Año: 23, Octubre 1981 No. 495 AUTORITARIO Y TOTALITARIOS 1 Mariano Grondona En recientes declaraciones el secretario de Estado norteamericano, general Alexander Haig, dijo que «los Estados Unidos deben oponerse a las violaciones de los derechos humanos que cometen nuestros aliados o adversarios, pero deben criticar más a los regímenes totalitarios que a los autoritarios». Se entiende por régimen «autoritario» aquel que restringe la libertad política de los ciudadanos, ya que no ha sido elegido por, ni da lugar a, elecciones libres, pero que en lo demás la economía, la cultura, la vida civil permite un margen de libertad si no igual, al menos comparable con las democracias de estilo occidental. Se entiende por régimen «totalitario», en cambio, aquél que anula «todas» las libertades, tanto en lo político como en lo económico, lo cultural y la vida civil, dando al Estado el contralor directo de «toda» de ahí su nombre, «totalitario» la actividad individual y social. Regímenes autoritarios 1 [i] Tomado de la Revista Visión del 27 de Julio de 1981. Este artículo se reproduce con autorización de Visión. típicos son, en nuestro tiempo, los gobiernos militares de América Latina. Regímenes totalitarios, los gobiernos comunistas. En tiempos de Carter, esta distinción se daba en cierta forma del revés. Algunos asesores del expresidente por ejemplo, el politicólogo Samuel Huntington dijeron en público que había que distinguir entre autoritarismo y totalitarismo. Naturalmente, en tanto el fenómeno autoritario es menos grave y, además, reversible el hecho de coexistir áreas de libertad con áreas de restricción permite a aquéllas presionar al fin sobre éstas: muchas de las democracias de nuestro tiempo provienen de regímenes autoritarios que cayeron o evolucionaron para darles paso; pensemos, nomás, en España, Portugal, Alemania Federal, Japón, Italia, Venezuela y Colombia el fenómeno totalitario es no solamente irreversibleno se conoce hasta ahora ningún «retorno a la libertad desde el totalitarismo; Polonia sería el primer caso sino que, en sí mismo, agrava decisivamente la condición humana al no darle respiro en «ningún» área de libertad. Pero, decíamos, en tiempos de Carter la campaña de los derechos humanos obraba más como una presión contra los regímenes autoritarios que en relación con los regímenes totalitarios porque, según explicaban sus promotores, los Estados Unidos y las democracias industriales de Occidente «podían» obtener algunos frutos al presionar, por ejemplo, en América Latina, pero «no podían» esperarlos en el Este, situado más allá de su área de influencia. Se daba así la paradoja de que, en nombre de los derechos humanos y en función de una distinción de carácter práctico poder o no poder presionar con eficacia los estados totalitarios, que niegan sistemáticamente toda libertad, quedaban exentos de presiones en tanto los autoritarios, que la niegan solamente en la esfera política, recibían el peso de la condena internacional. Las declaraciones del general Haig, por eso, son importantes por partida doble. En primer lugar, por poner otra vez la escala de valores en su sitio: lo peor que hay, el verdadero enemigo del estilo occidental de vida en libertad, no es el autoritarismo sino el totalitarismo. En segundo lugar, porque poner la escala de valores en su sitio implica que Occidente recupera la confianza en la posibilidad de presionar con éxito sobre el Este. Decir que el totalitarismo ha de merecer el principal impulso de la lucha por los derechos humanos también es confesar que el Oeste libre «puede» presionar al Este totalitario, y esto implica un acto de confianza en las propias fuerzas que faltó en tiempo de Carter, cuando la vía más fácil de una superpotencia que atravesaba su fase de debilidad era presionar a los aliados heterodoxos antes que confrontar al verdadero enemigo. El análisis correcto de los regímenes políticos y económicos es una condición previa para situarse también correctamente en el mundo actual Lo mejor es la democracia, lo peor el totalitarismo y algo intermedio, malo pero no peor, que ha de evolucionar hacia la democracia, es el autoritarismo. Esto en política. También conviene subrayar que, en economía, el régimen económico compatible con la democracia no es el socialismo sino el capitalismo. Si entendemos por socialismo la propiedad estatal de los medios de producción y por capitalismo el predominio de la propiedad privada de los medios de producción, el hecho es que el socialismo existe solamente en los estados totalitarios, en tanto «todas» las democracias son, en definitiva, capitalistas. Es lógico, es natural porque en el fondo, tanto la opresión como la libertad son indivisibles. El totalitario necesita el socialismo porque debe agregar al control de la política y la cultura el control económico de la sociedad. El demócrata necesita un esquema privado de producción porque, si no hubiera libertad económica, ¿cuáles serían las bases reales de la libertad política? En este sentido la «social-democracia», esto es, la pretensión de mezclar la libertad política con la estatización de los medios de producción no existe en ninguna parte y esto también es lógico porque es una utopía. Concedámoslo: una generosa utopía, que se quiebra ante la dura realidad de un mundo donde lo que verdaderamente hay son democracias capitalistas, socialismo totalitarios y algunos capitalismos autoritarios cuyo elemento de libertad económica terminará por exigir condiciones crecientes de libertad política: éste es nuestro pronóstico para el Cono Sur latinoamericano y para aquellas naciones donde, por un tiempo de transición, hoy coexisten la restricción política con la libertad económica. Porque los sistemas tienden a la homogeneidad y, en último análisis, la lucha entre la libertad y la opresión que es el argumento del mundo actual no admite indefinidamente las medias tintas. «La lucha entre la libertad y la opresión no admite indefinidamente las medias tintas». Mariano Grondona, Revista Visión, 27 de Julio de 1981 El Centro de Estudios Económico-Sociales, CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad privada, cultural y académica , cuyos fines son sin afan de lucro, apoliticos y no religiosos. Con sus publicaciones contribuye al estudio de los problemas económicosociales y de sus soluciones, y a difundir la filosofia de la libertad. Apto. Postal 652, Guatemala, Guatemala correo electrónico: cees@cees.org.gt http://www.cees.org.gt Permitida su Reproducción educativos y citando la fuente. con fines