Agricultura de Secano Giovanni Quaranta Serie Folletos: C Número: 4 Contenidos: INTRODUCCIÓN LA AGRICULTURA DE SECANO EN LA EUROPA MEDITERRÁNEA CONSERVACIÓN DEL AGUA AUMENTO DE LA CAPACIDAD DE ALMACENAMIENTO DE AGUA EN EL SUELO REDUCCIÓN DE LA ESCORRENTÍA MEJORA DE LA INFILTRACIÓN REDUCCIÓN DE LA EVAPORACIÓN REDUCCIÓN DE LA TRANSPIRACIÓN MEJORA DE LA EFICIENCIA DEL USO DEL AGUA EN ZONAS ÁRIDAS ASPECTOS SOCIALES Y ECONÓMICOS: ESTRATEGIA PARA CONTRARRESTAR LA DESERTIFICACIÓN EN ZONAS AGRÍCOLAS DE SECANO: COMBINAR LAS SOLUCIONES AGRONÓMICAS Y SOCIOPOLÍTICAS TRIGO OLIVO CONCLUSIONES REFERENCIAS 1 2 2 3 4 4 5 5 6 7 8 9 9 10 INTRODUCCIÓN La agricultura de secano es aquélla en la que los cultivos sólo reciben el agua que aportan las lluvias. Este término se aplica en las regiones donde la precipitación anual es inferior a 500 mm. La agricultura de secano se basa principalmente en técnicas de cultivo específicas que permiten un uso eficiente y eficaz de la limitada humedad del suelo. El objetivo de este folleto es identificar los factores críticos que pueden favorecer la aparición de procesos de desertificación en la agricultura de secano y definir estrategias que puedan contrarrestar eficazmente estos procesos. Figura 1. Efectos de la erosión del suelo en una ladera de montaña típica de la cuenca del Agri. El folleto se referirá principalmente a la conservación del suelo y del agua, centrándose en particular en los cultivos de secano típicos de la zona mediterránea, cuyo desarrollo depende por lo general de las precipitaciones. También se abordarán las cuestiones ambientales, políticas y económicas relacionadas con la sostenibilidad de la agricultura de secano. Aunque los climas secos se pueden identificar con bastante facilidad, las zonas en las que el agua escasea son más difíciles de definir. La precipitación media es uno de los criterios utilizados habitualmente para clasificar una región desde el punto de vista de sus recursos hídricos. Las tierras 1 áridas tienen menos de 250 mm de precipitación anual y las semiáridas entre 250 y 500 mm. Los ambientes extremadamente secos, los desiertos y las regiones semiáridas permiten hasta cierto punto el crecimiento de las plantas. Por lo tanto, los sistemas de cultivo utilizados en estas zonas han evolucionado a través de una progresiva convergencia entre las prácticas de cultivo más adecuadas y programas de selección de las plantas mejor adaptadas. Examinaremos estos sistemas con el fin de poner de relieve los problemas de desertificación relacionados con la agricultura y las posibles estrategias de mitigación. También abordaremos las medidas utilizadas habitualmente en la lucha contra la desertificación, así como las soluciones novedosas, como la recuperación de los conocimientos tradicionales o el potencial de la biotecnología. LA AGRICULTURA DE SECANO EN LA EUROPA MEDITERRÁNEA La agricultura de secano de la Europa Mediterránea se concentra principalmente en el centro y sur de Portugal, España e Italia y en Grecia. Los cultivos más comunes en estas regiones son los cereales de invierno (trigo y cebada). Los cultivos leñosos como el olivo, el almendro, el nogal y la vid se suelen asociar con estos cereales de invierno. Las leguminosas de grano (habas) y forrajeras (alfalfa, veza) también forman parte de los cultivos más comunes en los sistemas de rotación de cultivos. El pastoreo (bovino, ovino y caprino) en pastizales permanentes es también típico de estas regiones secas y contribuye significativamente a aumentar el nivel de materia orgánica del suelo, que en el sur de Europa es, en general, bajo. La Agencia Europea de Medio Ambiente (Informe AEMA nº 11/2006 ISSN 1725‐9177: Land accounts for Europe 1990–2000) indica que entre 1990 y 2000 se ha observado en toda Europa una disminución importante de la superficie de tierras agrícolas (cultivos herbáceos y pastos), que ha afectado particularmente a las zonas marginales y poco productivas (es decir, con escasez de agua). Aunque el abandono de las tierras de secano tiene, en comparación con los regadíos, consecuencias económicas relativamente poco importantes, es indudable su impacto social y cultural. La mayoría de los cultivos de secano son específicamente mediterráneos y se utilizan a menudo en las recetas de la cocina típica local, que podrían así desaparecer. Además, la agricultura de secano mediterránea 2 depende en gran medida de las variedades o ecotipos locales, que están bien adaptados a las especificidades de la región y contribuyen significativamente a la preservación de la biodiversidad. En este sentido, los proyectos regionales encaminados a preservar las zonas especialmente expuestas a la degradación que conlleva al abandono de las tierras han promovido la aplicación de prácticas agrícolas adaptadas al secano, con la participación, a distintos niveles, de todas las partes interesadas. Este proceso pretende proporcionar, tanto a los agricultores como a los administradores, herramientas de carácter técnico que permitan mejorar la agricultura de secano, con el objetivo de preservar las agriculturas locales, contrarrestar la degradación del medio ambiente y promover el turismo en las zonas donde el paisaje mediterráneo y sus productos típicos puedan ser valorizados. CONSERVACIÓN DEL AGUA La agricultura de secano depende estrictamente de las precipitaciones. Debido a la variabilidad inherente a las precipitaciones, la agricultura de secano está implícitamente basada en sistemas de ahorro del agua, que deben tener en cuenta: • la explotación y la utilización racional de los recursos hídricos; • las prácticas agronómicas destinadas al ahorro de agua; • las medidas de manejo que permitan ahorrar agua. Por lo tanto, la gestión de los suelos y de los recursos hídricos es un factor determinante para la conservación y la sostenibilidad de la agricultura de secano. La conservación de los suelos es fundamental para garantizar condiciones óptimas en la zona radicular, que debe poder almacenar agua suficiente para el crecimiento de las plantas. Figura 2. Un caso extremo de erosión del suelo. La profundidad del suelo es insuficiente para que arraiguen los árboles: se ha aportado nuevo suelo para permitir el adecuado crecimiento de estos olivos relativamente jóvenes. El balance hídrico del suelo se puede expresar mediante la relación: P+I= R+ET+ΔS+D [donde P e I son las precipitaciones y el agua de riego, respectivamente; R es el agua de escorrentía; ET es la evapotranspiración; ΔS es la variación de la humedad en la zona radicular; D es la infiltración bajo la zona radicular]. Por lo tanto, es evidente que: • minimizar las pérdidas de agua por evaporación, escorrentía y drenaje más allá de la zona radicular; • y mejorar la eficiencia de uso de las precipitaciones; son los objetivos fundamentales que deben perseguirse para mejorar el establecimiento y el rendimiento de los cultivos en las zonas en las que el agua es un bien escaso. Recuadro 1 Reducir la pérdida de agua y aumentar la eficiencia de su uso son factores clave para mejorar la productividad de la agricultura de secano. AUMENTO DE LA CAPACIDAD DE ALMACENAMIENTO DE AGUA EN EL SUELO La retención de agua en el suelo depende de: • la distribución de tamaños de las partículas del suelo; • la estructura del suelo; • la profundidad del suelo en la zona radicular activa. Es muy difícil modificar el tamaño de las partículas del suelo en una gran superficie, pero se puede aumentar de manera eficiente el contenido de agua del suelo mediante la mejora de su estructura y el aumento de la profundidad que las raíces pueden explorar. La estructura del suelo influye en factores químicos, físicos y biológicos que determinan su fertilidad, todos los cuales contribuyen a aumentar la disponibilidad de agua en el suelo para el crecimiento de las plantas. La materia orgánica también desempeña una función fundamental en la mejora tanto de la estructura del suelo como de la estabilidad de esa estructura, ya que favorece la formación de agregados (componentes básicos de la estructura del suelo). Los estudios científicos indican que el 70 % de la materia orgánica del suelo está fijada en esos agregados, en los que forma complejos con los minerales de arcilla, que son esenciales para garantizar la estabilidad de la estructura del suelo. La ruptura de los agregados del suelo, como consecuencia de un manejo inapropiado o de un bajo contenido de materia orgánica, también facilitará la erosión. A su vez, esto lleva a una reducción en la cantidad de suelo disponible para el desarrollo adecuado de las raíces. La adición de residuos de cosechas, estiércol y otras formas de materia orgánica es importante para mejorar la formación de agregados del suelo. Estos aportes están fundamentalmente relacionados con la rotación de cultivos, una práctica que ha sido progresivamente abandonada como consecuencia de la especialización de los cultivos. En este contexto, la reintroducción de la ganadería como una actividad más de las explotaciones agrícolas sería muy beneficiosa para la conservación del suelo y la productividad de los cultivos. Figura 3. Un pastoreo sostenible extensivo contribuiría a incrementar el contenido de materia orgánica del suelo. Se puede encontrar más información sobre la función que la materia orgánica desempeña en la gestión sostenible del suelo en el libro de Raman citado al final de este cuaderno. Por regla general, el laboreo aumenta el volumen de suelo activo (química y biológicamente) que puede ser explorado por el sistema radicular. Este efecto es particularmente importante en suelos arcillosos y 3 compactos, en los que el laboreo aumenta el volumen de suelo fácilmente accesible para las raíces, mejora su porosidad, facilita los intercambios gaseosos e hídricos entre los distintos horizontes y, en última instancia, mejora la capacidad de almacenamiento de agua. En regiones cálidas y secas, las labores tradicionales que exponen capas profundas del suelo a la influencia del aire y de las altas temperaturas deben desaconsejarse, ya que aceleran la mineralización de la materia orgánica y, a la larga, tienen un efecto negativo tanto en la estructura del suelo como en la estabilidad de sus agregados. En cambio, el laboreo mediante cultivadores y subsoladores mejora la infiltración del agua en el suelo al tiempo que preserva su estructura frente a las agresiones químicas y mecánicas. El papel del laboreo intensivo en la conservación del agua en el suelo en zonas áridas ha sido recientemente puesto en tela de juicio. En algunos casos, una labor profunda durante la estación seca, seguida por unas precipitaciones medias durante la estación lluviosa, aumentan el almacenamiento de agua en el suelo entre 50 y 100 mm, en comparación con el laboreo mínimo y cero, respectivamente. Esta situación parece invertirse cuando las lluvias son escasas. Cuando esto sucede, el laboreo mínimo se traduce en una mejora del contenido de agua en el suelo y en rendimientos superiores en comparación con un laboreo profundo. Además, debe tenerse en cuenta que la alteración mecánica del suelo producida por las prácticas convencionales de laboreo tiene como consecuencia a largo plazo una desestabilización de los agregados del suelo, lo que a su vez facilitará el arrastre de las partículas del suelo (erosión) y reducirá la profundidad de la capa arable. contorno y no en la dirección de la pendiente) y la formación de caballones que reduzcan la velocidad de la escorrentía, o la construcción de estructuras más complejas, como terrazas. Recuadro 2 Preservar la materia orgánica del suelo es esencial para 1) garantizar la estabilidad de los agregados, 2) mejorar la retención de agua y 3) reducir la erosión del suelo. En este sentido, será el volumen de las precipitaciones durante la temporada de lluvias el que determine las ventajas e inconvenientes del laboreo convencional comparado con el laboreo mínimo, en términos de conservación del agua en el suelo y de mineralización de la materia orgánica. REDUCCIÓN DE LA ESCORRENTÍA Cuando la intensidad de lluvia es superior a la velocidad de infiltración, puede aparecer escorrentía o encharcamientos, que se traducirán en una irreversible pérdida de agua. En terreno llano, el agua encharcada se pierde por evaporación y puede también causar anoxia en la zona radicular. En terrenos con pendiente, en los que las tasas de infiltración son bajas, no sólo se pierde agua por escorrentía: el suelo también puede ser arrastrado por la erosión hídrica. Las acciones destinadas a mejorar las propiedades de infiltración del suelo deben concentrarse en medidas que mejoren la estructura del suelo, entre las que se pueden destacar las siguientes: el aporte de materia orgánica, la reintroducción de rotaciones de cultivos y la reducción al mínimo de los daños mecánicos asociados con el laboreo intensivo. 4 Figura 4. Un laboreo que no siga las curvas de nivel favorece la erosión del suelo. La alteración mecánica del suelo producida por las prácticas convencionales de laboreo tiene como consecuencia a largo plazo una desestabilización de los agregados del suelo. En terrenos con mucha pendiente, las medidas de conservación deberían incluir modificaciones del perfil del suelo a través de acciones simples como el laboreo en curvas de nivel (es decir, siguiendo el MEJORA DE LA INFILTRACIÓN Se pueden conseguir mayores tasas de infiltración mediante la mejora de la estructura y la permeabilidad de las distintas capas del suelo. La utilización de un mulching (acolchado) compuesto por residuos de cosecha puede contrarrestar el daño mecánico que produce el impacto de las gotas de lluvia en los agregados del suelo y puede reducir hasta un 50 % la pérdida de agua por escorrentía. Ciertas prácticas tradicionales, como dejar el suelo en barbecho (es decir, no cultivarlo) durante un año para mejorar la reserva de agua para la cosecha del año siguiente, se han ido abandonando poco a poco, pero aún pueden presentar alguna ventaja. Esta práctica tiene por objeto: 1) mejorar la infiltración del agua gracias a una labor profunda antes de la temporada de lluvias y 2) reducir la pérdida de agua por evapotranspiración mediante una labor superficial y una escarda mecánica, después de la temporada de lluvias. El análisis de resultados experimentales permite hacer las siguientes recomendaciones respecto al barbecho en diferentes condiciones ambientales: • Los mejores resultados se logran en climas fríos y secos. • El barbecho puede tener efectos muy significativos cuando la precipitación anual es de unos 250–300 mm. • Si la lluvia supera los 450 mm anuales, el barbecho puede no ser necesario. • Si la lluvia no alcanza los 450 mm anuales, el barbecho mejora la reserva de agua en el suelo. • • En las regiones muy áridas (250–300 mm de lluvia por año), el barbecho es indispensable para garantizar que el cultivo siguiente disponga de agua suficiente. En la mayoría de los casos se puede sugerir como una alternativa más eficaz el uso de leguminosas como cultivo de cobertura o para pasto. Cabe señalar que, en comparación con el barbecho, los cultivos de cobertura no mejoran específicamente el contenido de agua en el suelo, pero pueden mejorar su fertilidad, la estabilidad de los agregados y las propiedades físico‐químicas generales del suelo. (que en suelos arcillosos son responsables del 20– 30 % de la pérdida de agua por evaporación). Recuadro 3 Las pérdidas de agua por evaporación y transpiración puede reducirse mediante: 1) cortavientos; 2) mulching; 3) laboreo de las capas superficiales del suelo; 4) control de malas hierbas. Estas acciones tendrán, en la mayoría de los casos, una función múltiple en la conservación del agua y del suelo. REDUCCIÓN DE LA EVAPORACIÓN La reducción de la evaporación del agua contenida en el suelo puede lograrse mediante: • la utilización de cortavientos; • mulching; • el laboreo de las capas superficiales del suelo (10–15 cm). Entre los factores ambientales que influyen en la evaporación, el viento juega un papel fundamental, puesto que aumenta el déficit de presión de vapor (DPV) cerca del suelo. Los cortavientos contrarrestan así la pérdida de agua del suelo por evaporación. Para superficies relativamente pequeñas, los cortavientos pueden ser muros, pantallas de plástico o empalizadas de madera. Los más comunes son los formados por árboles o arbustos. El mulching o acolchado mejora el balance hídrico del suelo al reducir la pérdida por evaporación, además de tener otras funciones, como minimizar el desarrollo de malas hierbas, aumentar la temperatura del suelo y reducir la escorrentía y la erosión. En la mayor parte de cultivos de secano, los restos de cosecha se dejan en el suelo para protegerlo. Sin embargo, la cantidad de material que cubre el terreno es un factor fundamental que determina el nivel de protección. Para los restos de cereales (trigo), se recomiendan 10 toneladas por hectárea. El laboreo de las capas superficiales del suelo es otra de las prácticas que se recomiendan en las zonas áridas, ya que tiene múltiples ventajas. Por ejemplo, la bina es eficaz tanto para el control de malas hierbas como para reducir la pérdida de agua por evaporación. Además, en algunas circunstancias mejorará la infiltración al romper la costra que se haya formado en la superficie del suelo. El principal efecto de las binas es la interrupción del movimiento capilar del agua en el suelo. Esto puede reducir hasta un 50 % la pérdida de agua por evaporación. Los suelos arenosos y pesados pueden beneficiarse de esta práctica, que reduce de manera efectiva la superficie de evaporación, ya sea al colapsar los macroporos (en suelos arenosos) o rompiendo grietas profundas REDUCCIÓN DE LA TRANSPIRACIÓN Reducir la pérdida de agua por transpiración es de suma importancia en los climas secos. Tradicionalmente, esto se logra mediante: • los cortavientos; • el control de las malas hierbas; • y, en ocasiones, recurriendo a antitranspirantes. El viento tiene un efecto sobre la superficie foliar que se asemeja al anteriormente descrito para el suelo. Los vientos secos provocan intensos flujos de transpiración que, en algunos casos, pueden provocar desequilibrios fisiológicos (algo bastante común en el trigo cultivado en climas semiáridos). Aunque las estrategias disponibles para contrarrestar este fenómeno son bastante escasas, los cortavientos permiten controlar tanto la pérdida de agua de la vegetación como del suelo. Las malas hierbas compiten de forma muy 5 significativa con los cultivos por la mayoría de los recursos, incluido el agua. En las zonas en las que el agua escasea, la competencia entre el trigo y la mala hierba asociada Avena fatua L. puede reducir el rendimiento de la cosecha hasta un 60 %. Las malas hierbas poseen, generalmente, características de adaptación o tolerancia que las hacen muy competitivas en condiciones de escasez de agua. Un control eficaz de las malas hierbas es a veces difícil de conseguir por razones técnicas o de presupuesto. La quema de los restos de cosecha es una práctica tradicional que tiene por objeto eliminar las semillas y los órganos de propagación de la mayoría de las malas hierbas. Sin embargo, en algunas circunstancias, la quema puede tener un efecto contrario, estimulando la germinación de algunas semillas o el desarrollo de algunos órganos subterráneos que no son destruidos por las altas temperaturas. Aunque el uso de escardas mecánicas suele verse limitado por el tipo de cultivo, el costo, la eficacia y la posibilidad de acceder a los campos, sigue siendo el mejor sistema de control en muchos casos. La escarda mecanizada (con rastrillos), suele dar mejor resultado que la escarda química, ya que tiene efectos positivos en las propiedades de retención de agua del suelo y en la reducción de las pérdidas por evaporación. En los climas secos y cálidos, se recomienda recurrir siempre que sea posible a la escarda mecánica antes de la siembra de otoño. En general, el control químico permite evitar los problemas relacionados con las dificultades de acceso que presentan los suelos arcillosos durante la temporada de lluvias. Hay que destacar que los problemas asociados con la acumulación de compuestos fitotóxicos en el suelo son especialmente importantes en las regiones secas. La sostenibilidad de esta práctica, por lo tanto, debe ser considerada en relación con el contexto ambiental específico en el que se aplica. Los resultados de múltiples experimentos, realizados en distintos lugares y con diferentes prácticas de control de malas hierbas, han demostrado que las pérdidas de agua en el suelo entre agosto y junio, pueden clasificarse como sigue: Sin control de malas hierbas (mayor pérdida de agua) > control químico > binas > mulching con residuos de cosecha (menor pérdida de agua). MEJORA DE LA EFICIENCIA DEL USO DEL AGUA EN ZONAS ÁRIDAS Además de las técnicas mencionadas, la mejora de la eficiencia en el uso del agua (EUA: la relación entre el agua aportada y el rendimiento de los cultivos) y del índice de cosecha (IC: la proporción de grano, u otro producto comercializable, respecto a la materia seca de la parte aérea) son los principales retos que 6 afronta la agricultura de secano. Figura 5. La eficiencia en el uso del agua puede mejorarse mediante una óptima distribución de los aportes. La velocidad y la dirección del viento pueden afectar significativamente a la uniformidad de riego de los sistemas de riego por aspersión. Un desarrollo rápido del cultivo aumentará la eficiencia en el uso del agua, puesto que se reducirá la cantidad de radiación solar que llega a la tierra y, por consiguiente, las pérdidas de agua por evaporación. Las siembras tempranas, la fertilización y las variedades de rápido crecimiento (vigor temprano) pueden contribuir a disminuir las pérdidas de agua en el suelo. Las técnicas que persiguen un uso más eficiente del agua deben tener como objetivo la mejor adecuación posible entre la disponibilidad de agua y los estados fenológicos en los que esa agua es especialmente necesaria. En el caso del trigo (un cereal típico de la agricultura de secano mediterránea), una fase vegetativa excesivamente larga, debida a un exceso de abonado nitrogenado o un retraso en la siembra, se traducirá en unas necesidades hídricas altas durante la fase reproductiva y, por consiguiente, en un posible déficit durante el llenado del grano (una etapa fisiológica muy delicada en ambientes secos). La mala gestión de los cultivos en estas condiciones dará lugar a una reducción drástica del índice de cosecha. La eficiencia en el uso del agua de la planta también puede verse muy afectada por las condiciones nutricionales. Los sistemas de cultivo basados en balances de recursos negativos (extraen más de lo que aporta), como los que suelen practicarse en zonas de secano marginales, pueden ir agotando la fertilidad del suelo y favorecer otros fenómenos como la erosión del suelo, la sequía y, finalmente, la desertificación. En casos extremos este proceso ha dado lugar a un estancamiento de la agricultura. Las leguminosas representan un papel importante en los sistemas de cultivo sostenible que pueden aplicarse en estas zonas. Además de proporcionar forraje para el ganado, las leguminosas contribuyen significativamente a la fertilidad biológica y química del suelo. Estas mejoras en la fertilidad permiten reducir la erosión en zonas de montaña y aumentar el contenido de materia orgánica del suelo. La reintroducción de leguminosas también debe considerarse como una opción en términos de diversificación, ya que puede contribuir al control de las plagas, enfermedades y malas hierbas que conlleva la especialización de los cultivos. La mejora vegetal y la ingeniería genética son herramientas de gran utilidad para la transferencia de caracteres de tolerancia a los cultivos de bajos insumos típicos de estas zonas. La eficiencia en el uso del agua (EUA) ha sido considerada durante años como un carácter genético difícil de transferir. Los programas de mejora genética destinados a mejorar la producción por unidad de volumen de agua han podido mejorar el índice de cosecha (IC) más que la EUA, sea mediante la introducción de variedades enanas y de ciclo corto, sea seleccionando la tolerancia a mayores densidades de plantación. Sin embargo, el margen de mejora del IC es bastante limitado. Los recientes avances en genética molecular han abierto nuevas vías en este campo, ya que han permitido identificar los genes que pueden controlar la eficiencia en el uso del agua de las plantas. Estos genes representan un recurso genético de gran importancia para mejorar la EUA. Recuadro 4 Las prácticas agrícolas que consigan una mejor adecuación entre la disponibilidad de agua y los estados fenológicos críticos desde el punto de vista hídrico mejorarán la eficiencia en el uso del agua. La mejora vegetal y la ingeniería genética son herramientas con un gran potencial para la transferencia de rasgos de tolerancia a los cultivos de bajos insumos, típicos de la agricultura de secano. ASPECTOS SOCIALES Y ECONÓMICOS: ESTRATEGIA PARA CONTRARRESTAR LA DESERTIFICACIÓN EN ZONAS AGRÍCOLAS DE SECANO: COMBINAR LAS SOLUCIONES AGRONÓMICAS Y SOCIOPOLÍTICAS En la agricultura de secano, los aspectos sociales y económicos relacionados con la desertificación son especialmente importantes porque la sostenibilidad económica de los sistemas de cultivo que se pueden practicar en las regiones secas es a menudo un factor limitante. Las graves crisis económicas y sociales que ha vivido la agricultura tradicional en los últimos años han provocado que la población rural de las zonas desfavorecidas emigre hacia las zonas urbanas. Esto, a su vez, se ha traducido en un abandono de las tierras, especialmente las marginales, que quedan expuestas a procesos de degradación. Existen otros aspectos complejos que pueden acentuar los problemas de desertificación relacionados con la agricultura de secano en las regiones mediterráneas. Los más destacados son: • la diversidad de los paisajes; • la superposición de varios cultivos; • las condiciones climáticas caracterizadas por sequías estacionales y una fuerte variabilidad de las precipitaciones con lluvias repentinas e intensas. En este contexto, el déficit demográfico y la despoblación constituyen un serio problema para una gran parte de las regiones semiáridas, sobre todo porque la emigración afecta a los miembros más jóvenes y con mayor nivel de estudios de la población. Este proceso se debe en parte a un problema creciente de aislamiento, tanto geográfico como cultural, que está considerado como la principal limitación de estas regiones. A pesar de esta compleja situación, el sector agrícola sigue teniendo una función importante en la cuenca del Mediterráneo tanto en el uso de la tierra como desde el punto de vista socioeconómico. Por lo tanto, evaluar los efectos de las prácticas actuales, en términos de conservación de los recursos y de eficiencia de uso, podría ser útil para identificar las debilidades de esos sistemas y las medidas de corrección que permitirían mejorar la organización de las explotaciones y la sostenibilidad global de sus actividades. La agricultura de secano mediterránea suele implicar a un gran número de pequeños empresarios que toman decisiones individuales sobre la gestión de los recursos naturales y los capitales con los que cuentan. Aunque esas decisiones particulares acerca del uso del suelo pueden parecer irrelevantes, cuando se repiten y se acumulan una y otra vez pueden tener graves consecuencias a escala regional e incluso mayor. Esto explica el consenso general que existe sobre el hecho de que los sistemas de manejo de las tierras agrícolas contribuyen de manera significativa a la degradación del suelo y del medio ambiente. Son numerosos los estudios realizados para evaluar esta contribución y elaborar mapas mundiales del riesgo que corren los suelos. Estos mapas se basan principalmente en parámetros ambientales (como el índice de zonas ambientalmente sensibles, ESA), pero algunos también incorporan los factores relacionados con la gestión de las tierras. El proyecto DESERTLINKS ha examinado recientemente las prácticas de cultivo y los sistemas de producción ganadera en la cuenca del Agri, desde el punto de vista del riesgo de degradación del suelo. Describimos a continuación los resultados obtenidos para el trigo y el olivo, dos cultivos que en esta 7 región suelen ser de secano. Figura 6. La cría de ganado ovino es bastante común en la cuenca del Agri. Recuadro 5 Los principales obstáculos para una óptima gestión de la agricultura de secano en las regiones mediterráneas son los siguientes: la gran variedad de paisajes, la superposición de diversos cultivos, las condiciones climáticas caracterizadas por sequías estacionales y una fuerte variabilidad de las precipitaciones con lluvias repentinas e intensas, el déficit demográfico y la despoblación, el gran número de pequeños agricultores. Sensibilizar a los agricultores y a los responsables locales sobre cuestiones esenciales relacionadas con la conservación del medio ambiente, el uso eficiente de los recursos y la sostenibilidad de la agricultura parece ser el aspecto fundamental que se ha de abordar Trigo La tecnología utilizada generalmente para el cultivo del trigo en la mayoría de las zonas secas y de colinas del sur de Italia tiene consecuencias muy importantes tanto en la degradación de las tierras como en la mitigación de los daños. 8 suelo debido al avance de los procesos de desertificación. El estudio identificó 59 técnicas de cultivo de trigo diferentes en la cuenca del Agri. Las técnicas pueden clasificarse como sigue en función de su impacto sobre la degradación de las tierras: Muy buenas prácticas. Estas técnicas se basan principalmente en la siembra directa (sin laboreo) acompañada de una rotación de cultivos. Sin embargo, no son muy habituales: representan menos del 4 % de las técnicas identificadas. Los resultados ambientales y económicos son notables tanto en términos relativos como absolutos. Estas técnicas han sido empleadas únicamente durante unos pocos años (no más de cuatro temporadas de siembra consecutivas). Será especialmente interesante seguir esta experiencia durante los próximos años, para comprobar si sus excelentes resultados se mantienen a largo plazo. Buenas prácticas. El estudio también constató un pequeño porcentaje (alrededor del 11 %) de prácticas que tenían un buen impacto global en la degradación del suelo de la zona. Estas prácticas consisten en la siembra directa sin rotación de cultivos o en el mínimo laboreo con rotación de cultivos. En estas prácticas, se considera que el laboreo ligero se ve compensado por la rotación de los cultivos, que es beneficiosa para el suelo desde un punto de vista químico y físico, reduciendo la erosión y aumentando el contenido en materia orgánica. Malas prácticas. Se consideran totalmente insostenibles en esta zona las prácticas que hacen un amplio uso del laboreo y de otras operaciones que afectan al suelo, junto con la ausencia de rotación de cultivos durante décadas. Entre estas prácticas, las que utilizan el laboreo tradicional, paralelo a las curvas de nivel, representan aproximadamente el 13 % del total. Cuando la pendiente permite que los tractores sigan las curvas de nivel, algunos agricultores prefieren este método, aunque las razones dadas casi nunca parecen basadas en consideraciones agronómicas. Figura 7. Emergencia desigual de las plántulas de trigo como consecuencia del empobrecimiento del Olivo Prácticas actuales. El cultivo del olivo también es muy habitual en la cuenca del Agri. natural durante el período más lluvioso del año, seguido de una siega durante el período seco, podría limitar significativamente la competencia por el agua. La sostenibilidad a largo plazo del cultivo del olivo en las zonas más sensibles se puede mejorar mediante el uso de terrazas o caballones para ralentizar la escorrentía en zonas de montaña y otros terrenos con pendiente, junto al cultivo de leguminosas intercaladas, el laboreo mínimo y la poda reducida. CONCLUSIONES Figura 8. Los cultivos de secano más comunes en la cuenca del Agri son el trigo y el olivo. Los olivos son utilizados a menudo como cortavientos. Las prácticas de labranza utilizadas en la producción olivarera en esta región incluyen una labor con cultivador en invierno (20 cm de profundidad) y una labor superficial en primavera, utilizando gradas o cultivadores rotativos. En los sistemas intensivos tradicionales, la fertilización es por lo general tanto mineral como orgánica, mientras que en sistemas extensivos tradicionales, el abonado es principalmente orgánico (abono verde o pastos). La poda de invierno (realizada en febrero) se hace por lo general en años alternos. Los residuos de poda no suelen enterrarse; lo habitual es que sean recogidos y quemados. No se suelen utilizar cultivos de cobertura. Se puede producir un crecimiento espontáneo de malas hierbas entre dos labores. El control de adventicias en los olivares es principalmente mecánico y, en algunos casos, también químico (glifosato). Posibilidades de mejora. En el cultivo de secano del olivo, el aporte de agua y su almacenamiento durante la temporada de lluvias es la variable que más afecta a la producción final. Por lo tanto, las mejores prácticas de gestión deben tener como objetivo la conservación y la mejora de la estructura del suelo, minimizando la erosión y la pérdida de carbono y aumentando el almacenamiento de agua durante la estación lluviosa, lo que reduce las pérdidas durante la estación seca. Las medidas de manejo del suelo que reducen su erosión son las siguientes: laboreo en curvas de nivel, cultivo en franjas o aterrazamiento, laboreo mínimo o laboreo cero con control químico de malas hierbas. El laboreo cero con una cubierta vegetal total o con algunas bandas de vegetación parece reducir aún más las tasas de erosión, aunque se debe tener en cuenta la competencia entre los cultivos de cobertura y los olivos. En este caso, la presencia de un cultivo de cobertura temporal o de la vegetación La mejora de las medidas de control de carácter técnico destinadas a la conservación del agua y del suelo es fundamental en la agricultura de secano. Estas medidas deben considerarse, especialmente en las zonas más vulnerables, en términos de mejora de la producción e impacto ambiental. Figura 9. Típico paisaje de la cuenca del Agri. Las explotaciones y sistemas de cultivo habituales 9 deben ser rediseñados para garantizar al mismo tiempo la sostenibilidad del proceso productivo y la conservación del medio ambiente. Cuando este complejo equilibrio es perturbado, con el único fin de obtener máximos rendimientos, se produce una progresiva degradación del suelo, del agua y del medio ambiente. BIBLIOGRAFÍA Y RECURSOS ADICIONALES Bennet J. (2003) Opportunities for increasing water productivity of CGIAR for tolerance of water defects for using crops through plant breeding and molecular techniques. In water productivity in agriculture: limits and opportunities for improvements. JW Kijine, R Barker, and D Molden [eds.] Wallingford UKCAB International, pp. 103‐126. Bove E., Quaranta G. (1996): Desertification in southern Italy: The case of Clay‐hill areas in Basilicata Region, ICALPE. DESERTLINKS, First annual report, 2002 Kosmas C., Kirkby M., Geeson N. 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