Licenciado Miguel Espeche, que es coordinador general del programa de Salud Mental Escuchamos ahora al licenciado Miguel Espeche, que es coordinador general del programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano, papá de Lautaro. Licenciado Espeche: Bien, disculpen la demora, estuve escuchando atrás la siempre clarísima exposición del doctor Bianchi y muy nervioso, siempre me pongo nervioso cuando vengo aquí, pero cada vez más. A medida que pasan las reuniones que comparto con ustedes, cuando me voy acercando a este lugar me empiezan a temblar las manos y esto no ocurrió la primera vez que vine. Creo que con el tiempo, me estoy dando cuenta de las enormes resonancias de lo que refleja a lo largo de la vida, a lo largo del tiempo, la pérdida de un hijo. En un comienzo más cercano a la fecha, van a hacer cuatro años que murió mi hijo, estaba muy involucrado del asunto en el impacto, o sea en el momento en que mi hermano me dijo "Lautaro se murió" en la escalera del hospital y lo que esto significa para mí y lo que yo podía expresar de esto a quienes habían tenido experiencias similares de alguna manera. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, como bien dice el doctor Bianchi, la hecatombe que significa la pérdida de un hijo, cobra distintas dimensiones en las distintas dimensiones de nuestra vida, sea en la pareja como acaban de mencionar, sean en nuestra vida laboral, nuestra vida social y en el profundo significado que tiene la vida para nosotros, o sea se ponen en tela de juicio cosas que son del orden existencial, cosas que quizás jamás habíamos imaginado que íbamos a abordar con el impacto del dolor encima, o sea para qué estamos aquí, para qué respiramos día a día, qué sentido tiene esto, en quién nos vamos a sostener si esto tan trágico ocurre en esta vida, a veces tan disfrazada de alegría, pero que en el fondo hay algo terrible que puede sucedernos y que sigue sucediendo a diario en las distintas familias en que lamentablemente algún hijo fallece. Entonces les decía que quizás, con el tiempo se hacen más claras algunas emociones que antes, al comienzo estaban diluídas si se quiere, o estaban confundidas con el stress, con el trauma, con el impacto, con ese relámpago espantoso que es la noticia que es que nuestro hijo está muerto, la circunstancias quizás de haber acompañado su agonía o no, o la sorpresa cuando se trata de accidentes. Por eso me animo de hablar de sentimientos negativos, o sea a proponerme las distintas alternativas, me pareció que era interesante ya no de los sentimientos legitimados por el horror de la muerte, por el dolor que es en sí mismo, obviamente, el sentimiento primordial en toda esta experiencia. Cómo hacer al comienzo, dónde sostenerse, cómo continuar, sino dar algunas pinceladas, este es un tema tan abarcativo que lo que más podemos hacer es dar algunas pinceladas, en términos posiblemente de igualdad entre todos nosotros. Porque somos todos papás ¿no? Dar algunas pinceladas de esos sentimientos que perduran y que nos intoxican, que tienen un origen visible en la pérdida de nuestros hijos y que ya pasado cierto tiempo, quizás, se hacen más transparentes como nocivos, en términos psicopatológicos, o sea el TCM4, todos los códigos psiquiátricos y demás, pueden hablar de duelos patológicos. Es decir, aquel duelo normal que entre otras cosas se entiende de igual forma, de igual forma a lo largo de muchos años nos permite pensar que hay alguna patología. Y si no queremos entrar en este territorio de lo patológico, lo sano, lo enfermo, llamémoslo sencillamente, negativos. En términos de intoxicación, por ejemplo el sentimiento de bronca que pueda dar la injusticia de la pérdida de un hijo, lo que creemos nosotros que es una injusticia, según el parámetro nuestro, nosotros en el libro de quejas de la vida, dirigido hacia Dios, nos quejamos que haya decidido llevar a nuestros hijos antes que a nosotros. Ponemos el libro de quejas y Dios dice: "y, hermano, y vos mucho no entendés mucho del Universo. Hay algunas cuestiones ligadas al manejo del Universo que vos no estás en condiciones de comprender "y nosotros, ante esto nos rebelamos, nos rebelamos muchas veces con una gran bronca que puede tener distintas manifestaciones, o sea la bronca puede derivar, la bronca, yo en lo personal, a mí, lo que me pasa es que me dá bronca que mi hijo se haya muerto. Vamos a ser sinceros. A mí más que el dolor o con el dolor lo que me da es BRONCA, o sea cada vez que veo un chiquito de 13 años, medio gordito y con cara de luna llena, me viene este dolor y mando la puteada, "¡la puta madre!" y digo, disculpen, y digo, "cómo puede ser". Yo no lo veo esto como negativo en el sentido que no habito esta bronca todo el día y no he organizado mi vida en función de esta bronca, y aparte, la puteada la mando, es decir, exorcizo esta bronca con lo que corresponde, ¿no es cierto? La puteada, esto yo lo hablé alguna vez, pedí disculpas, ahora ya no pido disculpas por putear, la puteada es una buena forma de desintoxicar y si hay alguna oreja que nos escuche y más o menos capte la cosa, mejor. Prefiero eso a ponernos pálidos, a que nos salgan ojeras o que nos salgan úlceras, a que la piel se nos brote toda, a que nos quedemos tirados en una cama, porque ustedes saben que un gran componente de la depresión, ésa, la depresión clínica que dicen los manuales, es la hostilidad, es la bronca, es la revolución que produce la rabia, transformada en violencia. ¿No es cierto? Porque la bronca así dicha, no es violencia, es bronca. Ahora si perduramos en este sentido, en este circuito y no le damos cauce, y ahora después les voy a hablar un poquito cómo se le dá cauce, aparte de esto de expresarla, si perduramos en este sentimiento, y este sentimiento y este sentimiento se llama el resentimiento. O sea, lo que ocurre es que nos resentimos por la instancia que nos toca vivir. En ocasiones podemos mirar al vecino de al lado y decir ¿por qué no le habrá pasado a él? Miramos la vida con un tamiz hostil, como amargo, que no tiene por qué ser consecuencia de nuestra pérdida. No es matemático que al perder un hijo que uno tenga que transformarse en un amargo, sí en una persona profundamente triste y conocedora de las profundidades del dolor, cosa que nos hace mejores personas que los otros, pero nos pone en condiciones quizás, eventualmente, inclusive, de ayudar alguna vez, como lo prueban los grupos de autoayuda mutua y de autoayuda. Como lo prueban ustedes cotidianamente cuando van a sus grupos Renacer y ven a quien está en igual condición que ustedes hace un tiempo y de pronto, no saben cómo ven que ese dolor ahora es un gesto generoso y encuentra un sentido. Quizás sea minúsculo en relación al dolor habido, un sentido para tamaña tragedia y hay consuelo en ese tipo de devenir del sentir. Si esto se trunca nos quedamos solos, nos resentimos, nos cocinamos en un caldo malsano, es muy probable, lo que estamos aquí tengamos más tendencia a la apertura. Ustedes se tomaron un colectivo, un taxi, a pata, en auto y se vinieron al centro, al teatro San Martín, a escuchar a otros, esto habla de una apertura, de una apertura al prójimo y al no resentirse, o sea la redundancia al sentimiento al punto de intoxicarnos. El sentimiento en sí mismo no es negativo, de hecho hay un punto en el cual ni siquiera no somos responsables de lo que sentimos, es un acontecer, desde el punto de nuestra responsabilidad comienza en el qué hacer con este sentimiento. Y yo soy un fervoroso, fervoroso propiciador del encuentro entre prójimos para exorcizar, para diluir, para consolar, para dar cauce a lo que sentimos. Yo nombro algunas de las emociones, pero son muchas. Las emociones llegan y habitan en esta tragedia. El agua que no se cura, se estanca, no es culpa del agua, no es culpa del agua. Ustedes saben que cuando uno, en la montaña echa a rodar o qué se yo cómo se dice, fluír, el agua a través de la piedra en estos riachos de montaña de Córdoba, del sur, ustedes saben que después de cierta cantidad de metros, esa agua está purificada, o sea, ustedes pueden tirar elementos tóxicos o claro, radiactivos no les aconsejo, pero elementos de un nivel de toxicidad, mugre, estiércol, lo que sea, 50 metros más abajo, el agua está pura. La posibilidad de circular la emoción, sea como sea, sea a través de la palabra, sea del gesto, sea a través de la puteada, sea a través del moverse hacia otros, es una posibilidad de purificar el sentimiento y llegar a su raíz, y esa raíz es el dolor, y el dolor nunca se va a ir, pero sí podemos convivir con él de una manera digna, de una manera sabia, de una manera generosa. Esto es una alternativa que en lo que a mí respecta, le da sentido a la muerte de un hijo. La posibilidad de no temerle al dolor porque el dolor no es malo, el dolor es signo de amor, o sea, no tenemos dolor si no hubo amor. No podemos sentir dolor por la pérdida de alguien a quien no conocemos, a quien no amamos aunque sea mínimamente, al hijo al que hemos conocido en profundidad, tiene un dolor concomitante a las profundidades de ese vínculo y no es patología eso, de ninguna manera es patología. Con el tiempo podemos llamar patología a los efectos secundarios de ese dolor, pero no al dolor de sí mismo, y uno de los elementos que hace que el dolor se pueda transformar en tóxico es el miedo al dolor, temer al dolor nos acobarda y nos deja solos, y creo que cuando estamos solos es un círculo vicioso, cuando estamos solos es más factible que tengamos miedo. Por eso insisto en la posibilidad de estar acompañados, de la forma que uno encuentre. Yo no quiero dar recetas de cómo uno debe estar acompañado. A veces estamos, miren, somos muchas personas. Yo a mi hija le dije, seguramente vas a encontrar asiento, vos quedate tranquila. Mi hija tiene 11 años, está allá, estaba cansada porque caminamos unas cuadras apurados porque llegaba tarde y le dije: "Quedate tranquila, Lucía, llegamos y te sentás". Por ahí está, parada o no sé si a lo mejor se sentó en algún lugar del piso y todos estos montones de personas que somos aquí, somos cada uno nosotros participantes de una singularidad. En común tenemos el dolor, el dolor que nos convoca y a la vez tenemos todas las historias habidas y por haber. Uno de los temores míos al expresarme aquí, desde este lugar, es cómo puedo abordar yo tamaña cantidad de historias tan diferentes. La otra vez que vine hablé algo sobre el suicidio que no recuerdo que era. Salí y me apretaron unos que decían ¿Cómo podés decir eso sobre el suicidio?. Habían interpretado, a mi gusto, cualquier cosa. Pero se dan cuenta es una responsabilidad abordar tanta cantidad de situaciones, pero el eje en común, los que sí podemos hablar es cerca del dolor, y de lo que por miedo a veces hacemos con el dolor y con la bronca. La bronca a veces encubre al dolor, la bronca a veces nos torna resentidos, cuando no la expresamos y cuando no la legitimamos en algún momento. Y nunca me cansaré de hablar de la red, de la posibilidad de estar con el prójimo, en la posibilidad de decir aunque sea a alguien que esté cerca, el desafío que nos impone esta situación de encontrar gente de ley con quien estar, de hecho hay una purificación en nuestros vínculos a partir de la muerte de nuestro hijo. Nuestros amigos de ley quedan, los que no son de ley se van. Las parejas que son constituidas perduran, sean unidas en matrimonio, sea como personas que tienen un recuerdo de haber estado juntos con alguna dignidad, o se destruyen. Todo se pone a prueba, y las verdades afloran. Entonces, en terminos de lo que es la negatividad del asunto, creo que lo peor que podemos hacer es temerle al dolor, quedarnos solos, perder la confianza en que en el hecho mágico de que cuando estamos con otros, somos más que dos, cuando estamos con mil, somos un millón porque pasan muchas cosas, algunas de ells mágicas, en el solo hecho de estar acompañados. No es una ecuación aritmética la cuestión de estar con otros. Acá somos mucho más que el número de los que estamos aquí, está entre nosotros un espíritu y no me pongo místico, raro, les digo, un espíritu de solidaridad, de bien común y de recrear la confianza en la vida porque le encontramos un sentido a la muerte, y ahí no hay ningún miedo. Cuando le encontramos un sentido a la muerte ya no hay más miedo, es un laburo, hay que vivir toda la vida para ir encontrándole un sentido a la muerte que es también una forma de encontrarle un sentido a la vida y animarnos a vivir. La muerte es un desafío para nuestra vida, no es un convocatoria hacia nuestra muerte, es un desafío para que vivamos. El Doctor decía recién, no hay ningún hijo que no le desea la felicidad a sus padres al momento de la partida, y tenemos que honrar ese deseo de todos l os hijos, todos los hijos, de ver felices sus padres. Y creo que este es el desafío, la maravilla de la vida a pesar de la tragedia de saber que hay amor y que desde ese amor, el amor de nuestro hijo a nosotros, nos obliga, si quieren llamarlo así, a enaltecer, a dignificar y a honrar, a lo que nos queda por vivir. Y una linda forma de honrar la vida es estar juntos y encontrar valores que nos convoquen y que nos nutran en la confianza. Sentimientos negativos son, depende, cuando uno los hace circular se transforman en otra cosa, y se transforman y no quedan siempre iguales. Una vez que los echamos a rodar vuelven de otra manera hacia nosotros. Bueno, espero no haberme pasado mucho con el tiempo, les agradezco mucho, hasta luego. Aplausos "Desde el amor nos dan sus palabras como una luz y una esperanza para transitar este camino. Primeramente va a hacer uso de la palabra el doctor Carlos Bianchi, psiquiatra, autor de dos libros sobre la pareja, partició varios años en los grupos Renacer, es el papá de Martín". Dr. Bianchi: Hola, buenas noches, como comentaba la compañera, es cierto, he publicado dos libros sobre la relación de pareja. No puntualmente sobre el duelo, si bien hay un apartado, un pequeño capítulo sobre la pérdida de hijos, los libros tratan de la relación de pareja como una fatalidad, en este caso para los compañeros de grupos Renacer voy a hacer una pequeña semblanza de lo que sería, me parece, el desarrollo y la evolución de una pareja normal, digamos de padres, cuando es dramáticamente conmovida por la pérdida de un hijo. Desde luego, ustedes saben que los duelos son absolutamente singulares, yo quería transmitirles, tal vez, eso sirva para chequear cada uno lo suyo, cómo sería un desarrollo normal, luego de la dramática pérdida de un hijo en la pareja. Es comprensible que cada uno de los padres en un principio esté sumergido en su propio dolor y que la relación de pareja no esté en ese momento en el primer lugar de sus preocupaciones. Todos sabemos que estamos, en un principio, con un gran desconcierto, y casi solos frente a todo lo que nos rodea, es decir, que en un principio la pareja, cada uno asume su propio dolor, pero es indudable, ustedes lo saben, que el peor de los duelos es el duelo solitario. Así lo entienden los familiares, lo entienden los amigos que se acercan en un principio a brindar su afecto y su consideración a cada uno de los padres, pero como sabemos que ese acompañamiento es temporario, ya que la vida debe continuar, debe continuar para todos y con el tiempo esta solidaridad de los amigos y de los familiares va, diría yo, inexorablemente, languideciendo y decreciendo, es entonces y ahí sí sin la menor duda, donde el compañero, el testigo necesario es para cada uno de los padres dolientes, su propia pareja. Estamos hablando de una pareja bien constituida, reunida por el afecto en el momento de la tragedia, la pérdida del hijo. ¿Cómo evoluciona esto? Bueno, los padres sabrán estar juntos frente al silencio respetuoso, también frente a la reminiscencia de los momentos compartidos entre ellos, también con quien hoy no está físicamente. La pareja se afianza a partir de esa gran ausencia. La pareja irá creando aún sin proponérselo ciertos códigos cómplices que le indicarán cuándo hablar y también cuándo callar frente a terceros en distintas circunstancias. A veces solamente el cruce de una mirada entre ambos padres será suficiente para entenderse en cada circunstancia a la que es sometida la pareja en el diario vivir. Lentamente se irán generando pequeños y nuevos proyectos en la pareja y se irá permitiendo, la pareja acceder otra vez a la vida y a ciertas alegrías que en un principio eran impensadas. A partir de la experiencia y esta complicidad del dolor compartido el vínculo se afianza, y cada uno será para el otro sin duda, el mejor interlocutor, en el camino que aún les toca recorrer, compartiendo el tiempo y los sentimientos, respetando también la individualidad del duelo de cada uno de ellos. Como les decía, esto es sólo una semblanza de la probable evolución de que una pareja, que en el momento de una pérdida se encontraban unidos y felices, digamos que esto es lo que uno quisiera que suceda después de lo trágico, pero claro, no ocurre lo mismo cuando la pérdida de un hijo es el detonante que pone en evidencia el malestar o la infelicidad preexistente entre los padres. Es aquí donde se cumplen las estadísticas que hemos leído, que conocemos con las cuales personalmente, no estoy de acuerdo y que dicen que hay un aumento de la separación entre padres que perdieron hijos entre 5 a 1 con respecto a parejas que no han perdido hijos. No estoy de acuerdo porque estas estadísticas se darían, creo yo, o serían visibles sólo en estos casos cuando la pérdida del hijo es el detonante de una pareja que ya funciona mal y que no se ha confiado hasta ahí la separación por distintas razones, por distintos miedos en general. Bueno, qué ocurre luego de la pérdida de un hijo en estos casos. Las recriminaciones, el hacer de algún modo culpable al cónyuge por lo sucedido, el resentimiento, el discutir y competir entre ellos por el amor o por la desatención que tuvieron hacia el hijo, es moneda corriente. Luego, si en muchos casos sobreviene la separación, tal vez necesaria y el profundo dolor de tener que afrontar un duelo solitario. Sería entonces la semblanza de una pareja que funciona bien y la semblanza, la mínima semblanza, de una pareja con problemas, con conflictos antes de la pérdida de un hijo. Claro que no sólo estas parejas últimas deben afrontar un duelo solitario, también las parejas que están separadas, previas a la muerte de un hijo, en cierto modo, afrontan un duelo solitario, aunque hoy, los casos son singulares. Hay parejas de separados que se han acercado luego de la muerte de un hijo, pero es otro caso del duelo solitario. También es solitario el duelo en quien está viudo, no tiene pareja y luego pierde un hijo. ¿Qué hacer cuando decimos que el peor de los duelos es el solitario? Buscar compañías. ¿Cuáles son las opciones? Una de las opciones es esta que estamos compartiendo, es decir, los grupos de autoayuda, una opción diaria donde se encuentra rápidamente un lenguaje común con otras personas y en donde, en cierto modo, uno pierde el protagonismo. Uno no está en una reunión donde uno dice "yo perdí un hijo". Aquí todos hemos perdido hijos. Entonces pierde el protagonismo. Entonces el grupo de autoayuda, creo yo, que es un excelente lugar donde evitar el duelo solitario. Un grupo de autoayuda donde se trabaja, donde se reflexiona, donde uno al principio recibe y luego está en condiciones de poder dar, donde pasa una etapa de su duelo. También yo y mis compañeros saben que yo aclaro que un grupo de autoayuda no es un lugar para quedarse a vivir. Es un lugar de tránsito. Luego, uno debe volver lógicamente, a insertarse en la sociedad, ¿no es cierto? Ya poder salir y estar y tomar un café con aquellos que no perdieron hijos, es decir, que hay que volver a salir, pero el grupo de autoayuda, ayuda muchísimo. Otra opción es la terapia, para algunos, los grupos terapéuticos también son una muy buena opción, o la terapia individual en aquellas personas que a lo mejor ya estaban dentro de un proceso terapéutico. También la religión suele ser para muchos la compañía necesaria para evitar ese duelo solitario. Las amistades y nuevos intentos de pareja para quienes no la tienen en ese momento. Después de esta semblanza, yo quisiera decirles lo que me parece a mí que no ayuda en la pareja frente a la pérdida de un hijo, lo que no ayuda, lo que no sirve en la pareja. No ayuda no respetar los tiempos ni la singularidad del duelo de su cónyuge. A ver si podemos pensar estas definiciones que me parece que no son poca cosa, no respetar ni los tiempos ni la singularidad del cónyuge. Cuestionar lo que cada uno hizo o dejó de hacer. Atribuirle al otro responsabilidad o culpa de lo sucedido. Ensañarse en su dolor y desatender su pareja. Privarse y privar al otro, a su cónyuge de ciertas gratificaciones que pudieran compartirse en función de un falso sentimiento de fidelidad a quien no está, donde uno pareciera que se compromete a no ser, a no tener nunca más una alegría, a no poder disfrutar de nada porque esto sería ser infiel a quien no está. Esto no es así, ustedes lo saben, ningún hijo se ha ido recomendándole al padre que no sea feliz, o que no busque su vida. Asumir un rol de víctima como si su dolor fuera más grande y más importante que el de su pareja (todo esto es lo negativo que estamos hablando). Obligar al otro a participar de ceremonias, recordatorios, visitas al cementerio, cuando su pareja no sienta la necesidad de hacerlo. Censurar en el otro la risa, la broma, la participación en eventos sociales, acusándolo de olvido o desamor. Todas éstas son algunas de las actitudes y conductas inconvenientes dentro de la pareja, seguramente hay muchas otras que ustedes me darán letra, ustedes me podrán decir, "en mi caso pasó tal cosa", pero todo esto es conveniente evitarlo. ¿Por qué quería darles algunos datos también con respecto a una pareja especial que ha perdido un hijo y que creo que es frecuente en este momento? Que es la pérdida de un hijo conformada por uno de los dos padres no biológicos. Es decir, el papá o la mamá biológica y su nueva pareja. Ustedes comprenden que esto hay que verlo, analizarlo de una manera absolutamente singular, porque hay muchos datos y detalles que cuentan aquí. Si había convivencia, y si no había convivencia. Si se convivía con ese hijo o no. Cómo era la relación del padre no biológico con ese chico o si no se convivía, en fin, pero lo que he querido yo es señalar también, es lo bueno y lo malo, digamos. ¿Qué le pasa al padre o a la madre biológica en el buen sentido, con su pareja, que no es el padre o la madre biológica? Sentirse contenido, comprendido y apoyado por su pareja a lo largo del proceso del duelo. Reconocer el cariño que su pareja tenía por su hijo Valorar la actitud de respeto y de cuidado del él o de ella por su dolor. Sentir finalmente que su pareja, que no es el padre o la madre biológica, es el mejor interlocutor para su nostalgia, sus recuerdos y sus momentos de tristeza. Sentir que la relación de pareja se afianza a partir del dolor compartido, esto es lo bueno que le sucede al papá o mamá biológica en su nueva pareja. ¿Qué le pasa a quien no es el padre o la madre biológica? También es en el buen sentido que estamos hablando. Sentirse solitario con todo lo sucedido, compartir el duelo con autenticidad basado en el amor con su pareja y por el sincero cariño que sentía por quien hoy no está. Permitirse su propio duelo sin imitar y no concensurar su dolor con las expectativas del otro. Asumir con responsabilidad la función de contener, apoyar y entender al otro, y aceptar con amor los cambios transitorios y comprensibles que puedan darse en su pareja. Sentir que el trágico suceso que puso a prueba la relación, terminó por afianzarla. Esto es lo bueno, vamos a lo que no es bueno que siente el papá o la mamá biológica. Sentirse incomprendido, ya que su pareja no ha perdido un hijo. Minimizar o desvalorizar el dolor de su pareja, Pretender que el duelo del otro se acomode a sus expectativas. Sentir que su dolor le da derecho a manejarse dentro de la relación de modo absolutamente individual, a veces caprichosa, marcando los tiempos para todo y que esto debe ser aceptado por su pareja de manera incondicional. Sentir enojo o rabia, ya que él o ella no sabe lo que significa el haber perdido un hijo y hacerle notar esa diferencia en algunos momentos, más aún, si la convivencia entre la pareja, padre o madre no biológico y el hijo era una relación competitiva y distante. Sentir celos, en el caso de que su pareja tenga hijos biológicos del matrimonio anterior que no hayan muerto. Sentirse a través de la idealización en la pareja con el hijo muerto, sobretodo si se trata de una hija, si hablamos del padre y de un hijo si hablamos de la madre. Sentir por todo lo anterior alejamiento de su pareja actual que se manifiesta entre otras cosas, por un marcado desinterés sexual. ¿Qué le pasa a quien no es el papá o la mamá no biológica? Estamos hablando de lo que no quisiéramos que pase. Sentirse abandonado y no tenido en cuenta y que la relación de pareja ha pasado a un segundo plano. Estar inhibido a opinar, a actuar o proponer por temor a molestar a su pareja, o a ser malinterpretado en sus actitudes. En el caso de participar con su pareja en algún grupo de autoayuda o proceso terapéutico en función del duelo, sentir que no se le otorga o no le corresponda el mismo derecho a manifestarse libremente. Sentir que su cariño por quien ha muerto no es valorado en su putabilidad Sentirse afuera del proceso de duelo de su pareja. Sentir que las etapas felices, alegres y apasionadas de la relación son irrecuperables. Sentirse obligado a permanecer en la pareja sólo por solidaridad frente al dolor. Sentir celos del acercamiento que pueda darse a partir del dolor compartido entre su propia pareja y el otro padre biológico, ya hace tiempo separados y por lo anterior, sentir temor a la pérdida de la pareja. Hemos hecho una pequeña recorrida con respecto a varios casos distintos. La pareja, no es cierto, bien habida, la pareja con problemas, la pareja no conformada por los padres biológicos y sobretodo esta pequeña reseña de lo que no ayuda, que me parece importante tenerlo en cuenta. Ya en toda pareja que ha perdido un hijo, estas actitudes que no ayudan. Desde luego que hay para mucho más, pero creo que nos corre un poco el tiempo, me gustaría decirles lo que yo entiendo que es una pareja bien conformada: Yo diría que para conformar la buena pareja es necesario querer al otro, desear al otro, respetar al otro, respetando las reglas del juego que en su momento se hayan pactado y tener cierto orgullo de que ese otro sea su pareja, este es un buen comienzo. Qué otra definición para pareja, yo creo que una pareja comparte una manera de pensar con respecto a las cosas esenciales, también comparte determinados códigos éticos y cierto sentido estético. Se desean y participan de una vida sexual que fueron plasmando a través del tiempo. Se respetan, existe entre ellos una complicidad que se manifiesta en un entendimiento a veces sin palabras. Esto es la pareja, sino la pareja no existe, así, sin anestesia, no existe si no se dan estas condiciones. ¿Se los reitero? Compartir una manera de pensar con respecto a las cosas esenciales, compartir determinados códigos éticos y cierto sentido estético, desearse y participar de una vida sexual que fueron plasmando a través del tiempo, respetarse y que exista entre ellos una complicidad que se manifieste por un entendimiento a veces sin palabras. Esto sería un definición de la pareja. Cuando Graciela Canteros, la gente de Renacer, me invita a participar de alguna charla, yo que soy un hijo de Renacer, siempre estoy y siempre vengo, y me salgo un poco de lo mío actual, que es la pareja en general para tratar el tema de la pareja y el duelo, que es un tema, creo yo, mucho más denso y mucho más difícil que hablar de la pareja en general. ¿Por qué digo esto? Porque yo creo que frente a la pérdida de un ser querido aparece el sufrimiento real y el sufrimiento perecedero con respecto a la pareja en muchos casos, yo creo que el sufrimiento es neurótico, corresponde a la neurosis de cada uno, más allá de ser transitorio, esta es la diferencia. De todos modos, como yo sé que de tanto en tanto me llaman, sigo escribiendo con respecto a la pareja y el duelo. ¿Y, por qué sigo escribiendo? Porque yo creo que escribir es terapéutico, escribir hace bien, sobretodo cuando uno no escribe para publicar, escribe para uno. Cuando uno deja correr la mano, llevada por un sentimiento y escribe y después puede leer lo que escribió, y yo creo que escribir es terapéutico porque es una manera de encontrarse con uno mismo sin ninguna duda. Bueno, yo creo que estamos bien con el tiempo, gracias por la atención. Aplausos ¿Cómo puedo saber si una persona en duelo necesita ayuda profesional? Hay varias situaciones: a.. Cuando el doliente pide ayuda expresa para su proceso. b.. Cuando el profesional valora que la ayuda es necesaria. c.. Cuando existan varios predictores de riesgo asociados. d.. Cuando detectamos pistas que nos orientan hacia un posible duelo complicado. Predictores de riesgo de mala evolución del duelo El duelo siempre va asociado a una serie de circunstancias, que actúan como predictores de riesgo, como son: causa y entorno de la muerte, personalidad y recursos psicoemocionales del doliente, ambiente sociofamiliar y el tipo de relación con el fallecido. Estas circunstancias pueden ser consideradas como normales, en el sentido de que no añaden por sí mismas dificultades a las ya propias del duelo, o por el contrario pueden complicarlo enormemente. Podemos considerar predictores de malos resultados o de dificultades en la elaboración del duelo, los siguientes4,15,25-29: a.. muertes repentinas o inesperadas; circunstancias traumáticas de la muerte (suicidio, asesinato) b.. pérdidas múltiples; pérdidas inciertas (no aparece el cadáver). c.. muerte de un niño, adolescente, (joven en general). d.. doliente en edades tempranas o tardías de la vida. e.. muerte tras una larga enfermedad terminal. f.. doliente demasiado dependiente; relación ambivalente con el fallecido. g.. historia previa de duelos difíciles; depresiones u otras enfermedades mentales. h.. tener problemas económicos; escasos recursos personales como trabajo, aficiones. i.. poco apoyo sociofamiliar real o sentido; alejamiento del sistema tradicional socio-religioso de apoyo (emigrantes). Duelo Complicado Para saber si nos hallamos ante un duelo con una evolución dificultosa, nos pueden servir de ayuda los criterios de Duelo Complicado de Prigerson & Jacobs (2001)23: Criterios Revisados de Duelo Complicado Criterio A 1.. Haberse producido la muerte de alguien significativo para esa persona 2.. Estrés por la separación del ser querido que conlleva la muerte. Presentar, por lo menos cada día o en grado acusado, 3 de los 4 síntomas siguientes: 1.. Pensamientos intrusos - que entran en la mente sin control acerca del fallecido. 2.. Añoranza - recordar con pena su ausencia- del fallecido. 3.. Búsqueda - aún a sabiendas que está muerto- del fallecido. 4.. Soledad como resultado del fallecimiento. Criterio B Estrés por el trauma psíquico que supone la muerte. Presentar como consecuencia del fallecimiento, por lo menos cada día o en grado acusado, 4 de los 8 síntomas siguientes: 1.. Falta de metas y/o sentimientos de inutilidad con respecto al futuro. 2.. Sensación subjetiva de frialdad, indiferencia y/o ausencia de respuesta emocional. 3.. Dificultades en aceptar la muerte (p. ej.: no terminar de creérselo,...) 4.. Sentir la vida vacía y/o sin sentido. 5.. Sentir que se ha muerto una parte de sí mismo. 6.. Tener hecho pedazos el modo de ver y entender el mundo (p. ej.: perder la sensación de seguridad, la confianza, el control,...) 7.. Asumir síntomas y/o conductas perjudiciales del fallecido o relacionadas con él. 8.. Excesiva irritabilidad, amargura y/o enfado en relación a la muerte. Criterio C La duración del trastorno (los síntomas arriba indicados) es de al menos 6 meses. Criterio D El trastorno causa un importante deterioro de la vida social, laboral u otras actividades significativas de la persona en duelo. 4.. Técnicas de intervención Son técnicas que se pueden utilizar ocasionalmente en situaciones especiales. Comunicación telefónica. El teléfono será fundamental en el apoyo y seguimiento puntual, por ejemplo el profesional quiere hacer un seguimiento telefónico ante una fecha significativa que se avecina o en el caso del doliente que necesita aclarar una duda,... Escribir. En determinadas personas, el escribir alivia y aclara u ordena sus ideas y emociones. El material generado se puede utilizar luego en las entrevistas, como un estímulo más para la comunicación. Se puede sugerir escribir acerca de "las cosas que le dirías y no le has dicho", o "tener un diario escrito con tus conversaciones con él. Dibujar. El dibujo, del mismo modo que la escritura, es un medio de expresión que puede conectar con nuestras profundidades y permitirá en determinadas personas sacar emociones o sentimientos, que luego también se pueden comentar en la consulta. Libros de autoayuda (biblioterapia). Se puede recomendar, en un momento dado y dependiendo del contexto, la lectura de un libro de autoayuda: a.. Brothers, Joyce. Vivir sin él. Cómo superar el trauma de la viudedad. Barcelona: Grijalbo; 1992 b.. Pangrazzi, Arnaldo. La pérdida de un ser querido. Madrid: Ediciones Paulinas; 1993 c.. Ginsburg, Genevieve Davids. No estás sola cuando él se va, consejos de viuda a viuda. Barcelona: Martínez Roca; 1999 d.. Kübler-Ross, Elisabeth. La muerte: un amanecer. Barcelona: Luciérnaga; 1991 Elaborar un álbum de fotos o atesorar una caja con recuerdos. Un álbum de fotografías... o un cajón de recuerdos: un trozo de cabello..., una joya, una moneda,... una entrada de fútbol de aquella tarde..., cosas que no le sirven a nadie para nada, pero tan personales... un auténtico relicario. Se puede hablar de verdaderas máquinas del tiempo programables, en la que tocas esta o esa tecla - los objetos de transferencia - y te transporta a... Vídeos. Visualizar vídeos del fallecido añade la dimensión del movimiento y el sonido a la foto, todo parece más real, y sirve como las fotos o los recuerdos para lo mismo, para redimensionar la nueva relación con el marido muerto, autonegociar cómo se le va a recordar,... Se pueden utilizar en las prescripciones e instruir 15-20 minutos diarios de vídeo cada día, en un tiempo privado, exclusivamente suyo y del muerto, o de quién lo quiera compartir. Animales. En el duelo, los animales domésticos, a veces juegan un papel fundamental, enganchan a la vida, permiten expresar cariño, hablar de cosas que probablemente no hablarías con nadie, recuerdan al fallecido y permiten ponerte triste, incluso desahogar la rabia... "les damos cuatro gritos y poco después.... tan amigos", al acariciarles se tiene el calor del contacto físico, y con el paseo (p. ej. si es un perro) la socialización obligada,... En último caso siempre supone un tema de conversación al que recurrir cuando se quieren eludir otras cuestiones. Internet. En Internet cada vez hay más recursos para las personas en duelo31. Desde los "chats" de autoayuda en duelo hasta los cibercementerios en los que se pueden erigir verdaderos "monumentos" funerarios conmemorativos, pasando por psicólogos y asesores de duelo que desarrollan sus sesiones terapéuticas directamente "on line", páginas de grupos de autoayuda nacionales o internacionales (CRUSE,...) que se anuncian en la red,... Reestructuración cognitiva. La reestructuración cognitiva en el duelo es muy útil. Ayudando al doliente a identificar los inevitables pensamientos automáticos disparadores de sentimientos negativos asociados a la pérdida, del tipo "no podré conseguirlo,... me pondré a llorar y arruinaré el bautizo,... ya no sirvo para nada, qué pinto yo en este mundo, nada tiene sentido,...", y enseñándoles a pararlos mediante detención de pensamientos e inocular ideas positivas, como: "seguro que puedo,... me contendré,... ahora puedo ayudar a mi hija, ella me necesita,... puedo hacerlo,... puedo vivir", haremos que se sientan francamente mejor y desde luego más capaces. Es una técnica muy rica por su sencillez e inmediatez. Fantasías y visualizaciones dirigidas. Las fantasías y visualizaciones dirigidas, suponen imaginar una situación que se desea alcanzar, con rasgos positivos. El ejercicio se puede hacer durante unos minutos y si se hace con los ojos cerrados, mejoran los detalles y el nivel de concreción de la situación deseable, lo que redunda en mejores resultados. Generalmente se tratará de trabajar con las dificultades que presenta el doliente. Metáforas. La metáfora es una analogía que identifica de forma imaginativa un elemento con otro, adscribiendo al primero cualidades del segundo. El hecho de plantear en una sola imagen (metáfora simple) o en una narración completa (en semi-cuento) que contenga la esencia del proceso de la persona, aporta imágenes que permitirán: elaborar emociones, transmitir mensajes (la narración contiene una especie de "moraleja" que el oyente interpreta situando lo que escucha en su propio marco de referencia) y crear imágenes que acompañan y "aconsejan" de forma simple, sintética y más allá de lo racional. Ayuda de su doctor. Ocasionalmente, las noches de insomnio pueden prolongarse en el tiempo constituyendo un problema grave. Su médico de cabecera entonces podrá prescribirle algún fármaco hipnótico durante algunos días. Si la depresión persiste hasta el punto de afectar el apetito, el nivel de energía, y el sueño, podrán ser necesarios los fármacos antidepresivos, que como usted sabe no crean dependencia. Si la depresión todavía no mejora su médico de cabecera le remitirá a la consulta de su psiquiatra de zona. Las personas con dificultades en la resolución de su duelo pueden obtener ayuda de su médico de cabecera o de las diferentes ONG u organizaciones religiosas existentes. Para algunos será suficiente el encontrarse y hablar con personas que han pasado por la misma experiencia que ellos. Otros precisarán acudir a un consejero o psicoterapeuta, bien en grupo o de forma individual, durante cierto tiempo. El duelo vuelve patas arriba nuestro mundo y es una de las experiencias más dolorosas que los seres humanos tenemos que superar. Puede ser extraño, terrible o sobrecogedor. A pesar de ello, es parte de la vida que hemos de afrontar y generalmente no requiere de atención médica. Para aquellos que lo precisen, la ayuda está disponible, no sólo por parte de sus médicos de cabecera, sino también de las diferentes organizaciones no gubernamentales y religiosas existentes El Duelo es un Proceso Como madre, o padre, realmente nunca se olvidará de la pérdida de su bebé. Pero aprenderá a vivir sin su presencia física y terminará por integrar la pérdida a su experiencia de vida. No se puede negar que la muerte de su bebé ha cambiado su vida. Sus "reglas" y maneras de interactuar con el mundo serán diferentes de ahora en adelante. Pero ese cambio sirve como testamento permanente de la existencia de su bebé. Lo importante para los padres que sufren la pérdida de un bebé es darse cuenta de que pueden sobreponerse a su dolor y que lograrán sanar la herida. Entender que el dolor es un proceso puede ayudar a evitar el sentimiento de impotencia y a brindar cierta dosis de consuelo, esperanza y paz. Si bien el luto es una experiencia muy personal, también es un proceso que se divide en varias etapas. No todos experimentan estas etapas de la misma manera. A veces pueden superponerse. Se puede pasar de una a otra, volver atrás o pasar por alto algunas. No hay una manera correcta o incorrecta de vivir el duelo. Las etapas de duelo pueden describirse de diferentes maneras. Básicamente, se dividen así: Negación e incredulidad. Cuando una pérdida es tan abrumadora puede ser necesario, al principio, tomarse un tiempo para dividirla en pedazos más asimilables. La negación da tiempo a los padres para recomponerse, por decirlo de alguna manera, hasta que están listos para aceptar la pérdida en sus vidas. Dolor. Para que la herida cicatrice, antes tiene que doler. Es posible que experimenten este dolor como una depresión, desarrollando una enfermedad física, como resfriados y gripe; olvidándose de las cosas y teniendo dificultades para concentrarse; sintiéndose enojados con ustedes mismos, con la pareja o con Dios; o sintiendo culpabilidad. Los sentimientos de culpa por las cosas que ocurrieron durante el embarazo pueden ser una manera de intentar encontrar una razón para justificar lo que ocurrió. Es importante recordarse a uno mismo que estos sentimientos son una parte natural del proceso de duelo. Aceptación y adaptación. A medida que aceptan la muerte de su bebé y reconocen que les ha cambiado de manera irreversible, el dolor se aliviará. Incorporarán el recuerdo del bebé en un lugar importante de su vida y su corazón y estarán listos para seguir adelante con su vida hacia un futuro diferente y un nuevo sueño. El duelo es un proceso doloroso. Es posible que se sientan bombardeados por emociones contradictorias y que a veces se sientan abrumados por ellas. Permitirse experimentar el dolor es parte del proceso de curación. Si no prestan atención a sus sentimientos, el dolor aumentará. Los Hombres y las Mujeres Lidian Diferente Esto obedece a diferentes razones. Las diferencias de personalidad y la manera en que fueron criados, además de la intensidad del vínculo que tenían con el bebé, son los factores principales. Por lo general, las mujeres son más expresivas y más emocionales respecto de su pérdida y es más probable que busquen el apoyo de los demás. Como la sociedad espera que los hombres sean fuertes y que no muestren sus emociones, la mayoría de las veces éstos llevan su duelo en forma más solitaria e intelectual. Los hombres también suelen inclinarse más por buscar información y resolver problemas y, por lo tanto, es posible que elijan no participar en los grupos de apoyo, que están más orientados hacia la conversación y los sentimientos. Mientras que las mujeres quizá lloren y evoquen sus recuerdos del bebé, los hombres quizá expresen su dolor sumergiéndose de lleno en su trabajo. Pero tenga en cuenta que la elaboración del duelo es una experiencia muy personal y que también puede ocurrir lo contrario. Estas diferencias pueden interpretarse erróneamente. Si usted es mujer y su pareja no parece tan disgustado como usted, es posible que crea que no le importa la pérdida del bebé y que se sienta abandonada por él. Si usted es hombre, por otro lado, puede sentir que su mujer nunca se sobrepondrá al dolor. Es importante recordar que la manera en que una persona actúa no siempre refleja lo que siente en su interior realmente. También existen diferencias porque el vínculo que los padres experimentan con el bebé es de distinta intensidad. El vínculo entre una mujer embarazada y el bebé que crece en su interior es único. Por lo general, se vuelve más intenso a medida que avanza el embarazo. Para el padre, el bebé puede parecer menos "real". Aunque puede comenzar a formar un vínculo con él durante el embarazo a medida que va percibiendo las señales físicas del bebé, por ejemplo al ver una ecografía o al sentir las pataditas del bebé en la barriga, el apego real del padre a veces no se desarrolla hasta que el bebé ha nacido. Por esta razón, los hombres pueden parecer menos afectados cuando se produce la pérdida del bebé en una primera etapa del embarazo. Estas diferencias pueden causar conflicto en una relación mientras luchan juntos y por separado para aceptar la pérdida. Pero hay algunas cosas que pueden hacer para que la relación sobreviva: a.. Sean comprensivos con los sentimientos y necesidades de su pareja b.. Mantengan una comunicación abierta y compartan sus pensamientos y emociones c.. Acepten sus diferencias y reconozcan el dolor del otro d.. Asegúrenle a su pareja el compromiso con su relación e.. Hablen sobre el bebé y busquen maneras de recordarlo