RESEÑAS 553 rineau al respecto. A continuación, van Bath intenta realizar algunos comentarios con respecto a ciclos fiscales y tendencias en los precios de unos cuantos artículos de consumo y de los índices de construcción de edificios grandes. Las conclusiones no son demasiado convincentes, pero su propuesta de trabajo acerca del impacto de la inflación en el siglo x v m y su relación con los ciclos de producción de plata y tendencias fiscales es m u y sugerente. Los comentarios finales de van Bath indican que hay que revisar con cuidado el a u m e n t o espectacular de los ingresos fiscales de todas las cajas americanas a partir de las reformas borbónicas que h a n registrado Klein y T e P a s k e en sus largas series. En un importante artículo publicado en 1985 en Historia Mexicana, Herbert Klein a r g u m e n t a b a que podía encontrarse en estas tendencias fiscales un reflejo claro de un auge económico en este periodo. Sin e m b a r g o , es necesario reflexionar sobre aquellos factores que hacen endeble dicho enfoque. En primer lugar, hay que volver a plantearse el problema señalado de m a n e r a insistente por Garavaglia y Grosso acerca del a u m e n t o de la presión impositiva a raíz de las reformas borbónicas. En segundo lugar, hay que t o m a r en cuenta la importancia del fenómeno inflacionario en el siglo x v m , sugerido por van Bath. Por último, me parece que es importante considerar que el a u m e n t o porcentual de la recaudación, que superó el 5 % por año entre 1760 y 1790 (en la Nueva España y en la mayoría de las cajas sudamericanas) no podía reflejar un aum e n t o paralelo de la producción global de la economía colonial porque no hay constancia histórica de sociedades precapitalistas que lleguen a superar tasas de 1-2% de crecimiento anual y global de sus economías. En otras palabras, hay que profundizar más en estas cuestiones no sólo con base en las grandes series fiscales sino * también a partir de estudios detallados y regionalizados de fiscalidad, producción y comercio que nos permitan entender mejor el , funcionamiento real del conjunto de las economías coloniales. Carlos MARICHAL El Colegio de México T i m o t h y E . ANNA: The Mexican Empire of Iturbide. L i n c o l n : U n i v e r s i t y of N e b r a s k a P r e s s , 1 9 9 0 , 2 8 6 p p . I S B N 0-8032-1027-2. T i m o t h y E. A n n a se ocupa de un t e m a que de tiempo atrás venía 554 RESEÑAS reclamando u n estudio crítico: el imperio de Agustín de I t u r b i d e . E. A n n a ha e m p r e n d i d o con gran acierto la tarea de abordar e s t e t e m a , todavía objeto de apasionadas polémicas, en su debida p r o porción histórica al analizarlo como lo que fue: el p r i m e r g o b i e r n o nacional que tuvo México. Reconsiderar este periodo de n u e s t r a historia a partir de este planteamiento, en apariencia simple y e v i dente, es un paso m u y importante. El autor hace a u n lado las v i e jas interpretaciones maniqueas sobre Iturbide y devuelve a su g o bierno la complejidad que tuvo. Se trató, como A n n a e x p o n e claramente, de u n periodo en que el país tuvo que enfrentarse a l a difícil tarea de crear u n a nación a partir de la extinta colonia e s p a ñola, y ésta no fue una tarea que dependiera de un solo h o m b r e . El autor a b o r d a el tema a partir de u n a revisión crítica de l a historiografía tradicional, enriqueciéndola por medio del cotejo con documentos usualmente menospreciados como legítimas fuentes históricas. Destacan en particular las memorias escritas p o r Iturbide en Livorno y los documentos personales y oficiales d e l e m p e r a d o r , a los que A n n a concede el valor y crédito que i n d u d a blemente tienen como testimonios históricos. A través de esta r e v i sión crítica, el autor logra despojar a este periodo de a p a s i o n a d a s versiones parciales y consigue, explicando el proceso mismo q u e condujo a la elaboración de u n a historia partidista, situar en su d i mensión real los diferentes factores que intervinieron en el c o m plejo proceso que atravesó el país al independizarse. A n n a examina el gobierno de Iturbide a partir de lo que p o dríamos llamar la piedra clave de su fundación: el Plan de I g u a l a , en el que se encuentra tanto la base del éxito como la del fracaso de ese primer gobierno nacional. Sostiene que el triunfo del p l a n elaborado por Iturbide estribó en que hizo posible que los diferentes sectores sociales del país forjaran u n a alianza temporal p a r a conseguir la emancipación política respecto de E s p a ñ a , f u n d a m e n t a l m e n t e porque proclamaba la independencia sin a t e n t a r contra los grupos de propietarios. No obstante, señala que tras e l éxito inmediato, el plan reveló pronto algunas deficiencias que a la larga se convirtieron en los puntos cruciales de la discordia. E n p r i m e r lugar, el Plan de Iguala no fue interpretado por todos c o n el mismo sentido. P a r a unos significó la emancipación a b s o l u t a , p a r a otros solamente la a u t o n o m í a o la formación de u n reino s e p a r a d o de la metrópoli, si bien m i e m b r o de u n a confederación m o n á r q u i c a española. En seguida A n n a a p u n t a u n a idea m u y i n teresante que debiera reconsiderarse a fondo. En su opinión, o t r o de los errores en los que se incurrió al elaborar el Plan de I g u a l a RESEÑAS ? 555 fue no discutir cuál sería la extensión del territorio que comprendería el país. Se asumió que México heredaría las posesiones septentrionales del imperio español, cuyas fronteras ni siquiera éste había logrado definir cabalmente, pero además, subraya el autor, no existía un sentimiento que permitiera identificar a México como u n a nación, y no había, como después se constataría, una fuerza q u e garantizara la vinculación de todo ese territorio de T e x a s , California, C h i h u a h u a o Y u c a t á n , por ejemplo, bajo u n a m i s m a entidad nacional. A n n a lo Expresa en una frase: en 1821, México era más bien u n concepto que u n hecho concreto y perceptible. E n relación con la forma de gobierno proclamada en el Plan de Iguala, A n n a demuestra que la m o n a r q u í a no fue u n a imposición arbitraria de Iturbide, como asentaron sus detractores, sino un sist e m a viable y, sobre todo, aceptado por la mayoría. Fracasó porque el plan fue manejado como el código fundamental p a r a erigir la nueva nación, cuando en realidad sólo se trataba de un proyecto político. En este sentido, A n n a critica a la historiografía tradicional por haber elaborado la idea de que la república era el sistema de gobierno que de forma natural e inevitable debía adoptar la nación. M á s que el republicanismo, que d u r a n t e el imperio de Iturbide distaba de ser u n a tendencia opositora consolidada, lo que m i n ó a la m o n a r q u í a fue lo que se conocería después como federalismo, erróneamente identificado con la república. P a r a el autor, el principal obstáculo que tuvo la formación del Estado central iturbidista fue que los líderes y caciques regionales, conforme gan a r o n poder y fuerza, exigieron la autonomía de los gobiernos provinciales. En b u e n a m e d i d a , la rivalidad que existió entre el congreso y el emperador fue reflejo de las desavenencias entre el centro y la periferia. No se trató simplemente de que Iturbide se opusiera por principio a la existencia de un congreso, sino que la asamblea constitutiva en funciones adolecía de serias fallas en su , formación que ponían en d u d a la legitimidad de sus resoluciones. Al parecer, nadie supo n u n c a a ciencia cierta cuántos diputados la constituían, ni cuántos eran un q u o r u m . P a r a algunos autores, por ejemplo, el mínimo indispensable era de 87; p a r a Vicente R o cafuerte, de 82, mientras que p a r a Iturbide era de 9 1 . Por otra parte, existían dudas respecto a la legalidad de los procedimientos empleados en la elección de diputados. En Centroamérica, algunos representantes habían sido designados según la Constitución española de 1812, otros de acuerdo a la fórmula a d o p t a d a por M é xico y otros m á s conforme a un procedimiento establecido por el capitán general de G u a t e m a l a , Gabino Gaínza. Pero m á s allá de 556 RESEÑAS estas deficiencias, existía un conflicto de base que impedía la reconciliación entre el e m p e r a d o r y el congreso. M i e n t r a s no se estableciera u n código fundamental que delimitara con claridad los poderes que debían existir, así como sus atribuciones, no habría u n gobierno efectivo y éste difícilmente podía erigirse mientras hubiera u n a dualidad de soberanías. Por u n lado, el congreso tenía que aceptar la m o n a r q u í a por haber j u r a d o el Plan de Iguala; por otro, Iturbide debía aceptar la soberanía del congreso por h a b e r j u r a d o la Constitución española de 1812. Pero el congreso no aceptó la Constitución gaditana ni escribió u n código propio, lo queobstaculizó la consolidación del gobierno. Sin e m b a r g o , la decisión de Iturbide de disolver la asamblea constituyente para terminar con el conflicto desencadenó su caída. No sólo dio a sus opositores el a r g u m e n t o p a r a acusarlo de tirano, sino que en efecto hizo patente su infracción al Plan de Iguala y al j u r a m e n t o realizado ante el congreso al t o m a r posesión del imperio. Después de ello, de poco sirvió que Iturbide intentara efectivamente crear un nuevo congreso convocado por medio de la j u n t a instituyente y que ésta elaborara u n reglamento político interino, que permitiera la organización inmediata del gobierno y se utilizara como proyecto p a r a la futura constitución. A m b a s iniciativas fueron interpretadas por la oposición como maniobras de Iturbide p a r a imponer u n a tiranía. A u n q u e al parecer fue u n a interpretación exagerada, como deduce A n n a de la evidencia que maneja, bien es cierto, como lo señala el mismo autor, que Iturbide ya había perdido, p a r a 1823, b u e n a parte de la confianza y el apoyo q u e antes le b r i n d a r a n tanto los grupos de propietarios como el pueblo, afectados ambos por la a g u d a crisis económica, el a u m e n t o de la criminalidad y el creciente resentimiento entre mexicanos y españoles que terminaría en la expulsión de los peninsulares. Sin este apoyo, Iturbide dejó de ser, efectivamente, un gobernante legítimo. E. A n n a llega a la conclusión de que la incapacidad p a r a establecer u n gobierno real, unificado en torno a poderes delimitados, que permitiera la convivencia del emperador con el congreso, controlara las autonomías regionales e impidiera la desintegración del ejército, colocó a Iturbide en u n a posición política insostenible. De tal suerte, el autor afirma que Iturbide no fue derrocado, sino que tomó la decisión de abdicar como el único medio p a r a poner fin a la contradictoria situación política. A n n a sustenta su conclusión al examinar las rebeliones de 1823. El levantamiento de Antonio López de Santa A n n a no tuvo u n p r o g r a m a de gobierno definido y simplemente reclamó la reinstalación del congreso y la libertad RESEÑAS 557 p a r a elegir cualquier forma de gobierno; la rebelión de Vicente G u e r r e r o y Nicolás Bravo no era en contra de la m o n a r q u í a en sentido estricto sino en favor de la reinstalación del congreso, cumplido lo cual no se oponían a la continuación del gobierno encabezado por Iturbide. Los rebeldes de C a s a M a t a tampoco se lev a n t a r o n p a r a derrocar a Iturbide, sino para exigir que se convocara un nuevo congreso de acuerdo con el procedimiento electoral seguido para la formación de la primera asamblea constituyente. Así que éstos no fueron levantamientos republicanos en contra de la m o n a r q u í a , según ha consagrado la historiografía tradicional, sino movimientos de corte federalista que en principio no atentab a n contra la figura del e m p e r a d o r . De hecho, A n n a señala que no fue sino a partir de la abdicación de Iturbide c u a n d o la república se convirtió en u n a forma de gobierno viable, es decir, c u a n d o no h u b o ya nadie que pudiera reclamar la corona imperial. Q u i z á la única posibilidad h u b i e r a sido u n príncipe borbónico, pero esa alternativa fue definitivamente rechazada por los mexicanos; para cerrar el paso a cualquier tentativa de esta naturaleza, el gobierno de Iturbide, como representación de la m o n a r q u í a en México, fue declarado nulo e ilegítimo, producto arbitrario de u n tirano. Irónicamente, varias de las medidas políticas diseñadas por Iturbide d u r a n t e su m a n d a t o , al caer el imperio fueron discutidas por el congreso reinstalado y llevadas a la práctica por el gobierno provisional encabezado por Pedro Celestino Negrete, G u a d a l u p e Victoria y Nicolás Bravo. L a reconsideración que A n n a hace del imperio de Iturbide al cuestionar de m a n e r a sistemática la historiografía aceptada por tradición, es tanto m á s valiosa cuanto que invita a proseguir la investigación de un periodo de nuestra historia al que continuamente hacemos referencia y q u e , sin embargo, en realidad conocemos m u y poco. C a b e señalar que el autor a p u n t a u n camino que no debemos pasar por alto: estudiar, en términos comparativos, los procesos que vivieron otras colonias americanas p a r a establecerse como países independientes. A n n a mismo trata con cierta extensión el problema de los países centroamericanos, unidos en esa etapa a México, pero refiere también que no debe olvidarse a Brasil, el único país que también constituyó su independencia a través de u n gobierno m o n á r q u i c o , ni a Simón Bolívar, cuya política no fue totalmente diferente de la que intentó poner en práctica Agustín de Iturbide. E n suma, The Mexican Empire of Iturbide es u n a obra que brinda tina reinterpretación de ese periodo histórico con la claridad, obje- 558 RESEÑAS tividad y precisión que eran necesarias. Ello la convierte, sin duda, en u n a fuente imprescindible para los estudiosos del periodo, pero también en u n a lectura s u m a m e n t e interesante p a r a todos los que quieran examinar en forma crítica nuestra historia. M a t i l d e SOUTO MANTECÓN El Colegio de México C h a r l e s A . H A L E : The Transformation of Liberalism in Late 19th Century México. P r i n c e t o n : U n i v e r s i t y P r e s s , 1 9 8 9 , , 290 p p . I S B N 0 - 6 9 1 - 0 7 8 1 4 - 9 . * ¿ Q u é es la política? Hale no d a u n a definición al principio de su investigación, y tampoco al final, para no estorbar el libre movimiento del pensamiento. Su " l i b e r a l i s m o " es político y es parte de la experiencia que hacemos hic et nunc de nuestro m o d o de existencia política o, para hablar como Aristóteles, de nuestra a n i m a lidad política. El hecho de que Charles Hale sea anglosajón no nos facilita la tarea, porque las mismas palabras no tienen el mismo significado en inglés, por u n lado, y en español y francés, por el otro. Así ocurre con palabras aparentemente transparentes como liberalism o constitution. P a r a él, la constitución es más que u n a form a jurídica, es u n a " f o r m a de g o b i e r n o " , la estructura de poder, concebida como legítima, en sus funciones ejecutiva, legislativa y judicial, estructura que condiciona la distinción legítima de estatus sociales. Valdría la p e n a hacer u n a lectura paralela de Charles H a l e y de F . X . G u e r r a , ya que éste plantea en su famoso México del antiguo régimen a la revolución la tesis de la democracia (politeid) en el sentido de Sócrates y Platón, o sea, la forma de sociedad, p a l a b r a que acostumbramos traducir por régimen, lo que produce u n a confusión semántica. L a palabra ha conservado su amplitud inicial únicamente en la expresión " a n t i g u o r é g i m e n " , cuando se c o m b i n a n la idea de un tipo de constitución y de u n way of lije hecho de cost u m b r e s y creencias. E n ese antiguo régimen la política es m u c h o m á s que lo que nos enseñan la ciencia y la sociología políticas, que separan su campo de los definidos por la economía, el derecho, las artes, la religión, etc. La política de Platón en La República no tiene límites y abarca toda la vida en todas las extensiones de la sociedad. C l a r o , Platón no pensaba que todo era política, no confundía