1 El sistema regional de protección de derechos humanos en África

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 El sistema regional de protección de derechos humanos en África: avances y deficiencias
Jone LakarraEtxebarria
1. INTRODUCCIÓN
El sistema de protección de derechos humanos africano es el más reciente y su instrumento
principal es la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, adoptado por la
Organización para la Unidad Africana (OUA), la actual Unión Africana (UA)1. La adopción de este
convenio en 1981 respondía a la necesidad de hacer frente a la violación masiva de derechos
humanos en el continente, tanto la sufrida durante la colonización, como la perpetrada en la época
poscolonial, preocupaciones que tras grandes presiones internas y externas lograron llegar al seno
de la OUA. De ahí que parte de la doctrina la haya descrito como “el primer intento significativo en
África de tomar los derechos en serio”2.
Se ha considerado un instrumento innovador, ya que combina las características de sus homólogos
europeo y americano pero reflejando al mismo tiempo la tradición africana y dando más peso a los
derechos económicos, sociales y culturales. En este mismo instrumento se recoge la creación de la
Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, órgano encargado de la promoción y
protección de éstos pero carente de capacidad decisoria. Asimismo, la creación de la Corte Africana
en 1998 con el objetivo de complementar el mandato protector de la Comisión, supuso un gran
avance en esta materia, pues se trata del primer órgano jurisdiccional regional competente para
enjuiciar y sancionar a los responsables de las violaciones de los derechos recogidos en la Carta
Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (en adelante la Carta Africana o la Carta).
Los Estados africanos por su parte han ido incluyendo los derechos humanos en sus legislaciones
internas pero sus sistemas débiles de gobierno y en muchos de los casos basados éstos en regímenes
autoritarios no han hecho posible evitar y perseguir su violación. Tales fueron los casos de los
1
La OUA fue remplazada por la UA el 9 de julio de 2002 en Durban.
2
Saavedra Álvarez, Y., “El sistema africano de derechos humanos y de los pueblos. Prolegómenos” en Anuario
Mexicano de Derecho Internacional, vol. VIII, 2008, p. 674.
1 TRABAJOS Y ENSAYOS
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Número 16, enero de 2013
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conflictos internos de Sierra Leona y de Ruanda, en los que la ONU erigió tribunales penales
internacionales para castigar a los autores de los crímenes cometidos.
El presente artículo tiene por objeto analizar el sistema africano de derechos humanos y de los
pueblos centrando el estudio en los órganos con mandato específico sobre derechos humanos,
tratando de poner de manifiesto sus avances y carencias. Para ello, el primer capítulo se dedicará a
la Carta Africana y a sus características; el segundo apartado se centrará en la Comisión Africana y
en su funcionamiento. A continuación, el cuarto capítulo estudiará la Corte Africana y por último,
se hará referencia al Tribunal Penal Internacional para Ruanda y al Tribunal Especial para Sierra
Leona como parte del ordenamiento internacional penal.
2. LA CARTA AFRICANA DE DERECHOS HUMANOS Y DE LOS PUEBLOS
Tras el proceso de descolonización muchos países africanos reflejaron la protección y promoción de
derechos humanos en sus constituciones o legislaciones internas. Sin embargo, esas disposiciones a
menudo no se respetaban y las violaciones de derechos humanos eran constantes en un continente
que carecía de un sistema regional de protección de derechos humanos y en el que las asociaciones
subregionales tampoco estaban dotadas de instrumentos para hacer frente a esta grave cuestión3.
Esta situación llevó a la OUA a adoptar la ya citada Carta Africana, el núcleo del sistema de
derechos humanos africano4.
2.1. Contexto de creación
Una de las primeras manifestaciones derivadas de la preocupación por la situación de los derechos
humanos en África data de 1961. En enero de ese año se llevó a cabo la “Conferencia Africana
sobre el Imperio de la Ley” en Lagos, Nigeria, propuesta por la Comisión Internacional de Juristas,
en la que se llamó a los Estados africanos a la creación de una convención de derechos humanos5
como marco de aplicación de la declaración Universal de 1948, en la que los Estados africanos no
habían participado6. Junto a esta propuesta hubo otras, algunas de ellas patrocinadas por las
Naciones Unidas y por los países africanos francófonos. Estas iniciativas, como expone el profesor
Kabunda Badi, venían “justificadas por la ausencia en la Carta de la OUA de 1963 de importantes
3
Kabunda Badi, M. Derechos humanos en África, Bilbao, Universidad de Deusto, 2000, p. 283.
4
Keetharuth, S., “Major African legal instruments” en Bösl, Anton and Joseph Diescho (Eds.), Human Rights in Africa.
Legal Perspectives on their Protection and Promotion, Windhoek, Macmillan Education Namibia, 2009, p. 163.
5
Odimba, J. C, “Protección de los derechos fundamentales en África” en Revista Iberoamericana de Derecho Procesal
Constitucional, nº 6, julio-diciembre de 2006, p. 107.
6
Kabunda Badi, M, op. cit., p. 284.
2
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disposiciones de protección y promoción de derechos humanos” 7, salvo ciertas referencias en el
preámbulo a éstos.
El motivo de la escasa referencia a la protección de derechos humanos en la Carta de la OUA se
debe al sistema interestatal que instaura, basado en el principio de no injerencia en asuntos internos,
que prima la seguridad e integridad. La consecuencia fue la instauración de diversos regímenes
autoritarios, de manera que quienes se preocuparon de la protección de derechos humanos desde
1963 hasta 1981 fueron la Unión Europea -mediante el Convenio de Lomé IV-, las organizaciones
confesionales y las ONGs8. La Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la OUA adoptó una
resolución en su 16º periodo de sesiones celebrado en Monrovia, Liberia, en julio de 1979 invitando
a la Secretaría General de la organización a nombrar un comité para preparar una carta de derechos
humanos y establecer órganos de promoción y protección. En esta conferencia se establecieron las
directrices que los redactores debían seguir en la elaboración de dicho instrumento, entre los que
destacaban las tradiciones y principios africanos; el equilibrio entre los derechos individuales y
colectivos, y entre los derechos civiles y políticos y los económicos, sociales y culturales, así como
la creación de una Comisión para la protección y promoción de los derechos pero sin capacidad
decisoria vinculante9.
Esta resolución no hace ninguna referencia al establecimiento de una corte para asegurar la
protección de los derechos humanos, cuya explicación puede encontrarse en el hecho de que los
líderes políticos no estaban dispuestos a ceder a un órgano supranacional el derecho a decidir en
última instancia, ya que, en efecto, es la Asamblea de la UA, órgano político, quien tiene la última
palabra respecto a las decisiones de la Comisión Africana10.
El debate mantenido en el seno de la OUA culminó con el anteproyecto de la Carta Africana,
aprobado en enero de 1981 en Banjul, Gambia. Unos meses después, el 27 de junio de 1981, la
Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos fue adoptada en Nairobi, Kenia, y entró
en vigor el 21 de octubre de 1986. De ahí que a menudo se denomine Carta de Banjul a la Carta
Africana. Como observa Saavedra Álvarez, si bien la carta reconoce la universalidad de los
derechos humanos, “al mismo tiempo intenta reafirmar y preservar aquellos baluartes culturales
africanos que parecen estar ‘en riesgo’ frente a la civilización occidental”11. Es por tanto un sistema
7
Ibídem, pp. 284-285.
8
Ibídem, p. 286.
9
Odimba, J.C., op. cit. p. 109.
10
Ibídem.
11
Saavedra, Álvarez, Y., “El sistema africano de derechos humanos y de los pueblos. Prolegómenos” en Anuario
Mexicano de Derecho Internacional, vol. VIII, 2008, p. 673.
3
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de marcada diferencia en comparación con sus homólogos regionales de protección de derechos
humanos existentes, el europeo y el americano12. Entre la doctrina es descrito como un instrumento
innovador, que da, a diferencia de aquéllos, un gran protagonismo a los derechos colectivos,
recogiendo los llamados derechos de tercera generación o derechos de los pueblos13.
2.2. Características de la Carta Africana
Este texto es el resultado de la adaptación de los citados instrumentos regionales predecesores a las
realidades africanas. Como expone Kabunda Badi, los rasgos más destacables de este instrumento
son los siguientes:
“1) la afirmación de la supremacía de los derechos colectivos sobre los derechos individuales conforme al
contexto político y cultural africano y a la historia del continente.
2) la afirmación de la diferencia con respecto al discurso occidental de derechos humanos basado en el
modelo liberal, como manifestación de la continuación del proceso de descolonización.
3) la recuperación colectiva del pasado africano y su legitimación, mediante repetidas referencias a la
civilización y tradiciones africanas”14.
A diferencia de los sistemas mencionados sistemas regionales, que no aúnan disposiciones relativas
a los derechos colectivos e individuales en un mismo texto, la Carta Africana recoge ambos y así lo
dispone en su preámbulo15. La inclusión de estos derechos en el mismo instrumento pudo deberse,
tal y como opinan varios autores, a la presión ejercida por los entonces países socialistas como
Etiopia y Mozambique16. Se distingue así de la Convención Europea y de la Americana por
remarcar la interdependencia entre el individuo y la comunidad y entre los derechos y los deberes,
anteponiendo la conciliación a la resolución de los conflictos mediante procesos judiciales y a los
derechos de los pueblos conforme a los valores de la cultura y la civilización africanos17.
No obstante, el profesor Kabunda Badi contempla este texto con cierto escepticismo y considera
cínica la yuxtaposición de los derechos colectivos y de los Estados y los deberes individuales por
12
Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de 1950 (también conocido
oficialmente como Convenio Europeo de Derechos Humanos) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos de
1969.
13
Ibídem, p. 675.
14
Shaw T., “The Political Economy of Self-Determination: A World Systems Approach to Human Rights in Africa” en
Human Rights and Development in Africa, State University of New York Press, Albany 1984, citado en Kabunda Badi,
M, op. cit., p. 290.
15
“Convencidos de que en lo sucesivo es esencial prestar especial atención al derecho al desarrollo y de que los
derechos civiles y políticos no pueden ser disociados de los derechos económicos, sociales y culturales en su
concepción y en su universalidad, y de que la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales constituye
una garantía del disfrute de los derechos civiles y políticos;”, párr. 7 del preámbulo de la Carta.
16
Saavedra, Álvarez, Y., op. cit. p. 677; Odimba, J.C., op. cit., p. 111.
17
Kabunda Badi, M., op. cit., p. 293.
4
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ser los propios Estados africanos en muchas ocasiones los principales violadores de derechos
humanos, por lo que considera que la Carta está hecha “a la medida de los poderes dictatoriales de
la década de los 70 y 80, es decir, los Jefes de Estado, pues la promoción de las tradiciones
africanas sirve de tapadera a las dictaduras y a la corrupción”18. La autora Saavedra Álvarez no
comparte esa postura, pues se muestra más optimista:
“(...) el sistema africano de derechos humanos goza de un consenso absoluto. Los cincuenta y tres
Estados miembros de la UA son partes de la Carta y se encuentran obligados a garantizar los derechos ahí
contemplados y están sometidos a los procedimientos de supervisión y control de la Comisión Africana
[...] Reconocemos que ello por sí mismo no garantiza la efectividad y aceptación incondicional del
sistema, pero al menos demuestra cierta voluntad e interés de los Estados africanos”19.
2.3. Estructura y derechos recogidos en la Carta
La Carta Africana está compuesta por 68 artículos y dividida en tres partes. La primera parte es la
relativa a los derechos de las personas y los pueblos y deberes del individuo y abarca los primeros
29 artículos y es la que se expondrá en este apartado. Los derechos civiles y políticos recogidos en
esta parte son los que más atención han recibido por parte de la Comisión Africana20 y son los
llamados derechos de primera generación. Estos son: la prohibición de la discriminación (art.2); la
igualdad ante la ley (art.3); la integridad física y el derecho a la vida (art. 4); el respeto a la dignidad
humana y la prohibición de la tortura o tratos inhumanos (art. 5); la libertad y la seguridad (art. 6);
la tutela judicial efectiva (art. 7); libertad de conciencia (art. 8); el derecho a la información y la
libertad de expresión (art. 9); libertad de asociación y de reunión (arts. 10 y 11); libertad de
circulación y residencia (art.12) y la participación política (art.13). No obstante, respecto a este
grupo de derechos pueden señalarse varios déficits. No hay por ejemplo ninguna referencia en el
texto al derecho a la intimidad; la prohibición del trabajo forzado tampoco se explicita; los derechos
en relación a un juicio justo, como son el derecho a audiencia pública o el derecho a la no autoincriminación, y el derecho a la participación política reciben una protección escasa cuando se
comparan con los estándares internacionales21. Destacan además, la no prohibición de la pena de
18
Ibídem, p. 294.
19
Saavedra, Álvarez, Y., op. cit. p. 675
20
Heyns, C., Magnus Killander, “The African Regional Human Rights System” en Gómez Isa, F., Koen de Feyter
(Eds.) International Protection of Human Rights: achievements and challenges, Bilbao, Universidad de Deusto, 2006,
p. 514.
21
Ibídem, pp. 514-151.
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muerte, expresamente reflejada en los otros convenios internacionales, la ausencia del derecho
sindical y de huelga o el derecho a la nacionalidad entre otros22.
Los derechos socioeconómicos y culturales o derechos de la segunda generación por su parte
enfatizan la indivisibilidad de los derechos humanos y la importancia del desarrollo, cuestiones
éstas importantes para el continente africano. Reconoce asimismo el derecho a la propiedad (art.
14); el derecho al trabajo en condiciones satisfactorias y equitativas y a un salario igualitario (art.
15); derecho a la salud (art. 16); derecho a la educación (art.17); derecho a la protección y a la
asistencia para la familia, la mujer, el niño y las personas mayores (art.18). Especial mención
merece aquí la mujer y la escasa y ambigua protección que les brinda este instrumento regional, ya
que “precisamente en nombre de los valores tradicionales que la Carta defiende, son consideradas
como inferiores a los hombres y subordinadas a los varones de la familia y al poder político
ampliamente patriarcal”23. Esta vulnerabilidad a la que la mujer quedaba expuesta con esta
disposición llevó a la posterior adopción por parte de la UA del Protocolo sobre los Derechos de la
mujer en África en 2003 en Maputo, Mozambique, entrando en vigor el 25 de noviembre de 2005,
herramienta complementaria a la Carta Africana que dota de una mayor protección a los derechos
humanos de la mujer, incluidos los derechos sexuales y reproductivos24.
Los derechos de los pueblos recogidos en la primera parte o los denominados derechos de tercera
generación son el derecho a la igualdad de todos los pueblos (art.19), derecho a la existencia y a la
autodeterminación (art.20); a disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales (art. 21); al
desarrollo económico, social y cultural (art. 22); el derecho a la paz y seguridad (art. 23) y el
derecho a un medioambiente sano (art. 24). Sin embargo, el término utilizado por los redactores es
el de “pueblos” en lugar de “pueblo”, dando así a entender que no hay un concepto único de pueblo.
En opinión de Saavedra Álvarez, “se considera que ni siquiera intentaron definir el concepto
‘pueblos’, que deliberadamente no lo definieron o que simplemente lo dejaron suficientemente
amplio para que pudiera ser interpretado de acuerdo a su ‘significado funcional’”25. El profesor
Kabunda Badi comparte esta opinión, añadiendo que lo que se entiende por “valores africanos
positivos” o “derecho al desarrollo” tampoco queda claro en esta redacción26. No obstante, ni
siquiera el Derecho Internacional Público define este concepto más allá de contextualizarlo en el
22
Kabunda Badi, M, op. cit., p. 305.
23
Ibídem.
24
Keetharuth, S., op. cit. p. 164; Heyns, C., Magnus Killander, op. cit. p. 517.
25
Saavedra Álvarez, Y., op. cit. p. 679.
26
Kabunda Badi, M, loc. cit.
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derecho a la libre determinación, por lo que la ambigüedad del término no resulta tan extraña en
este instrumento.
En lo que a los deberes de los individuos se refiere, éstos se articulan en los arts. 27-29 de la Carta.
El primero establece que cada persona tiene deberes respecto a la familia y la sociedad, el Estado y
la comunidad internacional actuando en respeto con los derechos de terceros, la seguridad colectiva,
la moralidad y el interés común. El artículo 29 le impone una serie de obligaciones para con la
sociedad africana. Los deberes de los Estados son el ejercicio del derecho al desarrollo (art.22);
promover el respeto a los derechos recogidos en la Carta mediante la educación y difusión (art.25) y
garantizar la independencia de los tribunales (art. 26).
Si bien es innegable que la adopción de esta Carta Africana supone un gran avance para los
derechos humanos en África, lo cierto es que en la práctica de poco ha servido, puesto que en un
contexto generalizado de falta de democracia real resulta difícil hacer efectivos esos derechos27, ya
que quienes tienen la responsabilidad de su promoción y protección incurren en su constante y
flagrante violación. De hecho, la Carta no se ha incorporado a las legislaciones internas, pudiendo
los Estados violar los derechos humanos sin que incurran en ningún tipo de responsabilidad real.
3. LA COMISIÓN AFRICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y DE LOS PUEBLOS
Esta Comisión forma parte del sistema de derechos humanos establecido por la Carta Africana,
cuyo artículo 30 preveía ya su creación: “Dentro de la Organización para la Unidad Africana se
creará una Comisión Africana sobre derechos humanos y de los pueblos, a la cual, a partir de aquí,
nos referiremos como "la Comisión", para promover los derechos humanos y de los pueblos y
garantizar su protección en África.”. Fue establecida formalmente cuando entró en vigor la Carta
Africana, esto es, el 21 de octubre de 1986, pero fue inaugurada el 2 de noviembre de 1987 en
Addis Abeba, Etiopía, cuando se celebró su primera sesión ordinaria28. Su sede está en Banjul,
Gambia y tanto su estructura como su mandato están regulados en los artículos 30-44 de la Carta.
La componen once miembros elegidos mediante votación secreta por los miembros de la Asamblea
de Jefes de Estado y de Gobierno de la UA, entre los candidatos presentados por los Estados partes
de la Carta, actualmente todos excepto Marruecos, que no forma parte de la UA, y el recientemente
27
Ibídem, p. 308.
28
Saavedra Álvarez, Y., op. cit. p. 683.
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establecido Sudán del Sur29. Actualmente los miembros son nacionales de Nigeria, Sudáfrica,
Camerún, Argelia, Uganda, Túnez, Burundi, Benín, Mali, Mauricio y Ruanda, y siete son mujeres30.
Sus funciones son la promoción y protección de los derechos humanos31 y se trata del único órgano
contemplado por la Carta para cumplir esas funciones pero su ineficacia y carencias son
frecuentemente señaladas por la doctrina. Como pone de manifiesto el professor Mutua,
“thus far the system lacks a credible enforcement mechanism. This is hardly surprising because
virtually no African state, with the exceptions of the Gambia, Senegal, and Botswana could even boast
of a normal democracy in 1981, the year that the OAU adopted the African Charter. Hopes by
observers of the African Commission that it would robustly construe the Charter to alleviate its
weakness have largely gone unrealized”32.
3.1. La competencia de protección de la Comisión
El mandato de la Comisión establecido en el artículo 45 de la Carta33 se complementa con las
competencias que se le otorgan para la protección de los derechos recogidos en dicho texto,
mecanismos establecidos en los artículos 46 a 59 de la Carta, entre los que destaca el sistema de
comunicaciones, que permite a la Comisión recibir información por parte de los Estados e
individuos respecto a supuestas violaciones de derechos humanos34.
3.2. Balance de las actividades de la Comisión
Hasta la fecha la Comisión ha celebrado 51 sesiones ordinarias y 12 sesiones extraordinarias35 y la
gran mayoría de las comunicaciones que ha recibido provienen de ONGs. Cabe decir que este
29
African Commission on Human and People’s Rights: http://www.achpr.org/instruments/achpr/ (últimavisita:
20/12/12).
30
African Commission on Human and People’s Rights: http://www.achpr.org/about/ (últimavisita: 20/12/12)
31
Arts.30 y 45 de la Carta.
32
Mutua, M. “The African human rights system. A critical evaluation” en Human Development Report, Background
papers, 2000, p. 12, en: http://hdr.undp.org/en/reports/global/hdr2000/papers/MUTUA.pdf
33
Las funciones de la Comisión serán:
1. Promover los derechos humanos y de los pueblos, y en especial:
a) recopiar documentos, emprender estudios e investigar los problemas africanos en materia de derechos humanos y de
los pueblos, organizar seminarios, simposios y conferencias, difundir información, alentar a las instituciones nacionales
y locales interesadas en los derechos humanos y de los pueblos, y, en su caso, dar sus opiniones o hacer
recomendaciones a los gobiernos;
b) formular y establecer principios y normas destinadas a resolver problemas legales relativos a los derechos humanos y
de los pueblos y a las libertades fundamentales en los que los gobiernos africanos puedan basar sus legislaciones.
2. Garantizar la protección de los derechos humanos y de los pueblos en las condiciones establecidas por la presente
Carta.
3. Interpretar todas las disposiciones de la presente Carta a petición de un Estado firmante, de una institución de la OUA
o de una organización africana reconocida por la OUA.
4. Llevar a cabo cualquier otra tarea que la Asamblea de jefes de Estado y de gobierno le encomiende.
34
Arts. 47-59 de la Carta.
35
http://www.achpr.org/sessions/ (última visita: 22/12/12).
8
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órgano de momento sólo tiene competencia sobre las violaciones de derechos humanos establecidos
en la Carta Africana, ya que los demás instrumentos normativos adoptados en el seno de la UA´‐que
se exponen en la siguiente tabla36‐ no han sido ratificados por todos los Estados miembros de esta
organización supranacional y además como en el caso particular de la Carta Africana de los
Derechos y Bienestar del Niño, ésta cuenta con un comité propio:
Adopted
Entered
into force
Ratified
African Charter on Democracy, Elections and Governance
25.10.2011
15.02.2012
10
Protocol to the African Charter on Human and Peoples' Rights on the
07.11.2003
25.11.2005
21
Constitutive Act of the African Union
11.07.2000
26.05.2001
53
Protocol to the African Charter on Human and Peoples' Rights on the
10.06.1998
25.01.2004
24
African Charter on the Rights and Welfare of the Child
01.07.1990
29.11.1999
41
African Charter on Human and Peoples' Rights
27.06.1981
21.10.1986
53
AU Convention Governing Specific Aspects of Refugee Problems in
10.09.1969
20.06.1974
45
Rights of Women in Africa
Establishment of the African Court on Human and Peoples' Rights
Africa
Fuente: African Commission on Human and People’s Rights37
Respecto a la obligación que impone el artículo 62 de la Carta a los Estados de remitir a la
Comisión informes periódicos sobre el estatus de los derechos humanos en sus territorios y las
medidas legislativas o de otro tipo que hayan adoptado con el fin de hacer efectivas las
disposiciones de la Carta, actualmente hay muchos Estados africanos que no han cumplido con esa
obligación. Hay 20 Estados que no han presentado los informes de los últimos tres o más periodos y
36
ACERWC, The African Committee of Experts on the Rights and Welfare of the Child.
37
http://www.achpr.org/instruments/ (última visita: 22/12/12).
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Estados que ni siquiera han presentado ningún informe desde la ratificación de la Carta, como es el
caso por ejemplo de Malawi, Eritrea, Guinea Ecuatorial, Yibuti o Gabón38.
Todo lo hasta ahora analizado en este apartado nos permite confirmar que la Comisión no parece ser
un órgano realmente eficaz para la protección de los derechos humanos. Tal y como expresa
Kabunda Badi,
“su dependencia política, financiera y logística con respecto a la Conferencia de Jefes de Estado y de
Gobierno, le ha quitado cualquier forma de credibilidad y de operatividad, razón ésta que explica que las
ONGs de derechos humanos, tales como Amnistía Internacional, África Watch [...] le hayan hecho sombra
en la denuncia de las violaciones de derechos humanos en el continente donde los derechos de los Estados
priman sobre los de los ciudadanos y los de los pueblos”39.
4. LA CORTE AFRICANA DE DERECHOS HUMANOS Y DE LOS PUEBLOS
La creación de una corte africana fue uno de los asuntos debatidos en el seno de la OUA durante la
elaboración de la Carta Africana dada la débil competencia que se le otorgaba a la Comisión. Unos
defendieron la creación de un tribunal de derechos humanos y otros abogaron por la concepción
africana de resolución de conflictos mediante la conciliación y evitando los procedimientos
jurídicos40. Esta segunda postura fue la mayoritaria y la que finalmente se adoptó. No obstante,
factores como la violación de derechos humanos por parte de dirigentes africanos, la ineficiencia de
la Comisión para dar respuesta a los problemas de derechos humanos individuales a nivel
continental, la existencia de órganos jurisdiccionales en los sistemas de protección europeo y
americano, los conflictos internos en diversos países africanos a partir de los años setenta y las
presiones ejercidas por parte de ONGs condujeron a la OUA a replantearse la posibilidad de crear
un órgano judicial que protegiera los derechos humanos41.
Finalmente, la Corte Africana fue creada mediante el Protocolo de la Carta Africana de Derechos
Humanos para el Establecimiento de una Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos
(en adelante el Protocolo), adoptado en febrero de 1998 en Uagadugú, Burkina Faso, que entró en
vigor el 25 de enero de 2004. Este órgano judicial representa el último esfuerzo institucional de la
UA en su compromiso con los derechos humanos42, creada con la intención de corregir algunos de
los manifiestos fracasos del sistema africano43. Los primeros once jueces fueron elegidos en 2006 y
38
Ibídem.
39
Kabunda Badi, M., op. cit., pp. 299-300.
40
Ibídem, p. 309; Mutua, M., op. cit., p. 23.
41
Kabunda Badi, M, op. cit, pp. 309-310.
42
Saavedra Álvarez, Y., op. cit. p. 701.
43
Mutua, M., op. cit., p. 22.
10
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pese a estar ya en funcionamiento, su puesta en marcha se retrasó casi tres años debido a problemas
financieros de la UA44. Su sede está en Arusha, Tanzania45 y el Protocolo, a fecha de 6 de agosto de
2010, había sido firmado por 51 Estados y ratificado por 2546.
Según lo establecido en el Protocolo la jurisdicción de la Corte no se limita a los casos o disputas
surgidas en torno a los derechos recogidos en la Carta Africana, sino que también puede estudiar
casos concernientes al propio Protocolo o a cualquier otro instrumento relevante de derechos
humanos ratificado por los Estados en cuestión y tiene competencia para decidir sobre su
jurisdicción en caso de disputa47. Tiene competencia para optar ejercer tanto la vía contenciosa
como la del acuerdo amistoso o conciliador48. Respecto a su mandato, la Corte tiene dos funciones:
la contenciosa y la consultiva.
4.1. La función contenciosa
En este ámbito, la Corte puede conocer casos presentados por la Comisión, los Estados parte y las
organizaciones gubernamentales e individuos pero en el caso de los últimos, siempre y cuando el
Estado presuntamente responsable haya aceptado previamente la competencia de ésta. La base
normativa puede ser, como se ha expresado, cualquier tratado o instrumento internacional de
derechos humanos adoptado por el estado respectivo, haya sido o no adaptado en el seno de la UA.
En relación a este amplio margen de maniobra, Saavedra Álvarez opina que interpretándose esta
facultad de manera liberal, ningún área o tema de derechos humanos quedaría fuera del ámbito de
control de la Corte49. El Protocolo se remite a la Carta en relación a las condiciones para la
admisión de comunicaciones ante la Comisión. No obstante, en abril de 2010 la Corte adoptó las
“Reglas internas de Procedimiento”50, en cuya regla o norma 34 establece los requisitos
procedimentales de admisión. Asimismo, cabe destacar la representación legal gratuita como una
disposición innovadora, inexistente en ante las Cortes Europea e Interamericana de Derechos
Humanos51.
44
Ibídem, p. 702.
45
En virtud del acuerdo firmado entre la República de Tanzania y la Unión Africana el 31 de agosto de 2007.
46
Información oficial de la UA disponible en:
http://www.africaunion.org/root/au/Documents/Treaties/List/Protocol%20on%20the%20African%20Court%20on%20H
uman%20and%20Peoples%20Rights.pdf
47
Art. 3 del Protocolo.
48
Art. 9 del Protocolo.
49
Saavedra Álvarez, Y., op. cit. p. 705.
50
http://www.africancourt.org/en/images/documents/Court/Interim%20Rules%20of%20Court/Final_Rules_of_Court_for
_Publication_after_Harmonization_-_Final__English_7_sept_1_.pdf
51
Artículo 10.2 del Protocolo.
11
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El sistema regional de protección de derechos
humanos en África: avances y deficiencias
Puede ordenar reparaciones a favor de las víctimas cuando estime que el Estado demandado ha
incurrido en la violación de derechos humanos y puede adoptar medidas provisionales con el fin de
evitar daños irreparables a las víctimas en casos de extrema gravedad y de urgencia52. Las
sentencias deberán ser comunicadas a todos los 53 Estados miembros de la UA y a la Comisión y en
los informes anuales la Corte debe señalar los Estados que no hayan cumplido con las sentencias
impuestas53. Destaca positivamente la referencia que hace a la igualdad de género y a la presencia
femenina en el cuerpo de jueces54.
Uno de las cuestiones que plantea Saavedra Álvarez y que la Carta no establece es el eventual
incumplimiento de las sentencias obligatorias y sus consecuencias. El Consejo Ejecutivo de la UA
es el órgano encargado de supervisar el cumplimiento de las sentencias por incurrir en
responsabilidad internacional pero carece de la potestad de sancionar a los Estados, pues esto sólo le
compete a la Asamblea General de la UA55 y aquí entra de nuevo el tinte político de la institución,
cuya efectividad queda sometida a la voluntad de los Estados.
4.2. La función consultiva
En el ejercicio de esta función la Corte puede recibir solicitudes órganos de la UA, de un Estado
parte o de organizaciones africanas legalmente reconocidas por la UA sobre cualquier disposición
de la Carta Africana o de instrumentos de derechos humanos, siempre y cuando el asunto no esté
siendo examinado por la Comisión56.
Dado el problema de concurrencia que puede darse en tales situaciones, pues ambos tienen función
consultiva, como observa Odimba, “se ha propuesto que ambos órganos colaboren de tal manera
que armonicen sus opiniones para lograr interpretaciones compatibles”57. De hecho, el vínculo entre
estos órganos viene establecido en el preámbulo del Protocolo: “Firmly convinced that the
attainment of the objectives of the African Charter on Human and Peoples' Rights requires the
establishment of an African Court on Human and Peoples' Rights to complement and reinforce the
functions of the African Commission on Human and Peoples' Rights”.
En relación al funcionamiento de la Corte, debe subrayarse la decisión de la UA de fusionar el
Tribunal Africano de Justicia -establecido sobre la base del Acta Constitutiva de la UA- y la Corte
52
Artículo 27 del Protocolo.
53
Artículos 29 y 31 del Protocolo.
54
Artículo 12.2 del Protocolo.
55
Saavedra Álvarez, Y., op. cit. p. 708.
56
Artículo 4 del Protocolo.
57
Odimba, J.C., op. cit. p. 142.
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Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, fusión que aún no se ha materializado58. En la
cumbre de la UA celebrada el 1 de julio de 2008 en Sharm El-Sheikh, Egipto, los Estados miembros
adoptaron el “Protocolo sobre el Estatuto de la Corte Africana de Justicia y de los Derechos
Humanos”, que integra ambos órganos, sustituyendo éste el citado Protocolo de 1998 y el protocolo
de 2003 sobre los Derechos de la Mujer en África. La entrada en vigor de este nuevo instrumento
con el Estatuto anexo tendrá lugar tras la ratificación de quince Estados miembros. A fecha de 2 de
febrero de 2012 estaba firmado por 27 de los 53 miembros de la UA pero ratificado únicamente por
tres: Burkina Faso, Libia y Mali59. Por lo tanto, mientras no se reúnan las ratificaciones necesarias
sigue en vigor el Protocolo de 1998 que estableció la Corte Africana, tribunal que por el momento
sólo ha dictado sentencia en el caso de Michelot Yogogombaye contra la República de Senegal en
diciembre de 2009 y tiene nueve asuntos pendientes60.
5. TRIBUNALES INTERNACIONALES EN ÁFRICA
El sistema de protección de derechos humanos africano expuesto en los capítulos anteriores ha
demostrado que todavía es ineficaz para afrontar las violaciones que están sucediendo en diversas
partes del continente. Las víctimas de crímenes internacionales buscan protección en sus sistemas
judiciales nacionales, pero muchos de éstos, no sólo son propiamente débiles, sino que no son
imparciales a la hora de investigar y enjuiciar casos en los que a menudo los gobiernos o miembros
de las fuerzas armadas participan activamente en dichas vulneraciones61. No obstante, el sistema
africano, como sucede con el europeo y el americano, no es un sistema de derecho internacional
penal, es decir, no puede sancionar a individuos, únicamente a Estados, y como se ha puesto de
manifiesto, el cumplimiento final de las sentencias condenatorias a Estados africanos por parte de la
Corte Africana queda supeditada a la voluntad estatal, tal y como ocurre con las sentencias del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos62 y la Corte Interamericana de Derechos Humanos63. De
58
Saavedra Álvarez, Y., op. cit. p. 702.
59
Información oficial de la UA disponible en:
http://www.au.int/en/sites/default/files/Protocol%20on%20Statute%20of%20the%20African%20Court%20of%20Justic
e%20and%20HR_1.pdf
60
African Court on Human and Peoples' Rights: http://www.african-court.org/en/index.php/2012-03-04-06-0600/pending-cases (última visita: 23/12/12)
61
Bangamwabo, F.X., “International criminal justice and the protection of human rights in Africa” en Bösl, Anton and
Joseph Diescho (Eds.), Human Rights in Africa. Legal Perspectives on their Protection and Promotion, Windhoek,
Macmillan Education Namibia, 2009, p. 105.
62
Art. 46 del Convenio Europeo de Derechos Humanos: 1. Las Altas Partes Contratantes se comprometen a acatar las
sentencias definitivas del Tribunal en los litigios en que sean partes. 2. La sentencia definitiva del Tribunal se
transmitirá al Comité de Ministros, que velará por su ejecución. 3. La decisión del Comité de Ministros de solicitar una
opinión al Tribunal se adoptará por mayoría de los representantes con derecho a intervenir en el Comité.
63
Art. 68 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos: 1. Los Estados Partes en la Convención se
comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean partes. 2. La parte del fallo que disponga
13
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El sistema regional de protección de derechos
humanos en África: avances y deficiencias
ahí que en algunas situaciones de extrema violencia se haya considerado oportuno crear órganos
jurisdiccionales ad hoc con competencia material diferente, es decir, con competencia material
sobre crímenes internacionales64 para investigar y sancionar bajo el paraguas de la responsabilidad
penal individual, tesis sobre la que se erige todo el sistema del derecho internacional penal, a los
responsables de dichos crímenes. Este sector del derecho internacional público tomó fuerza a raíz
de la II Guerra Mundial y especialmente tras la creación de los Tribunales militares de Núremberg y
Tokio. Desde entonces, en las últimas décadas se han establecido varios tribunales internacionales
ad hoc para hacer frente a graves y masivas violaciones de derechos humanos. A continuación se
expondrán brevemente y de forma general los casos de Ruanda y de Sierra Leona.
5.1. Tribunal Penal Internacional para Ruanda
Tras el genocidio de Ruanda, el Consejo de Seguridad decidió crear un tribunal para restaurar la paz
en la región y enjuiciar a los culpables de los crímenes internacionales. Así, éste fue establecido
mediante la Resolución 955 (1994) adoptada por el Consejo de Seguridad en el marco del capítulo
VII de la Carta de Naciones Unidas, siguiendo así el mismo procedimiento utilizado en el caso del
Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia el año anterior. En 1995 se fijó Arusha,
Tanzania, como sede de este órgano mediante la Resolución 977. Como puso de manifiesto el
entonces Secretario General Boutros Boutros-Ghali, era necesaria la creación de un tribunal basado
en una resolución adoptada en el marco del capítulo VII para asegurar un establecimiento rápido y
diligente65, además de ser vinculantes para todos los miembros de Naciones Unidas las resoluciones
adoptadas bajo este capítulo66. No obstante, el trabajo empezó más tarde. Los seis jueces del
tribunal fueron elegidos por la Asamblea General en mayo de 1995, los primeros acusados llegaron
en mayo de 1996 y el primer juicio comenzó en enero de 199767.
La ratione temporis sería del 1 de enero de 1994 hasta el 31 de diciembre de 1994 y el ratione loci
Ruanda y los Estados vecinos (art. 7 del Estatuto). En virtud del artículo 5 de su Estatuto, el TPIR
tiene jurisdicción sobre personas naturales, excluyendo así a las organizaciones o corporaciones. Al
igual que el TPIY, este tribunal tiene competencia para enjuiciar a responsables por crimen de
genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad (arts. 2,3 y 4 del Estatuto). Desde un
principio el Fiscal se centró en presuntos individuos que habían mantenido altos cargos en Ruanda
indemnización compensatoria se podrá ejecutar en el respectivo país por el procedimiento interno vigente para la
ejecución de sentencias contra el Estado.
64
Categoría que componen el crimen de genocidio, los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra.
65
Ibídem, p. 108.
66
Artículo 25 de la Carta de Naciones Unidas.
67
Mose, E., “Main achievements of the ICTR” en Journal of International Criminal Justice, nº 3, 2005, p. 920.
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durante 1994 y que cargan con la responsabilidad más grave sobre los crímenes cometidos. Esto lo
demuestran las sentencias ya emitidas por el propio tribunal, entre las cuales muchas de ellas
condenan a ministros, prefectos, alcaldes y líderes militares como de comunicación entre otros68. La
mayoría de los acusados que huyeron de Ruanda en 1994 probablemente no habrían sido juzgados
de no ser por las investigaciones de este tribunal, la insistencia sobre su arresto y las solicitudes de
envío de éstos a la sede. Este tribunal garantiza un proceso justo (art. 20 del Estatuto) y no impone
la pena capital, a diferencia de algunos sistemas nacionales, y estas condiciones han impulsado la
colaboración de los Estados con este órgano. Como expone Mose: “There can be no doubt that the
Tribunal’s proceedings relating to persons in very high positions have sent a strong signal to the
world, including the African continent, that impunity will not be accepted by the international
community”69.
Hasta la fecha, todas las sentencias emitidas han contemplado el crimen de genocidio como la
piedra angular del tribunal. El caso Akayesu70 fue el primero en el que este tribunal tuvo que
interpretar el contenido de este crimen en virtud del Convenio para la Prevención y Sanción del
Delito de Genocidio de 1948. Este mismo caso también fue innovador y de vital importancia por la
interpretación que se hizo sobre la violación, confirmándose como crimen internacional y como
acto constitutivo del delito de genocidio71. Las violaciones masivas a mujeres durante el conflicto
buscaban el embarazo forzoso y la exterminación de la etnia tutsi, pues las mujeres embarazadas
por violación serían estigmatizadas y repudiadas por su sociedad, debilitando así ese grupo étnico.
Por otra parte cabe destacar, además del objetivo de depurar responsabilidades, el de la
reconciliación nacional72. Para ello, resulta de vital importancia que los casos que el Tribunal de
Ruanda esté conociendo se hagan llegar a los ciudadanos ruandeses, pues ésta es la única forma de
lograr una reconciliación real. El Tribunal dispone de mecanismos para cumplir esta función aunque
en ocasiones sea complicado debido a la distancia entre la sede y la población. A este respecto, una
de las mayores críticas es que la sede debería haber sido Kigali y no Arusha. De hecho, el gobierno
ruandés, tras solicitar la ayuda de Naciones Unidas votó en contra del establecimiento del tribunal
en el Consejo de Seguridad, alegando entre otras razones el deber de ubicar la sede en Kigali y la
jurisdicción inadecuada e ineficaz del tribunal. Así, la relación entre el gobierno ruandés y el TIPR
68
Ibídem, p. 931.
69
Ibídem, pp. 932-933.
70
Judgment, Akayesu (ICTR-96-4-T) Trial Chamber I, 2 September 1998.
71
Mose, E., op. cit., p. 935.
72
Bangamwabo, F.X., op. cit., pp.110-111.
15
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ha oscilado, ya que pese a la generalizada actitud cooperante, en 2002 dificultó la labor de este
órgano73.
Actualmente el TIPR tiene un caso pendiente, tres casos en marcha, 48 casos completos y catorce
en vía de apelación74. Destaca el caso de Pauline Nyiramasuhuko75, la primera mujer condenada por
crímenes de genocidio. Mediante la Resolución 1966 (2010) adoptada por el Consejo de Seguridad
se creó un Mecanismo Residual para el TIPY y el TIPR respectivamente, que entra en vigor el 1 de
julio de 2012 en el caso ruandés para finalizar los casos pendientes ante el Tribunal una vez que el
mandato de ésta expire, y este nuevo mecanismo expirará en 201476.
5.2. Tribunal Especial para Sierra Leona
A diferencia de los Tribunales para la antigua Yugoslavia y Ruanda, este tribunal se estableció
mediante un acuerdo entre Naciones Unidas y el Gobierno de Sierra Leona. El conflicto que
comenzó en 1991 en este territorio atrajo la atención de esta organización internacional y mediante
la Resolución 1315 del 14 de agosto de 2000 el Consejo de Seguridad solicitó al Secretario General
que negociara un acuerdo con el Gobierno de Sierra Leona para establecer un Tribunal Especial
independiente que investigara y condenara a los responsables de los crímenes cometidos en dicho
Estado. El acuerdo que contenía el Estatuto del Tribunal fue ratificado por las partes el 16 de enero
de 2002, fijando la sede en Freetown.
Se trata del primer tribunal penal ad hoc basado en un sistema de acuerdo77. La razón principal para
por la que se optó por este sistema era la de involucrar a Sierra Leona todo lo posible en el
establecimiento, composición y funcionamiento de este Tribunal Especial. Así, en opinión de Frulli,
“rather than opting for a unilateral and ‘authoritarian’ decision by the Security Council [...], it was
decided to take into account as far as possible the concerns, views and demands of the state where
the crimes were allegedly perpetrated”78.
Una de las características únicas de este Tribunal es la composición de sus órganos: algunos de sus
miembros son nombrados por Naciones Unidas y otros por el propio gobierno, tras una consulta
mutua (art.12 del Estatuto). El Fiscal es nombrado por el Secretario General mientras que el
73
Mose, E., op. cit., p. 939.
74
ICTR: http://www.unictr.org/Cases/tabid/204/Default.aspx (última visita 22/12/12).
75
The Prosecutor v. Pauline Nyiramasuhuko et al. (ICTR-98-42-T), 24 June 2011. 76
Resolución 1966 (2010); 9 jueces elegidos para esta tarea: http://www.un.org/apps/news/story.asp?NewsID=41938
(última visita 22/12/12).
77
Frulli, M., “The Special Court for Sierra Leone: some preliminary comments” en European Journal of International
Law, vol.11, nº 4, p. 857.
78
Ibídem, p. 860.
16
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El sistema regional de protección de derechos
humanos en África: avances y deficiencias
Ayudante del Fiscal será de Sierra Leona (art.15). La otra característica única de este tribunal es su
ratione materiae que abarca los crímenes internacionales y los crímenes establecidos en la
normativa de Sierra Leona, de modo que puede aplicar tanto un ordenamiento como el otro,
considerándose un tribunal mixto. Los crímenes internacionales de su competencia son los crímenes
contra la humanidad (art.2), crímenes de guerra (art.3) y otras graves violaciones del Derecho
Internacional Humanitario (art.4). El crimen de genocidio quedó fuera del ámbito competencial del
tribunal por no quedar demostrado que las matanzas sucedidas en ese territorio tuvieran como
objetivo el aniquilamiento de un grupo concreto79. Los crímenes recogidos en la legislación interna
sobre los que este órgano es competente son las infracciones a la Ley de prevención de actos de
crueldad contra niños, de 192680 y a la Ley sobre daños intencionales de 186181.
Respecto a las reglas de procedimiento y prueba, el artículo 14 del Estatuto dispone que cuando el
tribunal esté estudiando un caso relativo a crímenes internacionales aplicará el Reglamento de
Procedimiento y Prueba del Tribunal Internacional Penal para Ruanda y cuando se trate de crímenes
nacionales aplicará la Ley de Procedimiento Penal de Sierra Leona de 1965. La jurisdicción sólo se
extiende al territorio estatal de Sierra Leona y a partir del 30 de noviembre de 1996 (art. 1.1), fecha
en la que tuvo lugar el Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Sierra Leona y el Frente
Revolucionario Unido de Sierra Leona (RUF). No obstante, antes de establecer este límite temporal
Naciones Unidas y Sierra Leona tuvieron que estudiar la validez de la amnistía concedida en virtud
del Acuerdo de Paz de Lomé, Togo, celebrado el 7 de julio de 1999 entre el Gobierno de Sierra
Leona y el RUF. En este acuerdo se estableció la amnistía para los autores de los crímenes que
habían sido cometidos durante la guerra pero éstos rompieron pronto con dicho acuerdo, pues
tomaron a muchos miembros de las misiones de paz y atacaron a civiles, incluidas las violaciones a
gran escala82. No obstante, esa amnistía no abarca, como señala el artículo 10 del Estatuto, a los
responsables de crímenes internacionales.
Destaca también de este tribunal su competencia para juzgar a niños que en el momento de la
comisión del crimen fueran mayores de 15 años, resultante de la masiva reclusión de niños en el
transcurso de la guerra, quienes fueron utilizados como arma y obligados a cometer todo tipo de
79
Bollo Arocena, MªD., “Derecho Internacional Penal, estudio de los crímenes internacionales y de las técnicas para
su represión, Bilbao, Ed. Universidad País Vasco, 2004, p. 512.
80
i. Abusing a girl under 13 years of age, contrary to section 6; ii. Abusing a girl between 13 and 14 years of age,
contrary to section 7; iii.Abduction of a girl for immoral purposes, contrary to section 12.
81
i. Setting fire to dwelling - houses, any person being therein, contrary to section 2; ii. Setting fire to public buildings,
contrary to sections 5 and 6; iii.Setting fire to other buildings, contrary to section 6.
82
Rapp, S.J., “The compact model in International Criminal Justice: the Special Court for Sierra Leone” en Drake Law
Review, vol. 57, nº 1, 2008, p. 19.
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humanos en África: avances y deficiencias
crímenes. Esta decisión ha sido muy criticada entre otros por el Departamento Legal de Naciones
Unidas y por el propio Secretario General, pero estas presiones no pudieron evitar su inclusión en el
Estatuto83.
Otra gran diferencia con los tribunales ad hoc de Yugoslavia y Ruanda es la relativa a la
concurrencia o primacía del tribunal sobre los tribunales nacionales. En el caso de aquéllos, ambos
tenían primacía sobre cualquier jurisdicción nacional pero el Estatuto del Tribunal Especial para
Sierra Leona reconoce la preferencia de éste sobre los tribunales estatales, sin incluir los tribunales
de terceros países (art.8). Esto supone que los terceros podrán ejercitar el principio de justicia
universal sin que este tribunal pueda oponerse a ello, pues no tiene legitimidad para exigir la
entrega de individuos. El objetivo de esta medida es que el Tribunal Especial “cumpla una mera
función de sustitución de los Tribunales internos de Sierra Leona como un modo de garantizar el
funcionamiento de la Administración de Justicia en ese Estado en un ámbito específico, los
crímenes cometidos en el marco del conflicto”84.
La última y novedosa sentencia dictada por este Tribunal Especial fue la del pasado 26 de abril, que
condenó a Charles Taylor, el ex presidente de Liberia acusado de cometer crímenes de guerra y
crímenes contra la humanidad como resultado de su participación en la guerra civil de Sierra Leona.
Desde los juicios de Núremberg, Taylor es el único jefe de Estado que ha sido condenado por
crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad por un tribunal internacional o un tribunal
mixto internacional y nacional85. En estos momentos la Corte Penal Internacional estudia entre
otros, dos asuntos que involucran a Jefes de Estado, el de Laurent Gbagbo, ex presidente de Costa
de Marfil cuyo caso está previsto que inicie el 18 de junio de 2012 y el caso contra el Presidente de
Sudán Omar Al Bashir.
6. CONCLUSIONES
El sistema de protección de derechos humanos africano ha demostrado no ser demasiado eficaz para
afrontar las violaciones y erradicar la impunidad y sus carencias en cuanto al reconocimiento de
diversos derechos han dejado desprotegidas a muchas víctimas. No hay duda de que tiene aspectos
positivos, como la inclusión de los derechos civiles y políticos y socioeconómicos y culturales en
un mismo instrumento, la Carta Africana, y que la adopción de este primer instrumento supuso un
primer paso, al menos, hacia una consideración más seria ‐siquiera formalmente‐ de los derechos
83
Bollo Arocena, Mª D., op. cit, p. 514
84
Ibídem, p. 516.
85
Human Rights Watch Noticias: http://www.hrw.org/es/news/2012/04/26/sierra-leona-condena-hist-rica-de-expresidente-liberiano-0 (última visita: 22/12/12).
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humanos. Sin embargo, a tenor del contexto en el que comenzó a gestarse este sistema -el periodo
poscolonial en el que los Estados, con sus fronteras previamente establecidas por los colonos
miraban con constante recelo al Norte-, los principios de soberanía estatal y de no injerencia en
asuntos internos condicionaron desde el principio todo el proceso de creación de este sistema
protección de derechos humanos, obstáculo que aún perdura y que frena la impartición de justicia.
Al mismo tiempo, no puede obviarse que este sistema se ha ido formando mediante tratados
internacionales y que los límites que debe respetar son aquéllos que también pueden encontrarse en
los otros dos sistemas regionales de protección de derechos humanos, aunque sin duda haya un gran
margen para la mejora del sistema.
La Carta Africana recogió la creación de la Comisión Africana, que pese a hacer el esfuerzo de
promocionar los derechos humanos y su protección no está dotada de poder vinculante, y en
consecuencia, sus recomendaciones rara vez son tomadas en cuenta por los Estados. De ahí que sea
considerado un órgano excesivamente politizado, con poca credibilidad y débil. En este sentido, la
puesta en marcha de la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos encendió la
esperanza de muchas personas, pues por fin se establecía un órgano con capacidad de dictar
sentencias de obligatorio cumplimiento para los Estados. No obstante, el hecho de que sea la
Asamblea de la UA quien se encargue de seguir el efectivo cumplimiento de las sentencias de la
Corte pone a este órgano jurisdiccional bajo la voluntad de los Estados africanos y sus líderes.
Los Tribunales Internacionales ad hoc de Ruanda y de Sierra Leona establecidos bajo el
ordenamiento del derecho internacional penal, y cada uno con sus características, han demostrado
ser eficaces para perseguir a los responsables de los crímenes más horribles a pesar de las criticas
que sin duda se les puede hacer, ya que difícilmente habrían investigado y condenado los propios
Estados territoriales a estas personas. No han sido sistemas perfectos pero al menos han servido
para depurar responsabilidades y para frenar localmente la ola de impunidad.
Sin embargo, uno de los grandes males de África es la corrupción de
dirigentes políticos,
corrupción que alcanza a la justicia y la convierte en injusticia, ya que en lugar de frenar las
violaciones, las protege, factor que explica en gran medida la inoperancia del sistema regional de
derechos humanos. Aunque poco a poco se va avanzando en materia de derechos humanos, el
círculo en el que los responsables se mueven impunemente, el desinterés de muchos sistemas
nacionales africanos y las limitaciones de la Corte Africana han llevado a la Corte Penal
Internacional a actuar y a investigar tanto a líderes políticos como militares y paramilitares en pro
de la justicia internacional.
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Human Rights Watch Noticias: http://www.hrw.org/es/news/2012/04/26/sierra-leona-condena-histrica-de-ex-presidente-liberiano-0
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