Ante el fracaso de la intervención preventiva. FUENTE: PSICOLOGIA.COM. 2003; 7(1) Mónica Malagamba. Investigadora y docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Cátedra de Psicología Preventiva. E-mail: moni@netverk.com.ar [artículo original] [7/5/2003] Resumen Este artículo busca reflexionar sobre la importancia de la acción comunitaria en salud y el desmoronamiento en las intervenciones preventivas. Señala la necesidad de un diagnóstico comunitario en el que se incluyan valores epidemiológicos y evaluación de viabilidad del proyecto en términos de recursos financieros, políticos y humanos, asi como el reconocimiento del universo de cultura del grupo social al que va dirigido el proyecto en cuestión. En función de ello señala algunas condiciones generales para incluir en los momentos iniciales de un proyecto preventivo con miras a que la gestión preventiva sea una gestión integradora. Abstract This paper deals with the importance of community action on health and on the weakening of preventive actions. It remarks the need of community diagnosis that include the epidemiological values, the viability of the project on the basis of the human, financial and politic resources, as well as the cultural background of the social group involved in the project, tending to an integrative effect of the preventive activity. Los organismos públicos y los semipúblicos, suelen ser los responsables de llevar adelante acciones que responden a las políticas sociales en salud propuestas desde el Estado. Funcionan como mediadores entre el gobierno y la sociedad, punto de encuentro y tensión entre lo político y lo social, campo de articulación muchas veces conflictiva en su devenir. En el campo de la prevención, se elaboran Planes y Programas que intentan dar respuesta desde la mirada panóptica de Planes de Gobierno, Planes Quinquenales y otras estrategias municipales, a la acusiante emergencia sanitaria de la comunidad. A partir de evaluaciones de la salud comunitaria de indudable utilidad, se diseñan las políticas y determinan cursos de acción amplios. Los estudios epidemiológicos muestran en términos estadísticos la prevalencia e incidencia de enfermedad poblacional, subas y bajas de cuadros psicopatológicos a lo largo de un período determinado de tiempo, logrados a partir de datos de Hospitales y Centros de Salud. Ellos son los que posibilitan al funcionario y/o profesional responsable de un área de gestión pública identificar los puntos de mayor vulnerabilidad del Sistema de salud, aquello que es necesario atender con prioridad, a fin de trazar cursos de acción, promover la utilización de recursos humanos y presupuestarios y fundamentalmente operativizar programas específicos para aquellas problemáticas que inciden en el contexto local. Son generalmente programas dirigidos a diferentes franjas de la población, como las mujeres o los niños, buscando abarcar en su accionar a la mayor cantidad de “beneficiarios”. El diseño de un proyecto preventivo implica varias cuestiones a resolver, como: elección de aquellas estrategias más adecuadas para la consecución de los objetivos, metodología de abordaje, tiempos de intervención, así como gestión de los recursos materiales y humanos, implementación de procesos de monitoreo y evaluación de los proyectos, articulación de los diferentes actores de acuerdo a niveles de participación, etc. Se agrega además el imperativo ético de la prestación equitativa de asistencia, como lo señala Backett, Davies y Petros-Barvazian , prestando especial atención a las desigualdades en materia de salud, tomando a los grupos que son más vulnerable, y dentro de ellos los que se encuentran expuestos a mayores riesgos. Desde lo humano significa un esfuerzo importante de un equipo de personas que para alcanzar los objetivos propuestos, deberá establecer un fuerte contacto con personas de la comunidad que necesitan de estas acciones para la resolución de sus problemáticas de salud-enfermedad. La acción comunitaria resulta una tarea compleja y no son pocas las veces que las expectativas iniciales decaen por diversas razones difíciles de identificar o resolver. Tanto más cuando, como ocurre en nuestro país, no existe una tradición en la utilización de técnicas de evaluación . La evaluación preliminar es muchas veces inexistente, la evaluación de proceso es generalmente consideración estadística del número de beneficiarios, y la evaluación de resultados suele quedar postergada indefinidamente. Como señalan Rossi y Freeman en el diseño y alcance de las evaluaciones se debe tener en cuenta los usos múltiples que tiene: resultan tanto el punto de partida para la toma de decisiones como el cálculo de las consecuencias que tiene la distribución de un recurso material o simbólico. En el momento inicial la evaluación preliminar está compuesta por una serie de actividades destinadas a corroborar la viabilidad de la planificación, y está centrada fundamentalmente en determinar si es posible la realización del programa. Desde un enfoque tradicional debe responder a las características de sistematización, rigor y cuantificación. Por ello, previo al despegue de una intervención preventiva en cualquiera de sus niveles, recurrir a los estudios epidemiológicos de la zona permite considerar la mayor o menor gravedad en términos de factores de riesgo, de conocimientos técnicos y procesamiento de datos, asignando valor a las variables y evaluando la situación sanitaria. Una cuestión que resulta de importancia es la diferencia entre lo que significa realizar un diagnóstico y evaluar, términos que los autores de proyectos sociales utilizan indistintamente. El diagnóstico comunitario implica una mirada atenta sobre la realidad, realizando una lectura esencial desde una perspectiva histórica, adhiriendo a concepciones desarrolladas por Washington Uranga, Laura Moreno, Claudia Villamayor , Prieto Castillo y Gloria Pérez Serrano. Su importancia reviste en poder ubicar los principales problemas de un grupo o comunidad, de sus características distintivas, conocimiento o reconocimiento de sus modos de resolución de problemas, construcciones de sentido, prácticas y lenguajes, relevamiento de sus recursos institucionales y sanitarios, identificando los factores de riesgo y acercándonos a su conocimiento. La evaluación preliminar, término mas técnico, consiste en una serie de actividades destinadas a corroborar la viabilidad del proyecto. No es común su realización, como advierte Mirta Gavilán , ya que se cree que es un procedimiento desechable o plausible de postergación, fundamentalmente cuando se trata de una planificación de tipo instrumental o normativa, utilizando en su reemplazo instrumentos como escalas de desarrollo o medidas de cociente intelectual, que nada informan sobre el alcance que el programa pueda tener en función de objetivos más integrales. Además, la evaluación preliminar se encuentra sesgada por lo que desde la perspectiva del científico es una “ problemática social”. Es un “ pensar situado”, en tanto que sus hipótesis de trabajo están construidas desde el grupo de pertenencia del investigador, desde su marco conceptual o definición de “problema sanitario”. La evaluación hace una lectura de la realidad que es “ selectiva”, en tanto es intencional y en algún sentido arbitraria, como lo planteara Sergio Martinic . No puede negarse, que todo proyecto tiene una hipótesis inicial sobre lo “ social” que pretende abarcar, tiene una concepción previa de la comunidad a la que dirige sus acciones y en ese sentido se producen descuidos a modo de malentendidos, muy difíciles de subsanar. Epistemológicamente responde al modelo de la ciencia de un sujeto cognocente, investigador, hacia un sujeto o grupo que es el objeto de la investigación. Podemos plantearnos si esta forma de conocer es válida para alcanzar nuevas realidades o si esta forma no presupone la superioridad del conocimiento propio del investigador respecto del sujeto o grupo investigado, desconociendo asuntos o saberes que resultan vitales para emprender proyectos. Otro tanto ocurre con la evaluación de proceso y de resultado, en las que el acento esta puesto en tomar indicadores del estado de salud a fin de verificar la eficiencia y eficacia de acciones llevadas a cabo y el cumplimiento de los objetivos fijados por el programa y analizar si estos han sido logrados. Como lo señalara anteriormente, suele recurrirse a una evaluación de tipo estadística, de costo beneficio, que resulta ser una información de importancia, pero que no aporta nada sobre el proceso en sus aspectos cualitativos, el cómo y cuándo, operado en el conjunto social, los puntos de tensión, ruptura o integración. El diagnóstico comunitario aparece como un proceso más integral ya que no solamente evalúa, al tomar algunos valores epidemiológicos en términos de indicadores de riesgo presentes en el contexto de ese grupo social, sino que además considera en función de esos indicadores y el conocimiento del universo simbólico-instrumental del grupo social, la practicabilidad de proyecto en cuestión. Se hace así relevante definir y organizar cuáles serán las estrategias adecuadas a esa realidad local en tanto es histórico-cultural, conociendo la forma en que antecedentes y causas condicionantes dan características al presente en su espesor cultural. Este encuentro de los técnicos y profesionales en salud y aquellos que son los destinatarios de las acciones aparece más como un terreno a construir, que algo logrado. Esta desvinculación entre conocimiento científico y prácticas sociales, entre procesos planificadores y gestiones sociales forma parte de un debate actual y es un obstáculo característico en la aplicación de un modelo de sociedad de impronta neoliberal, que tiende a la exclusión de amplios sectores de la sociedad. Se encuentran así malogradas muchas de las buenas intenciones de técnicos y profesionales, y desalentadas las expectativas que la ciudadanía deposita en sus instituciones. Esta situación suele volverse repetitiva y a la hora de decidir sobre la eficacia de la aplicación de un programa los errores suelen justificarse por la torpeza de terceros ( gobierno, directores, personal, ignorancia de los miembros de la comunidad, etc). Reflexionando sobre algunos fenómenos comunes, presentes en situaciones de desmoronamiento de programas preventivos, se puede determinar en una primera aproximación, que algunas cuestiones giran en torno a: 1. No existe consideración a las condiciones históricas de producción, como hilo vertebrador de las posibilidades de las sociedades en la consecución y utilización de sus recursos materiales y simbólicos. Desde la perspectiva de la globalización las sociedades en red posibilitan la interpenetración de la cultura, pero simultáneamente existen movimientos de refundación de lo local, que nos llevan al rescate de los modos de producción de cada una de las sociedades. La acción colectiva se produce y orienta en función de nuevos movimientos sociales, en una sociedad mas fragmentada, canalizada en función de expectativas concretas. Actualmente se tiende a la municipalización de la cultura, es decir: pequeños proyectos locales en función de objetivos concretos. En el particular caso de la salud, se producen y constituyen redes para la formación de agentes sanitarios, organizaciones de mujeres de iniciativa local, que luchan por reivindicaciones específicas. Como lo señala Daniel García Delgado , hoy se modifico el debate público y se han modificado los criterios y valores paradigmáticos treinta años atrás, se cambio la vida familiar, se reglamentaron e innovaron sus organizaciones comunitarias, y gano la ciudadanía mayor impulso. Estas transformaciones marcan modelos de gestión que no pueden ser ignorados, e implican procesos de participación diferentes de los grupos sociales. 2. El desconocimiento de los discursos y las prácticas sociales que son parte de las representaciones sociales que una comunidad tiene acerca de sí misma y sus problemáticas. Una enfermedad es percibida en función de una estructura simbólica del grupo de pertenencia, se inserta en una “ red semántica”, en un modelo cognitivo colectivo que se basa en conglomerados de significaciones y de creencias fundamentales de una comunidad determinada. Como bien señala Laura Piñero , si se interpreta a una sociedad como un conjunto de significaciones, de prácticas discursivas que circulan, es necesario tener en cuenta lo que Bakhtine señala como “ enfrentamiento de intereses sociales contradictorios”, en el marco de una misma comunidad semiótica. Vale destacar que frente a “lo diferente”, que es precisamente aquello que hace presente la alteridad, las asociaciones negativas dan origen a los etiquetajes sociales. Por las características que tiene la investigación en ciencias sociales, conocer algo no es definir su esencia, sino lograr establecer una relación íntima con todas las particularidades de lo que se quiere conocer. Al decir de Esther Díaz , mas bien se trata de desglosar la interacción entre los juegos del lenguaje y las formas de vida. Es por eso que el uso de las palabras (el lenguaje en tanto práctica), remite a su uso social. 3. La pobre participación de la comunidad o grupo social en las instancias de toma de decisión del Programa. Si bien esto tiene fundamento histórico- presencia desde los años 40 del Estado benefactor en Argentina- hoy estamos bajo otras condiciones sociales y económicas, pero el paradigma persiste por muy diversas razones. Desde los responsables de la ejecución del programa se sostiene al sentir que la participación de los actores comunitarios les resta espacios de acción y poder, o por ser una estrategia de clientelismo político. También los grupos comunales de sectores populares han sufrido el desgaste de la crisis y redefinición del Estado, esperando que se concretara la tan ansiada resolución de sus padecimientos, a través de la gestión de sus gobernantes. El continuo cambio en las políticas estatales a nivel salud, o en el peor de los casos, la ausencia de ellas, ha ido creando creciente desconfianza a la participación y apertura en los programas que se les proponen. Frente a esto el camino aparece incierto y las acciones caen en el vacío social, porque la gente se mantiene al margen en actitudes de indiferencia a la propuesta, o en el mejor de los casos colabora para recibir un beneficio inmediato. Se desaprovecha así el caudal de recursos humanos y las posibilidades educativas y de transformación social que se puede anhelar, cuando una gestión preventiva es una gestión integradora. 4. En los temas de salud, las mujeres han sido históricamente sujetos de gran ayuda y valor, fundamentalmente las mujeres de sectores populares, como lo señala M.Herminia Di Liscia y M. Silvia Di Liscia , la gestión de las mujeres en salud ha sido relevante. Fundamentalmente porque su identidad de género pasa por la maternidad y sostienen saberes y prácticas para la prevención. Son las principales usuarias de los servicios de salud, y las que toman decisiones en la atención sanitaria de sus familias. En el imaginario social la salud está asociada al cuidado que hacen las mujeres por sus hijos y responsables de desarrollar prácticas de atención familiar. Aún en condiciones de extrema pobreza, sus esfuerzos son invalorables, quedando ajenas a la resolución de temas de mayor complejidad como son la organización sanitaria, que las somete a cupos limitados en turnos de atención, esperas, etc. Así también a riesgos como son el despido por ausentismo laboral. Las mujeres son las que entran en contacto permanente con los profesionales de la salud, cuestión que debe tenerse muy en cuenta para la iniciación y desarrollo de intervenciones preventivas. Si bien hoy las mujeres de sectores sociales de pobreza acceden a los servicios de salud de hospitales y salitas, no dejan de circular “sentidos y prácticas” que son propios de su cultura, de su medio rural o de provincia. Un programa comunitario no puede desconocer estas concepciones culturales, pues al hacerlo recorta una parte esencial para el éxito de sus acciones. Estas producciones deben ser integradas en forma estructurada, trabajando con ellas, de-construyendo mitos de riesgo para la salud, y ofreciendo a través de la educación otras posibilidades de acción al “saber” de las protagonistas. Todo nuevo discurso, y en ese sentido un programa preventivo lo es, se inscribe dentro de un contexto intertextual. Entra en relación con otros discursos que le preceden y que son propios de ese grupo humano. Lo “nuevo”sufre así un proceso de transformación que le permite su incorporación dentro de lo ya conocido. Si este proceso de integración no se produce, queda afuera como lo externo, lo extranjero, lo excluido. Es parte del esfuerzo a realizar para la puesta en marcha de una intervención, considerar el universo simbólico-instrumental de la comunidad, a riesgo de pedalear en el vacío. Para finalizar, cuando estamos en condiciones de diseñar un programa preventivo en salud, la atención del contexto histórico cultural, en tanto conjunto de representaciones que se vienen transmitiendo de generación en generación, sentidos y conocimientos que el grupo tiene sobre sus problemáticas, resulta indispensable para el buen término de sus acciones. Es necesario insistir en que una planificación que desatienda en su gestión aquello que tienen como capital cultural los grupos, tiene grandes posibilidades de fracasar, o al menos de desaprovechar sus esfuerzos en acciones de menor impacto que lo esperado. Desde todo punto de vista este aspecto debe tratar de corregirse atendiendo a las cuestiones señaladas, que por otra parte no son ajenas a las consideraciones cuando se pretende comunicar, transformar, educar o generar acciones en torno a la salud en una comunidad. Esfuerzos que adquieren sentido en función de un objetivo mayor que es: ofrecer a los hombres nuevas posibilidades y/o caminos de resolución para sus padecimientos. Bibliografía BACKETT, DAVIES, BARBAZIAN, ( 1985) “El concepto de Riesgo en la Asistencia Sanitaria”. Cuadernos de Salud Pública. Bs. As. N º 76. OMS BUELA – CASAL G. FERNANDEZ RIOS L.; CARRASCO GIMENEZ, T. (1997) Psicología Preventiva. Editorial Pirámide. Madrid. CARDARELLI, G Y ROSENFELD,M, (1998) Programación social y metodologías participativas: un juego para armar. En Las participaciones de la pobreza. Programas y Proyectos Sociales. Editorial Paidós, Tramas Sociales. CASTRO, B Y MALDONADO, M, (2001) Función e importancia de la Planificación en salud. Necesidad de integrar la Psicología en la Planificación, en Saforcada, E y colab. El factor humano en la Salud Pública. Proa XXI Editores, Bs.As. DIAZ, E (1997) La Epistemología y lo económico social. 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