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Aristóteles: Platón, las ideas, los entes matemáticos y las
causas
Después de las filosofías mencionadas llegó la teoría de Platón, que, en
general está de acuerdo con los pitagóricos, pero tiene también cosas propias, al
margen de la filosofía de los itálicos. Pues habiéndose familiarizado desde joven
con Cratilo y con las opiniones de Heráclito, según las cuales todas las cosas
sensibles fluyen siempre y no hay ciencia acerca de ellas, sostuvo esta doctrina
también más tarde. Por otra parte, ocupándose Sócrates de los problemas
morales y no de la Naturaleza en su conjunto, pero buscando en ellos lo
universal, y habiendo sido el primero que aplicó el pensamiento a las definiciones,
[Platón] aceptó sus enseñanzas, pero por estar familiarizado con las opiniones de
Heráclito pensó que lo universal se producía en otras cosas, y no en las
sensibles; pues le parecía imposible que la definición común fuese de alguna de
las cosas sensibles, al menos de las sujetas a perpetuo cambio. Platón, pues,
llamó a tales entes Ideas, añadiendo que las cosas sensibles están fuera de las
ideas, pero todas las cosas sensibles se denominan según éstas; pues por
participación tienen las cosas que son muchas el mismo nombre que las
Especies. Y, en cuanto a la participación, no hizo más que cambiar el nombre;
pues los pitagóricos dicen que los entes son por imitación de los números, y
Platón, que son por participación, habiendo cambiado el nombre. Pero ni aquéllos
ni éste se ocuparon de indagar qué era la participación o la imitación de las
Especies.
Además, al lado de lo sensible y de las Especies, admite las Cosas
matemáticas como entes intermedios, diferentes, por una parte, de los objetos
sensibles por ser eternas e inmóviles, y, por otra, de las Especies, por ser
muchas semejantes, mientras que la Especie misma es sólo una en cada caso.
Y, puesto que las Especies son causas para las demás cosas, creyó que los
elementos de aquéllas eran elementos de todos los entes. Así, pues, como
materia, consideró que eran principios lo Grande y lo Pequeño, y como
substancia, el Uno; pues a partir de aquéllos (lo grande y lo pequeño), por
participación del Uno, las Especies eran los Números. Al enseñar que el Uno es
substancia, y que no se dice Uno lo que es otra cosa, su doctrina era semejante a
la de los pitagóricos, y, al afirmar que los números eran las causas de la
substancia para las demás cosas, enseñaba lo mismo que ellos. Pero el poner
una Díada en lugar del Infinito como Uno y hacer el Infinito a partir de lo Grande y
lo Pequeño, le era propio. Además, Platón separa los números de las cosas
sensibles, mientras que los pitagóricos dicen que las cosas mismas son números,
y no atribuyen a las Cosas matemáticas una posición intermedia. Así, pues, el
poner el Uno y los Números fuera de las cosas y no como los pitagóricos, y la
introducción de las Especies, tuvo su origen en la investigación de los enunciados
(pues los anteriores no conocían la Dialéctica); y el convertir en Díada la otra
naturaleza (es decir, la causa material), en el hecho de que los Números, fuera de
los primeros, se generan cómodamente de ella como de una pasta blanda.
Pero sucede precisamente lo contrario. Pues no es razonable así. Estos
filósofos, en efecto, hacen salir de la materia muchas cosas; pero la Especie sólo
genera una vez, y, evidentemente, de una sola materia sólo sale una mesa,
mientras que el que induce la Especie, siendo uno, hace muchas. Lo mismo
sucede con el macho con relación a la hembra; pues ésta es fecundada por un
solo coito, mientras que el macho fecunda a muchas. Estas son, sin embargo,
imitaciones de aquellos principios.
Esto es lo que enseñó Platón acerca de los temas que nos ocupan. Y es
evidente por lo dicho que sólo utilizó dos causas: la de la quididad (o causa
formal) y la relativa a la materia (pues las Especies son causas de la quididad
para las demás cosas, y el Uno, para las Especies); y la materia que constituye el
sujeto, de la cual se dicen las Especies en las cosas sensibles y el Uno en las
Especies, es, según él, la Díada, lo Grande y lo Pequeño.
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Metafísica, 987a-988a. (Gredos, Madrid 1970, p.44-49).
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