El Museo Hermitage (San Petersburgo, Rusia)

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El Museo Hermitage (San Petersburgo, Rusia)
Turismo religioso y peregrinaciones / Rutas de la fe
Por: www.roxana.spb.ru | Fuente: www.roxana.spb.ru
El Hermitage se encuentra situado en el corazón de San Petersburgo, entre el malecón del río Neva y la Plaza del Palacio.
El Hermitage ocupa cinco edificios unidos (el Palacio de Invierno, el Teatro de Hermitage, el Hermitage Pequeño, el Hermitage Viejo y el
Nuevo Hermitage) que forman un hermoso conjunto arquitectónico.
Actualmente el Hermitage atesora más de dos millones y medio de objetos culturales y artísticos de los pueblos de Europa y Oriente
desde los tiempos más remotos hasta el siglo XX.
La historia del Hermitage se inicia con Pedro el Grande, cuando adquirió varias obras de arte, entre las que se encontraban David
despidiéndose de Jonatan, de Rembrandt y La Venus de Táurida. Se considera que el museo nació oficialmente en 1764, cuando un
comerciante berlinés envió 225 cuadros a Catalina II en pago de unas deudas. Al recibirlos Catalina quiso que su galería no fuera
superada por las colecciones de otros monarcas y comenzó a comprar casi todo lo que se vendía en subastas europeas.
El Palacio de Invierno, que pasó a formar parte del museo en el año 1922, fue durante dos siglos la residencia principal de los zares.
Había sido construido para la emperatriz Isabel, hija de Pedro el Grande, y sus fachadas, el interior de la iglesia palaciega y la
majestuosa escalera principal son un raro ejemplo del llamado barroco ruso del siglo XVIII. Sin embargo las salas del palacio son del
siglo XIX, pues tras incendio de 1837 se reconstruyeron según la moda de la época. A pesar de que se convirtieron en salas de
exposiciones no han perdido todo su esplendor. La más bella de todas es la sala Malaquita; sus columnas, pilastras, chimeneas,
lámparas de pie y mesitas están decoradas con malaquita de los montes Urales. El verde vivo de la malaquita, combinado con el brillo
del dorado y el mobiliario tapiado con seda de color frambuesa, determinan la impresión fantástica de esta sala.
Un recorrido por la historia rusa a través del arte
El visitante puede seguir el curso de la historia del estado ruso, en un paseo guiado por las salas del Palacio de Invierno. La influencia
de los valores imperiales y de la gloria están, constantemente, presentes en su ornamentación. En la sala de Pedro I puede
contemplarse el retrato del emperador con la diosa de la sabiduría que le guía hacia nuevas hazañas y dos escenas del triunfo de las
tropas de Pedro I en la guerra contra los suecos. La siguiente sala, la de los Blasones, está presidida por columnas doradas de orden
corintio. El emperador recibía a los mensajeros procedentes de las regiones de Rusia, esta sala tiene una superficie de mil metros
cuadrados, allí está presente el águila bicéfala, que es el escudo de Rusia, y los escudos de cada una de las provincias rusas.
El Palacio de Invierno era la residencia principal de los zares rusos, cosa que determina su carácter fastuoso, el Hermitage Pequeño fue
construido para la vida privada de Catalina II. La emperatriz quería descansar de la vida oficial en un lugar más acogedor. Por ese
motivo el palacio fue denominado “Hermitage”, palabra francesa que significa “ermita”, y a él solamente podrían acceder sus invitados
personales. La mesa del comedor del Hermitage descendía a la planta baja, con ayuda de un mecanismo especial, allí era preparada
por los sirvientes y luego volvía a subirse una vez ya preparada, así se evitaba que la servidumbre importunara a Catalina y sus
huéspedes. Este comedor con la mesa levadiza ya no existe; el palacio fue reconstruido en la segunda mitad del siglo XIX y en su lugar
hay una maravillosa sala-pabellón adornada con galerías, rejas doradas, mosaicos esmaltados, la denominada “fuente de las lágrimas”,
centelleantes arañas de cristal de roca. En la sala se expone también el reloj Pavo real, obra inglesa del siglo XVIII. Cuando el reloj da
las horas el pavo real instalado en un roble abre su opulenta cola y da la vuelta mostrándola. Las ventanas de esta sala miran al jardín
colgante, dispuesto sobre las bóvedas de la planta baja.
Hacia finales del reinado de Catalina II, la colección del Hermitage contaba con 3.000 cuados, casi 7.000 dibujos, más de 70.000
grabados y 10.000 piedras talladas, que eran su afición especial. Pero sus colecciones no eran accesibles al público. Ahora visitan el
Hermitage unas dos millones y medio personas cada año. Se dice que si una persona dedicara solo un minuto a contemplar cada pieza
del museo, necesitaría cuatro años y medio, sin descanso, para verlas todas. Por lo que les recomendamos seleccionen antes de su
visita, lo que desean ver.
El Hermitage viejo fue construido en la década de 1770 para instalar la creciente colección artística de Catalina II. Ahora en este palacio
se encuentran obras de los maestros de renacimiento italiano: se expone Judit, obra maestra de Giorgione, la poética Virgen de la
Anunciación de Simone Martín, obras de Fra Angelico y Boticelli... Pero las perlas de la colección son dos cuadros de Leonardo da Vinci:
la Madona Benois – correspondiente a su periodo creativo temprano y que representa a la Virgen como a una joven contemporánea del
pintor, ataviada y peinada a la moda, que juega con su hija – ya la lacónica Madona Litta, que es por el contrario un trabajo de madurez
en que la imagen de la Virgen es el ideal de la belleza física y espiritual. Entre las obras de la célebre colección de Tiziano destaca San
Sebastián, pintado al final de la vida del gran maestro veneciano con trazos amplias e impetuosos, realizados no sólo con el pincel, sino
a menudo con los dedos, lo que le da una expresión especial.
Una riquísima colección del mejor arte
En el edificio del Hermitage nuevo encontramos una parte de la colección de los maestros italianos, que fue construido por Nicolas I y
abrió las puertas al público hace 150 años. Aquí se encuentra arte italiano de los siglos XIII al XVIII La Anunciación de Martini, La visión
de San Agustín, de Lippi, La virgen y el niño de Fra Angelico, El tañedor de laúd de Caravaggio. La única obra de Miguel Ángel, El niño
en Cuclillas estaba destinada al panteón de los Médici.
En las salas grandes, decoradas con vasos de malaquita y lapislázuli, se hallan la exposición de pintura italiana y la colección de pintura
española, considerada como una de las mejores fuera de las fronteras de España. En ella se puede ver obras de El Greco, Velázquez,
Ribera, Zurbarán, Murillo y Goya. La riquísima colección de los pintores españoles del siglo de oro perteneciente al banquero Coesvelt,
reunida durante la guerra napoleónica, llegó al Hermitage en 1814. En esta época las adquisiciones se hicieron ordenadas y el museo
compraba las obras que se consideraban imprescindibles para reflejar con plenitud la historia del arte. Además de las pinturas
españolas, a principios del siglo XIX se adquirieron cuadros de maestros de los Países Bajos. Esta colección no es grande pero tiene
obras maestras de Robert Camping, Roger van del Weyden y Hugo van del Goes.
En todas las épocas los coleccionistas de Rusia tuvieron una afición especial por el trabajo de los pintores flamencos y holandeses del
siglo XVII. Cinco salas del Hermitage Nuevo atesoran obras de Rubens, desde las más tempranas hasta las últimas, célebres retratos de
Van Dyck, escenas de caza de Paul de Vos y abundantes naturalezas muertas de Frans Snyders. La colección de pintores holandeses
cuenta con más de mil cuadros de todos los géneros. Los lienzos de Rembrandt ocupan una gran sala y dan una clara idea de toda so
obra creativa: el retrato juvenil de su esposa Saskia, representada como la diosa Flora, el trágico Descendimiento de la cruz, el
penetrante retrato del anciano en rojo… y al final la joya de la colección, el regreso del hijo pródigo, escena evangélica en que el maestro
pudo expresar su fe en el bien y en el amor humano.
La colección del arte francés de los siglos XV al XVIII es la segunda en importancia en el mundo después de la del Louvre. Los lienzos
de Poussin, Watteau y Chardin se alternan con creaciones de los mejores escultores franceses y una riquísima colección de arte
aplicado. Un atractivo especial del Hermitage es su fantástica colección de pinturas del impresionismo y el post-impresionismo francés y
de los maestros de principios del siglo XX. Estas obras fueron compradas, y a veces encargadas directamente a los maestros, por los
coleccionistas moscovitas Serguei Schukin y Mijail e Ivan Morozov. Los paisajes de Moner y Sisley que revelan el proceso de
afianzamiento del método impresionista, en encanto de las imágenes femeninas de Renoir, el halo intelectual de las obras de Cezanne,
la expresividad de Van Gogh, la serenidad de los paisajes de Oceanía de Gauguin, la armonía cromática de las numerosas obras de
Matisse y de las más de 30 obras de Picasso.
San Petersburgo y Hermitage, un destino imprescindible para los amantes del arte y la cultura.
"El Hermitage" página oficial (en inglés)
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