Plebiscito, Frente Nacional y guerra antiinsurgente En 1957 Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez firmaron en nombre de sus partidos, un pacto para volver a gobernar el país, pero por turnos: alternación solo entre presidentes liberales y conservadores durante dieciséis años. La paridad se estableció obligatoria en todos los poderes públicos. Ningún otro partido tenía derecho a postular candidatos a la Presidencia, a los concejos municipales, asambleas departamentales y al Congreso de la República. Dicho acuerdo comenzó a regir en 1958, previamente aprobado por el pueblo en un plebiscito en el que le gente votaba Sí o No por un texto indivisible. En cada Administración se repartían los ministerios y demás puestos oficiales entre políticos de ambos partidos “milimétricamente”. O sea, por igual, que ninguno tuviera más poder que el otro. Al sistema le pusieron el nombre de Frente Nacional. http://www.youtube.com/watch?v=l1v4jztAPhA La Junta Militar que reemplazó al Teniente General Rojas Pinilla el 10 de mayo de 1957, formó un gobierno de coalición militar con los representantes del directorio liberal y de los conservadores, con el compromiso de retornar a la normalidad constitucional. La dictadura había suspendido la Constitución y pretendió imponer un proceso constituyente que no logró su cometido de instituir un nuevo orden. Por ello el decreto legislativo 0247 mediante el cual se convocó al plebiscito “el primer domingo del mes de diciembre de 1957” lo primero que hizo fue sellar la unidad de la nación proclamándola católica, apostólica y romana y lo segundo restablecer la vigencia de la Constitución de 1886 y sus reformas hasta 1947. Los liberales reafirman la fe y los conservadores aceptan poner a un lado las reformas constitucionales de las dictaduras entre 1948 y 1958. Con el Plebiscito de 1957, aprobado por el 95% de los sufragios, se reafirmó el derecho al voto de las mujeres, tal como lo había instituido la Constituyente de Rojas en 1954 y se le dio fuerza constituyente al pacto bipartidista de paz. También a las cortes se les aplicó la paridad bipartidista y se les otorgó la facultad de llenar las vacantes por votación interna. En las elecciones de 1958 fue elegido Alberto Lleras Camargo como el primer presidente del Frente Nacional. TEXTO DEL PLEBISCITO DE 1958 (ver www.centromeoria.gov.co/procesosiniciativaspaz ) Amnistías condicionadas: “Durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo se dictó el decreto ley Nº 328 del 28 de noviembre de 1958, mediante el cual se buscó facilitar la solución a la lucha armada, en particular en los departamentos donde subsistían problemas de "orden público" y se encontraban en Estado de sitio, como Caldas, Cauca, Huila, Tolima y Valle del Cauca. En este caso, se trató de semiamnistías y semiindultos, por las condiciones impuestas a los posibles favorecidos. Las semiamnistías se concedieron en los siguientes términos: a las personas que hubieren cometido delitos en los departamentos aludidos con anterioridad al 15 de octubre de 1958, quienes debían solicitar al gobierno la suspensión del ejercicio de la acción penal y se obligaban a reincorporarse a la vida civil ordinaria, someterse a la Constitución y a las leyes de la República, observar buena conducta bajo la vigilancia de las autoridades y abstenerse de todo acto que pueda perturbar el orden público o la tranquilidad social”. Ver Eduardo Umaña Luna, 1964, La Violencia en Colombia Tomo I. Tomado de http://www.derechos.org/nizkor/colombia/libros/dih/cap5.html ANTECEDENTES: DICTADURAS, GUERRILLAS Y CRISIS EN LAS ALTURAS El plebiscito de 1957 fue un pacto de paz después de una década de violencia generalizada, dictaduras, genocidios, levantamientos guerrilleros y guerra civil. El gobierno militar impuesto el 13 de junio de 1953 por las direcciones del partidos liberal y del sector ospinista del conservatismo, después de un año de luna de miel, fue cobrando autonomía de las direcciones tradicionales de esas colectividades. La Asamblea Nacional Constituyente, ANAC, conformada en 1952 bajo hegemonía conservadora, abandonó la tarea de elaborar una nueva constitución corporativista y consagró al T. General Rojas Pinilla como Presidente de la República para el periodo 13 de junio de 1953 a 7 de agosto 1956. Pero Rojas, en lugar de preparar la transición para el retorno de los que Gaitán llamó la “oligarquía liberal – conservadora”, se propuso mantenerse en el poder sin nuevas elecciones “hasta que termine la lucha fratricida” y formar su propio proyecto. Para ese cometido convirtió a la ANAC en su reemplazo del Congreso de la República, se prolongó el periodo hasta 1958 y promovió varias reformas que no estaban en la agenda del bipartidismo: voto para la mujer, tributos a las fortunas mayores y a los industriales. Asumiendo un discurso nacionalista católico se acercó al populismo que estaba en ascenso en Latinoamérica con Perón en la Argentina y Getulio Vargas en el Brasil. El Movimiento de Acción Popular que proclamó Rojas Pinilla fue respondido con creciente oposición desde el partido liberal antes de que el nuevo régimen hubiera realizado reformas de fondo. La dictadura se desplegó con la ofensiva militar, apoyada por los “pájaros” y “contrachusma” en los campos, y con la imposición de restricciones y represión en los centros urbanos. La oposición liberal y del laureanismo fue respondida con la persecución a sus jefes y el cierre de la prensa. Fueron clausurados El Tiempo, El Espectador, El Siglo y La República. En esas circunstancias se formó el Frente Cívico, encabezado por Alberto Lleras Camargo, Presidente del Directorio Nacional Liberal, Guillermo León Valencia por el conservatismo y finalmente contaron con el apoyo de Laureano Gómez y sus seguidores. Cuando el T. General, autoproclamado General Supremo de las Fuerzas Armadas, intento otra reelección, la huelga general marcó el momento cumbre del levantamiento cívico contra Rojas. El Pacto firmado en Sitges, donde se encontraba exiliado Laureano, sello el acuerdo bipartidista que llevó al Frente Nacional. Ya en junio de 1956 se habían reunido en Benidorm, España, los expresidentes Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo para pactar la “recuperación cívica de la Patria”, y “recuperar la libertad perdida”, en contra del régimen que denominaron autocrático y personalista. El objetivo señalado fue “ crear un gobierno o una sucesión de gobiernos de coalición amplia de los dos partidos, hasta tanto que recreadas las instituciones y afianzadas por el decidido respaldo de los ciudadanos, tengan fortaleza bastante para que la lucha cívica se ejercite sin temor a los golpes de Estado … ”. Con el Pacto de Sitges, los directorios de los partidos y fracciones tradicionales enfrentadas con armas desde 1944, asumieron que el problema a resolver para retomar el poder era compartir el poder eliminando la competencia por el control del Estado mediante el reparto paritario; la alternación de periodos presidenciales, pactada inicialmente por 12 años y luego ampliada a 16 años, acompañada de gobiernos bipartidistas, se presentó como la garantía de equilibrio y mensaje para superar la violencia sectaria. Un complemento menos visible del pacto del Frente Nacional fue la autonomía que se le dio a las Fuerzas Armadas y de Policía con respecto a los directorios políticos; con esa doctrina y con la utilización casi permanente del Estado de Sitio y la Ley Marcial, el poder militar se hizo cargo del orden público y el poder civil bipartidista se ocupo de la burocracia, la economía y el reparto de la cosa pública. Así se diseño una democracia autoritaria, pactada por la elite de lo que Gaitán denominó la “oligarquía liberal conservadora”, que respondió al componte sectario de la violencia pero no a sus fundamentos sociales ni a las aspiraciones políticas y económicas de las clases medias urbanas, del nuevo asalariado o de los campesinos insubordinados. El 10 de mayo de 1957 se retiro el dictador y transitoriamente asumió el poder una Junta Militar que gobernó hasta agosto de 1958. CONSECUENCIAS DE LAS AMNISTIAS DEL FRENTE NACIONAL Las amnistías e indultos condicionados que promovió el primer gobierno del Frente Nacional fueron recibidas con recelo por las guerrillas y en especial por las influenciadas por los comunistas. No obstante esos temores de incumplimiento la situación cambio en el país y se disipó el clima de guerra civil y de enfrentamiento sectario partidista. El estimativo que hizo la comisión académica redactora del libro La violencia en Colombia, de 20.000 muertos por violencia política entre 1958 y 1962, deja interrogantes sobre las consecuencias inmediatas del inicio de Frente Nacional y la inercia de enfrentamientos armados entre bandos enfrentados. En todo caso se pasó a otro régimen, desde la dictadura hacia a semidemocracia y de la confrontación de gobiernos conservadores y levantamiento liberal a un nuevo eje de polarización en el cual afloraron los problemas sociales no resueltos y la confrontación al bipartidismo desde la izquierda liberal y el creciente radicalismo guevarista y desde movimientos sociales expresados en las organizaciones campesinas, estudiantiles y sindicales. La década inicio con el giro del Frente Nacional y el signo de la influencia de la revolución cubana y de la ofensiva de Estados Unidos con la Alianza para el Progreso para prevenir o contrarrestar la influencia comunista. En un primer momento, la respuesta de las autodefensas campesinas dirigidas por Manuel Marulanda y Ciro Trujillo , fue de acogida al pacto del Frente Nacional que hacia posible la salida de la dictadura. Como recuerda el historiador Darío Acevedo, estos guerrilleros comunistas manifestaron entonces “no estar interesados en luchas armadas”, y declararon estar “vinculados a honrosas labores de trabajo”. (ver www.centromemoria.gov.co/procesosinciativaspaz ). EL ORIGEN DE LA GUERRA DE GUERRILAS Y DE LA GUERRA CONTRAINSURGENTE Después de 1962 es otra historia. El Frente Nacional con su Estado de Sitio casi permanente y el alineamiento con la Alianza del Progreso, enfrentó la presión social por las reformas incumplidas, a la emergencia de la guerrilla guevarista y a los remanentes de autodefensas campesinas llamadas “republicas independientes”. La crisis de los misiles nucleares ubicados por la Unión Soviética en Cuba, ( octubre de 1962), antecedida por el fallido desembarco en Bahía Cochinos apoyada por Kennedy en abril de 1961, tuvo grandes repercusiones. La amenaza de una nueva invasión llevó a Fidel Castro a acercarse a la URSS y a entrar en el juego de áreas protegidas y bases militares de las grandes pote12ncias. Con ese ánimo defensivo, el gobierno revolucionario cubano aceptó el emplazamiento de cabezas nucleares a solo 200 millas de Miami y se desencadenó una crisis que tuvo al mundo al borde de un enfrentamiento nuclear. La URSS y EE. UU pactaron el retiro de las bases sin consultar al gobierno revolucionario. Estados Unidos se comprometió a no invadir pero inicio el bloqueo y la URSS se obligó a no apoyar la guerra contra los interés de Estados Unidos en el continente americano fortaleciendo la política de coexistencia pacifica. Como parte tácita del acuerdo, Estados Unidos retiro las bases nucleares de Turquía y la URSS continuó la construcción del Muro de Berlín que simbolizó la llamada “guerra fría”. (ver Mariano Aguirre, http://www.espanol.rfi.fr/sociedad/20121022-crisis-de-los-misiles-de-cuba-la- verdadera-historia-detras-de-la-leyenda) En ese reparto cobró fuerza la vieja tesis de “América para los americanos” que sustentó una teoría de seguridad continental de los Estados Unidos orientada a liquidar cualquier brote de protesta que pudiera ser utilizado por el comunismo. Ni el nacionalismo, ni el populismo y ni siquiera el liberalismo social, serían tolerados por el riesgo que les atribuyeron como máscara de la influencia soviética o de China. A la crisis de los Misiles le siguió la ofensiva de Estados Unidos en el continente para “evitar otra Cuba”; en ese empeño recurrieron al alineamiento de las elites y a las dictaduras militares frente a la protesta social o la instabilidad política. El guevarismo fue la respuesta indignada de Cuba con el llamado del Che a formar muchos Vietnam y focos guerrilleros. Bajo la supervisión directa del Che se formaron en Colombia, primero las guerrillas del Movimiento Obrero, Estudiantil, Campesino y después el Ejercito de Liberación Nacional. Los comunistas alineados con la URSS fueron más disciplinados e incluso en Colombia mantuvieron bajo control a las autodefensas campesinas que solo se transforman en guerrilla de resistencia en 1964, ante el ataque militar de aniquilamiento anunciado con el Plan Lazo y la Operación Marquetalia. Muestra de esa postura conservadora de los comunistas colombianos fueron las agrias discusiones entre la delegación del Partido Comunista (encabezada por Manuel Cepeda) y el Che Guevara, en ocasión de una cumbre de solidaridad en La Habana: allí fue evidente la oposición de los colombianos a la estrategia guevarista del “foco” y de guerra de guerrillas para la toma del poder y la oposición a hacer de Colombia epicentro de la presencia del legendario guerrillero en su llamado a hacer de los Andes otro Vietnam. En noviembre de 2008, Fidel Castro narró ante el Congreso Latinoamericano de Economistas, la visión que tenia Cuba sobre la revolución y atribuyó a la influencia soviética el fracaso en los sesenta de la estrategia guerrillera en el subcontinente. Así lo narró el periodista Herald Thomas: Tras indicar que algún día se contará toda la historia, el presidente cubano culpó a la influencia soviética sobre los partidos comunistas latinoamericanos, y a las disputas sino-soviéticas por el fracaso de crear un gran Viet nam .”No tengo absolutamente ninguna duda de que una revolución en este hemisferio era posible, insistió, y continuó: Las condiciones objetivas existían, pero las condiciones subjetivas fallaron”. El líder revolucionario agregó ante la nutrida concurrencia de economistas que los soviéticos estaban preocupados, y se oponían a nosotros. “Lo que hicimos, todos nuestros esfuerzos, lo hicimos en contradicción con los soviéticos, quienes tenían una gran influencia sobre los partidos latinoamericanos”. ( ver Herald Thomas, El Clarín, http://www.lahistoriaparalela.com.ar/2008/11/02/la-guerrillaen-america-latina/ ). Durante los años sesenta y setenta aparecen en Latinoamérica más de 40 movimientos guerrilleros con presencia en 16 países. Esta realidad muestra el peso decisivo de la estrategia de lucha armada por el poder que se inspiró en la revolución cubana y se alimentó con la imposición de dictaduras y regímenes autoritarios en toda la región. Todas las guerrillas que emergieron en los años sesenta se autodefinían marxistas o nacionalistas y se alinearon en su mayoría con los planteamientos guevaristas o la visión maoísta (China) de “guerra popular prolongada”. Entre todos los partidos comunistas pro Soviéticos en América Latina, el único que apoyó la formación de una guerrilla fue el de Colombia en 1964 con la creación de las FARC bajo el auspicio del PCC. Al considerar el conjunto se puede proponer la hipótesis del doble origen de la guerrillas y de guerra contrainsurgente: las políticas de guerra antisubversiva se promovieron desde los Estados y los Estados Unidos como prevención de la influencia comunista y en respuesta a movimientos nacionalistas, aun en contextos locales en los cuales no existían levantamientos guerrilleros y, a su vez la lucha armada guerrillera se animó desde centros políticos como respuesta a régimen dictatoriales o autoritarios y como parte de una estrategia continental. Las FARC en los años sesenta es un caso atípico en Latinoamérica pues surgen en contravía de la orientación de “coexistencia pacifica” que chocó con el guevarismo y el modelo de guerra popular. Las autodefensas campesinas de influencia comunista que coexistieron con el levantamiento guerrillero liberal de los años 40s y 50s, se mantuvieron replegadas en zonas de colonización y al inicio del Frente Nacional intentaron desmontarse pero fueron tomadas como síntoma y muestra del peligro internacional de influencia soviética. El Batallón Colombia y la Escuela de Lanceros que constituyeron el primer núcleo organizado de contrainsurgencia apoyado en Colombia por los Estados Unidos, sirvieron de instrumento al ensayo general de las nuevas doctrinas de seguridad continental y al componente militar de la Alianza para el Progreso fortalecida después de la crisis de los misiles. Esos núcleos de autodefensa fueron declarados por la derecha conservadora “repúblicas independientes” y el llamado a combatirlas fue encuadrado por los estrategas de la nueva guerra como parte de una cruzada cuyas proporciones , discursos e instrumentos estatales no se correspondían con el riesgo que realimente implicaban. El resultado de este juego de determinaciones nacionales e internacionales en los años sesenta, fue que en Colombia se tuvo más guerra contrainsurgente, más militarización y Estado de Sitio, que guerra de guerrillas. El MOEC y el ELN fueron reducidos rápidamente a su mínima expresión y las FARC se replegó a las remotas zonas de colonización relegadas por la dirección del Partido Comunista a la condición de fuerzas de reserva y resistencia campesina en armas. CATEDRA DE MEMORIA E HISTORIA RECIENTE Camilo González Posso CENTRO DE MEMORIA, PAZ Y RECONCILIACIÓN, Bogotá D.C. 22 de octubre de 2013