LA PRAXIS CIENTIFICA EN EL TRABAJO SOCIAL -u--o Desde que el Trabajo Social -consecuente con su nombre- ha pretendido superar la práctica exclusivamente individual y casuística, se ha visto enfrentado a la tarea de reencontrar su identidad en el abigarrado universo de los que se abocan a considerar el proceso social. La sociología, con sus pretensiones positivistas, se ha condenado a observar la realidad, a diagnosticaría y a controlarla, pero no ha elaborado instrumentos finos para operar sobre la sociedad; la sociología sabe decir la realidad pero no sabe cambiarla 1. En la medida en que el trabajo social utiliza en sus diagnósticos las metodologías elaboradas por los sociólogos, resulta operando con instrumentos no adecuados a su intención propia, y que además, por formación, los maneja con dificultad. Irisatisfechos con esta función de sociólogos de segundo orden, los trabajadores sociales se ven muchas veces llevados a abandonar las metodologías trabajosamente aprendidas en clase y a confiar en la intuición y el activismo. Como estos dos extremos diluyen la posibilidad de un trabajo social auténtico, el debate sobre la praxis científica resulta vital para el porvenir de esta actividad. En este artículo ]1retendo presentar las búsquedas que hemos emprendido, tanto en la Universidad Católica de Santiago como en la de Valparaíso, para perfilar líneas metodológicas coherentes con la práctica que trabajo social reconoce como propia. El esquema idealista en la Sociología Las ciencias sociales han surgido a la sombra del éxito logrado por la aplicación de las DIEGO PALMA Sociólogo, Jefe del Departamento Urbano Escuela de Trabajo Social matemáticas y la experimentación a los fenómenos de la naturaleza. El prejuicio de "cientificidad" ha llevado a la corriente de más influencia en sociología a operar más o menos con el esquema siguiente: se elabora un marco teórico muy desarrollado, en el que se intenta repetir todas las ideas significativas (y la bibliografía exhaustiva) que se refieren al tema; mediante una reducción de hipótesis, encuestas y procesamientos estadísticos se busca que esas ideas genericas, entregadas por la teoría, se puedan aplicar a realidades concretas. De hecho, la sociología tradicional vuelve a operar con el esquema idealista que domina occidente desde Platón: la verdad está prendida a lo general, a lo universal; el particular es mutable y objeto de desconfianza; la verdad permanente se comprueba deformada en las situaciones concretas. Un enfoque científico Hace más de cien años que Marx y Engels emprendieron una crítica corrosiva a la mirada del idealismo representada típicamente en los post-hegelianos (La Ideología Alemana; Feurbach, Ludwig Feuerbach y el final de la filosofía clásica alemana; Miseria de la Filosofía). De allí brota un enfoque científico distinto que intenta "invertir el idealismo" y que, si bien ha sido particularmente desarrollado por la tradición marxista, no se ve claro que deba pertenecerle como monopolio. "La filosofía marxista -el materialismo dialéctico- tiene dos particularidades...; la segunda es su carácter práctico, el subrayar que la teoría depende de la práctica, que la base de la teoría es la práctica y que la teoría, a su vez, sirve a la práctica. La verdad de una noción o de una teoría no se determina por una apreciación subjetiva, sino por los resultados de la práctica social objetiva" 2 Este esquema que orienta desde la práctica hacia la teoría, desde las condiciones particulares hacia las conclusiones generales, vendría a colocar la reconstrucción teórica como resultado, y no como umbral de la investigación. El esquema clásico desde la teoría hacia la práctica (T -> P), se vuelca en P -> T. Previo a cualquier análisis interno que explore metodológicamente las posibilidades alternativas de estos dos modelos, yo quisiera destacar que esta línea de adquirir conocimiento, que se centra en torno a la práctica, sería el más adecuado al trabajo social cuya experiencia de ¡realidad brota del contacto experiencial y de la intención de transformación. Por carecer de una metodología que extraiga conocimiento a partir de la experiencia de compromiso, cuando los trabajadores sociales emplean encuestas, datos secundarios y análisis estadísticos como fuente fundamental de conocer, están dando la espalda a aquella que es su experiencia propia, y por eso, además de hacer mal algo para lo cual otras profesiones han sido mejor preparadas, deja a las ciencias sociales sin una fuente riquísima que entregaría dimensiones complementarias con las de aquellos instrumentos s. Buscando la objetividad Claro que hace mucho tiempo que la epistemología dejó atrás la ingenuidad con que la filosofía clásica trató el problema de la objetividad. En ningún caso se trata de la "tabula rasa" que mencionaba Aristóteles: el sujeto se enfrenta a la realidad formado por una historia particular, con un proyecto determinado y con intereses que lo empujan a considerar la realidad de cierta manera. El objeto no se encuentra sino que se construye, y según moldes diversos que son propios de ls experiencias sociales fundamentales. Resulta así que, en la medida en que se intenta la virginidad gnoseológica, los prejuicios que ordenan la construcción del objeto nos dominan y desorientan, se toma por la realidad objetiva" lo que es producto del encuentro del objeto recibido en las condiciones particulares de un sujeto socialmente determinado. De allí que no se pueda ir a la práctica con la intención de que ésta nos enseña sino en la medida en que explicitamos nuestros supuestos de reconstrucción. Ir a la práctica como sujeto, para dominar y para no ser dominados por esa realidad externa, exige enfrentarse a esa realidad con una cierta teoría que asegura la objetividad. De esta manera el esquema completo no esP-> T, sinoT-> P->T. Pero como la teoría con que se accede a la realidad es diversa de aquella que resulta preñada y rica por la reflexión acerca de la experiencia práctica, yo prefiero esquematizar así: Ti -> P-> T2 El modelo así anotado (T1 -> P -> T2) podría resultar adecuado a cualquiera ciencia social y, de hecho, la tradición marxista lo ha empleado esencialmente en el análisis político 4. De allí que el esquema diga aún poco a las posibilidades del trabajo social mientras no se llene a cada uno de sus pasos con contenidoÍs adecuados a esa actividad particular. El esquema tendrá cierta riqueza útil en la medida en que P signifique la praxis del trabajo social, en la medida en que Ti y T2 se perfilen como teorías coherentes y adecuadas a esa tarea particular. Empezaré por el análisis de la praxis ya que el modelo se centra en torno a ella. Conciencia psicológica y fuerzas históricas Los lectores que me hayan seguido hasta aquí deberán excusar una breve disquisición teórica que, aunque tediosa, debe resultar útil. Desde que el término "concientización" ha pasado al uso común, se ha perdido el contenido rico que pretendía comunicar para pasar a significar una gama tan amplia y variada de actividades que ya casi no dice nada concreto. Aquellos que reconocieron, en un momento, la concientización como bandera, hoy pueden hallarse con las manos muy vacías. Por eso voy a usar una terminología distinta, 'elevación del nivel de conciencia', buscando incluirla en una cierta tradición teórica que le comunique contenidos precisos. El núcleo científico del materialismo consiste en el conocimiento del carácter autónomo que poseen las fuerzas que realmente movilizan la historia respecto a la conciencia psicológica que los hombres puedan poseer de ella; el movimiento histórico posee -para el materialismo- una legalidad y una objetividad independientes de la voluntad y del pensamiento de los individuos. Esta línea de pensamiento trata de superar el voluntarismo idealista en el que cae tanta reunión que pretende 'capacitar' suponiendo la suficiencia de la captación intelectual (basta que el grupo reunidb se dé cuenta de la verdadera situación para que se convierta en actor de la reformulación de una nueva realidad). Para el materialismo, los motivos que los hombres puedan fijarse para su actuar no tienen sino una importancia segunda respecto de las fuerzas motoras que se descubran detrás de esos motivos; esas fuerzas no son otras sino las que reproducen una situación social que el marxismo denomina "relaciones de producción". Son estas fuerzas históricas las que se reciben en la conciencia psicológica como 'motivaciones', ideales o 'postulados'. La reflexión burguesa, que presupone la bondad radical del sistema -y por ende su inmutabilidad fundamental-, se encuentra con determinantes sociales ya plasmados por el desarrollo histórico, y por eso la sociología tradicional tiende a tratar los condicionantes estructurales, no como construcciones históricas, sino como formas naturales e inmutables. Cualquiera que haya tenido contacto con sectores populares descubre ese fatalismo con que elpobre se somete a la ignominia de los procedimientos burocráticos (colas, papeles, funcionarios, trámites...). La resignación y el rostro inexpresivo traducen esa actitud de aceptación de circunstancias que se aceptan como dadas e inconmovibles, igual que la cordillera y los mares ("total, será así"). Crítica por la praxis científica De allí brota la necesidad de contraponer a esta postura una crítica de la conciencia psicológica que disuelva la rigidez que, en la sociología burguesa, comporta el carácter de naturaleza perenne asumido por las formaciones socia es y, de este modo, someterlas a juicio de muerte cuando históricamente hayan perdido vigencia. La praxis científica de transformación social intenta determinar esas fuerzas motoras que orientan a la sociedad y a los grupos dentro de ella con el fin de ponerlas en movimiento hacia una acción 6e reformulación histórica. En estas circunstancias, siguen teniendo gran importancia los reflejos conscientes de esa objetividad contextual en las miradas que explicitan los diversos grupos en la sociedad. El materialismo dialéctico no niega, de ninguna manera, que los hombres realizan ellos mismos sus actos históricos y que los realizan con conciencia, pero lo que asegura la tradición materialista es que esa "conciencia inmediata" no logra corresponder a la conciencia real. Estas consideraciones que colocan a la conciencia psicológica como un segundo nivel de traducción de los condicionantes históricos objetivos, permiten comprender que la conciencia que los hombres poseen de su existencia en determinadas condiciones sociales, sea una postura subjetivamente justificada, compensible y, desde ese punto de vista, lógica, vale decir como algo 'verdadero; y sin embargo, al mismo tiempo, hay que denunciarla como una mirada que 'objetivamente' no acierta con la esencia de la realidad social y de su dinámica de evolución, que no la logra ni la expresa adecuadamente y por esta razón permite tratar a esta conciencia como 'falsa' e ineficaz para el cambio social 5. De la conciencia inmediata a la conciencia social En la línea de pensamiento que ha sido elaborada por Paulo Freire, se destacan algunas condiciones que debe cumplir la praxis de transformación social para no caer en la domesticación; en ningún caso se trata de cambiar el paternalismo de derecha por la manipulación de izquierda, si actuamos consecuentemente con el supuesto básico de que en la verdadera reformulación social nadie va a donarle al pueblo su liberación; se trata entonces de crear las condiciones para que ese actor social pueda ser el sujeto histórico de la transformación ya que, si no es así, por muchos cambios que se logren no se da verdaderamente una revolución. La praxis correcta del pueblo exige que éste conozca su situación, que pueda distinguir los obstáculos, que establezca una acción realista y eficaz; todo esto significa que el grupo popular debe superar la conciencia inmediata y tiene que acceder a la 'conciencia social. Elevación del nivel de conciencia significa que el oprimido deja de pensar que su problema es individual y que tendría que sal- varse en base a superación personal; significa distinguir que el problema que afecta al individuo es el problema del grupo social al cual pertenece, y significa asumir el hecho que sólo organizándose y movilizándose como grupo se puede presionar a la estructura que arrincona en esa situación deprimida. Cuando el análisis social se opera con el esquema marxista de clases, entonces la tarea recién señalada se perfila con una serie de determinaciones que enriquecen la definición de la tarea (concreción de la 'clase' en torno al lugar que ocupa el grupo en el proceso de producción, definición del enemigo, necesidad de revolucionar toda la estructura social para redefinir el lugar del oprimido). Sólo en este contexto teórico, que planifica la expresión llenándola de contenido, se puede hablar en propiedad de 'elevación del nivel de conciencia de clase'. Contradicción, teoría-práctica detrás de acción universitaria Toda persona con trayectoria universitaria (y especialmente si ha tenido alguna formación en Ciencias Sociales) ha experimentado la dificultad que representa su integración en los grupos populares. No me refiero solamente al lenguaje diferente ya que esta expresión no es sino signo de una realidad más profunda; se trata propiamente de una contradicción o sea de un problema que brota de una no-homogeneidad en la estructura social (y que, por lo tanto, no se supera en el puro diálogo' sino en la reformulación estructural). En este caso, la contradicción se manifiesta entre la forma de ver la realidad y sus posibilidades que posee el sector popular (obrero, poblador, campesino, artesano... ) y la que trae el universitario. La primera se puede caracterizar como focalista, experiencial y de tendencia estática; la mirada del hombre cultivado parece -en cambio- totalizante, dinámica, pero teórica. Existen dos maneras simplistas de intentar la superación de la contradicción y que tienden a suprimir uno de los polos ya que molesta al otro. Hay planteos que tienden a subestimar la postura popular: los teóricos aparecen entonces como los poseedores de la verdad que se acercan al pueblo para comunícarles su destino (así les informan a los dominados que sus problemas inmediatos no son tales, que su actividad es reformista o conciliadora y que deben dejar su interés pequeño de lado para preocuparse de revolucionar el sistema). Otra variante de la misma deformación resulta de abocarse estrictamente al trabajo con líderes (aquellos que son capaces de entenderse con los universitarios). La desatención del grupo social como tal, lleva a soluciones que en algunos casos son eficaces para problemas reales pero no significan la maduración del actor pueblo como sujeto histórico de la liberación. La exageración coritraria, también unilateral y no dialéctica, consiste en desconocer todo valor a la teoría. Se busca el compromiso total con la situación y con las dificultades de la realidad popular confiando que el proyecto de tarea social no puede brotar sino de esa experienlia oomprometida. Se trata de una postura que, en la medida en que se absolutiza, no supera el imperativo ético; se queda a nivel de la problemática inmediata enfrentando sucesivamente las consecuencias de dificultades sociales que permanecen no tocadas a un nivel más radical. Estas posturas de solución son unilaterales y por tanto insuficientes respecto a una realidad que es rica y compleja; la dialéctica las critica, no por lo que afirman sino por lo que dejan de enfrentar ya que, como todas las contradicciones sociales, ésta no se resuelve en la negación de ninguno de los dos polos sino en la síntesis que recupera, en una realidad nueva y enriquecida, lo válido que hay en ambas miradas extremas. El trabajo social en el ciclo teoría-práctica-teoría El trabajo social debe partir con el grupo desde sus intereses inmediatos ya que éstos son los únicos que el grupo puede enfrentar y asumir responsablemente; desde allí, el grupo y el trabajador social, tendrán que transitar hacia los problemas que representan sus intereses de clase. Se trata entonces que el grupo como tal enfrente, se responsabilce y se arriesgue en sus problemas inmediatos, en modo tal ue esa experiencia lo empuje a enfrentar las condiciones sociales que generan ese problema. El papel del Trabajo Social en este caminar no es reemplazar las experiencias del grupo, sino ayudar a que éste no se comprometa en caminos no correctos e impulsar la posterior explicitación teórica de la experiencia que se ha vivido. La posibilidad de que este crecimiento sea correcto se funda efi dos supuestos nuevos que deberán ser afinados en la práctica (el primer supuesto fue que el pueblo es el sujeto histórico de su propia liberación). - Lo que genera conciencia no es la transmisión de contenidos intelectuales sino la participación en una experiencia comprometida. La iluminación magisterial ayuda a visualizar el compromiso y a explicitar la realidad de la vivencia sólo luego que ésta se ha dado. Así se salvaguarda el papel colaborante del Trabajo Social y se le impide que se transforme en una nueva forma de manipulación dominadora. -Los problemas sociales se refieren unos a otros ya que brotan de una estructura conn organizada según contradicciones. Por eso se puede partir de problemas muy inmediatos y, en una praxis correcta, comunicar hacia un universo más social. Esta explicitación respecto a la práctica del trabajo social nos abre a otra interrogante: se pueden determinar claramente los intereses inmediatos conscientes al grupo. Las técnicas de encuestaje, de observación participante, etc., permiten recoger exactamente ese dato, pero, ¿cómo se definen los intereses sociales para poder delinear el camino para ese grupo desde la conciencia inmediata hacia la conciencia de clase? De allí la necesidad de T1. No se requiere un enmarcamiento teórico super-erudito, sino un recurso a los elementos precisos que permiten objetivar la situación real del grupo, que en la medida en que éste no la capta se le presenta encubierta como un mito. Ti cumple ese objetivo y el marco teórico no debe ampliarse más que lo que exige esa función. Claro que cualquiera teoría previa al encuentro con el grupo real representa una generalización que nos deja a una cierta distancia intelectual del concreto; esa teoría es adecuada a todos los grupos genéricamente similares al real con que cada trabajador social debe coincidir. Por esta razón, esta aproximación general al objeto debe conjugarse dialécticamente con la experiencia concreta que deviene del esfuerzo de transformación de esa realidad; asl se logra uina síntesis teórico-práctica, general-particular que denominamos T2 . Así se completa el ciclo. Indudablemente esta reflexión levanta casi más preguntas que las que responde. Queda por enfrentar un problema clave para el Trabajo Social, vale decir, ¿cuáles son las estrategias de praxis más adecuadas a distintos prediagnósticos teóricos? Este esfuerzo de clarificación deberá constituir un próximo artículo. En las experiencias de talleres con que se forman los alumnos de la Escuela, estamos probando algunas hipótesis a este respecto. Una segunda parte de este artículo incluirá las conclusiones que han ido surgiendo en el trabajo de elaboración que los equipos de docentes y alumnos hemos ido realizando en torno a estas prácticas. Notas bibliográficas 1 Quizás lo que más coincidiría con el trabajo social en su afán de considerar la praxis de transformación sería la ciencia política. Esta coincidencia y sus limitaciones merecerían un artículo en sí. Perso- nalmente creo que en la praxis se plantean diferencias reales entre el hacer de ambas disciplinas, si bien los límites no son bien delineados y muchas veces se recubren. 2 Mao Tse-tung, Acerca de la Práctica, en "Cuatro Tesis Filosóficas", Ed. Lenguas Extranjeras, Pekín, 1966, pp. 4 y 5. 3 El metodólogo francés Pierre Bourdieu lo expresa así: "No se han sacado todas las consecuencias metodológicas del hecho de que las técnicas más clásicas de la sociología empírica están condenadas, por su naturaleza misma, a crear situaciones ficticias de experimentación esencialmente diferentes de las ex- perimentaciones sociales que produce el desarrollo de la vida social. Mientras más las conductas y actitudes estudiadas dependan de la coyuntura, más expuesta está la investigación a no coger, en la coyuntura particular que autoriza la situación de encuesta, más que actitudes u opiniones que no valen más allá de los limites de esa situación". P. Bourdieu, Le Métier de Sociologue, FLACSO-ELAS, Santiago, 1970, p. 50. 4 Es el esquema que se sigue estrictamente en el "locus clasicus" de Lenin, "El Estado y la Revolución". 5 Cfr. Georg Lukacs, Historia y Conciencia de Clase, Ed. Grijalbo, México, 1969, pp. 49-88 (especialmente pp. 50-59).