Las familias monoparentales en España. - Delimitación conceptual y operativización. Origen y evolución de un concepto impreciso: El concepto de monoparentalidad aparece en los años 70 como critica a la familia nuclear “parsoniana”. Tiene un componente reivindicativo en cuanto a la aceptación social de otras formas de familias diferentes a la formada por una pareja conyugal con sus hijos llamadas familias monoparentales. A lo largo de la historia han existido situaciones hoy englobadas en el término de monoparentalidad (la viudedad, la procreación fuera del matrimonio o las separaciones conyugales.) Las viudas han representado una feminidad casta cercana a la de las religiosas con un elevado prestigio social relacionado con la autonomía económica y personal; en cambio las madres solteras se asocian con el desorden y el descontrol, casi llegando a la prostitución. Algunos rasgos comunes de estos grupos son la carga de los hijos en soledad, a las que se añaden separadas y divorciadas con hijos, constituyéndose así la forma predominante de la monoparentalidad. Se ha llegado a asociar la monoparentalidad a una situación negativa, fuente de problemas y conflictos sociales (fracaso escolar, salud…) Investigaciones recientes demuestran que una importante parte de la población a lo largo de su vida experimenta situaciones de monoparentalidad como hijo o como progenitor. El concepto de monoparentalidad incluye situaciones sociales antiguas (viudas y madres solteras) y nuevas (divorcios). El análisis empírico de la monoparentalidad: Este análisis supone definir los dos aspectos principales de la monoparentalidad que son el hecho de que hay un único progenitor y la carga o dependencia de los hijos. La información empírica utilizada en el caso español se basa en los datos publicados de los Censos de Población, aunque hay que señalar sus múltiples carencias y limitaciones para realizar este estudio (falta de continuidad de las series o de degradación de datos.) El mayor problema de este censo es que no se ajustan a la definición mas aceptada de la familia monoparental, puesto que los núcleos familiares incluyen todos los hijos solteros, cualquiera sea su edad, tanto si son dependientes como si contribuyen a los recursos del hogar o si el dependiente es el padre o la madre. En el censo, el núcleo familiar constituye una unidad básica formada por una pareja, con o sin hijos, o con una persona al menos con un hijo. También figuran en el núcleo familiar todos los hijos solteros, sin importar su edad. La convivencia de hijos mayores con sus padres especialmente con un solo padre puede esconder una situación de dependencia inversa, es decir, de los padres hacia los hijos. El criterio de incluir únicamente los hijos menores de 18 años es el más adecuado para hacer comparaciones internacionales, ya que casi todos los hijos menores de 18 años son inactivos y siguen viviendo con sus padres. Es muy importante destacar los llamados “cohabitantes” o parejas de hecho, que son personas que viven en pareja sin estar legalmente casados. Las estadísticas no siempre recogen las situaciones de hecho, aunque este no es el caso del Censo de 1991, no se descarta que en este se subestime su número. 1 Hogares y familias monoparentales: El término familia encubre una realidad difícil de estudiar empíricamente y es por tanto más impreciso. Los franceses llaman red familiar al conjunto de familias emparentadas con una relación de carácter económico o afectivo y que funciona como sistema de solidaridad. Hasta el Censo anterior a 1981, la llamada “familia censal” incluía a todos los que comparten la misma vivienda. En el Censo de 1991, el INE (Instituto Nacional de Estadística), trata como familia al grupo de personas que residen en la misma vivienda familiar, compartiendo gastos y están unidos por el parentesco (ya sea de sangre o políticos). Si nos situamos en el ámbito de la familia en su sentido amplio, solo podrían calificarse de monoparentales las de viudos; ya que en las otras existen dos padres aunque no convivan. Los hogares pueden ser unipersonales o pluripersonales, formados por personas emparentadas o no, y añadiendo las personas del servicio doméstico y los huéspedes fijos. En el hogar lo fundamental es la puesta en común de los recursos materiales y humanos de sus miembros. - La incidencia de la monoparentalidad en España: Esto significa conocer el número de familias monoparentales y sus primeras características. La fuente principal para este análisis son los Censos de Población y después de estos, la EPA (Encuesta de Población Activa) la cual tiene la ventaja de realizarse cada 3 meses y la desventaja de no estar enfocada al análisis de estructuras y tipos familiares. Siguiendo la practica internacional más extendida y la recomendación de algunos especialistas españoles, se a adoptado como requisito básico para considerar que se trata de un núcleo monoparental, la presencia de al menos un hijo menor de 18 años, junto a su madre o padre sin pareja, excluyendo las parejas de hecho e incluyendo a los casados que no viven juntos. ¿Cuántas familias monoparentales? Más de diez millones de núcleos familiares forman la población española y están constituidos en su mayoría por el 87% de parejas formadas por dos personas casadas, el 2.2% por parejas de hecho, el 11.1% de un padre o una madre sin pareja con sus hijo/s. La media más adecuada de la incidencia de monoparentalidad viene dada por la proporción que los núcleos monoparentales representan el núcleo total de padres con hijos. Los núcleos de hijos de cualquier edad con un solo progenitor representan el 14.6% de todos los núcleos con hijo, el 12.4% corresponden a los núcleos de madre sola y el 2.8% a los padres solo. Los núcleos monoparentales con algún hijo menor de 18 años suponen el 8.6% del conjunto de núcleos con al menos un hijo de esa edad, de los cuales el 7.4% son monoparentales de madre y el 1.4% de padre. Por ultimo, los núcleos monoparentales con algún hijo menor de 6 años representan el 5.5% de los núcleos con algún hijo de esa edad. Hay dificultades para realizar comparaciones con otros países por la diversidad de definiciones de que se refiere tanto a la edad del hijo menor como, a la definición de las parejas. 2 El estado civil: una distinción fundamental. El núcleo monoparental es casi siempre el resultado de una ruptura de la unión anterior, por la muerte del cónyuge (viudos) o separación o divorcio. Sólo entre los solteros con hijos, la monoparentalidad podría representar una opción de vida, aunque en la practica esta situación se nutre sobre todo de concepciones prematrimoniales (en la mayoría de los casos no deseadas), o en el resultado de la ruptura de una pareja de hecho. Distinguir los núcleos monoparentales contribuye a aclarar tanto el análisis de las causas que generan las diferentes situaciones de monoparentalidad, como el de las diferencias que encubre la unificación de situaciones muy dispares en un concepto único. La mayoría de los núcleos monoparentales la forman personas separadas o divorciadas. Entre las familias monoparentales con hijo a cargo menor de 6 años, abundan las madres solteras (38%) y las separadas o divorciadas (53.6%), mientras que el porcentaje de viudos/as es muy reducido. Los padres con hijos menores de 6 años son sobre todo separados o divorciados (más de 2/3), aunque el porcentaje de solteros (22%) es también mucho mas elevado que en el conjunto de monoparentales. La monoparentalidad tiene en España una incidencia relativamente pequeña. En los últimos años, la proporción de familias monoparentales ha aumentado moderadamente. Lo más importante ha sido el cambio de composición interna, con un peso creciente de las madres divorciadas y separadas y una disminución del de las madres solteras. Autonomía o dependencia: los hogares monoparentales. El núcleo familiar monoparental, está compuesto de un padre o una madre con sus hijos. Los causantes de la fragilidad económica de los hogares monoparentales son unos menores ingresos y unas menores economías de escala. La pareja cuenta con la capacidad de trabajo domestico de uno de los dos (generalmente la mujer), cuando existe un único perceptor o con un ingreso adicional si los dos trabajan. Estas circunstancias explican que más del 40% de los núcleos monoparentales vivan en un hogar con otras personas que no forman parte del núcleo. La autonomía de las familias monoparentales es mucho mayor cuando estas proceden de una unión anterior, es decir, viudas y separadas. Los núcleos que forman hogar con otras personas se encuentran en principio en mejores condiciones para afrontar el problema de la compatibilidad entre el trabajo y el cuidado de los niños. Por este hecho es muy importante el papel que desempeñan las abuelas, que permiten que el número de mujeres que trabaje aumente. La convivencia es más fácil en las sociedades tradicionales, a la vez porque es mejor aceptada socialmente y porque las abuelas están más disponibles como amas de casa. - Las características principales de las madres monoparentales. El Censo de Población de 1991 recoge las características básicas de los individuos y de los hogares. Su análisis se ha centrado principalmente en las madres, que representa más del 85% del conjunto de monoparentales. 3 La edad: un indicador complejo. El porcentaje de monoparentales es mayor entre los jóvenes y los mayores, con una distribución por edades en forma de U. Aunque en el conjunto de monoparentales hay una mayoría de madres separadas o divorciadas, entre las más jóvenes dominan las solteras sin pareja, que representan el 90% de las madres monoparentales de 15-19 años y el 60% de las de 20-24 años. En el caso de las viudas y separadas las diferencias que se observan provienen de uno u otro tipo de ruptura. En las monoparentales solteras influyen los embarazos no deseados de las adolescentes. El nivel de estudios: un factor de heterogeneidad. El 59% de las madres con algún hijo menor de 18 años tiene estudios primarios, el 34% a cursado estudios secundarios y el 7.3% ha completado estudios superiores. Las madres monoparentales tienen un nivel de estudios algo más elevado: el 37.6% ha cursado estudios secundarios y el 8.5% ha cursado estudios superiores. El grupo de las monoparentales es disperso: el 76.2% de las viudas sólo tiene estudios primarios, en el caso de las solteras el 48.6% y en el de las separadas un 44.6%. Los datos más positivos los encontramos en las separadas: un 43.7% con estudios secundarios y un 11.7% con estudios superiores. El nivel de estudios alcanzado puede considerarse desde dos puntos de vista: el acceso de las mujeres al mercado laboral o como un indicador del nivel social. Respecto al mercado de trabajo las madres monoparentales por su nivel educativo están en mejores condiciones que las madres con pareja. Analizar la influencia del nivel de estudios sobre la monoparentalidad es complicado porque supone determinar si el nivel educativo está asociado, negativa o positivamente, a la monoparentalidad. - La participación en el mercado de trabajo de las madres monoparentales. La actividad laboral: la lógica de la necesidad. En conjunto, las mujeres en España, tienen una tasa de participación baja, debido a su situación familiar, ya que desempeñan una doble función: la tradicional (como ama de casa) y la más moderna y valorada, de trabajadora en el sistema productivo. En el caso de las mujeres que carecen de pareja, con o sin hijos, se observan unas tasas de actividad por encima de las otras edades. Otro supuesto importante es el de los hijos por el cual las mujeres no pueden ejercer una mayor presencia en el mercado laboral. Las tasas más altas en el mercado laboral de las mujeres monoparentales se dan en el caso de las solteras (sobre todo a partir de 40 años) y en el caso de las viudas, lo que destaca la importancia de la situación de pareja, ya que la pérdida del cónyuge no hace desaparecer del todo su aportación económica. El nivel de estudios influye directamente sobre las tasas de actividad, más elevadas cuanto más alto es el nivel. 4 El paro: menor influencia de la situación familiar. Las tasas de actividad no son del todo exactas porque en ellas se encuentra las personas que están en paro en ese momento. La convivencia con la pareja afecta menos a la tasa de paro que a la tasa de actividad. También es importante la presencia de hijos ya que todas las mujeres jóvenes con hijos tienen tasas de paro más elevadas, vivan o no en pareja. La relación que existe entre el paro y la presencia de hijos puede ser el resultado de un factor común, por ejemplo: el bajo nivel de estudios implica más hijos y por ello menos oportunidades de encontrar trabajo. En el caso de la relación del nivel de estudios con la tasa de paro, la tasa es más elevada entre las mujeres que sólo tienen estudios primarios y menor entre las que han cursado estudios superiores. 5