Un mapa de la geopolítica de la esperanza Juan Luis Hernández1 México vive una ruptura fundante. Los acontecimientos de la coyuntura (violencia expandida, territorios gobernados por el crimen organizado, familias rotas, sociedad civil movilizada) se entrelazan con procesos estructurales (desigualdad aguda, corrupción e impunidad rapaces, pobreza galopante) dando lugar a un movimiento histórico inédito que le está dando forma a la realidad. Esta ruptura fundante está poniendo a prueba tanto las hegemonías construidas como la fuerza de las resistencias que se le oponen, poniendo de manifiesto un mapa de interacciones que puede provocar un salto en la historia de nuestro país hacia adelante mejorando algunas condiciones de vida, pero de igual forma, el salto puede ser hacia atrás, deteriorando aún más las condiciones en las que el país se debate actualmente. En este contexto en el que nos sobran diagnósticos terroríficos sobre el avance del estado fallido en México, también iluminan nuestra realidad algunos esfuerzos que buscan salidas y alternativas ante el deterioro agudo de las condiciones sociales, económicas, políticas y humanas que vivimos desde hace un par de décadas. Por ello, “Reconstrucción del tejido social: una apuesta por la paz”, libro coordinado por los jesuitas Gabriel Mendoza y Jorge Atilano deberá apreciarse como un mapa que nos acerca a una geopolítica de la esperanza en tiempos de desesperanza. El libro es el resultado de un estudio minucioso de 14 casos en 9 entidades federativas de México en el que la violencia y el conflicto social han sido paradigmáticos. 14 casos que ilustran cómo ha sido posible transitar de la ruptura del tejido social a su paciente, pero consistente reestructuración. Estos casos representan condiciones heterogéneas de territorio, desde el contexto urbano, semi-urbano, campesino e indígena. Cada uno de ellos, con sus particularidades, ha aportado ya una hoja de ruta para salir del infierno que ha supuesto para la vida cotidiana enfrentarse a la desconfianza en las relaciones vecinales, el miedo y terror que supone desafiar a los que dictan reglas del juego por fuera del Estado con las armas en la mano. 1 Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales En esta perspectiva, el libro y los resultados que arroja es un extraordinario “nodo de articulación”. Por un lado, es un “nodo epistemológico”. Frente a las miradas de una mayoría de mexicanos que sólo atinan a concluir que frente a lo que vive el país no hay remedio ni salidas, el libro presenta una epistemología para enfrentar la dureza de la realidad. Los desafíos comprensivos inician con el esfuerzo de visualizar que sí hay salidas ante los escenarios dantescos de la violencia y la connivencia entre el estado y el crimen organizado. Esta epistemología comparte un marco teórico para pensar y diseñar aquello que hace posible sociedades más armónicas y estables, posibilitadoras de humanidad y convivencia pacíficas. En este eje epistemológico se encuentran las explicaciones del porqué de la fractura del tejido social, centrándose básicamente en el papel que han jugado las políticas y culturas neoliberales que han “mercantilizado la vida”. Frente a ello se propone un modelo de reestructuración del tejido social basado en “determinantes estructurales” que darían forma a una utopía del “buen convivir”. El eje epistemológico se complementa con el eje de la “praxis”. Decíamos arriba que el libro es un “nodo” de articulación. Y en tal sentido articula estrategias de intervención en los barrios y los territorios locales que hacen posible la puesta en marcha de políticas desde la base articuladas a otras políticas intermedias y estatales, todas ellas como condición de posibilidad. Los 14 casos son un testimonio de praxis que bien pueden iluminar otros procesos. Así lo atestiguan los obispos de Argentina, Uruguay y Paraguay. Convocados por la Conferencia del Episcopado Latinoamericano para leer mejor la realidad de nuestro tiempo, los obispos del cono sur tuvieron oportunidad de conocer los resultados reunidos en el libro en una presentación que les hizo Jorge Atilano SJ y me confiaron que hasta ahora no habían conocido un trabajo tan preciso para hacer frente a los deterioros que sus propias diócesis ya viven en varios aspectos de la vida social. Dentro de las orientaciones para la praxis, destacan sin duda los determinantes estructurales para recuperar el tejido social: tierra y entorno, gobierno, organización comunitaria, escuela, fiesta, medios de comunicación y tics, iglesia, familia, mercado, trabajo. De ellos, quisiera destacar dos: escuela e iglesia. Desde mi punto de vista, hoy por hoy, las dos instituciones que pueden ser vitales para generar cohesión social en territorios locales son la iglesia y la escuela. Territorialmente hablando tanto la escuela como la iglesia están presentes en los barrios, en las unidades básicas del territorio local. Ambas convocan a los diferentes actores tanto individuales como colectivos que componen el territorio. Ambas tienen una presencia física institucional, autoridades y servicios. Ambas pueden funcionar encerradas en sí mismas, ocupando un predio barrial pero sin tener ningún vínculo con él. Pero en los últimos años hemos podido observar que cuando una escuela tiene en el centro la pedagogía del Aprendizaje Situado, la escuela puede ser luz para el barrio, una respuesta de aprendizajes movilizados en la realidad local. De igual manera, cuando la parroquia vincula su evangelización a los problemas de la realidad local, la iglesia aparece como un actor con credibilidad, autoridad moral y proveedora de sentido comunitario. Tanto la escuela como la iglesia son “estructura de acogida”, constructoras de sentido, vinculantes de esfuerzos, espacios potencializadores. Ambas instituciones, en su presencia local, pueden dinamizar la cultura de la esperanza, una cultura basada en la respuesta humana y solidaria frente a una cultura del despojo, la violencia y la indiferencia. El libro que aquí presentamos también desafía a nuestra Universidad en la manera cómo hacemos para que los estudiantes se relacionen con su y nuestra realidad. Podríamos empezar diciendo que haríamos bien en “destematizar” la Universidad. Estamos llenos de temas, temas que los universitarios tiene que exponer en clase, temas cuya abstracción no alcanza a mover el ánima del alumno. Si “destematizamos” la Universidad daremos un paso muy importante para “problematizar” la realidad. Si nuestros alumnos se acercan a los problemas de la realidad, esos que nos circundan y que forman parte de nuestro paisaje cotidiano, pero que casi no vemos como insumo educativo, y los convierten en objetos de reflexión-acción, la Universidad estará formando en movilizar aprendizajes para actuar en la realidad. Trabajar con “problemas de la realidad” nos hará necesariamente una Universidad que construya “Soluciones Sociales”, esas que urgen en nuestros signos de los tiempos. Esto es lo que el libro “Reconstrucción del tejido social: una apuesta por la paz” genera e interpela. Ojalá este nodo construido no sólo se convierta en una referencia para empezar a mirar la realidad con ojos más esperanzados, sino que genere más y nuevas experiencias de reconstrucción del tejido social que amplíen por miles los 14 casos analizados, y con ello, sembremos una perspectiva más alentadora para nuestro querido país.