El Diario de Coahuila

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El Diario de Coahuila - De tabaco rubio
De tabaco rubio
lunes, 23 de diciembre de 2013
A @laanemona Marycarmen; contigo solidario
Así. Casual. Aunque no fumes o, si fumas, mejor. Por un cigarrito. Pueril, mundano y ominoso. De tabaco rubio.
Sabroso. Un pitillo cuyo vientre esté repleto de monóxido de carbono y toda la parafernalia de gases que se tornan
en semillas de males indescifrables para quien lo fuma, para los del derredor. Que digo un cigarrito, un puñado de
ellos. Así. Casual. Qué estarías dispuesto a hacer por uno. Ahorita, más tarde, por la madrugada, da igual.
Yo no sé si tu fumas o no, pero para el caso que ocupa hoy a esta esta columna, es absolutamente irrelevante. Por
más que me digas que tasas un valor tangible o intangible en ese cigarrito después de la comida, o el glorioso
golpe –jalón de humo- después de un vuelo transcontinental de quince horas, o el proverbial, el de rigor después
de lo que ya sabes…, pues hasta en las películas se disfruta, aparentemente en pareja, y entre menos ropa se
porte, es mejor.
Por más que me lo digas, la verdad, resulta irrelevante. Es decir, un cigarro o paquete de cigarros -que da igual-,
es una chuchería, una nimiedad, un artículo cuya representación de valor material es algo que no ocupa ni
marginalmente nuestras más frívolas conversaciones. Así.
Precisamente la ausencia total de valor del cigarro es la que representa probablemente uno de los lados más
oscuros y siniestros de este ser humano del Siglo XXI, que en pleno estallido de la era de la información, en pleno
momento de los romances cibernéticos y del aleccionamiento religioso vía red social, nos revela –o nos recuerda-,
conforme al testimonio escalofriante del Médico David Nott, la gravísima y profundisima crisis en la que se ve
envuelta la humanidad. Si, tú y yo incluidos
El desquiciante relato de Nott se circunscribe a Siria –un sitio no identificado por razones de seguridad-. Pero se
vuelve universal. Si, más allá de aquella tradición milenaria del Imperio Ebla, de su accesión a Babilonia, su
relación cercana con Egipto o las glorias Persas. Probablemente con mucha familiaridad en esencia con cualquiera
de nuestros barrios, calles y avenidas.
Nott. El Doctor Nott, un voluntario cirujano de emergencias que por más de 20 años se ha incorporado a zonas de
guerra para prestar lo que los cercos militares, sean del bando que sean, niegan a las víctimas civiles de la
refriega. Su experiencia incluye Bosnia, Libia, Chad, Sudan y la República Democrática del Congo. Nott lo
describía con precisión a The Times (Londres) apenas en Octubre: él, junto con sus colegas, igualmente altruistas
y temerarios, comenzaron a notar un patrón escalofriante en los casos que atendían de las mujeres y los niños que
eran tiroteados mientras cruzaban a diario la línea de fuego en busca de alimentos y abastecimientos.
Un día –relata-, eran disparos en el área genital, al día siguiente solo se presentaban casos de disparos en el
pecho, luego, solo en el cuello. Todos los casos del mismo día presentaban disparos exactamente en la misma
zona. El caso más escalofriante fue cuando comenzaron a recibir solamente mujeres embarazadas, con disparos
directamente al útero, y balas alojadas en el cráneo del feto.
Dicen que eran mercenarios provenientes de China y Azerbaijan, trabajando para el régimen Assad. Nunca fue
confirmado. Lo único de lo que todos se impusieron con certeza es que durante los tiempos muertos de la batalla,
mercenarios o soldados se enfrascaban en un juego perverso de tiro al blanco humano cuyo premio era,
precisamente, un punado de cigarrillos.
Nott dice que el horror fue mayúsculo. Él sabe de sobra que es frecuente la desgracia de que civiles perezcan en
el fuego cruzado, pero que en 20 años de voluntariado nunca había sido testigo de algo tan atroz. "Eran
asesinatos deliberados, por diversión". Nott lo describe como "el infierno después del infierno".
Cuando en un juego de azar un grupo de hombres toma de tiro al blanco cualquier ser humano, pero en particular
úteros de mujeres embarazadas, por aburrimiento y a cambio de un maldito cigarro, me parece que ya es la alarma
máxima de que las cosas deben de cambiar, de que nuestras actitudes, acciones y prioridades colectivas han
errado dramáticamente y nos han convertido en un basilisco que vertiginosamente se aproxima al vacío.
¿Por qué un ser humano mata a otro?. Explicaciones las hay y sesudas, eruditas de los expertos. Pero existen las
otras explicaciones cuando llegamos a tan atroz realidad, las que tienen que ver con la descomposición social, la
corrupción, la indolencia, el individualismo materialista que ignora la naturaleza humana a cambio de un auto, un
iPad, un crucero por el Caribe o una cuenta bancaria abultada.
Los reportes cuantifican cien mil muertos en Siria durante los últimos dos años y medio. Hay reportes que calculan
ciento veinte mil muertos en México en el sexenio de Calderón. Y qué decir de otras latitudes. Parece que el
aniquilamiento humano se ha trivializado de tal forma que entra y sale de nuestra visión con la misma facilidad con
la que captamos las frases vacías y desesperadas en las redes sociales, los chistes burlones de la condición de
los demás, la publicidad electrónica o la silicona infame que se presenta ostentosa en horario estelar de la pantalla
chica.
Cuando un cigarro vil y de tabaco rubio tiene igual valor, o más, que un crío formándose en las entrañas de su
madre, me parece que es momento de detenerse, respirar profundo y reconocer eso, que ya no tenemos madre, y
urgentemente cambiar. La decisión es sólo nuestra.
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http://www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2013/12/23/tabaco-rubio-405389.asp[24/12/2013 10:15:45]
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