La regulación legal del trabajador autónomo dependiente

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RELACIONES LABORALES
La regulación legal del trabajador autónomo dependiente
JOSÉ LUIS GIL Y GIL, Profesor Titular de Derecho del Trabajo de la Universidad
de Alcalá y miembro del Consejo Asesor de Sagardoy Abogados
La Ley 20/2007, de 11 de julio, del estatuto del trabajo autónomo, ha regulado la figura del trabajador autónomo
dependiente. Hasta ahora, los trabajadores autónomos se delimitaban
por contraposición a los trabajadores
dependientes, y se hallaban excluidos,
en principio, del campo de aplicación
de la legislación laboral. Tal y como
declara la disposición final primera del
Estatuto de los Trabajadores, el trabajo
por cuenta propia no está sometido a
la legislación laboral, excepto en aquellos aspectos que por precepto legal
se disponga expresamente. Tras la
entrada en vigor de la nueva ley, los
trabajadores autónomos que dependan económicamente de una empresa
gozarán de una mayor protección. De
este modo, la ley crea una categoría intermedia entre el trabajador autónomo
y el trabajador dependiente, similar a
la arbeitnehmeränhliche Person del derecho alemán, que surgió en la época
de la República de Weimar y que sirve
hoy para otorgar algunos derechos laborales a ciertos profesionales, como
los trabajadores a domicilio, los representantes de comercio independientes
o los músicos, escritores, periodistas y
trabajadores de la radio y televisión.
CONCEPTO DE TRABAJADOR
AUTÓNOMO DEPENDIENTE
Con carácter general, la ley 20/2007,
de 11 de julio, se aplica a las personas
físicas que realicen de forma habitual,
personal, directa, por cuenta propia y
fuera del ámbito de dirección y organización de otra persona, una actividad
económica o profesional a título lucrativo, den o no ocupación a trabajadores
por cuenta ajena. Siempre que cumplan estos requisitos, los trabajadores
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autónomos económicamente dependientes se consideran expresamente
comprendidos en el ámbito de aplicación de la ley. La ley regula la figura en
el capítulo III del título II. Además de
los requisitos generales, los trabajadores autónomos dependientes deben
reunir otros específicos. En concreto,
deben realizar una actividad económica o profesional a título lucrativo y
de forma habitual, personal, directa
y predominantemente para una persona física o jurídica, denominada
cliente, del que dependen económicamente por percibir de él, al menos,
el 75 por ciento de sus ingresos por
rendimientos de trabajo y de actividades económicas o profesionales.
Para el desempeño de la actividad
económica o profesional como trabajador autónomo dependiente, éste
deberá reunir simultáneamente las
siguientes condiciones: no tener a su
cargo trabajadores por cuenta ajena,
ni contratar o subcontratar parte o toda la actividad con terceros, tanto respecto de la actividad contratada con
el cliente del que depende económicamente como de las actividades que
pudiera contratar con otros clientes;
no ejecutar su actividad de manera
indiferenciada con los trabajadores
que presten servicios bajo cualquier
modalidad de contratación laboral
por cuenta del cliente; disponer de
infraestructura productiva y material
propios, necesarios para el ejercicio de
la actividad e independientes de los
de su cliente, cuando en dicha actividad sean relevantes económicamente;
desarrollar su actividad con criterios
organizativos propios, sin perjuicio de
las indicaciones técnicas que pudiese recibir de su cliente y, por último,
percibir una contraprestación econó-
mica en función del resultado de su
actividad, de acuerdo con lo pactado
con el cliente y asumiendo el riesgo y
ventura de aquélla. La condición de
trabajador autónomo dependiente
sólo puede ostentarse respecto de
un único cliente. Así, la ley establece unas condiciones para deslindar
el trabajador autónomo dependiente
del trabajador autónomo encubierto.
Desde un punto de vista jurídico, el
último es un trabajador dependiente:
en caso de controversia, el juez está
habilitado para calificar la relación jurídica, sin atender al nomen iuris que
le hayan dado las partes. En fin, la ley
aclara también que los titulares de establecimientos o locales comerciales e
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industriales y de oficinas y despachos
abiertos al público y los profesionales
que ejerzan su profesión conjuntamente con otros en régimen societario o bajo cualquier otra forma jurídica
admitida en derecho no tendrán, en
ningún caso, la consideración de trabajadores autónomos dependientes.
La ley prevé la adaptación progresiva
de los contratos en vigor, para acomodarlos al nuevo régimen jurídico.
En este sentido, los contratos suscritos con anterioridad a la entrada
en vigor de la ley entre el trabajador
autónomo dependiente y el cliente,
deberán adaptarse a las previsiones
contenidas en la misma dentro del
plazo de seis meses desde la entrada
en vigor de las disposiciones reglamentarias de desarrollo, salvo que en
dicho periodo alguna de las partes
opte por rescindir el contrato.
El trabajador autónomo en el que
concurre la circunstancia de ser económicamente dependiente, deberá
comunicarlo al cliente respecto al
que adquiera esta condición, en el
plazo de tres meses desde la entrada en vigor de las citadas disposiciones reglamentarias. A su vez, la ley
contiene un régimen de adaptación
específico para los profesionales del
transporte y los agentes de seguros.
Los contratos deberán adaptarse en
un plazo de dieciocho meses desde la
entrada en vigor de las disposiciones
reglamentarias de desarrollo, salvo
que en dicho periodo alguna de las
partes opte por rescindir el contrato.
La comunicación del trabajador autónomo dependiente al cliente deberá
llevarse a cabo en el plazo de un año
desde la entrada en vigor de la ley.
España se sitúa a la vanguardia de los países europeos
en la protección de quienes se hallan a medio camino
entre el trabajo autónomo y el subordinado
dependiente respecto del cliente que
lo contrate, así como las variaciones
que se produzcan al respecto a lo
largo de la vida del contrato. En el
supuesto de un trabajador autónomo
que contrate con varios clientes su actividad profesional o la prestación de
sus servicios, cuando se produzca una
circunstancia sobrevenida que haga
susceptible al trabajador de ser calificado como autónomo dependiente,
debe respetarse íntegramente el contrato firmado hasta la extinción del
mismo, salvo que las partes acuerden
modificarlo para actualizarlo a las condiciones de un trabajador autónomo
dependiente. En fin, cuando en el
contrato no se haya fijado una duración o un servicio determinado, se
presumirá que el mismo se ha pactado
por tiempo indefinido.
RÉGIMEN PROFESIONAL
Por lo que se refiere a las condiciones
de trabajo, la ley regula algunos aspectos de especial relevancia, como
los relativos a los acuerdos de interés
profesional, la jornada de la actividad
profesional, la extinción contractual
y las interrupciones justificadas de la
actividad profesional. Así, por ejemplo, la ley contempla los acuerdos de
interés profesional como una fuente
del régimen profesional de los trabajadores autónomos dependientes, y
los hace prevalecer sobre las cláusulas de los contratos individuales que
contravengan lo dispuesto en estos
instrumentos colectivos, firmados por
un sindicato o asociación a los que
pertenezca el autónomo dependiente
y haya prestado su consentimiento.
El contrato entre el trabajador autónomo dependiente y el cliente debe
formalizarse por escrito y registrarse
en la oficina pública que se determine.
El registro y las características de estos
contratos deben desarrollarse reglamentariamente. En el contrato, el trabajador debe hacer constar, de forma
expresa, su condición de autónomo
Tales acuerdos, que deben concertarse por escrito, pueden establecer
las condiciones de modo, tiempo y
lugar de ejecución de la actividad, así
como otras condiciones generales de
la contratación, con observancia de
las disposiciones legales de derecho
necesario y de los límites y condiciones establecidas en la legislación
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de defensa de la competencia. Los
acuerdos de interés profesional se
pactan al amparo de las condiciones
del Código civil. La eficacia personal
de los mismos se limita a las partes
firmantes y, en su caso, a los afiliados
a las asociaciones de autónomos y
sindicatos firmantes que hayan prestado expresamente su consentimiento para ello. Otras previsiones legales
dignas de mención son: el derecho
a una interrupción de la actividad
anual de dieciocho días hábiles, o a
una indemnización por los daños y
perjuicios causados, en los supuestos
de extinción por voluntad del cliente
sin causa justificada.
Asimismo, la ley se ocupa de la competencia jurisdiccional y de los procedimientos no jurisdiccionales de
solución de conflictos. Los órganos
jurisdiccionales del orden social serán competentes para conocer de las
prestaciones derivadas del contrato
celebrado entre un trabajador autónomo dependiente y su cliente, así como de todas las cuestiones derivadas
de la aplicación e interpretación de los
acuerdos de interés profesional, sin
perjuicio de lo dispuesto en la legislación de defensa de la competencia.
En la solución de los conflictos de los
trabajadores autónomos dependientes, adquieren también importancia
los procedimientos no jurisdiccionales.
Así, como requisito previo para la tramitación de las acciones judiciales en
relación con el régimen profesional de
los trabajadores autónomos dependientes, la ley establece el intento de
conciliación o mediación ante el órgano administrativo que asuma estas
funciones. Las partes podrán someterse al arbitraje voluntario.
Con la nueva ley, España se sitúa a la
vanguardia de los países europeos en
la protección de quienes se hallan a
medio camino entre el trabajo autónomo y el trabajo subordinado. \
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