La crisis económica española

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TÍTULO: La crisis económica española: orígenes y consecuencias.
Una aproximación crítica.
Agustí Colom. Universidad de Barcelona, acolom@ub.edu
Palabras clave: crisis económica, burbuja inmobiliaria, crisis financiera, deuda pública,
fiscalidad
Tras cuatro años de crisis económica financiera de efectos devastadores sobre
nuestras economías no se prevé una salida de la crisis inmediata, y en cualquier caso
no va a ser pacífica. La crisis económica española tiene sus propias componentes –
principalmente, el estallido de la burbuja inmobiliaria propia- que probablemente han
actuado amplificando los efectos destructivos en la economía española de la crisis
financiera mundial.
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La crisis económica española: orígenes y consecuencias. Una
aproximación crítica.
Agustí Colom. Universidad de Barcelona
acolom@ub.edu
El endeudamiento: elemento consustancial al modelo económico neoliberal
El desarrollo económico de la mayor parte de las economías capitalistas avanzadas
desde los años 80 ha estado caracterizado por el crecimiento del recurso al
endeudamiento. La enorme acumulación de deuda no sólo se ha producido en los
países periféricos europeos como forma de soslayar el desequilibrio en las relaciones
económicas entre la zona central y la periferia del área euro (Lapavitsas, C et alt.,
2011) sino que ha caracterizado al conjunto de los países de la OCDE (gráfico 1). Esto
es, el crecimiento del endeudamiento con el sistema financiero hasta alcanzar en el
año 2010 cifras del 355% del PIB en el caso español y del 363% en el caso de
Portugal no resulta tan alejado de niveles de deuda del 341% correspondientes a
Dinamarca, 340% referido a Suecia, 328% Bélgica o 322% en el caso del Reino Unido
(Cecchetti, Mohanty y Zampolli, 2011).
Gráfico 1. Deuda en proporción al PIB, España y países de la
OCDE, 1980-2010.
400
350
España
300
OCDE
250
media ponderada
%
200
150
100
50
0
1980
1990
2000
2010
Fuente: Cecchetti, Mohanty y Zampolli (2011)
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Por consiguiente, más allá que países periféricos de la zona euro hayan recurrido a la
deuda para financiar el prolongado y elevado crecimiento económico de sus
economías de las últimas décadas, el proceso de financiarización ha invadido todas y
cada una de las distintas economías. Incluso Alemania, el país europeo que
probablemente presenta un nivel inferior de deuda del conjunto de su economía esta
alcanzaba en el año 2010 el 241% del PIB, se había multiplicado por 1,7 respecto el
nivel existente 30 años antes. Pero además, el crecimiento económico de Alemania se
ha producido en gran parte gracias a que los países con los que ha mantenido un
superávit comercial han recurrido al endeudamiento y con ello financiar las
importaciones procedentes de Alemania. En tanto que economías como la Alemana o
la China han financiado a los países con déficits comerciales recurrentes –como el
caso de España- no les exime de la corresponsabilidad en la gestación de los
desequilibrios y por consiguiente de la crisis económica (Tugores, 2010).
Así pues, la proliferación del endeudamiento masivo y extenso en la mayor parte de
las economías avanzadas constituye uno de los elementos que caracterizan el
desarrollo de la economía mundial en las últimas décadas. Si bien ha constituido el
recurso que ha permitido financiar los desequilibrios de las balanzas comerciales y de
servicios de los países periféricos de la zona euro, se ha extendido por doquier
inundando también las economías superavitarias comercialmente. Estas últimas, en
gran parte han mantenido sus superávits de forma permanente gracias a que las
economías deficitarias comercialmente han dispuesto de forma constante de crédito
para financiar los desequilibrios.
El endeudamiento tiene su origen en cómo el neoliberalismo afrontó la dinámica
intrínsecamente inestable de las economías capitalistas. La evidencia histórica indica
que las economías capitalistas tienen una seria dificultad para mantener el nivel
adecuado de demanda agregada que de salida a la totalidad de producción de bienes
y servicios realizada por las empresas. Ello explica la existencia periódica de crisis de
las economías capitalistas. Sin embargo, a pesar de esta constatación, los
economistas ortodoxos neoclásicos creían firmemente en la autorregulación de los
mercados y, por tanto, la imposibilidad de la existencia de crisis. La crisis de 1929
desacreditó todo este conjunto de teorías y creencias. Fue el keynesianismo, el que
aportó la solución de la intervención del sector público para mantener el nivel de
demanda agregada que estabilizara la economía y, por tanto, en última instancia,
preservara el sistema económico capitalista.
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El neoliberalismo reniega del mecanismo keynesiano de estabilización económica y
asigna esta función al crédito. Así pues, el crédito asume en el planteamiento
económico neoliberal el papel de dotar a los agentes económicos de los recursos
adicionales para mantener su nivel de demanda y, por consiguiente, de estabilizar la
demanda agregada dando salida a la producción.
Dicho en otras palabras, en el mundo keynesiano, mediante las políticas
redistributivas, se transferían recursos de las rentas elevadas a las rentas inferiores,
de forma que estos recursos se incorporaban a la economía en forma de consumo,
con lo cual contribuían a mantener el nivel de demanda agregada, lo que estabilizaba
la actividad económica. En cambio, en el marco doctrinal neoliberal, al reducirse los
flujos redistributivos –por los agresivos programas de desfiscalización-, es el
endeudamiento -los préstamos de las rentas elevadas a las inferiores, en última
instancia- a quien se atribuye el papel de mecanismo por el cual las personas de
rentas más bajas acceden a un nivel de consumo que mantenga el nivel de demanda
agregada.
Obviamente, el endeudamiento acentúa la financiarización de la economía y, en
consecuencia, eleva la inestabilidad del sistema económico. Minsky (1992) ya había
advertido de la profunda inestabilidad de los mercados financieros capitalistas los
cuales “experimentan de vez en cuando procesos de inflación o de deflación por
sobreendeudamiento que parecen potencialmente explosivos” y que lejos de ser
atemperados por el comportamiento habitual de la economía, esta de hecho no hace
sino que amplificarlos. Los mercados no se autorregulan.
Así, el endeudamiento se convierte en el motor de la economía y en su verdugo. El
crecimiento económico de los Estados Unidos, y de la mayor parte de los países
europeos, entre ellos de manera extraordinaria España, se realizó a partir de un
amplio recurso al endeudamiento.
En efecto, la economía española ha sido el paradigma del crecimiento económico
fundamentado en el crédito vinculado, mayoritariamente, al desarrollo del sector
inmobiliario. Las cifras son explícitas: en 1999, el conjunto del Estado español, el
crédito interno de 476.966 millones de euros representaba el 82,2% del PIB y, al final
de la década, el año 2010, sumaba el 173,5% del PIB, es decir, 1.843.953 millones, en
valor absoluto. Se había multiplicado por 3,86. El nivel más álgido había alcanzado el
año 2009, con el 174,3% del PIB. Si consolidamos la deuda externa con la interna, el
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total de la deuda sumaba, en 2010, de forma estimada, el 355% del PIB729 español, del
que sólo el 72,0% era deuda pública.
Gráfico 2. Deuda en proporción al PIB por agentes económicos
.
Comparativa España con países OCDE, 2010
250
193
200
150
%
100
91
72
50
0
Hogares
Empresas no financieras
España
Sector público
OCDE Media ponderada
Fuente: Cecchetti, Mohanty y Zampolli (2011).
Es evidente que el problema de la deuda en España es un problema de deuda privada
(gráfico 2) y dentro de ella del conjunto de empresas. Con ser elevada la deuda de los
hogares españoles, comparativamente, se encuentra en el mismo nivel del promedio
de 18 países de la OCDE, 91% los hogares españoles, 90% los hogares de los países
de la OCDE seleccionados en la muestra. Sin embargo, a nivel empresarial, la deuda
española no solo es sumamente elevada sino que casi duplica la media de los países
de la OCDE.
La situación se agrava por el hecho que si en general el aumento exponencial del
recurso al crédito ha estado estrechamente vinculado al sector inmobiliario, como lo
muestra que en 2006 el 61,45% de todo el stock de crédito estuviera vinculado a la
vivienda (en 1999 lo había sido el 42,97%). Pero lo que es más significativo y
729
La estimación del 355% sobre el PIB de deuda total externa e interna consolidada
corresponde a las cifras manejadas por Cecchetti, Mohanty y Zampolli (2011), estas són algo
superiores a mi propia estimación que la situa la deuda total en el 312,17% del PIB y a la vez
sumamente inferior a la cifra del 502% calculada por Lapavitsas, et alt. (2011). Ante la
disparidad de cifras he decidido utilizar la de Ceccheti por acercarse en mayor medida a la cifra
que habitualmente se utiliza al referirse a la situación española.
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probablemente presenta diferencias con otros países es el hecho de que el aumento
del recurso al crédito vinculado a la actividad inmobiliaria fue más importante por parte
de las empresas que de los hogares. En efecto, en cuanto al destino del crédito a los
sectores productivos, si en 1999 el 23,17% del crédito iba a empresas constructoras e
inmobiliarias, en 2007 éste había llegado al 48,45% del crédito a los sectores
productivos - había más que duplicado-, por lo que constituyó prácticamente la mitad
del crédito destinado al sector empresarial. Y ello se produjo bajo la supervisión
financiera del Banco de España que se mantuvo en la total inacción ante la
concentración de la exposición crediticia de las entidades financieras en el sector
inmobiliario.
Así pues, esta es la realidad del desarrollo económico de la primera década del siglo
XXI, un modelo de crecimiento económico insostenible basado en el crédito
desaforado dirigido a la construcción. Y la burbuja inmobiliaria estalló: la
estadounidense de la titulación de hipotecas subprime y la española del sector
inmobiliario. La crisis financiera española tiene sus propios activos tóxicos.
El mundo al revés: El sistema financiero como damnificado por la crisis.
Es habitual ubicar el inicio de la crisis económica actual en la economía de los Estados
Unidos en los primeros meses del año 2007. Por aquellas fechas, ya empezaron a
mostrarse los primeros síntomas del estallido de la burbuja especulativa en el mercado
norteamericano inmobiliario de la hipotecas de riesgo (subprime); crecimiento de la
morosidad hipotecaria, aumento del stock de viviendas a la venta, caída de los precios
inmobiliarios,…. En los tres primeros meses de 2007, en Estados Unidos más de
cuarenta agencias730 que habían emitido hipotecas subprime tuvieron que cerrar o
estaban en proceso de ello, en junio el banco norteamericano de inversión Bear
Stearns anunció que dos de sus fondos invertidos en hipotecas de riesgo presentaban
importantes perdidas, lo que llevo al poco tiempo a ser liquidados.
Y esta fue la nueva pauta, la entrada en bancarrota de hedge funds y tras ellos
bancos, aseguradoras y fondos de inversión que habían participado y financiado el
proceso de titulación. La lista de entidades financieras que participaron en la burbuja
de la titulación la encabezan las principales entidades financieras norteamericanas y
730
Las primeras manifestaciones se produjeron en febrero de 2007 cuando las dos principales
sociedades norteamericanas especializadas en hipotecas de riesgo, Nova Star y New Century
Financial anunciaron perdidas por aumento de la morosidad.
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europeas: la norteamericana Goldman Sachs, el Deutsche Bank alemán, el BNP
Paribas francés, el UBS suizo, el Northern Rock Bank inglés o la belga Fortis entre
muchos otros. En general, todas ellas tuvieron que liquidar fondos, reestructurar sus
entidades y ser socorridas de una forma u otra por las autoridades públicas, por lo que
los errores, decisiones incorrectas, apuestas arriesgadas que cometieron sus
directivos han acabado repercutiendo no sólo sobre los accionistas –como
corresponde, en tanto que propiedad del capital- sino que los costes han sido
directamente repercutidos sobre sus trabajadores, clientes, y el conjunto de la
ciudadanía.
La contabilidad de la crisis debería permitirnos identificar, cual es el coste generado
por el programa neoliberal y quien lo está pagando. De momento, el sector público -y
por tanto, a cargo del conjunto de la ciudadanía- se han dedicado ingentes cantidades
de recursos a evitar el colapso del sistema capitalista. A principios del año 2010, se
habían contabilizado 670 entidades financieras en Estados Unidos y 50 en Europa las
que hasta esa fecha habían recibido ayudas públicas por un valor total de 430 mil
millones de euros, importe al que habría que sumar el valor de avales y otras garantías
públicas. En este sentido, para el conjunto de las economías de la UEM los importes
en inyecciones de capital, avales y otras fórmulas de financiación para las fechas
referidas ya habrían alcanzado el billón de euros (Iglesias-Sarria y Vargas, 2010). El
FMI (2011) sitúa para un conjunto de economías –aquellas de mayor cuantía de las
intervenciones731-, los importes de las ayudas públicas a las respectivas entidades
731
La siguiente tabla detalla las .ayudas públicas de importe más significativo concedidas por
las autoridades económicas centrales al sistema financiero en las economías capitalistas
avanzadas desde el inicio de la crisis hasta diciembre de 2010. A estos importes habría que
añadir las ayudas concedidas en el mismo periodo a nivel de gobiernos subcentrales que por
ejemplo en Alemania ascendió al 1,1% [inyecciones de capital efectuadas por los Landers y el
Banco de Desarrollo (KfW)] o en Bélgica los gobiernos regionales destinaron apoyo financiero
en una quantia del 1,6% del PIB.
Ayudas públicas a entidades financieras en los principales
países capitalistas avanzados. Des de el incio de la crisis
hasta diciembre 2010 - marzo 2011.
Porcentaje de las
ayudas
públicas
respecto el PIB
Bélgica
4.3
Irlanda
30.0
Alemania
10.8
Grecia
5.1
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financieras en un billón de euros, en el período desde el inicio de la crisis hasta
diciembre de 2010-marzo 2011 –según disponibilidad de los datos. En términos de
PIB, estaríamos hablando de ajustes en promedio del 6,4%, pero con una amplia
disparidad en la dimensión del apoyo público, así por ejemplo en Irlanda se habría
alcanzado en aquellos momentos un empleo de recursos públicos del 30% del PIB en
Irlanda, el 14% del PIB en Holanda o el 10% del PIB en Alemania frente importes del
2, 9% del PIB referidos a España. Otros autores, multiplican por 6 estas cifras,
situando en un total de 6 billones de euros, el coste de los recursos públicos
comprometidos (garantías de depósitos incluidas) en la salvaguarda del sistema
financiero. (Lorente y Capella, 2009). Está claro, que al menos para algunos païses –
España incluida- los costes para el erario público de sostenimiento del sistema
financiero han seguido produciéndose y las previsiones indican con toda certeza, que
aún no se ha alcanzado el cénit de las intervenciones públicas.
Los argumentos de carácter sistémico de una parte de las entidades financieras o el
chantaje del too big to fail están conduciendo a una actitud general acrítica de desvío
de ingentes cantidades de recursos públicos hacia un sector financiero que ni ha
respondido de su responsabilidad en la gestación de la crisis ni está cooperando en la
salida de la misma a través de canalizar la ingente cantidad de liquidez que fluye hacia
ellas hacia la financiación de actividades productivas.
El aumento de la desigualdad base de la crisis financiera
No constituye ninguna novedad afirmar que la génesis de la crisis no se produce por el
estallido de la burbuja inmobiliaria sino, que el origen de la crisis se encuentra en la
Holanda
14.4
España
2.9
Reino Unido
7.1
Estados Unidos
5.2
Promedio
6.4
Fuente: FMI (2011)
Como en algunos casos se ha producido el retorno de importes por valor en su
conjunto de 270.714 M € tendríamos que el coste neto, a la fecha de diciembre de
2010-marzo de 2011, para erario público sería de 820.714 M €.
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gestación de la burbuja especulativa. En esta dirección, se han propuesto argumentos
diversos sobre el origen de la crisis, centrándose en uno u otro aspecto como
elemento explicativo fundamental. Se ha planteado la crisis financiera como resultado
de la desregularización y liberalización del sector financiero que alimentó la codicia de
los financieros, al tiempo que no impidió las connivencias entre estos y los respectivos
reguladores estadounidenses para favorecer los intereses de Wall Street (Johnson,
2009). Recientemente, el trabajo de Igan y Mishra (2011) encuentra evidencia para los
Estados Unidos que la intensidad de las campañas de presión de la industria
financiera tienen resultado y tanto estas como un nivel elevados de contactos entre los
legisladores y la industria aumentan la probabilidad de que la votación de los
legisladores sea favorable a la industria financiera.
Otros, han insistido en que fue la búsqueda de nuevos espacios de valorización del
capital lo que condujo ingentes cantidades de recursos financieros hacia el sector
inmobiliario generando una burbuja de activos que finalmente estalló. De la misma
forma se pueden divisar procesos similares en los mercados de materias primas o de
los alimentos a nivel mundial, o intuir los intentos de generar nuevos espacios de
negocio privado en el campo de las pensiones o de la salud en varios países, entre los
cuales se encuentra el nuestro.
Existe, sin embargo, un argumento explicativo que se encuentra en el origen de todos
los demás y es el aumento de la desigualdad. Este planteamiento situa a la
desigualdad la causa, en última instancia, de la crisis financiera. Las políticas
neoliberales impulsadas desde los años 80 del siglo pasado han tenido un fuerte
impacto en el aumento de los niveles de desigualdad, en gran parte impulsado por las
reformas impositivas desficalizadoras que han beneficiado ampliamente a las clases
más ricas en detrimento de las clases populares. Pero como había que mantener los
niveles agregados de consumo a fin de sostener la demanda agregada se otorgó al
crédito la función estabilizadora de la economía. Así pues, de la misma forma que en
las formulaciones keynesianas las políticas redistributivas de la renta a través del
sector público juegan el papel estabilizador económico, en el mundo neoliberal es el
crédito que pretende adoptar esta función. El aumento de la desigualdad en la
distribución de la renta y el endeudamiento masivo son efectos, ambos, fuertemente
interrelacionados.
La espiral del endeudamiento contribuyó a la extraordinaria financiarización de la
economía, el carácter intrínsecamente inestable del sistema financiero ya había sido
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advertido por diversos autores y la comprobación de sus efectos, desgraciadamente,
los hemos vivido de primera mano en esta crisis. Así pues, la crisis financiera ha sido
la crisis de la doctrina del endeudamiento y por tanto la crisis de la doctrina económica
que la ha promovido. Restablecer una economía con menores niveles de
endeudamiento requiere por tanto, restablecer mayores niveles de igualdad.
El análisis de la evolución económica de las economías industriales avanzadas en el
período 1980 hasta el inicio de la crisis muestra un patrón general de crecimiento de la
desigualdad. Los datos muestran como en la mayoría de las economías se produce un
aumento de la desigualdad en general que se corresponde en gran medida en un
deterioro de los ingresos salariales. Así, a lo largo de las tres décadas que transcurren
entre los ochenta y finales de la primera década del siglo XXI, la desigualdad en
términos generales había aumentado en 17 de los 22 países de la OCDE de los que
se tenían datos (OCDE, 2008). Solamente había disminuido significativamente en
Turquía y Grecia y por otro lado, países como Alemania, Finlandia, Suecia, Israel,
Nueva Zelanda y los Estados Unidos se erigen como los países que lideran el ranking
de mayor aumento de la desigualdad a lo largo de este período.
El análisis anterior no contempla la evolución de la desigualdad de España, por
carecer de suficiente información. Sin embargo, un estudio reciente indica una mejora
de la desigualdad en España desde el año 1980 hasta el año 2003, con un deterioro
del indicador de igualdad en el año 2007, hasta el punto que en este año el nivel de
desigualdad se retrotrae hasta los niveles del inicio de los noventa.
El crecimiento de la desigualdad se corresponde en gran medida con la disminución
de la participación de los salarios en el producto nacional, como corrobora que en el
mismo período la participación salarial disminuyera en 17 de 24 países de la OCDE
(OIT, 2010).
El caso español
La economía española entró técnicamente en recesión entre el segundo y tercer
trimestre de 2008 al presentar durante dos trimestres consecutivos tasas de
crecimiento negativas. El deterioro de la economía se prolongó hasta el último
cuatrimestre de 2009 si se mide por las tasas de crecimiento trimestral mientras que
en términos de tasas de crecimiento interanual el deterioro se prolongó hasta el
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segundo trimestre de 2010 a partir del cual la economía española mostró una
incipiente mejoría. Inicialmente, la evolución de la actividad económica sigue
claramente una evolución en forma de V, alcanzando el suelo para la mayor parte de
las variables macroeconómicas entre el primer y segundo trimestre de 2009, este
último constituye el momento en que el PIB español cae en mayor profundidad, el
4,4% en tasa de crecimiento interanual. Por otra parte, la incipiente recuperación se
trunca en el segundo trimestre de 2011 que de confirmarse las estimaciones para el
cuarto trimestre de 2011 nos encontraríamos en tasas nulas de crecimiento siendo las
expectativas de entrada de nuevo en una fase de recesión en el primer trimestre de
2012, que de confirmarse nos situaría en la perspectiva del desarrollo de la crisis en
forma de sierra por lo que se prolongan sus efectos y consecuencias hacia adelante.
La burbuja inmobiliaria
La fase de crecimiento de la economía española se sustentó en la construcción,
convirtiéndose en el sector dinamizador del desarrollo económico a partir de 1997
(Matea y Sánchez, 2006). Prueba del crecimiento del sector és el hecho que el VAB de
la construcción que en 1997 significaba el 6,5% del PIB, alcanzó el año 2006 –valor
más alto-el 10,8%, Ello conllevó a un significativo incremento de la ocupación en el
sector, de forma que en el momento de mayor ocupación fue en el tercer trimestre de
2007 en que se encontraban ocupados en la construcción 2.717,5 miles de personas según datos de la EPA-, esto es, el 13,25% de los ocupados de la economía española.
Prueba de la elevada actividad inmobiliaria son las 5,5 millones de viviendas libres que
se iniciaron en el período 1997-2007, un promedio de 502.646 viviendas anuales que
tuvo su nivel máximo en las 664.923 viviendas de promoción libre iniciadas en el año
2006 (gráfico 3), a las que si sumamos las 60.878 viviendas protegidas alcanza la cifra
de las 725.801 viviendas para ese año. La oferta de vivienda iniciada llegó a duplicar
las cifras estimadas de 325.000 unidades de demanda de vivienda por razones
demográficas (Garcia Montalvo, 2006).
La sobredimensión de la actividad constructiva realizada era pues enormemente
evidente, de hecho la ingente cantidad de viviendas iniciadas sin comprador que ha
dejado el cese abrupto del boom inmobiliario, son consecuencia de la burbuja pero
también prueba de la sobreproducción que la burbuja especulativa generó. Las cifras
oficiales sitúan en 687.523 el stock en el año 2010 de viviendas nuevas terminadas sin
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vender (Ministerio de Fomento), a estas habría que añadir el parque de viviendas que
el estallido de la crisis económica ha dejado a medio construir. Algunas estimaciones
sitúan estas últimas en 1,3 millones, de las cuales un 44% tendría en estos momentos
paralizada su construcción (Vergés, 2011).
Gráfico 3. Volumen de vivienda libre iniciada y evolución del
índice de precios de la vivienda, España 1991-2010
700.000
350
600.000
300
500.000
250
400.000
200
300.000
150
200.000
100
100.000
50
0
0
1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Fuente: Ministerio de Fomento.
El ritmo constructivo frenético fue acompañado, asimismo, por un incremento de los
precios de la vivienda sin precedentes en la historia reciente: los precios promedio de
la vivienda libre en España se multiplicaron por tres durante los años 1997-2007, al
pasar de los 684,79€/m2 1997 a 2.056,40€/m2 en 2007.
Se han articulado diversos argumentos explicativos del incremento acelerado de los
precios de la vivienda. Los trabajos teóricos apuntan a un conjunto de factores
fundamentales acotado con capacidad explicativa de un aumento de los precios de la
vivienda: aumentos demográficos, bajada de los tipos de interés, incremento de la
renta per càpita, entre otros. No obstante, estos son los más ampliamente citados en
la literatura al respecto. De hecho, diversas explicaciones del aumento de los precios
de la vivienda española se han construido apelando a uno de estos tres factores o la
incidencia conjunta de un subgrupo de ellos. Con todo la referencia a la bajada de los
tipos de interés atribuida a la entrada de España en la UEM primero y a la
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implantación efectiva del euro después goza de un apoyo importante en el
argumentarlo del origen del incremento de los precios de la vivienda.
Sin embargo, en este argumentarlo existe una contradicción lógico explicativa. De
aceptar, la variable tipo de interés, demográfica o cualquier otra como argumento
explicativo del incremento de precios de la vivienda, entonces queda automáticamente
descartada la posibilidad de que se tratase de una burbuja inmobiliaria. Ello, porque
precisamente, la existencia de una burbuja se corresponde con otro argumento
explicativo: las expectativas de revalorización del activo que tengan los compradores
de este732. Así pues, sólo estaríamos ante una burbuja si el incremento de precios,
precisamente, no puede ser explicado por el aumento de los precios de las variables
macroeconómicas fundamentales. En este sentido, los estudios concluyen que el
componente no fundamental, o burbuja, es importante para explicar el rápido
crecimiento de los precios inmobiliarios en España en el período 1997-2007 (GarciaMontalvo, 2006; Bellod, 2011).
Obviamente, la consolidación de una burbuja requiere que esta sea alimentada con
liquidez y por consiguiente, sea los bajos tipos de interés y principalmente las
facilidades con que las entidades financieras prestaban alimentó la exuberante
irracionalidad de la burbuja.
El deterioro de las finanzas públicas como resultado de la crisis.
El estallido de la burbuja inmobiliaria empezó a fraguarse en el año 2007, con cierta
antelación a que la crisis financiera mostrara sus efectos de forma significativa en la
economía española. Probablemente, la crisis financiera y el estallido de la burbuja se
reforzaron mutuamente, y ello tuvo consecuencias dramaticas para el sector de la
construcción. Prueba de ello es la rápida y elevada destrucción del empleo en el sector
de la construcción. Los datos son ilustrativos, entre el tercer trimestre de 2007 i el
732
Garcia-Montalvo (2006) indica de acuerdo con los datos obtenidos a traves de una
encuesta, que un 37,2% de los entrevistados indicaron que ellos mismos o algún
familiar o conocido directo habían realizado en los últimos cinco años operaciones de
compraventa de viviendas con la finalidad de obtener una ganancia económica. En
España se ha detectado la circulación de 83 millones de billetes de 500 euros, el 25%
de todos los billetes de la zona euro (Garcia-Montalvo, 2006)
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tercer trimestre de 2011 se perdieron 1.346, 6 miles de empleos (ocupados), el 49,6%
del empleo, de forma que en esta última fecha el numero de ocupados ascendía a
1.370,7 miles de personas, el 7,55 % de la población ocupada –tasa que nos retrotrae
al año 1985 en que la tasa de ocupación en el sector de la construcción se situó en
niveles similares733-. Significativo es comprobar que en los 4 años de crisis
transcurridos se han perdido en la construcción tantos empleos como los generados
tras 9 años de crecimiento ininterrumpido del sector.
Las consecuencias de la caída de la actividad económica general afectó de forma
rápida y contundentemente a las finanzas públicas. De hecho, el conjunto de
Administraciones públicas españolas, en 2007, cumplía escrupulosamente con los
criterios ortodoxos de estabilidad presupuestaria: presentaba superávit presupuestario
del 1, 9% del PIB y la deuda pública era del 42,1% del PIB. El comportamiento español
era además, dentro de la ortodoxia neoliberal, mucho más ejemplar que la media de la
Unión Europea y los países de la OCDE. Lo que lleva a cuestionar, como mínimo, las
garantías que se atribuyen a tales preceptos.
Gráfico 4. Ingresos, gasto público y saldo presupuestario de la Economía
Española, 2001-2010
600.000,0
Gasto público
500.000,0
400.000,0
Ingresos
300.000,0
200.000,0
100.000,0
0,0
2001
-100.000,0
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
Saldo presupuestario
-200.000,0
Entonces, ¿por qué se deterioraron las cuentas públicas? En gran medida por la caída
de los ingresos (gráfico 4) y no tanto como a consecuencia de la perdida de
733
Históricamente desde 1976 hasta 1997 –inicio de la última fase expansiva en el sector de la
construcción- la tasa de ocupación en el sector de la construcción se ha situado como
promedio en el 9,1% del total de ocupados de acuerdo con la EPA
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recaudación atribuida a la disminución de la actividad económica como el coste
recaudatorio de las medidas fiscales expansivas que se implantaron. Así, a partir de
los datos ofrecidos por la Administración tributaria española estimo que el 76% de la
disminución de los ingresos tributarios de 2008 (20.000 M€) se deben a medidas
discrecionales, las cuales explicarían el 60% (17.800 M€) de la caída de los ingresos
del año 2009.
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