LA VIDA EVOLUCIONA EN CICLOS Por Clara Codd ¿Ha observado usted ese hecho universal de que la vida transcurre en forma cíclica, siempre volviendo sobre lo mismo pero a un nivel más elevado? ¿Ha visto usted alguna noche que no esté precedida de otra mañana, o un invierno tras el cual no venga otra primavera? Una noche de descanso y asimilación siempre sobreviene tras un día de actividad, como mismo lo que hacemos hoy es el resultado de lo que hicimos en el pasado y generará lo que nos acontecerá mañana. De este modo, una vida, con todos sus hechos y circunstancias, es el resultado de cuanto dejamos atrás, y el presente es el precursor de los acontecimientos del porvenir. San Clemente de Alejandría escribió precisamente eso. “Cada alma viene al mundo fortalecida por las victorias, o debilitada por las derrotas de su vida anterior. Su lugar en este mundo como vehículo de honra o deshonra, está determinado por sus previos méritos o deméritos. Su trabajo en este mundo determina el lugar que ocupará luego en el mundo.” A veces un alma no se debilita por sus defectos, sino que se fortalece conquistándolos. Toda la naturaleza sigue la misma ley. Durante el invierno, la vida de las flores y los árboles se aquieta, pero está allí presente, aguardando la primavera una vez más. La misma secuencia se observa en la vida de un ser humano. Hay mañana, tarde, noche y madrugada en un día; primavera, verano, otoño e invierno en un año; y también niñez, adolescencia, madurez y vejez en la vida de una persona. Así como regresamos refrescados por el descanso de la noche, igualmente regresaremos llenos de vitalidad juvenil una vez más, en un nuevo cuerpo vital. En el momento adecuado, comenzaremos otro amanecer de experiencias y crecimiento en nuestro nuevo cuerpo joven, pero trayendo con nosotros una nueva mente y corazón que contienen las semillas de cuanto hemos pensado y sentido en el pasado. Un bebé no es una nueva creación. Sociedad Teosófica en América ¿Por qué viene un bebé a nosotros? Porque lo hemos amado y conocido en el pasado, y por eso viene nuevamente bajo nuestro cuidado cuando su cuerpo es pequeño e indefenso. El amor es una poderosa fuerza de atracción que crea lazos que nunca pueden romperse. ¡El odio también los crea! Y ocasionalmente también conforma los lazos de una familia. Lo único en nosotros que no es nuevo porque es inmortal y siempre está en desarrollo, es nuestro ser espiritual. Helena P. Blavatsky dice que las Huestes Angélicas colocan a ese Ser Inmortal en contacto con su nuevo cuerpo en el momento antes del nacimiento para el “despertar”. Y el lazo así formado atrae a la personalidad después de la muerte hacia ese maravilloso plano que llamamos el Devachan, el ʺHogar de los Diosesʺ, o el “Cielo”. Después de un largo período de descanso y cumplimiento allí, el Ser Inmortal enfoca sus miras nuevamente en la tierra y regresa a un nuevo cuerpo, con una mente y un corazón renovados que son el resultado de los anteriores. Los lazos formados con otros egos nunca pueden romperse y nos dirigen a su encuentro una y otra vez. El ciclo más grande de todos es el viaje inmortal del espíritu humano fuera del pleroma divino, como una naciente posibilidad inconsciente, para retornar con plena conciencia y convertido en ʺHijo de Diosʺ. A este ciclo mayor se le llama en las escrituras de la India el Pravritti Marga, el Sendero Saliente o Sendero de Retorno. Platón denominó a este viaje el “Gran Arco”. Todos estamos en este gran Sendero, pero algunos están más cercanos que otros al Sendero del Regreso. En el primer volumen de La Doctrina Secreta, el discípulo le dice al Gurú: ʺPercibo una llama, Oh, Gurudeva, e incontables chispas que brillan dentro de ellaʺ. Esas ʺchispasʺ son nuestros seres espirituales, que nunca han abandonado el ʺEdénʺ, es decir, los reinos espirituales internos, pero han enviado a un limitado representante a reunir los frutos de esos mundos de experiencia. Charles W. Leadbeater solía decir que era como sacar el brazo y recogerlo luego, ¡y que el brazo creyera ser el cuerpo entero! Esa “entrada y salida” es lo que nosotros denominamos una “vida”. El Ser Eterno en nosotros realiza esto durante muchas vidas. ¿Por qué? Porque la posibilidad divina busca el contacto con los planos materiales para desarrollar los vehículos de la conciencia en todos los planos de la Naturaleza. Es este deseo de la posibilidad divina en cada uno de nosotros, de hacer contacto con la materia y los mundos materiales para conquistarlos y comprenderlos, lo que nos lleva a la manifestación. Las ʺchispas” que no se han despegado son inconscientes, nacientes, pero al enviar representantes suyas al plano material, van desarrollando lentamente auto-conciencia y auto-motivación, y un día se convierten en “dioses”, dotadas con los poderes de esa Vida y Sociedad Teosófica en América 2 Conciencia de donde vinieron. Y así nace un ʺHijo de Diosʺ de quien solo parecía ser un ʺHijo del Hombre.ʺ El regreso al hogar, dice H. P. B., se produce ʺprimero por un impulso natural, y después por esfuerzos auto-inducidos y autoconcebidos, según su Karmaʺ. En Las Cartas de los Mahatmas, se nos dice que los Adeptos ʺllegan a ser tales, no que son hechosʺ. Todos somos Adeptos incipientes. En el Sendero Saliente, como dije anteriormente, el ser espiritual desarrolla los vehículos de la conciencia en todos los planos de la Naturaleza. Cada uno de esos vehículos rige en su momento y de esa forma se desarrolla. En el Sendero de Retorno, la naturaleza divina misma comienza a despertar y toma entonces las riendas. Este es ʺel nacimiento del Cristoʺ en nosotros, ʺla esperanza de la gloriaʺ. La purificación y el gradual crecimiento del alma y el cuerpo han preparado el camino para el nacimiento de la conciencia espiritual en nosotros. Ese es siempre nuestro destino final. Como dice San Agustín: ʺFuimos creados para Él, y nuestras almas no reposarán hasta que encuentren su descanso en Élʺ. Estos grandes arcos se denominan en las escrituras cristianas la “Caída” (el descenso a la materia), y la “Redención” (el ascenso al Espíritu). La historia del Edén es una alegoría muy antigua de la evolución de la humanidad. Es mucho más antigua que las escrituras cristianas y que las judías, ya que las imágenes de un hombre y una mujer junto a un árbol al lado una serpiente, se hallaron inscritas en piedras y joyas en las ruinas de la antigua Caldea. La serpiente es un símbolo antiquísimo producto de una evolución anterior y alude a un Iniciado, un “Naga” o serpiente. ¿No le dijo acaso Jesús a sus discípulos que tenían que ser “tan sabios como serpientes?” Tal era la posibilidad divina nacida del Edén y traída bajo la acción de ʺlos pares de opuestosʺ, como el Oriente los llamaría, atraídos para que pudieran comer del árbol del conocimiento bueno y malo, como Occidente lo expresaría. ¿Ha advertido usted ese otro gran hecho que es el incesante intercambio entre los pares de opuestos? ¿Hay algo que no tenga su parte contraria? ¿Y en qué contribuye ello con la humanidad? Su interrelación incesante hace que la auto-conciencia y la auto-motivación evolucionen gradualmente. ¿Por qué? Para que aprendamos a escoger el bien y a rechazar el mal, dice la Biblia. El par final de contrarios son “el bien” y “el mal”, y Dios y el Ser Espiritual están más allá de ambos. Esto significa que este gran ciclo de salida y retorno del espíritu en el ser humano tiene un propósito maravilloso y espléndido. Salimos ignorantes y subdesarrollados, y retornamos llenos de sabiduría y poder, comprendiendo todos los planos de la Naturaleza, y capaces de funcionar en todos ellos. En la Sociedad Teosófica en América 3 historia del jardín del Edén había otro árbol que estaba protegido por un querubín con una espada flamígera. Los querubines simbolizan el conocimiento más elevado (Luz en el Sendero lo llama “el guerrero interno”) y la espada es siempre un símbolo de la voluntad. En el momento adecuado, el “Yo inferior” se unirá al “Yo superior” y alcanzará conciencia de su inmortalidad. Me han preguntado si nuestro libre albedrío es dual. Nuestro libre albedrío se ejercita primero que todo en este plano para obtener cosas para yo temporal, pero a través del mismo crecemos. Cuando nace la conciencia espiritual, nuestra voluntad inferior se convierte en una con la Voluntad Única, la voluntad del Universo. Podemos decirlo en las palabras del poeta Alfred Tennyson: Nuestras voluntades son nuestras, no sabemos cómo, nuestras voluntades son nuestras para hacerlas Suyas. El Cristo llama a la naturaleza humana más elevada “el ángel”, en un hombre que “siempre respeta el rostro de mi Padre que está en el Cielo”. A veces también alude a ese elevado conocimiento como ʺla perla de gran precioʺ que yace profundamente escondida, y hay que cavar muy hondo para encontrarla, porque es lo más preciado que una persona posee. La diferencia entre el descenso del alma (o la caída en la materia) y el alma que retorna, es la misma diferencia que existe entre un bebé recién nacido y una persona adulta. ¿Podemos decir, “por qué tenemos que crecer hasta nuestra estatura y plenitud con tanto dolor y problemas?” Esta es una ley universal en la Naturaleza. Cada forma de vida comienza como algo infinitesimal y la maravilla de ello es que ese principio diminuto encierra toda la promesa y la potencia que se revelan más tarde. ¿Quién podría mirar una bellota y darse cuenta—si no lo sabía ya— que en ella yace el futuro gigante del bosque? ¿Y quién, que vea a un ser humano corriente puede darse cuenta de que allí está un dios naciente en formación? _____________________________ Este extracto, tomado de Trust Yourself to Life, de Clara Codd, fue editado por el Departamento de Educación. Traducción y Redacción: Eulalia M. Díaz Sociedad Teosófica en América 4