algunas costumbres religiosas relacionadas con el culto a los

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ALGUNAS COSTUMBRES RELIGIOSAS
RELACIONADAS CON EL CULTO A LOS
MUERTOS EN UNA REGION DE LA COSTA
ATLANTICA COLOMBIANA
Po, YOlANDA M. DE JARAMIlLO
Velación de los muertos en Tubará.
'fa.
se sabe que en el mundo católico, el 2 de noviembre
es el dia de los difuntos, el día especialmente dedicado a recordarlos y a honrarlos, a vísitar su última morada y a pedir una
vez más por sU" eterno descanso. Pero en Tubará, Municipio del
Departamento del Atlántico, (4.014 habitantes, según el censo
de 1951), desde tiempos inmemoriales (1), es el 23 de noviembre
el día en el que todo aquél que tenga sus antepasados y parientes enterrados allí, víene, a veces de poblaciones y lugares muy
distantes, con coronas y con ramos de flores naturales y artificiales (estas últimas las más frecuentes), y con muchas espermas para adornar las tumbas y rezar por ellos.
Alrededor de las 3 p. m., empiezan a llegar a Tubará gentes
de todas partes, que se dirigen al cementerio a empezar lo que
se podría llamar una guardia ante la tumba de sus difuntos,
guardia que dura, según unos informantes, hasta las 10 p. m.,
hora hasta la cual alcanza la autorización que da el párroco, y
según otros, hasta las 11 o 12 de la noche.
En el caserío de Cuatro Bocas, Inspección de Policía del Municipio de Tubará, desde por la mañana se empieza a observar
ese dia una animación especial, un desusado ir y venir de las
mujeres de una casa a otra, un entusiasmo de las niñas pequeñas que llegan a pedir algunas flores dondequiera que las hay.
Las gentes no prestan casi atención a lo que se les habla, sino
que averiguan con interés extremo a quien primero pase por sus
casas, en qué bus irá a Tubará, con qué grupo se va y a qué
horas. No es difícil enterarse de qué se trata. Según me dijo
una anciana, de algo muy importante: esa noche es la velación
de los muertos en Tubará.
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Antes de mediodía, al menos una persona de cada familia
de Cuatro Bocas, va a Barranquilla a comprar ramos o coronas
de papel y de tela que venden envueltos en papel celofán, y
paquetes de velas. Según me dijo Alejandrina, cada familia compra aproximadamente 8 paquetes con 6 velas cada uno y que
cuesta $ 0.50. Hay coronas muy grandes y bonitas que llegan a
costar $ 30.00. Pero una familia que no tenga grandes recursos,
(y ese es el caso en la totalidad de los habitantes de Cuatro
Bocas), compra la de $ 8.00 o $ 10.00. El desembolso que la velación ocasiona a la familia es, pues, de $ 12.00 (2).
Al mediodía empiezan a verse los hombres vestidos de irreprochable blanco: pantalón de dril y camisa de sport. Las mujeres
jóvenes, todas vestidas con trajes blancos también y con zapatos,
hecho éste registrado por mi, sólo en ocasión de velorios y bailes, pues generalmente van en pantuflas de suela esponja. A diferencia de los dias corrientes, cuando no se preocupan por arreglarse, se dan una espesa capa de polvos blancos, en su cara,
sólo la cara, con manifiesto esmero para lucir menos oscuras (3);
se pintan la boca y se retiñen o inventan lunares con el lápiz
de escribir que prestan al papá o a un hermano. Forman grupos
grandes, casi siempre de parientes cercanos, para esperar el bus
que los lleve a Tubará o para irse a pie. A las 5 de la tarde el
caserio está medio despoblado.
Quien llegue a Tubará ya puede, desde el paradero de buses,
ver el cementerio situado en una colina. Permítaseme advertir
que la topografia de Tubará es extremadamente quebrada, lo que
no ha permitido el desarrollo de la población en damero. Las casas sencillamente están diseminadas por las faldas de varias colinas que convergen a una depresión bastante honda, donde se
encuentra el Pozo de San Luis (4), pozo de aguas vivas, donde
se abastece la población de agua, quizás desde la época precolombina (5). Es por esto que los automóviles no pueden circular
por Tubará, sino que deben quedarse en un altozano donde termina la carretera. La calle principal es realmente un camino
abrupto.
En la noche de la velación el cementerio se ve desde lejos
como envuelto en llamas. Al llegar a él, luégo de subir una cuesta
bastante empinada; uno se encuentra con un apretado grupo de
gente que compra helados, gaseosas, naranjas, y que están muy
lejos de mostrar algún sentimiento luctuoso. Los carros de las
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paletas, que desde mediodía han llegado de Barranquilla en camiones, hacen un ruido permanente con sus campanillas. La gente
come animadamente y ya se empiezan a ver borrachos hacia las
8 de la noche.
Se entra, pues, lentamente, abriéndose paso entre la concurrencia. Ante cada tumba se ven, como dije arriba, muchos parientes de aquél cuya memoria se va a honrar. Sobre ella o ante
ella, flores y muchas, pero muchas velas encendidas. Hay un
verdadero derroche de ellas y se tiene la impresión de que es
una oportunidad de demostrar que se dispone de suficiente dinero
para gastarlo sin preocupación en velas. Ante el espectáculo se
considera que el dato de Alejandrina, sobre el gasto para la velación, es por demás discreto.
La guardia de cada tumba va reemplazando las espermas a
medida que se consumen, y el celo en hacerlo no se detiene ante
el calor producido por tantas llamas reunidas, ni ante la posibilidad de que sus vestidos se quemen cuando se camina entre
ellas. Se puede ver una mujer de edad· en cuclillas sobre la losa
de una tumba, entregada con extremo cuidado al mantenimiento de las luces, reconcentrada, chorreando el sudor de su cara
y en real peligro de que sus ropas ardan también. Como protección contra las ráfagas de viento que pueden apagarlo todo, los
peregrinos se han ingeniado, para esa noche, una especie de
biombo protector de cada tumba que rodea tres de sus lados, dejando abierto sólo el frente. Este biombo está formado con sábanas o toallas grandes amarradas en sus extremos a palos clavados en la tierra, con el fin de servir de armazón o sostén del
biombo.
Ante varias tumbas se ven rezanderas (6) de profesión,
recitando el rosario de las ánimas que, es contestado por los deudos. Estas rezanderas cobran por cada rosario $ 0.50, el mismo
precio que reciben por los rosarios en los velorios. También se
ve al párroco ir de una tumba a otra cantando responsos a solicitud de los asistentes. Aunque se ven algunas personas en actitud recogida, no todo el que está alli reza ni se acongoja. En
varios de los grupos donde no hay cura o rezandera presente
y en función, se conversa animadamente entre sí o de un grupo
a otro. Los chiquillos juegan y corretean, y hasta se ven parejas
de enamorados discretamente retirados o plácidamente apoyados
sin reserva especial sobre el muro de poca altura que limita el
cementerio por su frente.
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A medida que el tiempo transcurre, se nota un mayor grado
de disipación en los grupos que están frente a la puerta; la reunión va tomando un aspecto más profano que religioso, más
de feria o fiesta que de velación.
Muchas personas que han llegado al pueblo no se han preocupado o no tienen los medios para conseguir posada, y como
los buses no salen de Tubará para Barranquilla y otras poblaciones sino hasta las 5 de la mañana, esperan esta hora sin acostarse, oportunidad para alternar con gente con quien dificilmente,
ni siquiera por Navidad y Año Nuevo, se encuentran en el resto
del año.
NOTAS
(1)
Todos los interrogados. entre ellos un hombre y una mujer, ambos de
80 años, dicen que desde que se conocen, la velación se celebra el 23
de noviembre, pero no han sabido dar ninguna explicación del por qué
de esa fecha.
(2) El equivalente a 2 jornales de trabajo del padre de familia.
(3) El tipo físico predominante en Cuatro Bocas es el mestizo de acentuada
cepa indígena. Algunas familias presentan rasgos negroides pero no hay
un solo caso en que estas características sean acusadas. Por ejemplo, no
aparece en ninguno de los habitantes el pelo rizado.
(4) Por San Luis Beltrán, sacerdote dominico español, que vino como doctrinero a Cartagena en 1562. En los 9 años que estuvo en la costa. atlántica, entre Cartagena y La Guajira "bautizó con sus manos, a más de
8.000 indígenas, según cálculos de los cronistas". Soledad Acosta de Swm
per~ Biografías de Hombres llU8tres~ Imprenta de la Luz, Bogotá, 1886,
página 352. En Tubará permaneció durante 3 años, hasta 1565, y su obra
envangelizadora dejó una huella muy fuerte en la vida espiritual de Tubará.
(5) Tubará, Jo mismo que Galapa y Malambo, también del Departamento del
Atlántico, es una población de origen indígena. Fue descubierta por don
Pedro de Heredia el 19 de marzo de 1533.
(6) Sobre la institución de las rezanderas~ ver Velación de ltu Animas en
Cuatro Bocas~ más adelante. También, en este mísmo número, de Rogerlo
Velásquez, en Ritos de la muerte en el Alto y Bajo Chocó~ el papel de la
rezandera en algunos grupos negros de las costas colombianas.
De Thomas James Príce, Jr. en Baints and Spirits: A Study 01 Di./lerential Aceu1turation in Colombian Negro Communities. (Tesis de su grado
en Filosofía). Copia mecanografiada en inglés, Chapter lI, Rites lar the
Dead~ página 70 y siguientes.
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Velación.de las Animas en Cuatro Bocas.
En cualquier noche del mes de noviembre puede celebrarse
en una casa de Cuatro Bocas una velación de las ánimas. General~
mente es en pago de una promesa que se les 'ha hecho para que
saquen al oferente de alguna situación apurada:, sea de 'aspecto
económico o ante la enfermedad grave de algún miembro de la
familia. La promesa puede ser de celebrarla algún día del mes
de las ánimas de ese año solamente, o puede implicar que en la
misma fecha durante todos los años por venir se llevará a cabo.
En cualquiera de esos casos la velación y s~ preparativos son
semejantes.
La velación consiste en rezar ante un altar semejante al levan~
tado para los velorios (1), un mínimo de' 3 rosarios de las ánimas,
rosarios pagados a la rezandera por los dueños de la casa. Además, cualquier asistente puede solicitar y pagar otro rosario por
sus muertos. Entre uno y otro rosario se conversa, se toma tinto,
se fuma (café y cigarrillos ofrecidos por la casa), sín que de
níngún modo se llegue a la disipación que es característica de los
velorios de otras regiones de la Costa Atlántica y Pacífica (2).
La velación representa la oportunidad para que los dueños
de casa, ante la inminencia de la reunión que congregará a todo
el caserío, acometan una tarea de reparación o enlucimiento que
estaba pendiente desde tiempo atrás. Puede ser la' encementada
del piso o el empañetado de las paredes, o ya, en el mejor de los
casos, su blanqueada: Y como la ejecución ha 'sido dejada para
los días inmediatamente anteriores a la réunión, hay necesidad
de contratar afanosamente a dos o tres hombres del pueblo para
acelerarla. Esto ya puede ser como el anunCiO', pues recuerda' o
avisa (las noticias vuelan) que va a' celebrarse la velación.
Para ese dia ya está terminado el trabajo de' albañilería, y
durante toda la jornada la dueña de casa, generilJ.meIite aytidadll
de 'una o dos mujeres de su familia que pueden haber llegado
de 'otra población con tal fin, estará muy ocupada, preparando
los bollos de maíz, si la'velación es en los primeros dias' del mes,
o de mazorca, ,si es después del 15, pues por este ·tiempo ya se
está cogiendo la cosecha del "veranillo", la siembra de maíz hecha
en septiembre, (3), 'Los ,hombres' de 'la casa ese día no van a, su
roza (.4), pues deben quedarse, no para ayudar' en el trajín de los
preparativos, sino simplemente para acompañar a las mujeres y
conversar, pues con la expectativa de la reunión no 'se puede 'ir
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a! trabajo. Finalmente, se hace una barrida genera! de toda la
casa y del frente, y por la tarde se traen algunos asientos de la
vecindad.
La mesa para la velación de las ánimas es arreglada con
una sábana blanca, encima de la cual, y cerca a la pared, colocan
un Cristo, casi siempre prestado por la rezandera; varios floreros, 4 espermas en candeleros, varias vitelas de santos, entre las
cuales nunca falta una de la Virgen del Carmen, y una cinta negra
ancha que atraviesa la mesa desde la base del Cristo hacia adelante. La pared del fondo es cubierta también con una sábana,
atravesada en sentido longitudinal por otra cinta negra, que sale
por detrás del Cristo. Para la velación de las ánimas no se coloca
el vaso de agua para calmar la sed del difunto, que se acostumbra
poner en las mesas para los velorios (5).
La reunión comienza a las 7 de la noche y a ella concurre
casi todo el pueblo. No hay una pena inmediata que compartir
ni una ayuda que ofrecer como en el caso de los velorios, cuando
todos consideran una obligación el estar presentes aunque no
sean parientes del muerto; cuando se concurre "para ganarse el
día, para no estar solo en el día de la muerte", según díce José
Varela; "porque es un deber" según díce Eligio Mendoza. Pero
la Velación es para rezar por las ánimas, por todas, y en particular, por las de los parientes, y eso es una razón muy poderosa
para los habitantes de la aldea. En ninguna otra ocasión, ni por
Navidad se puede. ver un mayor entusiasmo para cumplir con
un deber religioso como cuando se trata del culto de los muertos.
Cuando la mayoría de la gente ha llegado, se da principio al
primero de una serie impredecible (6) de rosarios, de los cuales,
en ocasiones, hay mucha demanda a la rezandera por parte de
la concurrencia. (Visitación rezó doce en la velación que tuvo
lugar el 30 de noviembre donde José Varela).
Saber rezar este rosario es algo que toda mujer en Cuatro
Bocas, disimulada o explícitamente, desea poder hacer. Ser rezandera, además de una manera muy segura de ganar dinero (7),
implica poder rezar las oraciones más corrientes: Padrenuestro,
Ave Maria, Credo, Señor mio Jesucristo, récord muy singular
entre todas las mujeres entrevistadas (8). Pero como el rosario
es una complicada sucesión de réquiems y plegarias a las ánimas, a la Virgen, a Cristo, a los ángeles, entreverados con los
Padrenuestros, Avemarías y oraciones del rosario corriente que
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se reza a la Virgen, en un no querer terminar, se necesita de una
muy buena memoria para retener las numerosas oraciones y mantener la debida secuencia. Además, haber tenido la suerte, la feliz
y escurridiza oportunidad de aprenderlo de otra rezandera. Quien
lo sabe, generalmente lo aprendió de su mamá y proyecta enseñarlo sólo a su hija. Visitación lo aprendió de una prima que la
quería mucho "como a una hija" y tuvo que traerla de Tubará a
Cuatro Bocas y hospedarla en su casa durante 15 días. La prima
se dejaba atender, permitiendo que Visitación le lavara y aplanchara su ropa y se esmerara mucho en su comida, mientras ella
repetía continuamente las oraciones para que su discípula las
memorizara. Con tal precedente, es fácil suponer que ésta no lo
va a enseñar fácilmente a cualquiera. Las oraciones son una
mezcla un poco alterada de las oraciones que se pueden leer en
los breviarios. Pero en una población donde entre los adultos hay
una alta proporción de analfabetos, y que no disponen de dinero
ni tíenen oportunidad para comprar un breviario, y donde no hay
cura, la función ejercida por la rezandera es altamente solicitada
y apreciada. De ahí el prestigio social de que goza en la comunídad.
Volviendo a la velación, a la medianoche los dueños de casa
dan una cena consistente en bollos y café (en ocasiones en que
las posibilidades económicas son mayores, se ofrece sancocho de
gallina), y la reunión, según el número de rosarios que se recen,
puede durar hasta muy entrada la madrugada, cuando paulatinamente se van retirando los concurrentes.
NOTAS
reunión de carácter religioso-social que tiene lugar en la casa
donde ha muerto alguien. Hay el velorio de cuerpo p7"e3ente, la noche inmediatamente después del deceso. El velorio de las 9 noches siguientes al
entierro (Novenario en otras regiones del país): el velorio cuando se
cumple el primer mes, y el del afio o primer aniversario.
(1) VeZOT'io: la
(2) Véase de Roger!o Velásquez, Ritos de la Muerte e1l el Alto y Bajo Chocó,
en e~te mismo número, sobre los velorios entre varios grupos negros.
(3) En Cuatro Bocas el agricultor siembra maíz dos veces en el año: la primera siembra se hace en la primera semana de mayo, cuando empiezan
las lluviu. La cosecha empieza en la segunda semana de julio. La segun-
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da siembra se hace en septiembre ("veranillo"),
noviembre.
s~
coge desde el 15 de
(4) Roza es la parcela que cultiva el campesino de Cuatro Bocas., Es recibida
en préstamo de un proPi~tario por un plazo determinado, a condición
de devolverla sembrada de pasto. En ella cultiva. maíz, millo, yuca, guandul; auyama y patilla.
(5) Para apreciar semejanzas y diferencias en la manera de arreglar los
altares para los velorios, véase en este mismo número, de Rogeria Velásquez, Ritos de la Muerte en el Alto y Bajo Chocó.
(6) .En cambio para los velorios, cada rezandera tiene fijado un núm~ro deter"minado de ellos. Según· Electa, una de las dos rez~deras de Cuatro
Bocas, se deben rezar, el día y la noche de la muerte, 9. Al noveno dia,
.3 en el día y 3 en la noche. Durante tod.o el primer mes: 1 en el día
y 1 por la noche. En el velorio del primer mes: 3 en el día y 3 por la
noche. A las 12 del día siguiente al velorio de"t mes, se reza 1 y s-e
quita la mesa.
Según Visitación, la otra rezandera: la primera noche se rezan 5. En los
otros nueve días, 3 cada día (con los .vecinos). El noveno .d~a, 5. En .cl
Velorio del primer mes, 5; en el velorio del año, 5.
(7) Otra manera de ganar dinero una mujer en Cuatro Bocas, e~ lavando la
ropa de un forastero; pero esta oportunidad no "cs muy frecuente, y
como hay competencia, la tarifa es variable. En cambio, un rosario vale
$0.50 y no hay lugar a regateo. Hay dos mujeres que hacen bollos de
maíz para vender, pero que ya tienen satisfecha la demanda. Como dato
comparativo de 10 que vale el trabajo allí, puedo citar el caso del castrador de cerdos; cuando hace su oficio no. cobra sino lo que le quieran
dar, y esto no excede nunca los $0.30.
(8) Las jóvenes, debido a que dominicalmente reciben adoctrinamiento por
parte de las Hermanas de la Caridad, que vienen de Barranquilla, recitan
más fácilmente esas oraciones:
.
Observaciones.
,Hemos escrito sobre 'la velación' de las ánimas y sobre la
velación' de los muertos, dos acontecimientos que' pudieron ser
observados personalmente. No tuvimos oportunidad de, hailamos
en un velorio de cuerpo presente, es' decir, el eelébra,do en la
priméra noche después de la muerte de, alguien y cua,ndo no ha
sido enterrado todavia el cadáver. Pero en c3.inbio,pudimosapreciar láresonancia emocionlt1 y social que la institución' deL 'velo168 -
rio, sea el de la primera noche, el de los nueve días, el del mes
o el del año, tiene en la vida de los habitantes de Cuatro Bocas.
Durante el tiempo subsecuente a la muerte de la suegra de una
de mis informantes, acaecida en Tubará, el tema obligado de todas
las conversaciones en el pueblo eran los sucesivos aspectos de ese
proceso largo y elaborado que va desde la muerte de una persona
hasta el décimo día después de ella. Pero no sólo eran las conversaciones; el programa de trabajo, la actividad rutinaria de cada
persona se supedíta al viaje y asistencia al velol'io o a tene, que
permanecer en casa para facilitar a otras personas el hacerlo:
el agricultor no va a su roza ni el día que muere alguien,pues
hay que emprender viaje ,para asistir· al velorio; ni el noveno
día, por la misma razón. El carbonero se comporta de la misma
manera. La modísta cose afanosamente ese día, pues más de una
persona quiere estrenar vestido en tal ocasión. El aprendíz de
pintor que en los días anteriores enlucía una casa, se toma su
día libre. El aguador de la finca hace trotar la burra sin descanso para terminar pronto su tarea y poder irse temprano.
Cualquier compromiso previo para· ese día con alguien del pueblo, queda cancelado "porque... como hay un velorio ... ,.
Las personas mayores de una casa se reparten en.tre otras
de parientes para cuidarlas y quedarse con los pequeñitos. Varias
casas están cerradas porque han quedado casi, o del todo, solas.
Presencié, en dos meses, tres de· estás interrupciones o alteraciones de la rutina.
Durante mi temporada en Cuatro· Bocas, hubo dos. toques o
bailes, y la ·expectativa por ellos no superó a la observada con
Ocasión de .la velación de las ánimas, ni al viaje a Tubará a la
velación de los muertos. Donde se dice velorio o velación cualquier otra actividad es desplazada por el interés que estas palabras suscitan.
El hecho de que no haya regularmente una misa dominical,
pues no hay cura en el pueblo, ni rosario vespertino en la iglesia (que no está terminada, y para cuyo adelanto no se aprecia
una fuerte decisión), convierte los velorios y velaciones en las
únicas oportunidades para rezar colectivamente. Para rezar, pues
como lo díjimos antes, no todas las personas saben las oraciones
más corrientes de la Iglesia Católica. Pero esta satisfacción a una
necesidad religiosa se podría llenar ampliamente con la asistencia a la misa dominical, en Tubará, por ejemplo. Y no supe
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nunca de alguien que viaje expresamente a otro lugar el domingo para oir misa. Eso es algo que no los preocupa. Hay, pues,
fuertes razones religiosas que los empujan específicamente a los
velorios, aunque desafortunadamente no las pude precisar (1).
Lo que si es obvio, es el sentimiento de solidaridad -"es un
deber"- y de imposición social "para no estar solo en el día
de su muerte" (2).
Por otra parte, como no tienen cura y por consiguiente, ni
misas, ni rosarios, ni fiestas religiosas; tampoco tienen la oportunidad del contacto social que antes o después de estas ocasiones se presenta. Tampoco hay un cine que dístraiga y congregue,
ni una retreta, ni heladería, ni tienda espaciosa, ni mercado. El
velorio o la velación llega a ser, pues, casi la única oportunidad
de reunirse, de encontrarse, de hacer vida social.
NOTAS
U) Sobre las razones mágico religiosas para asistir a los velorios (miedo al
espíritu del difunto que puede enfurecerse con quienes no asistan; para
que el espíritu del muerto no se quede en el aire y encuentre 8U sitio
a dónde ir, etc. Tbomas James Priee. :Ir. presenta un detenido estudio
en el capitulo Rites /O'r the Deoo,l de su obra citada.
(2) Malinowsky, especialmente, ha hecho notar que las prácticas religiosas
constituyen a la vez, formas de obligación social. En su libro Moeun et
coutumes des m.élaneriens) Payot, París, 1933, página 36, dice: "Je ne connais pas un seul acte religieux gul ne présente ce c6té BOciologique, plus
ou moins directement associé A sa lonction princlpale. et ajoutant A son
caract~re de devoir religieux celul d'obligation sociale".
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