Federación de Enseñanza de la Confederación General del Trabajo (CGT) wwww.memorialibertaria.org/pedagogias-libertarias las culturas de la libertad en el anarquismo ibérico 1 ÍNDICE A MODO DE PRESENTACIÓN Jacinto Ceacero 3 HACIA UNA PEDAGOGÍA ALTERNATIVA Rafael Fenoy 5 GUÍA DIDÁCTICA EXPOSICIÓN PEDAGOGÍAS LIBERTARIAS Sección de Enseñanza CGT Burgos 7 LA EXPOSICIÓN EDUCAR ¿PARA QUÉ? 11 PRINCIPIOS DE LA EDUCACIÓN LIBERTARIA 12 PENSADORES: Rousseau y Proudhon Bakunin y Kropotkin Ricardo Mella 13 14 15 EXPERIENCIAS EN LA HISTORIA La escuela Yásnaia Poliana de Lev Tolstói Orfanato de Cempuis de Paul Robin Escuela moderna de Ferrer y Guardia Los Ateneos La pedagogía en la Revolución española: El CENU y la Escuela de Militantes de Aragón Exposición realizada por CGT Burgos – Diseño de portada y cartelería: Miguel, SIC – Maquetación de la Exposición y del catálogo: Carlos Peña – Impresión de los paneles: TÍTULO – La Exposición “Pedagogías Libertarias” fue inaugurada en la sede de CGT Burgos el 24 de noviembre de 2008 – Edita: SP del Comité Confederal de CGT 16 17 18 19 20 EXPERIENCIAS DE HOY Summerhill Paideia O Pelouro Red Internacional de Escuelas Democráticas 21 22 23 24 OTRA PROPUESTA La desescolarización: Reimer e Illich 25 BIBLIOGRAFÍA 26 EL PROFESOR LIBERTARIO Félix García Moriyón 27 La Sección Sindical de Enseñanza del Sindicato Único de Burgos de la CGT, ha tenido la fructuosa iniciativa de realizar la Exposición sobre Pegadogías Libertarias, cuyo catálogo tienes entre tus manos, y a la que te animo que visites, leas, compartas... y, si es posible, comentes con tu alumnado, compañeros y compañeras, con tu grupo de afinidad. A MODO DE PRESENTACIÓN Jacinto Ceacero Secretario General de CGT ¿Qué se cuenta ahí? Se habla de educación como expresión suprema del desarrollo humano. No se habla de fracaso escolar, ni de resultados estadísticos, ni de violencia escolar, ni bajada de niveles, ni exámenes, ni de buenos y malos... Se habla de valores, de esfuerzo en construir enfoques educativos al servicio de las personas y no al servicio del engranaje productivista, empresarial, selectivo, segregador y competitivo. Se habla de cómo conseguir que las personas se desarrollen en la autogestión, la libertad, la ciencia, el pensamiento crítico. La Exposición muestra de forma muy digna, el esfuerzo y compromiso social que el movimiento libertario, los trabajadores y trabajadoras anarcosindicalistas, hemos otorgado a lo largo de la historia, a la formación, a la educación de las personas contra la autoridad, la sumisión, el oscurantismo o las creencias alienantes. Para construir y vivir en ese mundo nuevo y posible que los libertarios llevamos en nuestros corazones, precisamos de personas li- es un buen momento de vivir y educar en los valores que el pensamiento libertario ha planteado históricamente a la humanidad. El anarquismo ha aportado a la humanidad ideas de progreso y justicia social, de apoyo mutuo, de colectividad, de autogestión como herramientas que han hecho favorecer la vida. En aquellos tiempos en los que la educación no era obligatoria, el movimiento libertario fue capaz de fomentar la educación de los hijos e hijas de la clase trabajadora, de los excluidos. El ingente trabajo de ateneos, centros educativos, escuelas racionalistas, centros sociales, reformas radicales del sistema educativo cuando fue posible, lo demuestra, son buena muestra de ello y la Exposición lo recoge con fidelidad. bertarias que lo desempeñen. A esa labor se ha dedicado, desde siempre y con entusiasmo, la acción pedagógica del pensamiento anarquista. La educación libertaria, la pedagogía libertaria representa el instrumento idóneo para contribuir a que las personas que deben construir un mundo nuevo, se construyan a sí mismas en esos valores por los que luchamos. Sólo se puede aprender la libertad en un ambiente de libertad, vi- viendo la libertad, viviendo la solidaridad, la comprensión y el apoyo mutuo. En estos tiempos en los que la competitividad, el individualismo, el darwinismo social, el neoliberalismo, tiempos en los que el sistema capitalista nos han conducido al fracaso más extraordinario como sociedad, ahora que estamos a punto de exterminar la vida en el planeta, ahora que nuestra huella ecológica será la herencia negativa que dejemos a nuestros hijos e hijas, ahora Ahora, cuando la educación se ha extendido a la totalidad de la población, ahora es el momento de defender la calidad del sistema educativo público, el universal, el integrador, el laico, el científico. Para la CGT, defender el sistema educativo público es defender la educación como un derecho social, es defender su autogestión por parte de la colectividad a la que pertenece. En eso estamos, por eso nos movemos. Desde aquí te animamos a disfrutar juntos de la Exposición y a que descubras puentes hacia el futuro. Salud y libertad. 3 En los últimos años se está produciendo en la sociedad y también en la Educación una vuelta al autoritarismo y al individualismo. El reforzamiento del principio de jerarquía y de competitividad han ido sustituyendo gradualmente el humano principio de la cooperación. Frente a ello la pedagogía libertaria ofrece una metodología y una escala de valores no basadas en la competitividad o la desigualdad, sino en la cooperación y en el trabajo compartido, este último no solo entre alumnos y profesorado, sino entre estos últimos. La jerarquización de los Centros, el aislamiento y la inestabilidad de las plantillas docentes, por el alto número de interinos, evitan que se desarrolle una colaboración más estrecha entre el equipo docente, entre profesores y alumnado, y entre familias y centros educativos. Es básico ofrecer una educación integral, que permita fomentar por igual el desarrollo de las capacidades intelectuales, manuales y artísticas de la persona en formación y huir de la especialización, que es causa de la desigualdad y de la injusticia social. Además ha de ser racional, es decir, potenciadora de la capacidad de pensar de forma crítica y creativa, como garantía de respeto a la libertad y el abandono de todo tipo de dogmas. Para lograr estos objetivos, es imprescindible que la Educación esté relacionada con la sociedad en la que se inserta, no para reforzar las estructuras sociales dominantes, sino para denunciarlas y potenciar las verdaderas necesidades de las personas. La escuela tiene que abrirse a la sociedad y HACIA UNA PEDAGOGÍA ALTERNATIVA Rafael Fenoy Rico Secretario General de la Federación de Enseñanza CGT. ser un foco de irradiación cultural, en tiempos donde los múltiples mensajes que reciben las personas y sobre todo la infancia y la juventud, deben ser reflexionados y reelaborados en clave de una nueva sociedad fraterna. Uno de los sinónimos de Pedagogía Libertaria es la Enseñanza Autogestionaria, es decir, autónoma y asamblearia, tanto en el aula como en el centro, sin jerarquías y con la participación de toda la comunidad educativa, donde todos aportan sus aptitudes y actitudes para conseguir el mayor desarrollo de la personalidad del alumnado y de todas las personas que conforman la comunidad educativa. La organización autogestionaria supone que aquellas personas elegidas por la colectividad para asumir responsabilidades organizativas se convierten en garantes de las decisiones que en común se adoptan. Precisamente la vinculación de todas las personas participantes en ese proceso colectivo de toma de decisiones permite vincular sus voluntades al desarrollo del proyecto común libremente aceptado. Afortunadamente miles de docentes comparten estos planteamientos, aunque no se llamen libertarios, interesándose en conocer los intereses y dudas de sus alumnos y alumnas, consensuando con ellos tanto los contenidos como la metodología y evitando convertir su práctica profesional en el recitado durante 9 meses de un libro de texto, haciendo posible que se impliquen en su proceso de enseñanzaaprendizaje. La Exposición hace un repaso de la Historia de la Pedagogía Libertaria, desde los primeros teóricos, como Tolstói, Kropotkin, Bakunin, Ferrer i Guàrdia, la Escuela Neutra, los modelos de escuelas “alternativas”, tanto en el pasado como en la actualidad, con ejemplos en España como Paideia en Extremadura, O Pelouro en Galicia entre otros. Se persigue transmitir la vigencia del Pensamiento Libertario para la educación de alumnos críticos, respetuosos con ellos mimos y con todos, el trabajo en equipo y la solidaridad, así como la participación activa del alumno en complicidad con el docente. Hace muchos años se viene insistiendo en la “Crisis de la Educación”, en los retos de unos sistemas educati- vos que, insertos en una economía de mercado neoliberal, solo son capaces de agudizar las diferencias sociales y legitimar, mediante títulos y fracasos escolares, las injustas desigualdades sociales, económicas y culturales. Es hora de afrontar en este presente, lleno de incertidumbres, la tarea de hacer posible en las prácticas educativas estos principios que desde hace cientos de años viene aportado la pedagogía libertaria. La idea de que la anarquía es igual a desorden no es inocente y está promovida por aquellos grupos de poder que siempre han captado la gran fuerza transformadora que conlleva la idea de un “orden perfectamente humano”. El ser humano como medida de todas las cosas, como referente radical de cualquier práctica social y política, es ahora más que nunca el eje de la acción educativa. Sólo desde la consideración de cada ser humano como persona cargada de futuro y con derecho a ser feliz es posible reelaborar la práctica educativa. Ello es posible y necesario porque nunca el fin justifica los medios y son los medios realmente educativos y las relaciones interpersonales gratificantes las que producen la conformación de personalidades equilibradas y solidarias. En este año 2009, en el que la crisis económica mundial, ataca tan duramente a los pueblos, surge la imperiosa necesidad de dotarse de ideas e métodos educativos que permitan a las comunidades educativas aprovechar la enorme fuerza que supone el apoyo mutuo. 5 GUÍA DIDÁCTICA EXPOSICIÓN “PEDAGOGÍAS LIBERTARIAS” Sección de Enseñanza CGT Burgos “Desmontemos la pedagogía oficial hecha para fabricar esclavos. Construyamos una pedagogía que convenga a cerebros humanos.” Anna Mahé (1881-1960) Estas orientaciones didácticas quieren ofrecer a formadores y formadoras de centros educativos y otros establecimientos relacionados con la enseñanza una pequeña guía de herramientas pedagógicas y actividades específicas que se pueden llevar a cabo antes, durante y después de la visita a la Exposición. OBJETIVOS —Conocer las principales aportaciones a la educación que se han llevado a cabo a lo largo de la historia desde perspectivas no autoritarias —Potenciar en los docentes la reflexión sobre la tarea educativa que realizan a diario y en el alumnado la reflexión sobre la importancia del aprendizaje —Comparar los modelos educativos libertarios con el modelo tradicional habitual en nuestras aulas —Reflexionar sobre la finalidad de la educación y su relación con la sociedad METODOLOGÍA La metodología por la que se aboga en esta propuesta ha de ser coherente con las ideas de participación y autogestión propias de la educación antiautoritaria en la que se trata de profundizar y con los objetivos que persigue toda educación libertaria, es decir, hacer personas críticas, autónomas y solidarias. Así pues, deberían tenerse en cuenta los siguientes criterios: —Trabajo cooperativo en pequeños grupos —Disposición circular en el aula —El protagonista del aprendizaje es el que aprende —Todos enseñan y todos aprenden: el ser humano se educa en comunidad —El profesor es un facilitador del proceso de aprendizaje —Trabajo de investigación personal y procesos de reflexión 7 ACTIVIDADES B) DURANTE LA EXPOSICIÓN A) ANTES DE LA EXPOSICIÓN 1.- Información previa Buscar el significado de los siguientes términos: ANARQUISMO ATENEO AUTOGESTIÓN PEDAGOGÍA RACIONAL Al comienzo de la visita, los asistentes realizarán una lectura en común del primer panel, titulado EDUCAR ¿PARA QUÉ? A continuación el alumnado, dividido en parejas, realizará una lectura atenta del panel que le haya sido asignado y del que deberá extraer la siguiente información: a)Nombre y cronología del pensador o de la experiencia educativa b)Características principales de ese pensador o de esa experiencia c)Anotar una cita del panel que les llame la atención 2.- Discusión previa Los estudiantes, divididos en pequeños grupos, reflexionan sobre las siguientes cuestiones. Deben anotar las conclusiones por grupo para después llevar a cabo una puesta en común. a) ¿Es importante la Educación? ¿Por qué? b)¿Qué finalidad debe perseguir la Educación? c) ¿Qué relación tiene la escuela con la sociedad? d)¿Qué valores se potencian en la Educación actual? e)¿Qué características debe tener un buen profesor o profesora? f)¿Qué características debe tener un buen estudiante? C) D ESPUÉS DE LA VISITA A LA EXPOSICIÓN a)Puesta en común de la información que cada pareja de estudiantes ha extraído b)Deducir, a partir de la información expuesta, los principios básicos de la Pedagogía Libertaria y ponerlos por escrito: — Libertad y antiautoritarismo — Apoyo mutuo y solidaridad — Enseñanza integral y racional — Enseñanza integrada y autogestionaria c)Elaboración de un pequeño mural de la línea cronológica de los diferentes pensadores y experiencias educativas d)Leer y reflexionar sobre alguna de las siguientes citas o sobre las citas más interesantes seleccionadas por los estudiantes durante la visita: OTRAS ACTIVIDADES a)Ver el documental de Adolfo Dufour “Viva la Escuela Moderna”, (Vida y obra de Ferrer y Guardia) b)Cine forum en torno a alguna de las siguientes películas: “El Muro” de Alan Parker, “Los 400 golpes” de François Truffaut, “Cero en conducta” de Jean Vigo o ¡Arriba, Hazaña!” de José María Gutiérrez c)Análisis de algunos carteles anarquistas dedicados a la Educación, editados durante la II República o la Guerra Civil d)Buscar información en Internet para realizar trabajos de profundización sobre algunas de las experiencias educativas mostradas en la Exposición o de otras propuestas que no aparecen en ella, como, por ejemplo, La Escuela de Hamburgo y el maestro compañero o La Ruche de Sébastien Faure, ... e)Lectura dramatizada o representación de la obra de teatro de Eugène Ionesco titulada “La lección” 1.“La libertad se educa mediante con la libertad, la solidaridad con la solidaridad y la igualdad con la igualdad.” Ricardo Mella 2.“La ignorancia es el alimento de la esclavitud.” 3.“Allí donde los exámenes son obligatorios (...) sale un objeto de estudio que exige un trabajo muy especial y que se llama “preparación para los exámenes”. Un estudiante de Bachillerato aprende sobre todo el arte de responder a los exámenes.” Tolstói 4.“Nuestras aulas no son demasiado distintas a las prisiones. Obligar a los niños a estar callados en los bancos durante seis horas al día significa arrebatarles su primer derecho: ser ellos mismos.” Neill 5Discusión y puesta por escrito de las principales semejanzas y diferencias entre las pedagogías libertarias y el modelo educativo en el que están inmersos 8 9 LA EXPOSICIÓN Educar, ¿para qué? En los últimos tiempos se vuelven a oír las viejas voces que reclaman de nuevo aulas más autoritarias, más disciplinadas, más competitivas, más mercantilizadas e incluso más religiosas. Interesadamente se quiere hacer pensar que la autoridad de los profesores y las profesoras es el abracadabra que solucionará todos los problemas de la educación y de la sociedad. Pero se olvida lo que todo el mundo sabe, que la escuela no es otra cosa que el reflejo de esa sociedad a la que pertenece. Vivimos en una sociedad en la que el afán de lucro es la única verdad, en la que la explotación de los semejantes, las desigualdades sociales y la destrucción del planeta son vistas como algo natural e inevitable. Educar ciudadanos autónomos, críticos y conscientes puede resultar muy peligroso para los poderes que nos gobiernan. Por ello hay que sospechar que todas estas propuestas autoritarias lo que de verdad buscan no es mejorar la escuela, sino mejorar otra cosa bien diferente. Porque el autoritarismo no promueve el respeto, sino el temor. Porque la disciplina conduce a la sumisión y a la militarización de la sociedad. Porque la competencia sólo provoca enfrentamiento y dolor. Porque las consecuencias de la mercantilización son sin más la explotación y la injusticia. Frente a esta situación hemos considerado necesario y urgente recuperar ahora la reflexión libertaria sobre la educación y recordar algunas de las muchas experiencias que se han venido haciendo a lo largo de la historia para reivindicarlas como métodos y modelos pedagógicos todavía válidos y eficaces. La pregunta que todos, profesoras y alumnos, padres e hijas, gobernantes y gente de a pie, debemos contestar es: ¿Queremos construir individuos conformistas, consumidores sumisos y trabajadores disciplinados o queremos educar personas libres, sin miedo y solidarias que traten de edificar una sociedad más justa y más feliz? Si queremos esto último, recordemos entonces las palabras de Ricardo Mella: “La libertad se educa con la libertad, la solidaridad con la solidaridad y la igualdad con la igualdad”. 11 Principios básicos de la pedagogía libertaria “La ignorancia es el alimento de la esclavitud” 1.Libertad y antiautoritarismo La pedagogía libertaria educa en el rechazo de toda autoridad arbitraria, rechaza la sumisión y desarrolla un aprendizaje de la autonomía y de la libertad individual y colectiva. La meta final es formar personas que sean dueñas de su propia vida y que no se dejen oprimir ni explotar, poniendo en práctica el libre pensamiento y la autonomía moral, puesto que la libertad se construye mediante la libertad. 2.Apoyo mutuo y solidaridad El anarquismo defiende la práctica del apoyo mutuo y la solidaridad, que conducen a una sociedad nueva, sin opresión ni explotación. La pedagogía libertaria ofrece una metodología y una escala de valores no basadas en la competitividad o la desigualdad, sino en la cooperación y en el trabajo compartido. 12 3.Enseñanza integral y racional Educación integral significa fomentar por igual el desarrollo de las capacidades intelectuales, manuales y artísticas de la persona y huir de la especialización, que es causa de la desigualdad y la injusticia social. Además ha de ser racional, es decir, potenciar la capacidad de pensar de forma crítica y creativa, abandonando todo tipo de dogmas. 4.Enseñaza integrada y autogestionaria La enseñanza debe estar relacionada con la sociedad en la que se inserta, no para reforzar las estructuras sociales dominantes, sino para denunciarlas y potenciar las verdaderas necesidades de las personas. La escuela tiene que abrirse a la sociedad y ser un foco de irradiación cultural. Enseñanza autogestionaria significa que es autónoma y asamblearia, tanto en el aula como en el centro, sin jerarquías y con la participación de todas las personas implicadas. Pensadores 1 Jean-Jacques Rousseau (1712 – 1778) “Le acostumbráis (al niño) a que siempre se deje guiar; a que no sea otra cosa más que una máquina en manos ajenas. Queréis que sea dócil cuando es pequeño y eso es querer que sea crédulo y embaucado cuando sea mayor”. (Emilio) Rousseau fue el autor de El contrato social. Sus ideas inspiraron la Revolución francesa y la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Afirma que la educación es el camino para formar ciudadanos libres y conscientes de sus derechos y deberes, que participen y deliberen en la organización de la sociedad y de los asuntos públicos. En el Emilio o la educación define sus propuestas para una nueva pedagogía. El hombre es bueno por naturaleza, pero se hace malo al entrar en contacto con la sociedad. Si el niño se atiene a su propia naturaleza, se evitan todas las alienaciones del hombre civilizado “que nace, vive y muere en la esclavitud”. El niño tiene, pues, que aprender por sí mismo, mediante su propia experiencia, en contacto directo con la naturaleza y con las cosas. Joseph Proudhon (1803 – 1864) Proudhon, el padre del anarquismo, sostiene que la educación es la función más importante de la sociedad. “La infancia es necesaria para el aprendizaje del propio deber, para el ejercicio de la conciencia tanto del cuerpo como del pensamiento.” La dicotomía entre las habilidades físicas e intelectuales del individuo es algo artificial, fruto de las desigualdades sociales. Propone una educación politécnica, integral, basada en el derecho de cada uno a desarrollar sus facultades físicas, intelectuales y morales: “Haced que la educación y la ciencia sean patrimonio de todos, elevad progresivamente el nivel de capacidades por la politecnia del aprendizaje; no haya más ciegos entre vosotros; entonces, ilustrados por el análisis, libres de toda fascinación aristocrática, espiritualista y apologética de la predestinación, veréis que el genio se haya repartido por igual entre todos, y que, en ese orden, nada habréis de envidiaros unos a otros”. “El niño no debe hacer nada por obediencia... Las palabras de obedecer y mandar serán proscritas de su diccionario, todavía más que las de deber y obligación... Solamente se controlará el progreso natural de sus facultades.” 13 Pensadores 2 Mijaíl Bakunin 14 Pensadores 3 (Rusia, 1814 – 1876) (Rusia, 1842 – 1921) Piotr Kropotkin Ricardo Mella y el Neutralismo Pedagógico “La instrucción es la medida del nivel de libertad y de prosperidad, no sólo una instrucción sino toda la instrucción, integral y completa, para que no pueda existir ya sobre el pueblo, para protegerlo y dirigirlo, es decir, para someterlo, ninguna clase superior por sus conocimientos, ninguna aristocracia de la inteligencia.” Para Bakunin, el padre del anarquismo y uno de sus teóricos más importantes, el ser humano es una realidad social. Es la sociedad la que según sus necesidades lo moldea a través de la educación. Por tanto, si la sociedad es desigual, los seres humanos serán todos diferentes y vivirán en la desigualdad y la injusticia, no por un problema de aptitudes, sino por una cuestión de oportunidades. El objeto final de la educación es formar personas libres, llenas de respeto y amor hacia la libertad ajena. Si bien la autoridad del maestro es necesaria en los primeros años de la infancia, ha de ir dando paso paulatinamente a una progresiva libertad, y así, “el último día de escuela ha de ser el de la mayor libertad y el de la abolición absoluta de todo vestigio animal o divino de la autoridad”. “Pervertidos por el mando militar o deformados por una educación religiosa, (...) habituados como estamos por hereditarios prejuicios, por una educación y una instrucción absolutamente falsas, a no ver en todas partes más que gobierno, legislación y magistratura, llegamos a creer que los hombres iban a destrozarse unos a otros como fieras el día en que el polizonte no estuviese con los ojos puestos en nosotros, y que sobrevendría el caos si la autoridad desapareciera.” Kropotkin, otro de los padres del anarquismo, acusa a la educación tradicional de aparato propagandístico del estado. Esa educación es necesaria para el estado y el estado es necesario para esa educación. Achaca la mediocridad de la cultura general, en concreto la técnica, a que el individuo no tenía libertad para formarse. Propone educar a los niños en el entorno, y no en los límites de un aula, a menudo concebida como prisión: “enseñadle al aire libre, y no en los libros, la geometría, midiendo con él las distancias hasta los peñascos próximos; aprenderá las ciencias naturales cogiendo flores y pescando en el mar; la física, fabricando el bote en que irá de pesca.” Kropotkin tampoco pretende adoctrinar, sino que rehúsa en absoluto modelar al individuo de acuerdo con una idea abstracta, cono rehúsa mutilarlo por la religión, la ley y el gobierno. Deja la libertad plena y entera al individuo. Defiende la educación sin más barrera que la del saber humano. “La libertad se educa con la libertad, la solidaridad con la solidaridad y la igualdad con la igualdad.” Ricardo Mella Cea (1861-1925), ingeniero y propagandista del anarquismo en Galicia y Andalucía, es uno de los teóricos del anarquismo ibérico y el principal defensor del neutralismo pedagógico. Esta corriente se desarrolló a principios del siglo XX en el seno del anarquismo español y tuvo gran fuerza en su época. En el ideario de Ricardo Mella tiene un papel fundamental la defensa del individuo no en un sentido egoísta y burgués, sino en un sentido libertario, puesto que el Estado impide que los seres humanos puedan ser dueños de su propia vida anulando las diversas peculiaridades de las personas. pues considera que el alumnado, educado en libertad, elegirá por sí mismo el mejor camino para su liberación. La escuela sólo debe enseñar las verdades indiscutibles, probadas por la ciencia experimental, y mostrar las distintas teorías explicativas, pero sin enseñar ninguna como verdadera, para evitar el dogmatismo. Ricardo Mella y el asturiano Eleuterio Quintanilla (1886-1966) propusieron esta idea en el congreso de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de 1919 confrontándose al modelo de Ferrer i Guardia, que ellos consideraban más dogmático. Los planteamientos de la enseñanza neutral tuvieron escaso desarrollo práctico, aunque Eleuterio Quintanilla intentó llevarlos a la práctica al dirigir en Asturias un centro llamado la Escuela Neutra. El modelo de la Escuela Neutral, desarrollado teóricamente por Ricardo Mella en su obra Cuestiones de enseñanza plantea que la educación debe ser neutral en cuanto a valores y a contenidos, huyendo de toda transmisión ideológica (incluso anarquista) y respetando la libertad individual de pensamiento, 15 Experiencias en la historia 1 Experiencias en la historia 2 La escuela de Yásnaia Poliana de Lev Tolstói El Orfanato de Cempuis de Paul Robin Lev Tolstói (1828 – 1910), el autor ruso más universal, fue un anarquista de corte cristiano. Vegetariano, defensor del esperanto, amigo de Proudhon y Reclus, defendió la vida sencilla dentro de la naturaleza, la no violencia y la libertad del individuo. Criticó duramente al Estado, a la Iglesia, a la Justicia, al Ejército y a todo tipo de autoritarismo. Fue excomulgado por la Iglesia rusa. Noble de nacimiento, repartió sus propiedades entre los campesinos y se dedicó a la instrucción del pueblo poniendo en práctica sus teorías pedagógicas antiautoritarias. Fundada en 1859 en una finca de su propiedad, constituye uno de las primeras experiencias de escuela libertaria y antirrepresiva. Para Tolstói la metodología y el fin de la educación es la libertad: así Yásnaia Poliana es una escuela abierta a todo el mundo, donde no existe ningún tipo de obligación: no hay ni horarios ni programas ni disciplina. Tampoco hay premios o castigos y los exámenes están excluidos. La metodología se basa en un aparente desorden u “orden libre”, nacido de las necesidades de los alumnos y que irá desapareciendo a medida que éstos progresen en conocimiento: 16 “Cierto tipo de desorden exterior es útil, según pienso yo, y nada puede sustituirlo, por muy raro e incómodo que pueda resultar al que enseña” El paidocentrismo de Tolstói es absoluto: “El maestro está siempre llevado involuntariamente a escoger para él el procedimiento de enseñanza más cómodo. ¡Cuanto más cómodo es este procedimiento para el maestro, más incómodo es para los discípulos! Sólo es bueno aquel que satisface a los alumnos.” En Yásnaia Poliana la actividad dura todo el día. Las “materias” que se desarrollan son historia sagrada, historia de Rusia, geografía, música, etc. Tolstói creó varios métodos de lectura y escritura progresivas. Todo el aprendizaje se basaba en la enseñanza mutua y el trabajo cooperativo. Paul Robin (1837-1912), pedagogo anarquista francés, amigo de Bakunin y defensor de la enseñanza integral, es considerado como el primer referente de experiencia pedagógica del anarquismo mundial. Desde 1880 hasta 1894 Paul Robin dirigió el orfanato de Cempuis (Francia). Inspirado en las ideas pedagógicas de Rousseau y en los planteamientos centrales del anarquismo, elaboró su pensamiento educativo, caracterizado por el antiautoritarismo, el internacionalismo pacifista, el apoyo a la emancipación de la mujer y el intento de una instrucción integral igualitaria. Algunas experiencias innovadoras llevadas a cabo en Cempuis son: - Programa de educación integral en el que no hay enseñanza religiosa - Los contenidos fundamentales son las ciencias naturales, las matemáticas, un idioma extranjero y la historia - Se utiliza el método científico o experimental para desarrollar la observación y la capacidad de experimentar y descubrir frente a la memorización. - La enseñanza de la historia se presenta como historia de los pueblos, mostrando que la guerra es un daño para los pobres y abandonando el enfoque patriótico y militarista habitual. - Se estimula el pensamiento crítico, la sensibilidad artística y la creatividad. - Se da la coeducación de sexos, considerándose de vital importancia la enseñanza mixta. - Se intenta evitar la competición eliminando premios y castigos. - L os trabajos manuales son obligatorios con el fin de desarrollar la destreza de la mano y la seguridad de la vista. Un aspecto controvertido del orfanato fue la organización del Batallón Escolar Militar. A pesar de que Robin educaba para la fraternidad internacional y aborrecía la guerra, alegaba que era preciso saber defenderse y, por ello, incluía ejercicios de tiro real con revólver, carabina y fusil dentro de la educación física de su alumnado. La experiencia de pedagogía libertario en el orfanato de Cempuis fue suspendida por las autoridades. Sin embargo, en Cempuis se llevó a cabo el primer ensayo completo y continuado de pedagogía anarquista, constituyendo el primer centro pedagógico organizado según la ideología anarquista y apoyado por libertarios del mundo entero. 17 Experiencias en la historia 3 Experiencias en la historia 4 Ferrer i Guàrdia: “¡Viva la Escuela Moderna!” Ateneos libertarios “No hay trabajo más revolucionario que el de instruir científicamente al pueblo”. “La misión de la escuela moderna consiste en hacer que los niños y niñas que se le confíen lleguen a ser personas instruidas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio”. Francesc Ferrer i Guardia (Alella, 1859 – Barcelona, 1909), pedagogo y autodidacta, fue un activo militante anarquista procedente de ideas republicanas y masonas. Detenido en 1909 y acusado falsamente de haber instigado la Semana Trágica de Barcelona, fue fusilado en Montjuïc. Fundó en 1901 una escuela laica en Barcelona a la que llamó Escuela Racionalista, con el objetivo de “educar a la clase trabajadora de una manera racionalista, secular y no coercitiva”. La Escuela Racionalista, basada en las disciplinas científicas, abogaba por una educación sin dogmas, sin verdades preestablecidas que no pudieran ser contrastadas por los niños y niñas; lo experimentado tendría que ser en el medio ambiente del niño, y no en mundos quiméricos. Y el estudiante era tratado con el respeto que merece: los castigos eran sustituidos por el diálogo, la obediencia ciega por unas normas con sentido. No había discriminación entre niñas y niños. 18 Ferrer sostenía que la libertad tenía que ser ejercida y no aprendida, pues de lo contrario sería un dogma más. Su mérito fue el de llevar a cabo un proyecto, la Escuela Moderna, con solvencia. Sus ideas se encontraban inmersas en una tradición, no muy anterior, iniciada en Rousseau, Bakunin y Kropotkin, pero Ferrer fue más allá y levantó una escuela que funcionó varios años, para escándalo de los sectores más reaccionarios. Su influencia en la educación de nuestros días ha sido considerable. Fragmento de una composición de una niña de nueve años, alumna de la Escuela Moderna: “Al criminal se le condena a muerte: si el homicida merece esa pena, el que condena y el que mata al criminal igualmente son homicidas; lógicamente deberían morir también, y así se acabaría la humanidad. Mejor sería que en vez de castigar al criminal cometiendo otro crimen, se le diesen buenos consejos para que no lo hiciese más. Sin contar que si todos fuéramos iguales, no habría ladrones, ni asesinos, ni ricos, ni pobres, sino todos iguales, amantes del trabajo y de la libertad.” Los Ateneos libertarios surgen en el siglo XIX como centros de reunión y educación de la clase trabajadora. Los Ateneos son escuelas donde los trabajadores y las trabajadoras, privados de los centros de estudio oficiales en manos del Estado y de la Iglesia, van a aprender a leer y escribir. Además son focos activos de irradiación de las ideas libertarias y, al igual que los sindicatos anarquistas, verdaderas prefiguraciones de la nueva sociedad por la que luchan. En efecto, en los Ateneos se pone en práctica la libertad y la igualdad de todas las personas, hombres y mujeres, obreros e intelectuales, se lleva a cabo una efectiva colectivización de todos los conocimientos, sean tecnológicos, científicos, filosóficos o artísticos y, finalmente, se administran de forma autogestionaria, ya que funcionan únicamente con las cotizaciones de sus socios. Por lo general, los Ateneos estaban dotados de una biblioteca y una sala de conferencias y en ellos se desarrollaba una infatigable labor de enseñanza y de actividades culturales. Se editaban y publicaban libros, revistas, periódicos y folletos libertarios. Se fomentaba el teatro. Además desde los Ateneos se emprendían campañas constantes contra los juegos de azar y el alcohol, esclavizadores de la clase trabajadora, y a favor de las ideas ácratas, como el naturismo y el esperanto. Los Ateneos libertarios tienen su momento de esplendor durante los años de la II República, en los que se abre uno en la mayor parte de las ciudades importantes de la península al abrigo de los sindicatos anarquistas. Llegaron a convertirse en una verdadera red de cultura alternativa de carácter obrero con grandes repercusiones sociales. 19 Experiencias en la historia 5 Experiencias actuales 1 EL CENU: Consejo de la Escuela Nueva Unificada Summerhill: Escuela de libertad “Ningún niño sin escuela, ninguna escuela sin maestro.” El CENU se crea el 27 de julio de 1936 y lleva a cabo su labor bajo las durísimas condiciones de la guerra civil española. Nace con la finalidad de coordinar la enseñanza en la Cataluña de la Revolución. Es una experiencia de pedagogía libertaria desde la escuela estatal. Bajo el CENU se unifican escuelas racionalistas de sindicatos y ateneos y la red de escuelas públicas republicanas. Se basa en los principios del trabajo y de la fraternidad humanas. Presidido por el pedagogo anarquista Juan Puig Elías, se propone la reforma completa de la enseñanza desde la primaria a la universidad. Sin embargo, el CENU tiene que ocuparse antes de nada de la escolarización de la infancia. Se construyen nuevas escuelas y se requisan colegios religiosos. En muchos de ellos se dispone de un huerto escolar. En poco tiempo el número de niños escolarizados en Barcelona pasa de 34.431 a 116.846. En el terreno puramente pedagógico se aprovechan las teorías racionalistas de Ferrer i Guàrdia, aunque muy matizadas por el neutralismo antidogmático de Ricardo Mella. La enseñanza tiene como base la formación profesional y se caracteriza por el laicismo, la coeducación de niños y niñas, la formación artística, la enseñanza del catalán y la utilización de métodos innovadores 20 y participativos, como por ejemplo el de Freinet y Montesori. Se presta asistencia sanitaria y psicológica a los alumnos. Los grandes problemas que tuvo que afrontar el CENU, falta de maestros y maestras, las propias críticas de sectores anarquistas por estar encuadrado dentro del gobierno de la Generalitat, y, sobre todo, el avance de la contrarrevolución y del frente de guerra, malogran definitivamente esta experiencia de pedagogía libertaria. Escuela de militantes de Aragón Durante la Revolución y al margen de las actividades del CENU, ateneos y sindicatos anarquistas crean escuelas de militantes cuyo principal objetivo es la formación ideológica de los afiliados y su preparación para participar y gestionar la nueva sociedad que está surgiendo. La más ilustre de todas ellas es la Escuela de Militantes de Aragón, creada en Monzón en 1937 en la que Félix Carrasquer, entre otros, preparaba a los jóvenes anarquistas tanto ideológicamente como en la administración de las colectividades. “Nuestras aulas no son demasiado distintas a las prisiones. Obligar a los niños a estar callados en los bancos durante seis horas al día significa arrebatarles su primer derecho: ser ellos mismos.” La escuela de Summerhill fue fundada en Inglaterra en 1921 por el psicólogo escocés Alexander Neill (1883-1973). Aunque discutida, se trata de una de las principales experiencias de escuela libertaria. Summerhill surge como respuesta a la escuela tradicional y a las demás instituciones represivas de la sociedad, principalmente, la familia y la religión. Desde posiciones rousseaunianas y psicoanalíticas, Neill defiende la bondad natural de la infancia y culpabiliza a la sociedad de volver malas a las personas mediante los dogmas morales y la coerción de su energía natural. Toda represión pervierte las relaciones humanas y crea personas infelices y malvadas. A la educación tradicional, Neill opone una formación antiautoritaria, basada en la libertad, que permita a cada uno vivir según su propia manera. No hay imposiciones: ni la asistencia a las clases ni cuánto estudiar. Cada alumno aprende la responsabilidad y la solidaridad por sí mismo. Esta libertad también implica la renuncia por parte del adulto a imponer sus ideas políticas, religiosas, filosóficas o de cualquier otro tipo. El objetivo de esta educación nueva es conseguir personas libres y felices. En Summerhill todas las cuestiones de organización cotidiana, las reglas de convivencia y los programas de estudio son decididos de forma asamblearia por adultos y niños. Si alguien incumple las normas, es “juzgado” por un tribunal de niños y niñas. Mediante el autogobierno se consigue ejercer la libertad con responsabilidad. En Summerhill la libertad es una construcción colectiva. 21 Experiencias actuales 2 Experiencias actuales 3 Paideia: Una escuela libre Los valores básicos de Paideia son: O Pelouro: Escuela integradora y vital IGUALDAD: Para educar y convivir, todos y todas reciben la misma formación. “En 1973, cuando apenas se conocía la integración como modelo educativo, nace O Pelouro: escuela para todos/as, sin distinción ni etiquetas” O Pelouro es una escuela sin etiquetas: niños y niñas con autismo, síndrome de Down, con psicosis, con problemas de aprendizaje, también algunos sin problemas... Un espacio integrado en continua creación donde se acepta, simplemente, la diferencia. Situada en Caldelas de Tui (Pontevedra), la escuela ocupa dos antiguos hoteles rehabilitados y es un espacio de descubrimiento y aprendizaje. Pelouro significa en gallego piedra de río, un canto rodado por el que pasan las aguas, hasta hacer su forma suave, resistente y distinta. La energía de su ser arraiga en las relaciones del mundo rural gallego, en su psicología popular, por eso su pedagogía radica en la vida cotidiana del pueblo. O Pelouro es un hogar-escuela, una casa donde los alumnos/as forman una gran familia. A eso de las 10 horas, cuando las clases comienzan, todos y todas se reúnen en asamblea y se decide qué se va a trabajar ese día. Paideia se crea en Mérida (Badajoz) en 1978 por tres educadoras vinculadas a ideologías ácratas. Son ya 30 años de andadura. La escuela empezó siendo sólo Escuela Infantil y ahora alberga a niños y niñas desde los 18 meses a los 16 años. La escuela funciona de forma asamblearia y autogestionaria mediante un colectivo. La responsabilidad es compartida en todos los aspectos, las decisiones son colectivas y asamblearias y cada persona da según sus “posibilidades y recibe según sus necesidades”. Los alumnos participan en el día a día, aunque no pueden intervenir en el proyecto educativo dado que no se considera que tengan la madurez suficiente. La formación es integral y asamblearia en todos los aspectos de la vida, se crean talleres en todas las disciplinas, limpieza, cocina, matemáticas, lengua, etc. Las tareas y actividades se asumen personalmente. 22 SOLIDARIDAD: Ayuda mutua, coherencia en sus actos y tolerancia. JUSTICIA: Para que todos y todas tengan cubiertas sus necesidades y aporten lo que puedan. NO VIOLENCIA: Se enseña la búsqueda de recursos para solucionar los conflictos y superarlos. CULTURA: Adquieren conocimientos con espíritu crítico para interpretar la realidad. LIBERTAD: Para gozar de ella son necesarios los valores antes citados. FELICIDAD: Es el objetivo final. Formar personas con estabilidad emocional y madurez suficiente para ser FELICES Y LIBRES. Hay clase de lunes a jueves, aunque se aprende en cualquier momento y ante cualquier circunstancia durante toda la semana. Las materias son actividades que parten de las necesidades, las propuestas y los deseos dialogados entre niños y adultos. Se conecta el saber y la ciencia con el placer por conocer y la vida en común. No hay horarios fijos, ni aulas-cajones, ni grupos cerrados... No hay rutina escolar, es una casa viva, donde se realizan las actividades propias de un hogar. La edad del alumnado oscila entre los 2 y los 16 años, pero también hay chavales especiales de más edad. Son niños que aprenden sus diferencias y construyen allí su ser, durante toda su estancia, sea diurna o nocturna, sea activa o de ocio Los profesores son mediadores: dejan que la propia vivencia construya el aprendizaje del niño y se retiran a tiempo cuando la experiencia lo está haciendo. Median y a la vez facilitan que el niño pueda aproximarse a la vivencia. Observan y lo acompañan durante este proceso. 23 Experiencias actuales 4 Otra propuesta La red internacional de escuelas democráticas Ivan Illich y la sociedad desescolarizada “Creemos que en cualquier medio educativo, principalmente en las escuelas, la gente joven tiene derecho a formar parte de la organización, a participar en el proceso de toma de decisiones, y a controlar y gobernar si es necesario.” La Red Internacional de Escuelas Democráticas es un conjunto de escuelas, organizaciones e individuos independientes entre sí que defienden las siguientes ideas: – Confianza y respeto hacia los niños y las niñas – Igualdad de status entre los niños y los adultos – Responsabilidad compartida – Libertad para elegir actividades – Gobierno democrático y conjunto entre niños y adultos, sin necesidad de ayuda o guía de un sistema supuestamente superior Actualmente hay 208 escuelas y organizaciones en más de 30 países de todo el mundo. Entre ellas hay escuelas públicas, privadas, movimientos de educación en casa, pero todas ellas tienen una visión democrática, alternativa y transformadora de la educación y de la realidad. En el estado español se encuentra la organización “Ojo de Agua, Ambient Educatiu” en Orca (Alicante). Desde 1993 se celebra anualmente la Conferencia Internacional de Educación Democrática, a la que asisten profesores, padres y estudiantes de las diferentes Escuelas Democráticas del mundo y en donde se intercambian ideas y experiencias. Cada año la Conferencia es organizada por una escuela u organización educativa diferente con total autonomía en cuanto a duración, participantes, alojamiento y estilo. “...para la mayoría de los seres humanos el derecho a aprender se ve restringido por la obligación de asistir a la escuela.” “Al alumno se le “escolariza” de ese modo para confundir enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con educación, diploma con competencia y fluidez con capacidad para decir algo nuevo.” Ivan Illich (Viena, 1926 – Bremen, 2002), pedagogo y filósofo austriaco, se consagró a la crítica radical de las instituciones sociales, entre ellas la escuela. En 1961 fundó el Centro Intercultural de Documentación de Cuernavaca (México), lugar de encuentro para pedagogos de todo el mundo. Entre sus obras sobre pedagogía figuran títulos como La escuela, esa vieja y gorda vaca sagrada: en América Latina abre un abismo de clase y prepara una élite y con ella el fascismo (1968), Una sociedad sin escuela (1971), y La sociedad desescolarizada (1978). Illich, siguiendo las huellas de Everett Reimer (La escuela ha muerto) y las teorías de la escuela alienada, argumenta que ninguna de las instituciones tradicionales de la sociedad industrial se adecua a las necesidades reales de 24 las personas, por lo que es necesaria una revisión de todas ellas, empezando por la más perniciosa: la escuela. La educación sostenida institucionalmente por la escuela tradicional se ha convertido en una mercancía carente de valores éticos y concebida únicamente como un hábil instrumento para la formación de escolares utilitaristas y competitivos. Para poner fin a esta situación Illich propone el aprovechamiento de otros “canales del saber” que sirvan de alternativa a la escuela institucional. De ahí surge su propuesta pedagógica más revolucionaria, la “desescolarización”, que comienza por establecer que la mayor parte de los conocimientos útiles para un individuo de la sociedad contemporánea se adquieren fuera de la escuela, es decir, en contacto directo con el entorno familiar, las experiencias sociopolíticas y las vivencias culturales. Para alcanzar una verdadera educación Illich propone fomentar el aprendizaje informal y potenciar la creatividad del individuo dentro del entorno social en que se mueve, sin someterlo a los rígidos estamentos de la escuela institucional. Sería necesario, por tanto, crear tramas educacionales que aumenten las posibilidades de aprender, compartir e interesarse, que sean la antítesis de la institución escolar. 25 0. ALGUNOS PROBLEMAS INICIALES BIBLIOGRAFÍA CARRASQUER, FÉLIX. Una experiencia de educación autogestionada. Barcelona, 1981 CUEVAS NOA, Fr. José. Anarquismo y educación. La propuesta sociopolítica de la pedagogía libertaria. Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo. Madrid, 2003 FERRER Y GUARDIA, F. La escuela moderna. Júcar. Gijón, 1976 FERRER, SOL Vida y obra de Francisco Ferrer. Luis de Caralt Editor. Barcelona, 1980 GARCÍA MORIYÓN, FÉLIX Del socialismo utópico al anarquismo. Editorial Cincel. Madrid, 1985 Escritos anarquistas sobre educación. Madrid, Zero ILLICH, IVAN La sociedad desescolarizada. Barral. Barcelona, 1974 MARTÍN LUENGO, JOSEFA “Colectivo Paideia” La Escuela de la Anarquía. Ediciones Madre Tierra. Madrid, 1993 26 Paideia, 25 años de Educación Libertaria. Manual Teórico – Práctico. Ediciones Villacañeras. Madrid, 2006 MELLA, RICARDO Divagaciones sobre la enseñanza. http://www.antorcha.net/biblioteca_ virtual/pedagogia/mella/caratula.html NEILL A. S. Summerhill. Fondo de Cultura Económica. Madrid, 1963 Hablando sobre Summerhill. Editores mexicanos unidos. México, 1975 Hijos en libertad. Gedisa. Barcelona, 1976 POPONOE, JOSHUA Summerhill. Una experiencia pedagógica revolucionaria. Editorial Laia. Barcelona, 1973 REIMER, EVERETT La escuela ha muerto. Alternativas en materia de educación. Barral Editores. Barcelona, 1973 SAFÓN, RAMÓN La educación en la España revolucionaria. Ediciones La Piqueta. Madrid, 1978 TOLSTÓI, L. N. La escuela de Yásnaia Poliana. http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/ pedagogia/yasnaia/indice.html TOMASSI, TINA Breviario del pensamiento educativo libertario. Ediciones Madre Tierra. Móstoles, 1978. Cuadernos de Pedagogía. Julio/agosto 1975. Dosier Freire -Illich Cuadernos de Pedagogía. Nº 341 diciembre 2004. Otras escuelas. Otra educación Cuadernos de Pedagogía nº 313, pp. 47-78. Contreras, José (2002) “O Pelouro. Una escuela para toda la infancia”. No resulta sencillo presentar un modelo de una persona que intenta educar desde una opción libertaria. No es que falten referencias en un pasado lejano y próximo, pero sí que existen algunas condiciones especiales en la actualidad que dificultan llevar adelante una práctica libertaria. Dos son las que me parecen más importante. Por una parte podemos mantener que la ideología libertaria sigue viva y presente en nuestra sociedad, pero no de una manera coherente y compacta, sino dispersa en multitud de manifestaciones que no guardan mucha relación entre sí, excepto ese aire de familia libertaria que las identifica. En esa dispersión resulta especialmente complicado precisar con mayor detalle lo que sería esa persona libertaria dedicada a la educación, sobre todo porque alguno de los modelos más claros no proceden de personas estrictamente libertarias, sino más bien de marxistas “democráticos”, aunque ese término tenga algunas contradicciones intrínsecas que no puedo analizar aquí. Por otra parte, a diferencia de lo ocurrido hace casi un siglo, en estos momentos la educación ha sido absorbida casi íntegramente por el estado. Las instituciones privadas que se dedican a la enseñanza suelen ser menos progresistas y estar más al servicio de la clase dominante que la propia educación estatal, aunque sea necesario hacer importantes matizaciones a EL PROFESOR LIBERTARIO Félix García Moriyón Ponencia presentada en el I congreso de la Federación de Enseñanza de la CGT Valladolid, 1996 ambas afirmaciones. Falta una amplia red de escuelas o ateneos libertarios en los que la pedagogía libertaria fuera algo más que una reflexión teórica. No es de extrañar que muchos de los que nos consideramos profesores libertarios nos veamos obligados a hacer compatible esa definición con la condición de funcionarios del estado. Es cierto que el estado actual no es ya la máquina de opresión que era en los inicios del pensamiento y la práctica anarquista, pero no deja de ser un estado y no conviene nunca olvidar que en el seno de la escuela pública nunca va a ser sencillo —quizás nunca sea posible— profundizar en prácticas pedagógicas libertarias. El sistema está en última instancia, al servicio de quien está. Lo que acabo de mencionar debe ser completado con una aproximación dialéctica al mundo de la escuela formal. Debemos huir de cualquier interpretación reduccionista acerca de la función que la escuela formal desempeña en la sociedad. De hecho, esta se ve siempre sometida a dos imperativos contradictorios, como ha señalado algún autor. Sin lugar a dudas, como ya he mencionado, la escuela funciona como un mecanismo de selección para acceder a los diferentes puestos de una sociedad basada en la jerarquización y, al mismo, tiempo como un mecanismo de potente socialización. A la vista de los datos de que disponemos, es posible mantener que esa función de selección consiste sustancialmente en dar legitimidad a una se- lección que ya se ha realizado previamente, por más que el sistema insista una vez tras otra en la igualdad de oportunidades. Igualmente, sin negar otras importantes contribuciones, la escuela formal contribuye poderosamente a inculcar en los niños y adolescentes los valores establecidos y, entre ellos, el valor de la sumisión al orden existente y a las jerarquías que lo defienden. Dicho con más sencillez: la mayoría de los niños aprenden en la escuela a pasar por el aro. Pero decir solamente eso es contar solamente la mitad de la película. La escuela es igualmente uno de los ámbitos en los que se dan con mayor fuerza los esfuerzos de los seres humanos por alcanzar una educación universal que les permita enfrentarse en mejores condiciones a los múltiples y sinuosos mecanismo de opresión. En ese sentido, sus contribuciones han sido muy importantes como lo muestra el incremento sustancial de la capacidad de la población por entender y criticar el mundo que les rodea. Al mismo tiempo, en las escuelas, cumplidas determinadas condiciones, se pueden dar y de hecho se dan condiciones de convivencia que son radicalmente solidarias y democráticas, mucho más que en cualquier otra institución. Por último, pero no menos importante, la escuela formal es un ámbito adecuado y eficaz para luchar contra la ignorancia que es el alimento de la esclavitud. Teniendo en cuenta lo anterior, no hay lugar ni para un optimismo ingenuo ni para un pesimis27 mo desesperanzado; como decía Umberto Eco en el título de uno de sus libros, no tenemos que ser ni apocalípticos ni integrados, sino mantenernos siempre en esa zona intermedia en la que es posible hacer más cosas de las que el poder dominante cree aunque menos de las que nuestras ilusiones transformadoras nos hacen creer. Porque es posible mantener la ilusión sin ser un iluso, me aventuro a señalar algunas características que me parecen decisivas y en las que es posible encontrar una propuesta alternativa con un claro sello libertario. Aunque mayoritariamente estoy pensando en las personas que nos dedicamos a la educación formal, y más en concreto en la estatal, todo lo que a continuación voy a exponer son unos principios generales que, con las adecuadas matizaciones, puede y debe ser llevado a la práctica en todo tipo de ámbito educativo: educación formal, no formal e informal, y educación en ámbitos específicos como pueden ser educadores sociales, educación especial... 1. PROFESIONALES COLABORATIVOS Es antigua la adecuación entre saber y poder; aquellos que más saben en un campo concreto disponen inmediatamente de un poder sobre las demás personas que se ven obligadas a depositar su confianza en esos expertos. Los ejemplos son muy numerosos y van desde los médicos que nos atienden en caso de enfermedad hasta 28 el mecánico que nos arregla el coche, pasando, obviamente, por los profesores que se hacen cargo de la educación de nuestros hijos o de nosotros mismo. El progresivo incremento de las conocimientos y de la complejidad de la sociedad en la que vivimos no ha hecho más que acentuar esa relación entre poder y saber, con los inconvenientes añadidos del exceso de especialización. Por centrarme en el ámbito de la enseñanza, al que debo dedicar mi atención, no hace ni 30 años una persona podía acceder a la posición de maestro habiendo terminado el bachillerato elemental y habiendo seguido una formación de un par de años. Todo el mundo sabe que esto ya no es así, pero además todo el mundo sabe que se ha producido una especialización que afecta a todos los niveles educativos, incluidos los de la educación infantil y primaria. La tendencia está lejos de haber terminado; la sensatez hace prever que, una vez superadas las inercias y otros bloqueos menos presentables, avanzaremos hacia un cuerpo único y se exigirá al profesorado cada vez mayor formación hasta llegar a la titulación universitaria y, por descontado, la formación y renovación permanentes. Toda persona que posee un poder específico tiene una marcada tendencia a conservarlo y utilizarlo con excesiva frecuencia en su propio beneficio. Una clara manifestación de esto es la utilización de un lenguaje esotérico, sólo comprensible por los propios detentadores de ese saber. Con frecuencia los médicos ocultan su ignorancia recurriendo a pomposos nombres griegos con los que impresionan a su sufridos pacientes, o los abogados hacen uso de una jerga indescifrable que nos obligará a acudir corriendo a pedir su ayuda si no que- remos ser arrasados por el abogado de la parte contraria. Al mismo tiempo recurren al sencillo expediente de no proporcionarnos toda la información de la que disponen para que de esa manera tengamos que ponernos en sus manos en futuras ocasiones, o para poder ocultar los verdaderos motivos, que no razones, que les llevan a tomar una determinada decisión; sus decisiones, basadas en tan sólidos y exclusivos saberes, no podrán ser discutidas por los profanos en la materia. A mayor abundancia, procuran hacerse imprescindibles y, además, hacen valer su saber muy por encima de sus méritos reales. Para evitar cualquier tipo de problemas, desarrollan un marcado sentido corporativo y hacen causa común cada vez que alguna sufrida víctima de sus más que discutibles decisiones intenta demostrar la responsabilidad del experto. Ya he dicho que se trata de una tendencia, aunque dada la frecuencia con la que se produce, más bien podemos pensar que es una característica indisoluble de los profesionales en esta sociedad. Los rasgos que acabo de mencionar pueden aplicarse fácilmente a los profesores en la enseñanza. Poseemos, sin duda, un saber muy superior al de los que acuden a solicitar nuestros servicios, sean estos los propios niños o sus padres o tutores. Aunque la educación no ha desarrollado un vocabulario excesivamente técnico, no dudamos en refugiarnos en una terminología administrativo-burocrática que puede ser bastante frustrante para nuestros clientes habituales, más todavía si se trata de los niños. Procuramos mantener una autonomía absoluta en la toma de las decisiones, recurriendo con frecuencia a pomposas justificaciones como la calidad de la enseñanza o el futuro bienestar del alumnado para encubrir motivaciones bastardas, como no movernos de la silla o librarnos de un alumno que nos resulta incómodo. Y para completar, nos dejamos llevar por el corporativismo más cerrado cuando alguno de nuestros colegas es pillado en un renuncio. Es cierto, sin embargo, que la educación por su propia definición nos obliga a distanciarnos de algunas de las tendencias más perversas de esos profesionales expertos. Nuestra obligación primaria es que nuestros alumnos alcancen la plena autonomía y lleguen a pensar por sí mismos, aunque no siempre contribuimos claramente a eso. Al mismo tiempo la desigualdad en el saber, como ya ampliaré más adelante, no es tanto un cimiento sobre el que asentamos nuestro control cuanto una condición necesaria de la propia práctica pedagógica; debemos además transmitirles el saber que poseemos, proporcionándoles las claves que les permitan hacer un uso significativo de ese saber. Por último, la labor educativa es algo que se debe llevar adelante en estrecha colaboración con la familia, lo que también provoca el que, como ya he mencionado, sea muy difícil el refugiarnos en un vocabulario críptico que mantiene a distancia a las personas con las que nos relacionamos. No obstan- te hay que insistir en que tenemos más o menos los mismos defectos que cualquier otro profesional y nos regodeamos en esa especie de poder omnímodo que poseemos cuando nos encerramos en un aula con un grupo de alumnos normalmente indefensos. De alguna manera, el papel del profesor libertario se define partiendo del negativo de la imagen del experto que acabo de esbozar. Practica justamente los rasgos contrarios y estarás aproximándote a una práctica profesional coherente con unos principios libertarios fundamentales y recuperando para la educación el papel liberador de los seres humanos que nunca debe perder. Ahora bien, es posible también avanzar un poco más en las características que debe cumplir ese profesional colaborativo que estamos proponiendo para lo que hace falta resaltar algunos rasgos positivos. Uno de estos rasgos es el de estar permanentemente atentos a las necesidades del colectivo con el que trabajamos. El gran error de todos los expertos es que suelen estar enfrascados en sus propios problemas e intereses y nunca son capaces de entender cuáles son realmente las necesidades de las personas a las que se supone que deben ayudar. En nuestro caso, hay una excesiva tendencia a subordinar toda nuestra práctica a unos objetivos educativos y a unos programas diseñados de forma genérica por las autoridades administrativas. Debido a eso es fácil que nos olvidemos de quienes son los auténticos protagonistas del proceso y a quienes debe servir primariamente la educación: los propios niños con los que estamos trabajando. A ellos hay que escuchar, y sus propios deseos, intereses, problemas, son el punto de partida sobre el que debe ser edificada la labor educativa. Y lo mismo se puede y se debe decir de los deseos, intereses y problemas de las familias con las que esos niños conviven, y de la comunidad a la que pertenecen, aunque familias y comunidad van siempre después de los propios niños. Y obsérvese además que he mencionado que esos deseos e intereses son el punto de parti- da, lo que no significa que sea lo único que debemos tener en cuenta ni tampoco el punto de llegada. Los niños no son ni mejores ni peores que el ambiente en el que están creciendo, por lo que sus intereses pueden ser muy poco presentables: excesivamente pobres, cargados de prejuicios, sesgados por un individualismo egoísta y mezquino, vulgares y acomodaticios... En todo caso es su propia vida la que está en juego y tienen derecho a que su punto de vista sea tenido seriamente en cuenta. El segundo rasgo sobre el que quiero llamar la atención es el de la necesidad de que nuestra actividad 29 pedagógica conceda especial prioridad a proporcionar a los alumnos los instrumentos con los que van a poder elaborar por sí mismos un proyecto original e irrepetible de vida significativa, el proyecto de su propia vida. No basta con apelar a la colaboración de los interesados para después regodearnos en su incapacidad de proponer nada realmente serio. De todos es sobradamente conocido el famoso proverbio de que hay que enseñar a pescar, y de eso se trata en este caso. La única manera de que los propios interesados sean protagonistas de su educación y puedan colabora activamente es que no sólo no les ocultemos las claves que les permitan asumir ese protagonismo, sino que debemos positivamente colaborar a que se apropien de esos instrumentos imprescindibles. Todo lo demás será una pequeña o gran estafa que apenas podremos ocultar apelando a que cuando se les deja actuar no saben hacerlo, de donde pasamos inmediatamente a resaltar la necesidad de que se pongan obedientemente en nuestras manos. 2. PROFESIONALES REFLEXIVOS Y CREATIVOS Dada la preparación que el profesorado hemos recibido en nuestro proceso de formación para acceder a la educación, es relativamente sencillo que nos convirtamos en unos técnicos más o menos cualificados cuya única función es interpretar adecuadamente las directrices elaboradas por los expertos en el marco específico de nuestra aula 30 o nuestro centro escolar. El profesorado de infantil y primaria recibe una educación de grado medio, es decir la de una persona a la que no se le va a exigir un especial nivel de responsabilidad en la configuración de su propia actividad, algo que ocurre en todas las actividades en las que podemos encontrar técnicos superiores y medios, como pasa con la arquitectura, por ejemplo, actividad en la que al aparejador sólo se le va a exigir que aplique adecuadamente lo que el arquitecto ha decidido. Al profesorado de enseñanza secundaria se le exige una formación superior, pero, como no se le dota de ningún conocimiento pedagógico general, su capacidad creativa se reduce al ámbito específico de su disciplina. El hecho de que una parte cada vez mayor de la educación formal esté absorbida por el estado no hace más que acentuar esa concepción del profesorado. Toda la maquinaria burocrática del aparato estatal se basa en algunos principios básicos, entre los que destaca el de jerarquización y obediencia al nivel superior de mando. En la enseñanza privada se da idéntica exigencia de obediencia, aunque las motivaciones sean diferentes; el profesorado debe cumplir estrictamente las líneas globales señaladas por un proyecto educativo de centro en cuya elaboración normalmente no ha participado. Basta con fijarse en el funcionamiento efectivo de la inspección educativa para comprobar ese marcado sentido burocrático jerarquizado y esa reducción de los profesores a meros ejecutores de grandes proyectos educativos. En el mismo sentido funcionan las direcciones de los centros de enseñanza públicos, que deben asumir cada vez más el papel de garantes en el centro del cumplimiento del ordenamiento legislativo de la educación. La educación, sin embargo, es un trabajo de gran nivel de complejidad. Más de uno defendería, como hago yo, que dar clase es un arte para el que es imprescindible dominar adecuadamente los procedimientos técnicos de los que depende su ejecución, pero que no se agota en absoluto en esos procedimientos técnicos. Exige una actividad permanente de alto nivel en la que, sin desconocer en ningún caso los grandes objetivos propuestos por la sociedad o la comunidad educativa, la tarea fundamental consiste en recrear esos objetivos para que sean significativos para las personas con las que estamos trabajando. La calidad de la relación pedagógica depende, por tanto, más que nada de la habilidad con la que sepamos ser sensibles al contexto específico en el que movemos, descubramos, como ya decía antes, sus propias necesidades y expectativas y sepamos aplicar en cada caso los procedimientos más adecuados. Al igual que pasa con todo arte, o toda actividad de alto nivel de reflexión, seguir rígidamente las directrices técnicas sólo nos permite, en el mejor de los casos, no hacer mucho daño a nuestros alumnos, pero desde luego no nos permite que esos alumnos encuentren lo que a ellos les está haciendo falta para desarrollar al máximo todas sus posibilidades. Debemos ser, por tanto, profesores reflexivos y creativos. Tenemos que reflexionar constantemente sobre nuestro trabajo y esa reflexión no se agota en buscar los medios más adecuados para cumplir unos fines determinados marcados por otras personas, sino que debe llegar a los propios fines que la educación se plantea. Cuando entro en el aula, no tengo que pensar en cómo voy a conseguir que mis alumnos alcancen el nivel fijado en un diseño curricular previamente fijado, sino más bien debo pararme a pensar en cómo reconstruyo los fines u objetivos que están presentes en el curriculum para que se adapten de la mejor manera posible a lo que ese grupo de personas con las que estoy trabajando necesita. Como es lógico, la reflexión incluirá inmediatamente los medios que voy a tener que ir aplicando en cada momento y será entonces cuando toda mi formación técnica resultará imprescindible. Y hay que ser también creativo en el sentido de estar abierto a nuevas posibilidades, en mostrar la suficiente flexibilidad práctica y teórica como para cada contexto determine lo que debe ser hecho. Los criterios de tipo universal que orientan nuestra actividad no se pueden convertir nunca en un corsé rígido en el que es preciso encajar a todos y cada uno de los niños; el proceso es más bien el inverso: nuestro respeto riguroso y permanente a lo que de original y único hay en cada alumno y cada grupo, es lo que hará posible que esos niños, en su propio desarrollo, lleguen a desarrollar su propio proyecto personal de vida en las mejores condiciones, convirtiéndose así en punto de referencia con valor de universalidad. Es un hecho el que en las ultimas décadas se ha ido insistiendo cada vez más en esta dimensión reflexiva y creativa del profesorado, totalmente coherente con lo que decía en el apartado anterior del profesional colaborativo. Es más, como algunos autores señalan, no es posible llevar adelante lo que plantea la nueva ley general de educación si no contamos con profesionales del tipo que aquí estoy intentando describir sumariamente. Una de las contradicciones más graves de esta nueva ley que se encuentra en proceso de aplicación es precisamente el de no haber sentado las bases materiales y organizativas adecuadas para que ese modelo de profesorado que está exigido por las grandes líneas teóricas pueda darse. De entrada se ha es- camoteado una vez más la exigencia de un cuerpo único de enseñantes y se ha consagrado que sólo es necesaria esa titulación media en los niveles infantil y primario. Pero es que tampoco se recoge de forma adecuada en los horarios y en los planes de formación permanente algunas exigencias que plantea el querer contar con profesionales altamente cualificados. No tengo muy claro de todas formas que todo el problema proceda de las altas instancias ministeriales. Es cierto que cualquier persona que se dedica con rigor a la educación se ve rápidamente abocada a este tipo de práctica de alto nivel y no pondrá más limitaciones a su ejercicio que las que le vengan impuestas por la escasez de medios o por el número de alumnos. Sólo si trabajamos de esa manera, alcanzará nuestro propio trabajo los niveles de sentido que lo convierten en algo estimulante y creativo para nosotros mismos. Sin embargo no podemos nunca dejar de lado las enormes ventajas que pude suponer para muchas personas el quedarse meramente en el nivel de técnicos que se limitan a aplicar sin reflexionar demasiado en lo que están haciendo. Nuestro nivel de exigencia cotidiano disminuye, si bien es cierto que pagamos el precio de ejecutar un trabajo que va convirtiéndose en rutinario y va perdiendo sentido para nuestro propio proyecto personal de vida. También tiene la enorme ventaja de que podemos echar siempre la culpa de lo que ocurre a agentes externos, bien sea el ministerio de educación correspondiente, bien sean los propios alumnos o sus familias. Al exigir, por tanto, que una persona dedicada a la enseñanza sea una profesional creativa no sólo contamos con las resistencias de las autoridades académicas, sino también con las de muchas personas que actualmente se dedican a la educación. 3. AUTORIDAD SIN PODER Uno de los núcleos del pensamiento libertario es la crítica radical a los mecanismo de opresión, al ejercicio del poder que corrompe a los que lo aceptan. De hecho, la palabra que en su origen definió con mayor fuerza al movimiento libertario fue la de anarquismo, que se puede utilizar tanto o más que la de movimiento libertario; y cualquiera sabe que anarquismo significa ausencia de poder. La lucha constante por conseguir ser libres y solidarios dirige gran parte de sus más acertadas críticas a todos los mecanis31 mos de opresión que fomentan la sumisión entre los seres humanos. En este mundo hay esclavos porque hay amos, pero también hay amos porque hay esclavos y es contra esa situación de sumisión y opresión contra la que tenemos que combatir sin tregua. Conseguir que nuestros alumnos lleguen a ser personas capaces de pensar por sí mismos, de forma crítica y creativa, en colaboración y diálogo con sus propios compañeros, es un objetivo prioritario de la relación pedagógica. Dado que los medios deben ser siempre coherentes con los fines, la libertad sólo puede desarrollarse a través de la libertad. Es cierto que la relación maestro-alumno tiene unas características específicas que hacen especialmente difícil ejercerla en condiciones de libertad. Bakunin afirma en una ocasión que la educación consiste en un proceso en el que se empieza por la máxima autoridad y se termina en la más completa libertad. Mientras los niños son pequeños, hay que imponerles determinadas normas que quedan fueran del alcance de su comprensión; pero según van creciendo hay que reconocerles una mayor capacidad de ejercer libremente su propia actividad, hasta terminar en una situación de completa libertad. Aunque haya gozado de gran prestigio en la tradición educativa occidental, y no sólo occidental, creo que esta descripción es sólo parcialmente válida, si bien señala con claridad cuál es el objetivo final: que piensen y actúen por sí mismos. Es también algo cierto que la relación pedagó32 gica es intrínsecamente una relación de desigualdad; es más, sólo es posible en la medida en que se da esa desigualdad. El maestro posee una edad mayor, y con ello una mayor experiencia, y ha alcanzado un desarrollo más completo de todas sus capacidades, aunque nunca debe considerarse a sí mismo como una persona completamente madura. Este es un primer aspecto que debemos tener muy claro: por muy adultos que seamos, siempre debemos estar abiertos a seguir aprendiendo, a madurar un poco más, a descubrir nuevas perspectivas y nuevos enfoques. Es un error de nefastas consecuencias pensar que en un aula sólo los alumnos aprenden y sólo el profesor enseña; más bien la educación es un proceso dialógico abierto, característica que volveré a mencionar en el apartado siguiente. Ahora bien, insisto en esa desigualdad intrínseca. Si yo entro en un aula para enseñar a mis alum- nos, es imprescindible que tome desde el primer momento algunas decisiones y que ejerza una autoridad que pueda servir de punto de referencia al alumnado para que sean capaces de construir su propia personalidad. El maestro nunca es el compañero, ni debe diluir su función en la de la simple compañía o la de mero facilitador que pone a disposición de unos alumnos los instrumentos que estos van demandando para desarrollarse. De lo que ya he dicho antes sobre los profesionales críticos y creativos se desprende con facilidad este necesario ejercicio de la autoridad. Como profesor tengo la obligación de “tirar” de mis alumnos, de “provocarlos”, de plantearles desafíos que les obliguen a sacar lo mejor que llevan dentro y a ir construyendo una vida plena de sentido. La autoridad, por tanto, no tiene nada ver en principio con el poder. Sin embargo, la situación de superioridad que posee todo profesor en el aula por sus conocimientos y su edad, le hace proclive a considerarse investido de un poder especial que le permite tomar todas las decisiones que estima necesarias sin tener en cuenta a sus propios alumnos. Es por eso por lo que la frontera entre el ejercicio de la autoridad y el autoritarismo es siempre una frontera de límites imprecisos y contornos movibles. Es más, casi me atrevo a decir que, en la práctica, y más en concreto en la práctica escolar, siempre que oigo hablar del debido respeto a la autoridad, tengo la sensación de que en el fondo se está apelando a la preservación de los privilegios no justificados del poder, es decir, se está apelando al autoritarismo. Resulta por eso muy prudente mantener una permanente actitud de sospecha respecto a nuestra propia actividad, reconsiderar siempre la posibilidad de que en lugar de ejercer una autoridad que nos merecemos en la medida en que nos la ganamos a pulso, estemos practicando un despotismo más o menos ilustrado. Porque no existe una fórmula mágica que nos pueda decir de antemano cuándo vamos a incurrir en autoritarismo y cuándo vamos a caer en la permisividad, extremos ambos igualmente nocivos. No puedo, por tanto, ofrecer ninguna receta, ninguna técnica, que garantice de una vez por todas la ausencia de autoritarismo en el aula, pero sí se pueden avanzar algunas ideas que deben ser tenidas en cuenta para mantener esa propuesta de educación liberadora que defiendo. Tres cuestiones me pa- recen decisivas en este ámbito. La primera es tener siempre en cuenta que el protagonista del proceso educativo es el niño, no el profesor. La segunda consiste en desarrollar algo que podemos llamar una pedagogía del contrato, en la que profesores y alumnos participan conjuntamente en la elaboración de los contenidos y procesos educativos. Por último, se impone una regulación de la convivencia que incluya la participación del alumnado y que garantice rigurosamente sus derechos, habida cuenta de su específica situación de debilidad en el ámbito escolar. Sin negar que todo proceso educativo es también un proceso de socialización y que en esa medida es necesario transmitir al niño la cultura de la sociedad a la que pertenece, empezando por la propia lengua, el objetivo que considero prioritario es por encima de todo lograr que cada niño pueda desarrollar su propio esbozo de vida personal, dotarlo de los instrumentos que hagan posible que él mismo elija y lleve adelante un proyecto de vida único e irrepetible. Tenemos que partir, por tanto, de los intereses del niño, algo que, por otra parte, sabe cualquier persona que se dedica a la enseñanza y que procura que su trabajo sirva para algo. Partir de esos intereses no significa en ningún caso quedarse en ellos, pues eso limitaría las posibilidades de desarrollo personal de los niños; más bien hace falta, en especial en nuestra sociedad, abrir perspectivas, ensanchar sus horizontes, descubrirles nuevas posibi- lidades que están a su alcance si se esfuerzan por romper con las rutinas establecidas. Al mismo tiempo, respetar esos intereses es dejarles que construyan su propio proyecto que quizás no tenga nada que ver con el nuestro; no pretendo nunca que los niños piensen como yo, adopten una concepción libertaria de la vida o rechacen ciertas pautas de comportamiento que considero negativas. Nada, pues, de adoctrinamiento, algo que siempre puede colarse por la puerta falsa, y mucho menos de ese adoctrinamiento que consiste en convertir nuestras clases en una permanente moralina dirigida a los alumnos, o que incurren en la contradicción de obligar a la gente a ser libres. Ayudémosles a algo tan simple y tan difícil como que sean ellos mismos y sean capaces de construir un mundo en el que quieran vivir. Para ser coherente con lo anterior, hace falta romper completamente una dinámica unilateral en la que es la persona que da clase la que toma todas las decisiones sobre qué y cómo enseñar. Normal- mente, además, y como ya he señalado antes, en realidad ese tipo de persona se limita a imponer un programa o curriculum que le ha venido definido desde arriba por los técnicos expertos que pueblan los despachos del Ministerio de Educación. El programa es utilizado como lecho de Procusto en el que deben caber todos los niños, independientemente de sus necesidades específicas o sus diferentes procesos de aprendizaje. Frente a este modelo descendente de la relación pedagógica, hace falta desarrollar un cierto contrato en el que el alumnado es invitado a participar activamente en la organización de su propio proceso de aprendizaje. Al comienzo de cada curso escolar se discute con los alumnos cuáles son los objetivos propuestos en el nivel y área en el que se está trabajando, cómo se pueden concretar o modificar esos objetivos de tal manera que se adecuen más directamente a algo que pueda ser significativo para ellos, cómo se va a organizar el proceso de aprendizaje, teniendo en cuenta los recursos de que se dispone y los criterios que se van a emplear para evaluar el trabajo que se vaya realizando y para introducir las modificaciones que la práctica vaya exigiendo. El contrato no parte del vacío, sino que se articula a partir de unos datos que tanto los alumnos como nosotros tenemos que tener en cuenta; pero eso es sólo el punto de partida y los límites que señalan el terreno en el que nos vamos a mover. Admitido eso, queda un amplio margen para la discusión y la toma de decisiones, margen que habitualmente no queremos reconocer para no iniciar ese proceso de real participación del alumnado. Es más, incluso los límites nunca están definidos de manera tan rígida como para que no exista un margen de creatividad que nos permita ampliarlos o modificarlos. Un punto crucial en esta propuesta de llegar a acuerdos con el alumnado es el que recoge el arduo problema de la evaluación del proceso de aprendizaje. Cuando nos situamos en el sistema educativo, en la enseñanza formal, todos sabemos que una de las funciones básicas es la de calificar para poder clasificar a las personas y asignarles un puesto en una sociedad jerarquizada. La calificación, con todas sus implicaciones sociales y económicas, sigue siendo el mecanismo básico de poder del profesorado, el último recurso que está siempre presente en nuestras aulas introduciendo importantes distorsiones en la enseñanza. Hay que reconocer esa dimensión intrínsecamente perversa de todo proceso de calificación, pero también hay que 33 reconocer que su superación sólo se podrá producir cuando se hayan superado las causas sociales que la justifiquen. Por otra parte, también es necesario reconocer que, con todas sus limitaciones, el rendimiento académico parece un sistema de selección y asignación de puestos sociales más justo que los empleados en otras épocas. Lo importante en todo caso es introducir en nuestra práctica pedagógica unos modelos de calificación que ayuden a hacer frente a este problema, y eso es lo que se puede hacer en el marco de la pedagogía del contrato: incluir también en ese contrato la calificación y hacer posible que los alumnos participen en su evaluación. No se trata de que los alumnos interioricen procesos de autocontrol que puedan ser tremendamente represivos. Para llevar adelante en buenas condiciones el contrato de calificación, hace falta, en primer lugar, situar la calificación en el marco más amplio de la evaluación. Todos debemos estar siempre interesados en evaluar lo que estamos haciendo, pues sólo así sabremos qué estamos haciendo bien y mal, cuáles son nuestros aciertos y errores, y partiendo de eso podremos hacerlo mejor; calificar es un subproducto distorsionado de ese proceso más amplio que sí es imprescindible en la enseñanza. Se puede y se debe enseñar sin calificar, pero no se puede enseñar sin evaluar. El tercer ámbito en el que el contrato es imprescindible es el que se centra en las normas de conviven34 cia que deben regular el funcionamiento del aula, un lugar en el que obviamente deben surgir desacuerdos y conflictos. También en este caso resulta nocivo reducir esa convivencia a un problema disciplinario que puede ser resuelto con un reglamento de régimen interior decidido por el profesorado, siendo éste el único capacitado para llevar- sus causas y el posible modo de resolverlo; los conflictos se dan en el grupo, afectan a la vida del grupo y deben ser resueltos por el mismo grupo. Sólo en casos muy excepcionales tendría sentido que el grupo apelara a una instancia exterior para que pudiera actuar como mediadora. Por último, al igual que en los otros aspectos de esta peda- lo adelante en el aula. En primer lugar, los estudiantes tienen que participar en la elaboración de las normas que rigen su comportamiento y regulan los conflictos que pueden surgir en el aula; el proceso de elaboración les permitirá tomar clara conciencia de ese tipo de problemas, potenciando así su reflexión sobre los procesos de aprendizaje y sobre las dificultades de la vida social. En segundo lugar, el alumnado tiene derecho a participar en la solución de los conflictos que surgen en el aula. Cuando se plantea un problema, y pueden ser cualquiera el que detecte la existencia de ese problema, hay que discutir en el grupo cuál es el problema, gogía del contrato, se deben cuidar al máximo las garantías de que todos los afectados serán debidamente escuchados, que se tendrán en cuenta los diferentes puntos de vista y que se seguirán adecuadamente las normas propuestas para la resolución de los conflictos. Llegar a un consenso es algo siempre deseable, pero no tanto como para que no quepan en una comunidad las diferencias; son muchas las ocasiones en las que puede resultar preferible no llegar a una única conclusión que pueda suponer la anulación de perspectivas que pueden ser mantenidas con cierto rigor. El contrato pedagógico abarca, por tanto, los contenidos, los pro- cesos, los sistemas de evaluación y calificación y las normas de convivencia. Es una propuesta específica para hacer frente al problema del autoritarismo en el aula y para desarrollar relaciones pedagógicas liberadoras. El contrato se convierte tanto en punto de partida como en punto de llegada de un proceso de aprendizaje. Es punto de partida en la medida en que supone una concepción de la educación y de las personas que participan en las relaciones pedagógicas (profesores y estudiantes) que debe estar presente desde el principio. Ya en los niveles propios de la educación infantil es posible establecer contratos pedagógicos con los niños. Pero es también un punto de llegada; las actitudes y habilidades que son necesarias en una comunidad regida por el contrato no surgen espontáneamente, hay que desarrollarlas y potenciarlas, tarea algo ardua en una sociedad que parece regida por normas diferentes, por más que los sistemas de democracia representativa digan basarse en el contrato social. El profesor no puede, por tanto, ser uno más en este proceso. De él se espera que genere las condiciones que hagan posible que los alumnos se embarquen en esa dinámica del contrato de tal manera que éste vaya enriqueciéndose en la forma y el fondo, en los procedimientos y en los contenidos. Ese es el difícil papel de una persona dedicada a la enseñanza del que vengo hablando en este apartado: debe ser uno más, pero al mismo tiempo no es uno más y para eso deberá siempre ejercer su autoridad sin que esta tenga nunca nada que ver con el poder. 4. SOLIDARIO Y AUTOGESTIONARIO En lógica continuidad con lo que acabo de mencionar, la fórmula más adecuada para evitar cualquier tipo de autoritarismo en la enseñanza pasa por organizar una práctica cooperativa y autogestionaria. Poco más puedo añadir aquí a lo que ya he comentado en el apartado anterior. La solidaridad y la autogestión no se predican, se muestran en la práctica cotidiana, pues sólo pueden adquirirse a través de su ejercicio, siempre y cuando ese ejercicio incluya la reflexión permanente sobre lo que se está haciendo. Se puede entender, por tanto, que la pedagogía del contrato que acabo de esbozar se convierta en eje sobre el que pivota una propuesta de trabajo solidaria y autogestionaria. El contrato pedagógico nos lleva inmediatamente a convertir nuestras aulas en una comunidad de investigación y el centro en una comunidad justa. Transformar el aula en una comunidad de investigación significa romper completamente con el modelo de educación bancaria que denunciaba Freire. Se rompe con un esquema en el cual el profesor es el depositario de un saber que transmite para que sea recibido por el alumnado. Más bien estamos buscando una relación multipolar en la que, como ya he dicho, el profesor desempeña un papel básico, pero no exclusivo ni tampoco cen- tral. Los niños deben darse cuenta de que las relaciones de aprendizaje se desarrollan en diversas direcciones. Por descontado van del profesor al alumno, pero también van del alumno al profesor y lo que es más importante, van de unos alumnos a otros. Y no tenemos que pararnos en las paredes del aula; es necesario transformar igualmente todo el centro en una comunidad justa en la que los alumnos participan directamente en todos los aspectos relacionados con la gestión del centro: discuten sobre la organización pedagógica, participan en la elaboración de las normas de convivencia y en la resolución de los conflictos, intervienen en el diseño del proyecto educativo y en la adecuación de los objetivos generales de la educación al centro específico en el que están aprendiendo. No puedo dedicar más tiempo a desarrollar aquí estas ideas. Lo importante ahora es insistir en que un modelo de vida personal y social basado en al apoyo mutuo no surge espontáneamente. Hay que facilitar su crecimiento y ayudar a que arraiguen las condiciones que hacen posible esas prácticas solida- rias. Eso es algo que se puede y se debe hacer directamente en el aula, pero para ello debemos romper con muchas inercias adquiridas que se basan precisamente en una concepción jerarquizada de la relación pedagógica y del papel del profesor, al que se le atribuye toda la capacidad mientras que se priva de la misma a los niños. El profesor libertario debe, por tanto, fomentar prácticas colaborativas de aprendizaje, generar situaciones en las que los niños se vean animados a trabajar en equipo, aportando cada uno según su capacidad y recibiendo cada uno según sus necesidades. Y esas prácticas y situaciones no es algo que proponemos que hagan los alumnos, sino algo que hacemos nosotros mismos todos y cada uno de los días que estamos en el aula, del mismo modo que mostramos el valor de la solidaridad cuando dedicamos mayor tiempo y energía a aquellos alumnos que tienen mayores dificultades en su proceso de aprendizaje. La apuesta por una pedagogía solidaria y autogestionaria significa también romper con una cierta dinámica que convierte los centros en pequeños reinos de taifas en los que cada uno campa a sus aires sin intentar un trabajo en equipo medianamente creíble. Hay que formar grupos de trabajo con las otras personas que trabajan en el centro con nosotros, realizar proyectos conjuntos de investigación-acción e incidir colegiadamente en la gestión y orientación del funcionamiento del centro, desarrollando hasta el máximo posible formas asamblearias de discusión de problemas y propuestas y de toma de decisiones. El modelo no es algo que sólo sirva en un ámbito, sino que forma parte de nuestra visión del mundo y debe hacerse presente en todas las instancias en las que está implicada nuestra actividad profesional. Primero, por descontado, en el aula con los alumnos. Pero a continuación también en el centro con el resto de los compañeros de trabajo. Y por último, como no podía ser menos, implicándonos en organizaciones de renovación pedagógica o sindicales en las que podemos unir nuestros esfuerzos a los de otras personas que están también esforzándose por mejorar la educación, y contrastar nuestras ideas con las de aquellos que pretenden vincular la transformación del sistema educativo con una transformación más amplia de la sociedad. _______________ Ponencia presentada en el I Congreso de la Federación de Enseñanza de la CGT Valladolid, 1996 35 CONFEDERACIÓN GENERAL DEL TRABAJO www.cgt.org.es www.memorialibertaria.org/pedagogias-libertarias