PONENCIA INDIVIDUAL SUB-TEMA I ALGUNOS ASPECTOS A REGULAR EN EL PROCEDIMIENTO CONTENCIOSO TRIBUTARIO PROCEDIMIENTO DE RECLAMACION HUMBERTO MEDRANO C. * 1) RECLAMACION Y PLAZO DE PRESCRIPCION Como se sabe, en nuestro país no se aplica, en principio, la regla “solve et repete”, siempre que la reclamación se presente en tiempo oportuno, tal como lo señala el Art. 117° del Código Tributario. Más adelante nos referiremos al caso especial de los giros provisionales. Ahora bien, la seguridad jurídica es una connotación esencial del Estado de Derecho. Uno de los medios para conseguir ese propósito es la institución de la prescripción, por cuyo mérito el transcurso de un lapso determinado sin que se produzca la cobranza de la deuda hace perder al acreedor la acción * que la ley le otorga para exigir el pago de la acreencia. La institución se fundamenta en que no conviene al Derecho que las situaciones jurídicas permanezcan latentes, indefinidas, imprecisas de modo permanente, sin adoptar una forma definitiva, a efectos de que los derechos y obligaciones de las personas queden claramente establecidos. Ahora bien, la jurisprudencia del Tribunal Fiscal había establecido que no existiendo la regla “solve et repete”, la demora de las entidades administradoras en resolver las reclamaciones, excediendo el término prescriptorio, no implicaba la extinción de la obligación por este medio. Al efecto se señaló que el término prescriptorio no Abogado; Profesor en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú; ex Presidente del Instituto Peruano de Derecho Tributario. Miembro fundador de la Asociación Fiscal Internacional (IFA) Grupo Peruano. 97 podría correr en contra de la Administración si ella estaba, por otra parte, impedida de efectuar la cobranza. Al respecto pueden citarse las Resoluciones del Tribunal Fiscal N° 7309, de 05 de Julio de 1972 y la N° 7347, de 19 de Julio de 1972. Posteriormente, al modificarse el Art. 41° del Código Tributario se ha señalado expresamente que “durante la tramitación de las reclamaciones, se suspende el cómputo del término prescriptorio”. Nosotros consideramos indispensable relacionar esta suspensión en el cómputo del término prescriptorio con el plazo que el propio Código establece para que la Administración pueda resolver las reclamaciones. Al respecto debe recordarse que según el Art. 125° del Código Tributario: “La Administración resolverá las reclamaciones dentro del plazo máximo de un año, incluido el término probatorio, a partir de la fecha de su presentación, sin perjuicio de lo dispuesto en el Art. 118° de este Código. El cómputo de este plazo se suspende cuando la Administración requiera al interesado para que dé cumplimiento a un trámite desde la fecha de notificación del requerimiento hasta la de su cumplimiento”. 98 El texto transcrito al mencionar el Art. 118° del Código Tributario ha recogido lo que el Tribunal Fiscal ya había señalado en su Resolución N° 17776: “Si bien es verdad que la Administración Tributaria no resolvió dentro del plazo previsto en el Art. 125°... nada impedía al contribuyente hacer uso del silencio administrativo previsto para estos casos por el Art. 118°...” El citado Art. 118° permite al contribuyente reiterar su petición y si dentro del término de un mes tampoco se notifica la decisión adoptada por la Administración ni ésta justifica debidamente ante el solicitante o reclamante la causal a que obedece, el interesado puede considerar desestimada la solicitud o reclamación y formular apelación ante el Tribunal Fiscal, si se tratara de una reclamación y la decisión debía ser adoptada por un órgano respecto del cual puede recurrirse directamente a dicho Tribunal. Puede resultar objetable que frente a tales circunstancias éste sea el único derecho que debe asistir al contribuyente. Nosotros estimamos que la posibilidad de la resolución ficta se ajusta perfectamente a las situaciones generadas por una acción de repetición pero que tratándose de reclamaciones debería contemplarse la posibilidad de que -en esa hipótesis- se reinicie el cómputo del término prescriptorio que fue suspendido al interponerse la reclamación. De esta manera se evitaría que la situación jurídica permaneciera largos años sin resolverse y, de otro lado, ello debería excitar el celo de los funcionarios encargados de resolver los expedientes de reclamación. Similar criterio debería ampliarse respecto de los procedimientos que se encuentren en el Tribunal Fiscal, ya que éste, de acuerdo con lo señalado por el Art. 125° del Código Tributario, debe resolver las apelaciones en el plazo de seis meses contados a partir de la fecha de ingreso de los actuados al Tribunal. Lo mismo puede decirse respecto de las Resoluciones que en esta materia corresponden al Poder Judicial Según el Art. 138° y siguientes del Código Tributario, las Resoluciones del Tribunal Fiscal pueden ser objeto de recurso de revisión ante la Corte Suprema. La Sala debe expedir resolución en sesenta días luego de vencido el término para el alegato. Sin embargo, en los hechos, el Poder Judicial tampoco expide resolución en el plazo fijado extendiéndose -así- la situación dada en la etapa administrativa. Debe observarse que una vez vencido el plazo establecido por la ley sin que las Autoridades -administrativas o judiciales- hayan expedido resolución, son tales autoridades -en rigor- las que se encuentran en falta y no el contribuyente, de manera que -en tal caso- debería reiniciarse el cómputo del término prescriptorio. 2) RECLAMACION Y REAJUSTE DEL TRIBUTO En la misma hipótesis señalada en el punto anterior; esto es, cuando habiéndose vencido con exceso el plazo previsto la Administración no hubiera cumplido con emitir resolución, debería suspenderse el cómputo de reajuste, por cuanto a partir de ese momento es la Administración la que se encuentra en situación de incumplimiento y su falta de diligencia no puede causarle perjuicios económicos al contribuyente. En medio del proceso inflacionario no podría sostenerse que en ese supuesto el contribuyente no se perjudica pues puede -por ejemplo- adquirir moneda dura. El argumento no es sólido porque, en esa eventualidad, la ganancia en cambio resulta gravada tratándose de empresas, según lo establecido por el Art. 69° del Decreto Legislativo 200. ¿Qué justificación puede esgrimirse para seguir exigiendo reajustes a un contribuyente, si la no resolución de la situación jurídica se debe a la violación por la Admi- 99 nistración de los plazos máximos que la ley le otorga? En este caso no basta señalar que la cobranza está suspendida ya que para obviar esta situación bastaría que la Administración resolviera dentro del término legal correspondiente. Por lo tanto, si la cobranza depende exclusivamente de la actitud de la Administración, no resulta justificable que siga computándose el reajuste cuando se han vencido los plazos de resolución. ¿Por qué la demora de la Administración debe favorecer a ésta? Nadie puede invocar -en su beneficio- su propio incumplimiento. 3) RECLAMACION Y LA REGLA “SOLVE ET REPETE” Como ya se indicó anteriormente, en nuestro país no se aplica esta regla cuando las acotaciones correspondientes son reclamadas en tiempo oportuno. Sin embargo, el Art. 121° del Código Tributario señala que para impugnar los giros provisionales es requisito el pago previo de la totalidad de la deuda tributaria girada. Dicho artículo, en concordancia con el Art. 101°, deja al arbitrio de la Administración la facultad de disponer la suspensión de la cobranza por un tiempo prudencial que en ningún caso excederá de 90 días. Nosotros consideramos que esta 100 regulación es criticable no sólo por las continuas deficiencias que se anotan al emitir giros provisionales, sino porque ella resulta manifiestamente contraria al principio consagrado en la Convención Americana de Derechos Humanos, según el cual “toda persona tiene derecho a ser oída... dentro de un plazo razonable... para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden... fiscal...” (Art. 8° numeral 1). Indiscutiblemente, exigir el pago previo del tributo como requisito para admitir a trámite la reclamación implica ejecutar la obligación antes de haberse establecido de manera definitiva si la misma es o no procedente. La aplicación de tal regla supone que las exigencias fiscales en este caso (giros provisionales) sólo podrían ser impugnadas por quienes cuentan con medios económicos que les permite pagar la suma de la cual se reclama y, en cambio, impediría o dificultaría el ejercicio del derecho a quienes carecen de tales medios. Por lo tanto, de un lado, se trata de un requisito discriminatorio que privilegia a quienes cuentan con recursos económicos y penaliza a los que no los tienen. Adicionalmente, tal exigencia impone una demora en el procedimiento que resulta contraria al derecho a ser juzgado prontamente y que está consagrado por la Convención Americana. Si los instrumentos internacionales sobre derechos humanos llevan a la conclusión que no debe aplicarse la regla “solve et repete”, ello debería ser suficiente para que no se exija en el Perú el pago previo de los giros provisionales para admitir a trámite la reclamación. En efecto, según el Art. 105° de nuestra Carta Política: “Los preceptos contenidos en los tratados relativos a derechos humanos, tienen jerarquía constitucional. No pueden ser modificados sino por el procedimiento que rige para la reforma de la Constitución”. A mayor abundamiento, el Art. 101° de la Constitución establece: “Los tratados internacionales celebrados por el Perú con otros Estados forman parte del derecho nacional. En caso de conflicto entre el tratado y la ley prevalece el primero”. Ahora bien, además del mandato general contenido en el Art. 74° de la Constitución que obliga a todos a respetarla y cumplirla, el Art. 112° del Código precisa que el Tribunal Fiscal, al resolver, preferirá la norma de mayor jerarquía. De acuerdo con ello, el Tribunal puede establecer que no es necesario el pago previo del tributo para reclamar de los giros provi- sionales. Esta decisión, naturalmente, tendría que ser acatada por el órgano de Primera Instancia con arreglo al Art. 134° de la Carta. Conviene subrayar que para evitar las reclamaciones maliciosas la ley contiene determinadas medidas que obligan a mayores sanciones en esa eventualidad. Es del caso recordar al respecto que en las Primeras Jornadas Internacionales, organizadas en Lima por la Asociación Internacional de Tributación y Derechos Humanos, se recomendó expresamente dejar sin efecto la regla “solve et repete” en los países que la aplican. Creemos que este temperamento debe adoptarse a pesar que los giros provisionales -teóricamentese generan sólo cuando hay una mera constatación aritmética de la obligación, ya que la sola existencia de la regulación permite que la Administración emita giros provisionales en casos que dudosamente podrían considerarse incluidos en el Art. 87° del Código. Como alternativa para conciliar el interés del Fisco y la seguridad jurídica de los contribuyentes podría establecerse un procedimiento especial sumario, para las reclamaciones de los giros provisionales. Otra posibilidad sería establecer que en caso de declararse infundada la reclamación el recargo adicional contemplado en el 101 Art. 156° se aplicará con una tasa mayor. 4) PLAZO PARA LA PRESENTAClON DE PRUEBAS REQUERIDAS Para evitar que resulte infructuosa la labor de la Administración, el Art. 122° precisa que en la reclamación no se admitirá como prueba la que habiendo sido requerida por el órgano competente durante el proceso de fiscalización, no hubiera sido presentada por el contribuyente. El requerimiento deberá ser formulado por escrito otorgando un plazo para la presentación de la prueba. Consideramos que se trata de una regulación plausible pero debería complementarse señalando un plazo mínimo a otorgar. Esto tiene importancia porque ya ha ocurrido en algún caso que la Administración ha otorgado al obligado el reducidísimo plazo de 24 horas para la presentación, siendo así que ello resultaba materialmente imposible. El Decreto Legislativo 502 ha modificado el Art. 83° del Código Tributario; estableciendo que la Administración puede exigir a los contribuyentes y responsables la exhibición de sus libros, registros, documentos y correspondencia así como requerir su comparencia dentro de un plazo no menor de siete días. 102 Nosotros consideramos que este término resulta aplicable a las situaciones del Art. 122°, pero como quiera que tales artículos están ubicados en capítulos diferentes, sería conveniente la mención expresa, para lo cual la parte pertinente del Art. 122° podría quedar redactada de la manera siguiente: “El requerimiento de la Administración deberá ser formulado por escrito otorgando un plazo, con arreglo al Art. 83°, para la presentación de la prueba requerida...”. Temperamento similar es recogido por el Art. 191° del Reglamento de la Ley del Impuesto a la Renta donde, para efectos de la fiscalización, se autoriza a la Administración para solicitar a los contribuyentes la preparación de análisis y detalles de cuentas por tipo de actividad, segmentos de negocios o transacciones con terceros, previo requerimiento que fijará un plazo para la entrega no menor de diez días. Pero tal regulación está dirigida exclusivamente al Impuesto a la Renta, sin que exista razón alguna para prescindir de un plazo determinado tratándose de otros tributos. También puede resultar de compleja realización el análisis de libros, documentos y registros para fiscalizar el Impuesto General a las Ventas o el Impuesto al Patrimonio Empresarial, en cuyas específicas leyes no existe norma alguna sobre este extremo. Es más el Art. 46° del Decreto Legislativo 190 establece que “son de aplicación en cuanto sean pertinentes, las disposiciones del Código Tributario”. ¿Significa esto que al fiscalizar este tributo puede solicitarse al contribuyente alguna prueba otorgándole un plazo de horas? Es necesario completar este vacío para evitar que por la vía del Art. 122° del Código se frustre la presentación de pruebas importantes argumentando que ha ocurrido el supuesto contemplado en dicha norma. 5) PRUEBAS SUSCEPTIBLES DE REQUERIRSE El ya citado Art. 122° señala en su primer párrafo que el contribuyente puede hacer uso de las pruebas instrumental, pericial y la de inspección por la Administración. El mismo artículo -como ya se dijo- establece en su segundo párrafo que la Administración puede requerir la presentación de pruebas, pero no puntualiza cuáles son éstas, debiendo entenderse que son las mencionadas previamente. Sin embargo, la alusión a prueba instrumental resulta sumamente amplia, especialmente si este artículo se concuerda con el ya mencionado Art. 83° que incluye una referencia a “documentos y correspondencia relacionados con hechos que determinen tributación”, expresión que también emplea cuando se trata de requerimiento a terceros. El artículo concluye señalando que ninguna persona puede negarse a suministrar a la Administración Tributaria la información que ésta solicite. Estas atribuciones, aparentemente amplísimas y sin cortapisas, deben entenderse -indudablemente- dentro del marco obligatorio que impone la Constitución. La Carta en el Art. 2° numeral 8) consagra el derecho “a la inviolabilidad y el secreto de los papeles privados y de las comunicaciones”, agregando que “los libros, comprobantes y documentos de contabilidad están sujetos a inspección o fiscalización de la autoridad competente, de conformidad con la ley”. En consecuencia, la Administración no está facultada para solicitar al contribuyente o terceros correspondencia o papeles privados. Estos instrumentos no pueden -en rigorconstituir pruebas susceptibles de ser requeridas ya que ello colisionaría con la citada garantía constitucional que consta no sólo de nuestra Carta Política sino también de los instrumentos internacionales suscritos por el Perú sobre derechos humanos. 103 El Art. 12° de la Declaración Universal señala: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada... su domicilio y su correspondencia...”. La Declaración Americana (artículo X) establece: “Toda persona tiene derecho a la inviolabilidad y circulación de su correspondencia”. Ahora bien, nosotros consideramos que este “derecho a la intimidad” impide que la Administración requiera la presentación de la correspondencia como prueba, pero no impide en absoluto que el ofrecimiento de la misma sea hecho por el contribuyente. De no mediar esta voluntariedad, la prueba que pudiera haber obtenido la Administración carecería de eficacia jurídica pues la Constitución establece que “las cartas y demás documentos privados obtenidos con violación de este precepto no tienen efecto legal”. De lo expuesto se desprende que en el procedimiento de reclamación debe admitirse como prueba la correspondencia del contribuyente, aun cuando éste no la hubiera presentado al ser requerido por la fiscalización, ya que la amplia garantía constitucional debe primar sobre la regulación contemplada en el Código. 104 Conclusión similar debe obtenerse respecto de la disposición contenida en el Art. 123° del Código, según el cual: “El órgano encargado de resolver puede, en cualquier estado del procedimiento, ordenar de oficio las pruebas que juzgue necesarias”. Esta prerrogativa -aparentemente ilimitada- sólo debe interpretarse -insistimos- en armonía con el precepto constitucional, de modo que si en el procedimiento de reclamación la Administración ordena de oficio la exhibición de correspondencia, el interesado puede, fundadamente, formular oposición argumentando que el pedido contraría la garantía constitucional. De otro lado, la existencia de un derecho en favor de una persona determinada importa la correlativa obligación de los demás de respetar ese derecho. En consecuencia, si un tercero tiene en su poder por cualquier título, correspondencia o documentos privados de un contribuyente, la Administración no está autorizada para requerir su presentación ni, menos aún, el tercero está obligado a proporcionarlos. No se trata de una hipótesis remota. Recientemente una entidad administradora de tributos ha solicitado a un banco que le proporcione copia de las declara- ciones confidenciales presentadas por un cliente de tal banco al pedir un crédito. La pretensión era manifiestamente ilegal porque violaba la referida garantía constitucional. En consecuencia, sólo en principio la Administración puede solicitar “las pruebas que juzgue necesarias”, ya que la amplitud de sus atribuciones no puede desbordar el marco constitucional. Vinculado con lo anterior es necesario aludir a la regulación contenida en el Art. 131° del Código que prohíbe actuar como prueba ante el Tribunal Fiscal la documentación que habiendo sido requerida en primera instancia, no hubiera sido presentada por el contribuyente. Por las razones que ya se han precisado, esta restricción es inoperante tratándose de la correspondencia y otros papeles privados ya que la jerarquía del precepto constitucional resta eficacia a la norma legal. 6) Ya hemos señalado que en nuestro ordenamiento jurídico no opera la regla “solve et repete” cuando la reclamación se formula en tiempo oportuno (30 días). Sin embargo, tratándose de una reclamación extemporánea el recurso sólo es aceptado si se acompaña el comprobante que acredita el pago de la totalidad de la deuda tributaria de que se reclama. Nosotros consideramos que esta regulación no es violatoria del derecho que asiste a los contribuyentes de ser escuchados en forma pronta. En otras palabras, puede estimarse que la exigencia del pago resulta una suerte de sanción para quien -al recibir una acotación- no actúa con la diligencia que el caso amerita y deja que se le venza el plazo. Conviene insistir en que la Carta permite que la autoridad competente inspeccione y fiscalice “los libros, comprobantes y documentos de contabilidad”. Creemos que esta enumeración taxativa marca los límites de las prerrogativas de la Administración. Ahora bien, aun en este caso la legislación debería encontrar fórmulas que, sin menoscabo de asegurar el interés fiscal, no impidan o dificulten la actividad económica del contribuyente. Es decir que, a pesar de la negligencia en que hubiera incurrido el contribuyente al no reclamar oportunamente, la sanción a que hemos aludido no debería convertirse en una dificultad insalvable para seguir produciendo. ALTERNATIVA AL PAGO EN LA RECLAMACION EXTEMPORANEA Al respecto, imaginemos que se trata de una acotación de monto significativo y que haya sido for- 105 mulada careciendo de fundamentos de hecho y de derecho. Según las actuales regulaciones el ejercicio del derecho a reclamar fuera del plazo establecido obliga al pago previo de la suma exigida, con las eventuales consecuencias negativas que ello puede implicar. En vista de ello podría establecerse que para interponer la reclamación en forma extemporánea no es necesario pagar la deuda tributaria acotada sino presentar fianza bancaria por el importe respectivo, susceptible de ejecutarse tan pronto la resolución administrativa quede consentida. Es decir, se aplicaría una regulación similar a la que existe actualmente para el procedimiento judicial, de manera que se aseguraría el interés fiscal y no se recortaría al contribuyente recursos que éste puede destinar a la producción. 7) LA CUANTIA EN EL PROCEDIMIENTO JUDICIAL Hace algunos años se estableció que únicamente las reclamaciones que superaban cierto monto eran susceptibles de ser conocidas por el Tribunal Fiscal. La regulación estuvo vigente un lapso muy corto no sólo porque implicaba el cercenamiento de una instancia sino porque, eventualmente, un monto inferior al mínimo apelable podría ser para el interesado de un importe significativo. 106 Como se sabe, actualmente no existe el requisito de la cuantía para recurrir al Tribunal Fiscal, pero tal requisito se ha mantenido para interponer el recurso de revisión ante la Corte Suprema. Tratándose de causas civiles, la ley establece que puede interponerse recurso de nulidad si la cuantía es superior a 60 sueldos mínimos vitales computados al 1° de enero del año del cual se trate. Gracias a esta regulación es perfectamente posible establecer cuál es el límite cuantitativo que permitirá, durante todo el año, acceder a la Corte Suprema. En materia tributaria, el Art. 138° del Código se limita a establecer que para recurrir ante la Corte Suprema mediante el recurso de revisión contra las resoluciones del Tribunal Fiscal, la deuda objetada debe exceder de dos U.I.T. o el monto de las observaciones impugnadas debe superar tres U.I.T. Considerando la pluralidad de U.I.T. que existe actualmente y los diversos criterios de utilización de este índice de referencia, contemplados en el Decreto Legislativo 510, cabe preguntarse ¿qué importe es el que debe tomarse en cuenta para establecer la cuantía de las resoluciones del Tribunal Fiscal susceptibles del recurso de revisión ante la Corte Suprema? No existe ninguna regulación específica sobre el particular, lo que constituye un evidente vacío del referido Decreto Legislativo 510, aunque quizás haya existido cierta inhibición porque la Ley 24971 delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de dictar normas destinadas a determinar la U.I.T. aplicable “cuando se utilice como índice de referencia en normas tributarias”. Es probable que se haya creído que la facultad delegada no alcanzaba a la situación que analizamos. Al respecto nosotros estimamos que debe optarse por un mecanismo que resulte claro y seguro, como ocurre con las causas civiles donde el factor de referencia se remite al mes de enero del año respectivo. Creemos que similar criterio debe emplearse para el recurso de revisión, estableciendo que las U.I.T. exigidas por el Art. 138° del Código son las correspondientes al mes de enero de cada año. El valor de la U.I.T. correspondiente al mes de enero se fijaría de la manera contemplada en el Art. 2° del Decreto Legislativo 510; esto es el que resulte de aplicar a la U.I.T. del mes de enero del año anterior, la variación acumulada del Indice de Precios al Consumidor durante los doce meses de ese año. Lima, Perú, Octubre 1990. 107