¿Toma usted en serio su crecimiento espiritual? Por Lawrence W. Wilson En el siglo diecisiete vivía un monje francés llamado Hermano Lorenzo, tan renombrado por su madurez espiritual que aun los líderes religiosos lo consultaban para recibir instrucción. Uno de ellos, José de Beaufort, representativo y consejero para el arzobispo local, publicó una colección de conversaciones y cartas de Hermano Lorenzo en lo que es ahora un libro clásico sobre la espiritualidad, La práctica de la presencia de Dios. Beaufort dice que al terminar la primera conversación con el Hermano Lorenzo, este maestro espiritual hizo una declaración bondadosa pero a la vez algo categórica: “Me dijo que si mi propósito para la visita era conversar sinceramente sobre cómo servir a Dios, entonces volviera a visitarlo tan a menudo como quisiera sin temor de ser molestoso. Si hubiera otro propósito, entonces que no volviera a visitarlo.” En otras palabras, que solamente los buscadores sinceros espirituales solicitaran su consejo. Los metodistas primitivos tenían la misma regla. La sociedad “Fetter Lane Society” se reunía cada semana para la reexaminación de la vida espiritual y la responsabilidad personal. El grupo era para toda persona “cuya sinceridad era cierta.” A los que no tomaban en serio el crecimiento espiritual se les pedía que no volvieran. El costo era demasiado alto, pues incluir a los irresponsables y oportunistas era una pérdida del tiempo para todos. ¿Toma usted en serio su crecimiento espiritual? Las siguientes preguntas pueden ayudarle a decidir. ¿Está usted listo para dejar de flotar de una iglesia a otra o de un grupo pequeño a otro, y formar relaciones duraderas que le harán más responsable para su progreso espiritual? ¿Ha determinado que el reunirse para la adoración sea la primera prioridad en su horario semanal? ¿Está usted dispuesto a pasar tiempo a solas cada día buscando a Dios por disciplinas espirituales como la oración, la lectura de la Biblia y el examen de su vida? ¿Está usted listo para examinar seriamente su uso del dinero, de la comida y del alcohol, para poder crecer espiritualmente? ¿Desea usted ahora exponer y abandonar cualquier hábito secreto, relación o práctica que sabe ser dañino? Cree usted que relaciones duraderas con otros creyentes son no meramente beneficiosas sino también esenciales para su bienestar espiritual? ¿Tiene usted un sentir de urgencia acerca de conocer a Dios y llegar a ser más como él? Si usted ha contestado afirmativamente todas estas preguntas, está en una posición para crecer. ¿Qué espera?