Michael Faraday (1791-1867) Michael Faraday: La historia química de una vela J. César Domínguez Galván G alileo es reconocido entre la comunidad de divulgadores de la ciencia como el pionero de esta disciplina. Durante el Siglo XIX, otro científico revolucionaría la forma de hacer accesible al gran público el conocimiento científico: Michael Faraday, quien fuera hijo de un herrero y empezara su carrera en el campo de la ciencia como ayudante de laboratorio, se convirtió en el divulgador de la ciencia de su época. No sólo mostraba el quehacer científico, sino que además se acercó a un sector que hasta entonces estaba poco o virtualmente nada explorado: los jóvenes y los niños; sus célebres Conferencias de Navidad fueron uno de los más notables esfuerzos en la materia. Fue precisamente en exposiciones como esas en las que surgió la obra que en esta ocasión hemos elegido, la cual viene muy a modo por estarse celebrando este año el Año Internacional de la Química. La historia química de una vela, publicada por primera vez en 1861-¡hace 150 años!- es un texto dividido en 6 partes, cada una correspondiente a una conferencia; en esta columna revisaremos algunas líneas de la primera sección, y estamos seguros que eso habrá de despertar en nuestros lectores el interés por revisar la obra completa. El texto comienza con una bella muestra de humildad: En agradecimiento al honor que nos hacéis al venir a conocer cuáles son nuestras actividades aquí, tengo la intención de presentaros, a lo largo de estas conferencias, la historia química de una vela. Domínguez, J. C. (2012). Michael Faraday: La historia química de una vela [Versión electrónica], Ciencia Compartida, 4, 45-47. Recuperado el (día) de (mes) de (año), de (dirección electrónica). ¿Pero cómo consigue la llama mantenerse en el combustible? Con este comienzo, Faraday muestra no sólo su interés por acercarse al público lego, sino también que concibe a un científico como un ser humano como cualquier otro, como alguien que se dirige a un igual. Después el inglés elige a su público, con seguridad, con respeto: …no pretendo dirigirme a las personas adultas que se encuentran entre nosotros. Reclamo el privilegio de hablar a los jóvenes como si yo fuera uno de ellos. Sencillamente innovador. A continuación exhibimos algunos extractos que tocan una diversidad notable de temas, los cuales permiten apreciar la amplitud de contenidos de aquellas históricas conferencias: Todavía no he hablado sobre las velas de lujo (si tal cosa como el lujo se puede dar en las velas). Observad de qué forma tan hermosa están coloreadas éstas...Todo esto, aunque resulta muy bonito y agradable, no es muy útil que digamos. Estas velas acanaladas tan bonitas son velas malas, y ello es debido a su forma exterior. En la vela tenemos un material sólido que no está contenido en ningún recipiente, ¿cómo es entonces que ese material sólido puede ascender hasta el lugar donde está la llama? ¿Cómo es que este material sólido llega hasta ahí si no es un fluido? Y, cuando pasa a ser un fluido, ¿cómo es que se mantiene unido? Esto es una cosa maravillosa de una vela. ¿Pero cómo consigue la llama mantenerse en el combustible? Existe un aspecto interesante relativo a ello: la atracción capilar. Ahora voy a daros uno o dos ejemplos de la atracción capilar…si vuestras manos no están sucias (como lo están casi siempre debido a la forma de vida), si ponéis vuestro dedo en un recipiente pequeño lleno de agua templada, el agua subirá un poco por el dedo, aunque puede que no os detengáis a examinarlo. …colocando una vela entre… [una lámpara]…y una pantalla, obtenemos la sombra de la llama. Observad la sombra de la vela y de la mecha; después hay una parte más obscura…y luego una parte que es más clara. Sin embargo, es bastante curioso que lo que en la sombra es la zona más oscura de la llama es en realidad la parte más brillante… Y así sigue el resto de la conferencia y las cinco restantes. Quien se anime a leer La historia química de una vela se podrá dar cuenta de que los ejemplos que tomó Faraday para ilustrar los conceptos –además del de la propia vela- están pensados para que cualquier persona de aquella época –y de la actual- pudiera reproducirlos: lámparas, toallas, columnas de sal; todo es fácil de conseguir. Y a veces la divulgación de la ciencia más impactante se hace precisamente de esa forma: utilizando recursos sencillos, pero bien usados. Hasta la próxima entrega. Referencia • Faraday, M. (2004). La historia química de una vela (G. Rojas & J. Fernández, Trads.) España: Nivola. (Trabajo original publicado en 1861). Estimado lector: si deseas leer La historia química de una vela puedes encontrar el libro en la Biblioteca Central, con la clasificación QD39 F3618. Si eres trabajador de la UNAM tu credencial de empleado sirve como identificación para préstamo a domicilio. ¡Que lo disfrutes!