Departamento de Filosofía IES Primeiro de Marzo. Baiona 1 TEMA 5

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TEMA 5. FILOSOFÍA MODERNA (III): DAVID HUME
I. MARCO HISTÓRICO, CULTURAL Y FILOSÓFICO DE DAVID HUME
La vida de David Hume se desarrolla a lo largo del siglo XVIII. Nace en 1711 en
Edimburgo (Escocia) en un momento en que en Europa la mayoría de los estados son
monarquías absolutas. En Gran Bretaña, en cambio, la monarquía había evolucionado
hacia un sistema parlamentario. El poder se había concentrado en el parlamento y este
estaba ocupado por la nobleza y por los que gozaban de una situación económica
adinerada, pero todos eran conscientes de que la soberanía residía en el pueblo y de
que era él quien la cedía temporalmente al parlamento, con la condición de que
respetase sus derechos a la libertad y a la propiedad.
Cuatro años antes del nacimiento de Hume, en 1707, mediante el Acta de Unión,
se había producido la unión formal de Inglaterra y Gales con Escocia pasando a formar
el Reino Unido de Gran Bretaña y cuando él nace reinaba Ana I, perteneciente a la
casa de los Estuardo. A esta reina la sucederá Jorge I, Jorge II y Jorge III. Durante el
reinado de este último, que se prolonga desde 1760 hasta 1820, Gran Bretaña se
convertirá en la primera potencia mundial: crecerá en población y en prosperidad
económica, conquistará Canadá, establecerá su dominio en los mares y derrotará a
Napoleón, pero perderá también parte de las colonias, lo que luego serían los Estados
Unidos de Norteamérica. Hume vivirá los primeros dieciséis años de este periodo,
muere en 1776.
Desde el punto de vista cultural debemos citar los siguientes nombres:
a) En el ámbito de la ciencia a Isaac Newton (1643-1727), Edmund Halley,
James Watt y John Dalton. Newton es, sin duda, el científico más destacado
y aunque murió cuando Hume era todavía un adolescente, su método
experimental tuvo una enorme influencia en sus planteamientos empiristas.
b) En literatura a Daniel Defoe, autor de Robinson Crusoe, y a Jonathan Swift,
Viajes de Gulliver.
c) Y también al economista Adam Smith, considerado el fundador de la
economía moderna.
En el ámbito filosófico destacar que la filosofía británica del XVIII tenía una
intención eminentemente práctica. Lo que los filósofos pretendían era fundamentar la
vida social, la moral y el derecho teniendo en cuenta las nuevas condiciones económicas
e intelectuales que se estaban dando en la sociedad. Junto a este, el otro rasgo
característico de estos pensadores es el planteamiento empirista.
El pensamiento de Hume se debe situar también en el marco de la Ilustración.
Hume es un pensador ilustrado y comparte con este movimiento del siglo XVIII su
aprecio por la razón y la libertad así como su deseo de desarrollar un pensamiento
filosófico al margen de Dios. Este deseo está relacionado con la marcada tendencia de
la época a la secularización del pensamiento, unida a una mentalidad cada vez más
laica en la sociedad. Haciéndose eco de estas tendencias Hume defenderá el deísmo y
analizará el tema de Dios y la religión circunscribiéndolos al campo del sentimiento
(prescindiendo de toda relación con el conocimiento).
Respecto a este último punto, decir que el tránsito del teísmo al deísmo se había
iniciado ya en el siglo XVII y que el deísmo encontrará firmes defensores en los
ilustrados del XVIII. (Se entiende por teísmo la creencia en un Dios personal que ha
creado el mundo y que lo gobierna con su providencia. Por su parte el deísmo coincide
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con el teísmo al admitir la existencia de un ser supremo creador del mundo y distinto de
él, pero se diferencia del teísmo al considerar que la responsabilidad de este Dios hacia
el mundo se agota en haberle dado las leyes de acuerdo con las que funciona. Una vez
realizado el acto de creación, no se ocupa del mundo y tampoco pide a los hombres que
le rindan culto, de modo que los hombres quedan libres para actuar de acuerdo con su
propia razón, sin ninguna interferencia divina.)
II. CUESTIONES CONTEXTUALES
Aunque como hemos dicho Hume es un filósofo del siglo XVIII su pensamiento no
puede entenderse sin tener en cuenta los dos grandes procesos culturales que se
produjeron en Europa durante el Renacimiento: la Reforma Protestante y el nacimiento
de la Ciencia Moderna.
1. RENACIMIENTO Y REFORMA.
2. LA VINCULACIÓN DEL EMPIRISMO Y DEL RACIONALISMO CON
LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA.
III. COMPRENSIÓN. PENSAMIENTO DEL AUTOR.
1. FENOMENISMO (O FENOMENALISMO) Y CAUSALIDAD EN DAVID HUME
David Hume, junto con John Locke y George Berkeley, son los principales
representantes del empirismo moderno (S. XVII y XVIII), también llamado empirismo
británico, que es la segunda gran corriente de la Filosofía Moderna y se desarrolla en
oposición al racionalismo continental. Es importante destacar que el pensamiento de
Hume se debe enmarcar también en el contexto de la Ilustración (Siglo de las Luces).
En tanto empirista Hume defiende las siguientes ideas:
a) Considera a la experiencia sensible como el origen y el límite de todo nuestro
conocimiento. “El entendimiento humano es como una tabla rasa en la que nada hay
escrito” hasta que la experiencia comienza a dejar su huella.
b) Rechaza la existencia de ideas innatas.
c) Destaca que valor del conocimiento y la ciencia radica en su utilidad (a
diferencia de Aristóteles para quien el fin del conocimiento es satisfacer la curiosidad
humana).
d) Toma como ideal de ciencia no las matemáticas y su método deductivo,
como el racionalismo, sino las ciencias empíricas (física, química, biología…) que se
basan en hechos comprobables y utilizan el método inductivo (por ejemplo la física de
Newton).
El punto de partida de la filosofía de Hume es similar al de Descartes. Ambos
comparten la idea de que es necesario reformar la filosofía dado el descrédito en que se
encontraba, frente al constante progreso de la ciencia. La solución en el caso de Hume
pasa por estudiar la naturaleza humana puesto que la ciencia que se ocupa del ser
humano constituye el centro y el fundamento del resto de las ciencias.
La preocupación de Hume por el ser humano es eminentemente práctica, su
objetivo es descubrir los principios que regulan nuestros juicios morales (tarea que
incumbe a la Filosofía moral). Pero, al mismo tiempo, considera que para lograrlo es
preciso empezar por clarificar los principios que rigen nuestro conocimiento teórico. De
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ahí la necesidad de elaborar una Teoría del conocimiento, de la que nos ocuparemos a
continuación.
1.1.LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.
Como ya hemos dicho, Hume, como empirista que es, rechaza la existencia de ideas
innatas y sostiene que todos los contenidos de nuestra mente proceden exclusivamente
de la experiencia y dependen de ella. A tales contenidos los llama percepciones.
Las percepciones pueden ser de dos clases: impresiones e ideas.
Impresiones: - de sensación (son las sensaciones que producen sonidos,
sabores, colores, olores)
- de reflexión (pasiones y emociones en el momento en
que están experimentando).
Ideas: son imágenes debilitadas de las impresiones por tratarse de copias
o recuerdos de las mismas.
Impresiones e ideas se diferencian en su grado o intensidad. Las impresiones son
más vivas y fuertes que las ideas (es más intenso un dolor de muelas actual que su
recuerdo).Además, las impresiones preceden y son la causa de las ideas. Para que una
idea sea válida debe ser posible señalar la impresión o impresiones de las que deriva (si
esto no fuera posible, sería una pura invención, sin referente real). Por esta razón la
fuente y el límite del conocimiento son las impresiones (sólo conocemos nuestras
propias percepciones, que son los hechos de conciencia que experimentamos y no las
cosas exteriores tal como son en sí mismas).
Además, Hume distingue entre impresiones simples y complejas e ideas
simples y complejas. Las ideas complejas o compuestas se deben a la atracción o
asociación de unas ideas simples con otras, según unas leyes de asociación (similares a
las leyes de atracción de los cuerpos de Newton). Así, por ejemplo, la percepción de
blanco en una pared es una impresión simple y su recuerdo es una idea simple. En
cambio, la percepción del interior de una habitación que presenta diversas paredes
blancas está formada por un conjunto de impresiones simples.
La combinación de ideas es fruto de la imaginación y esta puede agrupar las
ideas de dos formas: una natural, siguiendo una cierta regularidad –como en el caso de
la idea compleja de árbol- y otra arbitraria, es decir, sin ningún orden establecido –
como la idea de centauro.
Cuando la imaginación actúa naturalmente se rige por tres principios o leyes de
asociación que son los siguientes:
a) Ley de la semejanza: por ejemplo cuando una pintura nos lleva a pensar en
aquello que representa.
b) Ley de contigüidad en el tiempo y el espacio: por ejemplo el recuerdo de mi
casa me lleva a pensar en lo que la rodea.
c) Ley de causa-efecto: cuando relacionamos, por ejemplo, la herida con el
dolor.
1.2. CRÍTICA DE LA METAFÍSICA TRADICIONAL: CRÍTICA DE LAS
IDEAS DE SUSTANCIA, YO Y PRINCIPIO DE CAUSALIDAD.
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Una vez que ha establecidos los límites del conocimiento Hume someterá a una
crítica demoledora a las ideas que eran la base de la metafísica tradicional.
Crítica de la idea de sustancia corpórea:
TEXTO 2. (Tratado da naturaza humana, Libro I, Parte I)
La idea de sustancia corpórea (res extensa cartesiana), de sustancia material,
entendida como una realidad en sí, distinta de nuestras impresiones (procedentes de los
distintos sentidos) no deriva de ninguna impresión sensible, luego carece de
fundamento. Respecto del mundo corpóreo sólo tenemos impresiones y la idea de una
realidad externa que está más allá de ellas no se basa en impresión o experiencia alguna.
Por eso, la idea de sustancia (ej. la idea de una sustancia naranja) es una
ficción. No existe aunque creamos en ella. Lo único que conocemos es un conjunto de
impresiones: sabor, olor, color, tamaño…) a las que nos referimos con el nombre
naranja.
Crítica de la idea de yo:
Tampoco del yo (alma, conciencia) como sustancia (res cogitans cartesiana)
existe ninguna impresión como tal. Si buscamos dentro de nosotros mismos lo único
que encontramos son impresiones diversas, distintos estados de conciencia que van y
vienen como escenas de teatro: un deseo, una alegría, una emoción… pero ninguna
impresión referida al yo como totalidad.
También en este caso la imaginación finge un yo permanente, idéntico a través
del tiempo, al que atribuimos aquellos estados de conciencia. Pero el yo es otra ficción,
no existe aunque creamos en él.
Crítica de la idea de Dios
Igualmente imposible es demostrar si Dios (res infinita) existe o no porque no
poseemos ninguna impresión que dé lugar a dicha idea, lo que equivale a decir que es
incognoscible. Las pretendidas pruebas de su existencia apelando al principio de
causalidad, como veremos a continuación, son imposibles porque este principio sólo se
basa en un hábito y su aplicación queda limitada al ámbito de nuestra experiencia.
Respecto al tema de Dios podemos decir que es un agnóstico porque, si bien
negó la posibilidad de demostrar la existencia de Dios, no negó su existencia. Con
relación a las religiones existentes se manifestó como un decidido adversario y las
consideraba imaginarias e ilusorias. No obstante, admitía que la religión es un hecho
social práctico que no debía eliminarse porque tenía utilidad (las creencias y los
prejuicios del pueblo son útiles para mantener las buenas costumbres).
Crítica al principio de causalidad:
TEXTO 1. (Investigación sobre o coñecemento humano, Sec. IV,
Parte I)
Según el principio de causalidad, todo efecto tiene una causa y además existe
una conexión necesaria entre los efectos y sus causas. Hume critica la legitimidad de
presuponer una conexión necesaria entre lo que llamamos causa y lo que consideramos
su efecto. Es decir, niega que tengamos impresión sensible o experiencia directa de la
vinculación necesaria e invariable entre un hecho considerado causa (el fuego) y otro
considerado el efecto (aumento de la temperatura de un líquido).
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Para Hume en lo que solemos considerar relaciones causa-efecto se dan las
siguientes posibles impresiones:
a) contigüidad: cercanía de causa y efecto.
b) anterioridad: de la causa sobre el efecto.
c) regularidad: hasta ahora, siempre que ha ocurrido tal cosa, ha sucedido a
continuación tal otra (el fuego siempre ha calentado el café).
Pero en ningún momento vemos la conexión necesaria entre lo uno y lo otro
(no tenemos ninguna impresión que se refiera a esa necesidad) y, por tanto, no
podemos afirmar con seguridad que tenga que suceder así y no de otro modo y que en el
futuro vaya a seguir ocurriendo lo mismo. Lo máximo que podemos concluir es que
hasta ahora esa correlación siempre ha existido, pero sobre el futuro no me puedo
pronunciar porque no existe impresión o experiencia que lo avale. Según esto, la
causalidad no existe en las cosas, sino en nuestro modo de pensarlas, debido a
nuestra experiencia acumulada.
Partiendo de esta crítica del principio de causalidad, Hume negará la posibilidad
de obtener un conocimiento universal y necesario en el ámbito de las ciencias de la
naturaleza. Estas ciencias se ocupan de hechos que suceden en la naturaleza, que son
observables. Hume lo expresa diciendo que se ocupan de cuestiones de hecho y sucede
que los razonamientos referidos a las cuestiones de hecho, que se elaboran a partir de la
observación directa o de la memoria, son razonamientos probables. No pueden
pretender ser universales porque se basan en la experiencia. Para que un enunciado sea
universal y necesario debe abarcar pasado, presente y futuro pero los enunciados
elaborados a partir de la experiencia no pueden abarcar al futuro, solo pueden hablar del
pasado y el presente. En realidad, su referencia al futuro se basa en nuestra creencia de
que en el futuro se repetirá lo que hemos observado en el presente y el pasado (donde
hemos creído descubrir una “supuesta conexión” entre hechos, lo que llamamos la
relación de causa-efecto).
En cambio, las ciencias formales (geometría, álgebra y aritmética) sí establecen
verdades evidentes, universales y necesarias, porque en su caso la verdad de las
proposiciones se establece al margen de la experiencia, se establece racionalmente sin
necesidad de observación. Estas ciencias se ocupan de relaciones de ideas.
En resumen, tanto la idea de sustancia como la de causalidad no son más que el
resultado del hábito psicológico o costumbre y constituyen meras creencias, no
conocimientos basados en la experiencia. No obstante, estas creencias son
fundamentales para nosotros, sin ellas no podríamos desarrollar nuestras actividades
cotidianas (“La costumbre es la principal guía de nuestra vida y sin ella no daríamos
un paso”).
1.2. CONSECUENCIAS: FENOMENISMO Y ESCEPTICISMO.
La crítica a los conceptos de causalidad y sustancia (centrales en la metafísica
tradicional) conduce a Hume al fenomenismo y al escepticismo.
Hablamos de fenomenismo (también llamado fenomenalismo) porque Hume
reduce la realidad a meras percepciones que es de lo único que tenemos experiencia y
estas percepciones son siempre subjetivas, es decir, fenómenos (entendiendo por
fenómeno lo que aparece o se muestra ante un sujeto). En cambio, de lo que se sitúa
más allá de mis percepciones sólo puedo tener creencias.
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A su vez el fenomenismo desemboca en el escepticismo puesto que se niega la
posibilidad de un conocimiento objetivo y seguro de la realidad. Esto se aplica también
a las ciencias empíricas (incluso a la física de Newton). No podemos establecer leyes
científicas porque estas pretenden ser universales y esto, como ya hemos dicho, es
imposible. Estas leyes científicas simplemente se basan en el principio de causalidad
(y ya hemos visto cuál es la crítica que Hume le dirige).
Por tanto, el fundamento último del conocimiento es la costumbre que da lugar
a la creencia (belief). Ahora bien, la creencia tiene gran importancia en Hume. La
concibe como una fuerza oculta en nosotros, una especie de instinto que nos obliga a
creer en la realidad porque solo así es posible vivir.
1.3. EL EMOTIVISMO MORAL
Hume elaboró también una teoría ética o filosofía moral.
Como ya sabemos, la moral se ocupa de las reglas que hay que seguir para
conseguir el bien y la felicidad. Pretende establecer el criterio que permita la distinción
moral entre la virtud y el vicio y, en consecuencia, entre lo que se debe y lo que no se
debe hacer.
Para Hume el problema radica en que la razón no puede ser el fundamento de
nuestros juicios morales, puesto que es esclava de las pasiones o sentimientos y no
tiene otra opción que obedecerlas. Por tanto, el fundamento de la moral se halla en las
pasiones o sentimientos.
Esto no significa, sin embargo, que cada uno de nosotros establezca sus propios
juicios morales a partir de sus propios sentimientos y que estos sean totalmente distintos
de los de los demás. Hume, tratando de evitar el relativismo, sostiene que a la hora de
realizar juicios morales interviene un sentimiento que es común a todos los humanos
que es la simpatía. Este sentimiento o capacidad de simpatizar con la felicidad o la
desgracia ajenas es común a toda la humanidad y explica que las personas estén de
acuerdo al juzgar las acciones. Pero tal acuerdo sólo se dará si quien aprueba o censura
es un observador imparcial que se aleja de sus intereses particulares y tiene en cuenta la
utilidad social de la acción o de las cualidades juzgadas.
1.4.FILOSOFÍA POLÍTICA
Por último, unas breves consideraciones sobre la filosofía política de este autor,
Hume rechazó las teorías del contrato social y explicó el origen de la sociedad
diciendo que los seres humanos viven en sociedad porque les resulta más provechoso
que la libertad y la independencia individuales. Lo único que justifica y legitima el
poder de un gobernante es el bien común que procura a su pueblo y la defensa de los
bienes indispensables para la vida de una sociedad (por ejemplo, la propiedad y la
fidelidad a los contratos). El gobernante vigila para que las personas no pongan sus
intereses particulares por encima del interés general, y las leyes son simples
convenciones útiles, válidas mientras protegen los intereses y el disfrute de los
miembros de la sociedad (rompe así también con la idea tradicional del fundamento de
las leyes positivas en la ley natural).
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