LA PELIGROSA EXCEDENCIA La excedencia podrá ser voluntaria o forzosa. La forzosa, que dará derecho a la conservación del puesto y al cómputo de la antigüedad de su vigencia, se concederá por la designación o elección para un cargo público que imposibilite la asistencia al trabajo. El reingreso deberá ser solicitado dentro del mes siguiente al cese en el cargo público. Asimismo podrán solicitar su paso a la situación de excedencia – forzosa-, en la empresa los trabajadores que ejerzan funciones sindicales de ámbito provincial o superior mientras dure el ejercicio de su cargo representativo. 46. 4 ET. Excedencia voluntaria: Habrá que estar a lo que se establezca en los convenios colectivos que suelen establecer una gran variedad de supuestos que resulta inabarcable. La norma mínima es la del 46.2. El trabajador con al menos una antigüedad en la empresa de un año tiene derecho a que se le reconozca la posibilidad de situarse en excedencia voluntaria por un plazo no menor a cuatro meses y no mayor a cinco. Este derecho sólo podrá ser ejercitado otra vez por el mismo trabajador si han transcurrido cuatro años desde el final de la anterior excedencia. Hay que tener en cuenta que para la excedencia voluntaria se prevé en la Ley Art. 46. 5. El trabajador excedente conserva sólo al un derecho preferente al reingreso en las vacantes de igual o similar categoría a la suya que hubiera o se produjeran en la empresa. Esto es, que puede encontrarse y de hecho así sucede muchas veces –abundante número de sentencias al respecto-, sin puesto de trabajo al regreso. La amortización de vacantes cuando haya excedentes voluntarios en esas vacantes plantea complejos problemas aparentes, que deben ser enfocados así: la mera existencia de vacante producida por una excedencia no quiere decir que sea aquélla amortizable (así hay que entender la jurisprudencia, según la cual «la amortización no puede perjudicar el derecho expectante de los trabajadores en excedencia», o no hay en rigor vacante amortizable si hay trabajadores en excedencia). Por eso, para «amortizar» en estos supuestos hay que estar a lo que disponen los arts. 51 y 52.c) ET porque en realidad lo que se hace es «despedir al excedente». No cambia esto de signo, pero sí se refuerza una vez que el excedente ha ejercitado su derecho al reingreso. Desaparece entonces todo asomo de duda: la «vacante» no es «amortizable». Antes de concluir el periodo de excedencia, o sin demora en fecha inmediatamente posterior —cualquiera de estas dos posiciones en opinión de M. Alonso Olea es válida según la buena fe pero si el Convenio Colectivo da un plazo anterior o posterior para solicitarlo, habrá que estar al convenio—, debe ser solicitado el reingreso, sin necesidad de ser requerido a tal efecto por el empresario. Solicitado el reingreso y no obtenido por inexistencia de vacante «se mantienen vivas las expectativas de reingreso... [y]... se prorroga indefinidamente la excedencia» hasta que la empresa ofrezca puesto vacante, cuya ocupación, por otro lado, no puede sujetarse a requisitos especiales, ni variar sin motivo las condiciones de trabajo ex ante. Al empresario corresponde la prueba de que la vacante no existe por haber sido legalmente «amortizada» -en cuyo caso habría que haberle notificado la extinción del contrato-, u ocupada por trabajador preferente, o por trabajador designado mediante concurso o pruebas de selección o por ascenso no «fraudulento», o por cualquier otro procedimiento eficaz, puesto que la plaza del excedente voluntario puede desde luego ser cubierta por «nuevo personal» (de otra forma habría una reserva de plaza, sólo propia de la excedencia forzosa), siempre que la ocupación sea anterior a la solicitud legítima de reingreso, sin que, por su parte, este nuevo personal o segundo trabajador pueda ser perjudicado por la decisión en cuanto al excedente, salvo que el reingreso de éste se haya puesto como condición resolutoria en su contrato de sustitución o de interinaje.