circulación que es la causa determinante de otros muchos fenómenos, y la fuerza inmediata y principal que provoca y mantiene esa circulación es la diferencia de presiones. No es, sin embargo, suficiente esa sola fuerza para explicar satisfactoriamente el carácter especial de los h u r a ­ canes giratorios. En efecto, si la diferencia de presiones obrase aislada­ mente, las moléculas de aire se precipitarían directamente hacia el vór­ tice y la circulación tendría lugar según planos próximamente vertica­ les. Habría entonces, como hay en realidad en toda tormenta giratoria, corrientes centrípetas y ascendentes en el ciclón, y centrífugas y descen­ dentes en el anticiclón, pero faltaría necesariamente el movimiento giratorio que constituye el verdadero rasgo distintivo del meteoro. Existe, pues, otra fuerza que, modificando la dirección de las corrientes, produce alrededor de los centros de máxima y mínima presión grandes remolinos, sujetos á leyes determinadas y constantes, y esta fuerza no es otra que la rotación terrestre, causa universal y permanente que influye sobre los vientos, desviándolos de su dirección inicial, hacia la derecha en el hemisferio N. y hacia la izquierda en el hemisferio S. El movi­ miento giratorio del ciclón viene, por consiguiente, á ser la resultante de la fuerza centrípeta, de la fuerza desviatriz debida á la rotación terrestre, y de la fuerza centrífuga que se desarrolla en el movimiento curvilíneo. En cuanto al movimiento del anticiclón, se explica por las mismas causas, sólo que obrando en este caso la fuerza desviatriz sobre corrientes cuya dirección inicial es enteramente contraria, el giro se verificará también en sentido opuesto. La fuerza desviatriz se va haciendo menos sensible á medida que los puntos de observación están situados más cerca del ecuador, en donde queda reducida á cero. Esta es la causa por la cual ningún huracán ciclónico puede pasar de uno á otro hemisferio. Además de los dos movimientos de traslación y rotación, los h u r a ­ canes ciclónicos suelen presentar otro tercero, que podemos llamar osci­ latorio, 6 de bamboleo del eje. Este movimiento, que parece inherente á todos los cuerpos que, estando sujetos á los dos primeros, conservan libre su eje de rotación, se explica satisfactoriamente por las resistencias que el huracán encuentra al avanzar vertiginosamente por las capas inferio­ res de la atmósfera, por la desigualdad de las corrientes que entran á formar parte del ciclón y por las variaciones de forma de este mismo, en razón á la natural instabilidad del fluido que lo constituye. Los efectos