Describe con tus propias palabras lo que crees que es la partícula

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Describe con tus propias palabras lo que crees que es la partícula de Higgs
MONÓLOGO DE UN GRAVITÓN
¡El bosón de Higgs es un ‘pringao’! ¡Vaya forma de esconderse! En 1964 los científicos formularon
teóricamente su existencia, y han tardado solo 48 años en pillarlo. Vamos, un ‘pringao’ total. Yo soy un gravitón,
pero no me refiero al superhéroe de Marvel, sino a la partícula subatómica. Mi campo y yo somos los
encargados de explicar la gravedad. O al menos en teoría porque, de momento, solo existo en las garabateadas
pizarras de los físicos teóricos. Llevo en ellas desde 1934, y las mentes más brillantes del planeta no tienen aún
ni un atisbo de mí. Yo sí que soy guay. El idiota del bosón de Higgs, al desintegrarse, dejó un rastro de dos
electrones y dos muones que le dejaron al descubierto. ¡Pringao!
Vale, tengo que reconocerlo. Aunque no me haga gracia, los científicos le han estado buscando con más
ganas a él que a mí. ¿Que por qué? Lo voy a intentar explicar. Los bosones de Higgs son las partículas que dan
masa al resto de las partículas. Suena un poco extraño, lo sé, pero es así. Para entender este fenómeno de
dotación de masa hay que comprender primero qué es el campo de Higgs. Este campo está formado por el
conjunto de todos los bosones de Higgs y se extiende por todo el espacio. Podríamos imaginarlo, por ejemplo,
como una piscina infinita llena de agua, en la que las moléculas de H 2 O serían los bosones de Higgs. Cuando una
partícula pasa a través del campo de Higgs, es decir, siempre, puede interactuar con los bosones y, al hacerlo,
transformar parte de su energía en masa. Dependiendo del grado de interacción que se produzca, la partícula en
cuestión tendrá más o menos masa. Así, por ejemplo, estos bosones nunca interactúan conmigo, y por eso los
detesto tanto. Con los quarks top y down interactúan y son amigos. Yo, en cambio, me encuentro un poco solo.
Rivalidades aparte, los bosones de Higgs son importantísimos. Sin ellos, ninguna partícula tendría masa,
seríamos solo energía y todas viajaríamos a la velocidad de la luz, por lo que no sería posible la formación de
átomos, no sería posible la formación de moléculas, y; en última instancia, no serías posible tu, que estás
leyendo. He de reconocer que tengo cierta envidia.
Algo que muchas partículas no saben es que el bosón de Higgs y yo, hace unos 30 años, hicimos una
pequeña apuesta sobre quién de los dos aguantaría más tiempo siendo una partícula teórica, sin ser descubierta
en el campo experimental. Ningún laboratorio del mundo, desde el Tevatrón de Fermilab hasta el LHC del CERN
nos había detectado. Hemos estado desde entonces escondiéndonos de los físicos experimentales, intentando
que sus superaceleradores de partículas, que hacen chocar haces de protones a velocidades próximas a la de la
luz, generando una cantidad de energía parecida a la que se liberó 0,000000000000000001 segundos después
del Big Bang (t=0) no nos encontrasen. Pero, por fin, el 4 de julio de 2012 los científicos del CERN anunciaron que
habían descubierto un nuevo bosón. Anunciaron que habían encontrado una nueva partícula en el rango
energético que abarca desde 125 GeV hasta 126 GeV, coincidiendo con el rango energético de mi adversario. Yo
había ganado la apuesta. Este anuncio fue mi triunfo. Recuérdalo bien, bosón de Higgs. Recuerda que el que
perdiese la apuesta tenía que precipitarse por un agujero negro. ¡Qué miedo!
Habéis hecho un gran trabajo, científicos del CERN, el hallazgo de mi rival ha sido todo un
descubrimiento pero… ¿Qué pasa conmigo? ¿Soy un reto demasiado grande? Apuesto a que sí… ¿O quizá no?
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