Las dificultades de la democracia: distintos conceptos en torno a la unión civil y el caso “Utopía” La institución de la unión civil ha acaparado los debates en la sociedad peruana. Por un lado, un sector, liderado por el cardenal Juan Luis Cipriani, ha invocado la posibilidad de convocar a un referéndum para decidir la eventual procedencia o no de esta figura jurídica, mientras que, por otro, el congresista Carlos Bruce alega que su reconocimiento permitirá que coexistamos en una sociedad más justa. Los argumentos disfrazan distintos conceptos de lo que debería entenderse por una sociedad democrática, y es ahí donde se evidencia quizás el mayor problema. Actualmente nuestras vidas se desarrollan alrededor de lo que se ha denominado “pluralismo”, esto es, la posibilidad de admitir que no necesariamente pensamos igual sobre aspectos como la religión, la política o las creencias en general. De este modo, Cipriani, al convocar al pueblo a una votación para determinar la procedencia o no de la unión, no hace sino invocar al pueblo, es decir, que la decisión pasa por una cuestión mayoritaria. En cambio, en el caso de Bruce, el argumento no pasa por una cuestión de procedimientos o de cuántas personas participen en la decisión, sino en el fondo, y si es que acaso la Constitución ampara, en virtud del principio de igualdad, que las personas homosexuales puedan acceder a la figura de la unión civil. Es aquí donde la discrepancia parece irresoluble. Fundamentar nuestra posición, en estas breves líneas, es quizás una tarea de imposible realización. Sí podemos, en cambio, resaltar que al menos se encuentra presente la democracia en un aspecto fundamental: la posibilidad del diálogo y la libre confrontación de ideas. Que la unión civil entre parejas del mismo sexo pueda ser debatida en nuestra sociedad es algo simplemente inimaginable incluso hace unos 20 años. La apertura, los nuevos conocimientos, y el acceso a distintas fuentes de información permiten que las personas puedan formar convicciones fundamentadas sobre los intereses de interés público. Sobre este primer paso se construye una auténtica democracia. El secreto, la ignorancia, o la corrupción evaden los temas de interés, y no permiten que la sociedad forje un correcto juicio acerca de los principales temas sometidos a debate. Es por ello que es posible afirmar que, sin educación, no existe libertad de expresión, y mucho menos democracia. Que empiece el debate. En segundo lugar, el, al parecer, eterno caso “Utopía” nos refleja distintos males en nuestra sociedad: por un lado, en relación a los familiares de las personas fallecidos, cómo el letargo de la administración de justicia puede poner a prueba la paciencia humana, si es que acaso no la vida misma. Del mismo modo, es un duro reto al procesado, quien debe soportar la carga de un proceso que, con los daños que dura, no habría problemas en asimilarlo con una pena anticipada. Las exigencias de una sociedad democrática demandarían actuaciones absolutamente contrarias a las que realiza el Poder Judicial: justicia para los familiares (quienes han perdido a sus seres queridos y, por ello, merecen alguna forma de reparación, independientemente de la eventual sanción penal a los directos de la discoteca) y un debido proceso para los acusados, quienes, si bien tienen un grado considerable de responsabilidad sobre los hechos, no deberían cargar con un estigma social tan elevado que sea un proceso infinito, sin la posibilidad de enmendar sus errores y trabajar del lado de los familiares para evitar que hechos como los que ocurrieron aquella funesta noche vuelvan a ocurrir. Otra versión de la democracia demanda que la justicia se administre de manera equitativa y rápida: un país en el que sus tribunales de justicia no contribuyen a la formación del orden social y a la convivencia pacífica, carece de democracia. Que este caso sea una oportunidad para reflexionar sobre la trascendencia e impacto que también deberían tener los tribunales en una sociedad democrática. Oscar Andrés Pazo Pineda Coordinador del Área Académica Instituto de Derechos Humanos y Desarrollo Universidad de San Martín de Porres