espectáculos / cultura 69 MIÉRCOLES 26 DE FEBRERO DEL 2014 ESTRENO DE UN CLÁSICO DEL MISTERIO POETA DE LA ‘CANÇÓ’ 3Víctor Conde dirige ‘La ratonera’, intriga detectivesca de Agatha Christie Duelo en la poesía por la muerte de Joan Vergés Un asesino en el Apolo K DE COMUNICACIÓN / JAVIER NAVAL IMMA FERNÁNDEZ BARCELONA O cho personajes y un fiambre encerrados en una mansión victoriana. ¿Quién es el asesino? ¿Habrá más víctimas? La intriga lleva ¡62 años! atrapando al público de Londres. Todo un récord en la escena mundial: más de 25.000 funciones ininterrumpidas. Es La ratonera (The mousetrap), clásico de Agatha Christie que llega el miércoles al Teatre Apolo en una adaptación de Víctor Conde, que ya estrenó la obra en el 2010 en Madrid con otro reparto. En la nueva producción son Santi Ibáñez, Mariona Ribas, Ferran Carvajal, Aleix Rengel, Xavier Beltran, Isabel Rocatti, Anna Gras-Carreño y Joan Amargós los que se meten en el pellejo de unos personajes con muchas sombras y un crimen por resolver. «Como todos los personajes de la autora, estos también esconden pasados oscuros. Enfrentados a un hecho dramático, sacan su verdadera personalidad, lo mejor y lo peor de ellos», explica el director barcelonés. Cualquiera puede ser el asesino, y ahí es donde entra en juego el espectador, detective por un día. La platea sigue las pistas y se monta su película. «Al espectador le resulta muy divertido seguir todos los hilos y especular. Se engaña a sí mismo, le da la vuelta a las cosas», asegura el director, que ha buscado ser fiel al mundo clásico y romántico de la gran dama del crimen pero dándole una forma contemporánea. La música y los efectos juegan un papel dramático destacado en un montaje que ha optado por el castellano para 33 Aleix Rengel, Mariona Ribas y Ferran Carvajal, en una foto promocional. llegar a un público más amplio. Conde –que fue director residente en España del musical Los miserables– destaca que Christie tenía la virtud de «disfrazar de entretenimiento cosas muy serias». Al misterio se suman la ironía, el cinismo y ese humor británico que dispara la sonrisa aun en situaciones trágicas. Hay soterrado un tono de comedia que se acentúa con el perfil cómico de algunos de los personajes. JUEGO DE SOSPECHAS / Estrenada en el West End en 1952, la obra está ambientada en los años 40. La acción transcurre en la casa de huéspedes Monkswell Manor, propiedad del joven matrimonio Ralston (Rengel y Ribas), que queda aislada por la nieve con cinco inquilinos dentro. El novato sargento Trotter llega informando de que una asesino anda muy cerca, y se disparan la tensión y las sospechas. El mismo guion de criaturas atrapadas en un espacio junto a algún cadáver se repite en otras muchas ficciones de Christie, la mayoría trasladadas al cine. Sucedía en los corredores del Orient Express y a orillas del Nilo, por ejemplo. Pero hay en La ratonera, informa Conde, un hecho insólito que le permite que públicos de todo el mundo disfruten con el juego detectivesco. La autora firmó una cláusula según la cual no se podía llevar a la pantalla mientras se representara en los teatros. Ya lleva seis décadas en cartel y los espectadores, en su mayoría, cumplen con otra crucial cláusula no escrita. No desvelar el misterio. Así debe ser también en Barcelona. H EL PERIÓDICO BARCELONA El acto en el Palau Robert que la Institució de les Lletres Catalanes (ILC) había concebido como un luminoso homenaje a Joan Vergés, el poeta de la nova cançó, al que han musicado artistas como Toti Soler, Maria del Mar Bonet, Ovidi Montllor y Joan Manuel Serrat, se convirtió tristemente, el pasado lunes, en un inesperado adiós, protagonizado por sus versos, al escritor catalán, fallecido esa misma mañana a los 84 años; una despedida que se repitió ayer, ya en el velatorio y la posterior misa, en la barcelonesa basílica del Pi. De 1958 es Soledat de paisatges, el primer poemario de Vergés (Barcelona, 1928), que llegó a ejercer la Medicina y recibió premios como el Joan Salvat-Papasseit (1965) con El gos (donde mostró un registro más irónico y sarcástico), el Carles Riba (1968) con La vida nova y el Ribas i Carreras dels Recull de Blanes (1986) con el más lírico Com un bosc silenciós. Un poeta «de la vida», como le definió ayer el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, que vivió momentos de silencio poético durante las décadas de los 70 y los 80, pero cuya voz se mantuvo presente en el imaginario catalán a través de numerosos cantautores, incluso los de generaciones más jóvenes, como Quimi Portet y Marc Parrot. La ILC le despidió con estos, sus, versos: La Poesia és a la vora / Ara no sé si riu o plora. H ROS RIBAS Exquisitez en el Espai Lliure CRÓNICA ‘L’encarregat’, de Xicu Masó, brilla con un soberbio elenco JOSÉ CARLOS SORRIBES BARCELONA Las obras de Harold Pinter son como la lluvia fina. Primero parece que no te mojas y, al final, siempre acabas calado hasta los huesos de un teatro que nunca provoca indiferencia. Buena muestra es la excelente versión de L’encarregat que ha estrenado Xicu Masó en el Espai Lliure. Fue el primer éxito comercial del Nobel británico, hace más de cinco décadas, y como dice Masó, con toda la razón, no puede ser más actual su ácida reflexión sobre la mezquindad a la que puede conducir la miseria, económica y moral. Pinter es un dramaturgo, digamos, juguetón. Nadie se escapa al reto que plantea en todas sus obras: ni el director que las debe poner en escena, ni los actores que las han de interpretar ni el público a quien van dirigidas. Y eso que L’encarregat es de las que discurren sin grandes trampas en el camino. Es, en apariencia, una historia sencilla. Un tipo del que poco sabemos acoge en el bajo de su inmueble, repleto de trastos viejos, a un indigente al que conoció la noche anterior tras una pelea en un bar. Parecen congeniar y el mendigo, incluso, recibe la propuesta de quedarse como el encargado, el portero, de la casa. Un día después se presenta el hermano del anfitrión. La relación entre los tres discurrirá por caminos inesperados en un crescendo marcado por una tensión inquietante, propia del mejor thriller. Masó es un gran conocedor del teatro de Pinter y cuida hasta el mínimo detalle el trabajo de sus tres intérpretes. Pocos dramaturgos como este piden, exigen, ser representados por actores de primera. Albert Pérez (el indigente), Carles Martínez (el individuo que le acoge) y Marc Rodríguez (el hermano propietario del inmueble) responden al reto de forma extraordinaria con un trabajo medido, puntilloso, en el que cuentan cada gesto y cada palabra. Martínez, por ejemplo, despacha un monólogo impresionante cuando recuerda cómo fue sometido a electrochoque, una terapia que le ha convertido en una persona desvalida, poco comuCONMOVEDOR MONÓLOGO / 33 Marc Rodríguez y Albert Pérez, en el suelo, en la obra de Harold Pinter. nicativa y con obsesiones que no pueden ser más absurdas. Vive así bajo el manto protector de su hermano. El actor de Terrassa emociona desde la máxima contención con una gestualidad y una modulación en su tono de voz asombrosas. Los tres actores contribuyen a que L’encarregat avance con paso decidi- do en una tragicomedia de un humor tan negro que congela la sonrisa y en la que el autor juega siempre con el espectador. El desenlace de la historia así lo revela porque quien parecía la víctima se acaba convirtiendo en el malo de la película. Ni en eso resulta complaciente el genial dramaturgo británico. H