LOS ESPACIOS EN LA ISLA DESIERTA

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LOS ESPACIOS EN LA ISLA DESIERTA En la obra podemos identificar espacios reales e imaginarios. Dentro de los espacios reales, podemos distinguir el de la oficina del décimo piso, que corresponde al presente de la acción, y el del subsuelo que corresponde a un tiempo pasado. El tiempo que media entre ambos está marcado por la Empleada 1ª: Hace siete años, dice, lo que despierta la sorpresa de otro de los empleados: –¿Ya han pasado siete años? La sorpresa evidencia una pérdida de conciencia del paso del tiempo y, por lo tanto, un cierto grado de alienación. EL SUBSUELO A nivel cronológico, es el primer espacio. Es presentado a través de ventajas y desventajas. El aspecto positivo aparece relacionado con la eficiencia, ausencia de errores (ya que allí no nos equivocábamos nunca) y como mejor alternativa al décimo piso: allí estábamos mejor. También se destaca la tranquilidad a partir de dos comparaciones –Uno estaba allí tan tranquilo como en el fondo de una tumba, –… tan tranquilos como en el fondo del mar. Ambos términos comparantes (fondo de una tumba, fondo del mar) sugieren idea de profundidad, en definitiva distancia con la realidad. La referencia a la tumba impone la presencia de la muerte, de una muerte en vida, que apunta a una total alienación. A pesar del deterioro físico que provocó ese fondo (en ese subsuelo uno pierde la vista, otro contrajo su reumatismo), siguen priorizando la tranquilidad que les daba ese espacio –Sí, pero estábamos tan tranquilos como en el fondo del mar. Vivían allí ajenos al mundo exterior tanto que si se apagaba el sol no se enteraban. Parecían estar anestesiados ya que …allí la vida no se siente. Uno es como una lombriz solitaria en un intestino de cemento. La imagen golpea por el comparante (lombriz solitaria) que destaca la insignificancia y soledad de los empleados y por la valoración del lugar (intestino de cemento) carente de vida. LA OFICINA DEL DÉCIMO PISO Es descripta en la acotación escenográfica al inicio del texto dramático. Esta acotación escenográfica constituye más que un marco para la acción ya que está cargada de signos. Da información de espacio y lugar. Primero nos ubica en el lugar: en una oficina. Ya nos sitúa en un ámbito laboral por lo que se puede anticipar que el vínculo entre los personajes se define por el trabajo y no por lo familiar o afectivo. Hay una preocupación por marcar aspectos que tienen que ver con la forma: rectangular, simétrico, la disposición del mobiliario. Esto muestra la importancia que tiene el orden. Se suma como dato de la oficina, el color a través del superlativo: blanquísima, que genera sensación de pulcritud, limpieza, deshumanización. Antes de ubicar a los personajes, señala objetos clave, los escritorios, quizá evidenciando la importancia de la función que los reúne. Son funcionarios de una oficina. El lugar que les da se ve a través de la comparación que se refiere a los escritorios, y por extensión, a los empleados: dispuestos en hilera como reclutas. El aire militar se empieza a respirar. Se completará con otra apreciación (emboscado) y hasta con un corte de pelo (como la pelambre de un cepillo). Muestra la postura física (inclinados); luego dirá encorvados, mostrado una actitud de sometimiento y obediencia. El vínculo laboral se percibe en la nominación de los personajes: empleados y jefe. La intención de marcar la relación jerárquica se vuelve evidente. Destaca el lugar estratégico del jefe (centro y fondo) que le permite vigilar sin ser observado, intención que se completa con la actitud de estar emboscado tras unas gafas negras. Ubica la acción temporalmente. El dato temporal apunta más a amostrar la impronta de la luz que a una información meramente horaria. Reafirma la idea de intensidad, ya que la luminosidad es “extrema”. La 1 luz, símbolo tradicional de conciencia y conocimiento, tiene aquí un valor negativo ya que pesa, como una carga, sobre los empleados. Personaje y lugar se identifican: domina la desdicha y desolación. Finalmente, a la luz se suma la altura (décimo piso), prefigura la distancia con el mundo real. En este ambiente de resonancia militar marcado por el orden desfilará el culto a la eficiencia y obediencia. En la primera escena, lo describen como espacio vital, hacen una valoración desde lo vivencial: vivimos en estas cuatro paredes como en un calabozo. La sensación de encierro sale a flote cuando a través de la ventana comienza a filtrarse la vida, la posibilidad de la aventura encarnada en los buques. Tanto es así que los en los buques son culpables de los errores y distracciones (… son perjudiciales para la contabilidad). La imagen que da la ventana sirve como espejo de sus vidas frustradas: Cuarenta años de oficina. La juventud perdida., dice Manuel. La juventud parece estar asociada a los sueños: …me llamaban las aventuras… los bosques. Me hubiera gustado ser guardabosque. O cuidar un faro. Ambos sueños implican contacto con la naturaleza, apertura al mundo por oposición al encierro en el que vive el personaje. La subida al décimo piso, el contacto con la luz, con el exterior a través de la ventana promueven la confesión de Manuel de que durante veinte años fue delator: …le llevo los chismes al jefe. Manuel declara que en el subsuelo las cosas no se sienten. El mulato aparece como disparador, liberador de los deseos frustrados, de la fantasía. Pone frente a los ojos de los empleados un nuevo espacio imaginario: el de la utopía. No es necesario centrarse en la veracidad de sus relatos, sino en lo que despierta. La utopía, etimológicamente lugar que no existe, siempre existió como posibilidad simbólica del lugar con que todos los hombres de todos los tiempos y culturas soñaron. Tomás Moro en la obra que lleva ese nombre describe un lugar paradisíaco donde reina la tolerancia y bondad natural del hombre. Cipriano va cautivando, a pesar del escepticismo de alguno de los empleados, a todos con su relato fantástico de viajes extraordinarios. Da testimonio de sus viajes con su propio cuerpo: los tatuajes (una mujer en cueros, una rosa sobre el ombligo, una guarda de monos pelando bananas). La geografía del planeta se dibuja en su cuerpo: Madagascar, Australia, Malasia… La utopía que va desplegando el mulato es directamente proporcional a las frustraciones y mediocridades. En lo económico, en ese espacio “soñado” hay abundancia de alimentos. La naturaleza los brinda gratuitamente (ensaladas de magnolias, sopa de violetas, árboles cargados de fruta, agua de coco para calmar la sed). En lo social, destaca la ausencia de autoritarismo, de normas: …Allá no hay jueces, ni cobradores de impuestos, ni divorcios, ni guardianes de plaza. Todo se regula en forma natural (cada hombre toma a la mujer que le gusta y cada mujer al hombre que le agrada. Todos viven desnudos entre las flores, con collares de rosas colgantes del cuello y los tobillos adornados de flores. La libertad y el desprejuicio reinan. Hasta el trabajo es vivido en forma placentera: Al otro día la gente trabaja con más ánimo en los arrozales. El mulato asegura la existencia de islas desiertas y las describe en una cadena enumerativa polisindética: Grandes islas. Y con árboles de pan. Y con plátanos. Y con pájaros de colores. Y con sol desde la mañana a la noche. Ya nadie pone en duda la veracidad del relato porque todos han sucumbido a la magia, al encanto del mulato. Todo se vuelve fantástico: Y los arroyuelos cantan entre las breñas. La música, el baile y la sensualidad dominan la descripción de este espacio. Y también hay hermosas mujeres desnudas. Desnudas de los pies a la cabeza. Con collares de flores. Que se alimentan de ensaladas de magnolias. Y hermosos hombres desnudos. Que bailan bajo los árboles, como ahora nosotros bailamos aquí. De a poco, los empleados van reproduciendo en su penosa realidad ese espacio soñado. El mulato, con esa voz persuasiva, como ha ido “embrujando” a los demás empleados y no solo los ha transportado a un lugar imaginario, sino que los ha convertido en nuevos integrantes de una tribu a la que jamás pertenecerán. 2 
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