PLÁTICA QUINTA “PARA QUE TENGAN VIDA” ESQUEMA Oración al iniciar la plática Introducción 1. Jesús al servicio de la vida. 2. Dimensiones de la vida en Cristo. 2.1 La vida de hijos de Dios en Cristo 2.2 Vida en Cristo por los sacramentos 2.3 La vida en Cristo asume la vida humana con sus alegrías y dolores 2.4 La vida en Cristo toca y desarrolla todas las relaciones humanas 2.4.1. La persona es tal en relación 2.4.2. La vida en Cristo desarrolla estas relaciones 2.5 La vida en Cristo como liberación integral. 2.5.1 Pecado personal y social 2.5.2 Las situaciones de pecado en A.L según Aparecida 2.5.3 Redención y liberación personal y social 3. Comunicar esta vida nueva en Cristo. 4. El fin último, “para que tengan vida”, en lenguaje claretiano. 4.1 San Antonio María Claret 4.2 Constituciones de los misioneros claretianos 4.3 Gloria de Dios y salvación de los hombres Conclusión Ejercicios para el tiempo personal. “Para que tengan Vida” Oración hecha a partir de los números 348.350.353. 355-356.358-359 de Aparecida Padre nuestro, Dios de la vida, Tú enviaste a tu Hijo Jesucristo para que nos comunicara su vida y se pusiera al servicio de la vida. Y El, en obediencia filial a tu voluntad, pasó haciendo el bien a todos: dando vista al ciego del camino, dignificando a la samaritana, sanando a los enfermos, alimentando a los hambrientos, liberando a los endemoniados, perdonando a los pecadores (DA 353) Así manifestaba, Padre, tu inmenso amor y tu voluntad de hacernos hijos tuyos. Y esta es la gran novedad que tu Iglesia anuncia hoy: que en Jesús, tu Hijo amado hecho hombre, participamos de tu naturaleza divina, somos hechos hijos tuyos. (DA 348) Por la fe y el bautismo nacemos, oh Padre, a esa vida nueva y eterna, que se renueva por la reconciliación, se fortalece por la confirmación, se alimenta y se hace vida de amor entregado por la celebración de la Eucaristía (DA 350) Padre amoroso, Tú quieres nuestra felicidad en esta tierra. Por eso, la vida nueva en Jesucristo no nos quita nada de nuestros anhelos de vida plena, sino que nos lo da todo. La vida en Jesús, Tu Hijo amado, incluye la alegría de comer juntos, el entusiasmo por progresar, el gozo de vivir, en contacto con la naturaleza… y todas las cosas que nos regalas, Padre, como signo de tu amor (DA 355 y 356 2ª parte). Padre creador; nuestra vida personal se realiza en la comunión, por eso, la vida nueva en Jesucristo nos toca enteramente y desarrolla en plenitud nuestra dimensión personal y familiar, social y cultural. ¡ Qué grandeza y plenitud alcanza cuando impregna y transfigura las relaciones familiares, sociales y culturales! (DA 356 1ª parte) Pero las condiciones de vida, Padre, de muchos hijos tuyos latinoamericanos contradicen tu proyecto de Vida Plena. Las situaciones inhumanas de abandono y de exclusión, de miseria y de dolor son incompatibles con el Reino de la Vida que Jesús anunció e inauguró (DA 358). Por eso, Padre Providente, Señor de la historia, el rico magisterio social de tu Iglesia nos indica que no podemos concebir una oferta de vida en Cristo sin un dinamismo de liberación integral, de humanización, reconciliación e inserción social (DA 359). Concédenos, Padre nuestro, vivir plena e integralmente esta vida en Jesucristo y comunicarla a todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Salvador. Amen. “PARA QUE TENGAN VIDA EN CRISTO” Introducción La palabra “vida” aparece 631 veces en el documento, muchas más que otras importantes palabras como Jesucristo, Iglesia, discípulo, etc. El titulo de cada una de las partes comienza por la palabra “vida”. Es importante también ver el juego de las preposiciones: I Parte: La vida de nuestros pueblos. II Parte: La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros. III Parte: La vida de Jesucristo para nuestros pueblos. Si ahora sumamos las expresiones “Jesucristo” 14 veces, “Jesús” 153 veces, “Cristo” 221 veces, tendríamos un total de 522. Aunque sólo fuere por este dato bien podemos decir que “Jesucristo” y “la vida” son como los ejes fundamentales del documento. Se trata de “la vida en Jesucristo”. Si además tomamos en consideración el lema de la V Conferencia: “… para que nuestros pueblos en Él tengan vida” y la afirmación rotunda del Documento: “el contenido fundamental de la misión de Jesús es la oferta de una vida digna para todos…” (DA 361), podemos concluir que “la iglesia tiene como misión propia y específica comunicar la Vida de Jesucristo a todas las personas” (DA 386). 1. Jesús al servicio de la vida (353) Jesús quiere comunicarnos su vida y ponerse al servicio de la vida. Lo vemos: En su comportamiento: o Se acerca al ciego. o Cura al enfermo. o Toca al leproso. o Alimenta al hambriento. o Dignifica a la samaritana. En el Reino de vida que anuncia o Hay sitio para todos. o Come y bebe con los pecadores como señal de que son comensales del Reino de Dios. o Todos están invitados al banquete del Reino. Así, con sus obras y sus palabras daba vida y entregaba su vida. 2. Dimensiones de la vida en Cristo 2.1 La vida de hijos de Dios en Cristo “La gran novedad que la iglesia anuncia es que Jesucristo el Hijo de Dios hecho hombre vino al mundo para hacernos participes de la naturaleza divina, a participarnos de su propia vida” (DA 348) Esa vida es la vida de Hijos de Dios Padre en Jesucristo por el Espíritu Santo. Es la vida “trinitaria”, vida “eterna”, “divina”. Este es el tesoro que comunicamos, esta es nuestra dicha y nuestra prioridad. Este es el mejor servicio de la Iglesia. (DA 14). A esta vida la llamamos “vida teologal” porque es la vida de Dios auto-comunicada al hombre. Entramos así en el dinamismo de la Trinidad por medio de Jesús. P-H-ES 2.2 Vida en Cristo por los sacramentos Por la fe y el bautismo acogemos esta vida nueva en Jesucristo: Mc. 16,16: “El que crea y se bautice se salvará”. Jn. 20,31: “Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Hijo de Dios y creyendo tengan en Él vida eterna” Jn. 3,5: “Nadie puede entrar en el Reino de Dios sino nace del agua y del Espíritu”. El discípulo misionero, nacido por el bautismo a esa vida nueva. o Renace por la Reconciliación. o Se fortalece por la Confirmación. o Se alimenta por la Eucaristía (Cfr. DA 350). Esta es la dimensión sacramental de la vida en Cristo. La vida teologal pasa por la mediación encarnada de los sacramentos. Y estos no se quedan en el rito celebrado sino que son signos de la vida teologal dada y acogida. 2.3 La vida en Cristo asume la vida humana con sus alegrías y dolores Podemos encontrar al Señor en medio de las alegrías de nuestra existencia como: La alegría de comer juntos. El entusiasmo por progresar. El gusto de trabajar y aprender. El contacto con la naturaleza, etc. (Cfr. DA 356) Viene bien la frase del Papa Benedicto: Jesús no quita nada. Lo da todo. Él mismo asumió y vivió estas realidades. “Su amistad no nos exige que renunciemos a nuestros anhelos de plenitud vital, porque el ama nuestra felicidad también en esta tierra” (DA 355). Pero también Jesús es el Viviente que camina a nuestro lado descubriéndonos el sentido de los acontecimientos, especialmente de aquellos más difíciles de comprender como el dolor y la muerte. Porque la vida es un tejido de alegrías y tristezas, trabajo y fiesta… (Cfr. DA 356). Su vida entregada por amor a los pobres, a los enfermos, a los agobiados por el peso de la vida y su Cruz dan sentido y esperanza a nuestro dolor y a nuestra muerte. 2.4. La vida en Cristo toca y desarrolla todas las relaciones humanas 2.4.1. La persona es tal en relación La persona se realiza en el conjunto de relaciones que la constituyen, no en el encerramiento solipsista. Las relaciones fundamentales son: Relaciones familiares. Relaciones sociales: o Con las personas, o con los bienes materiales. Relaciones culturales. Estas relaciones crean unas instituciones o estructuras: La institución familiar. Las instituciones sociales-políticas. Las instituciones económicas. Las instituciones culturales. Gráfico que lo expresa: Persona Relación Familia Sociedad Estructuras O instituciones Economia Cultura 2.4.2. La vida en Cristo desarrolla estas relaciones “La vida nueva en Jesucristo toca al ser humano en su dimensión personal, familiar, social y cultural” (DA 356). La vida nueva en Cristo y según Cristo va modelando el comportamiento del discípulo misionero en la relación consigo mismo y en la relación con los demás, y va influyendo en la configuración de las diversas instituciones humanas. No se reduce a un aspecto intimista sino que adquiere una dimensión social y pública. ¿Qué significa vivir en Cristo: En las relaciones familiares, las relaciones sociales, las relaciones políticas, las relaciones económicas? La respuesta es clara: Vivir unas relaciones fraternas. Vivir unas relaciones justas. Vivir unas relaciones solidarias. Vivir unas relaciones pacíficas. En síntesis, vivir unas relaciones como las de Jesús, el “ser para los demás”, el que pasó haciendo el bien a todos. Más aún, la vida nueva en Cristo implica vivir de tal manera que colaboremos a la configuración de las diversas instituciones sociales según el espíritu del Evangelio. 2.5 La vida en Cristo como liberación integral 2.5.1 Pecado personal y social Ahora bien, la experiencia y la revelación cristiana nos enseñan que el pecado forma parte de la condición humana: soy pecador y la humanidad es pecadora. El pecado personal es el comportamiento de cada persona, libre y consciente, contrario a la voluntad amorosa de Dios. Este pecado personal tiene unas consecuencias sociales y crea un clima social contrario al Reino de la vida. Se crea un ambiente, una cultura de egoísmo, mentira, etc. Hasta podríamos hablar de “estructuras” en sí misma injustas, opresoras, de muerte, de pecado. Pensemos en el narcotráfico, crimen organizado, en la permanente inequidad social, etc. La exhortación apostólica “La Iglesia en América” habla de estos pecados que “claman al cielo”. “Entre estos pecados se deben recordar, el comercio de drogas, el lavado de las ganancias ilícitas, la corrupción en cualquier ambiente, el terror de la violencia, el armamentismo, la discriminación social, las desigualdades entre grupos sociales, la irracionable destrucción de la naturaleza” (E inA 56). 2.5.2 Las situaciones de pecado en A.L según Aparecida “Las condiciones de vida de muchos abandonados, excluidos e ignorados en su miseria y su dolor, contradicen este proyecto del Padre” (DA 358). Dentro de esta muchedumbre de excluidos, los obispos quisieron fijarse en el rostro de aquellos que más les duelen hoy. Describieron estos “rostros sufrientes en el apartado 8.6.: personas que viven en las calles en las grandes urbes, inmigrantes, enfermos, adictos dependientes, detenidos en cárceles. “Dentro de esta preocupación por la dignidad humana, se sitúa nuestra angustia por los millones de latinoamericanos/as que no pueden llevar una vida que responda a su dignidad” (DA 391). “El Reino de la vida que Cristo vino a traer es incompatible con estas situaciones inhumanas” (DA 358). 2.5.3 Redención y liberación personal y social “El rico magisterio social de la Iglesia nos indica que no podemos concebir una oferta de vida en Cristo sin un dinamismo de liberación integral, de humanización, de reconciliación y de inserción social” (DA 359). Y esto porque “Dios en Cristo redime no solamente la persona individual sino también las relaciones sociales entre los seres humanos” (DA 359). La vida en Cristo, en cuanto es vida dada a pecadores, implica la liberación del pecado y la liberación de las situaciones fruto del pecado personal en las relaciones sociales. Esta “liberación integral” lleva consigo la transformación de la persona y el cambio de las situaciones sociales de injusticia, egoísmo, violencia, etc. 3. Comunicar esta vida nueva en Cristo El discípulo misionero no sólo vive él esta “vida en Cristo” tal como la he descrito, sino que comunica también esta vida a los demás. Comunica por el anuncio y el testimonio la vida teologal, es decir la vida de hijos de Dios en Cristo. Comunica por la palabra y las obras el valor sagrado y la dignidad de toda persona humana. Comunica y construye por el ejercicio de la caridad y de la justicia los valores sociales del evangelio. Comunica y se compromete en la creación de estructuras justas para una sociedad justa. 4. El fin último, “para que tengan vida”, en lenguaje claretiano. 4.1 San Antonio María Claret San Antonio María Claret nos narra en su autobiografía el fin último que buscaba y le motivaba por dentro. EL Capitulo XI lleva por titulo: “El fin que me proponía cuando iba a una población enviado por el prelado”. Claret lo resume así: “Cuando iba a una población nunca me proponía ningún fin terreno, sino la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas” (Autobiografía, 199). Esta fórmula la desarrolla a lo largo del Capitulo. El siguiente esquema nos da una visión unitaria y completa. La Gloria de Dios Dios sea conocido, amado y servido (202) Impedir los pecados que se comenten contra Dios (203) Fin que me proponía (199) La salvación de las almas Que los hombres no se condenen (205) Hacer felices a mis prójimos (213) 4.2 Constituciones de los misioneros claretianos San Antonio María Claret ha transmitido a sus hijos una vocación misionera impulsada por los mismos fines que Él se proponía. Las Constituciones han incorporado como último número de la Constitución Fundamental la llamada “definición del misionero”, escrita por el Padre Claret. Según esta definición, un hijo del Inmaculado Corazón de María “no piensa sino cómo seguirá e imitara a Cristo en orar, en trabajar, en sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de los hombres” (CC 9). El fin de la Congregación no puede ser distinto del que se proponía el “misionero apostólico” Antonia María Claret. Y así nos dicen: “el objeto de la Congregación es buscar en todo la gloria de Dios, la santificación de sus miembros y la salvación de los hombres de todo el mundo, según nuestro carisma misionero en la Iglesia” (CC 2). La caridad apostólica es la virtud más necesaria al misionero. Antonio María Claret la llama “celo”, que es “un ardor y vehemencia de amor” que urge a la misión. “Movidos por el celo apostólico y por el gozo del Espíritu, esforcémonos también nosotros… por conseguir que Dios sea conocido, amado y servido por todos. Amemos a todos los hombres, deseándoles y procurándoles la bienaventuranza del Reino” (CC 40). 4.3 Gloria de Dios y salvación de los hombres Gloria de Dios significa Dios mismo en cuanto se manifiesta, en cuanto hace visible su poder, belleza, santidad, especialmente en sus acciones salvadores. Esta gloria de Dios se ha manifestado de manera plena en Jesucristo, muerto y resucitado. En consecuencia, “dar gloria a Dios” o “buscar la gloria de Dios” para un misionero claretiano consiste: En el reconocimiento personal por la fe adorante de la gloria de Dios en Jesucristo. En ser, por el estilo de vida santa, transparencia de la gloria de Dios, imagen viva de Jesucristo. En trabajar por el “ministerio de la palabra” para que la gloria de Dios manifestada en Jesucristo sea conocida, aceptada y amada. Ahora bien, todo esto es a nosotros a quien aprovecha, a quien beneficia. Todo esto es para nuestro bien. Más aún, en esto consiste nuestra salvación. Comentando San Agustín el “Padre Nuestro” escribe: “cuando decimos: “santificado sea tu nombre”, estamos estimulándonos a nosotros mismos a desear que el nombre de Dios, siempre santo, lo consideren como tal los hombres, es decir, no lo desprecien. Y esto es a los hombres a quien aprovecha, no a Dios”. (Puede verse en el oficio de lectura, martes de la XXXIX semana). La revelación de Dios es la historia de sus palabras y acciones a favor del hombre; es una “historia de salvación”. Dios ha querido revelarse a si mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad (Cfr. Ef.1,9) para invitar a los hombres, como amigos, a la comunión consigo, para salvarlos (Cfr. Dei Verbum, n.2). Gloria de Dios y salvación del hombre son dos conceptos que mutuamente se implican. La gloria de Dios es el reconocimiento y adhesión a Jesucristo y “esta es la vida eterna” (salvación), que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo” (Jn. 17,3). Dios ha enviado a su Hijo al mundo (ha manifestado su gloria) para que el mundo se salve por Él. El que cree no está condenado sino que tiene vida eterna (Cfr. Jn. 3,1618). “La gloria de Dios es que el hombre viva” (San Ireneo). “La gloria de Dios es que el pobre viva” (Monseñor Romero). Conclusión ¿En qué medida vivimos apasionadamente estos fines: que las personas tengan vida digna y plena (que todos los hombres se salven) y que Dios sea conocido, amado y servido? ¿Son “grandes declaraciones” pero ineficaces motivaciones? ¿Qué buscamos, de hecho, en concreto en nuestras actividades cotidianas? ¿Qué nos mueve, qué nos motiva? En Claret, todo esto era verdadera “pasión”, “ardor”, “urgencia amorosa”. ¡Qué palabras tan apasionadas, cordiales, ardorosas las que dirige a Dios y a los prójimos en este Capítulo del “fin que me proponía” y en el Capítulo XXX de “la virtud del amor a Dios y al prójimo”. Son mucho más que literatura romántica! Que el Padre Fundador nos conceda ser misioneros urgidos por un ardiente amor a Dios y al prójimo, especialmente al prójimo pobre. Ejercicios para el tiempo personal “Para que tengan vida” Primer tiempo: lectura espiritual de Aparecida nn. 353-359. Resumen para favorecer la lectura. 7.1.1 JESÚS AL SERVICIO DE LA VIDA 353-354 En su comportamiento comunica vida: Se acerca al ciego. Cura al enfermo. Alimenta al hambriento. Dignifica a la samaritana. En su Reino hay sitio para todos: Come y bebe con pecadores. Toca al leproso. Es ungido por una prostituta Invita a: La reconciliación, al amor a los enemigos, a la opción por los pobres Hoy Jesucristo ofrece vida: en su Palabra, en la Eucaristía, en los Pobres que son su cuerpo 7.1.2 VARIADAS DIMENSIONES DE LA VIDA EN CRISTO 355-357 Jesucristo: eleva la condición humana a su condición divina. He venido para que tengan vida. Vida nueva en Jesucristo o Jesucristo desarrolla la vida humana en todas sus dimensiones. o Proceso de cambio de toda la vida como signo de que Cristo humaniza. o La vida en Cristo asume los valores humanos: alegría, trabajo, proyectos, naturaleza, etc. o La vida en Cristo abraza la cruz y le da plenamente sentido. 7.1.3 AL SERVICIO DE UNA VIDA PLENA PARA TODOS 358-359 Las condiciones de vida de los abandonado, oprimidos y excluidos: o Contradicen el proyecto del Padre, o Interpelan a los creyentes a un mayor compromiso a favor de la vida. Hemos pasado de la muerte a la vida si amamos a los hermanos. Dios en Cristo redime a la persona individual y las relaciones sociales. Vida en Cristo implica un dinamismo de liberación integral, de humanización. Sugerencias El esquema anterior es sólo una ayuda para captar las ideas principales. Puedes tenerlo al lado, mientras lees los números. Haz tus anotaciones en el libro o en hoja aparte. Siguiendo las orientaciones dadas para la lectura espiritual, aplícate los mensajes que más te llegan. Segundo tiempo: lectura orante de la Palabra Jn. 10,7-18: Jesús, el Buen Pastor, que da su vida y da vida. Mt. Cap. 8: Curaciones: el Reino de Dios en acción. ¡Atención!, puedes hacer una revisión de vida desde la clave de las “motivaciones”: ¿Qué me mueve, qué busco? No se trata de remover la conciencia para enturbiarla sino de analizar con serenidad y paz, sin obsesión, en qué medida me muevo por motivos evangélicos o qué otras intenciones se pueden camuflar. ¿En qué medida los motivos y fines evangélicos han calado en mi corazón, en mi amor? ¿Qué fuerza operativa tienen? ¿En qué medida me influyen otras motivaciones? Como: o El quedar bien, la imagen ante los demás (el honor). o La comodidad, hedonismo, pereza (placer). o Autosuficiencia, dominio de los demás, (poder). Mi conducta, reacciones, valoración de las cosas y personas ¿depende excesivamente de mis estados de ánimo? Buscar que las personas tengan Vida es lo opuesto a buscarme a mi mismo, mi gloria, mi “salvación” egoístamente. ¿Qué signos descubro en mí de egocentrismo y cuáles de oblatividad, solicitud y preocupación por los intereses del Reino de Dios, por los demás? Termina orando.