220-000773 Asunto: Grabación de las reuniones de Junta de Socios por parte de un socio. Con toda atención se refiere el Despacho a la comunicación radicada con el número 2001-01-096312, en la cual solicita el concepto de esta entidad sobre el fundamento legal que permita que un socio tome apuntes o realice grabaciones magnetofónicas o cinematográficas en el transcurso de una Junta de Socios de una sociedad limitada, y las responsabilidades y prohibiciones que de tal circunstancia se pueden derivar. Para sustentar la consulta cita varias sentencias de la Corte Constitucional relacionadas con el derecho a la intimidad y sus limitaciones; también se tiene como fundamento el artículo 19 de la Ley 222 de 1995, sobre la prueba idónea de las reuniones no presenciales; y el artículo 251 del Código de Procedimiento Civil que califica a las grabaciones como documentos. A ese respecto, en su escrito se concluye afirmando que proceden las grabaciones de la Juntas de Socios dado que se trata, en su criterio, de un escenario donde las personas que se expresan a su interior quieren ser oídas por las demás, lo que hace que de entrada se excluya el fuero interno de la persona e implique que el hacerlo en contra de su voluntad no constituya un desconocimiento del derecho a la intimidad. Expresa usted, entre otras importantes consideraciones, que en la lectura de las funciones de la junta de socios no encuentra consagrada la de impedir que los socios tomen apuntes o hagan grabaciones magnetofónicas o filmaciones. Al considerar el derecho a la información como un derecho fundamental, expone que "la conclusión forzosa a la que debemos arribar, es que en ningún caso la Junta de Socios puede atribuirse la potestad de impedir, por mayoría que un socio tome apuntes de la reunión o grabe la reunión."; y señala que tales grabaciones no violan el derecho de reserva de la sociedad, máxime tratándose de una sociedad de responsabilidad limitada en la cual el derecho de inspección es permanente. Igualmente considera que "los particulares solo deben abstenerse de realizar aquello que les prohíbe la constitución y la ley, y en el caso particular de una sociedad, aquello que les prohíbe los estatutos." Sobre el particular este Despacho se permite señalar lo siguiente: 1. Un primer elemento a considerar consiste en el examen del marco legal aplicable al funcionamiento de la junta de socios de una sociedad de responsabilidad limitada, antes de precipitar o remontar la cuestión al plano constitucional y, específicamente, al ámbito de los derechos fundamentales. Lo anterior no excluye, por supuesto, la subordinación jerárquica de las leyes y de los contratos al orden constitucional, ni la consideración de los aspectos de ese rango que la cuestión involucre, en especial si se requiere una interpretación de las leyes conforme a dicho ordenamiento. El funcionamiento de la sociedad, la cual, una vez constituida legalmente, forma una persona jurídica distinta de los socios individualmente considerados (artículo 98 del Código de Comercio), corresponde a la ejecución del contrato social que le da origen. De dicho contrato y de las normas legales que se le aplican en forma imperativa ( C. Co. Art. 4), al igual que de aquellas de éstas que se "incorporan" (Ley 153 de 1887, art. 38) al mismo en virtud de su naturaleza dispositiva o supletoria, y que regulan aspectos naturales o accidentales de dicho contrato ( C. Co., arts. 110-14 y 822, C.Co. art. 1501), surgen derechos y obligaciones en cabeza de los socios individualmente considerados, al igual que facultades y deberes que son imputados legalmente en cabeza de ese sujeto de derecho – la " persona jurídica"- a través del cual el orden jurídico dota de unidad legal patrimonial y subjetiva la actividad económica real y lícita que a partir de los aportes de los socios es organizada por éstos con el objeto de lucrarse de ella. Una de las facetas más importantes de dicho funcionamiento de la sociedad- persona jurídica o, si se prefiere, de la ejecución del contrato social, tiene que ver con la integración y funcionamiento de la junta de socios. Se trata de una cuestión cuya regulación básica, que incluye normas imperativas, se encuentra en la ley; dadas ciertas circunstancias, tales como el hecho de que el contrato social no es de ejecución instantánea y la imposibilidad práctica de que el funcionamiento de la empresa que constituye el objeto de la sociedad - y cuya administración en las limitadas puede ser confiada a terceros gerentes, al igual que en las anónimas ( C.Co. art. 358-5)- pueda basarse siempre en decisiones adoptadas unánimemente por los socios, es necesario establecer reglas que aseguren que las deliberaciones y decisiones "sociales", esto es, jurídicamente imputables a la persona jurídica distinta de los socios individualmente considerados, puedan ser tenidas como una expresión legítima del interés común o colectivo, es decir, que sean legalmente eficaces, válidas y oponibles incluso frente a socios disidentes y ausentes ( C.Co. Art.190), socios éstos que tienen el derecho individual de impugnar las decisiones que consideren contrarias a la ley o los estatutos (C.Co. Art.191). 2. Las normas legales referentes a la integración y funcionamiento de las juntas de socios, y que se encuentran repartidas en la parte general del libro segundo del Código de Comercio y en la parte especial correspondiente a las sociedades con forma anónima, incluyen disposiciones relacionadas con la forma de hacer constar lo ocurrido en las reuniones de la junta de socios: así, de acuerdo con el artículo 189 del C.Co., "Las decisiones de la junta de socios o de la asamblea se harán constar en actas aprobadas por las personas que se designen en la reunión para tal efecto, y firmadas por el presidente y el secretario de la misma, en las cuales deberá indicarse además la forma en que hayan sido convocados los socios, los asistentes y los votos emitidos en cada caso."; y en el artículo 431 del Código de Comercio, disposición aplicable a las sociedades en general, se consagran unas indicaciones mínimas acerca de cómo debe hacerse constar en tales actas "lo ocurrido en las reuniones" de la asamblea o, en este caso, de la junta de socios, constancia que además de referirse a las decisiones adoptadas, también debe cobijar "los asuntos tratados", es decir, los aspectos relevantes de las deliberaciones ocurridas en la asamblea. A su vez, en el segundo inciso del artículo 189 del Código se prevé que la copia de las actas será prueba suficiente de los hechos que consten en ellas; y de una vez hay que destacar la diferencia que existe entre la suficiencia y la exclusividad de un medio de prueba, distinción ésta de importancia para el asunto que aquí nos ocupa, y que en materia societaria ya ha sido examinada de tiempo atrás a propósito del artículo 117 del Código de Comercio, como quiera que en él se da un tratamiento distinto a la prueba de la existencia de la sociedad legalmente constituida y de las cláusulas del contrato, que "se probarán" - exclusivamente, se ha entendido- con certificación de la cámara de comercio, y a la prueba de su representación, para lo cual "bastará"- esto es, se considera como suficiente aunque no único medio de prueba- la certificación de la cámara al respecto. 3. Como puede advertirse, en las disposiciones legales pertinentes no se hace ninguna mención acerca de si lo socios pueden o no pueden, en forma individual y en desarrollo de su derecho a participar en las deliberaciones sociales (C.Co. Art. 379-1), documentar lo que ocurre en las reuniones de la junta de socios, reunión que hay que entender reservada frente a terceros distintos de los socios, pues si bien es cierto que la sociedad persona jurídica es distinta de los socios individualmente considerados, dicho recurso técnico de imputación de derechos y obligaciones – cuya función en el campo jurídico era comparada por Von Jhering con la que cumplen los paréntesis en el lenguaje algebraico- no elimina ni oscurece de manera alguna el origen contractual de la sociedad, de modo que para estos efectos no existe distinción entre tal "persona" de derecho y los socios colectivamente considerados, todos los cuales tienen el mismo derecho legal y contractual a participar en la formación de la "voluntad social", así como el derecho legal a impugnar las decisiones adoptadas, facultades éstas de las cuales se desprende el derecho individual de todos y cada uno de los socios a documentar lo que ocurre en las reuniones a las que concurren en su calidad de tales y en desarrollo y con sujeción al contrato del cual son parte. Por lo demás, a nadie se le ha ocurrido hasta ahora discutir que un socio o su representante en una reunión de la junta de socios pueda libremente tomar notas escritas de lo que ocurre en ella, creando así un documento privado distinto del acta y que no puede entenderse como un reemplazo de la misma. Qué ocurre entonces si de lo que se trata es de pretender grabar la reunión, grabación ésta que podría no limitarse a una reproducción sonora e incluir también una grabación audiovisual de lo ocurrido, dependiendo ello de los medios técnicos a disposición del socio o representante interesado en documentarse de tal forma? ¿Podría aceptarse una forma de documentación y rechazarse o limitarse otra u otras, con base en criterios tales como los riesgos que involucra la divulgación de uno u otro? 4. Una forma de enfocar la cuestión consiste en precisar cuáles son los derechos individuales involucrados en ella y contrastarlos, en primer lugar, con las reglas propias del contrato social. Así las cosas, en primer lugar aparece el derecho de la sociedad persona jurídica a que se guarde reserva de las deliberaciones sociales; en segundo lugar, el derecho individual de los socios que intervienen en las deliberaciones consistente en que se guarde reserva acerca de sus participaciones en las reuniones sociales; y, en tercer lugar, el derecho individual de todo socio a documentar, individualmente también, lo ocurrido en la reunión. a. La reserva de las deliberaciones sociales, en opinión de este despacho, es consecuencia del carácter contractual de la sociedad, más que una expresión de un derecho fundamental a la intimidad del sujeto jurídico surgido de la constitución legal de la compañía. Se trata entonces de una consecuencia del carácter relativo, esto es, entre las partes, o " entre ellas ", como se dice en el artìculo 864 del Código de Comercio, de la relación jurídica patrimonial que se constituye y regula mediante el contrato de sociedad; y no puede confundirse dicha reserva respecto de las deliberaciones en cuanto tales, con la reserva documental que ampara las actas y demás documentos sociales. La reserva acerca de lo ocurrido en la reunión se vulneraría, por ejemplo, si un socio pretendiera que, sin contar con la autorización de la junta o asamblea de asociados, una reunión fuera presenciada por periodistas o retransmitida por éstos en medios públicos. Pero documentar en forma individual, por escrito, magnetofónica o audiovisualmente, lo ocurrido en la reunión, no constituye en sí misma una conducta que lesione la reserva de las deliberaciones; cosa distinta es la utilización que de dicha documentación haga el socio, al igual que las consecuencias legales que puedan seguirse de dicha utilización o de una custodia negligente del documento en cuestión. b. Cuando los socios intervienen en una reunión de una sociedad comercial, lo hacen en ejecución de un contrato del cual son parte; no es ésa, pues, la expresión de un acto propio de la esfera subjetiva propia de la intimidad personal, convenientemente amparada por la correspondiente tutela constitucional. Puede darse el caso de socios excéntricos o extrovertidos que encuentren que su personalidad se desarrolla excepcionalmente si ventilan su intimidad en el seno de una junta de socios; o que estimen que es ése el foro más adecuado para ejercer su derecho fundamental a expresar libremente sus creencias religiosas y opiniones políticas. Pero tales supuestos no resultan relevantes, de manera que cuando la participación de los socios en las reuniones tiene que ver con los asuntos sociales, supuesto elemental del cual tiene que partirse aquí, inclusive en el caso de las sociedades entre familiares o de familia, dicha participación debe ser examinada con base en las reglas del contrato, cuyo contenido exclusivamente patrimonial ( C.Co. art. 864 y 98) es importante poner de relieve. Y en ese orden de ideas, el derecho a la reserva respecto de las participaciones en las reuniones que no comporten delitos es claro tratándose de terceros extraños al contrato social; pero no existe frente a los contratantes, de manera que nuevamente hay que destacar la diferencia entre la documentación individual de lo ocurrido en la reunión y la utilización que se haga de dichos documentos. c. En este orden de ideas, resulta entonces que el núcleo de la cuestión reside en el alcance de los derechos individuales de los socios, que correlativamente implican las obligaciones resultantes de los límites derivados del interés social y, en general, del deber de colaboración propio del contrato social, así como de la obligación legal (C.Co. art. 871) de comportarse de buena fe con ocasión de su ejecución. Así las cosas, basta con reparar en el hecho de que los socios tienen derecho a impugnar las decisiones sociales y en que las decisiones a impugnar constan en las actas, para concluir sin mayores esfuerzos que cuando se pretende discutir judicialmente la fidedignidad del acta, cuestión de común ocurrencia en las sociedades por conflictos entre socios o entre grupos de éstos, resulta evidente que la documentación individual con que uno de ellos quiera verificar lo que consta en un acta, puede ser uno de los medios de prueba más relevantes a considerar, partiendo de un supuesto básico, a saber, que la discusión judicial acerca de la veracidad o fidedignidad de un acta se refiera a aspectos relevantes de la reunión desde el punto de vista del contrato social, como corresponde al ejercicio serio y legítimo, esto es, no abusivo, del derecho a impugnar judicialmente las decisiones sociales o a controvertir la confiabilidad de las actas. De lo anterior se concluye que si esta cuestión llegara a involucrar algún derecho fundamental de reserva o de intimidad, habría que sopesarlo frente al también fundamental derecho al debido proceso que tiene todo socio interesado en impugnar la fidedignidad de un acta, como quiera que una restricción, no prevista en la ley, de la posibilidad de documentar individualmente lo ocurrido en la reunión, podría dejarlo sin medios de prueba idóneos para fundamentar fácticamente su derecho de acción; y esa situación afectaría indebidamente el derecho a un debido proceso, sin justificación o explicación suficiente en función de la adecuada protección a la reserva acerca de lo ocurrido en las reuniones sociales. Cosa distinta, se repite, es la utilización indebida o la custodia negligente del documento privado que cada socio pueda haber producido, eventos éstos que sí pueden vulnerar derechos de otros socios y de la propia sociedad, vulneración cuyas consecuencias jurídicas, incluso penales, dependen de cada caso en concreto y cuyo análisis excede el objeto de la presente consulta, para la cual basta con hacer referencia al tipo penal consagrado en el artículo 194 del Código Penal, el cual sanciona con multa la divulgación o empleo de documentos reservados en provecho propio o ajeno, sin perjuicio de la acción de indemnización de perjuicios que tienen derecho a incoar los asociados y la sociedad por los daños sufridos con ocasión de la indebida divulgación, ya sea del contenido de la grabación o del acta propiamente dicha. 5. En su escrito se hace mención al carácter no limitado o permanente del derecho de inspección en la sociedad de responsabilidad limitada (C.Co. Art. 369), que contrasta con el alcance limitado y temporal del mismo en tratándose de sociedades anónimas (C.Co. Art. 447). El régimen legal del derecho de inspección sí resulta relevante aquí; pero para identificar una restricción legal a su ejercicio que no parece extensiva al alcance de la documentación individual que haga un socio de lo ocurrido en las reuniones sociales. En efecto, de acuerdo con el inciso primero del artículo 48 de la ley 222 de 1995, dicho derecho de inspección en ningún caso se extiende a "... los documentos que versen sobre secretos industriales o cuando se trate de datos que de ser divulgados puedan ser utilizados en detrimento de la sociedad". En la forma transcrita, en la ley se previene de raíz el riesgo de la utilización dañina del documento o del dato sustrayéndolo de la inspección individual. En cambio, en relación con los asuntos que se ventilan en una asamblea o junta de asociados la ley no señala cortapisa alguna; dada la ausencia de dicha restricción expresa, para este despacho resulta discutible considerar que las limitaciones preventivas impuestas al derecho de inspección puedan ser extendidas interpretativamente respecto de aquello que se hace constar o no en un acta que, como tal, goza de reserva documental, o que se pueda restringir por esa vía el derecho a documentar individualmente lo que ocurre en las reuniones. Puede plantearse la hipótesis de que en una reunión se tome la decisión de no dejar constancia de algunas deliberaciones y que, en ese caso, la eventual documentación individual de lo ocurrido en una reunión habría que entenderla sujeta a esa limitación; y de la misma manera, se podría examinar la hipótesis consistente en que se proscriba en forma general, por vía estatutaria, y no sólo en una reunión en concreto, la grabación magnetofónica o audiovisual de aquellos pasajes de una reunión que se refirieran a secretos industriales o a datos cuya divulgación pudiera ser utilizada en detrimento de la sociedad. Sin embargo, y particularmente dada la amplitud del último supuesto, decisiones de esa índole no sólo podrían ser subterfugios utilizados para impedir que una minoría documente lo ocurrido en una reunión y pueda demostrar en forma sólida la manipulación de un acta por parte de una mayoría, sino que llevaría a introducir una excepción a la regla ya transcrita del artículo 431 del Código de Comercio, el cual exige que en las actas se haga constar todo lo ocurrido – se entiende, aquello que sea relevanteen la reunión a que ésta se refiere, incluyendo los asuntos "tratados" en ella. Esto último no implica únicamente hacer mención a que se discutió el tema respectivo, sino presentar en el acta un resumen de los principales hechos o argumentos expuestos, así como las conclusiones a las cuales se llegó en relación con el mismo, dejando constancia de todos los documentos presentados a consideración del órgano social, los cuales hacen parte integral del acta, por lo cual, si aquellos no son transcritos deben presentarse como anexos. El riesgo de que un asunto ventilado en una reunión social sea indebidamente divulgado por un socio lo corre la sociedad al aprobarse dentro del orden del día la consideración del mismo; máxime tratándose de una sociedad de responsabilidad limitada, que en su ámbito interno se caracteriza por la relevancia de la persona o identidad del socio. Pero es claro que las consecuencias jurídicas de dicha divulgación indebida las asume el socio indiscreto o desleal; y conviene recordar que en las sociedades de responsabilidad limitada, que es el tipo social al cual se refiere su consulta, está expresamente prevista la posibilidad de que en la junta de socios se ordenen las acciones que correspondan contra cualquier persona "..que hubiere incumplido sus obligaciones u ocasionado daños o perjuicios a la sociedad" ( C.Co. art. 358-4), así como decidir sobre la exclusión de socios ( C.Co. art. 358-4), siendo perfectamente posible, dada la ya recordada naturaleza personalista de la limitada desde el punto de vista interno, pactar causales de exclusión en atención a conductas desleales tales como la divulgación indebida de los asuntos sociales. 6. En consecuencia, tomar notas personales de la reunión o grabar en medios magnetofónicos o audiovisuales, no afecta el derecho de reserva de la sociedad, ni afecta esferas personales ajenas por una supuesta apropiación indebida de la imagen o de la voz de los consocios; pero tal conducta le impone al socio la obligación de custodiar y de no utilizar indebidamente su documento, de la misma forma en que está obligado a no utilizar la información conocida en la reunión en detrimento de los intereses legítimos de la sociedad. Al fin y al cabo, la divulgación de información reservada, que conste o no en actas o en papeles sociales, es decisión privativa e indelegable que le corresponde a la sociedad a través de sus órganos competentes y, por tanto, ajena al arbitrio de un socio individualmente considerado. En estas condiciones, este Despacho expone su criterio en torno al tema objeto de su consulta, advirtiendo que este pronunciamiento tiene el alcance señalado en el artículo 25 del Código Contencioso Administrativo.