1 1. MÉTODOS DE CONTROL FITOSANITARIO El control fitosanitario tiene como objetivo evitar, prevenir o disminuir las pérdidas económicas causadas por las plagas en las plantas cultivadas, forestales u ornamentales utilizando para ello las medidas más convenientes y adecuadas en cada momento con la limitación fundamental de que no deben de entrañar riesgos para las propias plantas, ni para el aplicador, ni para el consumidor ni para el medio ambiente en su conjunto. Desde un punto de vista general, se pueden definir cuatro estrategias fundamentales de control de plagas: (a) exclusión cuando lo que se pretende es evitar la introducción de la plaga en áreas libres de ella, (b) evasión cuando lo que se pretende es evitar que la plaga se instale y desarrolle sobre las plantas cultivadas objeto de control, (c) erradicación cuando lo que se pretende es eliminar la plaga presente sobre o en el entorno de las plantas afectadas, y (d) protección cuando lo que se pretende es mejorar las características de la propia planta para que pueda desarrollar barreras que le permitan resistir mejor el ataque de la plaga. 1.1. Clasificación de métodos de control La puesta en práctica de estas cuatro estrategias fundamentales de control fitosanitario se lleva a cabo mediante la aplicación de diferentes métodos de control. La diferencia entre cada uno de ellos se debe a que utilizan distintos recursos para obtener el objetivo del control fitosanitario planteado; en función de ello se pueden diferenciar cuatro métodos genéricos de control: (1) Métodos legislativos. Son aquellos que se dirigen principalmente a la estrategia de exclusión. Para su consecución utilizan las leyes, normas, disposiciones... de aplicación en un área determinada para evitar la introducción y diseminación de agentes productores de plagas en las zonas que se encuentra bajo dicha regulación. En situaciones excepcionales promueven u obligan a la aplicación de otros métodos para la erradicación de la plaga en un área determinada. En este sentido aparece una única modalidad de aplicación: el Control legislativo. (2) Métodos agrotécnicos. Estos métodos se centran normalmente en la estrategia de evasión pero también, en menor medida, en las de erradicación y de protección. Para su aplicación utilizan recursos muy diversos pero todos ellos tienen en común que se dirigen al manejo o modificación del agrosistema y, de esta forma, crear ambientes desfavorables para el desarrollo de los agentes productores de plagas o bien destruirlos directamente generando condiciones inadecuadas para el desarrollo de los mismos. Dentro de este conjunto de métodos pueden diferenciarse las siguientes modalidades en función del recurso utilizado: ◦ Control cultural: utilizan la maquinaria y otros elementos o procedimientos de manejo del cultivo. ◦ Control físico: utilizan distintos agentes físicos, principalmente la temperatura. ◦ Control mecánico: utilizan diversos elementos estructurales, típicamente para generar barreras. ◦ Control genético: utilizan la variabilidad genética de las plantas para dotarlas de mayor capacidad de defensa contra el ataque de las plagas. 2 (3) Métodos químicos. Originalmente se diseñaron para la estrategia de erradicación pero su gran desarrollo industrial en el siglo XX ha permitido su utilización en todas las estrategias fitosanitarias, a excepción de la exclusión. En su conjunto se basan en la aplicación de sustancias químicas naturales o de síntesis para destruir los agentes productores de plagas que se encuentra en el cultivo o en su entorno pero también se han de incluir aquellas que previenen el ataque de dichos agentes así como aquellas que actúan fortaleciendo a la planta para hacerla más resistente a su ataque. En cualquier caso se reconoce una única modalidad de aplicación: el Control químico. (4) Métodos biológicos. De forma similar a los métodos químicos surgen para la aplicación de la estrategia de erradicación pero su posterior desarrollo esta permitiendo utilizarlo igualmente en estrategias de evasión. Estos métodos se caracterizan por utilizar las características biológicas propias de los agentes productores de plagas para llevar a cabo su control; en función del tipo de actuación es necesario diferenciar dos modalidades fundamentales: ◦ Control por interferencia: consistente en actuar interfiriendo alguna característica biológica vital de los individuos para el control de las poblaciones de los agentes productores de plagas. ◦ Control biológico: consiste en utilizar organismos vivos para que, a través de su actividad biológica, destruyan los agentes productores de plagas. 1.2. Control fitosanitario Los métodos de control fitosanitario ponen en práctica procedimientos concretos de control utilizando instrumentos adecuados a cada situación para evitar, prevenir o disminuir las pérdidas económicas causadas por las plagas. Control legislativo. Se convierte en equivalente al « método legislativo » por ser la única forma actual de aplicación de este método. El control legislativo utiliza un conjunto de disposiciones legales de muy distinto rango para limitar o prohibir la entrada y el movimiento de productos vegetales infestados en una región determinada, para restringir el establecimiento de áreas de cultivo o plantación en zonas de alto riesgo de infestación, y para atender la sanidad de las semillas, bulbos, tubérculos... utilizados en la propagación vegetal. Aunque el conjunto de disposiciones legales atiende a los distintos aspectos de la producción vegetal donde pueden existir riesgos de infestación, tres son las medidas concretas que exiguen una actuación directa: las cuarentenas, diseñadas para minimizar los riesgos de introducción de productos vegetales infestados; las certificaciones fitosanitarias, aplicadas para garantizar el movimiento de productos vegetales sin riesgos de infestación; y las campañas de erradicación, pensadas para poner en marcha situaciones excepcionales de aplicación de otros métodos fitosanitarios, generalmente ante la detección precoz de un fallo en la aplicación de los procedimientos legislativos. Control cultural. El control cultural se dirige a la manipulación del cultivo o plantación, el terreno sobre el que se asienta o su entorno para crear situaciones desfavorables para el desarrollo de las plagas y que den lugar a una disminución del daño producido por las plagas en las plantas cultivadas, bien al reducir el flujo de entrada de agentes productores de daños o bien al destruir directamente los que ya estan presentes en el momento de aplicación del método de control. Siendo esta 3 la idea fundamental, el control cultural puede basarse en los siguientes aspectos o combinación de los mismos: el manejo del tiempo, desplazando la fenología del cultivo (p.ej. época de siembra o fecha de recolección) hacia periodos en los que o bien no exista la plaga o bien no se den condiciones favorables para la misma; el manejo del espacio sobre el que se desarrolla la planta p.ej. modificando la gestión del suelo, del agua, las rotaciones...; y la destrucción de la plaga aprovechando otras labores habituales del cultivo como p.ej. la preparación del terreno o las podas. Control físico. El control físico consiste en la utilización de agentes físicos tanto para la eliminación de la plagas de las plantas cultivadas u otros productos vegetales como para la prevención de su ataque. Para ello se pueden aplicar distintos agentes físicos siendo los más frecuentes: la temperatura, tanto la baja para conservación como la alta para destrucción directa de organismos; la humedad, tanto la ambiental para producir desecaciones como el propio contenido de agua de los productos vegetales ya que, en muchas ocasiones, constituye el único aporte de agua de los agentes productores de plagas; o las radiaciones ionizantes, para producir esterilizaciones... Control mecánico. Es un sistema de control o bien olvidado o bien aplicado de forma tan rutinaria que parece que no entre en la categoría de otros sistemas de control. A través del control mecánico se persigue la disminución de daños producida por una plaga evitando que se instale sobre el cultivo o producto vegetal o bien destruyendo directamente sobre los vegetales a los organismos causantes de la infestación. El más tradicional es la recogida directa de los agentes productores de plagas y su posterior destrucción pero a éste se unen otros muy habituales como la utilización de barreras mecánicas que impiden el acceso a los lugares de protección como telas metálicas, redes, etc. Control genético. Originalmente pensado para la aplicación de la estrategia protección aunque hoy es posible la protección vegetal mediante otros sistemas de control no genéticos. El control genético utiliza la variabilidad genética de las plantas para obtener variedades con diversos grados de resistencia o de tolerancia frente al ataque de determinados organismos productores de plagas. En este sentido, la selección genética se ha dirigido al desarrollo de variedades resistentes, de portainjertos resistentes, al estudio de determinadas técnicas de cultivo como multilíneas y mezclas, y al desarrollo de plantas transgénicas. Control químico. El control químico debe ser entendido como la utilización de sustancias químicas, naturales o de síntesis, para el control de plagas. En este sentido tiene pocas alternativas de aplicación concreta ya que, en general, consiste en la aplicación de sustancias tóxicas (productos fitosanitarios) directamente sobre los productos vegetales o sobre los lugares donde se encuentra con el objetivo de: bien destruir los organismos productores de plagas o bien de crear condiciones ambientales químicas que impidan el desarrollo normal de su actividad y de esta forma curar o prevenir los daños ocasionados por los mismos. Esta sencillez de planteamiento (a parte de la eficacia en los años iniciales de su aplicación) ha sido una de las causas de su gran difusión e implantación como sistema de control. Control por interferencia. El control por interferencia agrupa una serie de técnicas cuyo objetivo es alterar actividades biológicas propias y esenciales de los organismos productores de plagas como son interferir en: la reproducción, reduciendo el número de hembras que pueden reproduccirse con éxito debido a la interferencia generada por la liberación masiva de machos estériles (lucha autocida); el comportamiento, mediante la utilización de sustancias químicas que transmiten información entre individuos (semioquímicos) que confunden o modifican la conducta normal de los 4 organismos a controlar; o la fisiología, utilizando productos como reguladores del crecimiento o inhibidores de la síntesis de la quitina (a veces llamados insecticidas biorracionales), para ocasinar por disfunción fisiológica u orgánica del mismo o su muerte o alteraciones morfológicas que impidan la producción de daños a los cultivos. La utilización de sustancias químicas como esterilizantes, feromonas, hormonas... y el gran desarrollo y diversidad del control químico inducieron anteriormente a situarlo como una posibilidad más del control químico. Sin embargo, existen dos diferencias fundamentales que justifican su no inclusión en el control químico y situarlo dentro de los Métodos Biológicos: (1) la sustancias químicas que se aplican en el control químico son de origen exógeno al organismo a controlar mientras que las del control por interferencia son de origen endógeno al mismo (a excepción de las esterilizantes, aunque en muchas ocasiones ni tan siquiera son sustancias químicas); y (2) el control químico se dirige inicialmente a la eliminación de individuos mientras que el control por interferencia tiene como objetivo el control de poblaciones (situándolo al mismo nivel que el control biológico). Control biológico. El control biológico propiamente dicho consiste en la utilización de organismos vivos para controlar las poblaciones de los agentes productores de plagas. El hecho de utilizar organismos vivos hace que sea un sistema de control claramente diferente de los anteriores mientras que el control de poblaciones le asimila al control por interferencia. Las modalidades de aplicación varian en función del tipo de agentes de control utilizado en el control biológico y que incluye, entre otros, a organismos entomopatógenos, parasitoides, y depredadores. Igualmente, y en función del objetivo del control se puede diferenciar control biológico de plagas, de enfermedades y de malas hierbas. Control integrado. El control integrado es un término ampliamente utilizado pero no aporta ninguna técnica o sistema propio de control, salvo el concepto en sí mismo. En este sentido habría que definirlo como la « filosofía » o la idea de aplicación de los métodos de control que propone llevar a cabo el control fitosanitario a través de una integración y coordinación de los distintos sistemas de control disponibles. Su planteamiento no es nuevo ya que una de sus primeras definiciones (FAO, 1967) ha sido: « el sistema de manejo de plagas que, en el contexto del ambiente asociado y de la dinámica poblacional de la especie plaga, utiliza todas las técnicas y métodos posibles de una forma compatible para mantener la población de la plaga por debajo del nivel de daño económico ». Con esta definición se intenta romper con la exclusividad de aplicación de un método de control (en aquel momento el control químico) para centrar el control fitosanitario en la evasión, prevención o disminución de los daños mediante las « regulación de las poblaciones de los agentes productores de plagas » y sacarlo de la situación que había devenido con el entusiasmo inicial del control químico consistente en la « erradicación de todos los individuos de los agentes productores de plagas ». Asimismo, indicar que en ese contexto surge el control biológico como enfrentamiento directo al control químico aplicando esta (en aquel momento novedosa) idea alternativa de regulación de poblaciones. De esta forma, el control integrado surge para (1) presentar el abanico de posibilidades de sistemas de control fitosanitario, no hay ningún sistema que sea una solución eficaz para todos los problemas fitosanitarios; (2) hacer comprender que ante distintas situaciones hay que aplicar distintos sistema de control, buscando la máxima eficacia del sistema de control que se aplique; y (3) que el objetivo no es eliminar las especies sino controlar sus poblaciones, debido tanto a que, en muchas ocasiones, no es viable económicamente la erradicación como al reconocimiento de que todas las especies, incluidas las productoras de plagas en general, tienen un papel importante en los ecosistemas naturales.