Carme Prats Joaniquet - Ajuntament de Barcelona

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CUADERNO CENTRAL 17
Los museos de ciencias de Barcelona:
un activo a potenciar
Antonio Lajusticia
Carme Prats Joaniquet
Directora de los Centros
y Museos de Ciencias.
Institut de Cultura de Barcelona.
TEXTO
● En 1882 se inauguró en Barcelona el primer museo de titularidad pública de Cataluña alojado en un edificio de nueva construcción, el Museu Martorell, pensado para las colecciones de arqueología, numismática e historia
natural, legadas a la ciudad por Francesc Martorell i Peña (1822-1878). Hoy,
casi 120 años después, el mismo edificio contiene el actual Museu de Geologia, con una exposición que todavía mantiene una estética noucentista que
refleja una manera de estudiar la naturaleza de hace más de un siglo.
Detrás de la exposición, en la trastienda, se encuentra el auténtico motor del
museo, constituido por las colecciones, el servicio de documentación especializado, los laboratorios y el personal científico, técnico y administrativo.
Esta cara oculta del museo sin duda es muy diferente a la del museo originario. Es una faceta ignorada y desconocida por el gran público que posee
unos clientes muy fieles: los especialistas, científicos, estudiosos o aficionados, que nunca han dejado de utilizar el museo. La actividad científica vinculada a las colecciones y al patrimonio es una singularidad de los centros y
museos de ciencias tradicionales, que tiene que ponerse en valor en la era de
la sociedad de la información y en el contexto de la “ciudad del conocimiento”. Está claro que para poder desempeñar un papel central en este
escenario, los museos de ciencias deben cambiar los sistemas de funcionamiento actuales y tienen que trabajar para reconquistar una buena imagen
pública. Este artículo presenta las nuevas orientaciones que en este sentido
se han emprendido desde el Ayuntamiento de Barcelona, contextualizadas
en una perspectiva histórica y en un entorno geográfico de paisaje urbano
cambiante.
El proceso actual de reorganización técnica de los museos, que impulsa el
Institut de Cultura de Barcelona, ya propicia racionalizar la gestión y los servicios de estos centros científicos. Se quiere iniciar la renovación de su imagen pública mediante un nuevo programa, “El observatorio científico de la
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El nuevo Jardí Botànic de Barcelona, situado
en el Parc de Montjuïc. En su recinto se está
construyendo la sede del Institut Botànic de
Barcelona, como fruto de un acuerdo entre el
Ayuntamiento y el CSIC.
Aleix Bagué
ciudad mediterránea”, que, gracias a las tecnologías de la información,
permitirá y favorecerá la cooperación interdisciplinaria y transectorial de los diferentes agentes implicados. Se trata de que los museos de
ciencias de Barcelona actúen como un “centro de interpretación y de
orientación científica”, que, desde el ámbito catalán y mediterráneo, se
proyecte hacia fuera, hacia nuestra sociedad y más allá de nuestras
fronteras.
Asimismo, se analizan las perspectivas de futuro de estos museos en
un contexto general en el que parece ser que la cultura científica vuelve a estar de moda y en un marco específico de ciudad y de país que
también parecen propicios a corregir las deudas históricas para con
los centros científicos de Barcelona. Véase el análisis crítico del profesor Ramon Margalef en la Miscel.lània zoològica, en un recordatorio
del profesor Francesc Español, que fue director del Museu de Zoologia hasta 1978 (R. Margalef, 1999).
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SINGULARIDAD, CALIDAD Y RENOVACIÓN
Los centros y museos de ciencias dependientes del Institut de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona están constituidos por cuatro equipamientos: el Museu de Geologia y el Museu de Zoologia en el Parc
de la Ciutadella y el Institut y el Jardí Botànic en el Parc de Montjuïc.
Dos entornos geográficos que son un referente ciudadano muy distinto.
El Parc de Montjuïc es un espacio en desarrollo, donde las construcciones ex novo tanto para el Jardí Botànic como para el Institut Botànic (centro mixto del Ayuntamiento de Barcelona y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas) posibilitan la innovación. El Parc
de la Ciutadella es un lugar popular y céntrico que contiene el Museu
de Geologia y el Museu de Zoologia en edificios históricos. Pese a la
ampliación del Museu de Zoologia (R. Nos, 1986), ambos son equipamientos pequeños para dar cabida al patrimonio y los servicios
museísticos que les corresponden.
Hay que destacar la singularidad de sus colecciones, indispensables
como instrumento de trabajo de investigación, aunque con frecuencia tienen poco valor como elemento expositivo. Las colecciones de
ciencias naturales no se improvisan y raramente pueden comprarse.
Son el resultado del trabajo de campo de diversos investigadores y
contienen información sobre poblaciones de organismos, ambientes
y situaciones que están en continuo cambio y que a veces ya han desa-
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parecido. Ésta es una singularidad excepcional que hay que rentabilizar y poner en valor. ¿Cómo? Participando en las redes nacionales e
internacionales que trabajan en el inventario de la biodiversidad,
como ya se está haciendo, y cambiando la falsa imagen que suele proyectarse: la de instituciones intelectualmente inactivas y casi siempre
anacrónicas.
El profesor Pere Alberch, eminente científico, que fue un destacado
director del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid
(CSIC), decía en relación con los museos de ciencias: “(...) aunque las
exposiciones sean la cara pública del museo, las colecciones son su
alma, su razón de ser, mientras que la investigación es el motor que
convierte el centro en una identidad dinámica y viva. Por este motivo
es esencial que el museo desarrolle sus tres facetas en sintonía.”
(Alberch, 1994). Ahora bien, la investigación científica debe ser más
competitiva. Por eso nuestros centros y museos deben mantener y
fortalecer las colaboraciones estables que ya mantienen con instituciones de investigación potentes, como el CSIC y las universidades,
pero tienen que aspirar a aumentar su dedicación en el futuro con
más personal y mejores recursos.
Los museos deben pretender mejorar la calidad de sus servicios, lo
que incluye tanto los aspectos funcionales y de servicios como los de
comunicación con el gran público. Museos tan importantes como el
de Historia Natural de París o el de Ciencias Naturales de Madrid perdieron el compás del tiempo y tuvieron que cerrar durante unos años
para reabrir recientemente después de reformas importantes en su
proyección pública. El British Museum de Historia Natural en Londres supo mantenerse sintonizando con los visitantes, innovando sin
interrupción sus exposiciones. La crisis de los museos de historia
natural tradicionales coincide con la eclosión de una generación de
centros culturales de divulgación científica como el Museu de la Ciència de Barcelona, la Domus de La Coruña, el Palais de la Découverte y
la Cité des Sciences de París, el Exploratorium de San Francisco o el
Heureka de Helsinki, que no poseen colecciones científicas a su cargo.
Estros centros han basado sus programas en exposiciones y en actividades participativas, ricas en novedades tecnológicas, atractivas para
el visitante, lo que les ha permitido hacerse con una excelente imagen
pública. Son centros implicados en el aprendizaje experimental hasta
el punto de que el Exploratorium, por ejemplo, ha incorporado a los
maestros a la tarea de rediseñar y validar el nuevo formato de más de
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120 de los 600 modelos experimentales concebidos para el gran público (G. Delacôte, 1998).
Educar al público es importante, porque el visitante razonablemente
preparado está condicionado para escoger mejor y apreciará la buena
oferta museográfica (C. Prats, 1999). No obstante, como las exposiciones hablan a los sentidos y no a la mente (T. Sola, 1999), el reto de
las exposiciones para conectar con el público está en la capacidad para
crear emociones en el visitante. Y para que así sea, los atributos característicos de los museos tradicionales que les confieren prestigio y credibilidad, como los objetos reales, la propia investigación y un
ambiente amigable que favorece la reflexión, deberán combinarse con
técnicas de comunicación para que el contexto también sea estimulante. Este reto es, a mi entender, la piedra angular para hacer exposiciones de ciencias que sintonicen con el visitante y tengan un efecto
informativo, lúdico y, a la vez, instructivo.
En las nuevas exposiciones de los museos de ciencias de Barcelona, los
objetos, protagonistas, estarán al servicio de los conceptos. La selección de los objetos reales idóneos, en combinación con modelos a
escala que conviertan en perceptible lo minúsculo y en comprensible
lo inaccesible a la intuición, con el refuerzo de elementos interactivos
y de las tecnologías multimedia, debe sustentar las ideas que se quieren transmitir. Ahora bien, estos museos no son los únicos que tienen
como misión la divulgación científica en la ciudad. Como centro consolidado, debe mencionarse el Museu de la Ciència de la Fundació “la
Caixa”, que, en sus excelentes exposiciones y programas públicos,
también aborda temas de ciencias naturales. Como proyecto de futuro inmediato, Barcelona poseerá un gran centro de divulgación dedicado a la biología, el Palau de la Biodiversitat i Evolució, con exposiciones de vanguardia y una dinámica científica y cultural propia del
nuevo siglo, que será la puerta del nuevo zoo acuático de la ciudad, en
Poblenou.
Los museos de ciencias de la ciudad tendrán en cuenta este panorama
cuando renueven sus exposiciones y expondrán lo que les correspon-
de, entendiendo que hoy tanto son ciencias naturales los virus y la
biología molecular como la ecología, los insectos y los dinosaurios.
Eso sí, en todas las actuaciones que se pueda, se potenciarán sinergias
para hacer que se cumpla el principio que dice que el efecto de las
acciones realizadas en concertación por varios es superior a la suma
de los efectos individuales. Un ejemplo de esta política es la nueva
sede del Institut Botànic de Barcelona, que se está construyendo dentro del recinto del Nou Jardí Botànic de Montjuïc, fruto del acuerdo
entre el Ayuntamiento y el CSIC.
ORIENTACIÓN CIENTÍFICA Y PATRIMONIAL
Los museos de ciencias para el siglo XXI deben integrar en su actividad a los nuevos naturalistas de la era de la información, dando continuidad a la función social e instructiva que tuvieron los museos de
historia natural del siglo XIX en su época más esplendorosa, cuando,
a su manera, eran los observatorios científicos del mundo. Recogían
información de todo el planeta, la analizaban y la difundían tanto
para los expertos como para el público general. Su metodología se
basaba en la realización de expediciones de estudio y de campañas de
exploración.
Actualmente, la exploración y obtención de datos de muchos campos
de la ciencia se realizan cada vez más a través de redes de comunicación de alcance mundial, como Internet. En cuanto a los nuevos naturalistas usuarios del museo, que potencialmente son muchos y que
desean estar más implicados en la actividad museográfica, requieren
un centro de acogida diferente y una metodología actualizada. Si los
voluntarios y aficionados del pasado se ponían botas y mochila para
ir de excursión a recolectar (algunos lo siguen haciendo), los voluntarios actuales probablemente utilizarán el tren suburbano o la bicicleta y al museo le pedirán conexiones a Internet, además de libros de
clasificación.
Con el nombre “L’observatori científic de la ciutat mediterrània”, se ha
iniciado un programa para crear en los centros y museos de ciencias
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El Gabinet Salvador, que acoge la colección
botánica reunida por la familia Salvador desde
comienzos del siglo XVI hasta finales del XVIII.
Jordi Vidal
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“La sociedad manifiesta un interés creciente por los
temas científicos y técnicos, que se traduce en una
demanda generalizada de información y en la asistencia
a exposiciones y actividades programadas en los museos
de ciencias”.
El Museu Martorell, sede actual del Museu de
Geologia, que fue inaugurado en 1882.
Bajo estas líneas, estudiantes en el Museu de
Ciència de la Fundació “la Caixa”.
Jordi Flos
de Barcelona un espacio de interpretación y de orientación patrimonial y científica de Barcelona, que combinará el referente presencial de
cada museo con su faceta virtual. Este centro utilizará los instrumentos tradicionales de difusión museográfica (exposiciones, actividades,
bases de datos de colecciones, servicios de biblioteca, publicaciones) y
los integrará en los nuevos recursos digitales (el boletín de divulgación científica La Talaia y el portal Barcelona, comunitat de ciències).
Un centro que, utilizando las tecnologías de la información y la
comunicación, sea la antena de una comunidad constituida por emisores, usuarios a distancia y consultores in situ. Una comunidad lo
suficientemente motivada como para explorar en formas de descubrimiento colectivo y de aprendizaje social vinculadas a la cultura
científica.
El observatorio científico propone, por otro lado, un tema de estudio
importante para la sociedad actual: el conocimiento de la ciudad.
Conocer cómo es y cómo funciona la ciudad para apreciarla, comprenderla y poder modificarla adecuadamente será el objetivo de la
segunda fase del programa. Este año, en esta línea, se realizarán itinerarios urbanos dirigidos a los centros de secundaria, para propiciar
una visión intergeneracional y proambiental de la ciudad. Asimismo,
se quieren crear en breve complicidades con instituciones dedicadas a
programas de turismo y de ocio, a fin de que incorporen la cultura
científica como valor añadido de sus ofertas.
El programa tiene como patrocinador principal a la Caja de Ahorros
del Mediterráneo y cuenta con la colaboración de Printer y Digital
Screen para las ediciones en papel. El portal digital ha sido diseñado
por un taller de ocupación de Barcelona Activa y ha sido desarrollado
por la Escola Multimèdia de la Fundació Politècnica de Catalunya,
que también realiza el boletín digital. La redacción de La Talaia se
coordina desde el Diari de Barcelona.
c
PERSPECTIVAS DE FUTURO
Parece ser que existe un contexto general favorable respecto a la cultura científica, en el ámbito mundial, que debe considerarse. Muchos
científicos relevantes están hoy en día interesados en atraer el interés
de los jóvenes para impulsar la investigación (Guerrero, R., 1999) y se
implican de buen grado en trabajos de divulgación directa. En Cataluña, son un buen ejemplo de ello tanto el trabajo desempeñado por
el comité asesor científico de la exposición Tresors de la natura, pre-
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Museu de Ciència de la Fundació “la Caixa” / Jordi Nieva
sentada en el Museu de Zoologia (Ayuntamiento de Barcelona, 1999),
como la reciente contribución de expertos en genética de renombre
internacional en la exposición Gent i gens (Ayuntamiento de Barcelona, 2000), que se mostró en la Residència d’Investigadors de Barcelona (consorcio Generalitat de Catalunya y Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Por su parte, la sociedad manifiesta un interés
creciente por los temas científicos y técnicos, que se traduce en una
demanda generalizada de información y en la asistencia a exposiciones y actividades programadas a los museos de ciencias. El éxito de
público de la última renovación del American Museum of Natural
History de Nueva York ha superado todas las expectativas. En la
misma línea de aceptación popular se encuentran en Londres el Natural History Museum y en París el renovado museo situado en el Jardin des Plantes.
Además de los millones de visitantes que atraen, los museos de historia natural mantienen estrechas conexiones con la sociedad más allá
de las salas de exposiciones (Smithsonian Institution, 1995), pero las
cuestiones que más ocupan y preocupan a sus directores y técnicos
son su posicionamiento estratégico de cara al futuro y el correspondiente modelo de financiación. Así quedó constatado en el debate y
las conclusiones de la reunión internacional Nature’s Treasurehou-
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El Museu de Zoologia, ampliado en 1986,
es uno de los equipamientos municipales
situados en edificios históricos del Parc
de la Ciutadella.
Jordi Flos
ses?, que reunió a científicos, museólogos, economistas y comunicadores entre los días 4 y 7 de abril de 2000 en el Natural History
Museum de Londres.
En Barcelona es posible que algunos de los condicionantes actuales
puedan favorecer la puesta al día y la potenciación de los museos de
ciencias. Dentro de los proyectos de Barcelona como ciudad del conocimiento, los dos parques emblemáticos de la ciudad, la Ciutadella y
Montjuïc, serán dos polos de referencia obligada para la divulgación
científica. La actividad que se desarrolle en estos lugares debe articularse con la que se producirá, a partir del año 2004, en el nuevo espacio cultural y lúdico proyectado en Poblenou. La ciudad de Barcelona
tendrá, entonces, el Parc de Montjuïc, pulmón verde de Barcelona,
con sus parques y jardines y con capacidad para concentrar programas de educación mediambiental vinculados al Jardí Botànic y para
proporcionar servicios especializados desde el Institut Botànic; el Parc
de la Ciutadella, que con el traslado del Parc Zoològic y una reordenación moderna puede convertirse en un parque urbano dedicado a
la educación, con especial énfasis en las ciencias (C. Prats, 1982); y el
núcleo del Poblenou, que con la nueva ubicación de una parte de las
instalaciones del Parc Zoològic completará la oferta en Barcelona de
instalaciones científicas al servicio del gran público. Así pues, el Foro
de las Culturas 2004 –y el gran movimiento urbanístico que ha generado– puede permitir redimensionar los edificios de la Ciutadella
para adaptarlos a las necesidades de los equipamientos culturales
modernos y proporcionar la ocasión de articular un eje urbano de las
ciencias, entre el Parc de Montjuïc, la Ciutadella y el nuevo núcleo de
Poblenou.
Se trata, en definitiva, de transformar los actuales museos y centros de
ciencias naturales, ubicados en edificios históricos, en equipamientos
modernos, generadores de ciencia y promotores de cultura científica.
El modelo corresponde al de un sistema de museo descentralizado,
con servicios en los diferentes equipamientos físicos, que funcione
coordinadamente bajo una política unitaria, mediante una vía de
comunicación interna por red. El sistema ofrecerá al público presencial y al usuario telemático, local e internacional una imagen de conjunto, de gran volumen, con servicios eficientes.
La racionalización y actualización de estos centros, que son los más
ricos en patrimonio científico de Cataluña, es el primer paso, necesario, para poner los cimientos del futuro Museu d’Història Natural de
Catalunya de carácter nacional (según la Ley de Museos de 1990), que
actualmente está estudiando la Junta de Museus de Catalunya. Para la
ciudad, el nuevo Museu d’Història Natural implicará la incorporación de la Generalitat en la gestión y la financiación de los centros y
museos de ciencias de Barcelona, que actualmente dependen exclusivamente del Ayuntamiento de Barcelona. El hecho de que todos estos
proyectos puedan confluir y apuntar en una misma dirección nos
anima a trabajar y a mirar con entusiasmo hacia el futuro.
Referencias bibliográficas:
c
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twentieth century”. Towards the Museum of the future. Londres: Routledge,
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Margalef, R. “Francesc Español Coll (1907-1999), biòleg i naturalista exemplar”.
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Locals i Comarcals. Museu d’Etnologia del Montseny. Universitat de Girona.
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