El desierto del Sáhara como espacio humano heredado: tipologías constructivas Renata Ana Springer Bunk El Sáhara constituye un enorme espacio de casi diez millones de kilómetros cuadrados, ocupando parte de Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Mauritania, Mali, Níger, Chad y Sudán. Gran parte de los países reseñados está habitada por bereberes, siendo éstos a los que deseamos dedicar mayor atención para una exposición de las tipologías constructivas del pasado, así como de aquéllas tradicionales que, con toda probabilidad, se generaron en días lejanos pero que aún tienen plena vigencia en la actualidad. El paisaje natural predominante en estas enormes extensiones viene marcado por la extrema sequedad, interrumpida por algunos enclaves más húmedos, que se han convertido en territorios habitados, generando una dinámica social con los correspondientes espacios domésticos construidos. Aunque la adaptación al desierto ha tenido para muchos de los pueblos el nomadismo como modo de vida viable, ello no es en absoluto excluyente para la presencia de una multiplicidad de edificaciones, algunas incluso para grupos con un amplio número de individuos. De hecho, el Sáhara ha estado habitado desde tiempos remotos, como lo prueban los hallazgos de materiales óseos y líticos. Durante su larga presencia, el hombre ha modificado su entorno natural impulsado por diversas necesidades, entre las que destaca la adaptación de lugares para su protección, ya sea contra las inclemencias de la naturaleza, pero también para estar a salvo de posibles ataques animales y humanos. Los resultados de estas actividades, una vez entregadas a su abandono, se han convertido en otro registro arqueológico más, en los que se reconocen múltiples elementos constructivos. En un territorio de extensiones tan amplias se carece no obstante de datos suficientes para una síntesis de todos los elementos producidos. Teniendo en cuenta las adaptaciones de cuevas o abrigos para el cobijo, muchos de estos sitios sólo revelarían su uso tras una intervención arqueológica, que dista mucho de existir para todas las zonas del desierto. Por añadidura, en el ámbito de espacios domésticos, hay que contar con hogares realizados mediante productos perecederos, entre los que figuran todos los empleados con materiales vegetales, que están condenados a desaparecer con el paso del tiempo; quizás sea aquí, donde la herencia del uso de estos materiales es sinónimo de indicios para lo que existía en su día. La actividad constructiva en el ámbito doméstico se complementa con otras ligadas a las creencias y al mundo sobrenatural de los diferentes grupos sociales. La arquitectura funeraria resulta ser de gran relevancia, ya que en ciertos lugares se imponen en el paisaje con una relación cuantitativa muy elevada, pero también con una diversidad tipológica ciertamente importante, como ocurre en el Acacus (Libia), donde se ha constatado una enorme cantidad de túmulos en un espacio relativamente próximo. Se trata de un testimonio que se documenta en todo el Sáhara, incluso fuera de él, como en las Islas Canarias que, aunque se halla lejos del desierto, no se encuentra necesariamente fuera de influencia de las costumbres de su gente. En este sentido es de interés señalar construcciones existentes solo en ciertos enclaves y las que tienen una presencia generalizada en una zona geográfica amplia y que, de este modo, permiten ser relacionadas con las de nuestro archipiélago. La huella que ha permanecido de esta actividad humana, generada en distintas épocas y territorios, ya sea para la creación de espacios domésticos o funerarios, se tratará en esta exposición como intento de reflejar la diversidad existente en el Sáhara.