ACCESO A LA MAGISTRATURA COMO TEMA DE CULTURA JUDICIAL Dr. Sergio Salas Villalobos Presidente de la Corte Superior de Justicia de Lima Diera la impresión, que en el Perú, no existen Jueces idóneos capaces de ejercer la judicatura de manera eficaz, independiente y transparente. Diera la impresión, que en el Perú, los jueces son funcionarios públicos especiales que gozan de sueldos privilegiados (que no los ganan) y que no les serían merecidos. Diera la impresión, que nuestros jueces, no son dignos de ser respetados. Sin embargo, da la impresión, que lamentablemente en el Perú, no se ha desarrollado una Cultura Judicial, que permita a la Sociedad entender lo complejo de un sistema de justicia y la necesidad de consolidarlo como un Poder del Estado. Recientemente hemos asistido a un proceso de selección de jueces para acceder a la carrera judicial en los cargos de Jueces de Paz, de Primera Instancia y Vocales Superiores (llamados Jueces de Apelaciones en todos los sistemas judiciales del mundo). Anteriormente, asistimos a un proceso de selección de Vocales Supremos (llamados Magistrados, en los mismos sistemas). En ambos procesos, se ha notado un común denominador; el gran porcentaje de favorecidos con los mayores puntajes, han sido Abogados que venían ejerciendo su profesión libremente (en su mayoría). Y en regla inversa, los profesionales del Derecho que ejercen cargos en la magistratura, no han podido alcanzar dichos puntajes. Al margen de las especulaciones que se tejen sobre estos procesos, conviene y es oportuno, hacer una lectura de la causa – efecto de dichos procesos. De los datos é informaciones que se recogen de los protagonistas de estos procesos; por que no se tiene a la vista el contenido de las pruebas; se colige que ellos han tenido un perfil de acceso a la magistratura, conteniendo temáticas variadas denominadas de cultura general, razonamiento lógico, y alcance piscotécnico; así como temas de derecho no discriminados. Por consiguiente, las pruebas no han tenido un perfil de ascenso en la magistratura; es decir, temas de especialidades de Derecho discriminadas en razón a la identificación del postulante. Frente a aquel perfil, quienes ejercen libremente la profesión de Abogado sin limitaciones funcionales, evidentemente tiene mayor panorama de acción. Un Abogado independiente, puede realizar múltiples y variadas actividades vinculadas a su profesión. Es en esencia; litigante, asesor, consultor, docente, ejecutor, puede realizar actividades ejecutivas en empresa y asociaciones, sociales, políticas. Debe tener conocimientos sólidos en temas especializados del Derecho de tipo comercial, mercantil, triubutario, registral, notarial, laboral, marcario, etc. Es en buena cuenta, un profesional que debe dominar una gama de posibilidades y actividades relacionadas con el ejercicio de su profesión. El Magistrado (llamado Juez en los sistemas judiciales del orbe), por mandato expreso de la Constitución, por el contrario, solo puede desarrollar dos actividades exclusivas y excluyentes: la magistratrura judicial y la docencia. Ahora bien, por la naturaleza propia del cargo, los jueces están abocados a materias específicas del Derecho: Civil, penal, laboral y familia. No puede ser asesor, consultor, ejecutivo, ni todo lo que el Abogado puede desarrollar profesionalmente. Esta restricción, lamentablemente, disminuye el panorama de acción profesional del Juez; pero lo especializa en la materia en la cual tiene que resolver. Evidentemente, se aprecia una diferenciación bien marcada, de perfiles profesionales. El Consejo Nacional de la Magistratura ha procedido a ejecutar un programa de ingreso a la carrera judicial, cumpliendo una facultad constitucional y una necesidad imperiosa en nuestro sistema judicial: terminar con la provisionalidad de los jueces. Sin embargo, dada la diferenciación antes señalada, hubiera sido prudente establecer dos métodos diferenciados: uno de acceso y otro de ascensos. Uno exclusivamente para Abogados que no ejercen la judicatura, y otro para quienes deseen acceder al cargo inmediato superior. Más aún, la Academia Nacional de la Magistratura; entidad creada por la propia Constitución, ha venido desarrollando en los últimos años, programas académicos claramente definidos: el llamado PROFA (Programa de Formación de Aspirantes) para quienes no son jueces y desean ingresar a la magistratura; y el Programa de Ascensos. Sin embargo, parecería que el promedio de quienes han logrado los puntajes necesarios, es no es proporcional con las promociones generadas en dichos cursos. Peor aún, en el caso de Jueces Titulares en el Distrito Judicial de Lima que buscaban un ascenso, solo uno ha obtenido el puntaje necesario. La explicación es sola una; la prueba escrita era de perfil de acceso y no de ascenso. Quienes están ya dentro de una carrera, no tienen por que dar una nueva prueba de ingreso; es ilógico. Es como si cualquier profesional pretendiera dar un nuevo examen de ingreso a la universidad. Obviamente, muy pocos pasarían la prueba. Algo similar ha ocurrido en la magistratura. No se trata pues, que los jueces peruanos no estén capacitados ni preparados para ejercer la Magistratura. No se trata que tengan que probar a alguien su capacidad funcional y profesional; pues la única manera que tienen de hacerlo de acuerdo a la Constitución, es con el desarrollo de su labor. En esta hora actual, los jueces peruanos no solo están demostrando a la Sociedad, su plena y total independencia funcional, sino además, su capacidad para afrontar los retos para investigar y juzgar a los agentes de la corrupción en general que dominaron el escenario nacional en los últimos años; así como para amparar la tutela jurisdiccional de quienes acceden a ella. Es conveniente pues, ilustrar a la Sociedad peruana ejerciendo una labor de Cultura Judicial, que los jueces titulares en actividad, no han sido reprobados de prueba alguna que melle su prestigio, consideración, y preeminencia reconocida ya por la Constitución. Debe procederse de inmediato, a un justo proceso de Ascenso de la carrera Judicial, que no reviste mayor complejidad. Otra sería la situación, si en el Perú se adoptan los sistemas mundiales de auténtica carrera judicial, en donde el cargo no es en función de la remuneración, sino de la auténtica vocación é identificación. Pero ese; es ya otro tema de Cultura Judicial.