A 400 años de la muerte del genio italiano, fundador de la escuela tenebrista del barroco italiano, todavía su vida y obra despiertan CRISTIAN LEON G. Arquitecto y Licenciado en Estética PUC, Magíster y Doctor (c) en Historia del Arte y Gestión Cultural U. Pablo de Olavide, Sevilla. Profesor del Area de Teoría e Historia de la Arquitectura de la UDP. Profesor de la Red Cultural. Caravaggio El naturalismo tenebrista de un hombre atormentado arte Michelangelo Merisi de Caravaggio nace en Milán en 1571, el mismo tiva a la amenaza turca que se cernía desde más de un siglo sobre el occidente cristiano, en la famosa batalla marítima de Lepanto, batalla en que otro grande, don Miguel de Cervantes y Saavedra perdía una de sus manos. Por otro lado, el Papa Pío V instituía la Sagrada Congregación del Índice para poner al día la lista de los libros prohibidos ya que habían proliferado los textos heréticos por la ruptura de la unidad de la Iglesia Occidental. Los intentaba detener a partir de los documentos publicados por el interrumpido y extenso Concilio de Trento (15451563), probablemente el más decisivo en la historia de la cristiandad. Dentro de este contexto complejo y violento aparece un pintor pintor Simone Peterzano, entre los años 1584 y 1588, para trasladarse a la capital cultural y artística de aquel entonces y epicentro del contrarreformismo, la Roma de los Papas. Allí trabajará en el taller de il Cavalier d’Arpino desde 1592. Por ese entonces Galileo enseña matemáticas en la Universidad de Padua. Su excepcional talento lo llevó a recibir encargos públicos de importancia desde 1599. Sus cuadros sobre la conversión de Mateo y Pedro lo encumbraron como el primer pintor barroco e iniciador de los cambios estilísticos y temáticos impulsados por los diversos tratados de pintura elaborados a partir de los presupuestos estéticos del Concilio, como el escrito por el cardenal Johannes Molanus. Junto a su carácter pendenciero, terco y agresivo, que lo disponen a meterse en cualquier embrollo que se suscite y que lo llevarán a tener constantes problemas con la justicia, que incluso lo llevarán, en el fragor de una disputa en un juego algo así como una especie de rugby de la época, con un balón hecho a base de vísceras de cerdo, a matar accidentalmente a un jugador del equipo contrario; convivirá un pintor apasionado, sensible y de un virtuosismo inigualado que asumirá todos los presupuestos pastorales de la nueva pintura religiosa que se comienza a elaborar en Roma, para luego expandirse por todo el orbe católico. Las pinturas de la vida de Jesús, la Virgen María, los discípulos y los santos en telas de grandes formatos pueblan mayoritariamente su descomunal obra; pues lo que la Reforma Protestante había querido eliminar, es decir, toda representación icónica del Salvador y de sus discípulos y santos, por una concepción purista, iconoclasta y racionalista, la Contrarreforma se preocupaba de subrayar y enaltecer. Así la pintura del martirio de los apóstoles y primeros cristianos emulaba, actualizaba y exaltaba el neomarti- Caravaggio entendió que la escena cargada de dramatismo, como podía ser una conversión o un martirio, sensibilizaría a las almas más sencillas, comunicando verdades de fe de modo muy claro y potente, apelando a las emociones y sentimientos que todo el mundo pudiera vivenciar y comprender. 92 Red Cultural arte rio de los sacerdotes y predicadores católicos en tierras protestantes y las representaciones de Nuestra Señora como madre y reina del cielo y de los hombres se multiplicaban en las iglesias. La Iglesia Católica había sido la primera en ser consciente del alto poder que tenían las imágenes para la difusión de las propias ideas, y con ello pudo recuperar una gran cantidad de territorios casi perdidos por la oleada cismática que recorría Europa por aquel entonces. Caravaggio entendió que la escena cargada de dramatismo, como podía ser una conversión o un martirio, sensibilizaría a las almas más sencillas, comunicando verdades de fe de modo muy claro y potente, apelando a las emociones y sentimientos que todo el mundo pudiera vivenciar y comprender. Para ello resolvió eliminar progresivamente la profundidad del espacio arquitectónico de la perspectiva renacentista para diluir la escena en unos pocos personajes inmersos en un fuerte contraste de luz y sombra que reforzaban el intimismo dramático de la acción representada, otorgando claridad y asequibilidad a quien la contemplaba, operando una conversión en el corazón del fiel, al sentirse interpretado. Para esto se sirvió de modelos extraídos de las clases populares, de rostros y de gentes comunes y sencillas, que daban realismo extremo a sus personajes y lograban la identificación y comunión con los ideales contrarreformistas. Este realismo enorme llegó al extremo de recurrir al cadáver de una prostituta, ahogada en el río Tíber para utilizarle como modelo para su cuadro la muerte de la Virgen María. Tan fuerte fue el impacto de este naturalismo descarnado que le fueron rechazadas ésta y muchas otras de sus obras, cosa que a él nunca le importó demasiado, pues siempre encontraba a algún mecenas o burgués interesado en adquirirlas. Lamentablemente su prestigio como pintor no le salvó de su responsabilidad de responder ante la ley por sus crímenes, por lo que tuvo que esconderse continuamente y moverse por Italia, estando operativo no sólo en Roma, sino que en Nápoles, Sicilia y Malta, donde incluso será nombrado caballero de la orden, hasta que se verá obligado a huir pues se le acusa de ser parte de otra confusa reyerta, con lo que se ve obligado a huir hacia Nápoles. Desde allí intentará solicitar el perdón por parte de la Santa Sede. Sabemos que continúa errante ejecutando cuadros asombrosos como La Resurrección de Lázaro, o en Palermo y Mesina. Vuelve a Nápoles en 1609 donde es herido gravemente. Mientras tanto en el mundo protestante, Rubens era nombrado pintor de la corte de Amberes. Con su suerte minada por una malaria contraída, al fin le llegan los ansiados papeles desde Roma que amnistían y prescriben la condena que yacía por su crimen, y es cuando se prepara para embarcarse a esa ciudad, ya subidas su pinturas y bienes personales, cuando le confunden y le apresan en Porto Ercole, cerca de Grosseto. Cuando logra aclarar el malentendido, el barco que lleva toda su vida ya ha partido, y aunque corre por la playa gritándole al bergantín que sordo e impasible se aleja, su cuerpo debilitado esta vez no lo acompañará a su ansiado retorno a la ciudad eterna, y quedará tendido e inerte sobre las arenas y las olas, confundido con un vago que ha muerto de modo miserable con apenas 39 años. Así se convierte en testigo vivencial del drama de su propia obra, del naturalismo tenebrista de su propia existencia un día de 1610. t Detalle, La vocación de San Mateo. Óleo sobre lienzo, h. 1599-1600. Capilla Contarelli, San Luis de los Franceses, Roma. La conversión de san Pablo, Caravaggio Red Cultural 93