Debemos evitar la muerte, más no rechazarla! por Bel Cesar - belcesar@ajato.com.br Traducido por Melissa Park - meishiman@hotmail.com Recientemente me sorprendí con Juliane Zaché, periodista de la revista Isto É, interesada en hacer un artículo sobre la Muerte que no tuviese un carácter pesado. Conversamos por dos horas. Regresé para casa con la sensación de que habíamos hablado de una “persona” que se tornó famosa justamente por que raramente salía en los medios revelando su vida íntima: su fuerza secreta, sus miedos y ansiedades. Ojalá que esta persona muerte pueda finalmente expresarse! En sus enseñanzas, Lama Gangchen Rinpoche, maestro budista, nos enseña que no se trata apenas de poder morir sin miedo, podemos ir más allá del miedo: disfrutar de la muerte. Él nos dice: “Podemos aprender a mirar nuestra propia muerte como directores de un film. En general, parece que, por la disolución de nuestro físico, moriremos débiles, pero con la energía de la Auto-cura podemos morir fuertes”. Quedé con la frase: “Podemos morir fuertes” resonando en mi mente. Comprendí, entonces, que ser fuerte no significaría ser capaz de confrontar a la muerte, pero si saber fluir con ella. Percibí como en general tenemos el hábito de ser contrarios a la muerte. Por eso, cuando llega el momento de vivenciarla nos vemos en una gran confusión, pues es que ha llegado la hora de darnos las manos con quien, en vida, juzgamos ser nuestra mayor enemiga. El budismo tibetano no está a favor de la eutanasia, o sea, la muerte no es para ser buscada, pero eso no quiere decir que ella deba ser rechazada. Evitada sin, rechazada no. En tanto, cuando la muerte llega, debe seguir su curso natural. En este sentido, el proceso de muerte no debe ser prolongado indefinidamente cuando no hubiera posibilidad de recuperación, pero también no debe ser acelerado. Según el budismo, la cuestión relevante se concentra en generar condiciones para que la persona pueda presentar estados mentales positivos en el momento de su muerte. La cuestión, por lo tanto, no es si el cuerpo vive o muere, sino, si la mente puede encontrarse en paz o no. Ya la medicina occidental se concentra en el estado físico de la persona: lo importante pasa a ser, mantenerla viva. La mente es dejada en segundo plano. Al final, como cuidar de ella si la desconocemos? Por ejemplo, los estados mentales de quien está en coma no son considerados relevantes por la Ciencia porque ésta no consigue tener mucho acceso a ellos. No entanto, aún hay mucho por aprender. Aquellos que permanecieron al lado de una persona querida en coma saben que su presencia física, así como su actitud mental, son agentes de transformación. Según el budismo, tenemos un cuerpo y una mente toscos y sutiles. Cuando las funciones del cuerpo tosco diminuyen, como en el estado de coma, el cuerpo sutil continúa presente. El cuerpo y la mente sutiles tienen las mismas potencialidades del cuerpo humano: son capaces de escuchar, sentir, transformar. Por eso, en el momento en que el cuerpo físico, tosco, está perdiendo sus fuerzas, es hora de cuidar del cuerpo y de la mente sutil: la mente puede elevarse en tanto el cuerpo decae. En tanto, estamos acostumbrados a asociar los estados mentales a nuestras condiciones físicas: si el simple hecho de estar con presión de vientre ya nos causa mal humor, que decir de los estados continuos de dolor de aquellos que enfrentan un proceso doloroso en el final de su vida! Lama Gangchen nos alerta: “Cada vez que tenemos una emoción negativa estamos matando a nuestra energía positiva”. Por eso, precisamos desde ya, aprender a reaccionar positivamente frente a los momentos en que comúnmente estamos débiles. En el próximo malestar físico, intente dar a si mismo una nueva actitud mental. Tener paciencia con nuestra vulnerabilidad física es un acto de autocompasión. Podemos mirar el proceso de la muerte como una oportunidad de crecimiento y realización. En otras palabras: vamos a despertar nuestro interés por ofrecer a nosotros mismos y a nuestros amigos una muerte mejor!