NOTA CLÍNICA Lesión de las cortezas extrahipocampales del lóbulo temporal medial: descripción de un caso J.A. Spada a, C. Galíndez b, A. Spada a LESION OF EXTRAHIPPOCAMPAL CORTICES OF LEFT MEDIAL TEMPORAL LOBE: A CASE REPORT Summary. Introduction. The cortex of medial temporal lobe is a group of different allocortical fields which included the hippocampal formation (dentate gyrus, hippocampus proper, and subicular complex) and extrahippocampal cortices (entorhinal, perirhinal, and parahippocampal). It is widely accepted that both of them play an important role in memory process. In humans, several reports indicates that damage to the hippocampus alone would lead to a clinically significant amnesia; when the injuries are more extensive others cognitive disorders, as those related to visual sphere, make worse the clinic picture, and some of these cases were reported as associative visual agnosias. Nevertheless, although evidence from animal studies points to the importance of the extrahippocampal medial temporal lobe cortices in order to recognise visual stimuli, such involvement has not been demonstrated in humans. Case report. A 44 year-old male who consulted us because they had lost about of ‘80% of his vision’ after a stroke. Ophthalmological examination was entirely within normal limits, but neuropsychological test put in evidence difficulties in the visuo-verbal naming, discrimination of superposed images, recognition of faces and, mainly, in the test of immediate and deferred visual memory. Anterograde memory impairment was also revealed. Magnetic resonance imaging showed a lesion of left entorhinal, perirhinal and parahippocampal cortices. Conclusions. We suggest, in relation to anatomical evidences, that isolation of hippocampus is responsible for symptomatollogy of our patient. [REV NEUROL 2006; 43: 403-8] Key words. Amnesia. Entorhinal. Hippocampus. Parahippocampal. Perirhinal. Visual agnosia. INTRODUCCIÓN El lóbulo temporal medial (LTM), definido como el conjunto de estructuras situadas por dentro del surco colateral, constituye la agrupación más extensa del telencéfalo basal humano, y su componente cortical contiene la totalidad de las formaciones alocorticales y perialocorticales del cerebro. La presentación de estas cortezas en rangos de diferenciación desiguales generó interpretaciones complejas, en las cuales autores distintos se refirieron a las mismas áreas utilizando una terminología diferente. Como consecuencia, la funcionalidad de la región también se interpretó con criterios disímiles: se la vinculó inicialmente con el sistema olfatorio, luego con algunos patrones de comportamiento emocional y, por fin, con procesos de memoria y aprendizaje a partir de comunicaciones que informaron sobre el déficit de memoria grave observado en humanos tras lobectomías temporales bilaterales [1,2]. Posteriormente se conocieron casos de trastornos mnésicos consecutivos a lesiones isquémicas en territorios colaterales de las arterias cerebrales posteriores [3-7], pero su distribución irregular y la interpretación de la sintomatología resultante, basándose en la concepción de Papez [8], que estaba centrada en el circuito hipocampo-fórnix-cuerpos mamilares, dificultó los intentos de relacionar el daño con estructuras anatómicas definidas con las alteraciones funcionales resultantes. Si bien se había descrito un síndrome amnésico de las arterias cerebrales posteriores acompañado de trastornos del reconocimiento visual [9], las imágenes de tomografía axial computarizada (TAC), que evidenciaban las lesiones extensas de la corteza occipital, ocultaban el daño producido al LTM. Aceptado tras revisión externa: 12.06.06. a Departamento de Neurocirugía. b Departamento de Psicología. Hospital Nacional de Clínicas. Universidad de Córdoba. Córdoba, Argentina. Esto condujo a interpretaciones diversas: mientras algunos autores [9-12] describieron por separado la evidencia de amnesia de los trastornos de reconocimiento visual, otros [13-16] abordaron estos últimos como paradigma de agnosias visuales, según las teorías de Lissauer [17], quien las consideraba como problemas de la percepción. Pero, aunque Lissauer había propuesto que las llamadas ‘agnosias asociativas’ eran el resultado de una alteración en el acceso a las memorias, en las comunicaciones mencionadas no se contempló este punto de vista. Las imágenes por resonancia magnética (RM) dirigieron la atención sobre el LTM al aportar evidencia de que anormalidades bilaterales del hipocampo son suficientes para causar un síndrome amnésico en humanos [18]. Esta observación se sumó a testimonios anatomopatológicos previos [19] y llevó a reconsiderar la función de las distintas áreas del LTM y a ponderar su relación con otras alteraciones neuropsicológicas. Paralelamente, estrategias de investigación basadas en el conocimiento de la anatomía y conexiones de estructuras homólogas al LTM en ratas y monos aportaron respuestas a los interrogantes fundamentales y lograron establecer un modelo animal de la amnesia humana en un sistema de memoria del LTM [20]. Además, una cantidad de datos experimentales reforzó la correspondencia entre daño estructural y defectos de memoria [21]. Recientemente hemos tenido la oportunidad de estudiar a un paciente que mostró una alteración neuropsicológica caracterizada por un defecto de memoria declarativa junto con trastornos en la percepción visual, consecutivos al infarto de una porción limitada de las cortezas extrahipocampales del LTM izquierdo. CASO CLÍNICO © 2006, REVISTA DE NEUROLOGÍA Un agricultor de 44 años, previamente sano, mientras trabajaba sintió una sensación opresiva de comienzo brusco sobre la región occipital acompañada de ceguera momentánea, debilidad, mareos, náuseas y diaforesis, pero no perdió la consciencia. Los síntomas se aliviaron en pocos minutos, aunque quedó confuso y con un déficit visual grave que le dificultaba el reconoci- REV NEUROL 2006; 43 (7): 403-408 403 Correspondencia: Dr. José Agustín Spada. Ituzaingó, 1322. 5000 Córdoba, Argentina. Fax: (54) (351) 460-7229. E-mail. jaspada@arnet.com.ar J.A. SPADA, ET AL Tabla I. Resumen de la valoración neuropsicológica (pruebas visuales): programa integrado de exploración neuropsicológica (test de Barcelona). Denominación visuoverbal Discriminación de imágenes superpuestas Apareamiento de caras Colores Memoria visual Inmediata Diferida 10 16 9 6 Puntuación máxima Sin tiempo 26 20 6 30 Con tiempo 78 35 18 90 Sin tiempo 25 19 3 30 Con tiempo 75 28 7 88 Puntuación obtenida Tabla II. Resumen de la valoración neuropsicológica (pruebas cognitivas): evaluación neuropsicológica en español (NEUROPSI). Orientación Atención y Codificación concentración Lenguaje Lectura Escritura Funciones ejecutivas Puntuación máxima 6 27 18 26 3 2 18 Puntuación obtenida 5,5 14 12,3 22 2 1 10 miento de las personas. Al día siguiente se sintió recuperado y retornó a su trabajo, pero su visión no era la anterior al incidente. Dos días después consultó a un médico, quien indicó una TAC que resultó normal. Un mes después acudió a nuestro hospital; se quejaba de la pérdida ‘del 80% de su visión’, sin poder precisar más detalles de su déficit visual, excepto por una sensación de falta de familiaridad con su entorno habitual. Estaba lúcido y conversaba libremente, pero seguía siendo incapaz de dar detalles referidos a los días siguientes a su ataque. Sin embargo, pudo proporcionar datos ciertos de eventos de su pasado remoto. El reconocimiento sistémico no reveló alteraciones, y el examen neurológico fue normal. Se efectuaron evaluaciones adicionales y RM de encéfalo. El examen oftalmológico fue normal: los movimientos oculares estaban conservados y el fondo de ojo no mostró alteraciones. La perimetría estática comprobó un campo visual conservado. La agudeza visual fue 10/10 para el ojo derecho y 10/10 para el ojo izquierdo. Los potenciales evocados visuales por estimulación con damero mostraron ondas P100 simétricas y reproducibles con latencia y amplitud normales. El paciente completó una batería de pruebas neuropsicológicas estándar que incluyó test de Barcelona [22], NEUROPSI [23] y la prueba de la figura compleja de Rey-Osterrieth [24] (Tablas I y II). No mostró afasia, alexia ni agrafia, su función intelectual estuvo dentro de los límites de la normalidad y las pruebas visuales no revelaron dificultad en la denominación visuoverbal ni en el reconocimiento de colores. Sin embargo, se verificó una disminución significativa de su puntuación en la discriminación de imágenes superpuestas, apareamiento de caras y, principalmente, en las pruebas de memoria visual inmediata y diferida. La puntuación por la copia de la figura de Rey-Osterrieth fue 35/36, pero en el dibujo de memoria obtuvo 18/36. Los resultados obtenidos fueron acordes con los criterios que identifican las alteraciones relacionadas con las llamadas ‘agnosias visuales’. La evaluación neuropsicológica cuantitativa mostró un deterioro cognitivo de rango mediano a grave, con puntuaciones bajas resultantes de un desempeño pobre en las pruebas para memoria verbal inmediata y diferida, aprendizaje verbal, memoria visual diferida y representación visuoespacial, y esto señaló un daño de su memoria anterógrada. Las RM axiales (Fig. 1) mostraron una señal anormal en la corteza del LTM izquierdo, limitada a las cortezas entorrinal, perirrinal y parahipocampal. El LTM derecho tuvo características normales. En el plano frontal (Fig. 2), las imágenes anormales estuvieron circunscriptas a la corteza inmediata al surco colateral izquierdo, se extendieron medialmente en las cortezas entorrinal y parahipocampal, y lateralmente en el extremo medial de la circunvolución fusiforme. El complejo subicular, el hipocampo propio y el giro dentado no estuvieron afectados. La señal originada en la amígdala fue normal. Las imágenes se cotejaron con las del atlas del cerebro humano de Mai et al [25]. 404 Funciones Puntuación de evocación total 30 8,5 130 75,3 DISCUSIÓN Este caso se define por un cuadro de alteración del reconocimiento visual en una persona oftalmológicamente sana que, al ser evaluada neuropsicológicamente, obtuvo puntuaciones bajas en las pruebas de imágenes superpuestas, el reconocimiento de caras y otras para memoria visual diferida. En principio, estas características llevaron a considerar el síndrome conocido como ‘agnosia visual asociativa’. Sin embargo, los hechos narrados coexistían con un daño cognitivo caracterizado por un déficit de atención significativo, concentración y funciones evocativas y ejecutivas, que demostraron un deterioro de las funciones mnésicas de grado moderado a grave. La sintomatología coincidió con la evidencia RM de lesión de las cortezas entorrinal, perirrinal y parahipocampal del hemisferio izquierdo. Estos hechos clinicorradiológicos llevan a considerar algunos puntos de interés. Primero, la localización de la lesión, que, en relación con su presentación clínica y neurorradiológica, indica un evento isquémico de distribución absolutamente excepcional que afectó a las cortezas extrahipocampales y preservó la región hipocampal. Esta distribución se debió posiblemente a un patrón anatómico en el cual están presentes todas las ramas corticales posibles del grupo temporal inferior de la arteria cerebral posterior, lo que puede explicar la selectividad del área afectada por oclusión de ramas temporales distales, manteniendo el flujo en la arteria hipocampal. La variedad anatómica en la cual la arteria hipocampal es una rama individual de la arteria cerebral posterior se observa en alrededor del 10% de los individuos [26]. Segundo, los síntomas visuales de falta de familiaridad con el entorno, la dificultad en el reconocimiento de caras y la disminución de habilidades visuoespaciales observadas en este paciente inducen a considerar la relación entre lesiones de las cortezas del LTM y las llamadas ‘agnosias visuales’. Tradicionalmente se vincularon las porciones caudales del LTM con funciones visuales. Como consecuencia, muchos interpretaron como agnosia visual la sintomatología resultante de la lesión de estas cortezas y de otras adyacentes. Sin embargo, nunca se informó de un caso de agnosia visual pura como ‘el re- REV NEUROL 2006; 43 (7): 403-408 LESIÓN DE CORTEZAS EXTRAHIPOCAMPALES Figura 1. Resonancia magnética axial en secuencia FLAIR. conocimiento alterado de un objeto que se presenta sensorialmente’ [27], lo que hace pensar que este diagnóstico puede ser solamente un ejercicio teórico derivado del abordaje de Lissauer [17]. Según este punto de vista, y debido a la falta de soporte clínico y anatómico, Bay [28] y luego Critchley [29] cuestionaron la existencia de las agnosias como una entidad diferenciable, una posición respaldada posteriormente por Bender y Feldman [30] en una revisión amplia de casos que concluyó que ninguno de los pacientes diagnosticados como agnósicos llenaba los requerimientos para ser considerado como tal, y que no había dos casos exactamente iguales. La publicación de casos aislados de lo que algunos consideraron agnosias visuales [13-16,31] aumentó la confusión, fundamentalmente por su incapacidad para fijar las bases anatómicas que explicaran los signos descritos. Al referirse a uno de estos casos [16], Ross [32] estableció que la agnosia visual ‘puede verse como una falta total de todas las memorias visuales (recientes y remotas)’, un hecho que Lissauer había sugerido [17]. Esta concepción se extendió a partir de revisiones en las que los trastornos del reconocimiento visual se asociaron con grados diferentes de amnesia anterógrada [9-12,33]. Mientras tanto, Damasio et al [34] propusieron que la prosopagnosia es un trastorno de la memoria disparada visualmente, y en el análisis de un síndrome amnésico multimodal [35] enfatizaron la interrelación entre el hipocampo y las cortezas adyacentes para comparar estímulos modales de la manera en que se perciben con registros previos. Entonces, si el reconocimiento visual de objetos resulta de la comparación del objeto con un estímulo previamente familiar, la desconexión entre el sistema de memoria del LTM y los lugares de almacenamiento en el neocórtex puede impedir esta comparación y resultar en el desconocimiento del objeto. Con este criterio se considerará la relación entre el daño visual y el REV NEUROL 2006; 43 (7): 403-408 trastorno de memoria observados en este paciente y se tratará de aportar a la cuestión principal: ¿cuál es la localización de una lesión mínima capaz de producir un daño en la memoria que sea clínicamente significativo en humanos? Se hicieron muchos intentos para identificar estas áreas. Aun cuando las comunicaciones de casos con datos detallados que relacionen la eficacia de la actividad mnésica con la lesión de estructuras anatómicas son raras, hay evidencia desde los primeros informes de que lesiones del LTM se corresponden con daño grave de la memoria. Y aunque las lesiones encontradas en estos pacientes fueron extremadamente difíciles de correlacionar con áreas definidas citoarquitectónicamente como se conciben en la actualidad, un hecho distintivo de todos ellos fue la correspondencia entre la extensión de las lesiones con la gravedad del cuadro amnésico [1-7,36]. Todos estos informes asignaron importancia particular al fórnix como la vía eferente del hipocampo, aunque algunos autores extendieron esta función al sistema de fibras profundas del lóbulo temporal [37]. Ante esta diversidad de datos e interpretaciones, la demostración neuropatológica de la relación entre amnesia humana y daño bilateral limitado a la región CA1 del hipocampo adquirió una importancia fundamental [21]. A este informe inicial se agregaron tres casos [38]: uno de ellos mostró características similares, o sea, la correspondencia de lesión bilateral a CA1 con amnesia moderada; en los dos restantes, en los cuales el daño se extendió a otros campos hipocampales, complejo subicular y corteza entorrinal, se observó amnesia más grave. Dos de estos pacientes estudiados neuropatológicamente habían mostrado anormalidades en la RM [39]. Otra observación pudo correlacionar un daño grave de memoria, también consecutivo a arresto cardíaco, con la evidencia en la RM de señales anormales desde los campos CA1 y CA2 de ambos hipocampos [40]. Desde estas comprobaciones se llegó a un punto de inflexión en el abordaje a este problema al aceptarse que la RM es un método confiable para identificar un daño selectivo a áreas definidas citoarquitectónicamente en la corteza del LTM en personas vivas. Al mismo tiempo, se comenzaron a interpretar los resultados basándose en los nuevos conocimientos sobre la estructura y la conectividad de estas áreas. En sentido estricto, el término ‘formación hipocampal’ se aplica al sistema formado por el giro dentado, el hipocampo propio (asta de Ammón) y el complejo subicular (subículo propio, presubículo y parasubículo). A veces se incluye la corteza entorrinal (área 28 de Brodmann) en razón de su conectividad [41], aunque ésta es una organización estructural y filogenéticamente diferente [42]. En el cerebro humano la corteza entorrinal es muy extensa, ya que comienza en el complejo nuclear amigdalino y se extiende caudalmente 25 mm para continuar en una serie de cortezas de transición denominadas en conjunto ‘corteza parahipocampal’, que incluyen los campos TF y TH; estas últimas modalidades corticales terminan en la región retroesplenial. El surco colateral se sitúa lateral a las cortezas entorrinal y parahipocampal y está rodeado por la corteza perirrinal (áreas 35 y 36 de Brodmann). Este sistema cortical constituido por la formación hipocampal y las cortezas extrahipocampales (entorrinal, parahipocampal y perirrinal) se considera el sustrato anatómico de un sistema del LTM, esencial para establecer memorias declarativas [20]. La verificación de que un daño bilateral restringido al campo CA1 del hipocampo es suficiente para provocar un déficit global significativo de la memoria en humanos pone a esta porción ana- 405 J.A. SPADA, ET AL tómicamente ‘terminal’ del sistema en una posición prominente. Este concepto, junto con el conocimiento actual de las conexiones entre el hipocampo y las cortezas adyacentes, que actúan como una interfase entre el neocórtex y el hipocampo, puede proveernos de una explicación para la sintomatología de nuestro paciente. Las cortezas perirrinal y parahipocampal se consideran regiones de convergencia multisensorial, debido a que la primera recibe aferencias desde el área unimodal visual TE y desde cortezas unimodales y polimodales no visuales, que a la última llegan desde el área TE, áreas visuales V4 y cortezas de asociación polimodales. Por otra parte, las áreas perirrinal y parahipocampal proyectan sobre la corteza entorrinal vecina, la que además recibe proyecciones directas desde otras áreas corticales [43-45]. Esto convierte la corteza entorrinal en el recipiente de una gran cantidad de información sensorial altamente elaborada por su paso previo a través de numerosas sinapsis y, por esta razón, se la consideró un área de integración sensorial multimodal. Las células de las capas II y III de la corteza entorrinal originan la vía perforante, que proyecta Figura 2. Resonancia magnética coronal en secuencia T1 tras inyección de gadolinio. hacia el hipocampo a través de dos contingentes: el componente entorrinal-dentado, que comprende el circuito trisináptico (corteza en- cesos de memoria que normalmente participan en los procesos torrinal → giro dentado → CA3 → CA1), y el componente de reconocimiento y en la experiencia de familiaridad ante un entorrinal-hipocampal, que envía axones sobre las pirámides estímulo visual. de CA1 [46]. El hipocampo retorna proyecciones al subículo, Pero en el cuadro emergente de estos hechos estructurales que, a su vez, proyecta sobre la corteza entorhinal. Esta última, debe considerarse que un sistema cortical tan elaborado no puejunto con las cortezas perirrinal y parahipocampal, da lugar a de estar limitado a actuar como una vía de entrada-salida para el proyecciones que cubren virtualmente todas las cortezas de flujo recíproco de información entre el hipocampo y otras corteasociación [41,47]. zas, sino que debe contribuir de alguna manera a las funciones La lesión de las cortezas entorrinal, perirrinal y parahipo- distintas del procesamiento de la percepción visual, como lo campal aísla efectivamente el hipocampo. Específicamente, la demostraron algunas experiencias en monos [19,50,51] y estudestrucción de la corteza entorrinal depriva al hipocampo de su dios recientes de imágenes funcionales por RM [52,53]. Y aunfuente de aferencias más esencial por interrupción de la vía per- que la evidencia en humanos no es concluyente [54-56], el cuaforante excitatoria; este argumento se utilizó para explicar los dro clínico de nuestro paciente soporta la opinión, cada vez más trastornos de memoria en la enfermedad de Alzheimer, en la cual fundada, de que el daño a las cortezas entorrinal, perirrinal y las células de origen de la vía pueden desaparecer [48]. Además, parahipocampal que afecte a la memoria declarativa es suficienla misma lesión puede afectar a la mayor ruta eferente por la cual te para alterar la función de reconocimiento visual. el hipocampo intercambia información con el neocórtex. Estas Debe hacerse una consideración final sobre los efectos de la consideraciones neuroanatómicas ganan plausibilidad a partir de lateralización de los cambios patológicos en el LTM. A primera hechos experimentales en primates no humanos, en los cuales vista se muestra necesaria la afectación bilateral de estructuras lesiones de las cortezas entorrinal, perirrinal y parahipocampal del LTM para producir un síndrome amnésico discernible [1-4, originan alteraciones graves de memoria [49]. 6,7,19,36,38,40] o alteraciones del reconocimiento visual [13, Entonces, el daño a la corteza entorrinal y a las cortezas re- 15,31]. Sin embargo, se comunicó un caso de daño grave de la lacionadas anatómicamente con ella afecta al procesamiento de memoria reciente tras lesión unilateral izquierda [5], además de la información de la misma manera que un daño directo al hipo- los casos de lobectomía temporal unilateral, en los cuales el campo, y esto puede ser suficiente para explicar el déficit en la deterioro de modalidades específicas en la función de la memomemoria declarativa de nuestro paciente. El deterioro visual, en ria estuvo relacionado con el lado de la ablación [57,58]. Por consecuencia, puede ser el resultado de la alteración de los pro- otra parte, trastornos en la memoria visuoespacial, similares a 406 REV NEUROL 2006; 43 (7): 403-408 LESIÓN DE CORTEZAS EXTRAHIPOCAMPALES los relatados en esta comunicación, se vincularon con lesiones parahipocampales ya sean derechas [59,60] o izquierdas [61]. En resumen, sobre la base de los datos neurorradiológicos extraídos de nuestro paciente, y careciendo de evidencia anatomopatológica, no podemos determinar en qué medida su tras- torno de memoria o su trastorno visual dependen del daño a las cortezas entorrinal, perirrinal o parahipocampal, o de la desconexión del hipocampo. Podemos inferir, sin embargo, que una lesión que involucre a las cortezas entorrinal, perirrinal y parahipocampal izquierdas y respete la formación hipocampal es suficiente para producir el cuadro clínico descrito. BIBLIOGRAFÍA 1. Scoville W, Milner B. Loss of recent memory after bilateral hippocampal lesions. 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Cuando las lesiones son más extensas, el cuadro clínico se complica con la manifestación de trastornos cognitivos relacionados con la esfera visual, y se han comunicado algunos de estos casos como agnosias visuales. Aunque los estudios en animales han marcado la importancia de las cortezas extrahipocampales en el proceso de reconocimiento de estímulos visuales, este hecho está escasamente demostrado en humanos. Caso clínico. Varón de 44 años que afirmaba haber perdido ‘alrededor del 80% de su visión’ tras un accidente cerebrovascular. Los exámenes neurológico y oftalmológico fueron normales, pero los estudios neuropsicológicos demostraron dificultades en la discriminación de imágenes superpuestas, apareamiento de caras y, principalmente, en pruebas de memoria visual inmediata y diferida; también se observó déficit de memoria anterógrada, y esto planteó la relación entre las manifestaciones visuales y amnésicas. Las neuroimágenes mostraron lesión de las cortezas extrahipocampales del lóbulo temporal medial izquierdo. Conclusiones. Es posible que la exclusión funcional del hipocampo, por lesión de las cortezas entorrinal, perirrinal y parahipocampal, sea responsable de la sintomatología observada en este paciente. [REV NEUROL 2006; 43: 403-8] Palabras clave. Agnosia visual. Amnesia. Entorrinal. Hipocampo. Parahipocampal. Perirrinal. LESÃO DOS CÓRTEX EXTRA-HIPOCAMPAIS DO LOBO TEMPORAL MEDIANO: DESCRIÇÃO DE UM CASO Resumo. Introdução. O córtex do lobo temporal mediano está integrado por campos alocorticais que incluem a formação hipocampal (giro dentado, hipocampo e complexo subicular) e córtex extra-hipocampais (entonasal, perinasal e para-hipocampal). Ambas as modalidades corticais desempenham uma função importante nos processos de memória, e há evidência em humanos de que lesões restritas ao hipocampo podem provocar amnésia clinicamente significativa. Quando as lesões são mais extensas, o quadro clínico complica-se com a manifestação de perturbações cognitivas relacionadas com a esfera visual, e têm sido comunicados alguns destes casos como agnosias visuais. Embora os estudos em animais tenham marcado a importância dos córtex extra-hipocampais no processo de reconhecimento de estímulos visuais, este facto está escassamente demonstrado em humanos. Caso clínico. Homem de 44 anos que afirmava ter perdido ‘cerca de 80% da sua visão’ após um acidente vascular cerebral. Os exames neurológico e oftalmológico foram normais, mas os estudos neuropsicológicos demonstraram dificuldades na discriminação de imagens sobrepostas, reconhecimento de caras e, principalmente, em testes de memória visual imediata e diferida; também se observou défice de memória anterógrada, e isto estabeleceu a relação entre as manifestações visuais e amnésicas. As imagens neurológicas mostraram lesão dos córtex extra-hipocampais do lóbulo temporal mediano esquerdo. Conclusões. É possível que a exclusão funcional do hipocampo, por lesão dos córtex entonasal, perinasal e parahipocampal, seja responsável pela sintomatologia observada neste doente. [REV NEUROL 2006; 43: 403-8] Palavras chave. Agnosia visual. Amnésia. Entorrinal. Hipocampo. Para-hipocampal. Perinasal. 408 REV NEUROL 2006; 43 (7): 403-408