta de pasturas prácticamente la totalidad del área pampeana. (2) Benigno del Carril: “Praderas de alfalfa en la República Argentina”, Anales de la Sociedad Rural, Vol. XXVI (1892), Nº 11, p. 274. (3) Scobie, J.: Revolución…, p. 62. (4) Desde luego, la mayoría de estas empresas acopiadoras hoy han diversificado sus actividades, como en el caso de la más conocida de ellas (Bunge & Born ) (5) Scobie, J.: Op. cit., pp. 119 y sigs (6) Acerca de las implicaciones políticas de esta división, véase Smith, Peter: Carne y política en la República Argentina, Buenos Aires, Hyspamérica, 1984. (7) Sábato, Jorge: Op. cit., Cap. III y sigs. | Historia socio-económica Argentina 4/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL La inmigración Junto con el proceso de consolidación del modelo agroexportador primario, se gestaría el paso de una sociedad tradicional a otra moderna. “…La Argentina contemporánea –apunta Gino Germani(8) - no podría ser comprendida sin un análisis detenido de la inmigración masiva…”. Excepto para el caso de los EEUU, no existe otro antecedente similar para el proceso de la inmigración al de la Argentina: por casi setenta años, tres cuartos de la población de la ciudad de Buenos Aires y casi un tercio de los habitantes de las provincias más pobladas, como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, estaban constituidas por inmigrantes. Se trataba de un proceso de “europeización” de la Argentina, que se tradujo en una política inmigratoria franca, que se vio modificada por causas de origen local y foráneo que escapaban al control de las clases dirigentes. Hasta 1880 se trató de “poblar el desierto”, promoviendo la agricultura y complementariamente la ganadería y la red de transportes necesarias para la posterior industrialización del país. El saldo inmigratorio anual se estimaba entonces en diez mil personas. En la década de 1890, la media ascendió a 64.000, llegando en la primera mitad del siglo XX a 112.000. Alrededor de la mitad de los inmigrantes llegados a suelo argentino era de origen italiano –téngase en cuenta el párrafo transcripto en el acápite anteriorprocedentes, ante todo del mezzogiorno italiano, es decir, la parte meridional de la península, seguido por la española, siendo el resto distribuido entre europeos de diversa procedencia (franceses, polacos, rusos, alemanes y turcos, término éste último con el que se identificaba a todos los inmigrantes procedentes del Cercano Oriente, agrupados entonces en el Imperio Otomano). Desde luego, el propósito del fomento de la inmigración era la obtención de “…mano de obra abundante para conseguir una producción masiva de productos agrícola-ganaderos…”(9). Sin embargo, a diferencia de lo sucedido en EEUU, el plan de establecer una capa de pequeños propietarios no tuvo éxito debido a las causas citadas con anterioridad, transformándose el inmigrante en arrendatario o en peón rural –es decir asalariado-, buscando por lo tanto la mayor parte empleo en los centros urbanos. Los que hallaron actividad en la zona rural, no pudiendo ser arrendatarios, se adaptaron a los ciclos de cosecha, estableciendo una inmigración de carácter golondrina, en función de la demanda laboral en suelo argentino: se calcula que el 50% de los inmigrantes llegados a suelo argentino retornaron a sus lugares de origen. El desierto no pudo ser poblado. Según el censo de 1869, el 48% de los extranjeros residía en Buenos Aires, distribuyéndose el 42% restante entre los grandes centros urbanos del Interior del país, y ocupando únicamente el 10 % el resto del territorio. Quince años más tarde los porcentajes eran de 39%, 52% y 9 % respectivamente. De este modo, la inmigración ultramarina constituyó un fenómeno esencialmente urbano, aunque, de igual manera, indisolublemente ligado al esquema productivo agrario. | Historia socio-económica Argentina 5/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL En función del mercado laboral, la población extranjera era predominantemente masculina, y mientras se ocupó de las actividades rurales (en particular en el período comprendido entre 1871 y 1890, en que lo hizo el 73% de los inmigrantes, reduciéndose tal proporción durante el período 1891-1910 al 48%), fue decisiva en el desarrollo de una economía agrícola que permitió al país exportar dicha producción, convirtiéndose la Argentina en el “granero del mundo”. El fenómeno inmigratorio representó un cambio fundamental en la estructura social de la Argentina, que a largo plazo tendrá consecuencias políticas y económicas de importancia.(10) La sociedad argentina adquirió un carácter europeo, identificado principalmente con cambios en su cultura política, producto de la entrada en escena de los estratos populares y particularmente, de los “sectores medios”, fenómeno que se acentuó una vez ingresada la Argentina en el siglo XX, con la existencia ya de inmigrantes de segunda generación, nacidos en el país. No obstante, las clases dominantes permanecieron impermeables al arribo de los inmigrantes, estableciéndose –división que suena un poco arbitraria en la actualidad – una división en cuatro clases(11): aristocracia – clase que reunía prestigio y poder económico, político y social a la vez -, clase media alta, constituida por comerciantes, la clase media baja, en general empleados del sector servicios, y la clase baja, que representaba el 67% de la población para 1914, y que ocupaba la base de la pirámide social.(12) Si bien existió cierta movilidad social; no sólo la hubo entre las clases baja y media; la así llamada aristocracia (léase “oligarquía”) también recibió a los recién llegados: apellidos nuevos como Devoto, Zuberbühler y Santamarina llegaron a integrar a esta clase(13), formando parte del sector terrateniente. La clase dominante, constituida por estancieros, terratenientes, ganaderos, grandes comerciantes, especuladores, profesionales de diversas actividades, y por supuesto políticos, son reflejo de el carácter contradictorio de una generación cuyos valores, virtudes y defectos se entremezclan: riqueza, habilidad, arrogancia, sectarismo, prudencia y optimismo. La “clase media” y la “clase media alta”, que llegaron a constituir un tercio de la población, se fueron amalgamando con el inmigrante a través de un proceso de integración progresivo, con la constante y trabajosa integración de éste último, que sufría serias limitaciones en la participación económica, sufriendo las penas de la aculturación(14). Las “clases bajas”, que no participarían hasta 1945 de este proceso de modernización, se hallaban no sólo en las grandes ciudades: el elemento nativo, predominante en el Interior, marcaría la persistencia de un indicador de la complejidad del país, indicio de que el conflicto entre Buenos Aires y el Interior – solucionado, en apariencia, en lo político – todavía se hallaba presente en lo social. “…Para gobernar la Argentina moderna – apuntan Floria y García Belsunce(15)- la clase dominante debía apelar a la ambivalencia: predicar el liberalismo sin añadir una democracia efectiva; integrar a los inmigrantes sin arriesgar la identidad nacional; centralizar el sistema político mientras el Estado llegaba hasta los confines de su territorio; incorporar gentes e intereses sin ceder el poder político. Pero la fórmula fundamental es la alianza de los notables…”. | Historia socio-económica Argentina 6/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL (8) Germani, Gino: Política y Sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas, Buenos Aires, Paidós, 1962, p. 179. (9) Beyhaut, Gustavo; Cortés Conde, Roberto; Gorostegui, Haydeé; Torrado, Susana: “Los inmigrantes en el sistema ocupacional argentino” en Germani, G. – Graciarena, J.: Argentina, sociedad de masa, Buenos Aires, Eudeba, 1965, pp. 85 a 123. (10) Floria- García Belsunce, II, 175 (11) Véase Sábato, Jorge Federico: Notas sobre la formación de la clase terrateniente argentina, Buenos Aires, Paidós 1982. (12) La constitución de sociedades mutuales a partir de 1850 por parte de las colectividades (Unione e Benevolenza, Sociedades Españolas de Socorros Mutuos) trató de paliar éstas carencias. (13) Ibid., p. 176. (14) Esta división fue efectuada por Peter Smith, en Carne y política…, Cap. II. (15) Cf. Floria- García Belsunce, II, p. 177. | Historia socio-económica Argentina 7/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL El PAN: el orden conservador Como habíamos visto en el capítulo anterior, Roca había llegado al poder a través de una liga de gobernadores, apoyado principalmente por las oligarquías del Interior, y en menor medida por la de la provincia de Buenos Aires. Roca había sido candidato por el recientemente constituido P.A.N (“Partido” o “Pacto Autonomista Nacional”), tal como había sido bautizada por Sarmiento esta alianza que en teoría pretendía aunar las oligarquías de Buenos Aires con las del Interior. La dominación del P.A.N, que se extendería con diversas alternativas en el período que se extiende entre 1880 y 1912, correspondió a lo que un sociólogo argentino (Natalio Botana) denominó “orden conservador”(16), el cual, detrás de una fachada aparentemente republicana, se esforzaba por mantener los privilegios de las clases dominantes, identificados con el dominio político. Se trataba en este caso de una oligarquía “nacional”; no únicamente de un sistema oligárquico que dominaba a partir de los intereses del puerto de Buenos Aires, como había sucedido desde los tiempos de la colonia hasta Mitre: el orden conservador era un verdadero sistema de dominación, basado en mecanismos políticos de carácter institucional para conservar el poder. Basado en una alianza de clases, el gobierno inaugurado por Roca en 1880 debía ante todo asegurar la continuidad del sistema. Recursos de orden institucional, inherentes a la Constitución Nacional de 1853 en la cual se basaba el sistema republicano, permitieron la conservación de éste orden. Se observa que este control institucional, se extendía a toda la esfera política: control de la sucesión presidencial; control del Senado, por los gobernadores, que se insertaban en el ámbito de las decisiones nacionales; control del poder central sobre las provincias mediante la Intervención Federal, y predominio de Buenos Aires en el gabinete de ministros. Tales mecanismos de control, se complementaban con el ejercido directamente sobre el electorado llegando incluso a contemplar el fraude.(17) La sucesión presidencial formaba parte de un acuerdo entre los integrantes del poder político. Entre el Senado, electo por mecanismos indirectos (colegios electorales), y los gobernadores, se producía un continuo intercambio de figuras políticas: las principales de ellas, habían ocupado diversos cargos; el cursus honorum incluía el paso desde Diputado Nacional, Senador, Ministro del Poder Ejecutivo Nacional y Gobernador. Era frecuente que los gobernadores salientes se transformaran en Senadores y viceversa, siendo el Senado una institución indispensable de acuerdo con la Constitución del 53 para ciertas decisiones político administrativas de suma importancia, que sólo podían sancionarse “con acuerdo del Senado”(18), como por ejemplo, el nombramiento de militares de graduación superior. La Intervención Federal, recurso de orden constitucional en teoría destinado a ejercer el control del poder nacional sobre el provincial (conmoción interior o peligro de la forma republicana de gobierno), en realidad ocultaba el instrumento más poderoso ante cualquier | Historia socio-económica Argentina 8/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL intento de sublevación por parte de las provincias, que formaban parte de este “pacto”, contra el poder nacional constituido. Por motivos políticos, sería un instrumento recurrente en manos del nuevo poder central(19). Si bien este pacto de oligarquías contemplaba tanto a los intereses de Interior como a los de la provincia de Buenos Aires, ésta última constituía a todas luces el eje dinámico en torno del cual giraba la inserción capitalista de la Argentina en el contexto mundial. Por tal motivo se observa un neto predominio de representantes de esta área en el gabinete nacional de ministros, si bien en general el cargo de presidente se reservaba para un hombre del Interior, como Roca, de origen tucumano. En el período transcurrido entre 1880 y 1912, si el presidente era de origen porteño (Luis Sáenz Peña, Quintana, Roque Sáenz Peña) el vicepresidente debía representar al Interior (José Evaristo Uriburu, Victorino de la Plaza) o viceversa. Tales mecanismos de control se complementaban con el “control” directo ejercido sobre el electorado. Desde luego, este régimen conservador tenía por propósito mantener el poder de una oligarquía sobre el pueblo: a pesar de ello, debía atenerse a todo aquello prescripto por el sistema republicano y la Constitución Nacional; en otras palabras, las elecciones eran algo que no podían evitar. Desde luego, se trataba de un sistema de sufragio masculino (a partir de 1901sólamente se habilitaba para votar a aquellos que hubiesen sido enrolado para cumplir el servicio militar en virtud de la Ley Ricchieri de servicio militar obligatorio), en el cual no estaba contemplado el voto secreto, careciendo éste de un carácter obligatorio. El instrumento más eficaz para el control del electorado, sin embargo, lo constituían los colegios electorales: el votante no sufragaba en forma directa es decir no elegía a sus candidatos, sino que votaba electores (como se vio, este mecanismo se aplicaba también para la elección de Senadores Nacionales: únicamente los Diputados – representantes del pueblo - se elegían por voto directo) los cuales, reunidos en colegios electorales, elegían a los candidatos. De más está decir que los colegios electorales en numerosas oportunidades se prestaron a maniobras de toda índole con objeto de conservar el “sistema”(20). Amén de ello, este mecanismo se complementaba con el fraude, compra de votos, sustracción de padrones, etc., y no mediando la custodia militar de las urnas sino hasta 1945, permitía maniobras y oligárquico sería subsanado tergiversaciones de toda laya. Parcialmente, este sistema de control en 1912 con la promulgación de la Ley Sáenz Peña, de voto secreto, universal (masculino) y obligatorio. A pesar de ello, el fraude siguió siendo una práctica habitual hasta 1945. Este régimen, en lo “político” tan conservador, era sumamente liberal en lo social: aunque parezca una incongruencia, la combinación de ambos factores, conservadurismo político y liberalismo económico social fue la verdadera marca del régimen. Prueba de ello lo constituyen la promulgación de las leyes de Matrimonio Civil y de Educación (Ley 1420), que provocaron un serio conflicto con la iglesia por sus alcances. (16) Botana, Natalio R.: El orden conservador, Buenos Aires, Sudamericana, 1977. (17) Botana, Natalio: El orden conservador, Buenos Aires, Sudamericana, 1977, pp. 65 y sigs. (18) Ibid. p. 85 sigs. (19) Ibid. pp. 121-126 | Historia socio-económica Argentina (20) Ibid. pp. 174 y sigs. 9/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL El mercado interno y el pacto de oligarquías El amplio proceso inmigratorio experimentado a partir de 1880, permitió la inserción de sectores productivos anteriormente postergados o inexistentes, o bien que subsistían gracias a una economía puramente regional, como los de la provincia del norte argentino (Tucumán y Salta), o de la Región Cuyana, que integraban la alianza de notables que habían dado origen al “orden conservador “(21). Estas provincias, habían orientado su producción principalmente hacia el mercado interno, habida cuenta del incremento poblacional experimentado por las ciudades del Litoral (Buenos Aires, Córdoba). En tal sentido pesó una fuerte decisión de orden político de favorecer las economías regionales de estas provincias integrantes del pacto de dominación, identificada principalmente con la aplicación de tarifas proteccionistas. De esta manera, surgieron las industrias azucarera del Norte Argentino, y vitivinícola de Cuyo. La extensión del ferrocarril hasta estas regiones, permitió la vinculación de la producción de las mismas hacia los centros de consumo: empero, durante una primera etapa, la producción de las mismas distaba mucho de poseer los niveles de calidad propios de sus homólogos de importación; a partir de ello se comprende la importancia que para su desarrollo tuvieron las leyes de orden proteccionista. Las oligarquías provinciales, en particular la azucarera tuvieron un peso decisivo dentro del sistema de dominación inaugurado en 1880: por lo menos dos presidentes fueron de origen salteño (J. E. Uriburu y Victorino de la Plaza), contemplándose por tal motivo dentro del esquema de dominación con un carácter indispensable la incorporación de las mismas al área principal de producción con destino al mercado internacional, La Pampa Húmeda: en virtud de ello, la inserción de estas provincias en la economía –inicio de lo que se conoció como “mercado interno”- fue producto del proceso inmigratorio iniciado durante esta etapa(22), generando una poderosa industria que subsiste en la actualidad. (21) Debe tenerse en cuenta que Roca no obstante estar identificado en gran medida con los intereses del puerto de Buenos Aires era de origen tucumano. (22) Véase Dorfman Adolfo: pp. 215-220 | Historia socio-económica Argentina 10/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL La crisis de 1890 En virtud de los mecanismos arribas descriptos, Roca usó su influencia para que fuese designado su sucesor su cuñado –ex gobernador de Córdoba- Miguel Juárez Celman, siendo apoyado por la mayoría del PAN, siendo acompañado por el porteño Carlos Pellegrini: “…os transmito el poder, - dijo Roca a Juárez Celman en su discurso de abandono del cargo(23) con la República más rica, más fuerte, más vasta, con más crédito y con más amor a la estabilidad, y más serenos y halagüeños horizontes que cuando la recibí yo…”. Celman, figura en apariencia de la confianza de Roca, inmediatamente pensó tomar control sobre el PAN, circunstancia que pronto consiguió, convirtiéndose en presidente tanto del partido (el PAN), como de la Nación – hecho conocido como el “Unicazo” – violentando abiertamente las “reglas de juego”, con la consiguiente oposición de Roca, y de otras figuras opuestas al sistema (mitristas, católicos malquistados con el gobierno debido a las leyes de educación y matrimonio civil). El centro del poder, rápidamente se desplazaría desde Buenos Aires hacia Córdoba, convirtiéndose Juárez Celman en una figura tan autocrática en lo político como liberal en lo económico. El credo económico de Juárez Celman se resume en el siguiente discurso: “… ¿Que mi administración es mercantilista? ¿Qué otra cosa corresponde hacer al gobierno en las actuales condiciones? A Alberdi, el teórico de nuestras positivas grandezas, se le despreció y vive amargado en el destierro. Roca y yo realizamos la prédica inspirada del autor de Las Bases ¡Seré el Presidente de la Inmigración!Las clases conservadoras, las viejas familias patricias, esos núcleos que han vivido en una paz colonial, gozando plácidamente de normas sociales en desuso, me combaten porque no me entienden. Acaso les esté salvando el patrimonio de sus nietos. Sus tierras estériles serán por la colonización, por los ferrocarriles, por las obras hidráulicas, por los puentes y las carreteras, predios de producción…” Juárez Celman, conservador y liberal al mismo tiempo, estaba convencido de que la “… industria privada construye y explota sus obras con más prontitud y economía que los gobiernos, porque no se encuentra trabada como éstos por la limitación de los presupuestos y por las formalidades legales que impiden aprovechar los momentos oportunos y tomar con rapidez disposiciones vigentes…”. La presidencia de Celman fue un período de expansión. Iniciada en 1886, para 1888 el área cultivada se había extendido a 2.400.000 hectáreas, habiendo en los campos 70.000.000 de cabezas lanares y 23 de vacunos. No obstante, la especulación con las tierras puestas en producción y con la Bolsa de Comercio, ocasionaron una balanza de pagos sumamente deficitaria, y una abierta especulación inmobiliaria. En 1885, si las transacciones en bienes raíces se habían elevado a 85 millones de pesos, para 1889 llegaron a 300 millones. La deuda pública, de igual modo se triplicó hacia 1890. Los temas más importantes de las reformas implementadas por la administración de Celman | Historia socio-económica Argentina 11/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL se reducían a la Ley de Bancos Garantidos, que autorizaba a cualquier entidad bancaria a establecerse en todo el territorio nacional, a recibir depósitos, y sobre todo, a emitir circulante que recibía garantías de los fondos públicos nacionales. De esta manera, bancos oficiales y privados, autorizados a emitir monedas, duplicaron la cantidad de circulante en tiempo récord, contándose 191 denominaciones de monedas diferentes entre 1887 y 1894. De igual manera Celman privatizó el último de los ferrocarriles estatales, El Oeste, haciendo concesiones para el establecimiento de nuevas líneas, de carácter absolutamente privado. El criterio de Celman era el de un franco defensor de la actividad privada. De este modo se establecieron nuevas líneas, de capitales británicos (Buenos Aires Pacífico, Central Argentino). A decir de H. Ferns, el período del “Unicato” fue un “infierno ferroviario”(24). Tanto la política ferroviaria como la ley de bancos garantidos fue gravemente criticada, puesto que perjudicaba abiertamente las rentas públicas a favor de capitales privados. La banca internacional restringió el crédito a partir de 1889. El gobierno estaría en quiebra, intentando para paliarlo la venta de 24.000 leguas de tierras fiscales en la Patagonia, en las cuales los inversionistas extranjeros no estaban interesados. De igual modo, la crisis social era evidente. Para 1890, se produciría una conspiración apoyados por diversos sectores (mitristas, católicos, Roca, etc.) que produjo una revolución conocida como Revolución del Parque a cuya cabeza se ubicó Leandro N. Alem: había surgido la Unión Cívica, que al año siguiente (1891) se quebraría con la separación del mitrismo (que constituyó la Unión Cívica Nacional), dando origen a la Unión Cívica Radical, primer partido político “moderno” en la historia de la Argentina. No obstante, últimamente se ha reivindicado a la política económica del juarizmo: la crisis en este caso se trataba de un fenómeno puramente coyuntural, del que brinda prueba la rápida recuperación de la Argentina de esta crisis, de la que salió principalmente debido a las exportaciones cerealeras, producto de las inversiones - en particular de las ferroviarias - que permitieron extender el área de cultivo conectándola con el mercado. La crisis se produjo de este modo, únicamente por un desfasaje entre las inversiones y su ingreso a la producción, que no se produjeron pari passu(25). (23) Floria – García Belsunce II, 200 (24) Ferns, Henry: Gran Bretaña y la Argentina, Cap. II (25) Ford, Anibal: The Gold Standard, 1880-1914. Britain and Argentina, Oxford, 1962. | Historia socio-económica Argentina 12/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL La Unión Cívica Radical: las revoluciones de 1893 y 1905 Juárez Celman fue sucedido por su vicepresidente, Carlos Pellegrini, con el cual se salió rápidamente de la crisis. No obstante en el plano político, ya estaba instalada una alternativa al conservadurismo de turno, identificada con la Unión Cívica Radical, nueva fuerza encabezada por Leandro N. Alem. La UCR, se trataba de un partido recientemente formado que agrupaba distintas fuerzas y estaba apoyado por la clase media urbana producto de la inmigración, quienes habían sido integrantes de la llamada Revolución del Parque llevada a cabo contra Juárez Celman. En general, tanto Alem como su sobrino y sucesor Hipólito Yrigoyen, no prescribían demasiadas alteraciones en el espectro económico (éste último era conocido por ser propietario rural de la provincia de Buenos Aires), sino únicamente elecciones libres, carentes de los mecanismos de control descriptos en el acápite anterior, de índole abiertamente antidemocrática que sólo eran funcionales al régimen –que Yrigoyen definiera como “falaz y descreído”- para conservar el poder. Tal es así, que muchos integrantes de las clases medias tanto urbanas como rurales adhirieron al Radicalismo únicamente por el hecho de estar éste opuesto a quienes poseían la tierra: en 1893, al producirse otra sublevación encabezada por la UCR, los colonos de la provincia de Santa Fe, -en quienes descansaba buena parte de la producción agraria del paísse sublevaron a favor de la UCR motivados sólo por esta circunstancia. Sublevaciones como esta, ocurridas en ese mismo año en Santa Fe y la provincia de Buenos Aires, sólo hicieron reforzar el poder represivo del régimen, no obstante contar en Radicalismo con ciertos sectores de las fuerzas armadas. Se ha observado en la Unión Cívica Radical uno de los elementos de orden político más importante en la transición de la Argentina de una sociedad tradicional a otra moderna. Tomando como base las transformaciones sociales sufridas por la Argentina, traducidas en una mayor inmigración, en una alfabetización asimismo mayor, y en un proceso de urbanización creciente, tales variables incidieron en la formación de un partido que promoviera la “causa”, de la democracia, que se constituyó en uno de sus principales valores; así se observa en la provincia de Santa Fe, cuando hacia 1912, año de la Ley Sáenz Peña, el centro de la provincia constituido por pequeños propietarios rurales se volcó abiertamente a favor de la Unión Cívica Radical, quedando no obstante el atrasado norte de la provincia en poder de los conservadores, y siendo origen el rico sur de la provincia, ocupado por arrendatarios de un nuevo partido político, la “Liga del Sur”, que más tarde se convertiría en el Partido Demócrata Progresista, que nucleaba a quienes arrendaban terrenos a terratenientes latifundistas, propugnando por la promulgación de leyes parecidas a las de los EEUU (elección de autoridades judiciales y policiales entre otras)(26). Para 1905, siendo presidente Quintana, figura afín al roquismo, y habiendo fallecido ya Alem estallaría otra revuelta radical en Capital, Córdoba, Mendoza, Rosario y Bahía Blanca, núcleos | Historia socio-económica Argentina 13/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL urbanos, con importante presencia de una clase media que apoyaba el radicalismo. A pesar de contar con sectores del ejército, esta revuelta fue duramente reprimida por el Estado Nacional, quedando la impresión en el gobierno de que el radicalismo sólo podía llegar al poder mediante una acción violenta, y no por los mecanismos institucionales cuya defensa pregonaba. (26) Gallo, Ezequiel- Sigal, Silvia: “La Formación de los Partidos Políticos contemporáneos: la UCR (1890-1916) en Germani, G.- Graciarena, J.: La Argentina, sociedad de masas, Buenos Aires, Eudeba, 1966, pp. 130 y sigs. | Historia socio-económica Argentina 14/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL La Reforma Electoral de 1912 Hacia 1912 se hacía evidente que la situación social no podía resistir mayores cimbronazos: se imponía, de este modo, una salida electoral que permitiese el libre juego de las instituciones, y que no estuviese supeditada a los mecanismos de control propios del esquema conservador, permitiendo el libre juego de los partidos políticos. Se pensaba entonces que el radicalismo no estaba en condiciones de llegar al poder mediante elecciones libres, sino que sólo podía hacerlo por medio de revueltas o de “revoluciones” como las acontecidas en 1893 y 1905(27).Asimismo, se permitiría el libre juego de otros partidos políticos, como el socialismo, sobre el que avanzaremos en el acápite correspondiente al movimiento obrero, que según algunos se transformaría a partir de este momento en el rival por antonomasia del radicalismo, al disputarse ambos el predominio sobre los sectores medios urbanos(28). Ya en 1902 se había esbozado, siendo ministro del interior Joaquín V. González, un leve intento reformista, que permitía la elección por circunscripciones: en este caso quien obtenía el triunfo en una determinada circunscripción electoral, quedaba en posición de la totalidad de los cargos. Este sistema eliminaba lo que en el actualidad se conoce como “lista sábana”, pero adolecía del defecto de no contemplar la repartición proporcional de los cargos, dejando sin representación a la oposición. De este modo el socialismo logró triunfar en algunas circunscripciones de la Capital Federal, siendo electo diputado por la circunscripción de La Boca Alfredo L. Palacios. Hacia 1906 el roquismo había sido herido de muerte por el accionar de figuras como la del presidente José Figueroa Alcorta, que clausuró las sesiones del Congreso, desmantelando el aparato del roquismo. El año del centenario (1910) volvió a mostrar la prosperidad de la Argentina, pero era evidente que la “sociedad de notables”, en la cual se basaba el orden conservador, ya no tenía lugar. La población había aumentado notablemente, con la incorporación de inmigrantes nacidos en el país que bregaban por su participación política. La autocrítica del sistema era evidente. Ya en un discurso de 1909 el presidente Roque Sáenz Peña había analizado a la política argentina, describiéndola como “democracia conservadora”. “…La evolución de los partidos - pronunció Sáenz Peña en el mismo discurso(29)- tiene dos períodos bien caracterizados. Durante todo el primero, el más largo y el más glorioso, lucharon los ideales y los hombres; y es al comenzar del segundo cuando, acordadas las bases de la organización nacional, perdida su verdadera razón de existencia por el desenlace de sus controversias doctrinarias, sobreviven por la sola virtud de los prestigios personales de sus hombres. …Si hacéis triunfar al candidato, no será seguramente para derrotar a un presidente…”. Ante todo se trataba de ampliar la base electoral, integrando una oposición hasta entonces revolucionaria o conspirativa dentro del sistema constitucional, dando vigencia a un régimen de competencia entre distintos actores políticos, y según las propias palabras de Sáenz Peña, | Historia socio-económica Argentina 15/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL de “crear al sufragante”. Se trataba de una verdadera “revolución a través de los comicios”(30). El 17 de diciembre de 1910, el gobierno había enviado al Parlamento un proyecto de ley que proponía el empadronamiento general, y la nueva confección de un padrón, a efectos de proteger al ciudadano del fraude. El sistema electoral de lista incompleta aseguraba la representación de las minorías. Para octubre de 1911, el proyecto estaba en debate. La ley se sancionó, finalmente el 10 de febrero de 1912, siendo conocida desde entonces como “Ley Sáenz Peña” (Ley 8.871), de sufragio universal obligatorio. Sáenz Peña, que falleció al poco tiempo, confiaba en que la competencia fuera abierta, siendo el principal oponente la UCR, y siendo un conservador, advertía a sus camaradas del peligro: “…Sean los comicios próximos y todos los comicios argentinos escenarios de luchas francas y libres, de ideales y de partidos. Sean anacronismos de imposible reproducción, tanto la indiferencia individual como las aspiraciones eventuales, vinculadas por pactos transitorios. Sean por fin las elecciones la instrumentación de las ideas. He dicho a mi país todo mi pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escuchar la palabra y el consejo de su primer mandatario. Quiera votar…”(31). Sáenz Peña, hizo la reforma metodológicamente, articulando el enrolamiento ciudadano y la vigencia del padrón militar con la fiscalización del poder judicial, y confeccionando al padrón sin injerencias de orden político. No obstante, las resistencias fueron muchas (su sucesor, Victorino de la Plaza, era opuesto a las mismas). A pesar de ello, en comicios libres, posibilitó la llegada al poder del primer gobierno electo por mecanismos genuinos, el de Hipólito Yrigoyen. (27) Véase Rock, David: El Radicalismo Argentino, Buenos Aires, Amorrortu, 1985, Cap. III y sigs. (28) Ibid. (29) Sáenz Peña. La campaña política de 1910, Buenos Aires, Pesce, 1910. Cf. Floria- García Belsunce, II, 280-281. (30) Cf. Floria- García Belsunce II, 283. (31) Cárcano, Miguel Angel: La revolución por los comicios, Buenos Aires, Hyspamérica, 1984. | Historia socio-económica Argentina 16/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL Las dos primeras presidencias radicales En 1916, triunfó el primer partido moderno de la República Argentina, UCR. Si bien las elecciones fueron reñidas, la UCR se impuso por mayoría. El sufragio daba el triunfo al radicalismo, pero la decisión la tenía el colegio electoral, logrando la UCR 152 electores, uno más de lo necesario. Se trataba Yrigoyen de un caudillo en el estricto sentido del término, aun que carecía de carisma, que hizo de la “causa” una verdadera profesión de fe. El radicalismo tenía una estructura de tipo policlasista - que agrupaba en su seno a distintos sectores sociales- que no obstante tenía un marcado tono popular. Muchos de sus dirigentes, por su extracción pertenecían a la elite tradicional, siendo su base para la acción el comité, que servía de medio para el ascenso de una nueva clase dirigente. El comité reemplazó al club en el cual tejían sus acuerdos los conservadores. Yrigoyen no vaciló en aplicar los mecanismos represivos previstos por la Constitución Nacional, como cuando decretó la intervención federal a la provincia de Buenos Aires en 1917. Según su criterio, las elecciones eran fiel reflejo de la voluntad popular, siendo el radicalismo una suerte de depositario de la razón pública. La soberanía popular había pasado a ser la soberanía del partido, y dentro de éste, la del caudillo. Sin embargo, en el juego institucional, sufrió un continuo acoso por parte de la oposición desde el Parlamento, juego que no estaba en su voluntad impedir bajo ninguna circunstancia. La primera presidencia de Yrigoyen – que coincidió con el estallido de la Primera Guerra Mundial – sufrió dos condicionamientos de importancia, en primer lugar la consolidación de la hegemonía de su partido el radicalismo, y organizar con carácter definitivo su estructura interna, no vacilando para concretar el primer objetivo utilizar el recurso de la intervención federal, cosa que le generará fama de autócrata. Por otra parte, no dudará en reprimir al movimiento obrero o de apoyarlo según las circunstancias: reprimirá duramente en 1917 una huelga de frigoríficos, enviando a la marina para tal efecto. Sucederá lo mismo con los conflictos de la llamada “Semana Trágica” de 1919, suerte de golpe anarquista que ocasiona centenares de muertos y heridos. Lo mismo resulta aplicable a las huelgas de empleados rurales de la Patagonia de 1922. Su gobierno, por lo tanto, aun siendo “nacional y popular”, estuvo lejos de verse libre de conflictos internos. Pero por el contrario, intervendrá a favor de los obreros cuando sus intereses coincidieran con los de éstos, como en los casos de las huelgas ferroviarias dirigidos contra las compañías inglesas(32). Yrigoyen, aun estando los intereses comerciales de la Argentina unidos a los de Gran Bretaña, logró conservar la neutralidad durante la Primera Guerra Mundial. Yrigoyen logró imponer su candidato en la convención de marzo de 1922, un embajador de aristocrático cuño: Marcelo T. de Alvear, perteneciente a “…una de las pocas familias argentinas que podía jactarse de una real aristocracia…”(33), quien había pasado gran parte | Historia socio-económica Argentina 17/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL de su vida en París, y que a diferencia de su antecesor era un hombre de mundo. Yigoyen pudo haber apoyado a un hombre que estuvo alejado de la política confiado en que aceptaría su tutela, pero pronto se observaron diferencias entre ambos, que no se reducían al puro estilo personal. Pareció, en tal sentido, volverse atrás en la historia, iniciando una especie de nuevo patriciado. Durante la presidencia de Alvear hubo 519 huelgas, en las que participaron cerca de medio millón de trabajadores, decretándose siete intervenciones federales por el Poder Ejecutivo y tres más por el Congreso; a pesar de ello, su presidencia siguió el más estricto criterio legalista. En cuanto respecta al plano económico, existen opiniones encontradas acerca del período correspondiente a Alvear: por una parte, se lo considera el padre del “despegue” industrial de la Argentina (gran cantidad de empresas, de capitales preferentemente norteamericanos) se radicaron en el país durante su mandato; por el contrario, otros lo consideran como la “gran demora” que impidió el surgimiento industrial, lapso que se extendió hasta 1933, en el cual se inició una etapa de sustitución de importaciones(34). Siguieron privando durante la presidencia de Alvear los intereses ligados a la industria agropecuaria: en 1922 una crisis en la industria de la carne, producto de un conflicto entre frigoríficos ingleses (congelado) y norteamericanos (enfriado) fue rápidamente solucionada por medio de la construcción de un frigorífico administrado por el Estado, y ubicado en Buenos Aires, con inspección y supervisión del precio de la carne: este sería el antecedente más importante para el intervencionismo estatal de la década del 30. La heterogeneidad social de radicalismo le auguraba un futuro de quiebras: en 1924, el alvearismo aliado con otros sectores, se impone en las elecciones a Diputados sobre el yrigoyenismo: el “antipersonalismo”, que los yrigoyenistas no vacilan en tildar de “contubernio” había surgido. Esta será la dicotomía en la cual estará inmerso el radicalismo durante la próxima década, que no obstante, permitirá el regreso de Yrigoyen al poder en 1928. (32) Rock, D.: Ibid. Cap. III y sigs. (33) Luna, Félix: Alvear, Buenos Aires, Libros Argentinos, 1958, pp.56. (34) Véase, respectivamente, Jorge, Eduardo: Industria y concentración económica, Buenos Aires, Hyspamérica, 1984: Di Tella, Guido – Zymelman, Manuel: “Las etapas del desarrollo económico argentino” en Germani, G. –Graciarena, J.: La Argentina sociedad de masas, Buenos Aires, Eudeba, 1966, pp. 177-195. | Historia socio-económica Argentina 18/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL El movimiento obrero argentino: sus orígenes y evolución El proceso inmigratorio había tenido como objeto la conformación de un mercado de trabajo: un proceso tal, no podía estar exento de conflictos. Según el nuevo censo realizado en 1914, los extranjeros representaban el 30 % de la población. “…En proporción con la población, la Argentina – señala el norteamericano A. P. Whitaker (35) - ha recibido más inmigrantes permanentes que cualquier otro país del mundo…”. El desarrollo orientado ante todo al sector agropecuario, favoreció al sector industrial que le era subsidiario. Así, de acuerdo con el censo industrial de 1895, existían en el país más de 23.000 establecimientos industriales que ocupaban alrededor de 170.000 personas(36). Tal actividad desde luego se vio reflejada en el incremento del movimiento obrero local. Los primeros sindicatos en surgir fueron las sociedades de socorros mutuos, que no agrupaban exclusivamente a trabajadores, sino a todos los individuos cuyo nexo aglutinante era la pertenencia a una colectividad determinada (Unione e Benevolenza, Sociedad Española de Socorros Mutuos, etc.), seguidas de los gremios por actividad. Por ejemplo La Unión Tipográfica, que llevó a cabo la primera huelga importante en el país en 1978(37). Las huelgas también se registraron en forma creciente en las últimas décadas del siglo XIX. En 1887, si bien hubo una única huelga, las mismas habían ascendido en 1896 al número de 26, presentándose las mismas en las más diversas actividades. En 1891 se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Argentina (F.T.R.A.), primera central obrera del país. En 1901 se creó la F.O.A. (Federación Obrera Argentina), que rápidamente mutó su denominación por la de Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.), dominada por el anarquismo, que se transformó en la central posiblemente la más importante durante las primeras décadas del siglo XX(38). En general, las ideologías obreras argentinas eran reproducción de las ya existentes en Europa. Posiblemente la principal de estas corrientes haya sido el anarquismo, que llegó al país alrededor de 1870(39). El anarquismo poseía características que le eran muy marcadas. Siendo la primera su marcado acento en los mecanismos de acción directa (huelga, sabotaje, incluso magnicidio). La acción directa colectiva, implicaba la acción del Sindicato o de las Organizaciones Obreras, dado la “…necesidad que tiene el proletariado de organizarse para combatir con éxito a la clase capitalista…”. La segunda de sus características es la de abjurar de todo mecanismo de tipo político. A tal respecto, el Cuarto Congreso de la FOA, celebrado en 1904, declaraba lo siguiente: “…nuestra organización, puramente económica, es distinta y opuesta a la de todos los partidos políticos burgueses y políticos obreros, puesto que así como ellos se organizan para la conquista del poder político, nosotros nos organizamos para que los Estados políticos y jurídicos actualmente existentes queden reducidos a funciones puramente económicas…”(40). El | Historia socio-económica Argentina 19/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL anarquismo, lograría un amplio apoyo entre los obreros “argentinos” (término dudoso puesto que en su gran mayoría se trataba de extranjeros), en las últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX. Su ideología, de fácil comprensión para un proletariado analfabeto, favorecía la difusión de la misma. Se puede afirmar que era la Argentina el país sudamericano en el que más influyó el anarquismo, comparable al de Italia o de España. Otra de las vertientes fue la del socialismo. Al contrario del anarquismo, el socialismo no sólo contemplaba el accionar político –descreyendo de la huelga sino como última circunstancia de la lucha por el derecho del trabajador – sino que lo concebía como único medio para llegar a la revolución. Desde luego, el partido socialista se transformó en un “partido” político antes que en un sindicato, agrupando preferentemente a pequeños comerciantes y sectores vinculados con las clases medias urbanas. En 1903 crearía la U.G.T. (Unión Gremial de Trabajadores), integrada ante todo por gremios socialistas separados de la FOA, contrarios a la huelga general con fines de violencia, recomendando a la clase trabajadora que “… independientemente de la lucha gremial de los obreros se preocupen de la lucha política y conquisten leyes protectoras del trabajo, dando sus votos a los partidos que tienen en sus programas reformas concretas en pro de la legislación obrera…”(41). El párrafo anteriormente transcripto resulta un manifiesto del abismo que se extendía entre la concepción del socialismo y la del anarquismo. El socialismo cosecharía pocos adherentes entre las clases proletarias: su accionar sería ante todo político, y en algunas circunstancias, llegaría al Congreso. La tercera corriente en el movimiento obrero argentino fue la del sindicalismo, introducido hacia 1903 como separación de la UGT dominada por los socialistas, siendo su definición la de que “…los sindicatos y no el partido político son el arma principal de la lucha proletaria…”(42). Originado en Europa, el sindicalismo fue una suerte de reacción contra el parlamentarismo propio de los socialistas, adjudicándole al sindicato el rol revolucionario en la lucha contra el régimen capitalista: en coincidencia con el anarquismo, consideraba a la huelga como único mecanismo válido para cumplir con las reivindicaciones obreras. Los sindicalistas coparían la dirección de la UGT en 1906, adaptando a esta organización sindical a la metodología de la huelga. Tras haber conseguido la hegemonía en la UGT, los sindicalistas la mantuvieron en una nueva organización sindical la C.O.R.A. (Confederación Obrera Regional Argentina), en la cual participaba conjuntamente con algunos anarquistas y los socialistas. La CORA se fundió con la FORA en 1914 manteniendo los sindicalistas la hegemonía en la misma: de este modo para el IX Congreso de la FORA, llevado a cabo en 1915, la organización destacó su marcado carácter sindicalista, aprobando una resolución que no sólo se pronunciaba por la prescindencia política, sino que también sostenía que la FORA “…no se pronuncia oficialmente partidaria ni aconseja la adopción de sistemas filosóficos ni ideologías determinadas…”(43). En general se sostiene que la diferencia existente entre el sindicalismo y las otras dos vertientes del movimiento obrero eran la procedencia de sus componentes: el sindicalismo en general no poseía otras consignas sino que la de conseguir mejoras salariales y otras ventajas de los patrones, sin necesidad de alterar el sistema es decir, de llegar a la | Historia socio-económica Argentina 20/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL revolución. Sus componentes a diferencia de los del anarquismo, se trataban de nativos de la Argentina y no de extranjeros como en los casos anteriores. Asimismo, para este período se registró gran número de conflictos agrarios, motivados ante todo por circunstancias de mercado tal como la huelga de arrendatarios, surgida en la provincia de Santa Fe en 1912 como consecuencia de dos períodos de malas cosechas. Los chacareros en este caso, sólo pedían mejoras coyunturales, como reducciones en el canon de los arrendamientos. El conflicto culminó con el llamado Grito de Alcorta (1912), que dio origen a una entidad gremial de los chacareros, la Federación Agraria Argentina (FAA). No obstante, resulta significativo el hecho de que no se permitiera el ingreso a la misma de los braceros, es decir de los peones rurales, indicio de la falta de conciencia de clase de los chacareros. El gobierno mantuvo una constante vigilancia sobre los trabajadores: la “Cuestión Social” fue una de las principales preocupaciones durante el “Orden Conservador” y aun durante las primeras presidencias radicales. Evidencia de ello lo constituye el Informe sobre la situación de la clase obrera (1904), encargado por Joaquín V. González, ministro del interior de Roca al abogado e ingeniero español J. Bialet Massé, que describió sin tapujos la cruda situación de las clases obreras tanto urbanas como rurales en la República Argentina en ese momento. A pesar de la preocupación por la cuestión social, el esquema represivo - cuya justificación se identificaba con los atentados llevados a cabo por los anarquistas – se intensificó, originando una legislación acorde a la misma como la Ley de Residencia (Nº 4.144) de 1904, que prescribía la deportación de todo extranjero juzgado indeseable, o la Ley de Defensa Social (1910) , en virtud de la cual se podía encarcelar a cualquier “revoltoso”, incluso cuando hubiese nacido en el país. (35) Whitaker, Arthur P.: La Argentina y los Estados Unidos, Buenos Aires, Proceso, p.59 (36) Dorfman, A.: Op. cit., pp.207-208. (37) Senén González, Santiago: Breve historia del sindicalismo argentino 1857-1974, Buenos Aires, Alzamar Editores, p. 10. (38) Oddone, Jacinto: Gremialismo proletario argentino, Buenos Aires, Ediciones Libra, 1975, pp. 8384. (39) Solomonoff, Jorge N.: Ideologías del movimiento obrero y conflicto social. De la Organización Nacional hasta la Primera Guerra Mundial, Buenos Aires, Proyección, pp. 169-173. (40) Marotta, Sebastián: El movimiento sindical argentino. Su génesis y desarrollo, Buenos Aires, Ediciones Lacio, 1960, Vol. I, 1857-1907, p. 179 (41) Oddone, J.: Gremialismo…, p. 196. (42) Godio, Julio: Historia del movimiento obrero argentino. Inmigrantes, asalariados y lucha de clases, 1880-1910, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo, 1970, Segunda Parte, p. 236. (43) Marotta, S.: Vol II, p. 186 | Historia socio-económica Argentina 21/22 Universidad Nacional de Tres de Febrero UNTREF VIRTUAL Conclusiones Durante el período que media entre 1880 y 1912 se consolidó un sistema de dominación basado en una alianza entre las oligarquías de la Capital y del Interior (PAN), cuyo sostén lo constituían mecanismos de orden institucional cuya manipulación permitía la permanencia del sistema establecido. Para este momento, se consolidó la presencia de Argentina en el mercado internacional a partir de un nuevo ciclo: la Estancia Mixta, nueva explotación que combinaba la producción de ganado vacuno refinado, con la de cereales, actividades complementarias. A pesar de ello, la producción cerealera, subsidiaria de la de la ganadería quedaría en manos de arrendatarios, y no de propietarios. Por el contrario, la ganadería seguiría en manos de grandes terratenientes (invernadores), vinculados con el frigorífico. Para este momento, se produce una gran corriente inmigratoria hacia el país procedente de los países mediterráneos de Europa en su mayoría, tendientes a su inserción laboral en suelo local. Esta corriente inmigratoria poblaría ante todo los centros urbanos del Litoral del país: este hecho permitió la consolidación de un mercado interno a partir de la producción de las áreas marginales del país (Cuyo, Norte Argentino), la cual, a partir de tarifas proteccionistas pudo insertarse en el mercado local (azúcar, industria vitivinícola), constituyendo su empresariado parte fundamental de la “alianza de notables” establecida en el poder. Hacia 1890, otra crisis, producto de la especulación golpeó a la Argentina, resintiendo en parte al esquema de dominación (Juárez Celman), instaurado en el país a partir de la llegada al poder de Roca. De esta crisis, de la cual se saldría a corto plazo, emergería una alternativa de orden político (UCR), que llegaría al poder una vez emprendida la reforma electoral por los propios grupos dirigentes (Ley Sáenz Peña). Las dos primeras presidencias del radicalismo (Yrigoyen, Alvear), no modificarían sustancialmente el esquema productivo pero se indentificarían con el tránsito de la sociedad argentina de una etapa “tradicional” a otra “moderna”. La “cuestión social”, producto de la inserción capitalista de la Argentina en el mercado internacional, se identificó con conflictos, y con las luchas emprendidas por los trabajadores para la mejora de sus condiciones de vida. Hacia el Centenario, las diversas corrientes del movimiento obrero (anarquismo, socialismo), habían cedido espacio al sindicalismo, corriente que no buscaba la revolución, sino mejoras dentro del “sistema”, cuyos representantes eran en su mayoría nativos del país. | Historia socio-económica Argentina 22/22