EDITORIAL - Elsevier

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E D I TO RI A L
... ¿E INM UNOLOGÍA CLÍNICA?
Los trabajos de investigación sobre inmunología básica son objeto de publicación en
revistas especializadas, muy prestigiosas, pero, por lo general, la patología de la inmunidad
no es el objetivo de las mismas, sino que esta vertiente patológica parece más bien
subsidiaria de las publicaciones que se dirigen fundamentalmente al médico clínico. En este
sentido, es llamativo que tanto las llamadas Sociedades de Alergología e Inmunología
Clínica, como las publicaciones con denominación similar, a veces dependientes de las
mismas Sociedades, se ocupen casi exclusivamente de la patología alergológica y muy
escasamente de la clínica inmunológica. Véanse, si no, los programas de los congresos o
reuniones y los índices de estas revistas (incluida Allergologia et Immunopathologia), en
muchos de los cuales es raro encontrar temas relacionados con la inmunidad.
Por el continuo avance en el conocimiento de los mecanismos por los que interviene
el intrincado sistema inmunitario en la protección de nuestro organismo frente a los
elementos nocivos a los que estamos constantemente expuestos, se puede afirmar que
la Inmunología es la rama de la medicina que más ha progresado en los últimos años
en el conjunto de la ciencia médica básica, progreso equiparable solamente con los
avances obtenidos en el campo de la genética, especialmente brillantes por el reciente
desarrollo del genoma humano.
El desarrollo de la Inmunología básica se apoya en el laboratorio experimental a partir
de animales en los que se estudia su sistema defensivo, valiéndose en muchas ocasiones
de animales con determinadas carencias del mismo (knock-in mouse, nude mouse).
Posteriormente estos conocimientos deben ser transferidos a la especie humana, con
las dudas que esto plantea, ya que no existe una correlación exacta entre el sistema
inmunitario de los animales y el de nuestra especie. Por estos estudios, se tiene un mejor
conocimiento de los sistemas celulares implicados y de la infinidad de mediadores
(citocinas) que participan en el proceso defensivo, siendo conscientes de que aún falta
mucho por saber, pues cada vez se van conociendo más elementos que intervienen en
estos procesos (moléculas de adhesión, quimiocinas) (1, 2).
El trastorno de la inmunidad más específico es el fallo de la respuesta defensiva frente
a microorganismos y parásitos, lo que constituye el amplio apartado de las
inmunodeficiencias tanto las primarias como las adquiridas, de ahí la relación directa con
el capítulo de la patología infecciosa (3, 4). Pero los trastornos de los mecanismos
inmunitarios no se limitan a este déficit de la respuesta frente a agresores exógenos,
sino que la patología más común es por exceso de respuesta, como ocurre en los
numerosos casos en que el sistema inmune no reconoce como propias a una serie de
sustancias con capacidad antigénica, que como consecuencia se comportan como autoanticuerpos, dando lugar a una amplia variedad de enfermedades. La existencia de
Allergol et Immunopathol 2000;28(5):252-254
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procesos autoinmunes que afectan específicamente a determinados órganos (tiroides,
páncreas, suprarrenales, riñones, etc.) o sistemas (hemático, piel, músculos o
articulaciones), hace que estos trastornos de la inmunidad se relacionen con otros
capítulos de la patología, lo cual deben tener presente los médicos especialistas en estos
diversos sistemas orgánicos (5). Pero además la inmunidad se relaciona con otros
procesos, como son los oncológicos, las gammapatías o los trasplantes de órganos.
Precisamente por el progreso en los conocimientos de los mecanismos básicos de la
inmunidad, cada vez se describen nuevas enfermedades por déficit cuantitativo o funcional
de alguno de los elementos que integran aquella, dando lugar a la descripción de nuevas
inmunodeficiencias, o a la reubicación de algunas de ellas dentro de los distintos apartados
con los que se pretende sintetizar la etiopatogenia de los déficit inmunitarios. De ahí que
periódicamente la OM S publique una nueva Clasificación de las Inmunodeficiencias,
observándose notables diferencias en el transcurso de los años (6-8).
Iguales progresos se observan en las enfermedades autoinmunes, sobre todo de los
mecanismos celulares y moleculares, con indudable repercusión en la terapéutica (9-13).
Del mismo modo, el progreso de la terapéutica mediante trasplante de órganos, médula
ósea, precursores celulares, etc., se debe al conocimiento básico de los mecanismos de
reconocimiento celular de “ lo propio” , lo cual ha conducido el desarrollo de técnicas que
permitan la aceptación por el receptor de órganos o células de un donante extraño (1, 2).
En la patogenia de algunos de los procesos citados intervienen diversas reacciones
de hipersensibilidad, aunque sin duda la patología inmunitaria por exceso de respuesta
más común, corresponde a las reacciones inmediatas de hipersensibilidad de tipo I, es
decir, la patología alérgica, en cuyos mecanismos participan los mismos elementos citoinmunoquímicos que en los demás procesos.
Es cierto que las enfermedades alérgicas son mucho más frecuentes, por lo que el clínico
se ve obligado a prestar más atención a los trabajos que se ocupan de ellas. Sin embargo,
hay que reconocer que diversos mecanismos inmunológicos pueden estar implicados en
enfermedades aparentemente alérgicas, y por consiguiente en muchos casos deben incluirse
en el diagnóstico diferencial procesos muy diversos, siendo obligado que el especialista en
Alergología tenga conocimientos amplios de inmunología básica y de clínica inmunológica,
aún más si en su práctica médica ha de ocuparse de estos aspectos de la inmunopatología.
Como consecuencia, la Sociedad científica o la Revista que ostente la denominación de
“ inmunología clínica” , está obligada a incluir en sus reuniones y publicaciones ese aspecto
de la patología, estimulando a sus asociados a que se ocupen de estos temas.
F. M uñoz-López
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Allergol et Immunopathol 2000;28(5):252-254
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Allergol et Immunopathol 2000;28(5):252-254
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