MITOLOGIA ROMANA Introducción El hablar de la mitología romana es algo muy complicado al ser un tema asociado con la religión que es una parte primordial en cualquier cultura, y aun más para los pueblos antiguos. Algunas de las costumbres, dioses, tradiciones y creencias religiosas, suelen pasar en cierta medida, a través del tiempo a diferentes religiones posteriores, la religión romana dio paso al cristianismo debido a que a fin de cuentas tenían aspectos parecidos. La religión romana no fue la excepción. Los primeros hombres solían crear dioses de sus temores y cosas mas cotidianas, debido a su poco conocimiento y experiencia ancestral, a los dioses se les tenia que guardar de algún modo respeto, de no hacerlo pensaban que los dioses iban a tomar represalias en contra de ellos. Los romanos al tener una nueva nación, buscaron crear su propia religión, pero no la inventaron si no que tomaron algunos aspectos de otra culturas tomaron varios dioses de muchos culturas como de la griega, (Apolo= Apollo, Hera= Juno, Hades= Pluto, Zeus= Júpiter=Dios cristiano entre otros varios mas) la celta (Strabo=Mars que era dios de la guerra, Posidonius= Neptunos dios de mar, e incluso los romanos le tenían cierto respeto a los Druidas la itálica), de la etrusca tomaron (dioses como Minerva y Juno). Las religiones orientales se introdujeron también en Roma gracias a el comercio a través de las diversas comunidades del imperio que tenían necesidades de alimentos, especias, pieles etc. que no se encontraban en la región. Entre las sectas orientales más importantes cabe destacar el culto a Cibeles y a Atis, procedente de Asia Menor; el culto a Isis y Osiris, procedente de Egipto; el culto a Mitra, procedente de Persia. Con la mezcla de todas estas y tan variadas religiones se conformo la religión pagana romana, con todas estas corrientes se fundamentaban en los conceptos reseña divina de la humanidad, de la iluminación espiritual y la redención. También tenían un contacto directo con los dioses y la esperanza de una vida como de dios y feliz. Además seguir la religión por el miedo a la naturaleza sintiéndose rodeados de la naturaleza y de todas sus fuerzas como la lluvia, el fuego, el sol, la tierra, árboles, la noche, los animales, la tierra, los truenos etc. que eran superiores y diferentes de las humanas y que podían castigarlos o darles ayuda y bienestar. Al ciudadano romano normal le faltaba creatividad e imaginación. Así, ni siquiera inventó su religión, ni imaginó a sus dioses bajo una forma humana, y mucho menos de escribió leyendas, si no que solo hizo una recopilación. Tampoco creo las imágenes de sus divinidades. Por ejemplo la diosa Vesta no tuvo nunca ninguna estatua, pues sólo estaba representada por el fuego que no debía apagarse nunca y lo debían mantener prendido las vestales. Los romanos no se preocupaban tanto por esto les importaba mas algo que les servia era, solo les importaba lo suyo y lo físico el ahora, la funcionalidad y de servirse a el mismo. En la etapa de los inicios de la religión, poseían una búsqueda y gusto de divinidades, teniendo cada una su función especial, cumplida la cual nadie pensaba ya en llamarlas; aquí unos ejemplos de dioses que tenían funciones especificas Cunina sobre los niñitos recién nacidos; Stanana le enseñaba pararse; Levana los paraba cuando se caían; Ossipaga fortalecía sus huesos, etc. a estos los como unificaban en grupos específicos. DIOSES DE LOS ROMANOS Y ALGUNAS SIMILITUDES CON LOS ACTUALES En lo referente a lo que son ritos el romano distingue claramente dos clases de dioses, los di indigetes y los di novensides o novensiles. Los indigetes fueron los dioses nacionales protectores del Estado y los títulos de los primeros sacerdotes y sacerdotisas específicos de cada dios, así como las festividades fijas del calendario, indicaban sus nombres y el festejo; treinta de esos dioses eran festejados en festivales especiales. Los novensides fueron divinidades posteriores de cultos que se introdujeron ya en el periodo posterior. Lo que ahora serian los santos que ya lo son y tienen un día del año en donde se les festeja y los novensides que son nuevos dioses que se les da un nuevo titulo de santo y no tienen día de festejo, esto según la religión católica. Otra similitud seria que Ades, Júpiter en algunas esculturas y pinturas se encontraban en el cielo o en las nubes, al igual como aun actualmente el dios cristiano suele ser representado, encontrado en el cielo. También los dioses griegos según su mitología se encontraban en el Olimpo, y el dios cristiano se encuentre en algunas representaciones en un lugar parecido rodeado de santos y ángeles. Las primeras divinidades romanas 1 incluían, además de los di indigetes, unos dioses, que cada uno de los cuales protegía una actividad humana y cuyo nombre se invocaba cuando se ejecutaba dicha actividad, la cosecha, como ahora existen dioses específicos para ciertas cosas. Esos dioses pueden agruparse bajo el término general de dioses auxiliares o subalternos, a quienes se invocaba junto con los dioses más importantes o poderosos. El culto romano se basaba en la adoración a los seres invocados por sus nombres y funciones, y el poder de cada divinidad se manifestaba de maneras muy especializadas como ahora es hay un dios principal y varios santos dedicados a cierta función. La función de los indigetes y sus festivales muestran que en los romanos no era sólo estaba la comunidad agrícola o campesina sino que también practicaba la lucha y la guerra. Los dioses representaban claramente las necesidades de la vida cotidiana, como las sentía la comunidad romana a la cual ellos pertenecían. Estaban claramente acordados los ritos y las ofrendas que se consideraban adecuadas como actualmente las festividades de cada santo en el calendario. Así, por ejemplo, Jano y Vesta guardaban las puertas y el hogar, actualmente en la religión católica un santo llamado San Ignacio de Loyola que tiene la misma función. Hasta el Júpiter, el dirigente de los dioses, era venerado por la ayuda que sus lluvias podían dar a las granjas y a los viñedos como un santo llamado Santo Domingo. En un sentido más amplio se le consideraba como el que tenía el poder sobre el rayo, era el encargado de regir la actividad humana y, dado su poder omnímodo, protegía a los romanos en sus actividades militares en las fronteras de su propia comunidad como el dios cristiano se encuentra en los cielos y también controla los rayos. En los primeros tiempos sobresalían los dioses Marte y Quirino, a menudo identificados entre sí. Marte era un dios protector de los jóvenes y de sus actividades, como el santo Don Bosco se lo honraba en marzo y en octubre. Aunque también lógicamente existe diferencias como que a la cabeza del los romanos estaban la tres son Júpiter, Marte y Quirino (cuyos tres sacerdotes, o flamines, pertenecían a la jerarquía más alta), y Jano y Vesta. Estos dioses tenían en los primeros tiempos una individualidad no muy especifica, y sus historias personales carecían. A diferencia de la mitología griega, no se consideraba que los dioses actuaran como los mortales, por lo que no existen muchos relatos de sus actividades. Caída de la religión pagana La caída de esta, no se dio del la noche a la mañana sino que fue perdiendo fuerza poco a poca, en Roma debido a la llegada del cristianismo, a los ciudadanos romanos ya no les satisfacían estos dioses que se habían creado por el miedo a la naturaleza y tomado de otras religiones, a pesar de que no eran unos dioses castigadores a diferencia de los griegos y encontraron esta satisfacción en el cristianismo que también tomo rasgos de esta, que en un principio cuando cristo iba a ser crucificado no pensaron que fuera a tomar tanta fuerza como la tomo, pensaron que solo era un movimiento espiritista mas, sin tomarle la importancia necesaria. Fue cuando la conversión del emperador Constantino posiciono al cristianismo en una posición privilegiada con respecto al paganismo, dentro del Imperio; para un ciudadano romano se le hacia mas fácil ser un cristiano que el no serlo. Uno de los actos del emperador Constantino que tuvo mas repercusión dentro del mundo cristiano, fue la decisión de, en el año 330, de trasladar, de trasladar la capital del Imperio desde Roma hasta una Nueva Roma, la ciudad de Bizancio, en un punto al oriente del mar Mediterráneo. La nueva capital, Constantinopla, así llamada en honor del emperador, se transformó también en el centro intelectual y religioso del mundo cristiano de Oriente. Mientras que el mundo cristiano de Occidente se fue poco, controlada por el papa de Roma, los principales centros del mundo oriental, Constantinopla, Jerusalén, Antioquía y Alejandría, se desarrollaron de forma independiente. Otro factor que ayudo y fortaleció al cristianismo fue el emperador Teodosio que fue el defensor del cristianismo dogmático; persiguió a los arrianos y desalentó la práctica de la vieja religión pagana romana, a veces de forma violenta: en el 390 ordenó la masacre de alrededor de 7000 ciudadanos que estaban en contra del cristianismo. Aunque no fue tan rápido y tan fácil porque en sus inicios eran perseguidos con emperadores como Nerón a pesar de todo esto se consolido. Toda esta diversidad de factores encontrados, proporcionaron que pronto los templos de deidades de la religión pagana fueran a cambiar para ser templos cristianos y así fue como la religión pagana fue perdiendo fuerza hasta desaparecer, aunque el mismo cristianismo tiene cierta influencia de la religión pagana. 2 En lo que concluyo es en que como los romanos tomaron aspectos de otras culturas para crear su religión, también lo hizo el propio cristianismo y pasaría de nuevo si existiera una nueva religión, es muy difícil hacer una religión que no tome aspectos de una anterior. Bibliografía Guillen José, Vida y costumbres de los romanos Ediciones sígueme Salamanca España Quinta edición Pág. 180−346 R. H. Barrow Los Romanos Fondo de cultura económica decimocuarta edición México 1990 Pág. 180−193 Duruy Víctor Historia de los romanos : desde los tiempos mas remotos hasta la invasión de los bárbaros / Barcelona : Montaner y Simón., 1888 341−356 Roldan Hervas, José Manuel Historia de roma Editorial Paidós Madrid: Cátedra, 198−236 3