LAS NEUMONÍAS DEL GANADO EN CORRAL DE ENGORDA Y ESTRATEGIAS PARA SU CONTROL Rafael Ramírez Romero* Cecilia Ramírez Hernández** Introducción Las neumonías constituyen el problema más importante en las explotaciones de ganado bovino engordado en corral (Taylor et al., 2010). En los Estados Unidos se ha estimado en 750, 000,000 (setecientos cincuenta millones de dólares) las pérdidas anuales que ocasionan los problemas respiratorios en el corral (Schneider et al., 2009). En México no hay un estimado al respecto pero pudiera decirse que las pérdidas son también cuantiosas. La complejidad en las interacciones entre los diversos agentes infecciosos (sinergismo virus-bacterias) y las inevitables condiciones que contribuyen a su diseminación cuando los animales se encuentran disminuidos en sus mecanismos de defensa (acopio, transporte y hacinamiento de animales de diversos orígenes, muchos de ellos recién destetados), hacen necesario que este grupo de enfermedades respiratorias en el ganado sea considerado un SÍNDROME o un COMPLEJO RESPIRATORIO (Griffin, 2010). Aunque el término Complejo Respiratorio Bovino (CRB) es inespecífico en lo que se refiere a las etiologías, también es bastante útil para referirse a un cuadro respiratorio neumónico que evoluciona como una lesión pulmonar caracterizada por una bronconeumonía exudativa (supurativa, fibrinosa o fibrinosupurativa), resultado de la colonización del tracto respiratorio inferior (bronquiolos y alveolos) por bacterias oportunistas. Estas bacterias se encuentran colonizando tracto respiratorio superior en el propio animal, pero ante condiciones de estrés e infecciones respiratorias virales, aprovechan la incapacidad circunstancial del tracto respiratorio para depurarlas y entonces colonizan tracto respiratorio inferior, provocando un severo daño pulmonar, muchas veces tan severo que ocasiona la muerte del animal (RamírezRomero, y Brogden, 1995) (ver patogénesis). El objetivo de esta presentación será revisar la clasificación de las neumonías en bovinos enfatizando sobre aquellas características del CRB y sus secuelas hasta el rastro y posteriormente discutir los mecanismos que acontecen en su desarrollo (patogenia), para finalmente sugerir algunas estrategias para su control. ________________________________________ *Profesor e Investigador y ** Estudiante de Posgrado. Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Autónoma de Nuevo León. Proyecto apoyado por Fundación Produce, N.L., 2013. Clasificación de Neumonías La lesión más representativa del CRB es la neumonía. Aunque hay diferentes tipos de neumonías las lesiones neumónicas en los casos de CRB tienen ciertas peculiaridades que permiten su reconocimiento pleno. Las neumonías pueden ser clasificadas empleando diferentes criterios; sin embargo, aquí se presentará una clasificación fundamentada en la distribución y el tipo de lesiones, tomando en cuenta siempre la anatomía pulmonar; esta clasificación se denomina anatomopatológica. Los criterios para asignar determinada nomenclatura a las neumonías de los bovinos son: distribución y extensión de la lesión, textura de las zonas afectadas y tipo de exudación (López, 2012). La distribución es muy importante y proporcionará de inmediato una idea de la ruta de infección. Por ejemplo, la distribución craneoventral de las lesiones se refiere a los lóbulos apicales (craneales) afectados en las áreas inferiores (ventrales). Este patrón de distribución ocurre cuando las infecciones llegan al pulmón por vía aerógena; en los casos más severos las lesiones se extienden hacia los lóbulos medio y accesorio en el pulmón derecho. Es importante señalar que en estos casos el pulmón derecho siempre se encuentra más afectado que el izquierdo porque el lóbulo craneal recibe un bronquio que parte directamente de la tráquea antes de la bifurcación traqueal. La distribución difusa afecta en su totalidad al pulmón, es decir afecta todos sus lóbulos, incluyendo los caudales (diafragmáticos) y por lo general indica que la exposición al agente patógeno ocurrió por vía sanguínea (hematógena). La distribución multifocal se refiere a las lesiones que se presentan indistintamente en cualquier parte del pulmón, si bien estas lesiones son circunscritas y no afectan la totalidad del pulmón como en el caso anterior. Por lo general la distribución multifocal ocurre cuando el agente patógeno llega a los pulmones por vía sanguínea generando embolias. La extensión de la lesión es también importante porque en muchos casos pueden reconocerse lesiones neumónicas discretas, que abarcan solamente el 10 o 15% del total de ambos pulmones y no deben ser consideradas siquiera como lesiones que causen signos clínicos en el animal, sino como hallazgos incidentales. Para que a una lesión neumónica se le pueda atribuir gravedad suficiente como para causar signos clínicos (fiebre, lasitud) en el animal afectado, se requiere de por lo menos un 30% del área pulmonar afectada y de un 50% o más para considerarla como causa de muerte. No obstante, en muchos casos las lesiones pulmonares son microscópicas y no puede establecerse la extensión de la lesión de manera precisa a simple vista (López, 2012; Ramírez Romero y Brogden, 1995). La textura de las zonas afectadas puede ser firme, elástica o nodular. En muchos casos la textura firme se refiere como zona de consolidación (también conocida como hepatización) porque durante los eventos inflamatorios se acumulan exudados e infiltraciones celulares que confieren mayor firmeza a la zona afectada. Por lo general, las muestras de tejido pulmonar que se colectan de estas zonas de consolidación se hunden cuando se depositan en el frasco con fijador (formalina u otros) para el proceso histológico. Los pulmones con una consistencia más elástica que la normal, tienen una textura semejante a la de materiales de látex; por lo general estos pulmones también se encuentran pesados y distendidos (sin colapso). Esto se debe a que existe una proliferación de parénquima (células epiteliales) y también de estroma (tejido conectivo fibroso y vasos sanguíneos) en el pulmón. La textura nodular se refiere a focos de consistencia firme o dura, bien delimitados, que pueden inclusive sobresalir del contorno normal del pulmón. Por lo general estas lesiones se asocian con padecimientos inflamatorios crónicos (López, 2012; Ramírez Romero y Brogden, 1995). El reconocimiento del tipo de exudado es también muy importante para clasificar las neumonías. Este puede ser, seroso, catarral, purulento o fibrinoso. El exudado seroso corresponde con edema y, aunque no contiene todos los componentes inflamatorios que se presentan cuando la lesión inflamatoria pulmonar es más severa, es por lo general rico en proteína porque la barrera alvéolo-capilar es muy frágil y sensible a cualquier insulto. Los pulmones edematosos son pesados y no colapsan; además, cuando el edema pulmonar es severo, el abundante líquido edematoso forma una densa y persistente espuma que rezuma por la tráquea al contacto con el aire (López, 2012; Ramírez Romero y Brogden, 1995). El exudado catarral se refiere a un exudado compuesto mayormente por moco; en muchos casos este tipo de exudado debe considerarse muco-purulento porque también contiene abundantes neutrófilos. Los exudados catarrales son comunes en las neumonías verminosas (Dictyocaulus viviparus), en tanto que los exudados purulentos son la característica de muchas neumonías bacterianas. Los exudados purulentos por lo general se acumulan en los bronquios, llegando inclusive a distenderlos y obliterarlos (bronquiectasia). En ciertas ocasiones los exudados purulentos se encuentran bien circunscritos por tejido fibroso, tal y como sucede con los abscesos. Este tipo de lesiones se puede presentar como una secuela de bronquiectasia o como verdaderos abscesos en una neumonía embólica. Por otra parte, cuando la lesión es nodular y los nódulos contienen un exudado purulento de aspecto caseoso con áreas de calcificación, se refiere por lo general a lesiones granulomatosas (López, 2012; Ramírez Romero y Brogden, 1995). El exudado fibrinoso se reconoce sobre la superficie pleural (pleuritis) y puede variar desde una discreta acumulación que confiere a la pleura un aspecto opaco, con tenues estrías de fibrina, hasta un abundante exudado fibrinoso que recubre el pulmón y forma coágulos de fibrina en la cavidad torácica. Este tipo de lesión siempre deja secuelas que se presentan como adherencias de tejido fibroso entre las pleuras parietal y visceral, involucrando por lo general también al pericardio. En el siguiente Cuadro se presenta un resumen de las características generales de los diferentes tipos de neumonías en los bovinos (López, 2012; Ramírez Romero y Brogden, 1995). Las neumonías del Complejo Respiratorio Bovino tienen siempre una distribución craneoventral y las áreas afectadas siempre se encuentran consolidadas. La extensión puede variar; en los casos fulminantes las lesiones macroscópicas son extensas (>50%), mientras que en los animales que reciben tratamiento o son destinados a sacrificio por bajo rendimiento, las áreas afectadas representan un 30% o menos. El tipo de exudado también puede variar. Se estima que cuando en la lesión neumónica interviene Mannheimia haemolytica las lesión exudativa es de tipo fibrinoso, en tanto que, con la participación de Pasteurella multocida, la exudación es de tipo purulento (supurativo). En el primer caso la lesión neumónica se describe como bronconeumonía, o quizá más propiamente, pleuroneumonía fibrinosa, mientras que en el segundo se trata de bronconeumonía supurativa (López, 2012; Ramírez Romero y Brogden, 1995). Eventualmente se han descrito cuadros respiratorios por Histophilus somni que se caracterizan por una profusa exudación de fibrina en pleura, asimismo, una pericarditis también exuberante; a pesar de que las zonas de consolidación pulmonar son limitadas y poco definidas. Recientemente se ha referido que la participación de Mycoplasma bovis en las lesiones crónicas produce una lesión bronconeumónica muy característica con zonas de necrosis caseosa localizada en las vías respiratorias (bronquiectasia) (Ramírez-Romero, R et al., 2010; Gagea et al., 2006 a,b). En esta caso se supone que las lesiones son tan insidiosas (crónicas-activas) que inclusive se mantienen hasta el término del proceso de engorda y ocasionan decomisos en rastro. Esto ha sido demostrado en Europa (Radaelli et al., 2008), pero no hay trabajos al respecto en Norteamérica. Clasificación Anatomopatológica de las Neumonías en los Bovinos (López, 2007 con complemento en histopatología de Trigo, 2011). Tipo de Neumonía Vía de Entrada Distribución y Morfología Exudado Bronconeumonía (Pleuroneumonía) Fibrinosa* Aerógena Craneoventral Lobular Serofibrinoso o Fibrinopurulento PI3, IBR, BRSV, Mannheimia (Pasteurella) haemolytica Bronconeumonía Supurativa* Aerógena Craneoventral Lobulillar Purulento o Mucopurulento PI3, IBR, BRSV, Mycoplasma Pasteurella multocida Histophilus somni Otras Neumonía Intersticial Variable, puede ser sanguínea o hematógena Variable, por lo general presentan una gran cantidad de edema BRSV Triptofano 3 Metil-Indol Otras Neumonía Granulomatosa Variable, puede ser aerógena o hematógena Variable, dependiendo de la vía de entrada Pulmones pesados, sin colapso y con áreas de enfisema Focal o Multifocal Nodular (granuloma) Mycobacterium Actinobacillus Coccidioides Otras Forma Especial de Neumonía (Granulomas) Neumonía Embólica Hematógena Exudado caseoso y calcificado, circunscrito en granulomas Exudado purulento circunscrito en abscesos Fusobacterium Staphylococcus Streptococcus Actinomyces Otras Forma Especial de Neumonía (Abscesos) Focal o Multifocal Nodular (absceso) Posibles Lesiones Etiologías Histológicas Neumonía Exudativa Intersticial Neumonía (Pleuroneumonía) Fibrinosa Neumonía Exudativa (Bronconeumonía) Supurativa derivada en muchos casos de Neumonía LinfoProliferativa Neumonía Aguda Proliferativa Epitelializante *Neumonías representativas del Complejo Respiratorio Bovino Secuelas de la Lesión Neumónica y Hallazgos en Rastro Las secuelas de las lesiones pulmonares neumónicas se han considerado responsables de bajos desempeños en corral y detrimento en el rendimiento de las canales (Thompson et al., 2006; Gardner et al., 1999; Wittum et al., 1996). Por lo general las secuelas reconocidas son lesiones de consolidación en parénquima pulmonar, primordialmente en lóbulos craneales y fibrosis y adherencias pleurales (Thompson et al., 2006; Wittum et al., 1996). También se han registrado los cambios en los ganglios linfáticos regionales (Gardner et al., 1999). Los procedimientos para evaluar las lesiones respiratorias en el rastro se fundamentan, o son modificaciones del procedimiento desarrollado por Bryant y cols. (1996, 1999). No obstante, son muy pocos los estudios histopatológicos que han confirmado los hallazgos macroscópicos en el rastro (Wittum et al., 1996). Los procedimientos de evaluación de lesiones pulmonares en rastro desarrollados por Bryant y cols. (1996, 1999) son adecuados porque permiten una evaluación conforme se desarrolla el proceso normal en el rastro. Sin embargo, carecen de precisión en la determinación de las zonas afectadas. Recientemente se ha llevado a cabo un procedimiento en el que se utiliza una diagrama con una cuadrícula que cubre la totalidad de la superficie pulmonar por la parte dorsal y ventral y que, luego de llenarse conforme a la observación de las lesiones, puede evaluarse por morfometría para determinar con precisión las áreas afectadas (Friton et al., 2005). Sin embargo, este procedimiento es lento, requiere de separar el paquete de vísceras torácicas para llenar la cuadrícula y también, que el proceso del rastro sea llevado a cabo conforme se realiza la evaluación de los pulmones. La evaluación histopatológica sería de gran ayuda para complementar las observaciones macroscópicas en el rastro e inclusive para determinar el curso aproximado de las lesiones (Griffin, 2010). El curso de las lesiones sería importante para determinar en qué punto se establece el riesgo de desarrollar neumonías, por ejemplo, previo al arribo o después de arribar al corral, o bien, si la capacidad de detección de animales enfermos ha fallado. Con estos datos se podrían dirigir la capacidad y los esfuerzos hacia puntos de riesgo determinados y así disminuir los casos de neumonía. No obstante, se han realizado pocos estudios con este objetivo (Daoust, 1989). En un estudio realizado en casos naturales en bovinos, los indicadores del curso o edad de la lesión fueron asignados de la siguiente manera: presencia de parénquima necrótico, 3 días; presencia de fibroblastos, 4 a 5 días; depósito de fibras de colágena, 7 días y, presencia de fibras de colágena birrefringentes bajo la observación con luz polarizada, 21 días (Daoust, 1989). En otro estudio realizado experimentalmente en corderos desafiados con Mannheimia haemolytica, se establecieron tres etapas en el desarrollo de la lesión, 1, 15 y 45 días, considerando un curso agudo, subagudo y crónico, respectivamente (Ramírez-Romero et al., 2001). Las características histopatológicas correspondientes a estas etapas fueron para el primer día una neumonía con extensas áreas de edema rico en proteína inundando alvéolos, acompañadas de una marcada infiltración de neutrófilos; asimismo, zonas de hemorragia y necrosis. Adicionalmente, las células cebadas fueron escasas y las que se observaron se encontraban necróticas o degranuladas. El día 15 se observaron cambios variables, desde extensos focos de necrosis con características piogranulomatosas o bien, una proliferación epitelial del epitelio bronquiolar y alveolar. La fibroplasia fue evidente en la pleura y los espacios interlobulillares, aunque también delicadas fibras de colágena se observaron en intersticio. Las células cebadas fueron numerosas y asociadas a la fibroplasia, tanto en intersticio alveolar como en la pleura y los espacios interlobulillares. Para el día 45, los cambios epiteliales en bronquiolos y alvéolos se mantuvieron, pero también apareció la organización de los cambios proliferativos en los bronquiolos (bronquiolitis fibrosa obliterante). Zonas de atelectasia y enfisema alternando con lobulillos sin cambios. Además, una marcada definición del tejido conectivo fibroso proliferado, tanto en pleura como en espacios interlobulillares, así como en la periferia de los bronquiolos afectados. Las células cebadas fueron aún más abundantes en los sitios en donde se reconoció la fibroplasia. Además, numerosos macrófagos se encontraban activos en la luz alveolar (Ramírez-Romero et al., 2001). Aún asumiendo que los criterios histopatológicos descritos son útiles para el propósito de determinar el curso de las lesiones pulmonares en las neumonías representativas del CRB, su mayor utilidad sería en determinar la tendencia en el curso de los casos representativos del problema o brote y no la determinación precisa del curso en casos específicos (Daoust, 1989). Condiciones que Explican la Presencia de Lesiones Neumónicas en Animales que No Presentaron Signos Clínicos y Visceversa El reconocimiento clínico de los animales con CRB en el corral de engorda está fundamentado en la habilidad del personal técnico para identificar los animales lo más rápido posible durante el proceso de recepción del ganado. Este procedimiento es subjetivo pero es el más utilizado (Galyean et al., 1999). Algunas manifestaciones tomadas en cuenta son: anorexia, depresión, letargia, descargas ocular y/o nasal y en algunos casos alteraciones en la marcha (Galyean et al., 1999). Otros han considerado además respiración laboriosa, tos y falta de llenado en rúmen (Thompson et al., 2006; Gardner et al., 1999; Faber et al., 1999). La fiebre es posiblemente el indicador más confiable (Friton et al., 2005; Friton et al., 2004; Gardner et al., 1999), pero en algunos estudios a los animales considerados enfermos e inclusive tratados no se les toma la temperatura (Faber et al., 1999). Por otra parte, el criterio de fiebre varia, algunos han considerado >40.5°C (Ribble et al., 1995a), >40°C (Thompson et al., 2006; Chirase et al., 2004; Gardner et al., 1999), >39.7°C (Wittum et al., 1996) o >39.4°C (Friton et al., 2005; Friton et al., 2004). Inclusive, se ha mencionado que la fiebre en animales recientemente ingresados al corral de engorda, es una respuesta inespecífica que no se puede asociar con neumonía ni mortalidad (Ribble et al., 1995a). La respuesta febril inespecífica puede explicarse por el hecho de la exposición de los animales a un ambiente con poca higiene. Se sabe que la cantidad de endotoxinas contenidas en las partículas suspendidas en el aire contaminado en un corral de engorda y que alcanzan el tracto respiratorio inferior, pueden generar una respuesta inflamatoria y causar fiebre en los bovinos (Dhakal, 2007). En algunos casos, la selección de los animales enfermos se ha realizado minuciosamente, luego de llenar un registro y determinar una calificación (Friton et al., 2005; Friton et al., 2004). En el siguiente Cuadro se presentan los parámetros y las calificaciones correspondientes. En este sistema la calificación máxima fue de 24 para un animal gravemente enfermo y de 7 para un animal normal clínicamente (Friton et al., 2005; Friton et al., 2004). Parámetros y Sistema de Calificación Clínica de la Enfermedad Respiratoria (Friton et al., 2004; Friton et al., 2005) Parámetro Clínico Frecuencia Respiratoria Apetito Disnea Tos Descarga Nasal Condición General Fiebre Observación Calificación ≤ 45 inhalaciones/min > 45 y ≤ 55 inhalaciones/min > 55 inhalaciones/min Normal Disminuido Sin Apetito Ninguna Ligera Moderada Severa Ninguna Tosiendo Ninguna Ligera Moderada Severa Normal Mala Ligera Mala Regular Mala Severa <39.40C ≥39.40C 1 2 3 1 2 3 1 2 3 4 1 2 1 2 3 4 1 2 3 4 1 4 En varios estudios en los que se evaluó la presencia de las lesiones neumónicas en el rastro, se demostró que las lesiones neumónicas también se registraron en animales que nunca fueron reconocidos como enfermos al igual que en animales que habían sido tratados e inclusive, animales que fueron tratados para controlar el padecimiento neumónico no presentaron lesiones en el rastro (Thompson et al., 2006; Gardner et al., 1999; Wittum et al., 1996). Wittum y cols (1996) registran casi un 70% de lesiones neumónicas en animales que nunca fueron tratados. Gardner y cols. (1999) refieren encontrar lesiones pulmonares en el 37% de animales que fueron tratados y en 29% que no fueron identificados como enfermos y por ende no recibieron tratamiento. Por su parte Thompson y cols. (2006) encontraron que 42.8% del total de animales presentaron lesiones en el rastro. De ellos, las lesiones estuvieron presentes en 38.5% de animales que fueron considerados sanos y no recibieron tratamiento; 55.4% de los que presentaron lesiones habían sido tratados en una ocasión y 66.7% habían sido tratados más de una vez (Thompson et al., 2006). Las explicaciones para estas aparentes incongruencias pueden ser las siguientes: a) las lesiones neumónicas ocurren durante un padecimiento neumónico sin signos clínicos, b) las lesiones resultan de un padecimiento previo a la finalización y provocó lesiones permanentes, c) las lesiones fueron el resultado de una infección viral y no de una complicación bacteriana (Gardner et al., 1999). En cambio, la ausencia de lesiones en el 52% de los animales tratados se explicaría por: a) reconocimiento y tratamiento de una infección subclínica que no provocó lesiones, b) diagnóstico clínico impreciso, c) resolución total de las lesiones en un cuadro respiratorio, d) reconocimiento de signos clínicos y fiebre de un padecimiento diferente que no correspondió a neumonía (Gardner et al., 1999). De lo anterior se confirma que la capacidad para detectar clínicamente animales enfermos de neumonía no es adecuada y se fundamenta en criterios subjetivos y que se requiere de un procedimiento más sensible y preciso (Galyean et al., 1999). Inclusive, se ha demostrado recientemente que los animales con lesiones neumónicas crónicas no presentan fiebre y que durante la auscultación no hay evidencias concluyentes sobre la severidad de la lesión pulmonar (Scott, 2013). Con antelación se ha mencionado que la única evidencia clínica de la enfermedad respiratoria es la falta de actividad en corral (lascitud) (Hanzlicek et al., 2010). Patogenia Factores que Contribuyen a la Presentación de Neumonías A pesar de los mecanismos de defensa, en algunas circunstancias se puede favorecer la colonización del tracto respiratorio por microorganismos. Por ejemplo, en la deshidratación el moco se vuelve más viscoso y su tránsito por el epitelio resulta más lento, favoreciéndose la colonización bacteriana. Se ha calculado que el ganado transportado por más de 24 h sufre de deshidratación en un porcentaje de 10 a 12 %, lo cual representa un riesgo para el desarrollo de neumonías y otras enfermedades. Igualmente las bajas temperaturas, la acidosis metabólica y la inhalación prolongada de gases irritantes como el amoniaco, disminuyen la frecuencia del movimiento ciliar, lo que predispone a la infección (Ramírez Romero y Brogden, 1995). Por otra parte, el transporte prolongado, el hacinamiento, la mezcla en el corral de animales de diferentes edades y cualquier otra condición que impida drásticamente el patrón de comportamiento normal en el animal, propiciará la condición de estrés. Inclusive, algunos procedimientos convencionales en el corral de engorda, tales como la castración y el descornado, han demostrado ser suficientemente estresantes. El estado de estrés implica la instauración de una reacción neuroendócrina que conlleva la liberación de esteroides de la corteza adrenal. Cuando el estímulo que provoca esta reacción se prolonga, la liberación de esteroides endógenos, principalmente cortisol, disminuirá la capacidad del animal para establecer una respuesta inmune adecuada. Si a estas condiciones estresantes se le añade una higiene deficiente y una humedad relativa elevada (>80%), existirá una mayor posibilidad de que se presenten infecciones respiratorias debido al alto grado de contaminación y a la mayor supervivencia de los microorganismos en el medio (Ramírez Romero y Brogden, 1995). Otra situación de gran importancia es la nutrición de los animales. Recientemente se ha demostrado que las deficiencias de vitaminas y minerales traza influyen desfavorablemente en la capacidad de respuesta inmune, si bien, aún no se ha determinado con exactitud la manera en que esto ocurre y se requieren de más estudios (Galyean et al., 1999). En un estudio en el que se suplementó con vitamina E a bovinos en corral de engorda no se reconocieron efectos positivos de la vitamina en la ganancia de peso; sin embargo, la mayoría de los animales tratados no requirieron de tratamientos adicionales con antibióticos y por ende, el costo del tratamiento fue menor (Carter et al., 2002). En cambio, en otro estudio la adición de vitamina E en las dietas de recepción incrementó la ganancia y redujo la morbilidad de CRB (Galyean et al., 1999). Dado que la vitamina E es un potente antioxidante su efecto puede estar relacionado directamente con esta acción porque el transporte prolongado incrementa los indicadores séricos de estrés oxidativo en el ganado (Chirase et al., 2004). Por último, cuando los animales ingieren alimentos contaminados con micotoxinas, particularmente aflatoxinas y la toxina T2, puede deprimirse también su capacidad inmunitaria. Por lo tanto, estas micotoxicosis no acontecerían de manera clínica evidente sino como una micotoxicosis secundaria, favoreciendo la presentación de otros padecimientos secundarios, entre los que se incluiría a las neumonías (Ramírez Romero y Brogden, 1995). Agentes Infecciosos Involucrados Como ya se ha mencionado, para que se presente el CRB se requiere de la interacción de varios agentes infecciosos. Estos agentes infecciosos pueden ser diferenciados en primarios y secundarios; es decir, en aquellos que intervienen originalmente y en los que se presentan luego como oportunistas, después que se ha desarrollado la infección inicial. Investigaciones sobre la patogenia del CRB han demostrado que los virus pueden actuar como agentes primarios en tanto que las bacterias como agentes secundarios (Ramírez Romero y Brogden, 1995). Cabe señalar que recientemente se han publicado trabajos en México que demuestran mediante inmunohistoquímica la presencia de agentes virales tanto en las lesiones neumónicas de animales con bronconeumonía fibrinosa en corral de engorda (casos agudos) (Juárez Barranco et al., 2003), como en lesiones crónicas de bronconeumonía supurativa (Ramírez Romero et al., 2012). Otros virus tales como Rhinovirus, Enterovirus y Reovirus, se consideran de menor importancia en el Complejo Respiratorio Bovino. Por otra parte, aunque el virus de la Fiebre Catarral Maligna también afecta el tracto respiratorio de los bovinos, el cuadro clínico y la patología que provoca son tan característicos que su inclusión en el complejo no se justifica (Ramírez Romero y Brogden, 1995). En lo que concierne a las bacterias que participan en el CRB, es menester señalar que bacterias tales como Arcanobacterium (antes Corynebacterium) pyogenes, Streptococcus spp. y otras, pueden también intervenir, pero su participación es ocasional. Por otra parte, las infecciones respiratorias por Mycoplasma (M. bovis, M. dispar), las cuales son originalmente de tipo intersticial y no inician como una neumonía exudativa sino proliferativa de acuerdo con la apreciación histopatológica (Trigo, 2011), se consideran parte del CRB porque se complican fácilmente con las bacterias de mayor importancia y por lo tanto, convierten la neumonía intersticial en otra de tipo exudativo (bronconeumonía supurativa) que sí debe ser incluida en el Complejo. El término Neumonía Enzoótica se emplea para referirse a estas neumonías, las cuales se presentan mayormente en becerros hacinados mantenidos en lugares cerrados con mala ventilación. El término enzoótico se refiere a una condición patológica, en este caso neumonía, ampliamente diseminado en la población de animales. Cabe señalar que recientemente se ha demostrado, tanto en Canadá como en México, que Mycoplasma bovis es la bacteria asociada más frecuentemente con neumonías de curso crónico del Complejo y que inclusive su participación en las neumonías provoca lesiones más severas y secuelas más graves (Gagea et al., 2006 a,b, Ramírez Romero et al., 2010). Patogénesis Las bacterias involucradas en el Complejo Respiratorio Bovino pueden ser recuperadas de la mucosa nasal y faríngea de bovinos sanos; sin embargo, estas mismas bacterias pueden colonizar el tracto respiratorio inferior, particularmente bronquiolos y alvéolos, bajo ciertas condiciones que disminuyen la capacidad de defensa. Como ya se ha mencionado, estas condiciones adversas pueden ser algún factor estresante, una infección respiratoria viral, o ambos (López, 2012; Ramírez-Romero y Brogden, 1995). En los bovinos, lo mismo que en otros animales domésticos y de laboratorio, la remoción bacteriana del pulmón es prácticamente total a las 8 horas posteriores a un desafío masivo por aerosol. Por ejemplo, becerros desafiados con un aerosol de Mannheimia haemolytica, eliminan el 75% de las bacterias inoculadas a las 2 horas, el 90% a las 4 horas y el 92% a las 8 horas. No obstante, cuando previo al desafío bacteriano se infecta a los animales con algún virus (4 o 6 días antes con los virus IBR o PI3, respectivamente), los mecanismos de depuración pulmonar son incapaces de eliminar las bacterias, provocándose entonces una neumonía (López, 2012). Los mecanismos mediante los cuales se desarrolla este sinergismo virus-bacteria, no se han dilucidado totalmente; sin embargo, se asume que el detrimento mayor en los mecanismos de defensa en el pulmón se debe a alteraciones en la actividad del macrófago alveolar. Es probable que uno de los efectos mayores corresponda con un fenómeno de hipersensibilidad de tipo II, también denominado citotoxicidad, que ocurre sobre los macrófagos alveolares que expresan en sus superficies antígenas virales. Tanto el Herpesvirus de la Rinitraqueítis Infecciosa Bovina (IBR) como los virus de la familia Paramyxoviridae, Parainfluenza-3 (PI3) y Virus Respiratorio Sincitial Bovino (BRSV), son virus envueltos que involucran a la membrana de la células infectadas durante el proceso de gemación. En este caso, resulta paradójico que al momento en que la respuesta inmune humoral comienza a presentarse significativamente (6 a 8 días posteriores al inicio de la infección viral), los anticuerpos dirigidos contra los virus destruyen a los macrófagos que se han convertido precisamente en el blanco de la respuesta inmune, al exponer en su superficie los antígenos virales. Además de lo anterior, los virus pueden ocasionar otras alteraciones en los mecanismos de defensa del pulmón, tales como la destrucción de la carpeta mucociliar, la producción de edema y daño de neumocitos; esto último con consecuencias en la capacidad de intercambio gaseoso y en la producción de surfactante alveolar (López, 2012; Trigo, 2011). El caso del Pneumovirus, Virus Respiratorio Sincitial, requiere de un breve comentario aparte. Al respecto se ha descrito un fenómeno hipersensible en el que participan IgE, células cebadas y las substancias vasoactivas liberadas por éstas. Es decir, en este caso el virus actúa como alérgeno. Más recientemente, empleando animales de laboratorio como modelos de infección viral, se ha demostrado que durante los días posteriores a la infección con el Virus Respiratorio Sincitial, las células epiteliales, endoteliales y los macrófagos alveolares del pulmón, expresan un mayor número de receptores para neuropéptidos (receptor de Substancia P), lo que sugiere una participación del sistema nervioso periférico en la patogenia (Ramírez-Romero et al., 2001). El aspecto neurógenico de la respuesta inflamatoria pulmonar se tratará más adelante. En lo que concierne a las bacterias, se ha demostrado que éstas son las responsables de la severidad del cuadro clínico en el Complejo Respiratorio Bovino; de hecho, la mayoría de las infecciones virales sin complicaciones, transcurren con manifestaciones clínicas discretas. Las bacterias más importantes en el Complejo son Mannheimia haemolytica y Pasteurella multocida. Recientemente también ha tomado relevancia Histophilus somni, la bacteria causante de Meningoencefalitis Tromboembólica y, como ya se mencionó Mycoplasma bovis. Otras bacterias tales como Actinomyces (Corynebacterium) pyogenes y Streptococcus spp. participan en el complejo sólo ocasionalmente (Griffin, 2010; Gagea, 2006 a,b). Mannheimia haemolytica es la bacteria más frecuentemente aislada de casos naturales de Bronconeumonía fibrinosa, el tipo de neumonía más representativo del CRB; en este caso el serotipo de la bacteria es A1. Pasteurella multocida tipo A es la bacteria que sigue en importancia y en muchas ocasiones ambas concurren en un mismo caso de neumonía. Vale señalar aquí que los tipos B y E (antígenos capsulares) de Pasteurella multocida, causantes de Septicemia Hemorrágica, no han sido aislados en los bovinos en el Continente Americano y, por lo tanto, La Septicemia Hemorrágica debe considerarse exótica (López, 2012; Ramírez Romero y Brogden, 1995). Se ha propuesto que previo a la colonización bacteriana del tracto respiratorio inferior, se requiere de una abrupta proliferación del serotipo patógeno A1 que reemplaza al serotipo comensal A2 de Mannheimia haemolytica. Esta proliferación masiva ocurriría durante condiciones de estrés y/o infecciones virales y parece ser un prerrequisito para que se desarrolle la lesión neumónica (Frank et al., 2002; Frank y Duff, 2000). Existen evidencias para suponer que Mannheimia haemolytica A1, a diferencia de los serotipos comensales, expresa en su superficie factores de virulencia que le permiten la adhesión y colonización del tracto respiratorio superior después que ha sido alterado, para luego, a partir de este foco primario de infección, diseminarse hacia el pulmón. Es factible también que la expresión de los factores que permiten adhesión y colonización se encuentre regulada conjuntamente con otros factores de virulencia (RamírezRomero y Brogden, 2000; Ramírez Romero y Brogden, 1995). Recientemente se ha demostrado que la administración de los antibióticos tilmicosina (Frank y Duff, 2000) como de florfenicol (Frank et al., 2002) ya sea previo al transporte o al arribo de los animales al corral, disminuye la población de Mannheimia haemolytica en la nasofaringe y reducen la incidencia de casos de enfermedad respiratoria. Los factores de virulencia de Mannheimia haemolytica considerados de mayor importancia son la leucotoxina y el lipopolisacárido. La leucotoxina es una exotoxina con capacidad citotóxica sobre leucocitos de rumiantes (incluyendo por supuesto macrófagos). Este efecto selectivo de la leucotoxina quizá explique la virulencia de la bacteria para rumiantes y la falta de patogenicidad para el cerdo y otros animales domésticos. La leucotoxina de Mannheimia haemolytica pertenece a un grupo de toxinas bacterianas denominadas citolisinas formadoras de poros, debido a sus típicos efectos sobre las membranas celulares. Esta leucotoxina está relacionada con la hemolisina de Actinobacillus pleuropneumoniae y la -hemolisina de Escherichia coli. Estas citolisinas constituyen una familia de exotoxinas de bacterias Gram negativas (toxinas RTX) codificadas por genes con alta homología (Ramírez Romero y Brogden, 1995). Por otra parte, se ha demostrado que los lipopolisacáridos bacterianos, componentes primordiales de la capa exterior de la pared externa de las bacterias Gram negativas, pueden ejercer un efecto inflamatorio considerable cuando se instilan en el pulmón. Este efecto inflamatorio también ocurre cuando se emplean los lipopolisacáridos de Mannheimia haemolytica y Pasteurella multocida, que además, también alteran las propiedades del surfactante alveolar, favoreciendo el desarrollo de la lesión neumónica. Recientemente se ha referido que, cuando se inocula Mannheimia haemolytica por vía aerógena, su lipopolisacárido puede atravesar la barrera epitelial e interactuar con las células endoteliales y los macrófagos intravasculares del pulmón. De esta forma, aparte de la participación de mediadores inflamatorios locales (substancias vasoactivas, citocinas y derivados del ácido araquidónico), la intervención de otros sistemas inflamatorios (coagulación, fibrinolísis y cininas) ocurre fácilmente (Ramírez-Romero y Brogden, 2000; Ramírez Romero y Brogden, 1995). Recientemente se ha demostrado que el LPS de Mannheimia haemolytica también induce la producción del precursor y la activación de gelatinasa B por parte de las células inflamatorias (macrófagos y neutrófilos) que participan en las lesiones neumónicas. Estas enzimas podrían explicar la severidad del daño y la posterior estimulación de una reacción de reparación dominada por fibroplasia (Starr et al., 2004). Entre las citocinas que se han demostrado comúnmente en las lesiones neumónicas inducidas por Mannheimia haemolytica, se encuentran el factor de necrosis tumoral (TNF) y las citocinas, interleucina 1 (IL-1) e IL-8. Estas citocinas tienen una prominente capacidad flogística y también son las principales citocinas producidas durante la inducción de lesiones neumónicas mediadas por complejos inmunes (reacción de Arthus) y por la reacción de Shwartzman en el pulmón (Ramírez-Romero y Brogden, 2000). En lo que concierne a Mycoplasma bovis. Habrá en principio que considerar que esta bacteria coloniza naturalmente tracto respiratorio inferior (bronquiolos) y que puede permanecer allí sin demostrar más cambios que una incipiente neumonía linfoproliferativa (intersticial cuffing). Sin embargo ante condiciones de estré y la coinfección viral y bacteriana por mannheimia y/o Pasteurella, su papel se torna consistentemente patológico generando lesiones que prevalecen (Griffin, 2010). Luego de su adhesión epitelial M. bovis, genera productos de virulencia aparte de las adhesinas (Ball and Nicholas, 2010); tales como fosfolipasas, la supresión de blastogénesis de linfocitos, peróxido de hidrógeno metabólico, expresión de proteínas variables de superficie (a las cuales se les atribuye el principal mecanismo de evadir la respuesta inmune) (Hermeyer et al., 2012), formación de biocapa (la cual puede ser definida como bacterias sésiles unidas a un sustrato, o entre sí, a menudo unidas por una matriz de polisacárido extracelular) y radicales superóxido todos estos dañan a la célula huésped, sin embargo todavía falta por entender la directa patogenicidad de estos productos (Ball and Nicholas, 2010) Hermeyer y sus colaboradores (2012) realizaron un estudio en donde encontraron que además de los efectos directos de Mycoplasma bovis, hay algunos factores liberados por el tejido pulmonar del huésped los cuales están envueltos en el desarrollo necrosis en el tracto respiratorio. La presencia de antígenos de M. bovis y la sobreexpresión de óxido nítrico y nitrotirosina inducida por los macrófagos de las áreas del tejido perinecrótico, indican que la producción de óxido nítrico y peroxinitrito están potencialmente relacionados en el desarrollo de necrosis pulmonar. Las concentraciones crecientes de peroxinitrito induce la producción de oxígeno reactivo y especies de nitrógeno (ROS y RNS) los cuales son citotóxicos. Así pues, en ese estudio concluyeron que ROS y RNS son los responsables de llevar a cabo la severa necrosis pulmonar que se desarrolla en infecciones por M. bovis. La importancia de los polimorfonucleares (neutrófilos) en el desarrollo del daño pulmonar es tan relevante que cuando se priva experimentalmente a los bovinos de estas células, la severidad de la lesión que se produce, luego de un desafío masivo con la bacteria, se reduce notablemente. De lo anterior se desprende la apreciación de que el macrófago alveolar participa mayormente en la depuración bacteriana e interactúa con las células responsables de la respuesta inmune, en tanto que los neutrófilos son los ejecutores de la respuesta inflamatoria y del daño tisular (Ramírez Romero y Brogden, 1995; Ramírez Romero, 1995). Más recientemente se ha demostrado que las células cebadas tienen una gran importancia en la respuesta inflamatoria aguda del pulmón. En efecto, durante las primeras 6 horas posteriores a un desafío con Mannheimia haemolytica, las células cebadas se encuentran degranuladas en los sitios en los que las lesiones histológicas son más severas. Esta observación se acompaña de niveles bajos de histamina en los pulmones afectados y confirma la liberación de mediadores derivados de estas células (Ramírez-Romero et al., 2001; Ramírez-Romero et al., 2000). Cabe señalar que aparte de aminas vasoactivas, las células cebadas contienen citocinas (TNF, IL-1 y otras) con marcada capacidad flogística (RamírezRomero et al., 2001). Por último, en varios modelos de inflamación pulmonar se ha demostrado recientemente la importancia del sistema nervioso periférico en la generación de una respuesta inflamatoria. Al respecto se sabe que el nervio vago provee de fibras sensorias al pulmón y que estas fibras se encuentran en íntima aposición con ciertas células del tejido pulmonar, particularmente con células cebadas. Cuando estas fibras son activadas liberan varios neuropéptidos, entre los cuales destaca la taquicinina substancia P. Se ha demostrado que la substancia P es el principal mediador en la inflamación neurogénica inducida en piel, vejiga, intestino, pulmón y otros tejidos. Este mediador ejerce su acción sobre diversas células (linfocitos, macrófagos y neutrófilos entre otras) a través de receptores específicos; sin embargo, las principales células involucradas en la inflamación neurogénica son las células cebadas. En las lesiones pulmonares agudas causada por Mannheimia haemolytica, se ha demostrado que las fibras sensorias pulmonares se encuentran con una cantidad escasa de substancia P, probablemente debido a una liberación masiva del neuropéptido, pero lo más importante es que bajo estas condiciones los macrófagos alveolares también producen substancia P. De esta forma, la producción extraneural de substancia P podría explicar la generación de un intenso estímulo flogístico donde las células cebadas resultan activadas, liberando una gran cantidad de mediadores inflamatorios, los que a su vez, favorecen una exagerada infiltración de neutrófilos y daño tisular (Ramírez-Romero, 2000; Ramírez-Romero et al., 2001). Áreas de Oportunidad para Disminuir las Pérdidas Ocasionadas por el CRB Entre los factores relacionados con un incremento en el riesgo de fatalidades atribuidas al CRB se incluyen: compra de ganado a intermediarios que acopian animales de diversos orígenes en lugar de compra directa a ganaderos, inconsistencias en los procedimientos de manejo de los animales ingresados, incremento en las distancias y/o el tiempo de transporte al corral, hacinamiento, acopio de animales sin manejo preventivo, cambios drásticos en las condiciones climatológicas, irregularidades en la dieta de recepción y pobre calidad del agua en los corrales. Además, otros factores detrimentales son la inclusión de una proporción mayor de animales ligeros (jóvenes) a corral, cambios imprevistos en el esquema de tratamientos, un incremento en el inventario de ganado que sature la capacidad de atención del personal asignado al área de salud animal en el corral y cambios en el equipo de trabajo con la inclusión de personal que no tiene experiencia en el área (Loneragan et al., 2001). Es bien sabido que, si no todas, por lo menos la mitad de las situaciones planteadas pueden identificarse durante un brote de enfermedad respiratoria en ganado; asimismo, en algunos casos resultará prácticamente imposible evitar estos riesgos por las características del corral de engorda pero los riesgos pueden disminuirse. Estos factores y las recomendaciones para disminuir los riesgos con su justificación, se presentan en el siguiente Cuadro. Factores de Riesgo en la Presentación de Neumonías y Recomendaciones para Disminuirlos con las Justificaciones Pertinentes Factores de Riesgo Recomendaciones Compra a intermediarios desconociendo el estatus inmunitario y el manejo del ganado Compra directa al productor o a un centro de acopio que realice un manejo sanitario aceptable Supervisión de un médico veterinario durante el proceso de acopio Inconsistencias en los procedimientos de manejo en los animales ingresados. cambios en los esquemas de tratamientos Establecer un esquema de recepción determinado sin modificarlo, a menos que se justifique técnicamente. El uso de un buen antibiótico acompañado de un anti-inflamatorio no esteroidal es adecuado. Justificaciones La adquisición de los becerros directamente del rancho productor disminuye los riesgos de desarrollar CRB (Ribble et al., 1995 a,b). La metafilaxia ha demostrado sus ventajas en condiciones de riesgo (Frank et al., 2002; Frank y Duff, 2000). La inmunización en el sitio de origen con virus modificado es deseable (Faber et al., 1999). El enfoque primordial se centra en los primeros 15 días en corral y cuando se llevan registros precisos pueden realizarse evaluaciones y, en su caso, modificaciones si se requiere (Thompson et al, 2006; Faber et al., 1999). El tratamiento con un antibiótico como la tulatromicina o el florfenicol, así como la administración de un anti-inflamatorio no esteroidal (meloxicam o flunixin) han demostrado eficiencia en el control de neumonías (Friton et al., 2005; Friton et al., 2004). Incremento en las distancias o en el tiempo de transporte Cuando los largos trayectos son inevitables considerar la metafilaxia del lote; asimismo, la administración de electrolitos en el agua de bebida y la recepción con una dieta apetecible y palatable. Prestar una atención especial a la observación clínica del lote Hacinamiento y acopio de animales de diferentes orígenes sin antecedentes de manejo preventivo Considerar la metafilaxia en el lote. La vacunación antes del transporte si es posible con biológicos que contienen virus modificados. No saturar los corrales para facilitar la labor del personal en la detección de casos de CRB Irregularidades en la dieta de recepción y mala calidad del agua Los animales recién recibidos deben tener a su disposición agua de buena calidad, de preferencia con electrolitos y alimento adecuado para la recepción con aporte de paca de buena calidad. El corral debe estar limpio y sin lodo. Evitar el ingreso de animales ligeros y si esto no es posible, evitar la heterogeneidad en la composición de los lotes Siempre considerar que la experiencia de los integrantes del equipo es valiosa y procurar mantener a los integrantes comprometidos y motivados. Sin embargo, evitar saturar al equipo con un inventario (sobre todo en riesgo) que no podrán revisar y atender adecuadamente Inclusión en el corral de animales ligeros Saturación de la capacidad de atención del equipo de trabajo o cambios en los integrantes El transporte durante largos periodos disminuye la capacidad antioxidante y favorece el desarrollo de neumonías (Chirase et al., 2004). La administración de vit. E reduce los casos de neumonía y los costos de los tratamientos (Carter et al., 2002). La deshidratación provocada durante los largos periodos de transporte predispone a neumonías (Ribble et al., 1995a,b). La metafilaxia ha demostrado sus ventajas en condiciones de riesgo, una de las más importantes es el transporte prolongado (Frank et al., 2002; Frank y Duff, 2000). El hacinamiento y la mezcla de animales de diferentes fuentes son factores directamente relacionados con la presentación del CRB (Ribble et al., 1995 a,b). La metafilaxia ha demostrado sus ventajas en estas condiciones de riesgo. Asimismo, la inmunización con biológicos que contienen virus modificados ha probado ser superior que el uso de biológicos que contienen virus inactivados (Schunicht et al., 2003; Frank et al., 2002; Frank y Duff, 2000; Faber et al., 1999). Los animales con neumonía toman agua con más frecuencia y pueden consumir más alimento durante su periodo de recuperación posterior (Buhman et al., 2000). Se ha demostrado estadísticamente que los animales jóvenes y de menor peso son propensos a desarrollar neumonías (Loneragan et al., 2001; Farber et al., 1999) La capacidad de atención del personal dedicado al programa de salud en corral de engorda tiene una capacidad de atención que puede excederse y por ende disminuir en calidad cuando el inventario del ganado se aumenta sin considerar esta situación (Ribble et al., 1995). Literatura Citada Ball HJ, Nicholas RA. 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