1 ¿Cómo abordar las problemáticas sociales para poder enseñarlas

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III Jornadas de Historia de la Patagonia
San Carlos de Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008
G.1. La Historia enseñada. Debates teóricos y propuestas didácticas para enseñar y aprender historia
¿Cómo abordar las problemáticas sociales para poder enseñarlas?
Una propuesta desde el trabajo con modelos de análisis.
Autoras:
Laura Mariel Lorenzi (Prof. Geografía, UN del Sur). Pertenencia Institucional: Área de Ciencia Sociales, orientación geografía, IFDC El Bolsón,
lauralore2000@yahoo.com.ar
María Cecilia Mecozzi (Prof. Historia. UNCo). Pertenencia institucional: Carrera de Historia,
Centro Regional Universitario Bariloche. Ex profesora Área de Ciencia Sociales, orientación
historia IFDC El Bolsón. oscaceci@elbolson.com
María Alma Tozzini. (Lic. y Prof. en Ccias. Antropológicas U.B.A.). Pertenencia Institucional: Conicet – Lipat, Facultad de Humanidades de la UNCo. Ex prof. Área de Ciencia Sociales, orientación sociología, IFDC El Bolsón.
almatozzini75@gmail.com
Resumen:
El trabajo que presentaremos, surge de una dificultad en nuestro trabajo como profesoras del
área de Ciencias Sociales del IFDC de El Bolsón: cómo enseñar a conceptualizar lo social,
escapando del sentido común que de manera reiterada y alarmante, se venía “colando”, sin
solución de continuidad, en las producciones de nuestros estudiantes. A partir de esto, decidimos, entonces, no sólo continuar con un programa integrado en área, sino abordar desde la
misma, y teóricamente, el problema que estábamos detectando: La situación ambigua de las
ciencias sociales y la necesidad de detenerse a analizar y reflexionar sobre el sentido común.
Metodológicamente, apuntamos a trabajar con modelos de análisis, de manera de poder conceptualizar con nuestros estudiantes una de las maneras en que las ciencias sociales abordan la
realidad. Decidimos completar el abordaje de lo social que ya veníamos haciendo desde lo
conceptual, hacia su operativización a partir de modelos de análisis. Motivó esta inclusión
poder dar muestras de cómo, a partir de los modelos de análisis se conjugaba lo empírico con
lo conceptual y de qué manera se hacía factible analizar conceptualmente una problemática
social dada. De esta forma completábamos el abordaje de lo conceptual, a partir del trabajo
con modelos de análisis en la convicción, siguiendo a Milton Santos, del movimiento que
permite que los hechos sean mejor comprendidos a partir de los conceptos, y que la teoría sea
perfeccionada a partir de la prueba con la realidad. Trabajamos viendo la ductilidad de los
modelos, su posibilidad, al igual que sucede con los conceptos, de poder reformularlos, ampliarlos, cambiarlos, asumiendo que no pueden existir modelos estáticos para explicar la realidad que está en movimiento.
La experiencia se centró en el análisis del modelo de análisis de la sociedad incaica que formulara J. Murra como “control vertical de pisos ecológicos”. Vimos como otros cientistas
sociales (como por ej, Gerardo de Jong y Andrea Mastrangelo) han tomado el mismo modelo,
haciéndole las modificaciones pertinentes, a fin de abordar otras problemáticas sociales distantes en tiempo y/o espacio. Luego, de manera heurística, propusimos nosotras un modelo de
análisis para el trabajo con una problemática en concreto y planteamos de qué manera dicho
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modelo podía ser refuncionalizado por los estudiantes para ser aplicado a otra problemática
escogida grupalmente. Este trabajo propone una reflexión sobre el recorrido realizado.
Dificultades para explicar lo social y algunos abordajes posibles.
Todos los años comenzábamos la cursada de Ciencias Sociales intentando un acercamiento a
la diferencia entre “hechos”, “datos” y “conceptos”. Apuntábamos a que hechos y datos nos
llevaban a un tipo de conocimiento, mientras que los conceptos, nos permitían una comprensión significativa de la realidad y de los procesos sociales.
Sin embargo, y a pesar de nuestra insistencia en enseñar a través de conceptos y en fomentar
un aprendizaje significativo que luego nuestros estudiantes pudieran estimular, a su vez, como
maestros, los resultados obtenidos a partir de sus producciones, seguían arrojándonos, en el
mejor de los casos, la repetición de hechos, cuando no, análisis desde el sentido común y la
“naturalización” de la realidad.
En nuestra área los límites entre el conocimiento científico y el conocimiento común no son
tan claros como en otras disciplinas, lo que plantea ventajas y desventajas al momento de desarrollar los temas sociales.
El principal riesgo es que la proximidad comunicativa existente entre el resultado de las Ciencias Sociales y el pensamiento del sentido común es que el sentido común resulte dominante
como contenido de la enseñanza. Los docentes de ciencias sociales debemos perseguir la formación de una actitud científica y el aprendizaje sistemático de procedimientos de investigación y validación. “El camino es partir de conceptos, circular a través de la información y
volver a los primeros” (Finocchio, 1993:52).
En consecuencia, la situación es complicada cuando se trata repromover una actitud científica
en la experiencia educativa ya que “lo que hace necesaria a la ciencia, lo que la distingue del
sentido común, es la existencia de limitaciones y de significados sobre y dentro de nuestras
acciones que solemos dar por sentadas. Su revelación exige, por lo tanto, un esfuerzo consciente y deliberado de nuestra parte.” (Gregory, D.1984:122)
Asumíamos, siguiendo a Bourdieu (1999), que el campo científico es un microcosmo social
como los otros, pero a su vez representa un mundo aparte, por estar dotado de leyes propias
de funcionamiento. De esta forma es preciso comprender que el rigor de los productos científicos depende de la independencia que las condiciones de producción, comunicación, discusión y crítica científica sean independientes de las demandas expectativas o exigencias del
mundo social más amplio.
El campo de las ciencias sociales está en una situación muy diferente a la de otros campos
científicos, ya que tiene por objeto de estudio al propio mundo social del que pretende producir una representación científica. Para citar al autor, “cada uno de los especialistas está allí en
concurrencia no solamente con los otros científicos, sino también con los profesionales de la
producción simbólica (escritores, hombres políticos, periodistas) y, más ampliamente, con
todos los agentes sociales que, con fuerzas simbólicas y éxitos muy desiguales, trabajan para
imponer su visión del mundo social (…). Esta es una de las razones que hacen que no pueda
obtener, tan fácilmente como los otros científicos, el reconocimiento del monopolio del discurso legítimo sobre su objeto, que reivindica por definición pretendiendo la cientificidad. Sus
concurrentes del exterior, pero también del interior, pueden apelar siempre al sentido común,
contra el cual se construye la representación científica del mundo” (Bourdieu Op.cit. 113).
De esta forma, el autor sostiene que las ciencias sociales, respecto de su autonomía de poderes
externos públicos o privados, se sitúan a mitad de camino entre dos límites: por un lado los
campos científicos “puros” como la matemática donde sus productores no tienen otros “clien-
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tes” posibles que los propios estudiosos de la disciplina que no están inclinados a aceptar productos sin examen analítico; por otro lado los campos políticos, religiosos y periodísticos
donde el juicio del especialista queda sometido al número (sondeos, plebiscito, cifras de ventas o audiencias, etc.) que otorga al profano el poder de elegir entre productos o cosas que no
está necesariamente en condiciones de evaluar (y tampoco de producir).
De esta forma, las ciencias sociales están en relación con dos lógicas completamente opuestas: la del campo político y la del campo científico. En el campo científico se buscan las
“ideas verdaderas”, las que no se encuentran ni mediante un voto ni mediante una decisión
política, la fuerza de la argumentación depende de los procedimientos de coherencia lógica y
compatibilidad con los hechos. En el campo político prevalece, en cambio la doxa, el sentido
común disfrazado de cientificidad.
Decidimos, entonces, incluir esta problemática en los contenidos del área, de manera de abordarlos desde esta dificultad. Comenzamos por mostrar a nuestros alumnos una de las maneras
en que los cientistas sociales trabajan con la realidad: la formulación de modelos de análisis.
El objetivo no era convertirlos a ellos en cientistas sociales per se, sino poder marcar una diferencia entre la elaboración de un análisis científico de la realidad y uno de sentido común.
De esta manera, convertimos al trabajo con modelos de análisis en el eje estructurador del
programa del área, intentando abordar desde allí los diversos contenidos pautados para dicha
cursada. Desde área de Ciencias Sociales del Instituto de Formación Docente de El Bolsón, el
enfoque interdisciplinar conforma el ámbito de trabajo. Compartiendo un objeto de estudio
único, se realiza la elección de conceptos y ejes temáticos que sean posibles de abordarlos
entre las diferentes disciplinas.
Como uno de los contenidos a desarrollar era la organización del Estado Inca, decidimos trabajar el contenido a partir del modelo de análisis propuesto a tal fin por el antropólogo social
John Murra. Esto nos sirvió no sólo para trabajar “Incas”, sino para poder analizar el modelo
en sí, a la vez que ver cuáles eran los beneficios de trabajar una problemática social a partir de
un modelo, y como los mismos pueden resultar útiles para el estudio de otras problemáticas
distantes en tiempo y espacio. En este sentido, el trabajo realizado sobre la construcción del
ambiente de la sierra peruana en dos momentos, período incaico y etapa neoliberal, permite a
los alumnos comprender la valorización de los recursos que hacen los diferentes actores sociales en el tiempo y conocer el trabajo interdiscipliario a partir de un modelo de análisis que
pueda ser transferible a situaciones áulicas posteriores. Es así que nos dimos el permiso de ver
como dos científicos argentinos, uno del campo de la geografía y otra del campo de la antropología social habían usado el mismo modelo para trabajar otros problemas, como ya dijimos,
distantes en tiempo y/ o en espacio.
Explicitando conceptos y marcos teóricos
Para poder conocer e interpretar el sentido de los procesos actuales de construcción de los
territorios, es necesario comprender las características de la relación entre la sociedad y la
naturaleza en el contexto de la Globalización. Desde este punto de vista los conceptos de ambiente recurso natural, actor social e intencionalidad, aportan a la comprensión de esta compleja relación. “Trabajar con el concepto de recurso natural significa situar los elementos y
funciones de la naturaleza en un contexto social particular, en un uso histórico y en un determinado momento del desarrollo económico y tecnológico de una sociedad dada”. (Gurevich,
1998:3) ¿Cuáles son las condiciones políticas, económicas, jurídicas y tecnológicas que enmarcan las diferentes economías locales y regionales?. Desde la concepción del espacio geográfico como un espacio socialmente construido, son los diferentes actores sociales y sus intereses los que configuran los ambientes. En este sentido el ambiente es una construcción social, que refleja la relación sociedad- naturaleza, a través de la valoración que hacen los dife3
rentes actores sociales, en el proceso histórico, de los diferentes elementos del sistema natural.
El estado ( a nivel nacional, provincial y local), las empresas nacionales y extranjeras a cargo
de la explotación del recurso , los sistemas naturales, los trabajadores, las instituciones públicas y privadas, los diferentes sectores sociales, son los protagonistas, que configuran, en
constante tensión, el ambiente y los conflictos ambientales. Las acciones de los actores sociales no pueden entenderse de modo descontextuado, sino que deben incluirse en el análisis no
sólo los contextos socioculturales y los llamados “climas de época”, sino principalmente las
lógicas y las racionalidades de los modos de producción en la comprensión de diferentes espacios. En este sentido, “las diferentes formas espaciales no son caprichosas ni fortuitas, sino
que hay razones y causas que deben analizarse e interpretarse si se quiere comprender una
configuración territorial”. (Gurevich, 1998: 4)
El proceso de globalización lejos de ser un proceso uniformador, de carácter homogéneo, es un proceso contradictorio, que genera diferencias y desigualdades. En la globalización fluye el comercio, el capital y las tecnologías, pero además están involucradas cuestiones políticas y culturales.
Con el objetivo de promover el desarrollo económico mediante la apertura de las economías nacionales a las fuerzas globales del mercado, el proceso de Globalización se traduce al interior de cada
nación en planes de ajuste, acuerdos rígidos con los organismos financieros internacionales, desempleo, deterioro en los beneficios sociales de amplios sectores de la población y planes de flexibilización laboral (Rofman, 1999). Desde la teoría, en la medida en que los países tengan menor participación en la economía, las fuerzas externas (mercados de las exportaciones, inversión destinada a la
modernización, importaciones que satisfacen la demanda de los consumidores) serán las que dirijan
el desarrollo. De manera que las diversas regiones deben buscar en sus particularidades los recursos
de que disponen, potenciar sus ventajas comparativas, generalmente ligadas a su perfil ecológico,
para convertirlas en ventajas competitivas; tributar al sistema mayor aquello que las hace complementarias, necesarias, funcionales y aun irremplazables (Abínzano, 1998).
Desde esta perspectiva se sostiene que el aumento de las inversiones y las exportaciones es ingrediente esencial del desarrollo. La composición de las exportaciones en Argentina y la mayoría de
los países latinoamericanos, sigue concentrada en recursos naturales. El manejo de los recursos
naturales cobra una dimensión territorial muy significativa que incluye impactos ambientales desfavorables, destrucción de los sistemas naturales, desestructuración de las economías regionales, locales y al callejón sin salida de la producción para el autoconsumo por parte de los sectores sociales
más desprotegidos. Finalmente, diversas consecuencias económicas que van desde las pobres recaudaciones que generan muchos de estos emprendimientos hasta la transnacionalización de la economía. (Manzanal, 1999).
Se advierte que la implementación de estas reformas lejos está de lograr una mejora en la
calidad de vida, sino que, por el contrario, ha incrementado los costos ambientales y sociales
en los que los sectores más pobres y desfavorecidos que son los que sufren los efectos más
duros. El Estado pierde capacidad para regular el uso de su territorio, controlar los impactos
ambientales o manejar la extracción productiva en diferentes áreas.
La pérdida de centralidad implica una enorme cantidad de consecuencias en los diferentes
planos de lo social: la economía, la política, la cultura. Ello es así porque “el Estado- nación
no es sólo una entidad político administrativa, es una instancia de producción de sentido” (Ortiz, 2002, p. 107). Los procesos que afectan a los espacios rurales y urbanos forman parte de
un contexto global en el que tienden a afianzarse grupos de intereses y redes de relaciones
económicas, sociales y políticas de alcance transnacional que tampoco generan aportes significativos para mejorar la calidad de vida de la sociedad local y/o regional.
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Desde esta perspectiva, la opción de un perfil productivo en el marco del desarrollo sostenible se manifiesta como una estrategia que trata de evitar el deterioro medioambiental, social y
cultural de las comunidades locales. Frente a esto, el desarrollo sostenible estaría encaminado
al mantenimiento del espacio de vida cotidiana, a garantizar su supervivencia y permanencia
en un territorio, cuyo entorno medioambiental se trata, en consecuencia, de conservar.
Como se analizará en uno de los ejemplos desarrollados a continuación, la experiencia llevada
a cabo por los campesinos de la sierra peruana, en función de su riqueza cultural, se nos presenta no solo como una alternativa a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, siendo partícipes en la construcción del ambiente, sino también como una proyección a futuro que los
docentes no debemos obviar a la hora de trabajar con las Ciencias Sociales.
El uso de modelos de análisis en Ciencias Sociales
Como ya enunciáramos en el resumen, ante la dificultad que encontrábamos en el trabajo de
nuestros estudiantes, de conceptualizar en Ciencias Sociales, para poder generalizar, nos propusimos completar el abordaje de lo conceptual, a partir del trabajo con modelos de análisis.
Siguiendo a Milton Santos, estábamos convencidas del movimiento que permite que los
hechos sean mejor comprendidos a partir de los conceptos, y que la teoría sea perfeccionada a
partir de la prueba con la realidad. En este sentido concepto y modelo se encuentran en el
mismo nivel en cuanto permiten “el vaivén del hecho simple a la teoría y de ésta, de nuevo, a
lo empírico” (Santos, 1990:81). Trabajamos viendo la ductilidad de los modelos, su posibilidad, al igual que sucede con los conceptos, de poder ser reformulados, ampliados, cambiados,
asumiendo que no pueden existir modelos estáticos para explicar la realidad que está en movimiento. A su vez, debía quedar claro que un modelo es una representación de la realidad (no
la realidad en sí) y que su uso y aplicación se justifica para poder conocerla. Teoría y realidad,
se hallan en un proceso de evolución permanente, por lo que no son posibles modelos congelados aplicados irreflexivamente. Como se verá en el trabajo de Murra presentado a continuación, siempre un modelo de análisis es una hipótesis de conocimiento de la realidad que deberá ser sujeta a verificación (Santos, 1990).
El mundo andino en un modelo. “Control vertical de un máximo de pisos ecológicos”
(John Murra)
“Control vertical de un máximo de pisos ecológicos”, o “control simultáneo de archipiélagos
verticales” es el modelo que John Murra diseñó en la década del ’70 a fin de reflexionar acerca del factor ecológico en el desarrollo de las civilizaciones andinas. Lo movía un doble propósito: aquel vinculado a comprender la estructura andina previa a los Incas, y la situación al
momento de la invasión española. Así, John Murra trabaja el período que va desde 1460 a
1560, amplitud que le permite estudiar la conquista Inca y española, y ver desde allí las modificaciones que va sufriendo la estructura andina por él conceptualizada.
A fin de construir su modelo, Murra se sirve de:
o Crónicas de viajeros
o Archivos: Informes de visitas, Tomo 1 de 1562 de un burócrata español que trata de
entender cómo se organizaba la sociedad Inca
o Referencias del registro arqueológico
o Trabajo de campo.
Respecto de las fuentes utilizadas, podemos decir que tanto en las crónicas de viajeros como
el los archivos que consulta, hay ya un filtro cultural que de alguna manera direcciona la mirada. Si bien es importante haber incorporado a su análisis el trabajo de campo, éste no logra-
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rá recuperar las “otras voces” que, como en la utilización de toda fuente, quedan acalladas.
Sin embargo, creemos que es un modelo lo suficientemente interesante e importante en cuanto
a lo que permite entender de esa realidad y de otras, como veremos.
Volviendo al trabajo de Murra, diremos que logra generar un modelo de análisis potente a
partir de combinar en un único sistema macro económico, el conocimiento y percepción de
los pueblos andinos de múltiples ambientes. Aquí reside la importancia del modelo: frente a la
posibilidad de entender cada “piso ecológico” en sí, logra unir las parcialidades en un único
sistema que se entienda a partir de integrar y hacer dialogar a sus partes.
Así, el autor intenta analizar cinco casos diferentes e hipotéticos que intenta probar a fin de
llevar al límite al propio modelo. De cuatro casos hipotéticos generales deduce un quinto que
le sirve para ver si se invalida el modelo.
Lo que resulta interesante como aporte es la capacidad de unir en un único modelo explicativo
el ideal andino de organización territorial compartido por etnias distantes geográficamente y
diversas entre sí en cuanto a su organización social y política. A su vez resulta interesante
cómo el modelo logra explicar en qué medida el patrón andino desacopla etnias de territorios.
Como mencionamos párrafos arriba, Murra parte de cuatro casos hipotéticos que le sirven
para deducir un último. Los más significativos son los dos primeros, que explicamos a continuación, y que son los que seleccionamos para trabajar con nuestros estudiantes.
El primer caso refiere a etnias pequeñas (2.500 a 3.000 unidades domésticas) que poseen colonias permanentes a fin de controlar recursos alejados de los centros de población. Así, un
determinado centro, enviando colonos (mitmaq) a lugares alejados, se aseguraba la autosubsistencia a partir de controlar los recursos de tales colonias, que, por estar distantes, presentaban otra realidad ecológica, y en consecuencia, otros recursos explotables. De esta manera las
colonias son ocupadas de manera permanente (aunque rotando a sus colonos) a fin de garantizar el acceso a las “islas de recursos”. Cabe destacar que este modelo es dinámico y que son
varios los centros poblados que envían colonos a otras islas de recursos, con lo cual dichas
islas son, en general multiétnicas, encontrándose allí, a fin de explotar sus recursos, colonos
de diferentes centros, etnías y procedencias geográficas. Cabe aclarar, sin embargo, que los
centros no tienen soberanía sobre los territorios intermedios entre cada centro y las islas, y
que los colonos no pierden derechos en sus lugares de origen. Así mismo, en dichas colonias
podían darse pequeñas producciones como confección de piezas de madera, o artesanado especializado.
En el segundo caso, el autor intenta aplicar el modelo a etnias grandes (20.000 unidades domésticas), se refiere a los reinos altiplánicos de la cuenca del Titicaca. Estas grandes organizaciones logran controlar una superficie más amplia, que va desde la costa hasta la ceja de la
selva. Estos reinos logran la auto – subsistencia, y la generación de excedentes a partir de esta
forma de control del entorno.
En síntesis, el modelo de Murra, logra explicar de qué manera poblaciones pequeñas y aisladas geográficamente logran manejar una increíble variedad de recursos.
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Tomado de: Murra John. (1975) Formaciones económicas y políticas del mundo andino. Lima, IEP.
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Análisis de caso: la construcción ambiental de la sierra peruana, entre el pasado y el
presente
La propuesta del recorte temático supone a los alumnos no solo comprender el proceso de
construcción ambiental, sino de poder identificar las posibilidades de mejorar la calidad de
vida de una sociedad que posee una gran riqueza cultural y que en el contexto neoliberal está
sumergida en una crisis estructural, al igual que algunas otras sociedades latinoamericanas.
En este sentido el análisis efectuado por el geógrafo Gerardo de Jong acerca de la sierra peruana fue un pilar fundamental para lograr estos objetivos.
Una pregunta que surge es ¿porqué de Jong analiza esta problemática? El autor claramente lo
explicita: “la intención es mostrar cómo los elementos estructurales y superestructurales del
pasado se plasman en el presente a través de una cultura milenaria que hace del trabajo comunitario su práctica normal de relación con el recurso tierra. Se verá aquí cómo el trabajo comunitario, nacido en un modo de producción que lo tenía como única posibilidad de producir
excedentes, hace posible un tipo de uso ambientalmente sostenible de los recursos tierras y
aguas, a la vez que entra en contradicción con la ideología propia del modo de producción
capitalista” (de Jong 2001:115). Para ello es que analiza las características de los sistemas
naturales de un sector de la sierra peruana, las condiciones agroecológicas actuales de la región, y la crisis en que se encuentra el sector en el contexto neoliberal. Una sociedad que “en
la magia de un modo de producción histórico” consolidó en el pasado una estructura agraria
ecológicamente sustentada con generación de abundantes excedentes en un medio ecológico
frágil a través del trabajo comunitario (de Jong 1001:118).
Ir y venir en el tiempo sobre un mismo espacio, con diferentes categorías analíticas, permite a
los alumnos acercarse a los conceptos de cambio y continuidad, entre otros, de una organización social “curricularmente importante”.
Una de las fuentes “de mayor autoridad en el tema”, que toma el autor para analizar la cuestión, son los estudios del etnohistoriador John Murra , quien se preocupó en analizar el Incario
como un sistema extraordinariamente eficaz de administración social en donde los grupos
étnicos fueron capaces de crear condiciones de reproducción social y de evitar las condiciones
de hambruna gracias al desarrollo de prácticas sofisticadas de manejo de recursos ubicados a
larga distancia y en distintos pisos ecológicos. Las consecuencias a largo plazo de la invasión
española en términos de N. Wachtel, fueron “desestructurantes”. Dentro de este contexto,
impresiona observar cuántos elementos de continuidad funcionan aún a escala local de la sierra peruana: estudios recientes han documentado la vitalidad de la herencia andina en la producción agropecuaria, en la religión y la cosmología, en la percepción del paisaje natural y
artificial, en la iconografía del principal arte andino: el tejido (Murra, en de Jong, 2001). Este
ensayo es el que mayor debate ha provocado en los países andinos; al considerar que la "complementariedad ecológica" puede tener implicaciones en la formulación de políticas contemporáneas en la región.
Respecto de esto último, de Jong se remite a Caparo y expone que “la clasificación de pisos
agroecológicos y las diferenciaciones que dentro de los mismos se producen, marcan una tendencia a la identificación de áreas homogéneas de producción dentro de cada piso, cuyo manejo eficiente tiene la posibilidad de reducir los riesgos de fracaso de las cosechas. Este manejo va acompañado de un conocimiento por parte de los productores, de variedades y tipos genéticos que se corresponden con los cultivos principales adaptados a cada área, así como de
calendarios agrícolas relativos a formas empíricas de predicciones climáticas” (Caparo, R.
1994:69, en de Jong op.cit.).
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La caracterización actual de la sociedad peruana y la identificación de las claves para la compresión de la crisis estructural que la atraviesa, son los pasos que siguen para comprender cuáles son los puntos de contacto entre ambos cortes en el tiempo, “desde el punto de vista de la
línea económica adoptada, Perú no difiere de la mayoría de los países latinoamericanos. El
universo neoliberal abarca también a la sociedad peruana. Por tal motivo, al objetivo de generar excedentes de alimentos, que constituye una necesidad social histórica para mejorar la
dieta alimentaria y reducir las importaciones, se le suma el requerimiento de obtener saldos
exportables (panacea neoliberal). Este es, por lo tanto, el marco de referencia para la posible
recuperación de la agricultura peruana de la sierra” (de Jong 2001:119)
El planteo de la situación actual y la búsqueda de soluciones a la problemática vincula lo expuesto por ambos autores. De la toma de decisión llevadas a cabo por el Estado, surge un programa que consiste en “concretar acciones planificadas para el manejo integral de cuencas
hidrográficas mediante la conservación de suelos a través de las prácticas milenarias de las
culturas andinas (con ligeros retoques propios de la tecnología moderna) y en forma simultánea a la recuperación productiva de la sierra” (de Jong 2001:120).
La continuidad que se puede detectar en el proceso histórico es la de la forma comunitaria de
trabajo, que “constituye la real posibilidad de concreción de los objetivos expuestos más arriba. A ello concurre la aptitud cultural milenaria de la población de la sierra para realizar ese
tipo de trabajo y el hecho de que ese tipo de trabajo es el único que garantiza la preservación
del recurso tierras” (de Jong, 2001:121).
En los últimos párrafos de su publicación, el autor identifica los aspectos claves del análisis
espacial que lleva a adelante. Y los alumnos lograron identificar en ellos los principales conceptos y/ o procesos que permitieron el trabajo interdisciplinario:
“En síntesis, la potencialidad productiva heredada de un modo de producción que sostenía
una relación más armónica con el medio natural, la que a su vez encuentra en el trabajo
comunitario su expresión más acabada, tiene la posibilidad de potenciar la capacidad productiva de la región serrana del Perú. Pero las contradicciones del modo de producción capitalista pone en riesgo esa potencialidad, si se deja librado al campesino a la suerte de las mencionadas contradicciones. La producción agrícola de uso intensivo del recurso tierra no
puede llevarse a cabo en grandes explotaciones capital intensivo y encuentra en el trabajo
comunitario la forma más eficiente de producir. La regulación de las relaciones de generación y apropiación del excedente, distintas a las que dieron origen a la cultura productiva del
campesino peruano, requiere de mecanismos de regulación en el ámbito de la comercialización e industrialización de sus productos, que no frustre la recuperación productiva en marcha”1 (de Jong, 2001:131).
A estos conceptos se le sumaron otros, de mayor generalidad que a sus vez los contienen,
como el de proceso histórico, conflicto ambiental, lógica del mercado, lógica del Estado, manejo de recurso y tecnología. Como veremos en el apartado siguiente, los mismos también
sirvieron como telón de fondo para comprender otro caso, trabajado, en parte, a través del
mismo modelo.
La articulación de Belén con la economía mundial.
En “Las niñas Gutierrez y la mina alumbrera”, Andrea Mastrangelo (2004), se propone desde
la antropología social, comprender de qué manera Belén, una localidad del noroeste argentino,
se articula con al economía mundial. Así, toma el ejemplo de la instalación de una compañía
minera transnacional en Catamarca. Decide estudiar procesos de transformación socioeconó1
Destacados nuestros
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micos acaecidos en la localidad entre 1970 y 2000, que van de la organización social (y
sexual) basada en la producción agrícola, minera y textil artesanal de capitales locales hasta el
predominio del empleo en el sector público y la articulación con la economía mundial mediante la producción de cobre y oro en manos de empresas privadas transnacionales.
Lo interesante del trabajo es mostrar de qué manera, aquella porción de población que no logra “articularse” con al economía mundial, se convierte en un “sobrante” cuya supervivencia
termina dependiendo de la intervención y asistencia focalizada del Estado. (Mastrangelo, op.
cit.)
Ahora bien, a fin de poder entender de qué forma la articulación con la economía mundial
desestructuró la organización socio económica “tradicional” de Belén, Andrea Mastrangelo
hace un exhaustivo análisis de la organización económica en el siglo XX. Existían etnografías
del área en cuestión (Hermitte 1972a y b; 1973 y Hermitte y Herran 1977) que daban cuenta
de los “procesos de articulación social”, entendidos estos últimos, a grandes rasgos como “relaciones conectivas entre unidades sociales de diversa índole y magnitud dentro del marco de
una sociedad compleja. (…) Dichos mecanismos conectivos “funcionan entre los distintos
componentes de un sistema social y (…) canalizan la transmisión de la acción social y la circulación de bienes y servicios” (Hermitte y Bartolomé 1977:19). La autora toma estos trabajos pioneros del área a partir de los cuales poder explicar el devenir de la economía belicha y
completa su análisis a partir del trabajo de campo etnográfico en Belén.
Explica que la economía local de Belén se definió históricamente por la alternancia y complementariedad de dos actividades artesanales: la de la industria textil y la de la minería. Ambas actividades disputaron históricamente, y en especial en la segunda mitad del siglo XX,
recursos materiales y humanos, de forma que se establecían dos ciclos estacionales y complementarios. Por la elevada exigencia de mano de obra y traslados a grandes distancias, dichos ciclos productivos debieron ordenarse y alternarse en el tiempo y ordenarse en función
de roles de género (Mastrangelo op cit.79). La actividad textil era manejada por las mujeres
utilizando a los hombres en tareas secundarias de faena. Cuando la fuerte actividad del hilado
y tejido dejaba a los hombres (que iban a cazar los animales) libres, estos podían ocuparse en
la zafra azucarera. La actividad de la minería la hegemonizaron los hombres, teniendo las
mujeres el rol de sostenedoras de la reproducción doméstica.
Sin embargo, la autora cree conveniente completar su explicación con la aplicación del modelo de Murra que venimos trabajando en los apartados previos. Cree conveniente esta opción
teórica, en tanto, dicho modelo, en sus palabras, se trata de “una alternativa teórica que permite describir en forma integrada la circulación de personas y recursos entre la puna, la sierra y
el llano de Belén. Este modelo nos permite afianzar la hipótesis de la existencia de una sofisticada etno – ecología que permitiría aprovechar una variedad de recursos naturales disponibles en distintos ecosistemas de altura (llanos, faldas, laderas, puna y cejas de selva) del área
andina”. (Mastrangelo op.cit:79)
Empero, y teniendo en cuenta la complejidad propia de cada caso, Mastrangelo propone un
sano movimiento para entender la economía belicha al advertir la necesidad de combinar dicho modelo con otros sistemas de administración y captación de recursos. Un primer límite
del modelo de Murra al aplicarse a la realidad de Belén es la ausencia de grupos étnicos aislados geográficamente y autosuficientes. Como primer motivo de análisis cabe la mención a
que las jurisdicciones estatales se superponen a variedades de climas y ecologías, y que al
determinante geográfico se le suma el sociocultural como el género y la etnicidad.
Igualmente, el modelo andino sigue siendo útil, en este caso para analizar la relación que dentro de la industria textil vincula a pastores y cazadores de la Puna con las teleras del llano.
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Así como la alternancia estacional, ya explicada entre minería artesanal de la sierra y tejeduría
del llano.
Este ejemplo, además, nos posibilitó abordar el análisis de la economía inca y relacionar los
elementos de continuidad y ruptura entre elementos que el Imperio Inca había rescatado de
organizaciones sociales anteriores y que seguían vigente en la organización económica y social de la sociedad de Belén.
En lo que respecta al trabajo con nuestros estudiantes, fue justamente éste último aspecto alcances y límites del modelo de Murra para el análisis del caso bélico - el que se les pidió
que analizaran autónomamente. Se les pidió que para realizar el trabajo recuperaran el modelo
original de Murra, lo trabajado con sus docentes a propósito de la sierra peruana y el análisis
realizado por Gerardo de Jong, en el marco del enfoque teórico metodológico propuesto por el
área.
¿Cómo trabamos en el aula con modelos de análisis?
o Modelo para la comprensión del conflicto árabe – israelí
Somos concientes que para provocar el aprendizaje desde las Ciencias Sociales y modificar
los constructos previos, debemos tratar cuestiones significativas, socialmente urgentes, científicamente relevantes, y hacerlo de forma conflictiva, dialéctica, que pida la participación y
que implique al alumno en el tema.
Frente a este marco didáctico-metodológico es que comenzamos a cuestionarnos cómo plantear temas que captaran el interés de nuestros alumnos organizando el programa a través de
modelos de análisis. Recrudecía en ese momento el conflicto árabe-israelí con la captura de
dos soldados israelíes por parte del ejército del Líbano, e Israel contrarrestaba invadiendo el
sur de ese país y bombardeando ciudades importantes, provocando la inmigración de gran
parte de la población y la conformación de campamentos de exiliados.
Como apuntamos en un apartado anterior, en primer año comenzamos la cursada analizando
la fase global actual del modo de producción capitalista y en la discusión del tema había aflorado entre el alumnado la importancia económica de la guerra para revertir las frecuentes crisis capitalistas. Aparece como ejemplo el prolongado conflicto en medio Oriente y la mayoría
de los estudiantes no conocían ni su origen, motivos, implicancias y actores involucrados a
pesar de haber crecido escuchando y viendo noticias constantes sobre el tema. Esta situación
permitió trabajar el tema con mayor profundidad.
En la clase siguiente se plantea qué elementos son necesarios conocer para analizar y comprender el contexto de una guerra, en cualquier tiempo y espacio.
Separados en grupos debían completar en un papelógrafo, en cuyo centro aparecía resaltada y
recuadrada la frase “LA GUERRA”, qué elementos tomarían en cuenta para analizarla y por
qué. Como síntesis de lo trabajado quedó un esquema general así:
ANTECEDENTES DEL CONFLICTO
PAÍSES ENFRENTADOS
RECURSOS EN JUEGO
LA GUERRA
RECURSOS EN JUEGO
PAPEL DE LAS POTENCIAS
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Partiendo de este esquema elaborado por los alumnos - con sus correspondientes fundamentos
respecto a por qué lo habían tomado en cuenta- en ese momento se presenta el esquema elaborado por la cátedra para analizar el conflicto árabe-israelí:
CONFLICTO
ANTECEDENTES ANTIGUOS
ANTECEDENTES INEMDIATOS DEL
CONFLICTO
PAÍSES
ALIADOS
PAÍSES
ENFRENTADOS
ORGANIZACIONES POLÍTICAS
INTERNAS
PAPEL DE LAS POTENCIAS
(EEUU, RUSIA, UE, CHINA, ETC.)
RECURSOS EN JUEGO
EVOLUCIÓN
PAÍSES
ENFRENTADOS
PAÍSES
ALIADOS
ROL DE LOS ORGANISMOS
INTERNACIONALES
(ONU, FMI, ETC.)
ROL
DE
ARGENTINA
TERRITORIALIZACIÓN DEL CONFLICTO
En función de este esquema se fueron analizando los distintos componentes del mismo, como
guías para poder abordar el conocimiento del problema que estábamos planteando. Al explorar la ductilidad del modelo y sus múltiples posibilidades, como de igual forma sucede con los
conceptos, se abrió la oportunidad de reformularlos, ampliarlos, cambiarlos, generando en
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nuestros estudiantes esa actitud que los posiciona frente al aprendizaje de una manera activa y
dialéctica que permite que éste se construya y enriquezca.
Al finalizar la actividad de indagación, redacción, exposición oral y elaboración de infografías
y mapas, los alumnos debían redactar una hipótesis que les sirviera a ellos para fundamentar
el motivo por el cual no se ha podido arribar todavía a un acuerdo de paz en el Oriente Medio,
hecho que permitió explorar qué conceptos y qué elementos del proceso analizado habían
quedado registrados.
o A manera de síntesis teórico – metodológica…
Reformulación del modelo para la comprensión de un problema ambiental: la instalación de las papeleras en Uruguay.
Desde nuestra decisión de trabajar con modelos de análisis como eje metodológico estructurador de la cursada, habiendo trabajado con nuestros estudiantes propuestas de enseñanza del
ambiente, en tanto construcción social, decidimos invitar a nuestros estudiantes a “jugar” con
el modelo de análisis construido a propósito del conflicto árabe - israelí, trabajado previamente.
La propuesta se diseñó a partir de un artículo del problema de las papeleras en Uruguay (tema
por demás “candente” en ese momento). Invitamos a nuestros estudiantes a revisar lo que
habíamos trabajado respecto de educación ambiental y a recuperar, como lo hicimos los docentes en el papelógrafo, el modelo de análisis que construyéramos a propósito del conflicto
árabe israelí. El desafío consistió en que se sintieran libres - previo análisis del conflicto propuesto a través de la revisión de fuentes periodísticas diversas - de jugar con el modelo que
teníamos: ¿qué servía? ¿qué había que modificar? ¿se hallaban presentes los mismos actores
sociales? ¿Cuáles faltaban? ¿Cuáles estaban de más? Qué elementos de continuidad y ruptura
podían encontrar? ¿Cómo se relacionaba esto con el contexto de - usando la terminología de
Pablo Levín (1997) - el capitalismo tecnológico o capitalismo en su faz potenciada? ¿Podemos
identificar cambios en el ambiente en los últimos 30 años? ¿Cuáles fueron y son actualmente los recursos valorizados? ¿Cuál es el perfil productivo de la zona? ¿Cuál es el rol del Estado? ¿Esta problemática sucede en otros lugares? Cuál es la relación entre el neoliberalismo y el proceso en estudio?
Si bien los conflictos son muy diferentes en cuanto a sociedades y procesos de formación, hay un punto de contacto entre ambos, que es la valorización del agua como recurso. El trabajo que debían realizar los estudiantes se orientó a la caracterización de este recurso en estas sociedades bien dispares, las
diferentes valoraciones y los efectos sobre el territorio de las problemáticas y a la relación de los mismos teniendo presente el funcionamiento de los sistemas naturales.
Conclusión
Somos concientes de la complejidad que tiene tratar de brindar una comprensión global del
mundo social y esto se debe a que debemos aprehenderlo comprendiendo el modo en que nosotros mismos estamos en él como agentes que lo construyen. Es comprender el mundo percibiéndolo y haciéndolo al mismo tiempo. (Bourdieu,P, 1997:8).
De allí la complejidad con la que lidiamos los profesores de Ciencias Sociales y nuestros
alumnos a la hora de articular los resultados de la producción científica con los contenidos de
la enseñanza, sobre todo cuando se trata de promover una actitud científica en la experiencia
educativa.
Como ya expresamos, decidimos, entonces, abordar esta dificultad incluyendo esta problemática en los contenidos del área y mostrar a nuestros alumnos una de las maneras en que los
cientistas sociales trabajan con la realidad: la formulación de modelos de análisis. El objetivo
era marcar una diferencia entre la elaboración de un análisis científico de la realidad y uno de
sentido común. El trabajo con modelos fue el eje estructurador del programa, tratando de
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aprovechar la flexibilidad que estos permiten y estimulando el papel protagónico de nuestros
alumnos al poder aplicarlos a otras realidades y a otros contextos con el fin de utilizar el recurso adaptándolo a las necesidades que el objeto de estudio imponía.
Esta decisión nos abrió la posibilidad de brindar una manera diferente de concebir los procesos sociales. Vivimos momentos en el que sentimos, conjuntamente con nuestros alumnos,
que la comprensión de los procesos sociales se daba, que el reacomodamiento del esquema
conceptual previo se producía, que sentíamos placer por lo que hacíamos y que los alumnos
podían desenvolverse de manera “más científica”, aunque a la vez lúdica. Buscamos un método que nos permitiera hacer más inteligible nuestra área, entendiendo al método como lo plantea Edelstein:”no como un elemento didáctico más sino como una síntesis de opciones.
`[…]relativas a la estructuración de los contenidos disciplinares, de las actividades, de los
materiales, a la organización de la interacción entre los sujetos, en definitiva, a la sistematización didáctica misma.” (Edelstein, 1996:83)
Desde la experiencia realizada, creemos fuertemente que propiciar el trabajo interdisciplinario
en la formación docente a partir del uso de modelos de análisis significa “acercar” los contenidos a la comprensión de los alumnos, para intentar lograr una acertada transposición didáctica a la hora de enseñar Ciencias Social en la escuela primaria.
El camino recién comenzó a esbozarse. Como siempre, hay más interrogantes que respuestas
pero creemos firmemente que una puerta hacia una manera diferente de encarar el proceso de
enseñanza-aprendizaje de lo social se abrió para nosotras, estamos convencidas de traspasarla.
Parafraseando a Pozo, Carretero y Asensio (1983): “los estudios de procesos sociales no
siempre deberían ser una diversión, pero siempre deberían ser un placer”. Ese es nuestro
desafío.
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