ACTO DE JURAMENTO “ATLETAS PARTICIPANTES A ESTOS _______ (N° DE EDICIÓN) JUEGOS DEPORTIVOS INTERCLUBES ITALO-VENEZOLANOS, ¿JURAN USTEDES CUMPLIR FIELMENTE LA LEY DEL DEPORTE Y LOS REGLAMENTOS ESTABLECIDOS PARA ESTE EVENTO QUE HOY INAUGURAMOS, ASÍ COMO PARTICIPAR CON HONESTIDAD Y DAR EL MEJOR ESFUERZO FÍSICO EN POS DE LA VICTORIA O POR EL CONTRARIO ACEPTAR CON GALLARDÍA LA DERROTA, DENTRO DEL MARCO DE RESPETO QUE DEBEMOS A NUESTROS SEMEJANTES?” (TODOS LOS ATLETAS) SI, JURAMOS. SI ASÍ LO HICIEREIS, QUE DIOS Y LA PATRIA OS LO PREMIE, SI NO, QUE OS LO DEMANDE.” NOTA: ESTE DISCURSO DEBERÁ SER LEIDO POR UNA O UN ATLETA DESTACADO EL CUAL SERÁ SELECCIONADO CON ANTERIORIDAD AL EVENTO. Acompañado de juramento y credo, el lema fue introducido por el mismo Barón Pierre de Coubertin. El Lema Olímpico fue introducido por el fundador de los Juegos Olímpicos el Barón de Coubertin quien lo tomó prestado de Henri Martín Dideon de París. Martín Dideon usaba la frase para describir los logros atléticos que alcanzaban los estudiantes del Colegio Arcuelli (en donde era director). El lema Olímpico: "Citius, altius, fortius", es una frase en latín que significa "más rápido, más alto, más fuerte" Juramento Olímpico El Juramento Olímpico fue escrito por el Barón de Coubertin y es el siguiente: "En el nombre de todos los competidores, yo prometo que nosotros participaremos en estos Juegos Olímpicos, respetando y cumpliendo las reglas que lo gobiernan, en el verdadero espíritu deportivo, por la gloria del deporte y el honor de nuestros equipos". Este Juramento fue pronunciado por primera vez en la Olimpiada de Amberes en 1920 por el belga Víctor Boin. Este juramento es pronunciado durante la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos por un atleta del país sede, mientras detiene con su mano una esquina de la Bandera Olímpica. Credo Olímpico "Lo más importante de los Juegos Olímpicos no es ganar sino competir, así como lo más importante en la vida no es el triunfo sino la lucha. Lo esencial no es haber vencido sino haber luchado bien" Ha habido muchos cambios de este mensaje a través de la historia de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, estas palabras son las que aparecen durante la Ceremonia de Inauguración de los Juegos. El Barón Coubertin adoptó, y más tarde citó este credo después de haber escuchado al Arzobispo del centro de Pennsylvania, Ethelbert Talbot, hablar en el servicio para los atletas Olímpicos durante los Juegos de Londres 1908. LEMA, JURAMENTO Y CREDO OLIMPICO Acompañado de juramento y credo, el lema fue introducido por el mismo Barón Pierre de Coubertin. El Lema Olímpico fue introducido por el fundador de los Juegos Olímpicos el Barón de Coubertin quien lo tomó prestado de Henri Martín Dideon de París. Martín Dideon usaba la frase para describir los logros atléticos que alcanzaban los estudiantes del Colegio Arcuelli (en donde era director). El lema Olímpico: "Citius, altius, fortius", es una frase en latín que significa "más rápido, más alto, más fuerte" Juramento Olímpico El Juramento Olímpico fue escrito por el Barón de Coubertin y es el siguiente: "En el nombre de todos los competidores, yo prometo que nosotros participaremos en estos Juegos Olímpicos, respetando y cumpliendo las reglas que lo gobiernan, en el verdadero espíritu deportivo, por la gloria del deporte y el honor de nuestros equipos". Este Juramento fue pronunciado por primera vez en la Olimpiada de Amberes en 1920 por el belga Víctor Boin. Este juramento es pronunciado durante la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos por un atleta del país sede, mientras detiene con su mano una esquina de la Bandera Olímpica. Credo Olímpico "Lo más importante de los Juegos Olímpicos no es ganar sino competir, así como lo más importante en la vida no es el triunfo sino la lucha. Lo esencial no es haber vencido sino haber luchado bien" Ha habido muchos cambios de este mensaje a través de la historia de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, estas palabras son las que aparecen durante la Ceremonia de Inauguración de los Juegos. El Barón Coubertin adoptó, y más tarde citó este credo después de haber escuchado al Arzobispo del centro de Pennsylvania, Ethelbert Talbot, hablar en el servicio para los atletas Olímpicos durante los Juegos de Londres 1908.