La Hora de la Autocritica. Nicolas Monckeberg I.- Introducción. Luego de cuatro años de gobierno, la centroderecha obtuvo un mal resultado en las elecciones presidenciales y parlamentarias del 17 de noviembre y 15 de diciembre pasados. El sector no consiguió mantener la Presidencia de la República y verá reducida su representación parlamentaria. Nuestro partido Renovación Nacional también obtuvo un mal resultado electoral, a la derrota presidencial, sumamos la derrota en la Primaria Presidencial, la baja en la votación de diputados, la perdida de senadores y las recientes renuncias de parlamentarios. Si bien es cierto, en los últimos 50 años han sido muchas más las derrotas electorales que los triunfos, esta no es una derrota cualquiera ya que es una derrota que va acompañada de división, de confusión ideológica, y que tiene lugar después de haber estado en el gobierno; tres factores que la transforman en una derrota inédita. Esto requiere un análisis serio y cauteloso, que debe hacerse cargo de preguntas como las siguientes. ¿Cómo se explican los malos resultados de las recientes elecciones? ¿Cuáles son los principales activos con que cuenta el sector para reconstruir la fuerza electoral que nos llevó a triunfar en 2010? ¿Cuál es la actitud más apropiada y cuáles los cambios más necesarios para lograr ese objetivo? A esas preguntas intentamos dar respuestas en un documento denominado “El Futuro de la Centro Derecha” que suscribimos y publicamos en el mes de diciembre de 2013 un grupo de parlamentarios para contribuir en este proceso de reflexión. Lamentablemente nuestro partido no ha hecho adecuadamente su propia autocritica ni ha participado adecuadamente en el proceso de reflexión, y, en cambio, algunos de sus dirigentes han protagonizado recriminaciones y ha caído en actitudes poco adecuadas, -a veces interesada- que se alejan de una auténtica autocrítica. Es, pues, hora de que Renovación Nacional haga su autocritica y analicemos con rigor en qué nos equivocamos. II.- La derrota electoral en el contexto del realismo histórico. En nuestra historia política contemporánea -digamos en los últimos 80 años-, nuestro sector ha ganado tan sólo una vez la Presidencia de la República con más del 50% de los votos válidamente emitidos: en 2010 con Sebastián Piñera de candidato. La derrota que acabamos de sufrir es mucho más la regla que la excepción. No significa esto, ni por un segundo, que debamos resignarnos a perder. Por el contrario, debemos rápido hacer lo necesario para ganar y , por ello, tan importante como indagar en los aspectos que influyeron en nuestra enésima derrota, como si se tratara de un fenómeno excepcional e inédito, es que repararemos en las lecciones que sacamos hace cuatro años de nuestra única vitoria. Es un hecho indesmentible que para ganar o mantenerse en el gobierno a la Concertación le ha bastado con ejercer “medianamente bien” su acción desde el gobierno y los partidos, nosotros, en cambio, para ganar la única elección de este medio siglo, tuvimos que hacer todo o casi todo bien, y aun así nuestro triunfo fue estrecho. En esta última elección presidencial, actuamos exactamente al revés, y si teníamos que hacer casi todo bien para ganar, hicimos, todos, casi todo mal. El resultado entonces no podía ser otro que el esperado. III.- ¿Qué hicimos mal y que debemos cambiar para ganar nuevamente la confianza de la mayoría de los chilenos? 1.- La necesidad de institucionalidad y coordinación dentro de la Coalición y en Renovación Nacional. Uno de los mayores déficits políticos que hemos mostrado durante el actual Gobierno es la falta de coordinación e institucionalidad que existe en nuestro sector, y que se da tanto al interior de los partidos como en las relaciones entre ellos. Durante todo el Gobierno no hubo una sola instancia formal de coordinación entre los partidos de Gobierno distinto al Comité Político de la Moneda, lo que significó básicamente que, en vez de solucionar nuestros problemas, íbamos cada semana a involucrar al Gobierno en ellos. La coordinación institucional cobrará aún más importancia en el futuro, en la medida en que es muy probable que la Alianza cuente con más partidos que los hoy existentes, por lo que es una tarea que debe ser abordada en forma urgente. No sólo faltó coordinación e institucionalidad entre los partidos, sino también dentro de ellos. Desde Renovación Nacional se escuchó con no poca frecuencia un cacofónico coro de voces disímiles con mensajes diferentes y hasta contradictorios, sin que existiera la coherencia necesaria e indispensable muchas veces, ni siquiera entre los integrantes de la Mesa Directiva. Un buen ejemplo de esto es acciones como el acuerdo suscrito por la Mesa Directiva de RN con Democracia Cristiana, el cual jamás se consulto ni informo a ninguna instancia interna, se suscribió y dio a conocer dicho acuerdo sin siquiera informarlo a la Comisión Política, ni someterlo jamás a la discusión, ni mucho menos aprobación, del Consejo General. 2.- El valor de la Lealtad en Política y la lealtad exigible de un partido oficialista. La política ha sido, es y será una actividad que versa sobre desafíos colectivos. No puede ser de otra forma. Se trata de cómo ciertos grupos se articulan para ofrecer a la sociedad un proyecto conjunto y coherente de bien común. Así, el modo en que se organizan e interrelacionan las personas y los grupos es esencial para el éxito de cualquier empresa en este ámbito. En este contexto, hay un valor que en política es fundamental: el de la lealtad. Ésta se expresa a nivel personal, pero, más importante aún, a nivel institucional. La lealtad de un partido frente al proyecto político en que está embarcado es crucial. Y, lamentablemente, no podemos decir que nuestro partido haya sido tan leal como era deseable con el proyecto que emprendimos, por decisión de los chilenos, hace casi cuatro años. Ha llegado el momento de decir las cosas como son: Renovación Nacional nunca asumió en propiedad el papel que corresponde a un partido los partido oficialista. No es para nada sensato que, a tan sólo veinte días del inicio del Gobierno, algunos de nuestros principales dirigentes ya lo estuvieran criticando duramente por la prensa. Senador RN realiza críticas a gobierno de Piñera tras un mes de gestión El parlamentario RN dijo que al Presidente de Chile le resulta "más fácil mandar que delegar" y que los ministros tienen que tener "un poco más de poder". POR LATERCERA.COM - 11/04/2010 - 22:20 Ex Presidentes de la Concertación llaman a fortalecer el peso de la oposición ante el nuevo gobierno Raúl Martínez | Lunes 12 de abril 2010 - 19:27 hrs. | 3 Los dos recortes anteriores, en nuestra opinión, reflejan con claridad algo que debemos corregir en el futuro. Ambas noticias difieren en un día, mientras en una el senador oficialista critica tempranamente a su gobierno, en la otra, la oposición reunida para hacer sus jornadas de autocritica tras la derrota en vez de reprimendas entre ellos llama a fortalecer su rol opositor contra el gobierno. 2.1 La Falta de Lealtad pone en Riesgo cualquier proyecto Futuro. La falta de lealtad de los partidos oficialistas con el gobierno no solamente es preocupante por lo que aconteció en estos cuatro años. Lo es, sobre todo, para el futuro. Un proyecto político sin esa lealtad colectiva simplemente no es viable, no sólo porque se complica su ejecución, sino porque se hace muy difícil que llegue a tener siquiera la oportunidad de ser aplicado. La política demanda que las personas tomen riesgos, y la incertidumbre es enemiga del riesgo. Y hay pocas cosas que agreguen más incertidumbre a un proyecto político que la inseguridad acerca de la lealtad de los cercanos. 3.- Lealtad frente a las decisiones impopulares La lealtad en política es siempre importante, pero lo es seguramente más tratándose de un gobierno de centroderecha. Nuestros gobiernos no suelen ser, por fortuna, amigos del populismo, por lo que el apoyo de los partidos oficialistas es crucial para poder sacar adelante medidas que en una primera instancia pueden resultar impopulares. Nuestras ideas y principios no son fáciles de explicar, comunicar y defender, por lo que la lealtad será puesta a prueba en nosotros siempre con mayor frecuencia que en nuestros adversarios. Simplemente ser de izquierda es más cómodo que ser de derecha. La izquierda gobierna casi siempre peor (salvo cuando abraza nuestras ideas), pero con frecuencia saca más aplausos, por lo menos en el corto plazo, mientras los verdaderos efectos de sus políticas no comienzan a hacerse evidentes. Es algo con lo que debemos aprender a convivir. Esto en ningún caso significa que debemos resignarnos a ser impopulares. Pero sí significa que tenemos una cierta carga estructural que nos obliga a mantenernos firmes y leales con los proyectos que asumimos en conjunto. Para ilustrar lo anterior con un ejemplo, nuestro partido año a año y con gran impacto público y estridencia fue el más crítico del gobierno en decisiones macroeconómicas complejas como por ejemplo, reajuste salarial entre otras muchas. Se sabe que su monto es un factor clave para mantener estable el nivel de empleo. Algo no cuadra en esta ecuación. Es imposible que un gobierno realice una política responsable, seria y beneficiosa para el país y que, a la vez, consiga elevados niveles de popularidad, si nosotros mismos somos los primeros en ponerlo mal frente a los ciudadanos cuando hace lo correcto por ellos. 4.- La lealtad frente a los errores. Ser leales no significa, por supuesto, ser obsecuentes, la actitud que un partido oficialista debe adoptar frente a los errores que su gobierno inevitablemente cometerá, no implica que haya que obviarlos o taparlos. Sin embargo, en tales casos, una crítica discreta, política y técnicamente bien fundada, encaminada a la búsqueda de soluciones concretas y viables, constructiva y hecha por los canales y en las oportunidades apropiadas es, sin duda, una de las mejores maneras de apoyar a un gobierno del que se es parte. ¿Hicimos eso siempre así en estos cuatro años? Me temo que no. Muchas veces optamos por una crítica personalista y no institucional, pública y destemplada, que término amplificando los errores en vez de situarlos en el contexto de una buena obra de gobierno, con lo que entregamos en bandeja un letal arsenal de armas arrojadizas a nuestros adversarios. El contraste con la Concertación en este punto es notable. Michelle Bachelet llevó a cabo el que, según todos los parámetros objetivos, fue el peor gobierno desde la transición a la democracia. Y, sin embargo, su coalición se las arregló para convertirla en una de las figuras más populares de la política chilena reciente y preservarla como tal hasta asegurarle una nueva y aún más contundente victoria electoral. Nosotros hicimos uno de los buenos gobiernos que ha tenido este país, cuya adhesión ciudadana, además, va hace tiempo en ascenso. Y, sin embargo, demasiados de nuestros líderes más relevantes no pierden ocasión para golpearlo frente a todo el país, desdibujando un activo con que hoy contamos, que es la buena labor de gobierno que efectuamos. La crítica destemplada a un gobierno crecientemente bien evaluado del que como partido “aspiramos a ser sus continuadores” durante las elecciones primarias es, pues, completamente inadecuada e incoherente. El uso del fuego amigo como instrumento de posicionamiento político deteriora las confianzas y destruye la relación de aliados e impide mostrarle al país un proyecto colectivo, lo cual daña a todos, incluidos, tarde o temprano, ellos mismos. Por tanto, al mirar hacia el futuro es necesario que revindiquemos el valor de la lealtad. Renovación Nacional y los otros partidos de la Alianza deben siempre poner por delante el proyecto colectivo y las ideas asociadas a él. Simplemente el tiempo de los personalismos no es hoy, ni lo será mañana. 5.- Errores Inexcusables en la selección de candidatos al parlamento. Si nuestra Coalición necesita hacer casi todo bien para obtener buenos resultados electorales, en esta área hicimos exactamente lo contrario. Los graves errores que nuestro partido cometió en la conformación de su plantilla parlamentaria, que tuvieron evidentes consecuencias negativas en la representación y la votación obtenidas tanto por nuestra colectividad como por nuestra coalición en general eran todos evitables demuestran la discrecionalidad y falta objetividad con que se designaron algunos candidatos. Estos errores eran todos evitables y no pueden repetirse en el futuro. Los casos de las senadurías por Antofagasta y Valdivia, así como el de la diputación por Viña del Mar, son tan sólo los más evidentes. Tampoco es aceptable que, luego de meses de trabajo de nuestra Comisión Electoral, finalmente se haya proclamado a candidatos que no alcanzaron el 10% de los votos y, a veces, aun tratándose de dirigentes con las mas altos cargos a nivel nacional del partido, ni siquiera el 5% de de las preferencias. Debido a ese tipo de errores, y aunque algunos éxitos puntuales relevantes lo hayan hecho menos visible, podemos decir que nuestro partido sufrió el año pasado una triple derrota. Perdimos la primaria presidencial teniendo todo para ganarla, elegimos menos senadores de lo que habíamos hecho en las mismas circunscripciones ocho años antes. Y en las elecciones de diputados, con un 16,7% de los votos (incluyendo a los de Felipe Kast), recibimos nuestra segunda peor votación desde 1989. 6.- Perdimos la Primaria Presidencial: Lecciones de una derrota. Un aspecto del que debemos sacar lecciones importantes para el futuro, es el resultado de las primarias de junio del año pasado, que fueron las primeras en que nuestro sector participó y que, con toda seguridad, no serán las últimas, por lo que en ellas está, sin duda, una de las claves para el futuro. Una Doble Derrota. En estas elecciones sufrimos una doble derrota. Por una parte, nuestra coalición obtuvo muchos menos votos que la ahora llamada “Nueva Mayoría” y, por otra, el candidato de nuestro partido perdió contra un contrincante que hizo sólo dos meses de campaña y que se ha contado consistentemente, desde la recuperación de la democracia, entre los políticos chilenos con mayores niveles de rechazo. Dentro de los factores que en mi opinión explican dicho resultado debemos prestar atención al menos a dos: i) Nuestra escasa eficacia organizacional y poca capacidad de movilización. En nuestra primaria votó sólo un tercio de las personas que lo hicieron en la de la “Nueva Mayoría”, algo que es una derrota para todo el sector pero especialmente para nuestro partido. En más de 30 comunas con alcalde y parlamentario RN la candidata de la concertación triplico al candidato de nuestro partido. Más preocupante aun es considerar que cerca de un tercio de las comunas con dirigidas con alcalde de Renovación Nacional (16) nuestro candidato perdió frente al de la UDI. Lo anterior muestra que es imperativo profesionalizar la organización del trabajo territorial del partido, permitiendo que una gestión transparente y ordenada aclare el cumplimiento de las responsabilidades que cada uno de nosotros tiene. ii) Mensaje a Votante Duro y distante del Centro. Tanto nuestro candidato como el de la UDI homologaron su discurso y apelaron al votante duro, ninguno de los dos candidatos mostro una capacidad real de representar una mayor diversidad que es un signo de los tiempos. No hubo un esfuerzo en nuestro mensaje durante la primaria por acoger esa diversidad en nuestros propios votantes y, por tanto, la convocatoria solo fue a grupos muy pequeños. Reflejo una incomprensión muy grande de nuestros votantes. Es una responsabilidad de los partidos interactuar mucho mas con ellos. IV.- Conclusión Nuestra primera y más urgente tarea es evaluar con objetividad el comportamiento que nosotros, en tanto partido oficialista, tuvimos en estos años y extraer de allí lecciones para el futuro. No podemos repetir los errores de cometimos estos cuatro años. Debemos recuperar cuanto antes el sentido colectivo, la lealtad, el valor de la crítica inteligente, la estabilidad y el respeto por la institucionalidad, mayor coordinación, la capacidad de movilización y la vocación de crecimiento hacia el centro, son todas sin excepción cuestiones prioritarias para el futuro. Fuente: Adimark De ese modo, defendiendo el buen gobierno que hemos hecho y con una mejor organización y renovados mensajes -ajenos a todo populismo- que puedan poner nuestras ideas a tono con las aspiraciones de los chilenos, podremos repetir pronto la inédita hazaña de 2010 y volver a ganar la confianza de la mayoría de los chilenos.